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De Indultos, amnistías y nacionalismos españoles

        Ese derecho de gracia ejercido por las autoridades de un Estado para la liberación de penas está basado en razones de interés ciudadano o de oportunidad política para la fortaleza de la convivencia y el aseguramiento de la paz social. La amnistía es mucho más radical que un indulto, pues extingue las penas y sus efectos. Ambos son actos de perdón que se dan y se reciben en la sociedad civil para la concordia y la reconciliación en los conflictos. Son actos de superación histórica.

        Para poder mirar y afrontar los problemas del presente obteniendo las respuestas más adecuadas y las soluciones eficaces, no podemos ignorar las situaciones que nos han traído hasta aquí, las causas escondidas en el pasado, el tratamiento que se les dio a los problemas del pasado. El adanismo político haciendo un compartimento estanco de las vivencias del pasado resulta una frivolidad y un desperdicio que las sociedades maduras no se pueden permitir, mucho menos una democracia joven que se ha organizado a partir de uno de los momentos más lúcidos de su historia, la Transición Política.

        Cierto que 1977 no es 2023. Entonces frente a circunstancias muy adversas se construyó un consenso de todas las fuerzas políticas por el cambio, y con trabajo y esfuerzo alcanzamos un gran pacto social, pues a la violencia asesina de ETA se sumaba la de los grupos de la extrema derecha. Hoy la extrema derecha que ha asomado en los últimos años en forma de partido político en 2013, permanece como una excrecencia del Partido Popular en su deriva neo-conservadora. ETA tuvo su último atentado sangriento en diciembre de 2006. Totalizaron sus 854 asesinatos, su casi un centenar de secuestros y los muchos heridos y que en 2011 cesó de la violencia de forma definitiva.

        La Declaración unilateral de independencia de Cataluña en 2017 junto con la Proclamación de la República Catalana en el mismo año no produjo derramamiento de sangre y cuya respuesta al desafío se mantuvo en los cauces de la confrontación política, las fuerzas del orden y los procedimientos judiciales. Si no fuese porque aquello enfrentó a la población catalana creando un gran cisma y división en su sociedad, y que puso a prueba los sólidos cimientos de la nación española, diríamos que fue una serie de acciones ejecutadas por unos partidos políticos verbeneros.

        Igual que la Transición fue hecha sobre todo por los reformistas del franquismo, quienes aportaron sus iniciativas y tenían un poder efectivo para darle buen término, la Organización Territorial del Estado o lo que empezó a ser el Estado de las Autonomías no se pudo haber realizado con los políticos, antes en la clandestinidad y luego en la oposición, con igual relevancia desde Cataluña, partiendo de los acuerdos preautonómicos con nacionalistas vascos y catalanes. La política de consenso significó concesiones de unos y de otros. Fueron los años del Consell de Forces Polítiques de Cataluña.

        La primera amnistía no benefició a la mayor parte de los presos vascos excluidos por haber puesto en riesgo la vida o la integridad física de las personas. Las reformas iniciadas por los aperturistas del régimen (Fraga Iribarne, Ministro de Arias) que no satisfacía a la oposición porque era una reforma impuesta, causó efectos tales como el reforzamiento en Guipúzcoa del grito “Presoak Kalera”, sirvió para una mitificación política de ETA y para que los partidos de izquierda no nacionalistas pasesen a ser considerados como “enemigos españolistas”. Lo cierto es que “La medida adoptada por el Gobierno, que es en realidad el primer paso simbólico de su voluntad reformadora, no tiene, sin embargo, la menor influencia en la realidad del País Vasco”. (Victoria Prego, “Así se hizo la Transición”)

        Recién nombrado Suárez presidente por el Rey y estrenando su primer Gobierno, en el mes de julio de 1976, en toda España hay movilizaciones exigiendo la amnistía.

        Pero es en Bilbao donde se produce la mayor de las manifestaciones en demanda de amnistía. No menos de cien mil personas salen a la calle a pedir la libertad para los presos políticos vascos, la mayoría de ellos relacionados con acciones terroristas. En el resto de las ciudades españolas, concentraciones, marchas, mítines y otras acciones se suceden en demanda de amnistía para los presos políticos y el regreso de las exiliados “. (Victoria Prego, ob. Cit.)

