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La gloria de la carne

      Hace 2.700 años, el primer Isaías, poeta genial, escribió: Un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado. Sobre sus hombres descansa el poder, y es su nombre: Maravilloso Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de la paz (Is 9,5).

      Siete siglos después, por los años 80 d.C., un médico evangelista llamado Lucas, otro poeta, contó: Unos pastores pasaban la noche al raso velando sus rebaños. Un ángel se les apareció y les dijo: Os anuncio una gran alegría. Os ha nacido un Salvador. Los pastores fueron de prisa y encontraron a María, a José y al niño acostado en un pesebre (Lc 2,8-16).

      Una década después, un teólogo místico, autor del cuarto evangelio, cuya identidad histórica nadie conoce, pero que no es ciertamente el apóstol Juan, en el prólogo de su evangelio sentenció: La Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros (Jn 1,14).

      ¿Hay forma de decir más en menos y con mayor belleza? Horizonte utópico, crítica política, sensibilidad humana, hondura mística, creación simbólica… No salgo de mi asombro, y debería simplemente escuchar, callar, mirar… y dejar que el corazón se ensanche y se fortalezcan las rodillas vacilantes. Pero déjame que vuelva a esas palabras navideñas desde estos umbrales de luz.

      Un niño nos ha nacido, dice Isaías, dirigiéndose a un “pueblo que camina en tinieblas”, como tantos y tantos pueblos de hoy. No celebra el nacimiento de ningún niño, sino la entronización del nuevo rey, Ezequías, descrito como hijo de Dios dotado de atributos divinos. Pero es ironía profética. El profeta, enseñado por la historia, sabía que ningún rey será salvador y, por lo tanto, divino. Parece ensalzar al rey, pero en el fondo lo denuncia, pues dirige la mirada a un futuro liberador que no nacerá de la dinastía de David ni de ninguna otra dinastía de sangre azul. ¿Será posible? La tenacidad sufrida del pueblo, la lucha pacífica por la justicia, la bondad creadora, el Aliento que nos habita lo harán posible, si dejamos que aliente.

      No temáis. Os anuncio una gran alegría, escribe Lucas. Unos pastores pobres –carentes de saber e impuros por oficio–, ángeles que les cantan y en lo más oscuro de la noche les anuncian: Os ha nacido un Salvador. María, José y un niño en un pesebre, nada de reyes, palacios, sacerdotes ni templos. Un niño en un pesebre. El mundo al revés. La pobreza solidaria, el poder de la ternura, la humanidad renaciendo desde abajo, la alegría de vivir recuperada, la paz y el respiro. He ahí lo divino, la gloria de Dios. Máxima ironía y la mejor noticia en un lenguaje de cuento para niños, para el corazón sin doblez.

      La Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros, declara el prólogo del cuarto evangelio. El oráculo insumiso del profeta y el relato imaginario del evangelista dejan paso al vuelo simbólico del teólogo místico. Pero el vuelo no se abstrae de la tierra y de lo concreto. La Palabra Sabiduría bíblica, Logos griego, Alma universal– habita en el corazón del mundo, de la materia animada que somos todos los seres. Y la Palabra, concluye, se hizo carne gloriosa y herida en la vida de Jesús, llena de libertad y de compasión. De su vida recibimos gracia tras gracia, y ahí se resume la verdad de cuanto es.

      Todo lo decible y lo indecible –el Misterio de la Navidad, el Misterio de Jesús, que es el Misterio de la vida y de todos los vivientes– estaba dicho en forma de profecía, mito y símbolo, y no era posible decirlo mejor. Pero hubo doctores y obispos que quisieron decirlo mejor, y lo convirtieron en doctrina y en el siglo IV definieron el dogma de la Encarnación: “El Hijo Único y eterno de Dios, sin dejar su naturaleza y su personalidad divinas, en Jesús nacido de madre virgen asumió la naturaleza (no la personalidad) humana, para, muriendo en la cruz, salvarnos del pecado original y de nuestros pecados personales”. Y enseñaron que Dios, desde toda la eternidad y en todos los tiempos pasados y venideros, solo se encarnó una vez: hace 2000 años, en el planeta Tierra, en la especie Homo Sapiens, en un hombre judío de Galilea llamado Jesús.

