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Fe y creatividad, estúpidos

Entradilla para ATRIO. Suelo presentar a otros, hoy me atrevo a explicar para quién he escrito este artículo. En vísperas de Navidad. Viendo cómo la propuesta de renovación de Francisco se iba estacando. Y que la renovación de España y, más aún, de la gobernanza mundial, se diluía, pensé levantar la voz de quienes nos precedieron a mitad del siglo pasado. La prensa no lo publicó. Pero tal vez sirva aquí y otros puedan difudirlo. AD.

        Hace unas semanas murió Antonio Aradillas, sacerdote y periodista. Pocos días antes tuvimos nuestra última larga conversación por teléfono. Nos conocimos en los primeros años sesenta, pero nuestras vidas recorrieron caminos muy diferentes después de aquella etapa apasionante antes y después del Vaticano II, cuando la Iglesia parecía salir de su letargo después de siglos de poder barroquista y España empezaba a despertar de decenios de dictadura triunfal. Su recientes publicacuines en Atrio.org  nos había puesto de nuevo en contacto y recordábamos tantas personas ya fallecidas y tantos proyectos abortados. No teníamos a casi nadie ya con quien comentar aquello y nos comprometimos a seguir dando testimonio de aquello, hablando para hoy por quienes ya no estaban. Aunque éramos conscientes de que se recibiría como historietas de abuelos, nostalgia de un mundo pasado.

        Como me estoy jubilando por fin de mis variados trabajos de amanuense editor de otros, tengo necesidad, aún a riesgo de que resulte una voz en el desierto, de alzar la voz y reivindicar en nombre de sus protagonistas con qué fuerza se vivió aquella renovación de la Iglesia y la sociedad española, durante los años sesenta y setenta del siglo pasado. Una fuerza creadora de progreso que hoy desearía tener en las bases el bueno de Francisco para la renovación que pretende llevar globalmente en las estructuras religiosas y sociopolíticas. Escribo, sin pertenecer a la academia ni tener decenas de libros que me avalen –solo mis experiencias y reflexión– como la defensa de una generación, que escribió Federico Sopeña en 1970.

        Porque hoy la mayoría de obispos españoles banalizan lo que fue aquella revolución de la conciencias y las actuaciones de clérigos, religiosos/as, laicos/as, antes y después del Vaticano II, repito, como si hubiese sido un sarpullido adolescente, contagiado por el espíritu del 68 y la infiltración del condenado marxismo. Como ahora muchos desean, aunque no lo expresen, que acabe pronto esta aventura de Francisco y vuelvan las aguas a su cauce. Insensatos. No saben que ese cauce tradicional de Iglesia católica romana, que viene de Trento y el Vaticano I, calmados ya por Juan Pablo y Benedicto los remolinos del Vaticano II, ya no existe. La fuerza del espíritu y de la historia van por otros cauces y lo religioso ritual y eclesiástico pasará a ser pieza de museo. Solo una fe depurada a su meollo y un gran coraje para vivirla con los pies en la realidad sangrante de nuestro mundo tiene futuro vivo hoy. Solo ella podrá trasmitir esperanza a las nuevas generaciones.

        Y lo mismo digo de quienes hoy parapetan sus actitudes ultraconservadoras en el tótem de la Constitución, tan inamovible como los principios fundamentales del movimiento. O de quienes añoran aquel PSOE que arrasaba en las urnas sin las molestas moscas cojoneras a la izquierda y sin molestar demasiado a los poderes de siempre. O de quienes solo creen que hay verdadera izquierda progresista cuando se mantiene la radicalidad anticapitalista, sin pactar lo más mínimo con realidades que no pueden cambiar de la noche a la mañana sin empeorar más aún las cosas.  Hoy se necesita, para ser verdadero progresista, tener claro el objetivo: avanzar hacia mayor libertad, igualdad y fraternidad. Y también diálogo y pactos con todos los agentes que, aun partiendo de intereses e ideologías diferentes, quieran ir acercándose a ese objetivo.

