Estas reflexiones me han brotado después de participar en una tertulia virtual con un grupo de nuestra Comunidad de la Esperanza y de escuchar una videoconferencia del jesuita Rodríguez Olaizola.
No podemos evitarlo. Vivimos, oímos, vemos, hasta tocamos esta atmósfera provocada por ese bichito, procedente de China, que domina el planeta. Pandemias ha habido siempre, más o menos globales, que han asolado a la humanidad.
¿Qué ha ocurrido para que ésta alcance tal magnitud en nuestra conciencia? Primero: Está afectando a nuestro orgulloso Occidente. Segundo: La globalización económica, con el trasiego constante y rápido de mercancías y personas de unos países a otros. Y tercero: Las interconexiones mediáticas instantáneas, las tradicionales más las redes sociales, que han hecho del globo terráqueo una aldea global.
Frente a esta situación, se están dando dos respuestas opuestas, igualmente perniciosas en sus efectos. La primera, la de los negacionistas: la pandemia no existe, es un bulo creado por ciertos poderes ocultos para aumentar su dominio sobre nosotros.
La segunda es la de quienes se han hundido en un pavor extremo, en el que piensan que no hay nada que hacer; por lo que o disfrutamos a lo loco cada minuto de la existencia que nos quede o nos encerramos en la depresión más amarga.
Claro que cabe un respuesta más humana y esperanzada. Ver la crisis como una oportunidad. Para ello, aprovechando el confinamiento de tantas horas en nuestras casas, hemos de empezar por frenar. Iniciar un proceso de pensamiento sobre nuestra propia existencia y el sentido de nuestra vida.
Hemos de reconocer que, a pesar de los avances tecnocientíficos, somos seres frágiles, extremadamente vulnerables. Y que la muerte, la mía y la de los míos, forma parte de la existencia humana. Tenemos fecha de caducidad, aunque ignoremos cuál sea.
Nuestra inmovilidad no ha de impedirnos ser peregrinos de nuestro interior. Ahondar dentro de nosotros con preguntas claves: ¿Somos personas líquidas, a merced de vaivenes exteriores o personas sólidas con anclajes firmes, pero flexibles? ¿Hemos desarrollado un pensamiento crítico, capaz de evolucionar, sin caer en gregarismos fáciles? ¿Estoy abierto a la escucha leal, aceptando que me lleven la contraria, para irme acercando a la verdad desde otras perspectivas?
Este análisis ¿me permite ver qué cambios debo realizar en mis actitudes vitales? ¿No debo empezarlos ya, en el hoy en que me encuentro? Sé que no parto de cero, mi vida tiene su historia, aunque seguro que debo cambiar el relato que hago de ella. Y desde ese ayer, con los pies anclados en el presente, es el momento de abrirme a un mañana esperanzado.
Mi actitud debe ser de una humildad agradecida. A esos tús cuyos encuentros me han ido modelando. ¿No puedo resumir la lección de la pandemia en tres verbos: Buscar, Esperar, Agradecer?
Hola Pedro!
Te leo:
“Cabe un respuesta más humana y esperanzada, aprovechando el confinamiento.”
(y luego te decantas hacia un análisis individual o “transpersonal”)
OK! Muy conveniente ¿De qué tipo? ¿Individual? ¿Comunitario?
………………………
Comparto algo “conversado” con Salvador Santos; me decía:
(el “estilo” de presentación es mío)
1- “Un dato en el que fijarse:
– El relato de la mujer que se desangraba está centrado en la grave y crónica patología de la mujer;
– se comenta la acción de los médicos que la trataron.
– Lo lógico es que en ese relato apareciera el verbo θεραπεύω
(‘estar al cuidado’, ‘atender a alguien’).
– Pues no.
2- En contra de lo esperado,
– el verbo utilizado tanto por la mujer como por Jesús es σώζω
(‘salvar‘):
– “Porque ella se decía: Si le toco, aunque sea la ropa, me salvaré” (Mc 5,28).
-“Él le dijo: Hija tu fe te ha salvado“.
– Es precisamente lo que buscaba Jairo para su hija:
-“Ven a aplicarle las manos para que se salve y viva”.
3- Salvación y vida son conceptos estrechamente ligados.
– El verbo σώζω expresa: arrancar de una situación de peligro extremo
en el que la muerte es inmediata
– a una posición de vida plena.
4- En el caso de la mujer y de la hija de Jairo
(dos personajes dados por muertos en vida)
la salvación se produce aquí y ya.
