Os regalo hoy, martes santo, este adagio que he escuchado hoy tres veces y que creo que desde hoy va a preceder en mi ranking personal de música inspiradora al de Albinoni. No lo conocía hasta hoy, ni sabía de su autor,. Me lo ha descibierto esta mañana Leandro Sequeiros que me ha informado sobre la verdadera historia de su autor que sugiero investiguéis el artículo que él me enviaba y que publico ahí abajo. No sé qué será major. O impregnarse sin más de la música o conocer antes la vida del autor para unirse mejor al espíritu interior de quien la escribe. La música, por enlatada que esté, es siempre un encuentro personal entre quien la crea como sonidos en armonía, quienes la interpretan con su instrumentos o laringes y quienes las escuchan y dejan que les impregne a fondo
Domenico Zipoli
Está considerado como el compositor europeo más famoso que haya viajado hacia América durante el período colonial, y también el músico más dotado que haya contribuido a las misiones jesuíticas en el continente.
Este aviso fue puesto el 6 de agosto de 2018. Domenico Zipoli Información personal
Nacimiento
17 de octubre de 1688 Prato, Gran Ducado de Toscana
Fallecimiento
2 de enero de 1726 Córdoba, de Argentina. Virreinato del Perú, Imperio Español
Biografía
Desde 1707 estudió en Florencia con Giuseppe Maria Orlandini,2 bajo el patrocinio de Cosme de Médicis, Gran Duque de Toscana. Durante un breve período estudió en Nápoles con Alessandro Scarlatti, para trasladarse luego a Bolonia, donde trabajó a las órdenes del padre Felipe Lavinio Vannucci. En 1709 completó su formación musical con Bernardo Pasquini en Roma, hasta la muerte de este último. Luego permaneció en la ciudad, donde ocupó varios cargos, el más importante de los cuales fue el de organista de la Chiesa del Gesú.
Durante los primeros meses de 1716, Zipoli viajó a Sevilla, donde comenzó su noviciado, ingresando el 1 de julio en la Provincia jesuítica del Paraguay.
El año siguiente se estableció en Córdoba, Argentina. Allí completó sus estudios en teología y filosofía, como preparación para ser ordenado sacerdote. Debido a que la sede obispal de Córdoba se encontraba vacante, la ceremonia nunca se llegó a realizar, quedando como simple hermano coadjutor hasta su muerte.
Falleció en 1726 debido a na enfermedad infecciosa, probablemente tuberculosis, aunque no se Contexto histórico
Contemporáneo de Bach, Händel y Scarlatti, es difícil comprender cabalmente la vida y el legado de Zipoli fuera del contexto histórico de la época colonial. Cuando en 1716, merced al presunto apoyo económico de María Teresa Strozzi, princesa de Forano, se efectuó la primera edición de sus “Sonate d’Intavolatura per órgano e cimbalo”,4 Zipoli era uno de los
muchos compositores respetados de Roma. Para la historia de la música europea, luego de esta publicación, Domenico Zipoli “desaparece” del escenario cultural, y teniendo en cuenta las limitaciones mediáticas e informativas de la época, la “ausencia” de Zipoli fue total. Tanto es así, que hasta ya avanzado el siglo XX todavía se dudaba si “cierto hermano jesuita llamado Domingo Zipoli” tenía alguna relación con el autor europeo de las sonatas para órgano y cémbalo, su obra europea más conocida. Las razones de este salto cultural permanecerán para siempre en la sombra. Es altamente posible, sin embargo, que Zipoli haya sufrido una crisis religiosa, y haya decidido ofrendar lo mejor de sí —la música— a Dios. Dada la fama musical y religiosa que tenían las reducciones jesuíticas de guaraníes, es comprensible que haya decidido ingresar en la Compañía de Jesús y viajar a Sudamérica a fin de convertirse en misionero.
Una versión más terrenal ha sugerido que la huida de Zipoli de los círculos culturales romanos podría deberse a una relación socialmente inaceptable con su mecenas, la princesa de Forano. Sin embargo, no existe evidencia que así lo sugiera.
En los ocho años y cinco meses de actividad en Córdoba, capital de la provincia jesuítica del Paraguay, Zípoli compuso una cierta cantidad de música que luego se enviaba, por medio de emisarios, a los treinta pueblos que formaban parte de las Reducciones. Cuando España ordenó la expulsión de los jesuitas, en 1767, la mayor parte de sus composiciones permanecieron en los pueblos, y finalmente se perdieron cuando se destruyeron los mismos.
El redescubrimiento de Zipoli
En 1941, el musicólogo uruguayo Lauro Ayestarán propuso, por primera vez, que el hermano jesuita Domingo Zipoli y el compositor italiano del mismo nombre eran la misma persona. Veinte años más tarde, y tras sonado debate, la propuesta fue aceptada. Mientras, el historiador jesuita Guillermo Furlong y el estudioso alemán Francisco Curt Lange se ocuparon activamente de la vida y obra de Zipoli. Más adelante, en 1959, el musicólogo estadounidense Robert Stevenson halló en Sucre, Bolivia, copias de una misa en fa mayor atribuida a Zipoli y copiada en Potosí en 1784, probablemente a partir de fuentes jesuíticas locales; hoy sabemos que esta obra es en realidad un arreglo local basado en otras dos misas del compositor, que aparecieron posteriormente.
En 1968, el musicólogo chileno Samuel Claro visitó el pueblo de San Ignacio de Moxos (actual Beni, al Oriente de Bolivia), donde halló una Letanía lauretana y un Tantum Ergo de Zipoli. En 1972, en las otrora reducciones de San Rafael y Santa Ana, de Chiquitos, al Oriente de Bolivia, el arquitecto Hans Roth encontró el archivo musical de ambas poblaciones, que comprendía unos 2500 folios y hoy forman el Archivo Musical de Chiquitos, sito en Concepción de Ñuflo de Chávez. Allí fue descubierto el grueso de la obra de Zipoli conservada en América Latina, incluyendo dos misas, dos salmos, cuatro himnos, cinco antífonas y otras obras. Algunas composiciones de Zipoli fueron editadas primero por Luis Szarán (Asunción del Paraguay). Enseguida, Bernardo Illari editó toda la obra de Zipoli, la cual fue recuperada íntegramente en conciertos organizados en Córdoba (Argentina) en 1988, en conmemoración del tricentenario del compositor.
Ver otro enlace con historia relacionada sobre los jesuitas, la música y sudamérica. https://espanaenlahistoria.org/personajes/domenico-zipoli-y-la-musica-en-las-misiones-jesuiticas-en-hispanoamerica/
Maravilloso regalo. Un desconocido para mi, Zipoli. He encontrado alguna pieza igualmente maravillosa. Gracias a Leandro Sequeiros y a Antonio Duato.
Gracias, Antonio (y Leandro), por este precioso regalo, que encaja muy bien con el espíritu de semana santa. Tampoco yo lo conocía. Recuerda a Bach y alguna obra de Brahms. Transpira recogimiento y oración que eleva y trasciende. Algunos adagios y arias (y añadiría también: algunos poemas -o quintetos-, como los de Juan de la Cruz) son pura oración, que trascienden. Oyendo este adagio de Zipoli -como también algunas arias de Bach-, a algunos, o quizá a bastantes, les puede recordar el “quedéme y olvidéme…”, de Juan de la Cruz. Algunas composiciones musicales y poéticas tienen también una función terapéutica, que inmunizan frente a los virus malignos de esta pobre, sorprendente y contradictoria tierra.