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Un buen uso de la vida

Continuamos estando en crisis y los mass-media continúan  machacando a diario.  Y todo ello ratificado en conversaciones, entrevistas, pero resulta que no todos los técnicos economistas están de acuerdo. ¿Qué pasa?

Así y todo, el hecho grave es que hay muchas personas que la están padeciendo y de forma severa. Dejemos de lado los datos de suicidio, que son graves.  Y la crisis es global, porque la sola dimensión global, por desgracia,  es la económica. No obstante, dicha situación abarcando todo el ser humano integral estaba anunciada hace ya tiempo   por cuestión axiológica, una crisis de ética, diría yo. En el fondo como afirman Edgar Morin y Stéphane Hessel: Crisis de Humanidad. Ahora bien, junto al sentimiento de solidaridad que se nos pide según nuestras posibilidades, esto no quita que podemos llevar a realizar un buen uso de la vida. Y este buen uso de la vida tiene que ser patrimonio de toda la humanidad. Por lo tanto, global.

El título y las ideas me han siso sugeridas por un libro publicado hace muchos años Le bon usage de la vie (1996) y que al volver a leer, me ha dado pie para este artículo, escrito en plena “psicosis y depresión sociales”.

De pequeño mi madre me contaba que los que mejor trabajaban y sacaban mucho provecho de ello eran los monjes porque seguían un horario constante y estaban bien estructurados en el trabajo, Pues bien, esta idea materna y por propia experiencia me han quedado confirmados por la lectura del libro, cuyo autor es un antiguo prior, Bernard Besret (1935), de una abadía benedictina, Boquen (La Brétagne, Francia). Donde vivió a lo largo de unos veinte años y después, por circunstancias que no vienen al caso,  tuvo que tomar una decisión a causa de ser amenazado de muerte por fanáticos de la derecha.

Después de muchos años de silencio, volvió a escribir y uno de sus escrito es el libro en cuestión. Y afirma “Más de veinte años de vida monástica me han dado la convicción que esta vida escondida detrás de los muros de clausura y de sus anacronismo, detrás de sus vestidos y sus horarios de otra época y de otro mundo, tiene tesoros que no le pertenecen, pero sí que pertenecen al patrimonio de la Humanidad”.

En efecto, la tranquilidad de espíritu, el enfrentamiento con las dificultades personas, la relación compleja con los otros, la vivencia del mundo interior, la razonabilidad de las horas del trabajo laboral, el saber aprovechar bien el tiempo libre, el tiempo dedicado a la oración y la forma de concebir la existencia, la vivencia de la muerte tanto la individual como la ajena como otros aspectos no son patrimonio de unos cuantos sino de todos, la Humanidad.

Quisiera destacar algunos puntos que son muy convenientes para nuestro crecimiento humano tanto corporal como emocional y no digamos interior. Muy adecuados por el momento crísico y difícil por el que estamos pasando.

Uno de los puntos monásticos, y por tanto humano, es el cuidado del cuerpo,  mejor dicho de cómo vivimos nuestra corporalidad. Es cierto que nuestra sociedad de consumo donde el desorden alimentario donde la falta de dietética están al orden del día. Lo mismo con el abuso de la cantidad de comida, como los horarios inoportunos para las diferentes comidas, todo ello hace que vivamos el cuerpo a veces, como un estorbo. En lugar de tener cuidado de él, lo maltratamos. La corporalidad es el lugar donde transcurre nuestra vida: dormir, caminar, reír, trabajar, descansar, juzgar, relacionarnos, lugar del placer… el cuerpo es nuestra casa. No tenemos otra. Y los refranes populares son muy significativos: “Salud y dinero”. “La primera digestión se realiza en la boca“. “El cuerpo tiene su lenguaje y nos habla”. Y hoy en día tenemos todo un abanico de enfermedades psicosomáticas, las cuales han aumentado, por desgracia, y tomando formas nuevas en estos momentos.

Pues bien, hacer un buen uso de nuestra corporalidad no es un patrimonio de monjes, de vida ermitaña. Un comer mal, un hartarse por mucho placer que dé, es el mismo placer corporal que después pasa factura. O comer sin criterio, ¿no lleva a la obesidad, como un ejemplo de enfermedad que se está generalizando y en nuestros ambientes a pesar de la crisis?