        Deberían permanecer hoy vivas la fe y la creatividad de cristianos que me acompañaron a mí y a tantos y de los que fui amigo y confidente. Entre ellos quiero citar a los obispos Puchol Montis, Ramón Echarren, Javier Osés, Teodoro Úbeda o José Mª Setién. A curas como Juanjo Rodríguez, José Manuel de Córdoba, los tres José María de la comunidades de base (Llanos, Díez Alegría y González Ruiz), Fernando Urbina, Alfonso Álvarez Bolado, José Mª Rovira Belloso. Y a seglares como Joaquín Ruiz Giménez, Alfonso Carlos Comín o Gregorio Peces Barba (cada uno con distintas opciones políticas pero dialogantes siempre, con una fe que les mantenía en el diálogo con todos). A las nuevas generaciones ni siquiera les sonarán sus nombres. Yo sigo rumiando en mi corazón, de ellos y de otros, palabras y gestos que muestran su fe y humildad creadoras con que se enfrentaron a su tiempo. Sería bueno irlas destapando pues son auténticos testigos y agentes de ese progreso de del cristianismo hacia ser ser sal y levadura del mundo y a ese progres de España hacia la verdadera democracia.

19 comentarios

  • ana rodrigo

    Mi siempre y muy querido Antonio Duato, quiero manifestarte mis mejores deseos par ti en el día de tu onomástica y de tu cumpleaños. 

    Gracias por tanto y un fuerte abrazo.

    Nota. Lo había escrito e otro hilo y no salió, por eso lo repito aquí.

  • Juan A. Vinagre

    Amigo Antonio D.: Aprovecho este artículo tuyo para enviarte un recuerdo especial hoy, día de tu cumple y de tu santo. Que la experiencia de los años vividos te llenen de paz, de una paz sabia y serena, que se manifiesta y vive en el “intimior”; paz que es uno de los mejores dones -o regalos- de los que podemos disfrutar. Un abrazo.

  • ana rodrigo

    Gracias, querido Antonio, por “reanimar” a atrio, tu atrio, nuestro atrio, con tu presencia. Esta cortita temporada, que parecía que se había acabado, lo echaba en falta cada día que pasaba.

    Lo que nos propones en tu reflexión, está muy vivo en quienes tenemos cierta edad. El Vaticano II no hubiera sido posible sin la necesidad manifestada por voces competentes y teólogos muy importantes, perseguidos en el antes, colaboradores en el Concilio y valorados en el postconcilio. Siempre que hay un después es que ha habido un antes. El Vaticano II no cayó del cielo por arte de magia, si bien Juan XXIII sí se percató de que la Iglesia, basada en Trento y en el Vaticano I, no tenía nada que ver con el dinamismo social que evolucionaba constantemente, mientras que la Iglesia se había convertido en un fósil religioso-social inane por su consistencia momificada en el pasado, y, no precisamente, en sus orígenes evangélicos.

    Yo reconozco que con mis 20 años, habiendo vivido toda mi vida en el nacional-catolicismo, semejante al cristoneofascismo actual, como denomina JJ Tamayo en su libro “La Internacional del odio”, yo, personalmente no tenía mucha o ninguna conciencia de la situación eclesial, estábamos intoxicados por el  que “las cosas eran así porque siempre había sido así.”

    Sí tengo más conciencia del después de, y recuerdo la poca oposición popular que hubo, por ejemplo, a las reformas litúrgicas, a la casi iconoclastia en los templos de nueva construcción, etc. Posteriormente, sí me beneficié de la inmensidad de teólogos, de libros, de congresos de teología, de comunidades de base, etc. que siguieron el espíritu del Concilio.

    A pesar de Juan Pablo II que ni mencionaba al Concilio, a Benedicto XVI, que, sin ser tan explícito, colaboró en el olvido de un concilio que abrió puertas y ventanas a aire nuevo, al signo de los tiempos. No obstante, siguieron los teólogos de la época, a los que habéis mencionado, haciendo su labor, y se dio a conocer una muy buena exégesis y otras muchas cuestiones teológicas que nuestra generación ha vivido.

