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Cuando la sexualidad era celebrada en la Iglesia

Es  idea común que la moral católica en lo tocante a la sexualidad es rigorista y con prejuicios. Eso se debe en gran parte a la influencia de San Agustín que interpretaba la transmisión del pecado original, que mancha toda la existencia humana, a través de la relación sexual. Todos los que nacen de esa relación son portadores de ese pecado. A causa de esta interpretación que se volvió doctrina dominante, se estableció una relación negativa y llena de prejuicios entre sexo y pecado.

Sin embargo no siempre fue así. Dentro de la misma Iglesia hay tradiciones y doctrinas que ven en el placer y en la sexualidad una manifestación de la creación buena de Dios, una centella de lo Divino y la participación en la naturaleza misma de Dios. Esta línea se liga a la tradición bíblica que ve con naturalidad y hasta con regocijo el amor entre un hombre y una mujer. Con fuerte carga erótica, el libro del Cantar de los Cantares celebra el juego del amor, la belleza de los cuerpos de los amantes, de los pechos, de los labios y de los besos. Curiosamente en este libro bíblico nunca aparece el nombre de Dios. Aunque no nombre a Dios, este libro fue recogido en el Canon de los libros tenidos como inspirados. No necesitaba referirse a Dios, pues San Juan nos revela que la verdadera naturaleza de Dios es amor (1Jn 4,16). Dios estaba anónimamente ahí.

La base teológica para esta visión positiva radica en la fe en la encarnación del Hijo de Dios. Él asumió todo lo que es humano, por lo tanto también la sexualidad, la libido, el imaginario ligado a ella y el amor. De ahí que se diga que ya no existe nada de profano en sí. Todo fue tocado y transfigurado por la realidad divina, hecha humana. Por la encarnación, la sexualidad forma parte del Hijo de Dios. La sexualidad aquí no debe ser reducida a la genitalidad, significa toda la implicación afectiva y los intercambios  amorosos, con las características propias de lo femenino y lo masculino respectivamente.

Tal visión trajo a la sexualidad humana una dimensión sagrada. Después de la encarnación de Dios, ella ya no puede ser un tabú, una pesadilla o un medio que transmite la desgracia del pecado original. Es una dimensión privilegiada en la cual el ser humano experimenta la fuerza volcánica del deseo, la ternura, el amor y el placer. Todo esto puede fundamentar una experiencia placentera de Dios. El propio Dios se revela en las vidas de los seres humanos diferentes y deseantes. De este encuentro nace el mayor fruto de la cosmogénesis, que es la vida humana.

Para ilustrar esta tradición, cabe referir aquí una manifestación que perduró en la Iglesia romano-católica durante más de mil años, conocida con el nombre de “risus paschalis”, la “risa pascual”. Ella significaba la simbolización del placer genital-sexual en el espacio sagrado, en la celebración de la mayor fiesta cristiana, la Pascua.

Se trata del siguiente hecho, estudiado con gran erudición por una teóloga italiana Maria Caterina Jacobelli (Il risus paschalis e il fondamento teologico del piacere sessuale, Brescia 2004): Para resaltar la explosión de alegría de la Pascua en contraposición a la tristeza de la Cuaresma, el sacerdote en la misa de la mañana de Pascua debía suscitar  la risa en el pueblo. Y lo hacía por todos los medios, sobre todo recurriendo a la simbólica sexual. Contaba chistes picantes, usaba expresiones eróticas y hacía gestos que sugerían relaciones sexuales. Y el pueblo ríe que te ríe. Traducía de esta manera el carácter inocente y decente de la risa pascual.