      Ese y otros dogmas ya no nos dicen nada, nos alejan de la Tierra y del aliento que la mueve, nos alejan de la vida, que es la única verdad revelada e infalible. Hay que desandar el camino hasta la vida de la que esos dogmas nacieron. Todas las palabras nacieron de la vida para llevarnos a ella, para hacerse carne, para hacernos vivir y, renovadas, rebrotar de la vida. Desandemos, pues, el camino, volvamos simplemente a la esperanza creadora del oráculo de Isaías, a la ternura y belleza desbordantes del relato de Lucas, a los símbolos abiertos, simples y pletóricos del cuarto evangelio: palabra, carne, casa.

      Liberemos el dogma de sus cerrojos. Quienes aún nos reconocemos en Jesús, hijo de María y de José, remontemos el dogma hasta la Fuente sin principio ni fin de la Encarnación abierta e inacabada, universal e incesante. La Encarnación no se realizó una sola vez ni de una vez para siempre. La Encarnación no está cerrada ni acabada.

      La Palabra o Energía o Espíritu o Dios habita, anima y une el corazón del Cosmos. Se expresa en la onda y la partícula, en la piedra, la planta y el animal. Se hace carne viviente, sintiente, inteligente. Habla, responde, ama de diversas maneras en todas las formas cambiantes que fueron, son y serán. Se hizo y seguirá haciéndose carne en todas las especies humanas que han existido en este planeta y en las especies posthumanas o transhumanas que existirán después del Homo Sapiens. Pasarán las lenguas, pasarán las religiones, pasarán las Iglesias y el cristianismo con todos sus dogmas, pero seguirá la Encarnación, la llamen como la llamen.

      Hoy, en esta Navidad y cada día, yo contemplo el Alma y la Gloria de la vida en la carne palpitante de Jesús y, con toda mi pobreza, yo también la quiero encarnar.

      Aizarna, 20 de diciembre de 2020

16 comentarios

  • Javier Peláez

    Os deseo felices fiestas…Como acabo de oir por la calle:felices fiestas aunque no haya mucho motivo para la felicidad….Pienso que igual que la depresión produce un profundo dolor en los individuos (en esto hablo por experiencia propia),no es bueno que una sociedad entre en “depresión”….Que celebremos todo esto con la alegría contenida que exige la situación,pero con alegría…No seré yo el que contribuya a que nos deprimamos,el bicho ya está haciendo su tbjo…Yo por mi parte,aunque a veces me invade una pena muy negra y que la hermana piedra anda jodiéndome últimamente(mal menor),estoy alegre  y dispuesto a alegrar la vida a cuantos me encuentre a mi alrededor….Vamos como un niño…

  • m* pilar

    Para todas las personas que estamos en este querido Atrio:

    ¡¡¡Dichosa Navidad!!!

    Con ánimo y esperanza; si cooperamos…todo pasara…y podremos seguir siempre hacia adelante y conformar:

    !Un mundo mejor!

    Lo deseo para todas las personas de buen borazon.

    Mi abrazo entrañable hollejo de gratitud por cuánto bueno he recibido.

  • oscar varela

    • m* pilar

      ¡¡¡Gracias amigo!!! Lo miso deseo para ti. Un abrazo virtual, síncero, entrañable.

      ¡Buena y dichosa Navidad, en estos momentos complicados, hay que remontarse a ellos y seguir hasta el final del camino!

