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Viajar cambiando el rumbo

     En estos tiempos en los que el viajar ha estado tan de moda, el ilustre coronavirus parece empeñado en arrastrarnos hacia un cambio de paradigma. Toca quedarse en casita, por lo menos una buena temporadita. En estas circunstancias, en primer lugar quiero solidarizarme con quienes han perdido o temen perder sus puestos de trabajo. En otro tono un poco más jocoso,  lamento no poder compartir la ilusión inicial de los que pensaban salir en las próximas fiestas, pero me congratulo de poder liberarme de los relatos fantásticos que, demasiadas veces, hay que soportar a su vuelta.

     Dicho esto, no me quedo tranquilo sin añadir algo más: quedarse en casa, a mi modo de ver  no equivale a no viajar. Hay otras formas de hacerlo. Por ejemplo, poniendo a trabajar un poco a la mente, a la imaginación, a lo que haga falta,  la aventura de intentar viajar al interior de uno mismo está al alcance de todos. Es sorprendente el volcán de pasiones, sensaciones y sentimientos que bullen en nuestro inconsciente más profundo. ¿Será cierto que solemos tener miedo de nosotros mismos? Pues sería una pena. Intentar huir de nuestro YO más profundo, podría suponer la pérdida de lo más valioso del SER-PERSONA. El bullicio, la juerga, las sanas aventurillas pasajeras, etc. están muy bien, siempre y cuando no sirvan para ocultar carencias y egoísmos entre la masa, con la propina de regalarnos una buena resaca. ¿Por qué no probar un cambio de rumbo?  Intentar conocernos mejor, sin el agobio del día a día, tiene también su encanto y su misterio. Por de pronto, solemos llevarnos la sorpresa de sentirnos más cerca de otras personas, al mostrar una mayor empatía con sus penas y alegría. Esa proximidad nos exige, a veces, echar una manita a alguien. ¡No pasa nada! Curiosamente, el esfuerzo de hacer un favorcillo que otro, en lugar de la mencionada resaca, te deja buen cuerpo. Normalmente, quienes prueban de este placer no lo cambian por nada. Acaban siendo reincidentes en su particular fiesta de la generosidad.

16 comentarios

  • Román Díaz Ayala

    Tienes toda la razón.

    Aunque parezca de perogrullo  el estar aislado no significa estar incomunicado. Son los beneficios de  nuestra sociedad, algo tan diferente de tiempos pasados. El aislamiento se hace relativo.

    Así que tiene más valor todavía  la apelación que haces a mantener “la proximidad” (projimidad, de prójimo) para no olvidar la multitud de personas que vivían solas antes de la crisis y que ahora, por falta de los medios técnicos de que gozamos y la ausencia de allegados, especialmente en la ciudades, pueden  estar desasistidas.

    • Iñaki SS

      Hola Roman
      Muchas gracias por enriquecer mi comentario.
      Saludos cordiales

  • Carmen

    Como eres de lo que por aquí llamamos el norte, he pensado que lo vinocias. Por eso te lo he dicho.

    A lo mejor no lo he debido de escribir aquí. A veces soy muy confusa . Mi cabeza como que flota un poco o un bastante y a veces me cuesta aterrizar.

    Sorry.

    • Iñaki SS

      Gracias Carmen, por aclararme la cuestión. Yo me estaba liando un poco con el tema de los grupos de personas como facilitadores de la solución de problemas.
      A lo largo de mis ochenta y pico años he ido conociendo grupos de personas que me han llegado a poner los pelos de punta. Por ejemplo y por empezar con una especie de “mea culpa” aqui en el norte, los cientos de miles de personas que, dentro del Movimiento de Liberaciónn Nacional Vasco, apoyaron la violencia. Dando un bandazo al otro extremo, los millones de personas que han votado a VOX, tampoco me parece un grupo que vaya a solucionar los problemas de España.
      Fuera de la política, si consideramos como grupo a la gran audiencia de TELE5, por ejemplo, no me atrevería a echar las campanas al vuelo. ¡Vivir para ver!
      Saludos

