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Asamblea ATRIO de Diciembre

 De nuevo coincide nuestra asamblea con el día “puerto” de la elección del emperador USA, cuando el Colegio de electores elegirá al nuevo presidente si no lo impide la operación Texas, último recurso jurídico de Trump-Giuliani.

Todos estáis invitados. A quienes asistieron a las anteriores o manifestaron deseo de conectarse, ya les envío la dirección del enlace a la reunión de zoom. Quien quiera añadirse, que lo diga en un comentario o en un correo a  atrio@atrio.org.

  • Día: lunes, 14 de diciembrede 2020
  • Hora: 18 h. en ESPAÑA PENINSULA– 17 h. CANARIAS-R.U. – 14 h. ARGENTINA, BRASIL – 13 h. CHILE – 12 h. FLORIDA, QUEBEC, PANAMA – 11 h. MEXICO, COLOMBIA
  • Tema: El poder en política, en economía y las organizaciones.
    • No hacer teorías sino opinar con libertad y concreción, pero tendiendo a crear un pensamiento común y un futuro documento, sobre algunas cuestiones candentes hoy, que serán presentadas por tres miniponentes:
      • Elecciones presidenciales en EEUU y representación del poder de los ciudadanos. ¿Crisis de las democracias representativas? Jorge Porta.
      • Gobernanza eficaz y libertades individuales en crisis como la actual pandemia global. Antonio Duato.
      • La concentración de poder y riqueza en capitalismo siglo XXI. ¿Hay alternativa de democracia real? Juan García Caselles.
    • Tras la exposición de los tres temas (máximo 10 minutos cada uno), cada asistente tendrá 3 minutos para exponer su posición. Haced el esfuerzo de prepararla para ser breves. Cada persona puede argumentar y opinar sobre los tres temas o sobre uno exclusivamente.
    • Finalmente, una ronda para proponer tema y método para próximas asambleas. Recuerdo que en el horizonte está en redactar un nuevo documento que renueve el PROYECTO ATRIO 2007.
  • Recuerdo: Pedid el enlace para acceder a la reunión en comentario o correo a atrio@atrio.org

 

3 comentarios

  • oscar varela

    1- Una sociedad existe gracias al consenso,
    – a la coincidencia de sus miembros en ciertas opiniones últimas.
    – Este consenso o unanimidad en el modo de pensar es lo que se llama «con-cordia».
     
    2- Si la disensión llega a afectar a los estratos básicos
    – de las opiniones que sustentan últimamente la solidaridad del cuerpo social:
    – quedará este tajado de un corazón que se escinde en dos: es la dis-cordia.
    – El Estado queda destruido, y con él toda vigencia de ideas, de normas, de estructuras en que apoyarse.
    – En situaciones como esta, las gentes se dicen: «¡El mundo se acaba!»
     
    3- Una cuestión última que puede ocasionar discordia o concordia es esta;
    – «cuando todos opinan que los magistrados deben establecerse por elección.»
    – ¡Ah, esto sí es cuestión decisiva!: el acuerdo sobre quién debe mandar.
    – La sustancial concordia implica una creencia firme y común sobre quién debe mandar.
     
    4- Es muy difícil que una creencia, en el sentido rigoroso de mi término,
    – pueda existir bajo la forma de creencia individual o de un grupo particular.
    – La creencia, precisamente porque no es una mera opinión, una idea, una teoría,
    – es normalmente un hecho colectivo. No se cree normalmente por cuenta propia,
    – sino junto con los demás: se cree en común.
    – La creencia actúa como instalada en nuestro contorno social, en forma de «vigencia colectiva»,
    – no necesita ser defendida y sustentada por ningún individuo o grupo determinado.
    – La convicción de un grupo, lejos de producir la concordia, lleva a la revolución.
     
