Hace ya ocho años publiqué un librito con el título Lo que creo que creo (ed feadulta) en el que reunía mis reflexiones al jubilarme y repensar la teología que había estudiado hacía más de 20 años. Durante estos últimos años se han producido profundos cambios socioculturales –“Paradigmas emergentes” decimos en un grupo de estudio– y ya próximo a la hora de la verdad me pregunto: Y ahora… ¿qué creo?
Quiero compartir estas reflexiones resumidas para compensar mis limitaciones con otros puntos de vista.
Límites del conocimiento
Creo que tenemos tres vías de conocimiento: la experimental, la racional y la intuición (percepción que se identifica con lo conocido). Simplificando mucho: la ciencia, la filosofía discursiva (vías aristotélicas, esprit de géométrie, que tratan de demostrar) y la sensibilidad ética, estética o mística. (vía platónica, esprit de finesse, que solamente pretende mostrar, desvelar aletheia la evidencia). Y sabemos que lo más importante en esta vida –dignidad humana, amor, justicia y el mismo principio de no contradicción– no se demuestran; se perciben por vía intuitiva. Descartes primero constató que pensaba y de ahí dedujo “luego existo”.
Las tres vías son válidas pero limitadas, y deben complementarse para rectificar sus inevitables errores y desviaciones. Incluso así, no estamos capacitados (al menos en el estadio actual de la evolución) para comprender la realidad en sí misma, porque la realidad rebasa nuestras limitaciones de espacio-tiempo; sólo podemos vislumbrarla intuitivamente y aspirar a una explicación más o menos coherente de nuestra situación en esa realidad.
La cultura occidental ha valorado el conocimiento experimental y el racional; en cambio la sensibilidad intuitiva destaca más en la cultura oriental, y creo que también es la característica tanto de las personas sencillas como de las geniales. Las personas sencillas pueden equivocarse con la letra, pero aciertan con la música; los “ilustrados” acertamos con la letra, pero desafinamos con la música. Dios se manifiesta a los sencillos (Mt 11,25).
Creer no es saber y, menos aún, demostrarlo; creer es adherirse a una explicación –o a un comportamiento– conscientes de que es una explicación inevitablemente parcial y progresiva, pero nos parece la explicación más adecuada dentro de nuestras posibilidades, y la que coordina mejor los resultados de estas tres vías del conocimiento.
La conciencia
En la portada de aquel librito plasmé su mensaje principal: un puente de tablas sobre un abismo; las débiles barandillas de cuerda eran las creencias, el suelo de tablas era la conciencia ética. La imagen me vino quizás por aquel puente de tablas en Mozambique, hacia 1994; lo atravesamos reponiendo tablas en los huecos que se habían producido.
Hoy me reafirmo. Están cambiando las creencias –las explicaciones– pero mi apoyo más firme es mi conciencia; sé que tiene mucho de subjetivo, que necesita ser completada, pero es la base más sólida por la que puedo avanzar.
Puedo rebatir o dudar de muchas explicaciones filosóficas o religiosas –¿dualidad o no dualidad?– pero no puedo dudar del sufrimiento humano. No puedo dudarlo: aliviar ese sufrimiento es mejor que provocarlo, la empatía compasiva es mejor que el egoísmo. “No quieras para tu prójimo lo que no quieres para ti”, es la regla de oro tanto para laicos como para creyentes de cualquier religión. Esto es algo objetivo, no mera educación o consuelo de débiles.
Un fundamento
Entramos en el terreno de las explicaciones; necesitamos las barandillas del puente para caminar con más seguridad y no ceder al vértigo. He sentido ansiedad al atraversar un puente de cristal. El proceso evolutivo nos ha capacitado para salirnos del presente y proyectarnos hacia el pasado y hacia el futuro, para preguntarnos cómo funcionan las cosas y por qué funcionan, para ampliar nuestro horizonte más allá de las nubes y de las galaxias. Sin embargo no ha conseguido –al menos por ahora– darnos respuestas definitivas a las preguntas más radicales.
¿Por qué existe algo en vez de nada? ¿Por qué la generosidad es mejor que el egoísmo? ¿Por qué es malo abusar de los débiles? ¿En qué consiste el amor?
Cada cultura, y cada época, ha tratado de responder a estas preguntas y ha explicado el fundamento objetivo de esas cuestiones según los conceptos elaborados por su propia filosofía y sus experiencias éticas o místicas.
Creo que, mayoritariamente, los que han admitido la necesidad de ese fundamento, lo han concebido como Dios, como un ser necesariamente distinto (porque si fuera igual no serviría de fundamento último) pero necesariamente semejante (porque si fuera totalmente distinto no podríamos pensarlo).
Este Ser y fundamento, visto desde lo racional, es un postulado, un misterio, que ha sido confirmado por la intuición mística y ética de muy diversas culturas. Se ha dicho, con razón, que cada uno de nosotros tiene su propia idea sobre Dios.
En qué Dios creo
El acuerdo más común sobre Dios es que es un misterio indecible. La teología oriental y los místicos tienden a la teología apofática, que se refiere a Dios por negación de los atributos humanos (derivados de nuestra limitada experiencia); la teología positiva prefiere considerar el sentido analógico de los atributos humanos, y después de afirmar algo sobre Dios tiene que reconocer que “tampoco es eso”.
El dilema principal se presenta entre una Realidad única o dual, y entre un Dios personal o impersonal. Actualmente se está extendiendo la idea de la no-dualidad, pero muchos de sus defensores explican que no se trata de un monismo sino de una única realidad fundamental que se manifiesta en diversas formas; “La ola es el mar; pero el mar es más que la ola”. La intuición mística se nos presenta como unidad, pero nuestra mente sólo puede pensar en forma dual.
Creo que Dios tiene, o supera, los atributos personales –conocimiento y amor– pero no es un individuo (una persona considerada independientemente de los demás); me gusta considerarlo como “energía lúcida”.
La imagen más entrañable, a la que no quiero renunciar, es el acercamiento a Dios como Padre, sin embargo, creo que la imagen más adecuada a nuestros tiempos es la imagen bíblica de Dios como Espíritu. “Padre” acentúa la dualidad y la distancia; el Espíritu es común a todos nosotros en cualquier tiempo y espacio, pero se diferencia de nosotros.
Actualmente va difundiéndose una concepción de Dios “no teísta”. No niega su existencia, pero defiende a ultranza la auto-nomía humana y rechaza cualquier intervención de Dios en el mundo, especialmente la hetero-nomía y los milagros. Una total autonomía del hombre sería contraria al mensaje del evangelio y nos llevaría a un orgulloso pelagianismo y, lo que es socialmente peor, a las dictaduras de los más poderosos.
