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¿Por qué no os calláis?

       Ante el dolor y el sufrimiento H. Küng recomienda tres actitudes: silencio, confianza y lucha solidaria para erradicarlo. Es cierto que el autor propone estas recomendaciones cuando habla de la teodicea, es decir, de cómo el sufrimiento humano, siguiendo al dramaturgo alemán G. Büchner en La muerte de Danton, puede ser “la roca del ateísmo”, por cuanto el ser humano en medio de su dolor y sufrimiento hace preguntas a Dios de por qué, si Dios es omnipotente, permite los males y, a veces, sufrimientos insoportables. Pero creo que estas recomendaciones vienen como anillo al dedo en nuestras circunstancias históricas de pandemia.

Reconozco que no son fáciles de llevar a cabo, pero, a mi modo de ver, son imprescindibles para erradicar este mal que nos acosa. Pero me da la impresión de que intereses más o menos espurios tanto individuales o sociales como políticos y eclesiásticos hacen que se viva la pandemia con una sobrecarga de frustraciones y también, por qué no, de sufrimiento añadido ante las medidas varias del Gobierno Central (no hay que olvidar que para algunos sectores políticos y eclesiásticos se trata de un Gobierno social-comunista). Aquí silencio no es mudez absoluta, pero sí acatamiento responsable que genere confianza y, principalmente, que desemboque en una solidaria erradicación del mal pandémico.

      Socialmente no es fácil el silencio ante las medidas que el Gobierno propone día a día y, sobre todo, la aceptación de tales medidas. No siempre llueve a gusto de todos, pero las “voces discordantes” en estos momentos pueden ser contraproducentes, porque pueden provocar comportamientos no deseables que perjudican al otro. Se habla más de “mis derechos” que de los derechos de los demás. Se apela a “mi libertad” y se desprecia la libertad del otro. Con esta actitud no puede haber confianza en las medidas que se toman o pueden tomarse por el Gobierno y cuya consecuencia lógica es que el mal y el sufrimiento no se erradica solidariamente.

      Aunque la actitud individual y social tiene su importancia en el asunto de la pandemia, creo que hay que resaltar más la actitud de políticos y eclesiásticos (curas y obispos) por su influencia tremenda en los comportamientos individuales y sociales.

      Políticamente, en lugar del silencio, la confianza y el “unidos” para erradicar el mal de la pandemia lo que hay es un ruido estentóreo que sume aún más a los ciudadanos en el dolor y en el sufrimiento. Cuando se echa mano de la comparativa con otros países, se dice, por ejemplo, que Alemania ha resuelto atinadamente el problema del coronavirus. Independientemente de que Alemania se haya preparado para la epidemia antes de que llegara, lo cierto es que no existe oposición política que esté constantemente afeando las medidas adoptadas. Otro tanto habría que decir de Portugal con una oposición política apoyando constantemente al Gobierno. ¡Hasta Inglaterra y EEUU, con lo que dicen y hacen estos gobiernos, la oposición política guarda un silencio prudente!  El papa Francisco ha pedido unidad a los políticos en esta pandemia, “porque la unidad es superior al conflicto”. En España, por el contrario, se cumple lo que ya decía Antonio Machado: “Españolito que vienes/ al mundo, te guarde Dios./ Una de los dos Españas/ ha de helarte el corazón”.

      La actitud de la oposición política al mando del PP y de VOX está a años luz de la recomendación del papa y de la propuesta de H. Küng. En esta atmósfera de sufrimiento y de miedo no sólo no callan, ni confían, ni buscan la unidad de acción, sino que su actitud está a años luz de tales exigencias. Sólo con echar un vistazo a los medios de comunicación social se comprueba que condenan todo lo condenable sin aportar propuesta alguna en beneficio de erradicar este mal, que afecta a la sociedad española entera.

