Estamos en un vertiginoso progreso asintótico de ls ciencia-técnica. Según lo que nos dijo a sociología, debería ir crecciendo la seularización, el desencantamiento de la realidad. Pero parace que no es así según lo que dice Erik Davis en esta entrevista de Letras Libres. AD.
Un enfoque anfibio, a caballo entre la contracultura y la academia, es el que ha venido desarrollando, desde comienzo de los años noventa, el doctor en Estudios Religiosos Erik Davis (Del Mar, California, 1967), plasmándolo en ensayos y compilaciones tan inusuales (La exégesis de Philip K. Dick, recopilación de diarios y notas del autor que hizo junto con Pamela Jackson y Jonathan Lethem, editada en español por Minotauro), como eruditas (High weirdness: Drugs, esoterica, and visionary experience in the seventies).
Tras colaborar durante años con The Village Voice, Spin, Rolling Stone y Wired, a fines de la década de los noventa, y motivado como muchos por el impulso cuasi prometeico de los comienzos de internet, escribió Tecgnosis: Mito, magia y misticismo en la era de la información (Caja Negra, 2023). Convertido ya en un clásico de la cibercultura, el libro surgió de la sospecha de que “las obras de la razón no pueden ser tan fácilmente disociadas de búsquedas ultramundanas”.
Aquella primera intuición lo llevó a rastrear las metáforas ocultistas que, desde fines del siglo XIX y durante todo el XX, rodearon el surgimiento de las tecnologías de la comunicación, cristalizando sus descubrimientos en una bitácora que hoy goza de más actualidad que nunca para entender el espíritu tecnológico de nuestro tiempo, marcado por inteligencias artificiales, memes, narrativas fantásticas, deepfakes y auge de los tribalismos.
En una era que presume de secular, postula Davis, la imprevisibilidad de las tecnologías que utilizamos estaría modelando subjetividades cada vez más proclives al pensamiento mitopoiético, las pulsiones milenaristas o las teorías de la conspiración, señal de que “en la era de la información, nunca estamos en casa”.
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A comienzos del siglo XX, Max Weber auguró que, a medida que el capitalismo avanzara, se produciría un creciente “desencantamiento del mundo”, pero usted, en línea con otros teóricos y pensadores, observa más bien lo contrario: un creciente interés por el mito y la magia.
Puede parecer que lo secular y lo racional hayan triunfado y, ciertamente, las tecnologías transformaron el mundo, pero el encanto nunca desapareció: si sigues la imaginación de las personas, sus prácticas, sueños, arte y entretenimiento, verás que tienen una relación compleja con la magia, los dioses, los misterios y la revelación. Desde los jóvenes que crean piezas de TikTok sobre astrología, pasando por el reconocimiento popular y académico de artistas místicos modernos como Hilma af Klint –cuya exposición de 2019 en el Guggenheim de Manhattan fue la más grande del museo hasta la fecha–, hasta la explosión de interés en las drogas psicodélicas, nos hemos dado cuenta de que el espacio que rodea las obras de la razón no está vacío, sino preñado de poderes y signos.
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¿De qué manera internet estimula esos imaginarios?
En la medida en que participa en la extrañeza del mundo a través de la digitalización y semiotización de la realidad material, influye, pero no en el sentido de que sea particularmente “espiritual”, sino porque socava el aparente dominio del paradigma materialista a través de la multiplicación de signos ingrávidos.
En Tecgnosis sugiere que la tecnología no sería, como algunos suelen repetir, una herramienta neutral, sino más bien una “embaucadora”. ¿A qué se refiere con eso?
Es un lugar común en las discusiones sobre tecnología afirmar que es “solo una herramienta”. En Estados Unidos, el enorme conflicto ideológico en torno a las armas es, en parte, uno entre aquellos que consideran que determinadas armas tienden a ciertas formas de violencia, y aquellos que quieren echarle toda la culpa a la acción humana, permitiendo, al mismo tiempo, que herramientas supuestamente neutrales permanezcan sin control.