    5- La concordia sustantiva, cimiento último de toda sociedad estable, presupone
    – que haya una creencia firme y común, incuestionable sobre quién debe mandar.
    – ¡Y esto es tremendo! Porque, si no la hay, es ilusorio esperar que la sociedad se estabilice.
    – Los Estados europeos han vivido siglos en concordia radical, porque creía con fe ciega
    – que debían mandar los «reyes por la gracia de Dios».
    – Pero, a su vez, creían esto porque creían con creencia firme y común que Dios existía.
    – El hombre no estaba solo, solo con sus ideas; sentía ante él, presente siempre, una realidad: Dios,
    – con la cual no tenía más remedio que contar.
    (creencia es contar con algo porque nos está ahí; aquello con que, queramos o no, contamos).
     Cuando la colectividad dejó de creer en Dios, los reyes perdieron la gracia que tenían y
    – se los fue llevando por delante el vendaval de las revoluciones.
    – La alianza entre el «trono y el altar» era, pues, cosa tan justificada como, por lo visto, inútil.
     
    «El hombre necesita una nueva revelación. Y hay revelación siempre que el hombre se siente en contacto con una realidad distinta de él. No importa cuál sea esta, con tal que nos parezca absoluta realidad y no mera idea nuestra, presunción o imaginación de ella. Necesita una nueva revelación, porque se pierde dentro de su arbitraria e ilimitada cabalística interior cuando no puede contrastar esta con algo que sepa a auténtica e ineludible realidad. Esta es el único pedagogo y gobernante del hombre. Sin su presencia inexorable y patética, no hay en serio cultura, no hay Estado, no hay siquiera —y esto es lo más terrible— realidad en la propia vida personal.»
     
    Cuando esa realidad, única cosa que disciplina y limita a los hombres de manera automática y desde dentro de ellos mismos, se desvanece por volatilización de la creencia, quedan solo pasiones en el ámbito social. El hueco de la fe tiene que ser llenado con el gas del apasionamiento, que proporciona a las almas una ilusión aerostática. Cada cual proclama lo que le dicta su interés o su capricho o su manía intelectual: para huir del vacío íntimo y para sentirse apoyado, corre a alistarse bajo cualquiera bandera que pasa por la calle. Con frecuencia es el más frívolo y superficial amor propio quien decide el partido que se toma. Porque, partida la sociedad, no quedan en ella más que partidos. En estas épocas se pregunta a todo el mundo si «es de los unos o de los otros», lo contrario de lo que pasa en las épocas creyentes.
    ………………………………………….

  • oscar varela

    1- Por “MANDO” no se ha de entender primordialmente
    – ejercicio de poder material, de coacción física.
    – La relación, estable y normal, entre hombres que se llama “mando
    – no descansa nunca en la fuerza, sino al revés;
    – porque un hombre o grupo de hombres ejerce el mando,
    – tiene a su disposición ese aparato o máquina social que se llama “fuerza”.
     
    2- Conviene distinguir entre un hecho o proceso de agresión y una situación de mando.
    – El mando es el ejercicio normal de la autoridad.
    – El cual se funda siempre en la OPINIÓN PÚBLICA:
    – siempre, hoy como hace diez mil años,
    – Jamás ha mandado nadie en la tierra nutriendo su mando esencialmente
    – de otra cosa que de la opinión pública.
     
    3- La noción de esa soberanía habrá sido descubierta aquí o allá, en esta o en la otra fecha;
    – pero el hecho de que la opinión pública es la fuerza radical
    – que en las sociedades humanas produce el fenómeno de mandar,
    – es cosa tan antigua y perenne como el hombre mismo.
    –  Así, en la física de Newton, la gravitación es la fuerza que produce el movimiento.
    – Y la ley de la opinión pública es la gravitación universal de la historia política.
     
    4- MANDAR no es gesto de arrebatar el poder, sino tranquilo ejercicio de él.
    – En suma: mandar es sentarse. Trono, silla curul, banco azul, poltrona ministerial, sede.
    – El mandar no es tanto cuestión de puños como de posaderas.
    – El ESTADO es, en definitiva, el estado de la opinión;
    – una situación de equilibrio, de estática.
     