      Resaltar todo lo negativo posible es el objetivo, porque así habrá más rentabilidad política, si hubiera unas elecciones anticipadas; ya algunas encuestas estratégicas de medios afines dan la victoria a la derecha en unas posibles elecciones inmediatas. La pregunta es si ahora hay que actuar para defender “mis intereses” o los intereses de los ciudadanos, sobre todo de los que padecen la enfermedad del coronavirus, de los que están confinados en sus casas sin apenas alimentos que llevar a la boca, sin recursos económicos para pagar la luz, el agua, el alquiler… Es hora de “tender la mano”, como dicen por activa y por pasiva y con la boca chica, pero después de una retahíla de cosas negativas, de medias verdades, cuando no de bulos y falsedades, muchos de ellos siguiendo las pautas de los investigadores de la Universidad de Cambridge Jon Roozenbeek y Sander van der Linden, en lo que ellos han identificado como Juego de los bulos, y sin asumir la autocrítica de sus decisiones políticas en las Comunidades Autónomas donde gobiernan. Aplican descaradamente aquello de que cuando yo hago las cosas, las hago bien, aunque ello suponga recortes en sanidad o saltarse la normativa en el acto público del cierre del hospital de campaña del IFEMA o despidos del personal sanitario contratado para esta emergencia que aún no ha terminado… Ante esta situación insostenible y obscena del comportamiento de ciertos políticos, hay que recodar lo expresado antes por el papa Francisco: “la unidad es superior al conflicto” y, cuando pase la epidemia, entonces es cuando hay que hacer crítica positiva y también autocrítica.

      Eclesiásticamente el comportamiento de algunos clérigos y obispos sigue las pautas de los políticos de la derecha, como si se trataran de hermanos gemelos. Desde la cúpula episcopal se ha guardado silencio, pero sin mucho entusiasmo, hasta que el portavoz y secretario general de la CEE no ha podido aguantar ese silencio perturbador y el pasado 20 de abril en rueda de prensa telemática ha rechazado de plano la propuesta del Gobierno de establecer un salario mínimo vital para las personas que viven en pobreza manifiesta, porque, según el portavoz,  “grupos amplios de ciudadanos” vivirían de “manera subsidiada”, pues “la necesidad perentoria de una renta básica en este momento no debería ser una coartada para una especie de subsidio permanente que retirase del horizonte de las personas el poder ejercer un trabajo, el desarrollar sus capacidades, el poner en juego lo que el trabajo significa de relación con otros, que hiciera desaparecer esto del horizonte de porcentajes grandes de la población”. Esta postura es casi copia literal de la que mantiene principalmente VOX, quien rechaza frontalmente este ingreso mínimo vital, porque es, entre otras razones, dar protección a los emigrantes y tener un efecto llamada (no hay que olvidar aquello del cardenal arzobispo de Valencia de que no todos los emigrantes son trigo limpio). Si K. Marx y F. Engels levantaran la cabeza, de nuevo echarían en cara a la Iglesia que habiendo hecho cosas positivas, predica la mendicidad (la pobreza), el monacato, la mortificación de la carne y que aplaza la liberación humana al más allá.

      Sin duda, esta postura del secretario general y portavoz de la CEE (no tengo conocimiento de que haya sido desmentida por la cúpula de la CEE), además de clamar al cielo por ser antievangélica, se aleja mucho, infinitamente, de la postura del papa Francisco (para Abascal, de VOX, es el “ciudadano” Bergoglio), quien considera imprescindible un ingreso mínimo vital. Pero habría que preguntar al Sr. Secretario general y portavoz de la CEE de qué vive él y los demás clérigos y obispos, sino del Estado, o qué evangelios lee, porque en la parábola del samaritano (Lc 10,29-37), el extranjero para un judío atiende al herido en la cuneta del camino, mientras los levitas y sacerdotes se alejan de él; es más, después de atenderlo lo lleva a la posada y abona los gastos, el ingreso mínimo vital, hasta que él regrese. Y esto no es un hecho aislado en los evangelios; por el contrario, diría que es el núcleo, pues en el examen final de la existencia (Mt. 25,31-45), el “juicio ateo” lo llama José Mª Valverde, tiene un contenido sorprendente; unas preguntas que no se relacionan con prácticas religiosas, eso se supone en el creyente, sino con la atención y acogida del otro en sus necesidades vitales: comida, vestido, salud, vida digna de todo ser humano… Así lo entendieron los primeros cristianos con su fe en el Resucitado, viviendo el núcleo del evangelio de tal manera que compartían sus bienes entre los necesitados   y no había pobres entre ellos (Hch 2,45; remito a mi libro Tenían un solo corazón. La fraternidad cristiana, Sal Terrae, 2019).