    Pero faltó un Vaticano III, porque esta generación de teólogos y, ya, de muy buenas teólogas, al no tener su origen y destino en la cúpula de la Iglesia, ha pasado desapercibida a la sociedad, al mismo tiempo que ésta se ha alejado de la Iglesia. Y en éstas estamos: Francisco está sufriendo una enorme presión intraeclesial, mientras que la sociedad agnóstica o atea sí sabe valorar su mensaje humanitario, el tema religioso ya no importa tanto a la sociedad y se queda reducido a lo personal e individual. Y aquí es donde la Iglesia. como religión, tiene su reto en una sociedad que se sustenta moralmente en derechos, humanos, justica, paz, etc., patrimonio que antes parecía ser exclusivo de la Iglesia.

    Saludos y abrazos cordiales a todos y a a todas.

  • Cristina

    Hacer un balance de una trayectoria y recordar a quienes fueron importantes es muy positivo y un gesto muy hermoso. Sin duda habrán sido años de voluntad, de constancia y de paciencia, mi reconocimiento. Un abrazo.

  • Juan A. Vinagre

    Me uno a lo que expresan los comentaristas más longevos, y especialmente a lo que expresa-confiesa Antonio. El Vaticano II apuntó hacia una utopía del futuro que, pese a los reiterados intentos de volver atrás, espero que florezca y dé fruto nuevo algún día no lejano. Esos sueños no se han muerto, renacerán renovados… El papa Francisco está desbrozando y abriendo nuevos caminos… El Espíritu no cesará de movilizar corazones y mentes con creatividad, con la creatividad que libera…, que innova y   renueva (por mucho que  contraríe a los amigos de cierta tradición inmutable…) y llevará a comprender -y vivir- mejor la esencia del Mensaje del Reino. Y puesto a citar -lo hago como un homenaje merecido-, recuerdo al actual Torres Queiruga, y entre los que conocí personalmente, y fueron amigos muy entrañables, cito a algunos menos conocidos, pero muy creativos e innovadores -profesores universitarios de teología y exégesis bíblica- como Francisco Iglesias, Carlos Bazarra y Manuel Oliva. Los tres, seguidores ejemplares de Jesús de Nazaret. (Alguno de ellos -Carlos Bazarra- un verdadero santo-modelo para hoy.)

    • Rodrigo Olvera

      Hoy hace un buen día…

       

      Un humilde y amoroso homenaje a las Madres y Padres de la renovación de mediados del siglo XX.

       

      Nota: la canción habla de México. En mi corazón, esta canción no puede limitarse así. Ese Pueblo que me inflama está formado no por un Estado-Nación o una nacionalidad, sino por todas la personas en cada rincón del planeta, que contribuyen a la solidaridad, la justicia social, la hermandad: sea en lo eclesial, en la vida civil, en la crianza, en  los sistemas educativos, en los medios de comunicación, en las artes, en las familias. Así que este pequeño homenaje es para todas la personas que nos han antecedido, y para todas las personas que siguen apostando hoy por ello. Y para las que vendrán.

       

      Y no hace falta repetir cuánto los quiero, si lo he dicho tanto ya

      Y hablar de amor es bueno, cuando es sincero

    • Cristina

      A mi  Rodrigo no se me inflama el corazón cuando recuerdo México. Tengo muy malos recuerdos para mi familia y por consiguiente para mi. Y veo con tristeza como sigue la violencia en su grado más extremo y la corrupción. Mi madre y mis abuelos vivieron en Ciudad Juarez, un lugar poco recomendable, pero no peor con otros lugares en México. Prefiero no acordarme, mi experiencia la guardo para mi.