5- Los dos personajes femeninos son representativos
de una colectividad.
– La colectividad está presente en el evangelio de principio a fin.
6- En los sinópticos el término ‘discípulo’ se escribe siempre en plural.
– Cuando se habla de uno o varios discípulos,
– siempre están referidos a esa colectividad.
-No se dice “dos discípulos”, sino “dos de los discípulos“.
7- Uno de los trucos históricos para hacer creer
– que el Proyecto de Jesús es una religión
– ha sido el de hacer sobresalir el individualismo.
– neutralizando la colectividad.
8- ¡Y la salvación se ha trasladado más allá de las fronteras
donde se toman las decisiones!
– Una manera de sacralizar la pasividad y la neutralidad
y mantener el estado de muerte
que provoca el sistema injusto.
9- El Proyecto que da vida (σώζω) y presta ayuda (θεραπεύω)
– es político, social y económico.
¡Gracias, hermoso deseo que comparto!
Pero…hemos puesto sobre la mesa la economía antes que la vida de todas las personas.
Y no llegaremos a ella, si antes no conseguimos vencer la pandemia, y después:
¡¡¡Tod@s, manos a la obra de producir cuanto se necesite para sanar la economía!!!
Gracias de corazón.
PEDAGOGÍA SOCIAL COMO PROGRAMA POLÍTICO
1- A la acción de convertir una cosa menos buena en otra mejor, llamaban los latinos eductio, educatio.
– Por la educación obtenemos de un individuo imperfecto un hombre cuyo pecho resplandece en irradiaciones virtuosas.
– Nativamente aquel individuo no era bondadoso, ni sabio, ni enérgico:
– mas, ante los ojos de su maestro flotaba la imagen vigorosa de un tipo superior de humana criatura,
– y empleando la técnica pedagógica ha conseguido inyectar este hombre ideal
– en el aparato nervioso de aquel hombre de carne.
– ¡Tal es la divina operación educativa merced a la cual la idea, el verbo, se hace carne!
– Mas si advertimos, la educación, la pedagogía, tal y como vulgarmente se la toma,
– es la educación del individuo, la pedagogía individual.
– Esto nunca ha dado bienestar común a la gente, y además
– fue la falacia del moralismo y la mentira del mercantilismo.
2- La pedagogía individual fue un error un proyecto desviado y estéril.
– Porque el influjo del maestro sobre el discípulo es minúsculo:
– Vive junto a él unas horas, horas que el niño considera heterogéneas a la integridad de su vida,
– frías horas inorgánicas que él ve como agujeros de vacío recortados
– sobre el tapiz sugestivo de su vida espontánea.
………………………………..
3- La pedagogía de Platón parte de que hay que educar la ciudad para educar al individuo.
– Su pedagogía es pedagogía social.
– La escuela es sólo un momento de la educación:
– la casa y la plaza pública son los verdaderos establecimientos pedagógicos.
4- Si la educación no ha de ser sino social, tendremos que
– la pedagogía es la ciencia de transformar las sociedades.
– Y esto es lo que se llama “política”.
– He aquí, pues, que la política se ha hecho para nosotros pedagogía social
– y el problema de las sociedades un problema pedagógico.
– ¿Cómo mejorar la Sociedad?
5- Logremos que en un pueblo un buen número de vecinos llegue a amar, por ejemplo,
– los nuevos métodos de producción y cultivo;
– pondrán manos y corazón al trabajo;
– las divergencias individuales, si no desaparecen, se purificarán;
– los bandos y partidajes reducirán la esfera de acción de sus luchas;
– habrá una cosa en que todos concurrirán y consensuarán la ley de la verdad de las cosas.
– Será un círculo de paz activa y fecunda
………………………………..
6- Sin embargo:
– imaginemos las largas filas de esclavos que bajo un ancho sol tórrido, sobre la arena ardiente, van cargados con bloques de piedra.
– Desde lejos los ve el faraón y su Corte moverse como las líneas negras de un hormiguero.
– Se está construyendo la pirámide:
– junto a ella la Esfinge más vieja, inmoble: un rayo de sol dora sus grandes labios graníticos y pone en ellos como un sonreír sarcástico.
– Los esclavos constructores de pirámides no hacen una obra de comunidad:
– el látigo del cómitre los incita: saben que aquella obra ingente no es para ellos, y ellos nada más que la fuerza natural empleada por alguien para labrarse una tumba indeleble.
