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El Cristo cósmico y los muchos ‘Cristos’ en la historia

        El proceso de planetización ha puesto a las religiones en contacto unas con otras y ha mostrado cómo podemos ser religiosos de las más diferentes formas. Esta situación nueva plantea la cuestión referente a la figura de Jesús, a quien se cree Cristo y salvador universal. ¿Cómo situar a Jesús al lado de otros, considerados por sus pueblos como portadores también de salvación?

        El Cristianismo no es una cisterna de aguas muertas. Tiene la naturaleza de un organismo vivo que crece y se enriquece en diálogo con lo diferente. Ahora tiene la oportunidad de revelar virtualidades hasta hoy latentes. Debe mostrarse no un problema sino una cosa buena.

        Queremos concentrarnos en la significación del Cristo cósmico. Él es visto como algo dado que se está formando lentamente dentro del cosmos. Se densificó en el hombre Jesús de Nazaret. ¿Pero agotó en él todas sus virtualidades o bien otras figuras pueden ser también expresiones de este Cristo cósmico que está dentro de la creación?

        Actualmente nos estamos acostumbrando cada vez más a entender todos los fenómenos como emergencias del universo en evolución. Así, las figuras de Jesús, Sidarta Gautama y otros, antes de aparecer en la historia humana, estaban en gestación dentro del universo. Todo el universo se organizó de tal manera que creó las condiciones para su formación y surgimiento. Lo que irrumpió en ellos no se convirtió en monopolio personal. Así podemos decir que el Jesús histórico emerge como una expresión singular del Cristo cósmico presente en el proceso de la evolución. El Jesús histórico no agotaría todas las formas posibles de manifestación del Cristo cósmico. Algo similar ocurre con Sidarta Gautama.

        Pertenece a la comprensión cristiana decir: todo ser humano ha sido tocado por el Hijo de Dios encarnado. Lo que se atribuye a Jesús, por tener nuestra naturaleza, se puede atribuir de una manera propia a cada ser humano, formado a lo largo de millones de años de historia cósmica.

        Concretamente, en él y en Buda están presentes todas las energías y los elementos fisicoquímicos que se forjaron en el corazón de las grandes estrellas rojas antes de que explotaran y lanzaran por todo el universo tales elementos, como fósforo, calcio, hierro y otros.

        Dado que el universo no solo tiene exterioridad sino también interioridad, podemos decir que la profundidad psíquica de ellos está habitada por los movimientos más primitivos del inconsciente colectivo con sus arquetipos ancestrales.

        Sin estas determinaciones no serían tan concretos como lo fueron. Detengámonos brevemente en la figura de Jesús, pues él forma parte de nuestro hogar espiritual.

        Pierre Teilhard de Chardin (+1955) vio la inserción cósmica de Jesús, llamado Cristo, y acuñó el término “crístico” distinguiéndolo de “cristiano”. Lo “crístico” es un dato objetivo de la creación en evolución. Cuando llega a la conciencia en el hombre Jesús, lo “crístico” se convierte en “cristiano”, que es lo “crístico” concientizado.

        En otras palabras, el Jesús histórico no agota todas las posibilidades contenidas en lo “crístico”. Lo “crístico” irrumpió en Jesús, pero también puede surgir en otras figuras y se encuentra en la raíz de todo ser.

        Para entender tales afirmaciones necesitamos aclarar la palabra “Cristo”. No es un nombre sino un adjetivo que se le atribuye a una persona. “Cristo” en griego o “Mesías” en hebreo significan “ungido”.

        “Ungido” es la persona designada para realizar una misión particular. El rey, los profetas, los sacerdotes eran “ungidos” para desempeñar sus misiones específicas. Pero cada persona individual también es un “ungido” pues tiene su lugar en el plan divino. Jesús fue llamado el “Cristo-ungido” debido a su obra redentora y liberadora, realizada de manera ejemplar.

        El budismo conoce un camino semejante. Primero existió Sidarta Gautama, el ser histórico que vivió seiscientos años antes de Cristo. A través de un proceso de internalización y ascesis llegó a la “iluminación”, que es una inmersión radical en el Ser. Luego comenzó a ser llamado “Buda”, que significa el “Iluminado”. Pero esta iluminación ―ser Buda―, no es monopolio suyo. Se ofrece a todos. Existe, por lo tanto, la “budeidad”, esa realidad radical que puede autocomunicarse de muchas maneras con las personas. Buda es una manifestación de la “budeidad”, que es la más pura luz, la esencia del Sin Nombre. Es un “ungido”.