Creo que algunos autores consideran que la acción de un Dios trascendente invadiría la autonomía inmanente del hombre; sin embargo, la trascendencia de Dios no excluye su inmanencia en el universo y en el hombre. “Intimior intimo meo” (más íntimo que mi misma intimidad) reconocía san Agustín.
Dios es el fundamento de la existencia y de la actividad del hombre, y además lo trasciende. Creo recordar que Lenaers, autor consagrado en esta línea, rechazaba la hetero-nomía pero también la mera auto-nomía, y prefería considerarla teo-nomía, porque Dios es inmanente en el hombre.
Creo en el Dios de Jesús; él lo sintió en su experiencia del Jordán como amor de Padre que le enviaba a anunciar la Buena Noticia de la liberación a sus hijos marginados y oprimidos (Lc .4,17-21). Dios es amor; nosotros tratamos de explicarlo con nuestras categorías actuales, pero sólo comprenderemos a Dios -los cristianos o cualquier ser humano- en la vivencia del verdadero amor.
(Seguiré reflexionando sobre Jesús y la Iglesia, de la que formo parte)
Gonzalo Haya
gonzalohaya@telefonica.net
Quisiera comentar lo que para mí significa “vivir” en la dirección hacia la Plenitud, interpelado sobre todo por Carmen, con el resumen numerado de Oscar, y también Pilar, Asun, … Mi estructura, intereses, mis esfuerzos …, están centrados y concentrados en justificar del modo más coherente posible, con argumentación lógica y racional, mi decisión de fe. Es un trabajo marcadamente teórico, dejando la praxis siempre para más adelante. Sé que no lo puedo abarcar todo, que en el campo de la praxis me muevo con dificultad, pero entiendo que si la teoría no se lleva a la práctica, pues por muy coherente, racional y justificada que esté, la teoría queda muerta y la Plenitud no avanza. Me justifico a mí mismo diciéndome que ya lo harán otros, mucho más capacitados que yo en la praxis, pero por otro lado entiendo que una teoría por muy excelente que sea, si el que la defiende no lleva una vida coherente con ella pierde credibilidad y capacidad de transmitirla a los demás, pues esto solo se consigue con el ejemplo, ejemplo de vida coherente entre lo que dice y lo que hace.
Me pregunto: ¿qué es lo esencial lo principal y primero en la praxis hacia la Plenitud? Y la respuesta evidente para mí son las relaciones personales próximas. Las relaciones con las personas concretas con las que convivimos, con los amigos/as que frecuentamos, con los compañeros/as que compartimos actividades, con todos/as aquellos/as que nos vamos encontrando en la vida de cada día … En esas relaciones próximas tiene que verse claramente la práctica los valores de la Plenitud. Tienen que verse la justicia, la paz, la libertad, …, el amor. Y esto ¿cómo se hace? ¿cuáles son los impedimentos, las resistencias nuestras y las de los demás, para que esto no suceda, para que no fluya con naturalidad?
He leído reiteradamente que si nosotros no estamos llenos de justicia, paz, amor… no podemos darlo y en consecuencia primero tendremos que esforzarnos en llenarnos a nosotros mismos de ellos. Sin embargo, pienso que es mal asunto centrarnos en nosotros mismos, examinándonos de continuo si hacemos bien o mal, sin mirar siquiera a las personas que tenemos delante. Nunca nos vamos a sentir suficientemente llenos o capacitados para la práctica de la Plenitud. Por ello pienso que no debería esperar a llenarme sino lanzarme a la práctica, aunque lo haga mal, equivocándome, pues de los errores también se aprende.
Mis circunstancias actuales son claramente de transición pues la muerte de mi mujer marca el comienzo de una nueva vida necesariamente. Mis relaciones personales son prácticamente nulas. He estado más de 20 años centrado en mi mujer a su cuidado, en una vida juntos siempre progresivamente más y más limitada. Ahora estoy en un tiempo de reposo, tiempo de encontrar serenidad y equilibrio, un tiempo necesario que se romperá a principio de Mayo al tener una reunión de mi extensa familia en Barcelona. Allí espero estar varios meses disfrutando si lo consigo de mi nueva libertad, pues no tengo ningún compromiso que atender. Luego a Madrid pues allí también tengo familia y proyecto lo mismo, permanecer un tiempo largo. Luego regresaré a Tenerife a casa, porque quiero tomar mi vida con plena independencia. Considero que el arranque de mi nueva vida será a partir de este punto. Tendré que estar disponible abierto a posibles relaciones personales dejándoles entrar en mi vida. ¿Seré capaz en ellas de poner en práctica la Plenitud? Bueno espero que mis dos grandes amores ausentes, Jesús y mi mujer, me echen una mano.
Carmen, tu comentario dice mas claro lo que yo trate de decir de forma tan rebuscada
Me ha gustado su artículo. Me ha hecho pensar, usted y todos los que han comentado.
Es que somos personas muy distintas. Bueno, quizás la que más se aparte de la la norma de este grupo sea mi persona. Y la razón está clara, no tengo estudios teológicos, salvo alguna cosa que he leído. Tampoco mi relación con la iglesia ha sido nunca demasiado estrecha. Se nota un montonazo. Pero me gusta leerles, aprendo cosas y como me gusta hablar, pues no me cortó un pelo.
Creo que caigo en un montón de herejías, según esa carta que han recomendado leer. Pero claro, está dirigida a los obispos, supongo que será una guía para ellos. Yo no soy obispo.
Pero las personas de a pie, como yo, ya va siendo difícil que aceptemos que digan lo que es bueno pensar y lo que no es bueno. Nos lo pueden decir, otra cosa es que nos convenzan. Por eso me gusta atrio, se leen cosas diferentes y puedes avanzar un poquito en saber qué es en realidad lo que crees o no crees. Y estas son mis conclusiones, a día de hoy. Mañana, no sé
Pienso que existe algo que ordena el universo.
Sé que para mí va a ser imposible tratar de entender qué es, cómo es, lo que le agrada y lo que no le agrada.
Reconozco a Jesús de Nazaret como una persona que logró una comunicación con ese algo que llamamos Dios. Me gusta lo que cuentan de él.
No creo que el sufrimiento acerque a nada bueno y estoy convencida que la lucha contra él nos hace mejores personas y que fue lo que Jesús nos quiso decir.
Creo que todas las cosas bonitas de alguna manera te hacen sentir a ese Dios desconocido más cerca. Hay millones de cosas bonitas, millones.