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¿Y eso, qué implicaciones tiene?
Además de las políticas, niega las posibilidades de agencia de las tecnologías materiales. Es decir, la forma en que las herramientas y tecnologías ejercen su peso y hacen que determinados resultados sean más probables que otros. El problema es que, si bien algunos de estos resultados y posibilidades son productos conscientes del diseño, muchos son impredecibles y discernibles solo con la práctica. Y cuando combinamos este pragmatismo con esa imprevisibilidad, nos encontramos con el dios más humano y demoníaco de todos: el embaucador.
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Han sido precisamente los grupos de extrema derecha los que mejor han sabido explotar tanto la irracionalidad como la “magia memética” de internet…
Tal vez soy de una generación diferente, pero una extrañeza aun más profunda está hoy en marcha: el tipo de “magia de los memes” adoptada por la extrema derecha y difundida a través de internet, sobre todo en el período previo a la elección de Trump con Pepe the Frog y Kek, conviviendo con contraseñas esotéricas y vectores de mutación ideológica, se remonta a elementos más progresistas y anárquicos dentro de la contracultura clásica.
Lo que eso refleja es un cambio más general que aún prevalece, relativo a la creciente ocupación, por parte de la derecha, del espacio de la “contracultura”. Al igual que la anterior, su dimensión espiritual distintiva radica en el cristianismo reaccionario y el regreso de la ortodoxia, y en teorías de conspiración salvajes, bien a menudo esotéricas, impregnadas de elementos apocalípticos y míticos.
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¿Qué nos dice el auge de estos grupos?
Si bien muchos encontraban a movimientos como QAnon demasiado estúpidos y confusos como para tomarlos en serio, su existencia nos hablaba, en muchos sentidos, de un hambre espiritual de autenticidad y del “cuerpo sagrado”, así como de una convicción espiritual en la realidad del mal.
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¿En qué sentido?
Las personas se sienten controladas por nuestra realidad cada vez más posthumana, por lo que anhelan un sentido de autenticidad, algo que pueda otorgarles una identidad clara como guerreros contra la “Gran Mentira”.
Tienen la convicción de que la sociedad no solo se está desmoronando o es egoísta, sino que, en realidad, es malvada. Eso los convierte a ti y a tus compañeros de QAnon en guerreros espirituales, lo que les da una sensación de dramatismo, rectitud y claridad.
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¿Cómo se relaciona esa nueva dimensión espiritual con el auge de las teorías conspirativas? ¿Explica, en cierta medida, el ataque al Capitolio o la idea de una “Nueva Ilustración Oscura”?
Si se considera que los principales medios de comunicación son, para ellos, “globalistas/liberales/anticristo”, entonces las narrativas que subvierten o niegan esas narrativas dominantes se vuelven atractivas.
Son historias que motivan a los “guerrilleros de la verdad”, de modo que los resultados reales de las elecciones se convierten en una gran mentira, y la violencia en el Capitolio en una “última resistencia” apocalíptica contra esas fuerzas oscuras.
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Las lecturas de Jordan Peterson sobre los mitos del Antiguo Testamento están entre sus conferencias más vistas y son las que, en gran medida, lo catapultaron a la fama. ¿Qué opina de su figura?
Peterson es una figura compleja a la que yo seguía mucho antes de que explotara. Si bien siempre tuve algunos problemas con su uso de Jung y los mitos, encontraba su pensamiento valioso y, ciertamente, un correctivo para la sociología modernista.
Pero cuando su nombre fue cooptado por la derecha y se convirtió en una superestrella, demostró ser un ejemplo perfecto de cómo la fama política en internet puede rápidamente corroer y distorsionar posiciones más matizadas, en su caso, magnificando sus elementos simplistas y más reaccionarios.