      • Carmen

        Es que me quedé sorprendida cuando oí decir lo que pienso. No es exactamente de grupos de lo que habló este señor. Creo que lo oí una tarde en la sexta. Me gusta ese programa y ahora lo veo más. Hacen conexiones con distintas personas y una tarde fue este señor.
        No habla exactamente de grupos, habla de grupo. Quiero decir. El mundo ha cambiado tan deprisa que no nos da tiempo a asimilar los cambios. Los modelos sociales y económicos ya no se valen. No se vale Europa, Asia, América, África y Oceanía, que era lo que aprendimos. Eso ya no se vale. Somos uns sociedad global. Necesitamos una especie de inteligencia colectiva si de verdad queremos salir adelante.
        Me encantó , es lo que pienso desde hace tiempo. Lo que sucede es que el lo dice mucho mejor. Pero es lo que viene a decir.
        Ayer le dije a un amigo de estos sabios, cuando oigo el himno nacional cuando salgo a aplaudir a las ocho, creo que la gente no ha entendido de qué va esto
        Podré estar equivocada, pero me tranquilizó ver que no soy la única persona que piensa así.
        No te lo sé explicar mejor. Tampoco me apetece hacerlo. Ya hay personas cualificadas que lo dicen.
        Nuestros esquemas habrán funcionado mejor o peor, no entro en eso. Lo que estoy convencida es que se están quedando obsoletos. Porque el mundo ha cambiado.

        No entiendo esta guerra por alcanzar primero la vacuna. No logro entender. Son esquemas superados esto de la guerra entre farmacéuticas, entre países. A esto. O le puede quedar mucho tiempo. 50 años? Por decir algo
        No le veré, pero ojalá la especie humana vaya en la dirección de una inteligencia común, como la de las abejas, como la de las hormigas..
        Si ellaa lo hacen, por qué no nosotros? Podemos aprender. Pero para ello tendremos que desprendernos de infinitos prejuicios. Pre- juicios, que diría Óscar.

        Así pienso.
        A lo mejor me equivoco. Qué le voy a hacer…

      • Isidoro García

        A propósito de este futuro posible, de la integración en un grupo que sea mas eficiente que la suma de sus miembros. Pongo este trozo de un artículo de Pablo Malo, https://evolucionyneurociencias.blogspot.com/search?updated-max=2014-08-02T00:49:00-07:00&max-results=7

        “Recientemente he encontrado en Haidt, (The Righteous Mind), una posible respuesta a esta pregunta, (por cierto, el mejor libro que he leído en 2012).

        A Haidt le gustan las metáforas como la del elefante y el conductor, y para describir la naturaleza humana dice que somos 90% chimpancé y 10% abeja.

        Lo que quiere decir con esto es que cuando nos comportamos egoístamente funcionamos en modo chimpancé y cuando actuamos por el bien del grupo actuamos en modo abeja.

        Describe entonces las emociones colectivas. Relata cómo un tal William McNeill que fue soldado durante la 2ª Guerra Mundial, y luego fue un importante historiador, describe su experiencia en el ejército.

        Correr o desfilar en formación, al principio le parecía una bobada, pero cuando su unidad se sincronizó bien empezó a experimentar un estado alterado de conciencia:

        “Las palabras son inadecuadas para describir la emoción despertada por el movimiento al unísono que la repetición implicaba. Recuerdo un sentimiento de bienestar, más específicamente un extraño sentimiento de alargamiento personal, una especie de hinchazón, de ser más grande que la vida, gracias a la participación en un ritual colectivo”.
        Dice también McNeill: “Para muchos veteranos… la experiencia del esfuerzo común en la batalla ha sido el punto culminante de sus vida. El Yo pasa a ser Nosotros y Mi se convierte en Nuestro y el destino individual pierde su importancia.
        Creo que es nada menos que la seguridad de la inmortalidad que hace que el auto-sacrificio sea en esos momentos relativamente fácil.
        Yo puedo caer pero no moriré porque lo que es real en mí seguirá adelante y vivirá en los camaradas por los que doy la vida”.

        Habla también de cómo en las danzas primitivas los hombres y mujeres caían en éxtasis, y que esas danzas son una biotecnología para unir a los grupos.