Creo que nosotros hemos construido una sociedad muy injusta y que Dios no ha tenido nada que ver. Es responsabilidad nuestra. Para mí no existe ninguna relación entre el Mal y Dios. Eso es para mí axiomático.
Creo que somos seres vivos privilegiados porque podemos reflexionar sobre nuestras acciones y tenemos capacidad para hacer obras de arte maravillosas.
No sé qué habrá después de la muerte, si el vacio absolutoo algo más. Tampoco me importa.
Doy gracias a la Vida con mucha frecuencia por haberme permitido formar parte de ella.
Pues fíjese la de herejias que habré dicho en este texto, pero…
Gracias por su artículo, es de los pocos que he leído donde el autor no solamente da respuestas, sino que también se hace preguntas .
Un saludo cordial.
Agradezco a todos vosotros vuestros comentarios porque soy muy consciente de mis limitaciones (y de las vuestras, que todo hay que decirlo) y deseo ampliar en lo posible mi (nuestro) horizonte. A veces he dicho que Dios es como un diamante poliédrico y que cada uno sólo logramos ver las facetas asequibles desde el punto de vista desde el que partimos. Yo también digo que “quiero que me digan lo que no me gusta oír”.
Saco la impresión de que todos estos comentarios muestran una creencia en dios, llámesele fe, sentimiento, o lo que sea, y que buscamos -o ya no buscamos- la forma de entenderlo y explicarlo. Creo que predomina lo que yo he llamado (por ponerle un nombre) la vía intuitiva. Yo lamento sentirme un poco atrapado por la vía discursiva, que es más lenta, pero el contacto con la vida y con los amigos me ha ido abriendo de algún modo a la vía intuitiva. Pero creo que las tres vías son complementarias.
Somos seres abiertos a la trascendencia, pero ésta nos supera y no logramos explicarla. Nos expresamos a veces en forma contradictoria por que partimos de dos puntos de vista, desde nuestra actualidad y des ese algo que nos trasciende (que ya está en nosotros pero todavía no plenamente); pero los caminos que parten desde esos dos extremos no logran encontrarse (al menos en este estadio de la evolución). A veces me pregunto ¿el mensaje del evangelio es un humanismo? Creo que es un humanismo profundo pero que supero el humanismo corriente que vivimos, como el amor supera a la justicia. Lo dejo porque este es un tema cultural que me supera. Gracias de nuevo a todos. Si no hay inconvenientes completaré estas reflexiones con los temas anunciados.
Si lo apuntado por Carmen , el amor como cosa bonita, la puesta de sol como cosa bonita, etc., nos inunda de paz y plenitud, no crees Asun que es en virtud de esta nuestra sensibilidad lo que nos sumerge más y más en el espacio y el tiempo? ¡No nos deja fuera de él! Sino que constituye el ámbito donde fluye precisamente la sensibilidad humana que al enfrentarse con la realidad de las cosas, también inmersas en él, las hace ser en propiedad, es decir, ser ellas mismas que siempre son más de como las vemos.
Esto también parece que lo diga el propio autor del artículo al hablar de rebase. Sin embargo el rebase del cual habla no sólo no nos limita, cosa que para él es así, sino que como he dicho más arriba nos sumerge más y más en el ámbito de las posibilidades (margen de trascendencia) y de la creatividad humana… no sólo se trata de espacio y tiempo sino también de materia. Bien, sólo quería, por el momento, detenerme en este punto. Pienso que es importante.
Ayer, día atareado, llegada la noche, me asomé a Atrio. Cansada, M Luisa, aplacé mi comentario a hoy.
En principio, parece que hablamos desde dos miradas diferentes, en las que encontramos y nos dan sentido. Pero no sé por qué, no lo creo así.
Con esto no intento, porque no es mi interés, tampoco soy capaz, de anular uno u otro modo de vivirlo, expresarlo y razonarlo. Personalmente me ayuda a tomar más consciencia de las limitaciones, y en especial de sus consecuencias, porque sé, por experiencia, que si me aferro a lo que creo mi “verdad”, que pasa bastante a menudo, noto que se me entumece el asombro ante y en la vida, dispuesto, sin embargo, a sacudirme en cualquier instante, si la observación atenta, se torna presencia.
Por lo que digo fuera del espacio y tiempo, en donde todo se hace presente, lo observado y el observador se hacen uno, conectando en y con la Presencia, al hacerse transparente al testigo, inmanente, transciende. Ahí ya no hay nadie con nombre, apellidos, dolores, molestias, prejuicios, rencores…etc … sino paz y plenitud.
Es quizá lo que en realidad somos, desapareciendo al querer asirlo para sí. Sin duda, la intervención del ego fuera de la función que le es propia a la mente, lo magnifica y recrea, obstruyendo la emergencia consciente de nuestra verdadera identidad: ¿Quiénes somos?
¿Quién soy? ¿Y de ahí, desde dónde vivo? ¿Me reconozco en los demás? ¿En todo otro?
Digamos que al salir de uno/a mismo/a, del nivel egoico, topamos de modo inmediato y directo con lo que siempre ha estado ahí, fuera y dentro de nosotros sin separación alguna: La Belleza, la Bondad, la Creatividad en toda su potencialidad. Y Aquello que los une y conecta.
Me he extendido demasiado. Gracias. Un fuerte abrazo, M Luisa. Saludos a l@s atrier@s.
Tu misma lo dices, Asun, al salir del nivel egoico, aunque yo añada a eso que no es que salgamos de él sino que en él nos vamos sosteniendo, topamos de modo inmediato y directo con lo que siempre ha estado ahí, dices. Pues, bien, para mí ese es el campo de realidad al que, por nuestra intelectiva sensibilidad, no sólo sensitiva, estamos sumergidos en el espacio y el tiempo, ¡no fuera de él! Ese es el ámbito que permanece y que según el escrito de M. Lozano que nos enviaste ayer en el hilo de la Tentación Original, llama a esa permanencia Algo. En cambio para mí ese Algo viene a constituir lo que yo llamo Realidad que no es forma sino formalidad abierta, es decir, algo inespecífico que está en todas las cosas reales en tanto reales, en tanto las hacemos trascender…cosas bonitas….
Un abrazo!
Sinceramente, no veo en lo que va exponiendo Gonzalo que esté totalmente identificado con otras maneras de ver, simplemente las expone.
Donde me parece que se implica personalmente, es al decir que cree en el Dios de Jesús y ahí sí que habla de liberación como complicidad de base en la vivencia del verdadero amor (último párrafo).