  • ELOY

    Hola Antonio: he leído con mucho sentimiento y comprensión (porque me identifico con lo que dices) u breve relato de memoria personal. Relatos similares a este debes de seguir haciendo de vez en cuando, aunque en algunos te parezca que te repites. Porque aún que fuese referidos a los mismos y similares hechos, esa realidad maravillosa que vivimos muchos con tanto entusiasmo en público y también n en nuestra personal reflexión y conciencia, tiene muchos matices y muchas luces que conviene seguir poniendo de manifiesto.   

    Recuerdo que la generosidad de muchas persona era desbordante, al punto de exponer bolsa y vida en el proyecto de transformación.  Yo quiero recordar ahora, junto a los que citas, a Agustín Bueno Rodríguez (Orense 1930-Santiago de Compostela 2009) que fue fundador de la JEC en Galicia y que había estudiado la carrera de aparejador en Madrid. Ricardo Gurriarán, de otra línea de pensamiento, cuando publicó su segundo libro sobre el movimiento estudiantil en Santiago en 1968,   titulado “1968 en Compostela 16 testemuños“, no dudó a dedicarlo “in memoriam” (además de a otra persona, profesor destaco en el movimiento de los años 60, Gonzalo Anaya)  a Agustín Bueno. Recordar también a Xosé María Méndez Domench, brillante estudiante expulsado de la Universidad por sus actividades en pro de la democracia, que fue juzgado y preso por propaganda ilegal y que no volvió a retomar sus estudios universitarios; fue fundador, promotor, director “de facto”, de “Vagalume” la primera revista infantil en gallego, que comenzó a publicarse en 1975.  No pudo ser directo “de iure”, precisamente por la condena penal de la que fue objeto. 

    Un recuerdo también para Santiago Baña Vales, para Alberto Revuelta ( un referente de la JOC en su momento, hoy colaborador de ATRIO) y para muchas otras  personas que están en mi recuerdo, pero es imposible hacer ahora relación de todas ellas.

    Un abrazo Antonio, y me atrevo a pedirte que siguas escribiendo, en la medida que puedas, y dejando testimonio de tus vivencias y recuerdos. Gracias. Eloy   

    • Antonio Duato

      Querido Eloy!
      Me alegro de que las referencias a las personas creyentes que fueron factor de renovación en la Iglesia y la sociedad española de los años sesenta y setenta del siglo pasado hayan sintonizado con tu olfato historiador y tus propios recuerdos vitales, Si, mientras tenga memoria y energía estoy decidido a volcar mi memoria vital de esas personas de las que fui amigo y me confiaron el fondo que les guiaba en aus creativos proyectos que pudieron parecer solo progresismo “a la page”, del rebaño de moda.

      Con las personas gallegas de las que hablas no tuve relación directa, pero sí mucha amistad con otras personas claves en Galicia en aquellos años. Sobre todo con José Chao Rego (1932-2013). No hace falta que te diga lo que significó su vida. Quien quiera que lo busque en Google, donde tiene una página suscinta pero exacta. Tal vez por ser tío de Manu Chao. Yo coincidí con él cuatro años en la Gregoriana y el Colegio Español de Roma (1953-1957). Era para nosotros “el entusiasta”, queriendo a todos convertirnos a la manera apasionada con que él vivía su enamoramiento por Cristo, que no nos quedárabos en “saber sobre él y hacernos “teólogos”. Algo que sé que mantuvo siempre después, con sus rebeldías contra la Iglesia oficial, antes y después de su secularización (1976, 25 años antes que yo).
      En ATRIO solo he encontrada una referencia a él en este artículo, que te sugiero a ti como historiador: “Nacionalismo y federalismo”: FRONTERA nº 37. Ahí presenta Casimiro Martí (otro de los amigos de quien habrá que hablar) un número importante de Frontera. Qué pena que la serie de “Pastoral Misionera / Frontera” no se haya digitalizado, como sí hicimos con Iglesia Viva y ahí queda(Por cierto, que un importante artículo de IV que se cita en ese texto, lo encontrarás, en la nueva página de IV aquí: https://www.iviva.org/revistas/224/224-12-PEREA.pdf).