        Y voy a citar otro ejemplo más, de la intensidad de esta emocion colectiva. Se trata de Tony Hsieh, el CEO de la empresa Zappos.com, que hizo una fortuna a los 24 años cuando vendió la empresa a Microsoft.

        Hsieh cuenta una experiencia en una fiesta Rave con estas palabras: “Fui barrido por un sentimiento de espiritualidad, no en el sentido religioso, sino una conexión profunda con todos los que estaban allí y con el resto del Universo… era como si la existencia de la conciencia individual hubiera desaparecido y se hubiera reemplazado por una conciencia de grupo”.

        Haidt con esa metáfora del chimpancé y la abeja nos está hablando de que somos individualistas pero también colectivistas, de que a veces hacemos el bien por el grupo y no el bien propio.

        Habla de que para eso tiene que haber mecanismos que anulen el yo, para crear un superorganismo, más o menos lo que les ocurre a las células cuando pasan a formar parte de los organismos multicelulares, de cómo una célula renuncia a su yo para formar parte de un organismo multicelular.

        Entonces, tendríamos un interruptor que nos pone en modo colectivo, (en modo abeja), y hay muchas cosas que disparan ese interruptor que desata las emociones colectivas:
        -la meditación,
        -las drogas,
        -bailar sincronizados,
        -experiencias de trance…, (no deja de ser curioso que una emoción que nace a partir de lo colectivo se pueda disparar en la mayor soledad, en la meditación…).

        Existiría una tecla en el cerebro, un correlato biológico, que sería la base o el mecanismo que disparan las experiencias místicas, espirituales y las drogas.

        El origen de esa tecla estaría por tanto en las emociones colectivas. En cuanto a la neurobiología de ese mecanismo que nos traslada a un estado mental colectivo de tipo místico, Haidt habla de la Oxitocina y de las neuronas espejo pero sin entrar en detalles”.

        Yo, personalmente, he sentido alguna experiencia personal de ese tipo, como espectador de algún partido de baloncesto memorable del Estudiantes, hace ya bastantes años.

      • Carmen

        Isidoro, perdón. Eso que usted ha relatado que ha sentido es lo que he dicho varias veces cuando me refiero a lo que siento cuando recibo o despido a mí virgen de la Fuensanta. Te sientes parte de Murcia entera. Pero no se si se me quiere entender. Dicen no se qué de la virgen, que si es o no un modelo a seguir. A mí me da exactamente igual en ese momento la virgen, que por cierto,no es un referente en mi vida, entre otras cosas porque yo te tenido a mis hijos como dios manda y no mediante cosas raras. No es eso. Es que te sientes parte de un todo. Y tus recuerdos, además, te invaden hasta tal punto que sientes a personas que ya no están a tu lado.
        Gracias. Usted lo ha explicado muy bien. Seguro que lo entienden. No creo que lo importante sea el balón que está en juego. Es otra cosa. Como tampoco era el balón aquel que nos dió el título del mundial de fútbol de Iniesta. No era el balón, no era Iniesta. Era España entera vibrando en la misma frecuencia.

        Pues imagínese eso llevado a la ciencia, a la sociedad,a la voluntad común de hacerlo todo lo mejor posible para todos los habitantes del planeta, de todos los seres vivos.

        Esa es la fe que profeso, porque somos capaces de hacerlo. Cuando? Vaya usted a saber…en otros veinte siglos?
        Un saludo cordial

      • Carmen

        Porque si se detiene un momento, un momentico a pensar, esa es la idea de un señor que vivió hace veinte siglos y que propuso una sociedad diferente, basada en la parte buena que sin duda tenemos y que creo que él llamó el reino de Dios, y otros lo llaman sociedad alternativa.
        Por eso este señor es un referente en mi vida. Por esto. Y no porque sea hijo de Dios o porque su madre sea una virgen.
        Porque como usted ha contado, si mueres no mueres , porque sigues vivo en ese grupo universal, como el soldado que lucha. Porque la vida seguirá sin ti, porque otros vivirán por ti. Esa es la vida eterna.

        Fin

        Sorry, por lo visto iñaki y yo nos sentimos igual.

