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Siempre será tarde

El jueves 16, en la entrada sobre la censura a Marciano Vidal, Floren decía: “Hace unos días envié a ATRIO un escrito de hace años, muy personal. Es un articulo casi autobiográfico, pues lo titulo Carta a un joven que soñó con ser cura. Gracias a Dios no lo fui”. Estaba a la espera. Hoy lo publicamos. Floren sabe cómo estimamos sus escritos y su blog Cartujo con licencia, donde podréis encontrar una excelente conbinación de foto y poema para Una Piedad del siglo XXI.

Anoche estaba a punto de engullir una cucharada de arroz, cocinado al estilo soltero –precocinado y sin demasiados estilos pero con demasiada sal–, pero me quedé en el intento; pues en ese momento Pepa, la presentadora de la edición de tarde del Telediario, anunciaba junto a Marisa Rodriguez Palop, la corresponsal en Roma de TVE, que el Vaticano sin paños calientes reconocía que por salvar a la Iglesia, miró hacia otro lado e ignoró a las victimas de la pederastia.

REINHARD MARX
La clarividencia de las conclusiones de estas Jornadas en la Gregoriana son de agradecer, pero creo posible matizar la noticia, pues la veo cuanto menos injusta respecto del titular. Es llamativo ver a todo un cardenal, Reinhard Marx, con la mano en la mejilla aguantando el chaparrón. Pero es incierto que la iglesia haya mirado hacia otro lado para salvar a la Iglesia. La Iglesia Jerarquica, ha mirado hacia otro lado para salvar a su propia Jerarquia Clerical, su propia maquinaria. Pues aquellos a quienes han dado de lado, esos en muchos casos son iglesia –pues son cristianos-, y de no serlo, son personas aptas para la gracia de Dios, que le confirió su propia dignidad al crearlos para el mundo.
Han intentado, a groso modo salvar los muebles. Salvarlos solamente. Junto a estos debates tan interesantes, debieran los jerarcas afrontar la realidad en la que se encuentra el ministerio del presbiterado; devaluado por estos escandalos y otros, cuyos origenes siempre encuentras en otras personas, otras realidades y otros asuntos, que poco o nada tienen que ver con el hecho desordenado de obligar a una persona –sea cual sea su opción sexual–, a reprimir la libre vivencia sexual a la que le llama su propia naturaleza.
No es nueva la conclusión de nuestra iglesia de vincular pederastia con homosexualidad. Respecto de estos últimos como dice Pagola, tenemos la confianza de que Jesús nos abraza en aquellas personas que nos abrazan, sinceramente y sin condicionamientos ni absurdas acepciones de personas. Algún día, la Iglesia nos pedirá perdón. A mí y a tantos otros, que responsable y libremente apostamos por la humanidad de Jesucristo. Les perdonaremos, ¡claro! Pero será tarde, siempre será tarde.
Como conclusión os ofrezco un articulo propio –redactado a modo de carta– publicado en el periodico “La Voz de Estepa”, en el año 2005.
Abrazos desde la helada Andalucía.

* * *

Carta a un joven que soñó con ser cura

Estimado joven:
Aquel educado y cabal maestro Don Juan Luis Aguilera Hidalgo te preguntó en clase de tercero de E.G.B. -¿y tú que quieres ser de mayor? Tu respondiste para asombro de toda la clase, -de mayor quiero ser cura. Y ya por entonces, comenzaste a ayudar en la parroquia, o más bien a hacer travesuras entre el elenco de monaguillos. Por que, recordarás cuando tirabais petardos en plena misa, bombitas de peste en el despacho del párroco o merendabais a base de formas mojadas en el dulcísimo vino del cura. Indudablemente los enfados del sacerdote quedarían de alguna manera redimidos, porque con el paso de los años comenzaste a colaborar de una manera más firme y responsable, junto a las monjas de la guardería y las coordinadoras de catequesis. De las túnicas manchadas y bastillas rotas pasaste a la elegancia del alba, al desgaste de las horas por tu parroquia y tu catequesis. Entonces como ahora te fascinaba la persona y mensaje de Jesús de Nazaret, y de esta manera tus ideas se fueron aclarando y tu personalidad se fue forjando con la ayuda de muchas personas.

Hoy en día examino tu pasado y comparado con tus actuales y estrenados veintiocho años, te observo mirándote hacia atrás como el que mira un cuadro de dos siglos de antigüedad.

Parece lejano pero solo hace unos años que asumías responsabilidades litúrgicas, distribuías la eucaristía y coordinabas celebraciones. Indudablemente y como tus conciudadanos han podido comprobar, abandonaste la idea del sacerdocio después de una profunda reflexión en la cual llegaste a la conclusión de que no era tu camino en la vida.