      Volviendo a Xosé Chao. En los últimos años antes de morir hablamos muchas veces por teléfono. Recordando detalles de nuestra vida en Roma y de cómo habían ido después nuestras vidas, intentando crear estructuras y comunidades cristianas y recibiendo rapapolvos, uno tras otro. Pienso lo mucho que nos diría Xosé, que era incluso unos meses más jóven que este “servidor”.
      Otra referencia de un conocido en Comillas (un curso antes que el mía), Celso Montero, 1930-2003 (también en Google). No tuve especial relación co él, pero el otro día me encontré con una foto y lista de asistentes al mes de ejercicios de 1956 con el P. Nieto en Pedreña, y estamos los dos. Yo creo que “aquello”, tras años en Bolivia y desencantos, quedaba vivo y reencarnado en el militante y senador del PSOE gallego que fue Celso. Su condiscípulo José Antonio Comes mantuvo relación con él a lo largo de toda su vida y me hablaba de él.

      Whuauuuu! Gracias, Eloy y quienes os habéis interesado por este artículo, por haberme permitido descargar un poquito “mi mochila”…

      • ELOY

        Gracias Antonio. Si conocí a Chao Rego, pero no lo traté personalmente. Por otra parte Agustín Bueno fue uno de los promotores de IRIMIA, de la que quizá tengas noticia y también de su viuda quizá tengas referencia en la lista de los donantes a ATRIO, cuyo nombre me pareció ver en algún listado.

  • Roman Díaz Ayala

    Es muy común cifrar la fe en la adhesión a un Proyecto que envuelve la vida toda de un individuo. Una virtud humana, solo humana y enteramente humana. Sin ella no habría cultura propiamente del ser humano diferenciada del proceso de aprendizaje de los animales superiores, porque en nuestra especie con ella alcanzamos nuestras ideologías, particulares o compartidas hasta el punto que todas ellas unificadas, estandarizadas, aceptadas o convenidas crearon lo que hemos venido a llamar la civilización en la línea del pensamiento.

    Cierto; el ser humano tardó hasta posiblemente el 99 por ciento de los historia de su existencia hasta ahora hasta crear las primeras civilizaciones. Pero, claro, primero tuvo que constituirse en sociedades muy agrandes y asentadas. Lo mismo pasó con los dominios de la técnica hasta convertirse en tecnología, pero eso ocurrió hoy hace apenas unos años. La ciencia se ha vuelto tecnológica, pero no hasta el punto que se vuelva inabarcable hasta ser el punto de ser ella la que abarque o gobierne nuestro pensamiento. Hay quienes se han abonado a los resultados científicos con una nueva fe que oscurece y hasta llega a borrar esa dimensión propiamente nuestra de apertura a la trascendencia, donde sólo es válido, real y aceptable lo abarcable lo que entra por la razón y explicable tan solo por lo que determinan las leyes físicas, ya sean de la biología o las cósmicas.

    Sin fe no hay creatividad, como tampoco existe el camino a la madurez del infante que con los pechos amorosos de su madre recibe sus primeras lecciones de vida.

    Si dudamos de alguna de estas cosas se nos puede evaluar de estúpidos

    La Biblia ( la hebrea y la cristiana) nos previene constantemente contra la necedad humana, y no dar con la claves de nuestra existencia radica en nuestra cerrazón a enfrentarnos con el hecho de que Dios ha tomado la iniciativa de acercamiento a nosotros. Es como el cocinero que jamás acierta con un buen guiso porque siempre olvida la sal. Aquel hermanito lego que en un cuento de José María Pemán  regaba con sus lágrimas los colores con los que hacía sus miniaturas y que le daban el verdadero valor a los códices que adornaba, todos ellos copias inútiles que no aportaban nada nuevo al pensamiento.

  • Román Díaz Ayala

    En el tardofranquismo  y entrados en la Transición  teníamos acuñada una frase mi polivalente,  ésa de las asignaturas  pendientes Pronto comprendimos que en todo proceso  por muy exitoso que resulte a nuestros ojos, la realidad se escapa de manera inabarcable. A una legislatura le siguieron otras y cada vez había  que seguir aspirando de manera  continuada.

