Siguiendo el diálogo sobre la campaña electoral en ATRIO
Hermano Santiago:
Quisiera escribirle con el máximo respeto porque, según tengo entendido, su padre fue víctima de la barbarie etarra. Quisiera también saber juntar ese profundo respeto con una disidencia clara. Perdóneme si en algún momento no lo consigo. Pero sepamos ambos que si estamos muy distantes es una oportunidad para tener los brazos más largos: con lo cual será posible abrazar a muchos más.
El motivo de mi disensión es la propuesta suya y de Vox de ilegalizar a Bildu. Escribí otra vez que me parece de poca altura moral el que Bildu no haya sido capaz de pedir un perdón público por tantos crímenes etarras injustificables. Un mero lamento por lo que “no debió haber sucedido”, ya fue algo pero no es suficiente. Ni aunque, por otro lado, haya que agradecer a Bildu el papel jugado para convencer a ETA que dejara el terrorismo para pasar a la política.
Mientras escribo esta carta me llega la noticia de que los 7 exetarras con delito de sangre que estaban en sus listas electorales, renuncian a ser concejales. Es un gesto plausible, pero vamos a prescindir ahora de él. Por otro lado, dentro de esos movimientos suele haber muchas divisiones secretas (como las había ya en ETA cuando Pertur reclamaba pasar de la guerra a la política y ETA asesinaba a su exmilitante Yoyes de la manera más increíble y más inhumana). Pero lo que en esta carta quisiera comentar no es eso ni la supuesta falta de altura moral de Bildu, sino la reacción de Vox ante ella. ¿Vamos a ello?
1. Reaccionar mal ante el mal es ponernos a su altura y perder la razón que teníamos: si miras nuestra historia pasada, la inquisición española tiene hoy (con razón) mucha peor fama que los condenados por ella, aunque algunos eran de una calaña moral bastante lamentable. Quisiera que este sea nuestro primer principio.
Y bien: la decisión de Bildu de incluir 43 exetarras en sus listas es perfectamente legal: todos han pagado sus culpas, están libres de cargos en estos momentos y tienen pleno derecho a presentarse a unas elecciones. Eso es lo que antaño les pedíamos con insistencia: dejad las metralletas y pasad a los escaños. Echarles ahora de ahí es como invitarles a volver a tomar las parabellum. Aquellos a quienes su presencia en el Parlamento pueda molestar, deben pensar que la democracia consiste precisamente en soportar ese tipo de molestias: porque la democracia no es un club de amigos sino una convivencia igualitaria entre adversarios.
Tampoco veo que esa decisión de Bildu sea un argumento para atacar a Sánchez como “cómplice” a ver si así le echamos del gobierno. No es eso lo que ahora está en juego y no me consta que haya ningún pacto secreto entre el presidente del gobierno y Bildu, porque esos pactos solo pueden hacerse cuando ya conocemos el resultado de las elecciones y sabemos cuántos votos nos faltan. Y además, porque estas elecciones no son generales sino locales. Pero si existe ese pacto y Vox puede demostrarlo, estáis obligados a presentarlo públicamente: pues los ciudadanos tenemos derecho a una información de ese calibre. El hecho de que, durante esta legislatura Bildu haya votado muchas veces como el gobierno, no se explica por ningún pacto secreto sino porque en cuestiones sociales tienen una sensibilidad más cercana a la izquierda que a las derechas. Pude entender mejor esa protesta de Vox cuando la ley de “memoria histórica” porque, aunque no la conozco, algunas declaraciones me inspiraban el temor de que fuera una ley no de memoria sino “de victoria” histórica. Pero ahora ya no estamos ante esa ley, sino ante elecciones para ayuntamientos y comunidades, el próximo día 28.
2. El segundo principio es que nadie debe acusar de aquello de lo que también él podría ser acusado. Eso no va directamente contra usted sino contra esa actitud típica de las derechas hispanas de que algo es bueno cuando lo hacemos nosotros y malo cuando lo hacen los otros. Estos días los medios de comunicación están recordando muchas conductas del PP referentes a ETA, cuando le tocó gobernar. Aznar habló tranquilamente de “haber autorizado contactos con el movimiento vasco de liberación”; acercó más de 400 presos de ETA a Euskadi (y otros tantos Rajoy) para facilitar las visitas de sus familiares, y eso en momentos en que la banda no había desaparecido como hoy, sino que salía a casi un asesinato por mes. También negoció con ETA (en Zúrich en 1999) y anunció que siempre tendría “una mano tendida y un espíritu abierto para consolidar las posibilidades de paz”. Todo esto me pareció entonces muy bien. Y lo que no puede ser es que una cosa sea buena cuando la hacen las derechas y malvada cuando la hacen las izquierdas.