      Lo cierto es que esta pandemia será superada si todos, ciudadanos, políticos, clérigos, obispos…, adquirimos la sensatez suficiente; y ésta se consigue, sin duda, mediante el silencio, la confianza y arrimando el hombro solidariamente.

6 comentarios

  • Antonio Gil de Zúñiga

    Aunque no es mi costumbre intervenir en mi artículo, prefiero que los comentaristas aporten sus propias reflexiones y enriquecer así el texto, no obstante, además de agradecer las intervenciones, quiero resaltar algunas cosas que va desde el “estoy totalmente de acuerdo con este artículo” de José Luis González a las aportaciones, entre otras, de Ana Rodrigo, “Yo, cuando veo la conferencia episcopal   española reunida, me pregunto si entre tantas cabecitas pensantes (no sé en qué) no habrá alguna que se le ocurra mirar al evangelio y ver qué hacía Jesús y las palabras que se le atribuyen en coherencia con su vida: tuve hambre, tuve sed, estuve desnudo y….; o de Mª Pilar: “Lo más triste es, que este país, no ha aprendido nada de tantos años de dictadura; solo hay que ver quienes están llevando la voz cantante, hiriente, mentirosa; y quienes son las personas que les siguen”, o de Antonio Rejas: “Esta actitud de favoritismo capitalista se acentúa más o menos en función del color político que gobierne. Por esta razón, la administración de un país hay que confiarla a quienes saben y, sobre todo, quieren conducirlo a la prosperidad y libertad en beneficio de los más débiles”; o de Isabel N: “Estoy totalmente de acuerdo en el  análisis que haces de los políticos de derecha y de los obispos del mismo pelaje, que siguen la mínima indicación de Roma, por ejemplo, poner un crucifijo en el altar, decir inclinaros para recibir la bendición, etc; pero ¡hay cuando el Papa habla de solidaridad, se quedan sordos totales!”

  • Isabel N Gordillo

    Tuve la suerte de tener de profesor en el Instituto de Pastoral a Julio Lois y se me quedó grabado a fuego que Jesús no vino a explicar el sufrimiento, sino aliviarlo y compartirlo. Así que dos cosas: el sufrimiento no tiene explicación y ante el sufrimiento sólo cabe aliviarlo y compartirlo.

    Como bien dices, Antonio, los políticos derechosos y los obispos del mismo pelaje, callados, gracias a Dios, hasta que salió el Secretario diciendo la barbaridad de que el salario vital puede quitar las ganas de superación a los jóvenes; ¿qué clase de jóvenes conoce?.

    El Grupo de Bocata de Madrid se encontró 7-8 jóvenes viviendo en una fábrica abandonada, cuidados por una mujer maltratada. A otros 8 en la Casa de Campo, Madrid, viviendo en un “tubo”, decían ellos, que era una tubería de hormigón a la que con ramas taponaron por un lado. Ya ambos grupos tienen refugio con colchones del ejército, proporcionados por el Grupo Bocata, cuyo centro operativo es la parroquia de Santo Tomás Apóstol y 5 parroquias más de barrios periféricos de Madrid, que se ocupan de los que no tienen nada, llevando comida, ropa, dinero y atención personal a emigrantes y ancianos que están solos, mediante listas de personas que los llaman por teléfono. Así la base de la Iglesia está más enterada y más cerca que la cúpula episcopal.

    Hablas de Alemania, de EEUU, de Inglaterra…, da igual; nunca sabremos el número de fallecidos.

    Estoy totalmente de acuerdo en el  análisis que haces de los políticos de derecha y de los obispos del mismo pelaje, que siguen la mínima indicación de Roma, por ejemplo, poner un crucifijo en el altar, decir inclinaros para recibir la bendición, etc; pero ¡hay cuando el Papa habla de solidaridad, se quedan sordos totales!

