Aprovechando un rayo de luz blanca y clara
caída sobre el seto amarillento
un rayo de luz verde y turbia
caída sobre el fango anegado
el reflejo de una luz morada y esquirlada
demorada y esquiva en la esquina que acoge
el arcoiris ardiendo en rojo oscuro
a la orilla del río
reflejado en mi iris gris y ciego
como un espectro de luces fugitivas
a la orilla del mar
bajo el monte sagrado y taciturno
en medio de una lluvia de estrellas
que destilan la leche de la vía láctea
y el sonido arrugado de la noche encinta.
Aprovechando el despiste del diablo
y la sonrisa del Buda
aprovechando que el dolor amaina la carne cede
y el sufrimiento escampa tras el malestar
embalsamado que apaga sus molestias
aprovechando que tu amor enciende mi lámpara
lánguida de cenizas y barro
y que la vida retorna provocadoramente
aprovechando la tregua del destino y el destino
que se abre de par en par en la mar
aprovechando el sosiego de la naturaleza
y el silencio lascivo de luna al acecho.
Aprovechando este kairós sagrado
yo me adentro en tu pecho de nácar inflamado
celeste eternidad latente inmensidad en celo
y cierro mis ojos anegados en llanto lastimero
lastimoso cual mosto libado que surca el corazón
del cosmos crepitando en el alma esmerilada.
Aprovecho la suspensión del tiempo en un espacio
en blanco el reflotar y el balanceo del alma
en medio de este cuerpo desierto
mas aún no desertado de su aliento.
Aprovecho buscando y rebuscando lo que yo aún
consiento el pulso de la vida antes que se convierta
en pulsación o pulsión de la muerte
y en batalla transfronteriza y dislocada.
Aprovecho este crepúsculo y esta alborada
el alboroto de la sangre inerte
aprovecho esta cordura esta espesura esta penura
penuria ardida y purificada sobre las ontinas
de mi serranía aprovechando este pavor
y este fervor esta extrañeza y esta destreza
este cavilar sobre el seso del mundo
y sobre su sesera entreabierta.
Aprovechando todo desaprovechando nada
tratando de quemar los restos del naufragio
en plena pleamar alborotada.
Aprovechando el amor que me llega y me llaga
a lo lejos el oído cual caracola interna
aprovechando tu amor que enlaza en mi turbina
interior el eco de una urdimbre de yedra que rasga
las paredes de estructura de piedra marmórea.
Que el tiempo propicio suele llegar
a destiempo con cierto estropicio.
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