Inmóvil y silencioso en la rama desnuda, un mirlo contempla el paisaje nevado de Aizarna. Todo emana quietud y armonía. Todo respira en paz.
Pero en cuanto me asomo a la primera noticia, a la primera página, al primer pensamiento, se hacen presentes la enorme incertidumbre planetaria del momento, las amenazas de esta pandemia y de otras peores presentes ya o venideras. Surge la zozobra, se resquebraja la paz. Y vuelvo a preguntarme sobre el enigma y la contradicción de nuestra especie humana: ¿Somos capaces de la paz que emana del fondo de esta mañana de invierno, de la paz que anhela el corazón de cuanto es y nuestro propio corazón? ¿Será posible la paz en la Tierra dominada por el Homo Sapiens?
No la paz sumisa o conformista de la “tranquilidad en el orden” que dice San Agustín en La ciudad de Dios (libro XXII, cap. 30), si bien hay que decir que por “orden” entendía Agustín “que cada uno ocupe el lugar justo que le corresponde”. Pero él amaba el orden del Imperio y su paz, y lamentó su caída, de la que fue testigo.
Jesús no amó el Imperio romano ni ningún Imperio. He venido a traer fuego a la tierra, y ¡cómo desearía que ya estuviese ardiendo! ¿Creéis que he venido a traer paz a la tierra? Pues no, sino división (Lucas 12,49-51). No la paz del Imperio, no la paz del Pretorio, ni la paz del Templo, ni la paz de la Bolsa: ¿hay algo más estresado que la Bolsa? ¿Hay algo más estresante y enemigo de la paz que la especulación financiera, que derroca gobiernos, hunde pueblos, arruina empresas, desahucia familias? ¡Ojalá ardiera!
Anhelamos la paz del reconocimiento mutuo, del respeto profundo, del cuidado universal. La paz de la igualdad y de la justicia. No una paz perfecta y sin tensiones ni sombras, sino una paz en camino, una paz que mira hacia la meta sin pretender alcanzarla, una paz que yerra y cae –errar y caer es humano– y cada vez tiende la mano y se deja tomar de la mano, y se levanta y camina de nuevo humildemente, humanamente, sin desesperar de sí ni condenar al prójimo.
¿Pero es capaz de esta paz nuestra especie Sapiens? ¿Nuestro cerebro de 1.400 cm3 y nuestro ADN nos lo permiten? No, no aspiro a la paz del mirlo, por mucho que la admire. Tal vez su cerebro no le permite ser consciente de su paz y disfrutarla con la intensidad con que nosotros podemos hacerlo. Pero nuestra ventaja se trueca en desventaja, la mayor capacidad se vuelve en mayor amenaza.
Tal vez podemos sentirnos más felices y en paz que un mirlo, pero seguro que un mirlo nunca se sentirá tan infeliz y angustiado como los humanos ni jamás infligirán a sus semejantes y al planeta el sufrimiento y el daño que infligimos nosotros a los demás, al planeta, a nosotros mismos. El pesar por el pasado y la inquietud del futuro, la insatisfacción con lo que somos y tenemos, el miedo a perder lo que amamos y el impulso de destruir lo que odiamos, la ambición de ser más que los otros y la angustia de ser menos, la ira, la envidia… nos atormentan con un tormento que no parecen experimentar ninguna de las demás especies animales conocidas. Y miles y miles de años de historia demuestran que la historia humana no avanza hacia la paz de la especie y de los individuos, tal vez al contrario… Y no por maldad, sino por error e impotencia.
¿Y entonces qué? ¿Será que somos una especie tan depredadora que a la larga resulta inviable en un macro-organismo vivo como es la Tierra, una especie condenada a la extinción por su propio poder ilimitado en un planeta limitado, una especie biológicamente malograda, incapaz para gestionar su extremada complejidad en armonía colectiva e individual? ¿Seremos un ensayo errado de la evolución de la vida en la Tierra? ¿Cabrá todavía alguna solución que la pueda rescatar del abismo en que se hunde a un ritmo cada vez más acelerado? ¿Cabrá alguna solución que no pase por intervenir con suficiente garantía algunos de los mecanismos fundamentales (desajustes neuronales, desarreglos genéticos…) y recrear esta especie o crear una nueva?
Lo siento. La fiesta que hoy celebramos puede no ser el día más indicado para plantear cuestiones tan escabrosas. Pero entiendo que la Luz de la Epifanía no encubre y engaña, sino desenmascara y alienta, como el fuego recreador de Jesús. No creo en el poder, el domino y la competición.
Pasan los años y se cansa la esperanza, pero la vida necesita seguir respirando. Se nos gastan y apagan las palabras, pero necesitamos reavivar el eco de lo Indecible que en ellas resuena. Creo en esas palabras.
Creo en el relato simbólico de los magos, en su largo viaje en busca de la paz, en la estrella del corazón del universo que los guía, en el desapego que los lleva a deponer sus riquezas y también su religión ante la vida. Creo en la pobreza y la fragilidad de la vida, en lo más valioso y adorable: un niño en un pesebre.
Aizarna, 6 de enero de 2020
www.josearregi.com
Tengo la sensación de que el señor Arry ha cambiado de registro. Es como si hubiera pasado página como teólogo. Por lo visto no puede más. O no le importa ya ese frente de batalla. Ahora sencillamente reflexiona sobre lo que le apetece . Y claro, al menos mi personica se queda esperando un mazazo que por lo visto no le apetece dar.
Porque todos evolucionamos y la evolución trae consigo cambios.
A mí me gusta leerle, pero está vez le veo un punto de fatiga, de cansancio,de impotencia… que entiendo perfectamente. A veces me siento igual. Pero cuando oigo a alguien o leo a alguien o veo a alguien tocado, instintivamente me sale el decirle, que no, que no, que qué vaaaa.