  • Antonio Rejas

    Siempre he pensado que los políticos españoles en concreto no actúan por convicciones éticas, sino en beneficio propio con el único pensamiento de que su actuación política beneficie su acceso al Poder o a la permanencia en el mismo. Las enormes ansias de gobernar  no están motivadas por mejorar el bienestar de los ciudadanos, sobre todo de los más necesitados, sino todo lo contrario, su pensamiento se centra en favorecer al gran capital, lo que produce necesariamente un perjuicio para la clase trabajadora. Esta actitud de favoritismo capitalista se acentúa más o menos en función del color político que gobierne. Por esta razón, la administración de un país hay que confiarla a quienes saben y, sobre todo, quieren conducirlo a la prosperidad y libertad en beneficio de los más débiles. “Lo peor de la política que nos rige no está en que nuestros políticos sean malos. Lo más preocupante es que una notable mayoría de ellos son unos perfectos inútiles” (José María Castillo). Cuanta razón tenía Antonio Machado, aunque en el momento actual una de las dos España se ha dividido con efectos aún más perniciosos, acentuando su predicción ….. ha de helarte el corazón”.

    Ante el sufrimiento insoportable es comprensible que el ser humano, en general, dirija su mirada hacia Dios buscando una respuesta a su dolorosa situación física o síquica. Pero esta respuesta no ha llegado ni se la espera a mi entender. “Dios no puede intervenir en la administración de este mundo porque la ha confiado a nuestra inteligencia, voluntad y libertad”. Dios quiso crearnos libres, a su imagen, para conducir nuestra existencia y así  lo hizo, pero se ausentó, como se dice en la parábola de la viña arrendada (Mt 25,14), dejándola en manos de sus viñadores. Algún día volverá y pedirá cuenta.

    Siempre se habló más de los derechos propios que de los ajenos. Pocas veces se piensa que mis derechos tienen como límite los derechos de los demás. Lo mismo sucede con la libertad. Lamentablemente casi siempre el Yo va por delante del Tú. Será por la costumbre adquirida en la conjugación de los verbos.

    La postura del secretario general de la CEE y de esta misma por aceptarla es incomprensible en boca de un jerarca católico, pero antes cristiano. Tales palabras indican un alejamiento inaudito del evangelio, o sea, de la conducta seguida por Jesús con todos los necesitados.

  • mª pilar

    Es muy claro el encabezado de este art. y todo el.

    ¿Por qué no se callan?

    ¡Por que esta alta jerarquía con “poder”de príncipes vestidos de Prada, están al lado de los poderosos de este país!

    Y ya sabemos como actúan, piensan, y llevan adelante sus “maneras”.

    Lo más triste es, que este país, no ha aprendido nada de tantos años de dictadura; solo hay que ver quienes están llevando la voz cantante, hiriente, mentirosa; y quienes son las personas que les siguen.

    Me temo, que después de esta pandemia…todo se agudizará… para los de siempre discriminados, apartados, esclavizados de mil maneras.

    En los países afectados, morirán en grandes cantidades las personas…que menos tienen… y será devastador; y aún así:

    ¡No cambiamos!

    Es la triste realidad que nos rodea, lo más primordial de esta sociedad nuestra es:

    ¡No perder el poder… y el dinero!

    Juntos los dos, consiguen una mezcla inhumana, para aquellas  personas que no los poseen.

  • ana rodrigo

    Al observar estos grupos sociales de derechas actuales y este tipo de jerarquía que existe en este momento, tengo la impresión de que no han abandonado el nacionalcatolicismo franquista, en lo que a España se refiere, y es muy preocupante, porque la extrema derecha laica creyente o no creyente va creciendo en todos los países occidentales, y si, la jerarquía eclesiástica sigue el mismo camino ideológico, suma, cuando tendría que restar.

    Este capítulo es muy deprimente porque su ideología no tiene nada que ver con el mensaje de la vida de Jesús que conocemos a través de los evangelios. No hay cosa más semejante al evangelio que las políticas sociales mirando a l@s más desfavorecid@s y vulnerables, pues ni siquiera son capaces de defender este tipo de políticas, vengan de donde vengan, como si ellos no fuesen subsidiados con el dinero público. Yo, cuando veo la conferencia episcopal   española reunida, me pregunto si entre tantas cabecitas pensantes (no sé en qué) no habrá alguna que se le ocurra mirar al evangelio y ver qué hacía Jesús y las palabras que se le atribuyen en coherencia con su vida: tuve hambre, tuve sed, estuve desnudo y….

  • José Luis González

    Estoy completamente de acuerdo en este artículo pues plasma con sencilla claridad lo que está pasando en España.