Nunca lo odié, pero encuentro su figura cada vez más triste. También me niego a culpar a sus jóvenes fanáticos masculinos por ser idiotas o manipulables: es necesario luchar contra la voluntad de Peterson de señalar los límites de los llamados “despertados” a la justicia social, particularmente en lo que respecta a los hombres jóvenes, y no simplemente burlarse, como lo hicieron tantas personas engreídas de clase media en los medios progresistas.
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¿Puede esa búsqueda generalizada de sentido –expresada, por ejemplo, en un creciente interés en filosofías como el estoicismo– ser una reacción al desarrollo de la racionalidad técnica?
El giro hacia el estoicismo no es simplemente una reacción a la racionalidad técnica, sino que también puede verse como una astuta extensión de la misma.
Al aclarar la diferencia entre las cosas en las que podemos trabajar –lo que dicen nuestras reacciones emocionales– y las cosas en las que no podemos –el mundo de las circunstancias–, el estoicismo también se une a un pragmatismo que, de alguna manera, está alineado con las prácticas técnicas.
Es un ejemplo perfecto de lo que Michel Foucault consideraba una “tecnología del yo”, un método y procedimiento de autoconstitución que “funciona” dentro de un mundo de racionalidad técnica avanzada, no invocando antiguas supersticiones o antiguas formas divinas, sino abrazando el espacio relativamente limitado para maniobrar dentro del yo empírico y autorreflexivo.
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¿Qué piensa del nuevo ateísmo?
Es necesario interrogar a la religión y, a veces, intensamente: si te encuentras con el Buda, como dice el Zen, a veces también deberías matarlo.
Dicho eso, nunca me gustó el nuevo ateísmo porque, en general, es bastante ignorante respecto tanto de las religiones históricas reales y sus ricos dominios de pensamiento y práctica, como del carácter religioso y francamente militante y protestante del propio “nuevo ateísmo”.
Si uno quisiera comprender de qué se trataban las locas sectas protestantes de los siglos XVII y XVIII en los tiempos modernos, no podría hacer nada mejor que sintonizarse con el tenor estético y emocional de los nuevos ateos y sus engreídas condenas impregnadas de arrogancia moralista.
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¿Observa también cierta sed espiritual tras discursos aparentemente ateos y postestructuralistas?
Al igual que el nuevo ateísmo, pero de una manera más obvia, la obsesión del movimiento woke con el “despertar” por la justicia social, la igualdad, la señalización de las virtudes y el lenguaje correcto puede leerse como una expresión de cierto deseo protestante por transformar a las personas y al mundo de acuerdo con un ideal profundamente imbuido de sentimiento.
En Estados Unidos todavía se ven carteles en los jardines de algunas personas progresistas que dicen cosas como “En esta casa creemos en esto”, seguido de un catálogo de sentimientos que llaman al “despertar”.
Esta proclamación de una creencia, y el sentimiento de solidaridad y compañerismo con los oprimidos o excluidos, es profundamente religiosa en temperamento y vibra, incluso si adopta una forma secular y política.
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¿Ve algún potencial espiritual u “oracular” en inteligencias artificiales como el Chat GPT? ¿Podrían estos sistemas convertirse en “nuevos dioses”?
Es posible que estemos apenas en el comienzo del crecimiento de formas de inteligencia y agencia que llegarán a parecer más poderosas y más enigmáticas para los humanos en el futuro, incluso uno cercano. Inevitablemente, hemos contado, y lo seguiremos haciendo, algunas viejas historias religiosas y mágicas sobre la inteligencia artificial plagadas de hechicería, oráculos y genios que se escapan de la botella. Entonces, sí, podrían convertirse en nuevos dioses, pues en una pequeña medida, ya lo son.
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Publicó Tecgnosis a fines de los 90. ¿Cómo ha modificado el cambio climático y la deriva data-extractiva de internet la visión que tenía en ese entonces?