Hay ahí, entonces, autonomía en el despliegue consciente de la libertad y del amor, pues difícilmente se dan sin consciencia de quién se es de fondo, aunque el impulso y anhelo sentidos no se los apropie, pero tampoco son un reflejo de la voluntad a un mandato prefijado y subconsciente.
Y en cuanto a lo que apunta Carmen, pues sí, todo aquello que nos sumerge fuera del espacio y tiempo, nos inunda de paz y plenitud. Y no nos paramos en querer entender ese estado en donde nada falta y todo es. Por experiencia sabemos, que las palabras y pensamientos lo desvanecen al instante.
Ya me perdonarás, Isidoro, pero te leo una frase que me ha llamado mucho la atención es lo que dices sobre las acciones de los animales. Los animales no realizan acciones. Los animales reaccionan al cúmulo de estímulos objetivos de las cosas. El dar limosna, por ejemplo como tu mismo dices es responder, es considerar la cosa no como objeto sino como realidad. Esta es la diferencia entre el mundo humano y el medio animal.A esto me refería cuando he aunado con el mío el comentario de Carmen.
Claro que el mundo que tenemos parece indicar que el animal humano todavía no está humanizado del todo, pero con esto ya entraríamos en otra cuestión
Gonzalo, he seguido tus publicaciones, he visto tus conferencias e intervenciones y ahora esta confesión y creo que eres un buen hombre, sincero y que como decía Unamuno de sí mismo, cito de memoria, ” más que un hombre al uso que conoce su doctrina, me considero, en el fondo, un hombre bueno…”. Adelante no tengas miedo, creo que vas bien encaminado.
Nuestra total autonomía no es en absoluto contraria al mensaje del evangelio, precisamente consiste en ser la buena noticia que nos trae. Ahí estoy de acuerdo con Jorge y el elemento nuevo que necesitamos son las cosas de las que nos habla Carmen. Ellas hacen de nexo para lograrla. Es lo que se quiere decir cuando nos referimos a nuestra realización
Hay una afirmación en la exposición de Gonzalo que quiero comentar. Dice que: “una total autonomía del hombre sería contraria al mensaje del evangelio, y nos llevaría a un peligroso pelagianismo y lo que es socialmente peor, a las dictaduras de los más poderosos”.
¿La total autonomía del hombre contraria al mensaje del evangelio? Ni opinión es la opuesta, la total autonomía humana es indispensable y completamente necesaria para toda liberación y libertad, para poder asumir con coherencia y responsabilidad los diversos compromisos que implican nuestra decisión de fe. Y si hay un mensaje central en los evangelios es la libertad humana y la liberación de todas sus esclavitudes, que concluyen en el Reino de la Plenitud Humana anunciado por Jesús.
¿La total autonomía humana lleva a lo que es socialmente peor, a las dictaduras de los más poderosos? Al contrario, toda dictadura solo puede sostenerse arrebatando la autonomía de sus súbditos, quitándoles toda la libertad que puedan, y a la imposición de sus objetivos e intereses y en contra sus disidentes, a menudo violenta. Revindicar la plena y total autonomía humana no excluye de ningún modo el respeto y la colaboración con los demás en empresas comunes, si esa autonomía y libertad se hace extensiva y por igual a todos sin exclusiones.
Es cierto que si un ideal, por muy hermoso que sea, se transforma en una ideología sociopolítica tiene el serio peligro de derivar hacia una dictadura, y como ejemplo las diversas dictaduras ideológicas del s. XX y la del populismo del XXI. Pero no toda utopía que inspira para mejorar el mundo tiene necesariamente que derivar en dictadura. Esto se debe a un apresuramiento del hacer efectiva aquí y ahora la utopía sin contemplaciones, sin en el respeto a los derechos de los demás sobre todo de los disidentes, utilizando todos los medios al alcance aunque sean violentos. El resultado de este apresuramiento es el fracaso de la utopía, pues en el mejor de los casos de esta forma solo podrá conseguirse alguna cosa para unos cuantos, el resto queda fuera.
¿La total autonomía humana lleva a un orgulloso pelagianismo? No veo ninguna razón para ello, a no ser que derive hacia el pensamiento de que el ser humano es capaz de cualquier cosa, y que no necesita de la ayuda de Dios ni de nadie ni de nada, para conseguir sus fines. Pero esto no es consecuencia necesaria de la plena autonomía humana que no hace ninguna referencia a las capacidades humanas, y menos como superhombre con superpoderes, sino a la autonomía y plena libertad de sus decisiones, dentro de las circunstancias, condiciones y capacidades que tiene a su disposición. No más de las que tiene.
El ideal utópico de la Plenitud Humana tiene un carácter laico y profano, y por ello los que compartimos este ideal de un mundo mejor hacia su plenitud podemos colaborar y compartir esfuerzos, independientemente de las creencias o posición en las filosofías de la vida. Y está bien. Pero ¿algún día lo alcanzaremos? Y aquí si puede colarse el orgulloso pelagianismo, y decir sí nosotros solos sin ayuda de nadie lo conseguiremos. Yo dudo mucho que esto sea posible, pero me callo y no trato de sembrar dudas a los que de buena voluntad colaboran.
Por esto al carácter laico y profano que tiene el ideal de la Plenitud Humana le añado un carácter religioso y sacro. Tengo una fe confiada en que Dios, manifestado en Jesús, está profundamente implicado en esta empresa de la Plenitud Humana. Con lo cual no estamos solos, solos no podemos, pero espero vivamente que Dios haya tomado partido y saque su proyecto adelante, que es en definitiva para mí la gran obra creadora de Dios.
Hola!
¿Qué creo que creo?
…………………..
A- ¿No resulta una exagerada distorsión acotar el Asunto a lo “religioso”?
B- Por ejemplo, un poquito más abajo se nos han numerado
Cosas bonitas:
1- El amor
– a los hijos,
– a los amigos,
– a tu pareja…
…………………..
2- Una puesta de sol,
3- el amanecer,
4- el mar,
5- el sol,
6- la lluvia,
7- la nieve,
8- la luna,
9- las estrellas fugaces,
10- la osa menor,
11- la orilla del mar,
12- la brisa fresca en verano,
13- la sombra en verano…
…………………..
14-La empatía,
15- el echar una mano a alguien que sufre por un motivo u otro,
16- colaborar en proyectos,
17- bailar, caminar…
…………………..
18- Oír
– a Beethoven,
– a Eric Clapton,
– a Chopin,
– a Pink Floyd…
– …………………..
19- Leer
– a Galdós,
– a Neruda,
– a Henry James…
…………………..