        En la madrugada del 16 de julio el Ministro de Información del nuevo Gobierno informa a la prensa su declaración de intenciones que incluye una amnistía total que deja fuera a los presos de ETA y donde el Gobierno expresa claramente su convicción de que la soberanía reside en el pueblo proclamando la intención de trabajar colegiadamente en la instauración de un sistema político democrático basado en la garantía de los derechos y libertades cívicas, en la igualdad de oportunidades políticas para todos los grupos democráticos y en la aceptación del pluralismo real.

        Según Victoria Prego, el nuevo presidente abandona el hecho de la razón y la autoridad moral con que se había revestido el Gobierno Arias para establecer en su lugar: “El diálogo con los grupos políticos afines y con los de la oposición, la aceptación de la crítica, el reconocimiento del servicio que a la comunidad presta la discrepancia civilizada, constituyen para el gobierno normas elementales de conducta” (citando el texto de la propia declaración) Las primeras elecciones democráticas se realizaron el 30 de junio del año entrante de 1977.

        Llibertat, Amnistia, estatut d`autonomia .Hoy desde algunas instancias periodísticas se nos pide que cerremos los ojos al pasado como si con ello pudiéramos obtener una visión más acertada del presente que se nos muestra inédito… o que fuéramos más libres para tomar nuestras propias decisiones. Pero se nos impone el principio de realidad. ¿De cuál pasado? ¿Aquel que nos ha conducido hasta aquí y del que fuimos protagonistas o lo fueron nuestros padres hace apenas cincuenta años? ¿Ése de hace apenas cinco años y del cual todavía somos actores? Si borras las vivencias te quedas sin identidad, o lo que es peor: seguimos siendo esclavos de nuestras pasiones. Perdemos el ser. La Cataluña actual se construyó con el mismo clamor del resto de España, sus ansias de libertad, la exigencia de una amnistía que borrase todas las culpabilidades impuestas, y el deseo profundo de autogobierno que canalizase nuestras ansias de democracia. Cataluña, con la restauración de su gobierno legítimo sacado del exilio, daba ejemplo al otro nacionalismo radicalizado que se asesinaba a si mismo derramando sangre hermana señalando desde Cataluña al resto de España el camino a seguir para las libertades y la convivencia.

        Con el triple lema salieron las multitudes a las calles de Barcelona en la primera semana de febrero de 1976, pidiendo la amnistía para más de 600 presos político que no habían alcanzado el indulto del Rey tras su coronación. El 11 de septiembre de ese año, y con la presidencia de Suárez, en Sant Boi de Llobregat celebraban también multitudinariamente la Diada con un mensaje grabado del honorable Josep Tarradellas desde su exilio en Francia. Un mensaje de unidad donde se abogaba por que no faltara nadie en la obra de reconstrucción de la personalidad política y jurídica de Cataluña. Las instancias catalanas de la Transición entendieron y explicaron con su valor histórico e institucional, y la persona insigne del honorable Tarradellas, la tesis de la soberanía compartida donde las nacionalidades históricas comparten, porque forman parte y conviven, la nación española.

        En este momento del discurso conviene aclarar varios conceptos con los que se fabrican una serie de premisas que circulan como moneda falsa, así, por ejemplo, los agravios comparativos, que los problemas de los nacionalismos derivan de un conflicto entre “Estados”, que el Estado español es una simple unidad administrativa y otros más, el mal llamado “nacionalismo” español juzgado una entelequia y demás.

        Aquí no procede, dada la naturaleza del asunto, tratar temas como la financiación autonómica, el nivel de recursos que maneja cada comunidad o las competencias que tiene asignada vía de reconocimiento constitucional o por las leyes que le sucedieron, sino del hecho,es decir, ese sentimiento disfrazado de patriotismo en la defensa de los intereses propios al margen de los intereses y necesidades del conjunto. Con esto se pretende un trato preferente y diferenciado para distinguirse de otras comunidades de régimen general. Son formas de un nacionalismo excluyente en cuyas políticas se corre el riesgo bien de abandonar la normativa constitucional, o bien la propuesta de modificaciones fuera de los procedimientos ya establecidos. Asoman tales supuestos.