Mi visión del potencial de la web siempre fue mixta. Terminé Tecgnosis con una discusión sobre internet como una posible “mente global” o alma mundial, pero igualmente como un signo apocalíptico que todavía hoy inquieta a algunos cristianos.
Si bien no me preocupaba el cambio climático en ese momento, reconocí que uno de los contribuyentes más importantes a esa conciencia global era la fragilidad del ecosistema, uno que está amenazado por la tecnología, pero a cuyos problemas atendemos y también respondemos a través de esa misma tecnología.
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¿Sigue creyendo, después de tantos años, en el potencial mágico-creativo de la web?
¡Su poder para seducir, hechizar y encantar nuestras visiones del mundo parece estar bastante establecido! Desafortunadamente, una vez que abrimos las puertas a la magia, también lo hacemos a la “hechicería”. No existen brujas buenas sin las malas.
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¿Se pueden conciliar la disposición contemplativa que la espiritualidad demanda con nuestras aceleradas vidas en línea? ¿O será inevitable, en cierta medida, desconectarse?
No hay una respuesta de antemano para esa pregunta, sino que debe responderse en la práctica, en la voluntad de todos de asumir las demandas de la contemplación sagrada y el despertar espiritual en medio de un período tan loco, confuso y francamente aterrador de la historia humana, y, tal vez, posthumana, como este. ~
No pongo en duda, como ya dije en mi comentario anterior, de que la IA, como casi todo lo instrumental en la vida, puede suponer un avance inmensamente positivo en la humanidad, pero también puede servir para lo contrario, ocasionar muchos daños. Perdón por repetir esta idea que ya comenté esta mañana, pero acabo de ver en Facebook una publicidad que se la ponen en boca y voz de José Luis Sampedro sobre lo malísima que fue con él la sanidad y los fármacos hasta que conoció al doctor X, un relato tan “real” que daba miedo y mucha pena escuchar lo que le hacían decir como si realmente hubiese ocurrido así. Ya sé que esto es muy fácil, pero lo traigo aquí, porque, al mismo tiempo que avanza la IA, hay que trabajar mucho con la sociedad y con la educación en las escuelas para que haya la formación suficiente y adecuada para saber discernir lo que tiene fundamento o lo que hay de engaño y de captación, como decía esta mañana, de masas en función de fake news.
Ana,
toda tecnología tiene su lado oscuro.
La misma tecnología que cura el cancer mato a decenas de miles de personas en Hiroshima. La misma que nos permite hoy que cualquier persona (O casi) pueda obtener un automóvil es la que puso a miles de obreros en la calle en al primera revolución industrial.
Y la mal llamada IA, también lo tiene.
Pero el mal, suele venir de las personas que usan esa tecnología para cometerlo.
El problema del video que viste no es la tecnología empleada sino que alguiren la uso para engañar y para utilizar a una persona que te resulta cercana y querida.
Como en aquel asunto de unos críos que usaron tambien IA para hacer fotos fasas de sus compañeras de colegio desnudas. El problema son ellos, no la tecnología.
Y en ese caso, ni siquiera ellos que no tienen lo que mi abuela llamaba “uso de razón”, sino sus padres que ponen en sus manos herramientas para poder hacerlo sin educarlos a usarlas y supervisar su uso; y de los que ponen los desnudos que emplearon para “fabricar” las fotos falsas al alcance de unos niños.
La tecnología siempre es neutra; por eso es tan importante regularla y establecer unos límites.
No obstante, para lo que hoy llamamos IA ya ha surgido su talon de aquiles y su limite: En 2025 no habrá suficiente energía producible en el mundo para las demandas energéticas de IA.
Y ese sí que es un problema porque habrá estados ricos egoistas que prefieran elimentar su IA antes que a paises pobres y se seguirá abriendo la brecha entre ellos.