Esta costumbre está atestiguada por fuentes históricas ya en 852 en Reims (Francia) y se extendió por todo el Norte de Europa, por Italia y España, hasta 1911 cerca de Frankfurt en Alemania. El celebrante asumía la cultura de los fieles en su forma popular y a nosotros que hemos perdido la naturalidad del sexo nos parece hasta obscena. El propio teólogo Joseph Ratzinger, después Papa, en uno de sus escritos se refiere, aunque críticamente, al risus pascalis para expresar la vida nueva inaugurada por la Resurrección. Afirmaba además que solamente a partir de la creencia en la Resurrección volvió verdaderamente la sonrisa a la humanidad y no solo la risa. La sonrisa franca y libre, manifestada en la “risa pascual” sexual expresaría la alegría que la resurrección trajo al mundo.

Podemos discutir el método poco adecuado para suscitar tal risa, pero revela otra postura en la Iglesia, positiva y no condenatoria de la sexualidad. Plantear tales hechos no significa querer escandalizar a los fieles o cuestionar la doctrina de la Iglesia. Pero ella nos obliga a relativizar la rigidez oficial frente a la sexualidad, acentuada de modo especial en los últimos Papas pero superada en el documento del Papa Francisco Amoris laetitia cuyo título lo dice todo: “La alegría del amor”. En el fondo se trata de devolver sentido y alegría a la vida humana, llamada a más vida y no sólo a la renuncia y al sacrificio. ¿Y por qué no expresarla en el lenguaje de la sexualidad creada y querida por Dios?

Hay que reconocer que esta visión más natural predomina en la vida concreta de los cristianos. Estos obedecen más a la lógica de los reclamos profundos de la existencia humana sexuada y atravesada por el deseo que a las doctrinas frías de la moral y de la ética cristianas de cariz rigorista. La alegría de la vida que triunfa definitivamente por la resurrección encontró en el risus pascalis una expresión de la sexualidad redimida, inocente, placentera y sagrada. ¿Por qué no recordarla alegremente?

*Leonardo Boff escribió con Rose-Marie Muraro Femenino y Masculino: una nueva conciencia para el encuentro de las diferencias, 2013.

Traducción de Mª José Gavito Milano

13 comentarios

  • oscar varela

    ¿Qué harán en Europa con el CORONAVIRUS?

    ¿CAGARSE DE RISA?

    • Carmen

      Pues aquí en Europa están todas las fuerzas civiles y sanitarias tratando de evitar que se propague. Nadie ni siquiera sonríe.

  • Honorio Cadarso

    Por favor, Carmen, di lo que sientes y opinas, todos los necesitamos. Di que la Iglesia ha ensalzado más de la cuenta la virginidad, que María hoy  sería una más con las damas del coño rebelde, y con las que andan por ahí y entren en las iglesias con sus senos al aire, como una rebelde más.

    El risus paschales es para todo el año

    • Carmen

      La virgen María, no se, pero María de Magdala, fijo.
      Es que, de verdad. Me van a reñir otra vez.

      Porque leer esto cuando eres mujer española, de esas que dice la copla: la española cuando besa , es que beeeesaaa de veeerdaaaad. Y a ninguna le interesaaaaaa, besar por frivolidaaaaad. Es que la cosa tiene guasa. Aquí que ha dominado el nacionalcatolicismo…jolín y jolín.
      Aquí que los ginecólogos no te recetaban anticonceptivos si no estabas casada.
      Aquí que Carmen Sevilla cantaba que yo soy la Carmen de España y no la de Merimé y no la de Merimeeeeeeee.
      Es que tiene guasa el temica. Porque cuando se aprobó la constitución aquí, una Carmen de España ya tenía 25 años. Y la educación pesa muchísimo.

      Y sabes qué te digo? Que está el paño como para que un cura haga una bromica de esas en misa. Han pervertido tanto el sexo que es que, de verdad, ahora que los zurzan.

      Y este señor de qué va ahora?

      A mí me gustan mucho esas chicas que tienen el valor de protestar con el pecho al aire. Lo veo divertido por la que se lía. Cuando entraron en el Congreso me tronchaba. Pero tengo la educación que tengo y sería incapaz de hacerlo. Y tengo la edad que tengo, claro, que eso también importa.