Por esa afortunada reflexión te doy la enhorabuena. ¿Sabes por que? Pues porque para Benedicto XVI y la jerarquía eclesiástica no eres apto para el ministerio sacerdotal. Por lo tanto, te has ahorrado el sentimiento que muchos jóvenes han tenido y ahora tienen, de sentirse rechazados de una manera directa o indirecta por la Iglesia Católica. Y es que por muy tirano, insensible, falso o malcarado que una persona pueda ser; todos valen para trabajar en la iglesia ¡si te gustan las mujeres claro! Si fueras cura sabes de sobra de la vida en castidad. Paradójicamente y por mucho que te gustaran las mujeres, nunca podrías saber lo que es el amor compartido junto a un ser querido de una manera libre. Pero a pesar de este casto requisito, si como observo no te gustan las mujeres -sexualmente hablando- date por excluido.

Dice el refranero popular “donde crees que hay jamones, no hay ni estacas para colgarlos”. Y de esta manera resulta curioso, que esta criba y acepción de personas que realiza la Iglesia, se permita donde se predica la justicia, la igualdad y la fraternidad.

No me extraña, que en ocasiones como esta te avergüences de ser católico. Porque las medidas adoptadas por Benedicto XVI son cuanto menos una deformación profesional de los valores del Reino de Dios. Y relacionar los abusos sexuales de curas con homosexualidad, es una injusticia de primer orden. Puesto que este problema radica en personas que sin estar preparadas, viven en castidad. Respeto profundamente la opción de vivir en castidad, pero considero que antes de optar a este modo de vida, la persona debería de ser consciente de si su fortaleza e integridad personal le ayudará a llevar a cabo su proyecto de vida sea cual sea su sexualidad.

¿Cuántas personas te han dicho alguna vez “reza por mí a Dios que a ti te hace mas caso porque estas mas cerca de Él? Esto significa indudablemente que para las personas sencillas y humildes que forman la Iglesia de Jesús, tu trabajo tiene su significado y su aceptación propias. Alégrate de haber vivido como sencillo cristiano que eres, la experiencia de pasar de un puesto a otro sin que sufra tu integridad (Lucas 14,7-11). Y de esta manera, no me cabe duda de que jamás renunciaras al Dios que te enseñaron tus padres. Un Dios que a diario y durante las veinticuatro horas del día se comunica directamente con el hombre y la mujer de hoy a través de lo sencillo y cotidiano. Confórmate con eso estimado joven y vive tu fe de una manera propia y sin condicionantes. No apliques tu oído a las palabras, necias porque en este mundo hay mas sepulcros blanqueados de los que el Ayuntamiento inauguró recientemente en el cementerio municipal.

6 comentarios

  • Antonio Vicedo

    -Es necesario recalar en lo más fundamental e intimo del ser humano, antes de considerarlo condicionado por cualesquiera circunstancias que añaden cualificación a su ser, como es la sexualidad.
    Si se empezara por la consideración de ese núcleo de lo que nos constituye y nos mantiene humanos, todas estas aberraciones de calificaciones y sus consecuentes clasificaciones, perderían su sustento y razón de ser, en la sociedad humana y , sobre todo, en ambientes religiosos especialmente los supuéstamente cristianos.
    ¿A que viene esa fobia o intento de condicionar, desde fuera, la vida de l*s demás por la sexualidad con la que la naturaleza (El Creador para los creyentes) l*s ha dotado?
    SUJETOS somos TOD*S  de ada un* de nosotr*s;y en tanto SUJETOS con libertad y responsabilidad propia debemos ser considerad*s por tod*s l*s demás, sin que nadie quede exent* de este deber respecto a un derecho también universal.
    La interrelación humana tiene por necesidad que estructurarse y valorarse desde la condición y el valor inalienable de la PERSONA  desde cuya igualdad tiene que urdirse todo lo que tenga sentido de ajuste o Justicia.
    Jesús proclamó que lo primero a implicar nuestra tarea en libertad y responsabilidad era  BUSCAR LA JUSTICIA DEL REINO DE DIOS (Considerado por él  como el ABBÁ sin género); lo demás todo vendría por añadidura”.
    ¿Cómo puede iniciarse siquiera esta tarea encargada por Jesús, si ni siquiera  se acepya la igualdad filiación respecto a ese universa ABBÁ =MAMÁ-PAPA, i hacemos acepción de personas, ya no por lo que tienen de posesiones, sino por su primaria distinción sexual?
    A cada persona le corresponde vivencialmente identificarse con la sexualidad que considere propia y vivirla en plenitud, incluso cuando esta no coincida con el cuerpo que la sustenta, si su íntima conciencia así se lo exige. Y a este deber-derecho personal individual, l*s demás quedan obligad*s al máximo respeto y amor.
    ¿Qué ha significado y sigue significando ese NUESTRO que Jesús unió a la invocación PADRE, cuando se falsea en la consideración filial respecto a Dios y de VERDADERA HERMANDAD HUMANA UNIVERSAL?
    Si somos consecuentes, la consideración de menosprecio o desprecio de l*s homosexuales en y por la Iglesia, tiene todos los visos de BLASFEMIA PRÁCTICA por falsear la MATER-PATERNIDAD UNIVERSAL  del DIOS al que Jesús consideró NUESTR*

  • ELOY

    ¿Qué significa vivir “sin exclusión” de personas?.
     