Gracias, Llaguno, estamos de acuerdo. Además de la legislación, yo insisto en la educación en las escuelas y en la educación social para pensar que las nuevas tecnologías son instrumentos, el uso que se haga con ellas depende de la conciencia de quien las utilice.
Un abrazo
Pierre Teilhard de Chardin vio toda la tecnología como una extensión del ser humano, no creo que las máquinas se apoderen del planeta, bien utilizadas pueden ayudarnos, la tecnológica puede promover el desarrollo de nuestras capacidades de conocimiento para resolver muchos de los problemas y retos que tenemos, la capacidad para influir y cambiar nuestra forma de vida está limitada a su correcto uso, y no tiene por qué crear una nueva ética. En el campo de la ingeniería es de una enorme ayuda. En la Ingienería civil ayuda a monitorizar el rendimiento de las estructuras, proporcionando información sobre su estado, y el desgaste a lo largo del tiempo. Participé en una jornada titulada “INTELIGENCIA ARTIFICIAL COMO PALANCA DE SOSTENIBILIDAD EN LA INGENIERÍA Y CONSTRUCCIÓN”, en la sede del Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, que me abrió nuevos campos y posibilidades desconocidas, que bien me hubieran venido hace unos cuantos años, cuando estaba en activo.
La pregunta es: “¿Las inteligencias artificiales podrían convertirse en nuevos dioses?”
La respuesta es: Lo que hoy llamamos pompósamente “Inteligencia Artificial” no
Porque el término inteligencia artificial solo tiene de cierto que es artificial.
No es inteligencia.
Porque la carcaterística fundamental de la inteligencia es que sea creadora y la IA de hoy no lo es. Lo aparenta pero no lo es
La IA de hoy se limita a buscar lo creado por otros. Concretamente por otros seres humanos puesto que lo que extrae de otras IAs, ha sido previamente creado por otros seres humanos y ordenarlo de una ofrma coherente.
Nunca creará teorías realmente nuevas.
Y lo que es más imortante. Esta IA nunca se planteará preguntas nuevas.
Y por eso no serña nunca ni siquiera Inteligencia Artificial.
¿Habrá algun día IA de verdad? No tengo ni idea.
Dudo mucho de que la haya antes de que yo muera, porque estamos legísismos de estar siquiera a media distancia de obtenerla y por lo tanto me preocupa bastante poco.
El hombre arcaico, ligaba su vida íntimamente con los ciclos naturales, y se sentía subyugado y dominado por el enorme poder de las fuerzas telúricas de la Naturaleza, y sufría, al igual que ahora, de ancestrales problemas de salud, con enfermedades, accidentes, y muerte, y por ello sufría lógicamente de una gran angustia existencial.
Y en el Paleolítico, (quizás hacia el 70.000 a.C.), surge en la humanidad, la figura del “chamán”-curandero, un humano “especial”, que se siente fuertemente conectado con el Universo, del que recibe psíquicamente, (hoy diríamos espiritualmente), una gran energía psicoide, y protección, remedios, y soluciones sanadoras, y que por ello, proporcionaba a la tribu, protección y seguridad ante las fuerzas del Universo. (Jesús fué un “chamán-curandero de su época).
La existencia atávica de brujos y chamanes, es la prueba de que a lo largo de todos los tiempos, siempre ha existido y existen, una pequeñísima minoría de “psíquicos”, semi psicóticos, con fuertes afluencias del subconsciente, y especialmente del “espíritu” sabio, que consiguen no caer en la patología de la disociación extrema sin control: la “locura”.
Entre las probables influencias del “espíritu” del chamán-curandero en los “espíritus” del resto de humanos de la tribu, y el indudable efecto placebo, que dispara en esos espíritus, (aún en la actualidad), emergió un cambio extraordinario en la conciencia de la humanidad del momento.
Lo que aportó una fuerte seguridad psicológica a la tribu, estimulando un fuerte impulso de la incipiente cultura del Paleolítico, del que se encuentran indicios hacia el 70.000 a.C.