  • Javier Peláez

    Arregi es un poeta por eso habla así….En cuanto a las especies transhumanas estaría bien que existieran como en la novela esa Mi máquina y yo ,unos robots humanoides que captaran todo el coronavirus que hay circulando por ahí…Sería bastante simplificador… En cuanto a que Dios se encarnó una sola vez en Jesús,la verdad que esencialmente tiene poca lógica,es uno de los puntos débiles del cristianismo ….En general cuando yo oigo cachondeos sobre diversas incoherencias o cosas ilógicas de nuestra fe(me ha pasado al leer Las barbas del profeta de Eduardo Mendoza)me da pena por diversas razones:primero por las tonterías que se han enseñado sobre la religión cristiana en la enseñanza católica pasada y no sé si presente;tb por el analfabetismo religioso en que vivimos…Esto al fin y al cabo es lo de menos…A mí lo que me preocupa es que los que nos llamamos cristianos no somos un ejemplo para nadie…Yo tampoco quiero generalizar…En general,aunque la sociedad en que vivimos se cachondea de todo(yo no veo mal el sentido de humor de los españoles,eh,que si no como íbamos a agüantar lo que vivimos o mejor dicho como íbamos a agüantar la mala opinión que tenemos de nuestra sociedad organizada,el español de siempre,no sólo ahora,fue pesimista sobre los males de su sociedad,no digo que no le faltará razón vista nuestra historia,eh,esto es muy español,eh,eh…),y más aún de la religión católica (esto si que no me extraña vistos nuestros jerarcas),digo yo que la gente si los cristianos fuéramos un ejemplo no sería tan propensa al cachondeo…Creo yo que la gente no se cachondea de lo que tiene “prestigio moral” o por lo menos ,admitiendo que la sátira y el cachondeo son consustanciales a una sociedad democrática,los que se se cachondearan no tendrían tanto público…ya que tampoco se puede olvidar que en la sociedad democrática hay que admitir unos ciertos grados de gilipollismo y frivolidad,que los hay,que si los hay…

  • carmen

    Pues sí. Bonito es.

    Y además toca la piedra angular de la iglesia. Pero me canso de decir siempre lo mismo.

    Y quien  crea que el señor ,Arregi da puntada sin hilo, no tiene ni idea. Otra cosa es que le apetezca hablar o no. Supongo que también estará cansado. Habrá descubierto que hay vida más allá de la iglesia. Y…en su derecho está. Pero no es de los que juega a dos bandas. Es de los que cuando quiere jugar, juega ,y cuando no, pues no juega.

    En fin.

     

     

  • oscar varela

    Hola!

    ¡Está LINDO!

    [como con los juguetes:

    válido para niñas y niños de hasta 4 años de edad]

    pasado el cual tiempo

    ¿no se ABURREN, ya, un poco?

    • mª pilar

      Ejemmm:
      “Si nos hacéis como niños…”

      Paz y Amor con abrazo entrañable.

    • carmen

      No creo que usted llegue a entender que los descalificativos personales o a la opinión de otros , a estas alturas de la vida ya no hacen daño. Es un camino equivocado. Quizás a los diez, a los veinte, a los treinta, a los cuarenta, a los cincuenta años… pero ya, pasados los sesenta como que , no sé, cantan un poco.
      Pero si ya no lo ha entendido, no creo que lo logre.
      Porque cada uno , cada una , tenemos nuestro estilo.
      Y no es porque no sepamos utilizar ese recurso, es porque ya lo dejamos atrás.

  • mª pilar

    Gracias Jose Arregui:

    Por expresar lo que es para mí…la piedra angular en mi vivir…con la claridad que las personas que caminamos por estos mismos “andurriales” nos alienta, nos fortalece, nos da:

    ¡Vida!

    Gracias de todo corazón.

     

  • ana rodrigo

    Las creencias son algo muy personal, que cada cual las gestiona según las necesita en un sentido u otro. Ello implica respeto a cada persona en la manera de organizar su vida, siempre y cuando haga el bien y no haga el mal.

    Las religiones, aún teniendo muchos valores en común, ninguna tiene la verdad absoluta. Cada una habla de un Dios, el suyo, como el único, y eso no puede ser, entre otras razones porque a Dios nadie lo ha visto ni oído.

    El Cristianismo para cerrar su propia verdad y absolutizarla, la convierte en dogma, la mayor parte de los cuales son arracionales, irracionales e inútiles, porque no ayudan al ser humano (salvo quien los crea) en su plenitud pluriforme.

    Además, si Jesús fuese el único ser humano referente exclusivo de humanidad y Dios mismo, Dios sería muy injusto, primero porque hubiese privado a todos los millones de seres humanos que vivieron antes que él, y, después, porque excluiríamos a tantísimas personas maravillosas, cristianas y no cristianas, que han sido y siguen siendo referentes humanos y asequibles a nuestras posibilidades.

    Por tanto, sin molestar a nadie, yo estoy estoy de acuerdo con lo que expresa Arregui, mejor que yo lo sabría explicar. Somos polvo de estrellas, somos partículas de Dios, del misterio de lo que nos anima desde el fondo de nuestro ser.