Aunque todos nos sentimos Así a veces. Al menos todas las personas que conozco. Ustedes, no sé.
En fin.
El camino hacia la paz es un gran titular, porque la paz siempre está ahí en el horizonte, lo demás es caminar hacia ella, porque abarcarla de forma total no creo que sea posible. La fragilidad humana convierte al homo sapiens en una especie inacabada, limitada, caminante hacia cualquier objetivo interior noble. Siempre habrá elementos externos o internos que se convierten en obstáculos a salvar, hasta el próximo, porque los obstáculos del crecimiento interior siempre los tendremos. En eso consiste el caminar, con pasitos hacia adelante y/o con pasos hacia atrás, unos dependerán de nosotr@s, otros serán inevitables, así es la vida.
Yo deseo a toda la comunidad atriera que sigamos por el buen camino hacia la paz.
Abrazos
Siempre poeta. Generalmente optimista, pero esta vez creo que mezcla (contra su costumbre) un pesimismo humano con un optimismo espiritual: “una especie biológicamente malograda” con la creencia en el mensaje esperanzador del mito de los Reyes Magos. Comprendo que el escribir tan frecuente pasa inevitablemente por altibajos emocionales.
Pues, por mi parte, veo mucha lucidez, apunta a las cosas de este mundo tal como están siendo llevadas por unas pocas personas de las que parece va saliendo lo peor de ellas con respecto al resto de los seres humanos. Claro que nadie es perfecto, pero qué es lo que predomina mayormente en el corazón humano¿? Nadie mejor que uno/a mismo/a lo sabe.
La paz que desea el autor no está exenta de lucidez sobre sí mismo/a, para ser capaz de hacer lo mismo sobre los demás, los no-otros en definitiva. Es realista. Y a pesar de los pesares, no olvida ni deja de retomar aliento y proseguir viviendo en lo mejor de él.
La sencillez y fragilidad de la persona consciente en la vida, la hace humilde y la conecta con lo más valioso y adorable que hay en su interior.
Gracias a todos.
He leído a José Arregi casi desde sus inicios. Me dio muchas luces, sobre todo en el camino de la espiritualidad, de la religión cristiana…del sentido de la existencia del ser humano en este planeta.
Pero ahora, sus últimos escritos se han convertido indigeribles. alambicados, no se si esto es solo me punto de vista…Por ejemplo en este último escrito dice, o se pregunta: ¿Seremos un ensayo errado de la evolución de la vida en la tierra?…Amigo Arregi, y ¿a quien echa usted la culpa de ese error de ensayo de la vida?…a Dios?…O sea que Dios se equivocó al crear al hombre?…Por otra parte, afirmar que todos los seres humanos somos manzanas podridas, un error de la evolución de la vida, creo que es una mayúscula exageración, por decir lo menos. Y yo le pregunto, amigo Arregi: La madre Teresa de Calcuta, fue una manzana podrida?… un error de la vida?…Yo me sumo a las palabras de Carmen: felizmente hay todavía entre nosotros gente de buena voluntad, gente de buen corazón, gente que ama a su prójimo como asi mismo. Amigo siga predicando, como antes lo hacia: positividad, esperanza. Por supuesto denunciando con toda fuerza a esas manzanas podridas, a esos asesinos que matan a sus hermanos de hambre y miseria.
Casi nunca entiendo los giros de Arregui.
Leo su título: ¿En camino hacia la paz? y deduzco de sus palabras: ¿Camino político? No se le ve ¿camino económico? Aun menos ¿camino ecológico? Los registros son cada vez peores ¿camino religioso? aun menos (los magos deponen sus religiones?
Pero leo al final: “creo en la pobreza y fragilidad de la vida, en los más valioso y adorable: un niño en un pesebre” . Pues mira qué bien
Hola!
Ya sabemos: Arregui = Poeta.
Adivinanza:
¿1-melancólico o 2-nostálgico?
Pistas:
1-“melancólía”: “melas” (negrura) [“colía” – bilis] Cfr. Hipócrates
2- “nostalgia”: “nost” (herida, daño) [“algia” (consuelo)]
Pues como no creamos en nosotros mismos, lo tenemos claro.
Estoy segura de que somos capaces de ir mejorando a trancas y barrancas, despacio, pero hacía arriba siempre. Hacia adelante.
Olvídese del tiempo. Es un invento humano para entender el mundo que nos rodea. No cuente Años. Ni siglos. Vea la totalidad desde las cavernas, desde las pinturas rupestres, desde los seres humanos que partieron de África y llegaron a todos los puntos del planeta.
Piense en el conocimiento del mundo que nos rodea, de que hemos sido capaces de mandar naves a Marte. Bueno, y a todo el sistema solar. Piense en julio del 69. En las obras de arte de todo tipo. En la música…
A veces creo que soy la única persona que cree en mí especie. Desapareceremos, por supuesto. Pero no es una mala especie. La mayoría de las personas somos buena gente. Y también somos capaces de lo peor. Por supuesto.
Pero confío en nosotros.
Ingenua?
Es posible.
O no.
Y ya me estoy cansando. Un día de estos también me pongo a llorar y a quejarme de lo malísimos que somos todos.
Estoy cansada ya hasta un límite que nunca creí que iba a alcanzar. La Pandemia ha hecho mucha mella en mi persona. Dos hermanos míos de poco se mueren en Diciembre. Me queda esto para ponerme a llorar también. Soy una persona que necesita espacios abiertos y hablar con personas y vamos ya para el año de estar en casica y hablando por teléfono, porque no resisto las videoconferencias.
Así que voy a llorar un ratito.