Y se inicia así la Conciencia mágica, (la segunda, después de la Arcaica), que supone el inicio del afloramiento del “espíritu” personal, en la conciencia de la sociedad, aunque, como todo inicio de un procesos, con efectos limitados, y mucho “ruido” y muchos falsos sucedáneos.
(Al desconocer los mecanismos de actuación real del “espíritu” personal, inevitablemente se cae en supersticiones y falsos métodos).
Desde nuestro presente racional y pos-racional, es fácil ignorar y despreciar por irracional, la conciencia mágica, que aporta a la Humanidad, el instinto innato de que existe en nosotros un medio para llegar a conocer toda la inmensa realidad cósmica oculta, y con ello el acceso a una relación compleja con la magia, los dioses, los misterios y la revelación.
Eso sería un grave error. Como señala Gebser, cada tipo de conciencia de la humanidad, que se va sucediendo a lo largo de la historia, aporta una nueva idea axial básica, que impregna el espíritu de la época, que enmienda, perfecciona y complementa las ideas axiales de conciencias anteriores.
Pero no las elimina y sustituye. Las sucesivas ideas axiales son imperecederas, pues “son principios del Universo, que tenemos grabados en el “espíritu” inconsciente, mediante imágenes primordiales”.
Los cambios de conciencia, no son aleatorios y casuales, tienen una causalidad principal, y esta es la mejora en el grado de mejora de la tecnología del momento, que repercute directamente en una mejor utilización de nuestras capacidades mentales, lo que influye directamente en la resolución de los problemas que vamos sufriendo.
Son los problemas que van surgiendo en cada etapa, los que impulsan un cambio de cosmovisión, que siempre gira alrededor de una nueva idea axial.
Por ello a lo largo de la historia de la humanidad, van emergiendo nuevas ideas axiales salvadoras de los graves problemas de supervivencia que continuamente la amenazan, como a todas las especies.
Jean Gebser sostiene que antes de la aparición de cada nueva estructura mental, (nueva cosmovisión), la estructura antigua entra en un modo “deficiente” caracterizado por su colapso; de forma que lo que antes era un “mérito” y una ventaja, ahora se convierte en un “déficit” y una desventaja.
Por ello, el analizar y pensar la situación cultural del ser humano, como algo estático, y fijo, como una escultura de piedra, es un grave error epistemológico, pues como bien decía Ortega, el humano “no tiene naturaleza fija, sino tiene historia”.
Como decía Heidegger, “Pensar es limitarse a buscar esa única idea que un día permanecerá como una estrella en el cielo del mundo”. Y en cada era cultural de la humanidad, brilla en el cielo de nuestras mentes, una idea axial.
“Cada momento histórico tiene su verdad implícita, y el papel de la filosofía es hacer explícita esa verdad. La filosofía no es sino el espíritu de su tiempo expresado en conceptos”, (Enrique Eskenazi).
La gran idea axial de la Época Arcaica, fue: “Tenemos dentro de nosotros un fuerte instinto de conexión y armonía con el Universo”.
La idea axial que iluminaba la Época mágica, es: “Existe en la mente humana, un instrumento con gran poder para ayudarnos a conocer las causas ocultas de nuestros problemas, y así resolverlos”.
La idea axial de la Época mitológica, es: “Existen otras Inteligencias en el Universo, muy superiores a nosotros, a las que necesitamos someternos, para obtener su proteción”.
La conciencia racional moderna, supone una enmienda a la totalidad de las anteriores, lo que supone el gran error de la época, y la causa directa de todos los embrollos y atolladeros en los que estamos metidos.
Y solo se superará, mediante la quinta gran Conciencia humana: la Integral.
Esta, concediendo la importancia que sin duda, tiene la Razón, como motor auxiliar intelectual, vuelve a traer el mundo de la mente subconsciente, a la mente consciente, como fuente de intuiciones que son el verdadero motor de la función intelectual.
