Precisamente un día como hoy, en 2001. Al atardecer, en la ciudad de México fue encontrada asesinada esta abogada de 37 años, que ya había sido secuestrada y amenzada. A pesar de que guardaba bien identificadas todas las amenazas y que estaba bajo protección oficial, por deseo de un organismo internacional, no se hicieron pesquisas para encongrar a los responsables. Solo en abril del año pasado el gobierno mexicano ha reconocido su responsabilidad en este crimen, que ya fue sentenciada por la CIDH, Corte Interamericana de Derechos Humanos. Ver El País. ATRIO quisiera tener medios y colaboradores para ser un Memorial Digital de tantos mártires de la verdadera democracia, cuya memoria no debe borrarse.
Hola Rodrigo. Yo también me solidarizo y te apoyo en tu labor por la defensa de los Derechos Humanos, yo espero, si soy capaz de ayudar, irme uno o dos años de voluntariado porque estos temas me interesan de verdad. Dejo un enlace reciente que he visto de la Corte Interamericana de Derecho Humanos:https://www.youtube.com/watch?v=5gyo6D9H5zMUn abrazo.
Gracias estimado José. Desde tus primeros comentarios aquí en ATRIO noté tu sensibilidad y compromiso en el tema de derechos humanos.. Abrazo
Querido Rodrigo, ante situaciones que me superan, solamente manifiesto mi solidaridad con tu país, sumarme a la denuncia de tanta injusticia y agradecer tu compromiso con las causas justas. No sé qué otra cosa puedo decir ante tanta maldad de seres que se dicen humanos. Un fuerte abrazo
Gracias querida Ana por tus palabras y tu cercanía
Una pequeña corrección. Sí se hicieron pesquisas oficiales, que tardaron 10 años, y llegaron a la conclusión de que Digna “se suicidó” pegándose tres tiros, uno de ellos en la nuca. Así de patético. Las investigaciones se llevaron bajo el gobierno de López Obrador en la Ciudad de México. El obradorismo hizo una fuerte campaña de calumnias contra Digna (presentándola como inestable mental, con una supuesta “necropsia psicológica”) y contra el Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez, la organización de Derechos Humanos de los jesuitas en la que colaboró, insinuando que sus compañeros fueron los responsables de la muerte. [Esa misma estrategia ha seguido el gobierno de López Obrador ahora en la Presidencia de la República ante el asesinato de nuestro compañero Samir Flores]. La Corte Interamericana concluyó – como casi todos sabíamos – que fue homicidio y no suicidio. Es una vergüenza que se diga que el gobierno de México con López Obrador es un avance del progresismo. Comparto este enlace
https://piedepagina.mx/digna-ochoa-un-asesinato-llamado-suicidio/
Comparto también lo que publiqué hoy en Facebook
“El 19 de octubre de 2001 asesinaron a Digna Ochoa. Yo me enteré hasta el día siguiente, porque estaba haciendo ejercicios ignacianos, que debían terminar el 21 de octubre. Me salí un día antes de que terminaran, para asistir a una asamblea de la Alianza Nacional Democrática de Trabajadores Petroleros. Desde el camión vi la portada de La Jornada. “No mamessssss, mataron a Digna… bajaaaaaaan!!!!”.Por todo lo que trabajé en esos ejercicios, el asesinato de Digna fue mi “quinta semana de ejercicios” y de alguna manera selló mi compromiso con las luchas populares.El segundo sello fue una promesa a mi maestro Mayén, una de las últimas veces que platiqué con él: “si tú sigues, yo sigo” y como el viejo se murió sin claudicar, ya me chingué *
Mayén, a quien hago referencia, fue un trabajador petrolero que nunca terminó la educación primaria. Nacido en la década de los años 30 del siglo pasado, lo apodaban “el loco Mayén” porque se atrevió a enfrentarse al corruptísimo secretario general del sindicato petrolero, en defensa de sus compañeros. Siempre digo que Mayén ha sido mi mayor maestro en Derechos Humanos. No conocía de leyes, pero sí de justicia y solidaridad. Lo ví más de una vez visitar campamentos de huelgas de hambre, incluso de organizaciones “enemigas” que lo habían atacado sin misericordia: “son compañeros trabajadores, tenemos que apoyar”.
Luchó por más de 10 años para recuperar una caja de ahorros de los trabajadores, que se había apropiado para sí misma la dirigencia sindical. Casi una vez por semana llegaba a mi escritorio “Rodri, pasó ésto y ésto en el juicio, yo creo que deberíamos hacer tal cosa pero mi abogada dice que no se puede; dame tú los artículos para decirle que sí”. Yo respondía “ay, Mayén, cualquier abogado te dirá que no se puede, pero tienes razón que lo que propones sería lo justo… déjame lo estudio y regresa mañana para ver si le encuentro modo; pero no le digas a tu abogada que otro abogado te dió la idea, juega al pendejo y pregúntale con ingenuidad oiga no podría ser que ….”. Mayén reía con ganas y me decía “Por éso me caes bien, eres como Juditas Tadeo, patrono de los casos perdidos”. Al final Mayén ganó el juicio. Sus compañeros, incluso los que se burlaban de él, recibieron el dinero. Mayén murió unos días antes de la fecha de entrega del reembolso. Que tu memoria sea eterna, mi querido Arturo Rodríguez – el loco- Mayén.