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Alerta roja

Nos han enviado por WA el enlace a este artículo del juez Baltasar Garzón y creemos que merece la pena difundirlo y publicarlo en Atrio, pues creemos que es un análisis lúcido de la situación actual de la España de la DANA. Mañana tendremos que centrarnos más en  analizar las elecciones de EE.UU. de la que depende tanto nuestro futuro colectivo. ¡Gracias Fernando! AD.

Por Baltasar Garzón

Infolibre, 4 de noviembre de 2024 21:31h

Los peores enemigos de la sociedad son aquellos que, aprovechándose de sus privilegios democráticos, se dedican a sembrar odio e intolerancia, saltando por encima de las necesidades de las personas con el objetivo de instaurar el caos. Lo vimos durante la pandemia, cuando en un durísimo momento los ciudadanos se apoyaron unos a otros y, en el caso de Madrid, aparecieron los denominados “cayetanos”, cacerola en ristre para enturbiar la armonía conseguida.

 se ceba en las situaciones difíciles para tensar más la angustia y el temor. Sueltan su veneno entre la gente y la provocan a fin de que sigan su dinámica. En situaciones críticas son capaces de soliviantar los ánimos para extraer el miedo y convertirlo en un arma arrojadiza contra el presunto enemigo, que suele coincidir con aquel que discrepa de la visión de ultraderecha.

De paso, desvían la atención de sus propios desmanes. Lo ocurrido en Valencia, en el ámbito de las políticas de prevención de desastres naturales, tiene como origen próximo la asociación entre el PP y Vox para dirigir la comunidad autónoma: la asignación de la gestión de emergencias por parte de los populares a la ultraderecha —que niega el cambio climático—, tuvo como primer efecto el desmantelamiento de la Unidad Valenciana de Emergencias, creada por el anterior gobierno progresista. El propio presidente de la Comunidad se jactó de haber eliminado “un chiringuito”. La ruptura de relaciones entre ambas formaciones dio paso a la competencia de estas situaciones extremas al PP. Pero no parece que se le diera mayor importancia a su gestión, y ello a pesar de que la región haya sufrido en diversas ocasiones gotas frías e inundaciones, y aunque demasiadas de las poblaciones valencianas estén construidas en el cauce de ríos y barrancos, auténtica lacra de multitud de localidades españolas para mayor beneficio de promotores inmobiliarios con el beneplácito municipal.

Protocolos

Es un hecho contrastado que el día fatídico de las inundaciones que han resultado desastrosas para la vida de centenares de personas y los bienes de miles conciudadanos de diversas localidades de la comunidad valenciana, los responsables no dieron la alarma con el tiempo suficiente y, para cuando los móviles sonaron, muchos vecinos se encontraban ya con el agua al cuello. El complejo protocolo de respeto a las transferencias autonómicas hizo que el Gobierno no enviara de inicio a los efectivos del ejército, al no elevar la Generalitat el nivel de aviso al punto en que la intervención estatal está permitida. La verdad es que yo, personalmente, con mi consabida vehemencia, hubiera dado la orden de movilizar al ejército desde que se empezó a ver el desastre, pero probablemente hubiera metido al Gobierno en un lío y tampoco sé si habría sido efectivo.

Torrentes desbocados, lluvias impensables, tornados, viento… todo se confabuló para llevar la muerte y la destrucción. El hecho de que, a la hora de escribir estas líneas, continúen las labores de búsqueda de desaparecidos y de que el mar devuelva a las playas cuerpos sin vida mientras se decretaba una nueva alerta en la zona, no hace sino acrecentar el duelo y ponernos frente a frente con la magnitud de la catástrofe.

La verdad es que yo, personalmente, con mi consabida vehemencia, hubiera dado la orden de movilizar al ejército desde que se empezó a ver el desastre, pero probablemente hubiera metido al Gobierno en un lío y tampoco sé si habría sido efectivo

A lo largo de estos tensos días transcurridos hemos visto imágenes terribles, hemos llorado por nuestros familiares y amigos, hemos sentido una impotencia total ante algo que nos ha sobrepasado. Pero los hechos vergonzosos de Paiporta, en que el rey, la reina, el presidente del Gobierno español y el presidente de la Generalitat fueron increpados y se vieron golpeados con barro y con objetos contundentes, son inaceptables vengan de donde vengan en una democracia. Es cierto que la desesperación es grande ante la magnitud de los acontecimientos; es verdad que esa visita no se debería haber producido en las condiciones en que se realizó; es innegable que a aquellos que se han quedado sin nada y han perdido todo, resulta imposible exigirles actitudes diferentes a la indignación. Aun así, no debemos olvidar que estamos ante la furia de la naturaleza y frente a ella, existen medidas paliativas y preventivas, pero en ningún caso se pueden prestar al cien por cien.

El tiempo de las responsabilidades vendrá y se deberán exigir con todo el rigor, así como las garantías de que nunca más haya otra ocasión en la que aparezcamos inermes e impotentes ante el desastre. Lo ocurrido amerita una profunda reflexión sobre la situación que vivimos en nuestro país.