20- Ver
– Casablanca,
– el hombre de la Mancha,
– ciudadano Kane,
– 2001 …
…………………..
21- Ver crecer a tus hijos,
22- conocer a tus nietos,
23- la niñez,
24- la vida de familia…
…………………..
En fin.
La fe para mi no es tanto un conocimiento sino un renacer en la humanidad de Jesus.
Como Gonzalo, coloca el suelo que sostiene su fé es la ética fraterna, sigo reflexionando sobre sus preguntas: “¿Por qué la generosidad es mejor que el egoísmo? ¿Por qué es malo abusar de los débiles?”.
Yo estoy también de acuerdo con Gonzalo, pero quisiera saber que fue primero: ¿el huevo o la gallina?. Puede parecer inútil esa reflexión, pero desgraciadamente el orden de los factores, muchas veces altera y mucho el producto.
Todos nos consideramos buenas personas. Pero la cuestión es, ¿qué es ser buena persona? ¿hacer buenos actos? ¿o son buenos, los actos de las buenas personas?.
Quizás con el ejemplo de un animal, nos será mas claro. ¿Qué es un buen caballo? ¿El que da limosna? ¿el que sabe leer? ¿el que sabe latín?. Parecería que un buen caballo es el que realiza bien, las acciones propias de un caballo. El que actúa conforme a su naturaleza.
Afortunadamente para los caballos, ellos no tienen ninguna duda sobre su naturaleza. Actúan siguiendo literalmente sus instintos, aunque también ellos en una pequeña parte, aprenden algunos comportamientos nuevos, que les pueden ser favorables.
Los humanos, somos seres racionales, al tiempo individuales y sociales, tenemos dentro de nuestra naturaleza una serie de contradicciones internas, entre nuestra mente consciente autónoma y autoreflexiva, y por otra parte estamos muy ligados a la sociedad en la que vivimos, a la mente grupal, que ha dirigido nuestra vida durante todo el Paleolítico.
Por una parte, todos tenemos unas “intuiciones” personales, de lo que consideramos deseable, los “valores”. Como dice Gonzalo: “Sabemos que lo más importante en esta vida –dignidad humana, amor, justicia y el mismo principio de no contradicción– no se demuestran; se perciben por vía intuitiva”.
Pero por otra parte tenemos todos unos instintos individuales de supervivencia, muy fuertes, y que nos condicionan nuestro comportamiento.
Decía Espinoza que “la libertad es la necesidad conocida”, (porque el conocerla es el primer paso necesario para poderla, (a veces), sobrepasar y desactivar).
Esto conlleva que la libertad es un valor deseable que se obtiene solo con el conocimiento de algunos de nuestros condicionantes y de las leyes del Universo que rigen cada uno de ellos. De esa manera ampliamos nuestra libertad, siempre muy relativamente.
La filósofa Helena Cronin, señala cómo, por un lado, “es indudable que la naturaleza humana está fijada: es universal e inalterable, común a cada ser que nace, todo a lo largo de la historia de nuestra especie”; pero, por otro lado, “la conducta humana que esa naturaleza genera es infinitamente variable y diversa. Después de todo, unas leyes fijas pueden originar una interminable gama de resultados”.
Es la mejor o peor capacidad de desactivar ciertos condicionantes lo que ocasiona la variabilidad de la conducta humana, y lo que hace que podamos ser parcialmente dueños de nuestro destino.
De la calidad, (adecuación a la realidad) de los modelos e imágenes mentales de nuestra cosmovisión, dependerá el grado de acierto de nuestra conducta a realizar. Por eso la mayor y primera tarea del filósofo –decía Epicteto- es poner a prueba las representaciones», (los modelos o imágenes mentales de las cosas).
Por eso la ciencia lo tiene que iluminar todo, para aclarar esa realidad que muchas veces es “engañosa” y nos engaña. “Cuando la filosofía pierde contacto con el mundo produce ideas delirantes”.
Karl Jaspers, en 1949, decía: “Se ha dicho que la ciencia destruye la fe. En contra de esto, es para nosotros cierto que ya no hay ni veracidad ni razón, ni dignidad humana sin auténtica ciencia, cuando esta es posible.
Perdida (o ninguneada) la ciencia, crecen los escrúpulos, la media luz, los sentimientos oscuramente edificantes y las resoluciones fanáticas de una obstinada ceguera”.
En resumen, que basarse solo y exclusivamente en unas intuiciones internas, sin comprobarlas con la ciencia exterior, es muy peligroso. Dice Gonzalo que “la sensibilidad intuitiva es la característica tanto de las personas sencillas como de las geniales”.
Yo creo que esa sensibilidad intuitiva, es universal, pus proviene de los depósitos profundos de sabiduría que todos heredamos, lo que pasa es que unos tienen cerrados los canales de comunicación interna de abajo a arriba, y por otra parte, muchas veces esa sabiduría viene mezclada con otro tipo de mensajes instintivos, y de una emotividad sentimental que la puede mixtificar.
Por eso esa sensibilidad intuitiva hay que lavarla y contrastarla con el detergente de la ciencia, para separar la ganga de la mena.
Por eso la gente sencilla, (que tiene muy poca mixtificación cultural, con una serie de conceptos erróneos de la realidad), y lo que llama Gonzalo “geniales”, (que yo creo mas en llamarles auto realizados y humanos maduros), pueden fiarse de sus intuiciones, ya que tienen en su interior una representación suficientemente fiel de la realidad.
Cosas bonitas:
El amor a los hijos, a los amigos, a tu pareja…
Una puesta de sol, el amanecer, el mar, el sol, la lluvia, la nieve, la luna, las estrellas fugaces, la osa menor, la orilla del mar, la brisa fresca en verano, la sombra en verano..
La empatía, el echar una mano a alguien que sufre por un motivo u otro, colaborar en proyectos, bailar, caminar…
Oír a Beethoven, oír a Eric Clapton , a Chopin, a Pink Floyd…
Leer a Galdós, a Neruda, a Henry James…
Ver Casablanca, el hombre de la Mancha, ciudadano Kane, 2001 …
Ver crecer a tus hijos, conocer a tus nietos, la niñez, la vida de familia…
En fin.
Quién no vea la parte buena de la vida, algo me dice que se pierde una parte importante de Dios. No me pregunten por qué. Es pura intuición.
La parte racional, de intentar entender lo que es, bueno, hace tiempo que me rendí. Solamente intento ver dónde puede estar. Y a veces…
Un saludo cordial.
Y defender lo que crees que tienes que defender, pero eso es obvio para un cristiano . No?
Querida Carmen:
Me uno a todas tus aclamaciones y a las de Oscar… de tu primer apartado, y al segundo por supuesto.