    Es decir, ¿qué significa vivir pensando que todos los hombres y mujeres que están en nuestro “entorno” son seres humanos, personas con toda su dignidad, más allá de lo que piensen, vivan como vivan, sean lo que sean?.
     
    Significa respetar a todos, querer a todos, convivir con todos, permitir a todos hacer elección de su modo de vida, facilitándosela, no entorpeciéndosela, pese a que nosotros podamos y queramos vivir en la práctica, una vida (formas y comportamientos personales) distinta de la que otros vivan o quieran vivir.

    La Sociedad (y las pequeñas sociedades, y las “organizaciones” varias y de diversa índole) no siempre facilita esta actuación, muchas veces la entorpece, y se erige, o quiere erigirse, en legislador exigente y dogmático de como se debe vivir y actuar.
     
    La vida es una aventura en la que es importante “saber dar respuesta” a lo que nos sale, sorpresivamente o no, al encuentro . No siempre es fácil. Pero solo la conciencia de cada uno debe ser la pauta y los demás deben respetarla, como nosotros debemos respetar la suya.
     
    En mi “entorno” de vida más familiar y cercano hay muchas formas de vida, es decir, hay muchas personas bien queridas que viven, cada una de ellas, formas de vida distintas, con valoraciones distintas, con opciones sexuales distintas, con creencias o increencias distintas, y siempre con gran honestidad y dignidad personal, con respeto mutuo. Eso sí, me atrevería a decir, que con valores de honestidad compartidos.
     
    Llegar hasta aquí, no digo que no costara esfuerzo de comprensión, pero resultó (al menos visto desde hoy)relativamente fácil, partiendo del criterio de respeto personal y de la creencia profunda, que, más que lo que los pueda querer uno mismo, Dios los quiere a todos.
     

  • ana rodrigo

    El problema de la Jerarquía católica, con su doctrina moral correspondiente, no es que pidan perdón, que no lo hacen, es que no están dispuestos a rectificar. Para ellos hay personas de primera, ellos, el clero en general; de segunda, los y las hetero; de tercera, las mujeres; y de cuarta categoría, ¡qué digo!, ni siquiera eso!, son los homosexuales y las lesbianas, en tanto en cuanto les niegan el derecho a existir, a existir conforme a su condición sexual, y por tanto se les pueden negar determinados derechos universales como personas. Esa es la realidad tal cual.

    Esa foto de los cardenales, esa parafernalia vaticana, esa prepotencia, esa exhibición de poder, ese hablar en nombre de Dios, el tener hasta las llaves del cielo en las canonizaciones tan sospechosas y algunas, hasta vergonzosas, etc.etc. ¿qué autoridad moral les puede otorgar a la hora de clasificar a las personas por sus propias categorías reales no confesadas de forma explícita?

  • MARISA-EL TALLER

    Alfonso casi no tienes razon, porque si te aislas es cuando no se hece realidad la Iglesia de Jesus y estamos muchas mas personas de las que crees que vamos buscando la huellas de Jesus, donde no hay excluid@s sino todo lo contrario; no se de donde eres, pero si quieres escribeme a mi privado y hablamos eltallersiempremarcha@hotmail.com ,seguro que muchas mas gente te necesita en su comunidad, pero si eres de Extremadura estamos unas cuantas, que no esque te excuyamos esque te necesitamos.
    Besos.

  • Afinado y certero artículo. Yo dejé de ser catequista por las presiones internas a las que yo mismo me sometía. Y cura, me lo planteé. Pero gracias a Dios que no lo hice. Hoy, conozco bastantes curas homosexuales con sus vidas arruinadas. Sí, ejercen bien de curas, la función la hacen bien… pero por dentro, sufren lo indecible. Es muy duro levantarte todos los días y encontrarte con algún insulto de alguien de la jerarquía contra las personas homosexuales. Te preguntas ¿y qué les habré hecho para tanta obsesión, para que no nos dejen en paz ni un sólo día?
    Por supuesto que esto me ha alejado de la jerarquía. De la jerarquía y también de la iglesia, entendida como pueblo de Dios. De la jerarquía, es obvio por qué. A la base de la iglesia la veo dormida, salvo artículos como éste, poca gente da la cara. Sí, te apoyan a título personal, pero el caso es que las personas homosexuales están siendo echadas día a día a patadas de la Iglesia. No con las patadas físicas, no, si no con los silencios.
    Si sigo siendo cristiano, es porque sigo leyendo todos los días el evangelio de la misa. Sin cura que me lo interprete. Si no, hoy ya no sé que hubiera sido de mi fe.

  • ELOY

    Interesante artículo para ayudarnos a reflexionar sobre aspectos profundos de la realidad de las personas y las instituciones de los que a veces no somos del todo conscientes.