        Como podemos ver, el contenido concreto de “Cristo” y de “Buda” remite a la misma realidad “crística”. Ambos revelan al Ser que hace todo lo que existe. Sidarta Gautama es una manifestación del Cristo cósmico como lo es también Jesús de Nazaret. O Jesús de Nazaret es un “Iluminado” como Buda.

        Expresiones singulares del Cristo cósmico o de la Iluminación son figuras como Krishna, Francisco de Asís. Mahatma Gandhi, el Papa Juan XXIII, Mons. Helder Cámara, la Madre Teresa de Calcuta, la Hermana Dulce entre tantos y tantas. Ellos y ellas no agotan las posibilidades de esta sublime realidad “crística”. Ella se da en todos. Pero en estas personas ganó tal densidad que se convirtieron en referencias y arquetipos-guía para muchos.

        El conocido maestro yogui de Brasil, Hermógenes, ya fallecido, sin caer en el sincretismo fácil, a partir de una profunda experiencia espiritual de unidad con el Todo, creó la siguiente fórmula como “Gloria al Uno”:

        “Pedí la bendición a Krishna y Cristo me bendijo. Oré a Cristo y Buda me atendió. Llamé a Buda y Krishna me respondió”.

*Leonardo Boff es teólogo, filósofo y escritor.

Traducción de Mª José Gavito Milano

6 comentarios

  • M. Luisa

    Un artículo que no me convence, pues Boff siguiendo a Teilhard de Chardin  nos viene a decir que la historia es una especie de continuación de la evolución y si mi interpretación no yerra, pues leí a Teilhard hace bastante tiempo, pienso que se trata de dos cosas completamente distintas. Teilhard  ha visto el problema del despliegue entero de la humanidad sobre la tierra como una marcha evolutiva desde los primeros tanteos de la vida sobre la Tierra hasta ese célebre Punto Omega en el que él centra la evolución. Ahora bien, desde la crítica,  se ha visto que   el punto sobre el cual gira la evolución está en la virtualidad potencial de la materia, y el punto sobre el cual gira la historia de la especie humana  no es el despliegue de un germen sino  la determinación  de posibilidades de vida. La evolución afecta a la naturaleza, la historia afecta a la vida del ser humano en la Tierra. Por tanto sin esta distinción  me cuesta entrar en la   deriva teológica que emprende Boff.

  • Jorge

    Poco sé, poco he leído, y escasa experiencia he tenido sobre el diálogo interreligioso e intercultural, y mi interés sobre el tema es reducido, por lo que poco puedo hablar sobre él. Todo lo que puedo decir es que me gusta la maravillosa diversidad humana, en el respeto escrupuloso de las diferencias. Quizás por ello no me gustan las propuestas que intentan cierto sincretismo religioso, ni siquiera en orden a la comprensión mutua, mucho menos cuando se trata de conseguir una amalgama religiosa indiferenciada. Prefiero que cada religión presente con claridad sus posiciones, propuestas u ofertas propias diferenciadas tal cual, y ver en un diálogo abierto, sin pretensiones de poseer verdades absolutas, cuáles son compartidas y comunes, y cuáles no.

    Tratar de introducir el concepto o la idea del “Cristo Cósmico” no lo veo nada fácil ni en el budismo ni en el cristianismo, así que a esta idea no le veo más recorrido, si tiene algún éxito, que formar una corriente de opinión teológica, o peor aún una secta a lo New Age, o apurando un poco una nueva religión de corte sincretista.

    Y es que la idea del Cristo Cósmico tiene difícil encaje con la encarnación/resurrección de Jesús de Nazaret, única e irrepetible, que es central en la fe cristiana. Jesús no es una emergencia de la evolución, entre otras muchas posibles, de ese supuesto Cristo Cósmico pre-existente y en formación evolutiva. Que el desarrollo evolutivo de nuestra especie culmine en una Noosfera a modo imaginado o intuido por T.Chardin, en mi opinión sólo podría incorporarse a la fe cristiana si se tratase solo de la humanidad y con ella su medio natural o cósmico, pero nunca colocar lo divino o a Dios incluido en ella, como parte de ella en formación, sino justo al revés, culminar la evolución natural y humana en Dios, que no es lo mismo.