3. El tercer principio al que quisiera apelar brota de mi fe cristiana que no sé bien si usted comparte. Los cristianos no somos los que tienen más derechos sino los que tienen más deberes; porque hemos recibido más y se nos exigirá más. Y un irrenunciable cristiano (diría que casi exclusivamente cristiano) es eso del perdón y el amor a los enemigos. Aunque yo no he sido tan maltratado como usted, entiendo la pregunta de cómo es posible eso a nuestra pobre pasta humana. Mi respuesta ha sido siempre que, si no es posible conseguirlo, al menos es posible intentarlo y orientarse en esa dirección. Si usted no ha visto la película Maixabel, véala por favor; y si ya la vio, vuelva a verla y medítela reposadamente.
Me preguntará usted entonces cómo se hace en política todo eso del perdón y el amor a los enemigos. ¡Buena pregunta! La respuesta creo que va por esta línea: buscando siempre el bien común por delante de todos los sentimientos personales. Y si a lo de cristiano le añadimos el adjetivo católico, que viene a significar “universal”, entonces lo del bien común pasa totalmente por delante de los sentimientos personales por respetables que sean.
Desde esta óptica del bien común quizá no sea posible que, por ejemplo, Vox y Bildu se sienten a hablar de culpas pasadas y de bondades personales. Pero sí debería ser posible que se pongan a hablar de qué hacemos con el agua y la sequía, qué hacemos con la España vaciada, con la falta de vivienda y con la escasez de mano de obra, etc., etc. Sobre este último punto permítame recordarle que ustedes han sido siempre muy contrarios a las migraciones, no sé si por aquello de ser (como el Peribáñez de Lope de Vega) de casta “limpia de sangre y jamás de hebrea o mora manchada”, o por alguna otra razón. Pero hoy Sánchez ha tenido que ofrecerle a Biden aceptar un millar de pobres migrantes centroamericanos y no creo que haya sido por generosidad sino por nuestra falta de mano de obra.
Y si habría que sentarse a hablar de los problemas objetivos que acosan a los ciudadanos y no de los sentimientos subjetivos que tienen los políticos, entonces, mi querido señor Abascal, lo de ilegalizar a Bildu parece reflejar más una sed de venganza que un hambre de justicia. Y aquí sí que pediría yo muy intensamente, no solo a usted sino a todos los que están metidos en “la cosa pública” que mediten bien sobre esa distinción entre hambre de justicia y sed de venganza, que no es mía y sobre la que otras figuras eminentes han advertido ya muy seriamente.
Hora es de despedirnos. Solo decirle, para terminar, que yo tampoco quiero ilegalizarle a usted, como piden otros, por ser de extrema derecha. Quiero que usted y todos los humanos saquemos lo mejor de nosotros mismos y que la política no nos haga sacar lo peor.
Un saludo y un abrazo bien fraternos.
Quiero pensar que este escrito surge desde la sinceridad de quien lo escribe y desde un espíritu que busca la concordia y quiere ser ecuánime en la valoración de lo que analiza, pero me resulta cuando menos difícil de encajarlo en dicho contexto.
Por mi parte, quiero exponer mi opinión sobre algunos de los puntos en los que el autor pivota su crítica: En negrilla están sus expresiones citadas en este artículo
“Mientras escribo esta carta me llega la noticia de que los 7 exetarras con delito de sangre que estaban en sus listas electorales, renuncian a ser concejales. Es un gesto plausible, pero vamos a prescindir ahora de él”.
Aquí se considera como plausible la renuncia de alguien a un bien que no le corresponde, me imagino que moralmente y no se si legalmente, ya que me pregunto qué es prioritario en nuestra sociedad, ¿lo legal o lo moral? ¿entonces deberemos estar agradecidos todos a que los ladrones no nos roben, máxime cuando el objeto del robo es la propia vida?. ¿Han pedido perdón no solo a las victima materiales sino a todas las victimas morales, es decir a la sociedad a la que han mutilado al sesgar la vida de algunos de sus conciudadanos? ¿han resarcido en alguna medida al dolo ocasionado al que le han robado la vida y a la sociedad? ¿Sienten realmente arrepentimiento interno y sincero en el reconocimiento de sus actos?. ¿no había otro medio que el de robarles la vida a los que se oponían al logro de sus objetivos?. Estas pregunta creo que también son plausibles.