      Creo que han perdido de todas todas la batalla de la moral sexual. Ya abordó ese tema aquel programa, historias de la frivolidad, creo que es de Ibáñez Serrador. Ya no les hace caso nadie. Gracias a dios y a la cultura.

      Y por cierto. Por fin oigo decir a un teólogo de pro decir que el cantar de los cantares es un libro preciosisimo. Un canto al amor sensual.

      UF. A buenas horas, mangas verdes.
      Un abrazo.

  • ana rodrigo

    Da la impresión de que la Iglesia-Institución, sus normas morales y sus doctrinas éticas padecen de alguna patología elemental, al resaltar el dolor hasta adjudicárselo al mismísimo Dios, querido y defendido por su propia voluntad (todos sabemos que los únicos que “conocen” la voluntad de Dios son los clérigos), al mismo tiempo que condena el placer, sea el sexual o cualquier otro tipo de placer. Uf, qué religión más cruel, ¿no?

    De ahí a cebarse la moral de la Iglesia en el sexto mandamiento y olvidarse de la moral de la misericordia, de la justicia, de los derechos humano, etc., explica muchas cosas desfavorables a la Iglesia. Entre ellas a entretenimientos en esperpentos de pecados de mentes enfermizas que los confesores podrían contar ridiculeces increíbles.

    Voy a contar un hecho verídico: una amiga me dijo que una amiga suya, al día siguiente de su noche de bodas le había confesado con plena satisfacción espiritual de que ella no había sentido nada, claro, no había disfrutado del sexo. Vuelvo otra vez a hacer el camino  de que de ahí a hacer creer a las mujeres que no tenían derecho a disfrutar del sexo, había un paso. Y así ha sido y sigue siendo en muchas culturas. El placer del varón, como era necesario para la procreación (todavía andan por ahí teorías de sexo igual a reproducción), nadie lo cuestionaba, era necesario y punto, la mujer solamente era el receptáculo de la semilla del poderoso varón, que, incluso, en alguna época, se pensaba que él solo transmitía el cigoto completo ya.

    Echo en falta en este texto de Boff la mención a las personas LGTBI, que tienen el mismo derecho a disfrutar del sexo que las hetero.

    La jerarquía eclesiástica española, en concreto, mira con lupa la legislación de gobiernos de izquierda, y vuelve la cabeza ante las idioteces de VOX o de Hazte Oir.

    El otro día Abascal ante una información con un vídeo sexual determinado que no pertenecía a España, hablando sobre el veto parental, decía que, como la información sexual deformada, según él, son teorías de izquierda, había que prevenirnos antes de que nos invada.

    Sobre “la risa pascual”, yo sería una buena celebrante de la Pascua, pues nadie sabe lo que hago reír con la cantidad de chistes verdes que me sé y que cuento.

    Buen día, queridos atrieros y atrieras, y disfrutemos de lo que la vida nos da.

  • oscar varela

    La PRAXIS generacional de la “Doctrina teológica”

    se desmorona precipitadamente.

    Boff hace de resorte-muelle a la caída.

    ¿Cómo cuantificar el imparable “porrazo”?

  • Gonzalo Haya

    Con Boff, además de sus interesantes puntos de vista, aprendemos algo de la rica Historia de la Iglesia.

  • Rodrigo Olvera

    Según recuerdo, Jacobelli rechaza la interpretación de la costumbre denominada Risus Paschalli que afirma Boff (Para resaltar la explosión de alegría de la Pascua en contraposición a la tristeza de la Cuaresma, el sacerdote en la misa de la mañana de Pascua debía suscitar  la risa en el pueblo) y más bien considera que es la pervivencia de liturgias mistéricas pre-cristianas. 

    Voy a tener que regresar a leerla.

  • carmen

    No voy a hacer ningún comentario. Y se me ocurren muchos. Pero me he vuelto muy prudente