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¡Alto el fuego ya en Gaza!

Declaración de la Asociación de Teólogos d Teólogas Juan XXIII en defensa del Alto el Fuego, la liberación de los rehenes y la apuesta por la paz en Gaza

Convertirán sus espadas en arados y sus lanzas en podaderas. No alzará la espada nación contra nación, ni se prepararán más para la guerra (Is 2,4). “Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque serán reconocidos como hijos de Dios” (Mt 5,9)

El mundo entero está dolido e indignado por el genocidio que el ejército israelí está llevando a cabo en Gaza bajo el pretexto de eliminar a Hamas. Israel bombardea viviendas, escuelas, hospitales, mezquitas, iglesias, mercados, centros comerciales… Deja sin agua, sin alimentos, sin medicinas, sin energía eléctrica a más de dos millones de habitantes. Lo más sangrante y doloroso es el asesinato de más de 36.600 personas civiles, de las cuales alrededor de 9.000 son mujeres y 15.000 niñas y niños, destrozados, asesinados; muchos ametrallados mientras buscaban comida y otros quemados vivos en sus tiendas de campaña.

Resulta indignante la indiferencia y el silencio de muchos países de la Unión Europea y de muchos cristianos del mundo ante esta masacre. Creemos que constituye un signo de la decadencia de los valores de la solidaridad y de la compasión en la humanidad. Denunciamos el genocidio del ejército israelí y más en concreto a su dirigente Benjamin Netanyahu. No podemos callar ante este horroroso crimen. Sentimos que en Israel se oyen hoy las palabras del profeta Jeremías a su dirigente Joaquín: “Tus ojos y tu corazón solo están para tu propia ganancia, para derramar sangre inocente y para practicar la opresión y la violencia” (Jer 22,17). Denunciamos, asimismo, el desprecio que el Estado de Israel manifiesta por las Resoluciones de Naciones Unidas para detener el genocidio, lograr una Paz con justicia, así como la descarada negativa a cumplir las órdenes de la Corte Penal Internacional. Un país que no respeta los derechos humanos y el derecho internacional no puede llamarse democrático, al contario, es un incitador al predominio de la ley del más fuerte y de la violencia.

Nos solidarizamos, en primer lugar, con las víctimas israelíes del atentado de Hamás el pasado mes de octubre y muy particularmente con las víctimas palestinas de Gaza y Cisjordania. Lo que ha venido sucediendo en Palestina es hoy la brújula moral del mundo. Sentimos que Jesús de Nazaret está de nuevo en la cruz con miles de palestinos crucificados. Él predicó el amor a todos sin discriminación, la compasión y el perdón, y rechazó el odio, la venganza y la violencia. La Iglesia cristiana de Tierra Santa es hoy testigo de Jesús muerto y resucitado en busca de la paz que nace de la justicia y del diálogo frente a los poderosos Herodes de Israel y de Occidente. Nos solidarizamos con esta Iglesia que, en medio de este conflicto, está llamada a ser, como su maestro muerto y resucitado, testimonio de justicia e instrumento de diálogo.

Nos unimos en oración con la esperanza de que la Tierra que vio nacer, vivir, predicar, y morir a Jesús pueda irradiar Paz a toda la humanidad. La Iglesia de Jerusalén y de toda Palestina es la Iglesia Madre de la que surgieron las iglesias cristianas extendidas por el mundo entero. Ningún hijo se olvida de su madre. Por eso con esta declaración queremos expresar nuestra sintonía con el papa Francisco, que nos pide oraciones por la paz.

Esta llamada Tierra Santa por cristianos, musulmanes y judíos fue testigo de aquellas palabras de Jesús: “Id por todo el mundo y anunciad la Buena Noticia a toda la creación” (Mc 16, 15), que es el Evangelio del amor fraterno y la paz. No perdemos la esperanza de que con la fuerza del Espíritu de Pentecostés, este mundo cambiará. La última palabra no la tienen las fuerzas del mal. Expresamos nuestro agradecimiento y aliento a las personas judías maltratadas por su oposición a Netanyahu y les animamos a seguir trabajando por la paz.

Finalmente, estamos unidos a las iniciativas de paz que surgen en todo el mundo, basadas en el dialogo, el derecho internacional, el respeto y la convivencia entre Israel y Palestina. La paz nunca se consigue por la guerra. Esta es un fracaso de la humanidad. Solo deja destrucción, muerte y odio. Las armas no son la solución a los conflictos. La violencia engendra siempre más violencia. El único camino es la paz a través de la no violencia activa y de la negociación diplomática. Hubo una esperanza con los Acuerdos de Oslo en 1993, pero los gobiernos ultraderechistas rompieron esa esperanza. Exigimos, uniéndonos al clamor de la inmensa mayoría de la opinión mundial, el alto el fuego inmediato. La entrada de ayuda humanitaria a la Franja. La Liberación de los rehenes por parte de Hamas. El reconocimiento de todos los países de Occidente del Estado Palestino, así como acaban de hacerlo España, Irlanda y Noruega. La retirada de los asentamientos judíos de los territorios palestinos ocupados. La destrucción del muro de la vergüenza. El retorno de los más de 6 millones de refugiados. El reconocimiento de Jerusalén como Ciudad Santa de las tres religiones monoteístas. El Dios de los judíos es el mismo Dios de los palestinos musulmanes y cristianos, un Dios Amor y de la Paz, el Shalom bíblico, expresión de una sociedad justa y solidaria donde abunda la vida para todos.

Anhelamos una Tierra Santa integrada por los dos Estados: Israel y Palestina, con respeto mutuo, sintiéndose pueblos hermanos, generadores y testigos de un mundo nuevo de paz.

2 de junio de 2024

Un comentario

  • ana rodrigo

    Yo me quedo sin palabras ante la barbarie que se produce en la llamada Tierra Santa…. Me adhiero con todas mis fuerzas a la denuncia de los horrores y al inmenso sufrimiento de tantas víctimas, cuyo destino tenga que ser ese, ser víctimas del horror, ya sea terrorista, ya sea bélico.                                                                                                                                                                                                                                   Nota. Llevo un buen rato escribiendo distintos comentarios, y me rindo a mi impotencia, porque como he dicho al principio no encuentro palabras que expresen en toda su intensidad mi condena a tanta barbarie, ni casi me queda esperanza de que esto vaya a terminar sin antes liquidar a toda la población de Gaza. Yo, ni siquiera tengo fuerzas de recurrir a ningún dios de esos que son utilizados para justificar el odio. Cuna de religiones, cementerio de víctimas.