“1. Reaccionar mal ante el mal es ponernos a su altura y perder la razón que teníamos.” ¿Es reaccionar mal al mal cuando esta actuación se realiza dentro del marco de la ley y no usando la violencia? y a continuación afirmar que “la decisión de Bildu de incluir 43 exetarras en sus listas es perfectamente legal”. ¿No se produce aquí una contradicción legal, además de obviar la inmoralidad de del acto en sí?
“Reaccionar mal ante el mal es ponernos a su altura y perder la razón que teníamos”. Después de lo anterior esto me suena a un cándido buenismo, y además lo desliga de la persona a la que dirige su “artículo carta”, aprovechando una crítica a toda la derecha política, es decir aprovechando eso de que el Pisuerga pasa por Valladolid… como a continuación explicita en los dos puntos siguientes: El segundo principio es que nadie debe acusar de aquello de lo que también él podría ser acusado. Eso no va directamente contra usted sino contra esa actitud típica de las derechas hispanas de que algo es bueno cuando lo hacemos nosotros y malo cuando lo hacen los otros.
“El segundo principio es que nadie debe acusar de aquello de lo que también él podría ser acusado. Aquí me pregunto: ¿No es este un intento de meternos a todos en el mismo saco? porque siguiendo su espíritu cristiano podríamos decir aquello de que: “Quien esté libre de pecado tire la primera piedra”. Con lo cual tendríamos que hacer todos borrón y cuenta nueva, es decir: Aquí no ha pasado nada, empecemos de nuevo
“El tercer principio al que quisiera apelar brota de mi fe cristiana que no sé bien si usted comparte. Los cristianos no somos los que tienen más derechos sino los que tienen más deberes”. Me imagino que aquí no considera a los de HB como cristianos ya que a ellos no parece exigirles lo mismo que al señor Abascal del cual dudad de su fe, pero que da a entender que no dudad de la de los de HB.
“Me preguntará usted entonces cómo se hace en política todo eso del perdón y el amor a los enemigos”. Aquí ya me deja perplejo con lo del bien común, como si éste tuviese que ser un el resultado de un consenso en el que el Sr. Abascal y el Sr. Otegui se confesasen mutuamente, como a continuación dice: “Desde esta óptica del bien común quizá no sea posible que, por ejemplo, Vox y Bildu se sienten a hablar de culpas pasadas y de bondades personales”.
Mi querido J. Ignacio, cariñosamente y sinceramente agradezco tu valentía y sinceridad al exponer públicamente tu propuesta que seguro tendrá muchos adeptos y contra-adeptos, pero a mí me has dejado con muchas preguntas; pero por encima de todo valoro tu artículo para que quien también quiera se sincere al respecto y con respeto.
He dejado expuesto en un post anterior mi punto de vista sobre la moral en política, en concreto en el caso español.
Voy a intentar ahora ceñirme a los que considero errores de González Faus, aunque mi interior frío me diga que son mentiras mondas y lirondas.
1) responder el mal con el mal. El mal de origen son los asesinatos (varones, mujeres, niños, militares, soldados de remplazo, guardias civiles, periodistas, taxistas, magistrados, empresarios, clero regular y secular excluido). El “mal” que Faus dice existe en la ilegalización no es tal. En muchos países está ilegalizado el partido cuyo fin es el desmantelamiento del estado o la segregación de una parte del territorio. Ilegalizarlo no es un mal, se esté o no de acuerdo en ello. Quien pide la ilegalización lo hace por el egoísmo extremo que el secesionista manifiesta contra los intereses comunes. Para que se me entienda, la separación de una región rica es un abuso de un estado de cosas porque esa riqueza se creó con el esfuerzo de todo el país y la protección que sus productos recibieron del estado, sea hierro y acero, sean paños o tejidos. Personalmente, no soy partidario de la ilegalización pero es un disparate ético decir que es inmoral, que es un mal, si no se dan razones o se ridiculizan en reduccionismos a las que ofrece el partidario.
Es perfectamente legal la inclusión de etarras en la listas si han cumplido la condena. Faus no son ex-etarras, eso es titular de El País, son etarras como un asesino que haya cumplido su pena no es un ex-asesino, es un asesino. Pero el cumplimiento de la pena no limpia la ofensa infligida a la víctima. El jesuita ese que absolvió en confesión a la mujer que violaba él mismo puede haber recibido la absolución si se confesó, pero el dolor de la ofensa permanece y no sería de recibo volver a cederle un confesionario.