 Ultraderecha

De la aflicción legítima de las víctimas se aprovecha la ultraderecha, camuflando su propia responsabilidad y cargándola sobre otros. En esta ocasión, como en tantas otras, han desplegado su estrategia, propia del más rancio fascismo disfrazado o escondido tras la libertad de expresión, que consiste en aprovechar cualquier situación para rebotarla contra el objetivo. Entre los impulsores de gritos y lanzamientos figuraban jóvenes calentando el ambiente, llevando a vecinos de hábitos y comportamientos serenos incluso en la difícil situación que están atravesando, a gritar y transformar el cansancio y la impotencia en rabia. No se extrañen si una vez identificados estos provocadores resultan efectivamente próximos a los postulados del ultraderechista Santiago Abascal, quien no perdió el tiempo en lanzar un comunicado: “Gobierno criminal”, lo calificaba el líder de Vox, al igual que aquellos jóvenes insultaban: “asesinos, asesinos”. Casualidades de la existencia y de la política. Sin que falten los ‘espontáneos’ de siempre presentando denuncias contra el gobierno central.

Qué tendremos que sufrir, o qué desgracia mayor tendremos que padecer para que los responsables políticos se comporten como verdaderos representantes de la ciudadanía que los vota. Lo que el 3 de noviembre de 2024 vimos en los medios de comunicación en directo y diferido y hoy es portada en muchos medios de comunicación en el mundo no fueron los efectos mortales de la dana, sino el ataque a las máximas autoridades de un país que debería estar unido frente al caos y el dolor.

El lema que se ha oído estos días de que ‘solo el pueblo ayuda al pueblo‘ es falso y peligroso pues supone que el Estado no está haciendo nada. Por el contrario, es el Estado, a través de sus diferentes administraciones, el que está posibilitando que se produzca esa ayuda, incluida la de los ciudadanos voluntarios, amén de facilitar todos los medios económicos, sanitarios, de infraestructura y ayudas materiales que sean necesarios, sin perjuicio de que puedan mejorarse.

La alarma terminará, después de haber segado cientos de vidas y destrozado la cotidianeidad de decenas de miles de seres humanos, su presente y quizás el futuro para muchos. Es de esperar que se agilicen las normas, que se dé la urgencia debida a las disposiciones para confrontar el cambio climático, que se actualicen los protocolos y que los partidos, los democráticos, se pongan de acuerdo para prevenir y tratar futuras situaciones. Pero en cuanto a la ultraderecha, a este fascismo que nos atenaza, debemos mantenernos en una alerta roja continua, porque en ello nos va la democracia.

4 comentarios

  • Monica

    Leer este artículo, que genera lo que pretende denunciar, es decir odio y división, y sobre todo de quien lo escribe, un individuo que calló delitos de crimen de estado por interés personal y político y posteriormente, por los mismos intereses los denunció e intento protagonizar su depuración, pues me parece lamentable para Atrio, no eso no es Antonio, no me extraña la deriva de este blog, y no voy a volver a opinar sobre lo que pienso, que ya muchos otros que abandonaron este espacio manifestaron. Una pena, suerte con tus afines.

  • ana rodrigo

    Además de la evidente mala gestión por parte del president actual de Valencia incluidas las primeras declaraciones de Feijóo tan lamentables, aunque parece que ha corregido su actitud, Garzón pone la alerta roja en la ultraderecha, con la que pactó Mazón, y otras comunidades del PP, sabiendo por adelantado el negacionismo de temas super importantes conocidos de todos y todas, incluidos quienes los votan, no sólo en España, sino en tantos países, como los nórdicos y tantos europeos, que siempre eran el ejemplo a tomar. Estamos escuchando las barbaridades que dice Trump y también las previsiones de que puede ser elegido presidente.

    Aunque lo peor que veo es que no sólo no son minorías, sino que están generando una sociedad cargada de odio y de intolerancia, no solamente entre sí, sino contra personas pertenecientes al colectivo LGTBQ, a los inmigrantes, a las personas defensoras de la igualdad y contra la violencia de género, además de lo ya dicho del cambio climático. 

    Decía el otro día Serrat al recoger el premio Princesa de Asturias, “no me gusta el mundo en el que vivo”, a mí tampoco, por eso tenemos que luchar con más ahínco contra la ultraderecha manifestar nuestro rechazo a que ningún otro partido político pacte con ellos, ya sabemos a qué partido me refiero en el que sus miembros deberían manifestarse contra estos pactos.

  • Juan A. Vinagre

    Muy clarificador este artículo de B. Garzón. Es para agradecer y repensar lo que dice. Lo malo es que a los profesionales ultras -de cualquier signo-, disfrazados de buenos ciudadanos, les resulta relativamente fácil difundir bulos y convencer a muchos a manifestase… con formas agresivas. Los ultras, difusores de bulos, canalizan la indignación ciudadana y desvían la atención… Este es el momento oportuno para poner en evidencia a tales “ciudadanos”… -y políticos- y para que mucha buena gente sepa discriminar mejor. Lo malo también es que haya políticos que en vez de unirse para resolver problemas, aprovechen para “culpar” al adversario… De tales políticos se puede esperar poco. La gresca y la erosión política les interesa más que analizar y buscar soluciones efectivas. Hay que buscar responsabilidades y señalar a quienes destruyen “chiringuitos”.  Gracias, B. Garzón.

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