    5- Lo que pasa es que a veces la opinión pública no existe.
    – Una sociedad dividida en grupos discrepantes,
    – cuya fuerza de opinión queda recíprocamente anulada,
    – no da lugar a que se constituya un mando.
    – Y como a la Naturaleza le horripila el vacío,
    – ese hueco que deja la fuerza ausente de opinión pública se llena con la fuerza bruta.
    – A lo sumo, pues, se adelanta ésta como sustituto de aquélla.
     
    6- Si se quiere expresar con toda precisión la ley de la opi­nión pública
    – como ley de la gravitación histórica, – conviene tener en cuenta esos casos de ausencia, y
    – entonces se llega a una fórmula que es el conocido, venerable y verídico lugar común:
    – no se puede man­dar contra la opinión pública.
     
    7- Esto nos lleva a caer en la cuenta de que mando significa prepo­tencia de una opinión;
    – por tanto, de un espíritu; de que mando no es, a la postre, otra cosa que poder espiritual.
    – Los hechos históricos confirman esto escrupulosamente.
    – Todo mando primitivo tiene un carácter “sacro” porque se funda en lo religioso, y
    – lo religioso es la forma primera, bajo la cual aparece siempre lo que luego va a ser espíritu, idea, opinión;
    – en suma: lo inmaterial y ultrafísico.
     
    8- En la Edad Media se reproduce con formato mayor el mismo fenómeno.
    – El Estado o Poder público primero que se forma en Europa es la Iglesia,
    – con su carácter específico y ya nominativo de “poder espiri­tual”.
    – De la Iglesia aprende el Poder político que él también no es originariamente sino
    – poder espiritual, vigencia de ciertas ideas, y se crea el Sacro Romano Imperio.
    – De este modo luchan dos poderes, igualmente espirituales,
    – que no pudiendo diferenciarse en la sustan­cia—ambos son espíritu—,
    – vienen al acuerdo de instalarse cada uno en un modo del tiempo: el temporal y el eterno.
    – Poder temporal y poder religioso son idénticamente espirituales;
    – pero el uno es espíritu del tiempo—opinión pública intramundana y cambiante—,
    – mientras el otro es espíritu de eternidad—la opinión de Dios,
    – la que Dios tiene sobre el hombre y sus destinos.
     
    9- Tanto vale, pues, decir:
    – en tal fecha manda tal hombre, tal pueblo o tal grupo homogéneo de pueblos,
    – como decir:
    – en tal fecha predomina tal sistema de opiniones—ideas, preferen­cias, aspiraciones, propósitos.
     
    * ¿Cómo ha de entenderse este predominio?
    – La mayor parte de los hombres no tiene opinión,
    – y es preciso que ésta le venga de fuera a presión, como entra el lubrificante en las máquinas.
    – Por eso es preciso que el espíritu—sea el que sea—tenga poder y lo ejerza,
    – para que la gente que no opina—y es la mayoría—opine.
     
    * Sin opinio­nes, la convivencia humana sería el caos; menos aún: la nada histó­rica.
    – Sin opiniones, la vida de los hombres carecería de arquitectura, de organicidad.
    – Por eso, sin un poder espiritual, sin alguien que mande, y en la medida que ello falte,
    – reina en la humanidad el caos.
    – Y parejamente, todo desplazamiento de poder, todo cambio de impe­rantes,
    – es a la vez un cambio de opiniones, y consecuentemente,
    – nada menos que un cambio de gravitación histórica.
    …………………………

  • Hola Antonio, gracias por su invitacion.  Lo pensé mucho antes de tomer mi décision. Al final me he decidido seguir son ATRIO que tiene un buen porencial para llevar una informacion que nos permite a todos y  todas adelantar y complementarnos.

    Tengo un vacuna contra el resfrio de invierno a las 11h10 lunes. Trataré estar a tiempo para averiguar si todo anda bien de mi lado con mi computadora.

    Espero que si…

     

    Buen fin de dia