    Aprendimos que lo ideal solo era  asunto  de modelos y un modelo no es lo perfecto, sino una guía  para hacer nuestro rumbo algo mejor encaminado.

    Tagotmre nos escribió  que cuando fuéramos por un camino lo sembraramoss de flores porque no sabíamos  cuándo lo habríamos de recorrer de nuevo Pero, claro, la filosofía  suya era distinta a la experiencia  cristiana, pues nuestra vida es lineal  a una perfección que se nos ofrece de balde y no un continuo retorno. Nuestros motivos para sembrar flores son distintos, nacidos del amor que damos y que nos atrapa.

  • Román Díaz Ayala

    Los anteriores  son tan importantes  como los que siguieron  como Carlos de Faucauld, Marcel Legaut, quienes dejaron un legado, y otros muchos que iluminaron luego a la luz de la Reforma  Conciliar.  Los movimientos que surgieron luego aúnn mantienen el fuego del Espiritu aunque ni se les pueda encasillar  en ” las vanguardias ” ni lo buscan.Cada día tiene su malicia y cada obra su servidumbre.

  • Román Díaz Ayala

    Una lista de los amigos, conocidos  y entrañables que te acompañaron en tu vividura. Qué duda cabe que faltan muchos más  que se han ido, y los que aún permanecen por más  jóvenes  o por longevos   Un historiador de la contemporaneidad  diría que no hay que hacerla exhaustiva sino ofrecer la clave de porqué un periodo  puede  ser luminoso u oscuro.  Esa es la belleza de la historia y su grandeza. ¿ Hacia dónde  nos encaminamos?

    Solo podemos contar nuestros pasos.Otra luz nos tiene que venir necesariamente  de afuera?

  • Antonio Llaguno

    Ten cuidado, Carmen.Yo soy capaz de hacer que e agua corra hacia arriba 🙂 🙂 🙂  (Principio de capilaridad)Es broma, un abrazo

  • Antonio Llaguno

    … 

    • Antonio Llaguno

      Yo no soy de tu generación, mi admirado Antonio, pero sí he oído hablar de algunos de los que mencionas, en especial a los tres seglares que indicas (Ruiz Gimenez fue profesor de la tardía vocación de abogado de mi padre en la facultad de derecho) y también algunos de los sacerdotes y religiosos de los que hablas (Llanos, Setién, Díez Alegría,…) pero todos ellos, fueron para mi, señores mayores que se encargaban de construir España, para que yo pudiera vivir mejor, tanto desde el punto de vista religioso, como político como social (Echo de menos en tu relación que no menciones  a algunas personas como Camacho o Redondo)

      Pero de todas esas personas de las que oí hablar en mi adolescencia o primera juventud y a pesar de no haber conocido personalmente a ninguna, si echo de menos una cosa: El talante.

      Eran capaces de dialogar.

      Hoy no es posible.

      Y eso sí es un atraso.

      Por eso son tan importantes los lugares de encuentro como, esta, tu casa.

      Muchas gracias Boss

  • carmen

     Para mí,  tienes toda la razón.

    Aquella fue una época dorada de la iglesia. Y, te digo lo de siempre. Si hubieseis confiado en nosotros, los de abajo del todo de la iglesia, hoy sería distinta.

    No. No te van a entender, pero es tan cierto como que el agua corre hacia abajo.Ahora los tiempos son otros. Se está volviendo a ideas muy conservadoras. Es el signo de estos tiempos.  A veces creo que estoy viviendo en los años treinta y cuarenta, porque los veinte ya pasaron.También estoy convencida de que la historia es como una espiral, no sobre el plano, en tres dimensiones. Parece que retrocede y luego vuelve a subir.

    Desde luego no voy a perder la Esperanza en el ser humano. Porque, qué queda entonces?

    Buena jubilación.