        La idea que emana de la Constitución es la de España como nación de naciones y regiones haciendo residir la soberanía en la nación española – el pueblo español – (artº 1.2) Somos todos españoles donde no cabe el calificativo de “españolista” para hacer una distinción con persona alguna que albergue deseos secesionistas. Y como escribió Gregorio Peces-Barbas: “las restantes naciones culturales derivan sus derechos de la propia Constitución” (“La España civil”) Siendo naciones culturales el hecho diferencial de competencias radica en su cultura, lengua y Derecho propio y las competencias recogidas por la misma Constitución, que son el régimen fiscal especial vasco o navarro

        Se dice de nuestra Constitución que es lo más parecido a la de un Estado Federal, con los ´términos “ federalizante”, o de un “federalismo funcional”, pero no puede serlo propiamente dicho, porque las naciones y regiones que integran España no han sido nunca previamente estados soberanos. No tienen cabida posiciones separatistas amparadas en el derecho de autodeterminación.

        Resultaría poco recomendable hoy que quienes defienden el diálogo político e institucional con Cataluña lo hiciesen atribuyéndole a Cataluña dimensiones de Estado aunque solo sea por respecto a una interpretación jurídica razonable. Especialmente después de los hechos del año 2017, los cuales esto sí sería razonable dejar en el olvido.

20 comentarios

  • M. Luisa

    Leyendo a José Miguel Lertxundi y además con gran satisfacción no puedo dejar de recordar a nuestro amigo y querido Iñaki de San Sebastián, a quien  echándole  tanto en falta aquí,  le deseo una   salud favorable,  creo que también él rubricaría como lo hago yo misma las palabras de José Miguel.

    Un saludo afectuoso a ambos!   

    • José Miguel Lertxundi

      Gracias a ti M Luisa, te estoy muy agradecido por tus palabras,

      Un abrazo.

  • carmen

    Creo lo que no se debe olvidar es que el pensamiento del señor Valderas no es una excepción en España. Al menos así lo creo y lo veo a mi alrededor. Así que, si es cierto que Atrio es un lugar abierto, sería una perdida importante. Porque ese pensamiento, insisto, existe.

    Creo que el camino de solución de conflictos, sean  de la naturaleza que sean, pasa por un diálogo. Si no es así, se convierte el medio en el que las personas escriben en algo panfletario. Y, francamente, eso no conduce a nada. Desde luego no a llegar a acuerdos.Por eso me ha gustado mucho lo que ha dicho José Miguel ,  el apellido ya es demasiado para mí, sigue queriendo dialogar con quién desee hacerlo con él. No todo el mundo está dispuesto a ello. Además, tiene una sólida formación académica y , bueno, quiero decir que, bueno. Aquí lo dejo.

    Buenas noches.

  • ana rodrigo

    Aquí parece que se acaba el mundo si se reconoce, de la manera más adecuada (que yo no sé cuál es), la identidad de determinados territorios. José Miguel hace mención a la Confederación Helvética, no sólo organizada en confederación (sin hundirse el mundo), sino que es un país único e inmejorable en muchas cosas, entre otras el respeto, la convivencia y la bandera suiza, que llena todas las calles y todos los lugares el día 1 de agosto, día nacional de Suiza, orgullosos de ser todos suizos. Con 26 cantones, cuatro idiomas, con un nivel de vida increíble, referendums locales constantes, con una inmensidad de inmigrantes de todos los continentes, culturas y países, un nivel de educación envidiable…uf, increíble, y ¡no se acaba el mundo!, al revés, son un ejemplo para las mentes cerradas.

    Respecto a la “España una y libre” habría que conocer de qué manera se configuró la España actual: a base de guerras, de expulsiones de musulmanes y judíos, de matrimonios entre herederos y herederas de unos territorios y otros. Cuando no, los reyes consideraban propiedades privadas a sus reinos, como el caso de Fernando I, rey de León que, al morir repartió el reino de León y el condado de Castilla (convertido en reino),a sus hijos, y Zamora y Toro a sus hijas, ¡hala!!!!! Y ahora parece que España la engendró el mismo dios desde el principio de los tiempos  como que, cuando se constituyó en un sólo estado, se paró el tiempo. Qué tragedias se están montando para reconocer la heterogeneidad de España. No quiero ni pensar en que pueda gobernar VOX, o el PP con VOX, que para el caso es lo mismo.