Sobre los pactos de Sánchez con Bildu, afirmar ¿candorosamente? que no existen sino apoyos en determinados momentos, no me atrevería a decirlo yo so pena de considerarme ignaro. ¿Qué son las negociaciones previas sino pactos secretos que no salen a flote porque a nadie de los que ceden les interesa? Ya se ha encargado Otegi de revelar varios pactos y, en el caso catalán, de Aragonés a Rufián explicar qué pacto secreto obligó a Sánchez a eliminar el código penal contra los sediciosos, sin importar, como dijo el Supremo, dejar inerme al estado, que es lo que quieren los partidos secesionistas. Si eso no son pactos secretos que venga Dios y lo vea.
2. Equiparar la frase de Aznar, que no comparto, con el comportamiento de Sánchez, si yo lo escribiera, pensaría que estoy insultando a la inteligencia de los demás, en particular si conocen la historia reciente. Y el contexto. Fue Javier Pradera, fui testigo directo, quien supo aprovechar al vuelo el desliz de Aznar en el marco de las conversaciones en los que participaba como hombre bueno el obispo vasco amigo de Mayor Oreja. Un obispo, recuérdese, con familiares etarras. Aznar sufrió un atentado de ETA. Tuvo que mantener el pulso ante la posible muerte de Blanco y la de Ortega Lara, ésta felizmente evitada. No fueron muertes “increíbles” fueron asesinatos sañudos en los que colaboraron muchos que no fueron juzgados por muerte directa. Pero no quiero lavar a Aznar. Me limito a buscar la verdad por imperativo ético.
3, El uso del nombre de Dios en vano. Obligar a los demás a que cumpla de una manera determinada con los principios cristianos no es moral, es injusto. Cuando le oigo decir a alguien que, “fíjate fulano, de comunión diaria y hay que ver cómo trata a los demás”, o lo que ha hecho, etcétera, suelo responder, ¿por qué no dices eso de mengano que no ha pisado una iglesia en su vida? ¿Hace ostentación de ser mejor que los demás? Déjale a él la coherencia de su vida. No exijamos a los demás lo que no estamos dispuestos a que nos exijan.
Es cierto que, en esa línea, se le ha echado en cara al presidente de Vox que viviera de un sueldo en Madrid y no se dejara matar en Vitoria, olvidando miserablemente que tenía que ir a la facultad con escolta porque su nombre aparecía en todas las dianas.
Faus he conocido a catedráticos de la Universidad del País Vasco a los que hubo que buscarles refugio en el CSIC en Madrid o en la Complutense porque estaban en las listas de ETA. Para ello hubo que forzar plantillas y crear puestos ad hoc. Algún leguleyo podría haber objetado semejante trato de favor. Pero, ¿es moralmente reprensible o moralmente obligado?
Dejemos las cosas de Dios para las cosas de Dios. No las mezclemos con razonamientos que, si no se entienden bien en su intención, pueden parecer mezquinos.
Por último, las migraciones. Las emigraciones, para ser exactos. El día de apertura de la campaña, Abascal estuvo en Barcelona. No asistí, porque no asisto a mítines de ningún partido. En el comienzo de la democracia asistí a uno, lo voté y luego se pasó al PSOE, tal fue mi acierto. A lo que iba, el periodista del Ara (diario independentista catalán) redactó un artículo de prejuicios cometiendo el error de adjuntar una fotografía, que contradecía su artículo. Decía el plumilla que el aforo estaba lleno de jóvenes con los jerseys en la espalda y anudados en torno al cuello, “more aznariano” año yo para aclara o “modelo cayetano” que dicen los críticos. En la foto no había ni uno. Le dije que otra vez no precocinara los artículos con tópicos.
Siendo yo emigrante más que confinado –las razones no vienen al caso, aunque hubo de ambos– no puedo estar de acuerdo con ninguna tesis que levante muros ni fronteras. Mucho menos alambradas. Pero, ¿no han repetido por activa y por pasiva que lo que quiere ese partido es la emigración ordenada? Con un contrato de trabajo. Hay que dar un acomodo a lo que ya han llegado, pero no parece irracional adelantarse al futuro y ordenar los flujos migratorios en lo que se pueda, desde invertir en los países de origen a la ordenada distribución por los países ricos.
No es bueno hablar y, ni siquiera, de ciertas leídas, que diría Unamuno.