¡¡¡Gracias!!!
Un abrazo entrañable.
mª pilar
Besos a los dos.
Decía yo en la reciente reunión de amigos de Atrio en Madrid, que lo que Atrio me ha proporcionado a mí, es un permanente estímulo a la reflexión y la creatividad.
Y este primer artículo de Gonzalo, es un ejemplo de lo estimulante que puede ser. Por lo menos para mí.
De su autoreflexión destacaría dos cosas.
La primera, su idea de que “la sensibilidad intuitiva es la característica tanto de las personas sencillas como de las geniales”. Quizás esa sensibilidad intuitiva”, tenga mucho que ver, con la “teo-nomía, porque Dios es inmanente en el hombre”, de Lenaers.
La hetero-nomía es buscar a “Dios” fuera de nosotros, la auto-nomía, es bastarnos nosotros solos, y la teo-nomía, sería contar con ese “Dios que está dentro de nosotros.
Esa “sensibilidad intutiva” que es universal, aunque unos conectan con ella y otros no, sea esa chispa de “Dios” que tenemos todos en lo mas profundo de nuestra mente, en los circuitos neurológico heredados genéticamente, y que forman parte de nuestra naturaleza humana, aunque tenemos que desplegarla y subirla a nuestra mente consciente.
La teo-nomía, conjuga la aparente contradicción de si contamos con la ayuda directa de un “Dios” teísta, o estamos solos y Dios está ausente. Por eso no es pelagianismo, (que ahora está de moda con la carta Placuit Deo), y de los que ya hablé en sendos comentarios en enero, (10-ene) y febrero, (16-feb) pasado.
La teo-nomía, exige la autonomía humana, la responsabilidad personal por el devenir de nuestra vida), pero “Dios” nos habría dejado codificado en nuestro interior, toda la ayuda que necesitamos de él. Lo que tenemos es que activar y movilizar esos programas arquetípicos deiformes subconscientes, (tipo “Siri”, para entendernos),
La admisión de la teo-nomía, nos evita las controversias bizantinas sobre la naturaleza de “Dios”, y
Lógicamente, si admitimos la teo-nomía como el modelo más realista de nuestra relación hombre-Dios, entonces la religión debe cambiar. Y pasar de un modelo sacramental, basado en la “gracia exterior”, a pasar a un modelo meditativo, basado en el despliegue de esa chispa divina interna, vía intuición o proyecciones del subconsciente hacia la mente consciente.
La salvación” entonces consistiría en el logro de una maduración y auto realización personal, dejando aflorar la personalidad deiforme de que estamos dotados.
Y la segunda es las preguntas que lanza al aire: “¿Por qué la generosidad es mejor que el egoísmo? ¿Por qué es malo abusar de los débiles?”.
Estas preguntas las podemos intentar responder con la razón, o con el sentimiento intuitivo. Es la diferencia entre la ética y la estética. Ambas tratan del comportamiento humano.
Pero la ética debería encontrar el comportamiento adecuado a hombre, vía razón, incardinando ese comportamiento humano ideal, en el marco del objetivo básico y de la realidad de nuestra existencia.
La estética, por su parte, contesta a estas preguntas, de forma intuitiva y sentimental. Es “lo que nos sale de dentro”, lo que “nos gusta”. Pero el método estético, es peligroso, pues a veces podemos tener intuiciones erróneas, o demasiado idealistas, que al final pueden ser contraproducentes.
Sobre estas preguntas comentaré mañana, por no alargarme.
“Creo que tenemos tres vías de conocimiento: la experimental, la racional y la intuición.”
Estoy de acuerdo con mucho de las reflexiones del autor. Pero…
Desde mi punto de vista, siempre limitado. Yo lo veo así.
Tenemos la razón. Que es el nivel de consciencia del ego. La razón descubrió el método experimental, el de la ciencia. Prescripción, experimento y falsación. El método científico.
Luego tenemos lo que el autor llama intuición. que parece que sea independiente de la razón. Y no es así.
La consciencia expandida, engloba razón e intuición. Y es un mirar al mundo y nuestro interior, de un modo mas amplio que con el modo del ego meramente racional.
El que ha trascendido el modo egóico, ve igual, lo que ocurre es que ve mas. Es como ver la realidad subido en un globo. Y a sus semejantes los ve quizá como un adulto ve a un niño. Por ese motivo es mas compasivo y amoroso.
El que busca a Dios tan solo desde su yo racional no lo conseguirá nunca. Porque diga lo que diga la teología racional. Sabemos que Dios. -no es eso…-
La teología racional es útil si se convierte en lo que algún teórico denomina -mandalica-. Y esa teología es la que enseña a buscar a Dios mas allá del ego, que al menos estaremos mas cerca de El, de Dios.
La razón y el ego son importante. Pues es el trampolín desde donde saltar, hacia lo numinoso inefable, todo amor. El Gran Misterio. Y sabemos es todo amor. Porque las leyes del Universo manifiesto al menos. Son el GANA GANA. No es gano yo y pierdes tu.
¿Como trascender el ego?. No devorando libros por importantes que sean, eso es “marear la perdiz” sino con practicas introspectivas espirituales.
Lamento que por haber permanecido en cama desde el pasado día doce y durante los días del grave desencuentro que hemos vivido aquí en Atrio no haya yo intervenido, sin embargo, la presente reflexión de Gonzalo Haya nos remite a nuestra auténtica realidad de “buscadores” dejando muy lejana, y espero que sin efecto, ese juicio acusatorio de que nos confabulamos en oscurecer “la verdad de Jesús”, “oliendo a azufre”, o “soltando bilis”. Otra vez se hizo evidente la quiebra de la relación entre el contenido de lo que realmente se quiere expresar y la falta de conocimentos de los destinatarios a quienes se dirigen los mensajes.
Tener dudas o no tener la capacidad de dar explicación de la fe no significa, (de lo que se nos significa en concreto), que carezcamos de la misma, pues es un don de Dios y no el producto de nuestra razón. Quienes fuimos educados desde pequeñitos en la aceptación de la existencia de Dios a veces no entendemos eso de la dimensión espiritual de la persona, igual que enjuiciamos maliciosamente a quienes militan en su negación.
En los años cincuenta, con once años de edad, me preparaba yo para el bautismo y la primera comunión y era instruido con el catecismo del Padre Astete: ¿Quién es Dios? – Es lo más excelente y admirable que se pueda decir o pensar; un Señor infinitamente bueno, poderoso, sabio, justo, principio y fin de todas las cosas.- Ante tal razonamiento, ¿quién no se sentirá culpable de admitir la más pequeña duda?