        Iñaki

        Un abrazo

    • Iñaki SS

      Perfectamente aclarado Carmen. Gracias otra vez. Me quedo con que…”Somos una sociedad global. Necesitamos una especie de inteligencia colectiva, si de verdad queremos salir adelante”.
      Lo fantástico, ami modo de ver, sería que la tal inteligencia colectiva se tradujera en un respeto universal a los DERCHOS HUMANOS, sin distinción de color, raza, género, edad, identidad nacional, nivel de riqueza o sabiduría, etc. Un respeto, por lo tanto, hacia de todas las personas que pululamos por el planeta Tierra, simplemente por lo que SOMOS, de lo que mucho se habla, pero que, desgraciadamente, poco se cumple.
      Un saludo cordial y disculpas s me pongo pesadito. Es la encerrona…

    • Iñaki SS

      Bonito relato Isidoro. Aprendo mucho contigo , pero a veces me lio. Por ejemplo, ahora me he atascado con el mecanismo de las emociones colectivas.
      Muy buena la metáfora del chimpancé y la abeja. Esta clarísimoque somos individualistas y colectivistas. En el cerebro tiene que haber un correlato biológico, llamémosle interruptor u tecla que actua como mecanismo de cambio. La tal tecla se dispararia, poniéndonos en modo abeja, por diversas razones: una experiencia mística, un abuso de drogas, bailes fogosos, situaciones de trance, etc. que son las que desatarían nuestras emociones colectivas.
      Creis que lo había entendido y aparece la primera línea del último párrafo: “El origen de esa tecla estaria por tanto en las emociones colectivas”. Yo estaba en que la tecla, el correlato biológico, estaría en el cerebro y que la mística, droga, baile,trance, etc son los detonantes que desatan las emociones colectivas.
      Otro tema sería la relación entre las emociones colectivas y el respeto a la Declaración Universal de Derechos Humanos, tal como está redectada en estos tiempos.
      Saludos cordiales.

  • Iñaki SS

    Hola Carmen

    En las temporadas que entro más en ATRIO siempre te leo y tu lenguaje se me hace familiar. Vamos que se te entiende casi todo. Sin embargo, en tu comentario en este post, tengo la impresión de que me mandas un mensaje y no acabo de captarlo bien.

    Puedo estar de acuerdo en que conviene tomar conciencia de grupo para poder ser  capaces de solucionar problemas. Ahora bien, también creo que cuanto mayor madurez personal mostremos los individuos, probablemente el grupo llegará a ser mas eficaz.

    A Daniel le suelo leer en prensa y generalmente estoy de acuerdo con el.

    Saludos cordiales

    • Carmen

      El único mensaje que he mandado, o he querido mandar es que aquí, sola en mi casa, cuando le he escuchado me he puesto a aplaudir.

      Me ha dejado fascinada.

      Nada más.
      Porque es estupendo oír, o entender que una persona de esa talla intelectual, que a mí me ha parecido que tiene, es estupendo estar en la misma línea de pensamiento aunque el sea catedrático de no sé qué de filosofía política o algo así y mi persona tenga cero conocimientos de filosofía y no le guste un pelo la política.

      Nada más.

      Te aseguro que es muy gratificante.

  • Carmen

    He oído decir a una persona guay que hacen falta ideas nuevas,    esquemas nuevos, maneras diferentes de ejercitar el liderazgo… porque todo ha cambiado más deprisa de lo que somos capaces de entender. Que nos adentramos a un mundo globalizado donde el concepto de individual ya no vale, hay que tomar conciencia de grupo como el único capaz de solucionar problemas. Y dónde la incertidumbre vamos a tener que aprender a gestionarla.

    Más o menos. No soy catedrática de filosofía política, pero…

    Y estoy encantada. Porque no debo de decir cosas tan raras. Lo que tenemos, o sea, no se vale. Ha valido, pero hay que cambiarlo.  Pero no por algo que ya existe, sino que tenemos que reinventarnos.

    Pues eso.

  • Carmen

    Filosofía política. Sorry.

  • Carmen

    Estoy fascinada con un señor , catedrstica de filosofía polipolí de la universidad de Pamplona. Se llama Daniel Innerariti o algo así.

    Fascinada.

    Este señor me ha leído el pensamiento en algunas cosas.

    Hoy no me siento tan rara.

    Buen confinamiento.