    El estado de crispación y dogmatismo, me recuerda otras épocas recientes que terminaron con una guerra civil… Da miedo escuchar a ciertos políticos. Qué fuerte.

  • José María Valderas

    Señor Lerxundi, ¿cree que usted que podemos debatir si parte de lo que llama ciencia ciudadana. Y yo con estos pelos, que diría Maruja Torres copiando a Vázquez Montalbán. Nazi, nazi el que tiene en su programa la obligatoriedad de la enseñanza en un idioma que no es el materno para más de la mitad dela ciudadanía. Dígase del vasco o del catalán. No sólo de maquetos y otros foráneos se alimenta el odio nazi. De su idea de cultura uno se libra leyendo a Ortega. Mi catedrático de antroplogía cultural, el doctor Esteva Fabregat recogía  todavía planteamientos de quienes se habían dedicado a estudiar la cultura material de los pueblos primitivos o escasamente desarrollados. Una línea de investigación que se ha robustecido con el enfoque científico de la producción material de esos pueblos. Y el resltado, pese a todo, es muy pobre.

    • José Miguel Lertxundi

      El respeto es una de las bases de la moral y de la ética, consiste en valorar a los demás, considerar y reconocer la dignidad de cada persona como tal, y de cada pueblo, es el reconocimiento de los derechos que son innatos a toda la humanidad. Es por lo tanto, la esencia de las relaciones humanas y de la vida en comunidad.

      El respeto es, por lo tanto, un  derecho y también una obligación. Es un derecho en tanto en cuanto todos podemos y debemos exigir un trato de los demás acorde con nuestra dignidad como personas. Y también es una obligación, ya que nosotros también debemos actuar de la misma manera con los demás.

      El egocentrismo  y la soberbia: Cuando alguien considera que todo ha de girar en torno a sí mismo es inevitable que tienda a despreciar a los demás y por lo tanto, que no los trate con el respeto que merecen.

      La intolerancia: Nadie puede esperar que todo el mundo piense y actúe como uno mismo. Muchas personas no aceptan al que es diferente por el simple hecho de serlo y en ocasiones, lo tratan de una manera despectiva.

      La ausencia de valores: La falta de valores hace que las personas basen todas sus actuaciones en conseguir unos objetivos materiales y en satisfacer sus propios deseos o caprichos sin respetar a los demás.

      La mala educación: Que hace que muchas personas no sepan guardar unas normas básicas de convivencia.
      Gracias por debatir conmigo Señor Valderas, pero por lo anteriormente expuesto no puedo seguir dialogando.

      • ana rodrigo

        José Miguel, de acuerdo con todo lo que dices.

      • Antonio Duato

        Quiero decirte, José Miguel, que la dificultad que constatas en dialogar con José María no te haga alejarte de ATRIO donde muchos hemos apreciado tu talante y tu saber para lo que es la misión de ATRIO: fomentar el encuentro de personas, reflexionando con sutenticidad y sincesidad sobre los roblemas más importantes u olvidados.

        A José María lo aceptamos en este ugar libre y, aunque se somete a la norma de no insultar o descalificar a sus discrepantes, muchos hemos experimentado lo difícil que es debatir con él. Retirarte de conestar a sus provocaciones que no sea dejar de participar aquí y de ayudarnos a todos a pensar cómo debería ser una ruta para aclarar la convivencia en España más allá de quienes ven en el mero dialogar ya una traición. Etiquetando así no se puede avanzar.

        Hoy oía a Pacual Sala decir que cabe en la Constitución una Ley de Amnistía que sea bien fundada y redactada. E incluso caben medidas que en diálogo suténtico podrían mejorar nuestra convivencia de ciudadanos y pueblos de España. Pero esto es para seguir…

        Una observación sobre el derechosde autoterminción. A José Mari Setién hace muchos años que le oí esta opinión (que puede ser discutida), basada no solo en sus sentimiento nacioalistas sino en su ciencia jurídica de derecho natural y positivo: “El proceso para la independencia de un territorio de España exige no solo el voto de una mayoría cualificada de los ciudadanos de ese terrotorio, sino, antes o después, una mayoría también de todos los ciudadanos de España para el ejercicio de ese derecho”.