– La comunidad del trabajo no ha de ser puramente exterior:
– ha de ser comunión de los espíritus, ha de tener un sentido para cuantos en ella colaboren.
– La comunidad será cooperación.
7- Si la sociedad es cooperación,
– los miembros de la sociedad tienen que ser, antes que otra cosa, trabajadores.
– En la sociedad no puede participar quien no trabaja.
– Socializar al hombre es hacer de él un trabajador en la magnífica tarea humana, en la cultura,
– donde cultura abarca todo, desde cavar la tierra hasta componer versos.
8- Lo que caracteriza al esclavo constructor de pirámides era su pasiva cooperación: el trabajador,
– si no ha de ser esclavo, necesita tener conciencia viva del sentido de su labor.
– Parece inhumano retener a un hombre durante treinta años en el rincón de un taller sin que se le proporcione una visión de las cosas que dé una noble significación a su tarea;
– y criminal cuando se lo deja sin trabajo.
9- La idea de Dios halla en su interpretación social el máximum de reverberaciones:
– «Siempre que estéis juntos me tendréis entre vosotros» —dijo Jesús—.
– No creemos que haya apotegma más suave, más rico en promesas, más significativo de la divina misión del Hijo, que formule mejor lo que hay de más hondo en el oficio de un Cristo.
– Dios es el cemento último entre los hombres, el aunador, el socializador:
– es el fondo armonioso del cuadro humano sobre el cual se dibujan las siluetas individuales, ásperas, nerviosas y enemigas.
– Tras la antigua alianza del Padre, viene el Hijo, todo temblor y ardor de llamas a instaurar una teología democrática.
– No quiere nada con los hombres solitarios que se hacen fuertes en el islote calvo de su orgullo,
– sino que entra en las ciudades y busca en las plazas las aglomeraciones.
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10- El individuo, como tal, es siempre una caricatura:
por eso los griegos, que tanto sabían de dignidad estética, pusieron en sus tragedias los coros, muchedumbres simbólicas encargadas de prestar resonancia humana y noble a las emociones personales de los protagonistas.
– El individuo se diviniza en la colectividad.
– ¿No es tal el sentido de la humanización de Dios, del verbo haciéndose carne?
– Antes que esto ocurriera sólo parecían estimables algunos individuos geniales:
– sólo la genialidad moral, intelectual o guerrera de éstos valía;
– por lo demás, ser hombre o ser piedra era suceso indiferente.
– Pero al encarnarse Dios la categoría del hombre se eleva a un precio insuperable;
– si Dios se hace hombre, hombre es lo más que se puede ser.
– ¿Qué añade a mi riqueza este dije de lo individual por bella orfebrería que lleve, si poseo la infinita herencia democrática de lo general humano?
11- De este modo Jesús parece amonestamos suavemente:
– no te contentes con que sea ancho, alto y profundo tu yo:
– busca la cuarta dimensión de tu yo, la cual es tu prójimo, el tú, LA COMUNIDAD.
Hola Pedro!
1- ¡Gracias por la Lección a aprender!
2- La “lectura” de esta Pandemia
¿podría mostrar otras dos cositas?
UNA: que ES una SINDEMIA
“Desde el primer momento la pandemia demostró la virulencia de su dimensión social: sobre el empleo y el sistema productivo, sobre las geografías formales (renta, movilidad, densidad) e informales (redes de solidaridad) de nuestras ciudades, sobre la gestión de los datos, la gestión hospitalaria, las estructuras familiares, la educación online o los procesos de gobernanza de la administración pública. El mundo que la covid-19 desplegó ante nuestros ojos resultó ser, desde el primer momento, un mundo social”.
DOS: que ya ESTÁBAMOS en ese Sistema pande-sistémico
Y soportar. Quienes nos criamos en la posguerra hubimos de soportar situaciones y carencias y padeceréis que hoy pocos los soportan. Pero como niños, soportábamos colas, frio, ropas de unos a otros, largas caminatas cuando había dinero para autobuses y tranvías, comidas iguales día tras día, pan negro, algarrobas para media tarde. Jugábamos a todas horas y en todos los lugares y no sabíamos protestar porque nuestras madres no tenían y estaban peor, mucho peor, que nosotros. Aprendimos a aguantar lo que nos caía cada día en lo alto. Y a disfrutar de lo había y venía de bueno o menos malo. Jugar al tacón, o al fútbol descalzos, eran placeres que no hemos olvidado.