  • Santiago

    Existe un destello “cósmico” de Dios en cada cosa, en cada persona, en cada acontecimiento…que nos aproxima y que lleva el sello de la Revelación total que se realizó en el Jesús histórico que nació en el tiempo asumiendo nuestra propia humanidad…Es a este Cristo total lo que cada circunstancia y cada acontecimiento nos impulsa… hasta que lleguemos a nuestro destino final… Y hablando de las religiones no cristianas el Concilio Vaticano II afirma:

    “La Iglesia Católica no rechaza nada de lo que en estas religiones hay de santo y verdadero. Considera con sincero respeto…los preceptos y doctrinas que…no pocas veces reflejan un destello de aquella Verdad que ilumina a todos los hombres. Anuncia y tiene obligación de anunciar constantemente a Cristo, que es el camino, la verdad y la vida (Jn. 14,6) en quien los hombres encuentran la plenitud de la vida religiosa y en quien Dios reconcilió consigo todas las cosas (2 Cor. 5,18-19) (Conc. Vat. II, “Nostra Aetate”, No. 2, BAC pag. 727)

    Un saludo cordial

    Santiago Hernández

  • Juan Manuel Fernandez Rodriguez

    Leyendo el artículo de Boff me pregunto si el “ungido”, “los ungidos” están libres de pecado, entendido el pecado, no solamente como la capacidad humana de pecar, de hacer daño, o sufrir y hacer sufrir, sino entendiendo el pecado como pasión (envidia, gula, avaricia…) y me pregunto también si fueron personas humanas liberadas de las heridas de nuestra infancia, esa infancia en la que todos/as vivimos momentos de dolor inmenso sin poder poner significado racional (palabras) a las experiencias desagradables intensas, vividas en el cuerpo y las emociones. Són por tanto seres iluminadas como Buda o Jesús humanos con pasiones, o  son los creadores del mundo, es decir, Dioses y por tanto libres del dolor humano y revestidos por la iluminación de bienestar puro. Querer entender el ser profundo que somos, nos puede llevar a la iluminación? Una iluminación no exempta de dolor y placer? Cordialmente,

     

    Juan Ma Fernandez Rodríguez

  • Carmen

    Es curioso el artículo. Para mí que es justo lo contrario a la cristosfera que planteaba T. De Chardin al final. Su cristosfera partía de dentro hacia afuera, partía de Cristo cuando nació y poco a poco se extendería hasta dominar el pensamiento humano.

    Aquí estaba en el interior de las estrellas rojas, en ese polvo de estrellas del que proviene casi todo, nosotros también. Me encanta pensar que soy polvo de estrellas y que al final volveré al sitio de donde procedo.

    Y claro, allí también es estaban los átomos que originarían a Buda y demás , todos venimos del mismo lugar, después de un proceso evolutivo realmente mágico, porque para mí, todo lo que no llego a entender es pura magia. Los matemáticos lo llaman teoría del caos. Me gusta esa denominación porque mi cabeza es un puro caos. Y me rindo. Y me maravillo ante el universo y ante todo. También ante un mosquito que el otro día nombraba alguien. Para mí también un mosquito es una obra de arte, a pesar de los picotazos que dan. Uf.

    La vida en una obra de arte enterita, pero no puedo entender cómo es posible que haya surgido. Me rindo. Cuanto más leo sobre el origen de la vida, más dudas me surgen. Y eso me lleva a pensar que quizás, no sé, algo hay que no tenemos ni idea de lo que es, algo que nos supera y nos trasciende y que llamamos Dios. Cada cultura lo imagina a su aire. Pero no creo que ninguna esté en lo cierto.

    Y luego está esa tendencia al bien y a la belleza que todos llevamos dentro , aunque somos sumamente bestias y contradictorios. Eso me hace pensar que ese principio creador es , digamos bueno y constructivo. Porque si no, como se puede explicar tanta belleza que nos rodea?

    La verdad, me da un poco igual buda, Mahoma y demás. Creo que mi Jesús imaginario está en consonancia con la belleza interior del ser humano.

    Suficiente para mí.

    Entender? Nada, en absoluto. Ni o que dice T de Chardin, ni lo que dice el señor Boff.

    • Santiago

      Muy bueno su comentario. ¡Enhorabuena!
      Sin olvidar que el “caos” inicial del Universo dio lugar a formas maravillosas de vida, entre las cuales sobresale nuestra humanidad donde reside un desborde del toque divino.

      Saludos cordiales

      Santiago Hernández