Y continuando con nuestras corporalidad, el dormir ni demasiado ni poco. Respectar el ritmo de nuestro sueño. No tenemos aún estudios longitudinales de muchas  actuaciones de la juventud. Las consecuencias vendrán más tarde. Esperemos que las investigaciones confirmen a nivel científico, lo que la experiencia nos está mostrando: el desequilibrio emocional por no tener criterios de cómo comer y dormir.

Y sin olvidar nuestra respiración: ¿Qué respiramos, cómo respiramos? O nuestros pies ¿cómo caminan, cómo nos calzamos? O nuestra mirada. La gran mirada amorosa o fulgurante. ¿Estamos alerta de cómo miramos y ver cómo nos miran?

Y todo ello sin olvidar que la corporalidad necesita un ritmo de trabajo adecuado, razonable. Un trabajo al que todo ser humano tiene derecho. Una realidad actual inhumana en este tiempo de crisis. Un cambio de paradigma que produce muertes por la depredación humana. Es preciso, entonces, buscar equilibraciones como sea: sublimaciones, complementariedades, substituciones, creatividad, innovaciones. Lo  cual no quita que haya víctimas.

Evidentemente que la razón, esta capacidad que la naturaleza ha otorgado para pensar, discernir, tiene que ser cultivada con el sentido común, Y cuando una persona se escucha a sí misma, es capaz de hacer silencio interiormente y de este silencio emergerá aquella voz, aquella indicación para vivir la corporalidad de forma adecuada, razonable.

Pero al mismo tiempo, no lo olvidemos, puede se silenciada por un mal entendido uso del placer, por un mal entendido narcisismo, por una mala entendida fantasía: “ A mi nunca me va a pasar”. Y no escuchar el cuerpo de forma razonable podría ser camino de sentencia de un mal vivir, de desequilibrio corporal.

Vivir bien el cuerpo no es patrimonio de algunos sino de todo ser humano. Ahora bien, la sociedad en su tecnología y en función del hedonismo, la vertiginosidad del tiempo, en busca del tener y tener más, no acompaña a esta equilibración. Si por el contrario, incluso en plena crisis, tomamos criterios sanógenos, actuados  con constancia, los primeros beneficiados seremos nosotros: nuestra corporalidad en la que se vive toda nuestra vida en todas sus dimensiones.

La angustia crísica de la situación actual no tiene porque atraparnos y no permitirnos hacer un buen uso de nuestra vida corporal, que es la base o el hábitat de toda nuestra vida.