        Para superar la polarización es necesario huir de maniquísmos simplistas, ¿no?

        • José Miguel Lertxundi

          Antonio gracias, pero no está en mi intención retirarme de Atrio, tampoco pierdo la esperanza de debatir con José María Valderas, aunque me resulte difícil, respeto sus opiniones pero me molestan las descalificaciones a personas, que aunque sean públicas y estén sometidas a la crítica, merecen un respeto, y lo mismo digo sobre todos los pueblos que conviven en España, con sus particularidades, con su idioma y cultura, con su historia que puede ser más o menos importante. Sí partimos de la igualdad ganamos todos, todos somos importantes. Yo no soy independentistas, pero defiendo el derecho a decidir respetando todas las voluntades. No creo que sea una cuestión prioritaria ni necesaria la independencia de un territorio, que, en gran medida, tiene una cuota de gobierno razonablemente aceptable. Yo vivo en una confederación que lleva años unida con territorios distintos en origen e idioma, que conviven democráticamente, Suiza es un ejemplo. España puede y debe ser un Estado federal en donde todas las regiones tengan la misma autonomía, política y económica, sin privilegios, pero donde exista solidaridad entre regiones.

          Gracias Antonio y Ana, un abrazo.

        • José María Valderas

          No intervengo para desmentir nada. No es mi estilo responder a improperios ni lecciones de “ética y moral” (si Aranguren levantara la cabeza). Mi breve respuesta tiene que ver con el factor que usted ha introducido, y lo que para mí es el sanchismo judicial, incluyendo quizás indebidamente al TC. Pascual Sala es un socialista militante, no sé si con carné o no. Recordaba yo el otro día la lección de derecho constitucional que le dio Jiménez de Parga a propósito del preámbulo del Estatuto de Cataluña de Maragall-Rodríguez Zapatero. Ocurre lo mismo que con Conde Pumpido, cuya presencia y conocimiento reclamó Otegui por una acción legal de la policía. Aquellas terribles palabras “pero esto lo sabe Conde Pumpido” puso luz al barro de las togas del entonces fiscal general.  Hemos oído hablar, es decir, hemos leído de eminente juristas que no cabe amnistía porque ésta ser admitir que la sentencia fue política, ésta y otras sentencias de delitos comunes. Sala crea la atmósfera necesaria, es decir, pone dudas, lo que es echarle un capotazo a Conde Pumpido cuando se denuncie su inconstitucionalidad. Hablar de convivencia es un sarcasmo para los que vivimos en Cataluña y, por lo que yo sé, en el País Vasco y Navarra.

  • Jaume PATUEL PUIG

    Es muy curioso la falta de respeto de alguien en el diálogo .para brindar que no hay “nación castellana”….

    La Constitución como se hizo también se puede deshacer, pero no interesa a algunos…¿por qué? Tal vez para darse cuenta de cierto nivel de esquizofrenia….

    Lástima que no haya sensibilidad como no la tuvo Carlos V en el 1521…Y como panorama metafórico me da la sensación de estar en algunos aspectos en julio de 1936….Continuemos siguiendo la política de partidos políticos…donde la juventud no tiene ejemplo vivo de democracia participativa, pero si de partitocracia…

    En fin DUC IN ALTUM…mañana (23/8) tendremos noticias importantes…

  • M. Luisa

    Ya empezamos mal, Román, si se me permite expresarlo  así. El indulto es una cuestión de personas, en cambio, la amnistía es una cuestión de conceptos. El ejemplo más próximo que tenemos de este segundo caso es el del concepto de sedición, que por no existir en el código penal europeo fue por lo que bajo presión europea España  hubo de retirarlo. Por tanto, lo que se extingue es el contenido conceptual de sedición, con lo cual por imposible no puede ser  punible, no hay pena que extinguir,  por eso no cabe aquí ningún acto de perdón,  solo cabe conceder la amnistía.  No puedo seguir leyéndote, pero lo haré más adelante…

  • José Miguel Leetxundi

    Sería bueno, Señor Valderas, crear un  clima de convivencia en el que los distintos pueblos, sí pueblos, decidían convivir juntos haciendo uso de su libertad y no por la imposición. Un clima en el que la tolerancia y el respeto a la diversidad  sustituyan  al sectarismo y a la idolatría de símbolos reaccionarios de todos los  nacionalismos. Señores Díaz y Valderas déjense ya de planteamientos decimonónicos, nuevos tiempos y nuevas políticas. 