Sin embargo, los evangelios nos hablaban del “Dios de Jesús”. Pero estábamos siendo enmarquetados en una “teología conceptual” y sin fisuras, ajena a “la inducción de Dios” que nos ofrecía Jesús, algo existencial, un sentimiento que brota en lo profundo de nuestro corazón, una vivencia, una experiencia transformadora.
Entre el conocimiento y el sentimiento, aunque alguien cifre ese sentimiento como algo estético cifrándolo en lo bello, existe algo y es la intuición, no un mero conocimiento intuitivo, ni tan siquiera “lo que despierta el amor en nosotros”, sino que une en una sola cosa corazón y mente.
Entonces ya no estamos hablando de creencia, sino de la fe que suscita Jesús. Conocer mucho sobre Jesús no significa que tengamos un conocimiento personal de él. Toda ideología comporta una o varias creencias, y por ello las ideologías son casi siempre dogmáticas. La fe que nos ofrece Jesús lejos de exigirnos la adhesión de la mente a una formulación, nos libera la mente y el corazón para una búsqueda incesante. Cuando el dogma se impone a la conciencia, pierde la virtualidad heurística del mensaje de Jesús.
Humildemente ( y a riesgo de equivocarme, como siempre) pienso que Gonzalo no expone ni razona “la fe” que parece algo objetivo, sino “su fe” es decir su creencia y su sentir. Y eso es muy valioso, y muy de agradecer.
Y ante su más o menos segura o insegura pero sincera convicción en “su creencia” , como ante la convicción “atea” o la convicción “agnóstica” , por mi parte no tengo otro sentimiento que el de un silencio respetuoso y de escucha atenta.
Y a lo más, en lo que pueda, intentaré esbozar cuando considere procedente mi “nebulosa” creencia, sin más.
Y tengo la sensación de que cuando en algo creo, suelo creer por encima incluso de mis propios razonamientos y más allá de las propias y ajenas razones.
Quizá porque (no sé si con Ortega y Gasset al que tan bien conoce Oscar Varela) pienso que una creencia tiene una esencia vital y es radicalmente distinta a la idea, al razonamiento escolástico y al argumento. (Distinta, pero no insensible, desde luego)
Así es ELOY!
Pero ¿qué le vamos a hacer?
………….
Pero sin meterme en lo de Ortega, podría colaborar exponiendo:
1- en el Título “¿qué creo que creo?” hay dos usos de “creo”.
– el primero se refiere a una “opinión” personal. Podría ser la “conciencia” a la que apela Gonzalo.
2- El que así fuera se desprende por estar avalado en el gancho interrogatorio. Es un preguntarse básico; esto quiere decir que no-se-está-seguro. En fin: que permanece una sospecha o DUDA.
3- Lo cual mostraría que n/tiempo tiene esa creencia (ESTÁ en ella): la IN-SEGURIDAD.
4- De esta “creencia” abrevan, entre otras, la PosVerdad, la proliferación de las “noticias mentirosas” (fake news), el estar despotricando contra este Gobierno hijo de puta pero voy y lo voto de nuevo, etc.
……………..
En fin, ya dije que Gonzalo cree en la “reflexión”
¿pa’qué molestarlo?
Permíteme Gonzalo de tomar una posición muy crítica con respecto a tu personal exposición de la fe, vamos desde un ateísmo radical, aunque sabes que yo no lo soy sino un hombre de fe católico y activo. Lo quiero hacer porque a mí me gustaría que un convencido ateo, también activo, lo hiciera con mis propias justificaciones de fe, pues de este modo intentaría ajustarlas un poco más, rechazando argumentos propios que no sean válidos para un ateo. Si no te interesa o simplemente no tienes ganas de hacerlo o no quieres o lo que sea, pues pasa de esta crítica y punto.
-¿Por qué Algo en lugar de Nada? Crítica: Es una pregunta mal formulada pues contiene una respuesta implícita. Obliga partir de la Nada para que la pregunta tenga sentido. Si partimos de Algo carece de él. Y pregunto ¿es correcto partir de la Nada? Pues no parece plausible ni evidente.
-¿Por qué es mejor la generosidad que el egoísmo? Crítica: No es una respuesta generalizable, sino que depende de aquello a lo que demos valor, de las circunstancias, objetivos y contexto en los que se formule. Y en el acto de valoración es difícil objetivar, siempre hay componentes subjetivos diversos y divergentes.
–¿En qué consiste el amor? Ciertamente no hay una respuesta suficiente, lo mismo que ocurre al preguntar sobre la conciencia. Pero en mi opinión habrá que esperar el avance acelerado de las Neurociencias, para que se pueda empezar a decir algo puesto que las respuestas del pasado ya no nos sirven. Emitir un juicio sin datos lo encuentro improcedente, como pasa cuando se busca explicación en Dios. No es que al quitar la propuesta de Dios explicativa nos quedemos sin amor ni conciencia, sino lo que digo es que aún no lo sabemos. Y lo que es cierto es que la propuesta de Dios NO EXPLICA en qué consisten ni la conciencia ni el amor. Suponer que son gotas de Dios inmanente en nosotros trae un enjambre de preguntas mucho más complejas que lo que se trata de explicar.
-Defines a Dios como Misterio indecible. Crítica: esto lo mires por donde lo mires no es una definición al estar vacío de contenido y significado. Y a renglón seguido hablas de atributos por vía apofántica o por analogía; pero en qué quedamos ¿es indecible o no? Y añades abordable por intuición mística, pues entonces de indecible nada de nada.
Pero es que sigues añadiéndole cosas:
-Dios como realidad fundamental no-dual, energía lúcida, … ¿sacada de la intuición mística?
-Dios como fundamento de la existencia humana y de su actividad que lo trasciende. Crítica: pues por favor que no lo trascienda pues tiene un efecto catastrófico sobre el medio natural, con la orgullosa separación de los seres humanos del resto de los seres vivos. ¿Por qué razón buscar el fundamento de la existencia humana ¿no es suficiente la evolución cósmica, biológica y humana para darle todo el fundamento que necesita?
-La propuesta de un Dios no-teísta, ni intervencionista, ni milagrero, …, en defensa de la autonomía humana, visto como impersonal trascendente, le opones que la trascendencia no excluye la inmanencia. Crítica: La inmanencia de Dios en el mundo y en el ser humano no se puede probar experimentalmente no hay datos, ni es un asunto que pueda ser racionalizado, por ello desde el principio apelas a la intuición como sabiduría o creencia de la sencillez. Mal, mal asunto si intentas sostener o justificar una fe por medio de la intuición, que tiende a divagar sustentada por la imaginación para acercarnos y hacernos creíbles meras ilusiones.