BLOG PERSONAL de Jaume PATUEL i PUIG

Pedapsicogog  i psicoanalista

http://lacomunidad.elpais.com/jaumepatuel

jpatuel@copc.cat

4 comentarios

  • Gabriel Sánchez

    En primer lugar reconocer la buena intención que este trabajo de Patuel trasunta y su esfuerzo, por intentar combatir la “depresión colectiva”
    El gran problema es que si no tenemos una mirada al menos más objetiva…que causa estados de animo depresivos (es decir subjetivos), perdemos la perspectiva, creemos que es posible encerrar a la realidad en nuestra construcción teórica y científica…Pero el problema a curar no es el síntoma…La “depresión”…Sino su causa, el otro día que fue Antoñito Vicedo…me envio la gravación de un programa de Radio, donde un tipo con un buen empleo, en el que le iva muy bien y cobraba un relativamente buen sueldo, fue despedido y a pesar de ser joven, de haber tenido un bebe recientemente su esposa, de ser un trabajador eficiente, fue despido debido a la crisis y ahora debía concurrir a Caritas y expresaba que lo que con tan buena voluntad le daba Caritas no alcazaba para comer, que buscaba trabajo, pero no encontraba, que muchas veces el unico alimento que tenían (leche en polvo), era para la bebe…Bueno, la mejor terapia para ese hombre es trabajo, no habrá trabajo en un gobierno cuya tendencia es a austerizar los gastos de los de abajo, mientras crecen el de los de arriba…de convertir el poder adquisitivo y el empleo en renta, esa sociedad va a la debacle…cuál es la solución, la resilencia, el resistir, el juntarse con otros que resisten, el darse cuenta que no es el sálvese quien pueda el camino y que si no tengo salida me hundo en la depresión, en nuestro país pasamos más de una vez cosas parecidas, ollas populares, organizaciones clandestinas de resistencia en dictadura…El unirse, crea soluciones, abre el camino, desata las potencialidades y exorcisa la depresión, existe una serie de iniciativas de economía solidaria, recordamos que Montevideo en una época se lleno de huertas comunitarias…con cosechas muy buenas que iban a las ollas populares,  nosotros la gente de los barrios, trabajamos la huertas y con la organización gremial y estudiantil…con muchas organizaciones políticas y sociales, se creo una coordinadora de ollas populares, todos los que no tenían para comer, podían trabajar en las huertas y en la organización de las ollas y compartíamos las familias la comida fruto de ese trabajo, incluso muchos colaboraban…
    La solución a la depresión, no es el drogarse con planteos pasotistas (como dicen en España), sino con el compromiso y la lucha con la vida y desde la comunidad, colectivo- barrio…Sólo, nos hundiremos…Es tiempo de organizarse no sólo para resistir…y protestar, sino para solidariamente apoyarnos en las necesidades comunes…Y ME CONSTA QUE EN ESPAÑA EXISTE ORGANIZACIONES QUE LO ESTÁN HACIENDO…ES CUESTIÓN DE DAR EL PASO…Con cariño Gabriel

  • h.cadarso

    Muy bueno, Ana! Chapeau! Yo invitaría a los parados y desahuciados de su domicilio a llamar a las puertas de ese monasterio y solicitar ser admitidos en esa vida de pobreza…

  • Antonio Vicedo

    Dices:-“Continuamos estando en crisis y los mass-media continúan  machacando a diario.  Y todo ello ratificado en conversaciones, entrevistas, pero resulta que no todos los técnicos economistas están de acuerdo. ¿Qué pasa?”
    Pues, sobre esto, he leído uno de estos días y ahora no puedo dar con ello para cita, lo siguiente. “La GLOBALIZACIÓN de los MAS MEDIA está en manos de siete cabecillas poderosísimos, cada uno con su correspondiente estructura de CÓMPLICES.
    Son ellos los que determinan qué y cómo se tienen que enfocar y ejecutar las corrientes de información y opinión para que sean rentables a sus particularísimos intereses de poder, a cualquier coste humano.
    ¿Cómo permitir que pueda quedar claro, que la real autenticidad de la MATERIA PRIMA SOCIAL (LAS PERSONAS) radica en su IGUAL VALOR,DIGNIDAD y FINALIDAD?
    ¿Y, si falsean constante y generalmente esa MATERIA PRIMA, como va a poder ser HUMANA la HUMANIDAD?

  • ana rodrigo

    A lo largo del tiempo del que podemos disponer durante nuestra vida se nos enseñan muchas cosas, pero no estudiamos ninguna asignatura donde se nos enseña a vivir.

     
    Si las cosas marchan sin excesivas contrariedades, vamos viviendo, pero cuando la vida cotidiana se hace poco menos que insoportable, es cuando necesitamos de todo tipo de ayudas y apoyos, filosofías, sicologías, etc. etc. Pero también se da la paradoja de que en esas circunstancias es cuando la mayoría de la gente está para pocos “sermones” a no ser que los busque expresamente.

     
    Hoy he leído las estrategias que el señor Revilla se inventó para sobrevivir sin demasiado daño de toda índole durante su largo secuestro por ETA. Es curioso, pero vemos ejemplos de este tipo en situaciones límite, es lo que señalamos como heroicidad.

     
    Pero una familia en la que todos sus miembros están en paro, por ejemplo, de poco o de nada le van a servir estos consejos de supervivencia y de calidad de vida. Dejarse llevar por la inercia del enfado, de la desesperación, de la depresión, o de cualquier otra actitud negativa e incluso destructiva, es lo normal.

     

    Por esto es por lo que el ejemplo de los frailes no me sirve como paradigma universal. No hay mejor seguro de vida que hacer voto de pobreza en una orden religiosa, y con este seguro de que siempre tendrás un colchón donde caer, es fácil vivir lo que el post indica.