  • Jorge Felip Fernández

    No creo que la forma, para tratar de disminuir el problema de comprensión del dogma de la Encarnación, sea eliminando la singularidad de Jesús disolviéndola en el Cosmos y en cada uno de los seres, como me parece entender que hace aquí Arregui. Jesús es la puerta de entrada a la vida plena y eterna, y aquél que pretende entrar por otro sitio es un ladrón y un bandido (como comenta S.Santos). Es el modelo a seguir y no hay otro. Y esto es así por ser Jesús “Dios con nosotros” precisamente por su encarnación única, que es el horizonte al que apunta el dogma. Jesús no es simplemente el hombre que comprendió en toda su magnitud y profundidad la vida en plenitud, que trató y se comprometió a darlo a conocer a los demás con el precio de su vida. Jesús es mucho más es único, pues si solo lo que vemos en él es una mente privilegiada con una coherencia de vida extrema y radical, esto no lleva a su singularidad, sino que puede entonces compartirlo con otros humanos de mente tan privilegiada como la suya.

    Jesús no ofrece al seguirlo la vida eterna como consecuencia deducible de una vida plena que pudiera pensarse que supere la muerte, sino que él mismo se coloca en el papel de Dios, Señor de la vida y de la muerte, pues sólo él tiene el poder de darla y quitarla, y Jesús asume el papel de Dios, como Hijo Único de Dios. Y de aquí el problema de la singularidad de la encarnación de Dios en Jesús. El seguimiento a Jesús no es solo la de un grupo, sea cual sea incluido el cristiano, sino que se extiende a toda la humanidad sin exclusiones. Y es como consecuencia de la encarnación de Dios en Jesús y su seguimiento desde contextos culturales diversos, el modo único, la única puerta, para la plenificación y divinización de la humanidad por la cual Dios entra en nuestro mundo, por la experiencia, memoria, identidad, dignidad, … de cada persona en plenitud, que lleva consigo el entorno natural y humano.

    El contenido de Dios no puedo asimilarlo como la Palabra o Energía o Espíritu que habita, anima y une el corazón del Cosmos, que se exprese en partícula-onda, piedra, planta, animal, haciéndose carne viviente (Aregui). Demasiada destrucción y muerte, lucha y violencia, …, y a pesar de la maravilla y belleza de sus resultados evolutivos, no puedo hacerlo compatible con Dios. Sin embargo, sí me parece que puedo hacerlo con la vida humana en plenitud y a través de ella recapitular toda la historia natural y humana, y llevarla a Dios junto con nosotros.

    • carmen

      Pues tengo mis dudas acerca de que él mismo se considere Dios.
      Según dicen muchas personas que saben de esto, a él lo llamaban Hijo de Dios, parece ser que era una expresión que indicaba parecido a, cercano a, pero no literalmente su hijo.
      Esto está dicho muchas veces. Y cada cual , pues cree que algo es cierto o no lo es según sus esquemas mentales.
      Lo que sucede es que al considerarlo hijo de Dios, de su misma naturaleza, trae consigo un conocimiento de Dios. Y ahí tenemos a los teølogos afirmando una serie de cosas que con el tiempo se transforman en dogmas, porque para sostener uno, hay que elaborar otro, y luego otro… hasta que llegamos al credo actual. De lo que no me creo nada.
      Mi opinión , infantil si se quiere, es que hay que buscar cual es el primer dogma de fe, supongo que es que Jesús es Hijo de Dios. Y analizar el porqué y el como se han ido elaborando los demás
      Y replantearse todo. Y una vez replanteado, supongo que la reforma de la iglesia vendría por sí sola.
      Pero a llegar a estos niveles de reforma de la iglesia no hay dispuesto casi nadie.
      Pero lo que no puedo entender es que se pida una reforma de la iglesia sin tocar los dogmas de fe.
      O sea, no lo entiendo.
      Pero bueno…

      • carmen

        Y la vida eterna, si existe , será diferente a lo que esperamos. Y si existe, existe para todos. Y no porque Jesús haya o no resucitado, sino porque siempre ha existido.
        No sé.
        En fin.
        Cada uno que crea lo que pueda . Es algo muy personal.
        Y todos tan amigos

        • carmen

          Y a mí me fue muy bien separar completamente a eso que llamamos Dios de eso que llamamos Mal. Y sobre todo del sufrimiento del tipo que sea. La vida es como es. Y nosotros tenemos mucho que aprender.
          No sé.
          Te digo esto por si acaso te vale de algo.