Además, reconoce la sabiduría inscrita en nuestro “espíritu”, (la parte superior de la mente incosnciente), y la utiliza como brújula y guía cognitiva y comportamental.
Por eso, hay que “volver” a retomar, la idea axial base de la Conciencia Mágica, intentado depurarla y perfeccionarla, con la razón y sobre todo con el “espíritu”, para eliminar la mucha hojarasca de superstición que la esgtropea.
Y en ello, (y entrando al final en la entrevista a Erik Davis), la I. A. puede ser de gran ayuda como apoyo de la torpe razón humana, y sin caer en la tentación de adoptar nuevos “dioses” supersticiosos.
Ayer escribí este sencillo comentario (y aquí quedó…), desde mis escasos conocimientos filosóficos, dada la altura del pensamiento kantiano y de otros grandes filósofos, siempre lamentando que nadie nos haya proporcionado el conocimiento de el saber de tantas mujeres filósofas, que haberlas las ha habido, como nos da a conocer Gleihauf Ingeboorg, en su libro “MUJERES FILÓSOFAS EN LA HISTORIA Desde la antigüedad hasta el siglo XXI” y otras fuentes informativas. Así que pido perdón por adelantado si no estoy a la altura de otros comentaristas atrieros.
Creo que cuanto más pienso, más vulnerable me siento. Los estudios sobre el pensamiento, quieren y requieren explicaciones al alcance de nuestra comprensión lógica, máxime si se trate de una lógica elemental. Tengo la impresión de que, cuanto más quieres comprender y entender la complejidad de la vida, del cerebro humano y del universo, el horizonte se aleja más hasta convertirnos en conscientes seres muy finitos.
Comienzo por la IA y todas las nuevas tecnologías que nos están inundando, y a las que el texto que comentamos, le pone bastante atención y en las que yo me veo como ante un nuevo y potente Misterio, a pesar de que la IA sea creación humana. Le veo capacidades que, hasta el mismo descubridor, nos advierte de los peligros que la misma entraña (también tiene muchísimas ventajas) cuando recobra autonomía incontrolable. La capacidad de las nuevas tecnologías para manipular a masas ingentes, como estamos viendo, por ejemplo, en la política, convirtiendo inmensas masas en sectas teledirigidas (el caso de EEUU y Trump), o en armamento cada vez menos mortífero (en las guerras convencionales -no así en Palestina-), pero más destructivo, es preocupante. He buscado información sobre QAnon y me he quedado asombrada ante la impotencia individual y colectiva en un mundo globalizado.
Ante el Misterio de la vida y del Universo, generador, a su vez de numerosos misterios añadidos, el ser humano siempre ha buscado apoyos mentales más o menos lógicos, más o menos mágicos.
El recurrir a la magia, a los mitos y a todos los recursos literarios habidos y por haber, no es nada novedoso ni tampoco minoritario. Las religiones, todas, se han basado en creencias a-racionales e irracionales buscado la razonabilidad. Lo tenemos en nuestro ámbito más cercano de la religión judeo-cristiana. Por ejemplo, en esta última, el que masivamente se hayan dado por racionales y asertivos dogmas católicos, está a la vista: aceptar como “verdad racional” que un espíritu produzca una gestación en una mujer, engendrando a Jesús, aceptar que un muerto resucitase y se apareciese en cuerpo, cual fantasma, sin abrir puertas ni ventanas, el creer que este mismo hombre ascendiese literalmente, cual instrumento aeronáutico, a “los cielos”, o el dogma de que una mujer, María, hiciese los mismo después de morir, en cuerpo y alma, y así sucesivamente en muchísimas creencias más, nos está indicando que el cerebro humano tiene recursos para una cosa y la contraria.
Sigamos filosofando…, cada cual según su nivel; el mío para ir sobreviviendo…