-Comprenderemos a Dios sólo por la vivencia del amor verdadero. Crítica: esto es muy muy discutible puesto que implica que los ateos no conocen el amor verdadero porque no conocen a Dios, a no ser que le des la vuelta y digas que los ateos que conocen el amor verdadero también conocen a Dios. Por si acaso no se lo digas, pues se reirían de tu ingenuidad.
No entro en mi crítica cuando hablas sobre el Dios de Jesús, el Padre o el Espíritu, porque creo que es un asunto diferente, pues poca cosa tiene que ver con filosofías.
Pues tiene usted suerte. Creo que en el fondo sabe en lo que cree. Personalmente ya no sé , tampoco sé lo que creo. Pero no me importa demasiado saber o no saber qué creo.
Soy Europea y por lo tanto de educación cristiana. No conozco otras religiones. Las creencias que se me han transmitido no me convencen y como no conozco otras me siento sola a la hora de contestar a las preguntas que muchos nos hacemos acerca del sentido de, pues de casi todo.
Las personas que hemos tratado de pensar fuera de los limites impuestos, lo más bonito que se nos ha llamado es soberbios. Pero cuando entiendes que esa calificación no tiene por qué ser cierta, sigues tratando de encontrar tu sentido de la vida.
Honestamente pienso que cada cual tiene que encontrar su propia respuesta. Respuesta es una palabra muy seria. Tal vez no existan respuestas. Pero quizás creo que en cosas de Dios hay que dejarse llevar por los sentimientos, por la intuición… Diría que a Dios es imposible conocer,. Pero tal vez es posible sentir . No lo sé.
No he encontrado respuesta mejor a la que dio una niña de catorce años: Dios está en todo lo bonito.
Fíjate, para mí es suficiente.
Un saludo cordial
Hola Gonzalo!
¿Qué crees que crees?
Por lo que “veo” que “haces”:
“crees en la reflexión”.
Hola Gonzalo, que bueno encontrarte en este camino que nos lleva siempre por adelante. Nuestra generación conoció a Dios a través la practica de los sacramentos, la enseñanza del catecismo y las buenas palabras de nuestros padres. Por adelante, unos de nosotros tuvimos la oportunidad de cruzar las enseñanzas de la filosofía, de los distintos aspectos de la teología y historia de la Iglesia etc. Tuvimos una fe en que el conocimiento ocupaba mas espacio que el compartir en nuestro cotidiano del espiritu que surge de Jesus y de sus evangelios. Muchos de nosotros que tuvimos la oportunidad y la gracia de Dios de escaparnos de lo formal para volver a encontrarnos con los pobres, los humildes, la gente de buena fe, fue un salto en el Espíritu de Jesus del cual no podemos mas separarnos. Dios lo veo en Jesus, “quien me ve, dice Jesus, ve a mi padre.” Lo mismo con los niños que vemos, los humildes que cruzamos, es Dios que yo veo. Cada vez que me encuentro con una mama que pasea a su niño el cual me mira con una sonrisa, es para mi la sonrisa de Dios y lo digo a la mama que es para mi la sonrisa de Dios.
Gonzalo, encuentro bien bonito el compartir que haces de tu camino de fe. Mi experiencia personal me hizo descubrir la presencia activa del Espiritu que alimenta nuestra abertura al mundo con ojos y corazónes nuevos, que limpia y da vida a una consciencia liberada y que anda en paz en medio de un mundo que se busca, el mismo, sin encontrar el camino que nace de adentro.
Buen fin de dia
Muchas gracias, Gonzalo, por compartirnos las fuentes de lo que venimos a llamar conocimientos, así como tus inquietudes y anhelos, aunque digamos creencias, y mostrarte abierto a las de los demás.
Observo el impacto de los “paradigmas emergentes” en nuestras vidas, más bien en las creencias y el deseo de seguridades de las que nadie escapa, si somos honestos.
Convendrás conmigo, que el dicho de Descartes: “pienso, luego existo”, ha sido trascendido, tras la gran repercusión en el espacio y tiempo que ha tenido y que sin duda sigue muy presente. Te doy un ejemplo: Existo, luego pienso, y, aún más, simplemente estoy.
Me llama en cierto modo la atención el fondo de dualidad que subyace en tus preguntas:
¿Por qué existe algo en vez de nada? ¿Por qué la generosidad es mejor que el egoísmo? ¿Por qué es malo abusar de los débiles? ¿En qué consiste el amor?
Y claro facilita las respuestas que ya estaban encaminadas, por no decir pre-concebidas, perdona si me equivoco. Y tampoco es cuestión de dar la vuelta y poner todo el énfasis en la autonomía, a pesar de que pueda parecerlo la sencilla pregunta a uno/a mismo/a:
¿Quién soy yo? ¿Por qué estoy aquí y ahora? ¿Qué de fondo hay en toda vida? ¿Por qué vale la pena vivir? ¿Cuál es su sentido, no mis deseos? Etc….
No puede nadie consciente dejar de asombrarse ante la inmensidad que le inunda y tampoco no sentir agradecimiento ante lo inexplicable a los ojos de la razón, que se humilla, ante lo inasible.
Lo que llamo Dios, puede entonces tener múltiples nombres, pero eso ya no me detiene, pues lo que todo abraza, entrelaza y sostiene, que intuimos en un continuo despliegue de consciencia inmanente y trascendente no deja de transparentarse a los ojos del corazón abierto a la vida y a sus sorpresas, que a todos y a todo envuelve y traspasa.
Y ahí cabe, como digo, todo, no la parte del péndulo que a nuestra mente agrada, porque es incapaz de ampliar la mirada y no rechazar la parte oscilante contraria, cuando ambas conforman la realidad que nos es accesible, y nada hay fuera de la Realidad, de Lo Que Es.
Es el Amor lo que no separa. Presente, une lo antagónico y rechazable a nuestra razón, cuando no se ponen obstáculos al anhelo de emergencia, y actuación plena y consciente a través nuestro, des-apropiadamente e incondicionalmente. Su regalo es inmenso e ilimitado en el aquí y ahora, yendo más allá de lo imaginable su Misterio.
¿Está, entonces, lo que llamamos Dios – aun cuando los avances científicos, micro y macro, revelan una realidad caótica que rompe con las certezas causa-efecto conocidas, tan presente en todo, tan dentro y tan cerca de nosotros , y que Jesús llama Padre, expresando cercanía e intimidad?