    • José María Valderas

      Sabe usted serñor lertxundi que existe amplia bibliografía sobre Volk, sobre la noción de pueblo. España no es una amalgama de distintas etnias. Le escribo desde una tierra donde los feocios llegaron en el siglo VIII antes de Cristo. Desde entonces, mezclándose con los índigetes nativos y su progenie ya mestiza, han conocido el paso de romanos, godos, galos, árabes, aragoneses, siempre mezclados. Ultimamente la inmigración marroquí y subsahariana roza la mitad de la población, siendo de otras partes de España al menos un tercio de la población.

      España, que nació siendo tierra de conejos, según el historiador latino, es una país mezcla infinita. No existen pueblos en España. O como diría mi amiga chilena de origen vasco (apellido Apelategui), no existen tribus. El vasco, el gallego, el catalán, el andaluz, el riojano, el astur… son meras ficciones. Supongo que habrá oído algunas “cantadas de habaneras”; en este rincón del alto Ampurdán hay grupos que las cantan de maravilla y que hablan de soldados que fueron a las Antillas, a la perla en particular, en escuadras españolas. Porque lo español es lo que las unificaba.

      El separatismo es un fenómeno moderno. Lo que no es moderno son los levantamientos contra los impuestos abusivos (remensas, guerra de El segadors”). El separatismo vasco, para quien conozca la historia de las Vascongadas es fruto de un iluminado sin formación de un fanatismo religioso que hoy diríamos próximo a lo talibán. Si conoce la historia de las aventuras científicas del Colegio de Vergara o los Caballeritos de Azcoitia recordará que la intelectualidad vasca, en una sociedad eminentemente rural, era consciente de su incardinación en España, que jamás cuestionaron. Las guerras carlistas lo estropearon todo, con sus fueros y otros hermetismos. Y en ese contexto nació el nacionalismo vasco.

      Tampoco el catalán fue ajeno al cantonalismo que, como una plaga recorrió España. Pero no se trataba de pueblos. Porque no existía un genoma más o menos compartido por una población cerrada. Se traba de un afán de unos pocos que se creían superiores en un España deprimida y aprovechararon esa situación de menesterosidad en la que habían sobrenadado merced a leyes arancelarias proteccionistas.

      La Mancomunidad de Prat de la Riba pudo abrirse paso en una sociedad en la que la inmigración, la murcionada que decían, mendigaba un puesto trabajo, creándose un suerte de autodegradación personal en muchos individuos.

      Se ha dicho a menudo que el separatismo tiene que ver con el romanticismo de la Volkgeschichte. No es el caso catalán ni vasco. A mí me han dicho en más de una ocasión que no tengo por qué decir que soy andaluz, si hablo perfectamente el catalán y he alcanzado determinado lugar en la sociedad. Es un nazismo sutil que cree en una raza aria cuando la genética de poblaciones desmiente esa tesis y nos dice que la mayoría de los genes predominantes en España son de origen magrebí. No sé si conoce al respecto los trabajos de Cavalli-Sforza.

      No, señor Lertxundi. En España no hay pueblos. Eso es un argumento falso de Arzallus, de Setién, de Garicoechea y de otros lendakaris. El ptresidente de la Generalidad catalana se apellida Aragonés García. En España lo que hay es un acervo génico multiforme de muchas mezclas en todas las zonas del territorio nacional. Es cierto que en algunas zonas tardó en entrar a romanización. Lo que no fue ningún timbre de gloria.

      No tiene España por qué aguantar la mentira sistemática de cuatro aprovechados que buscan apoyatura jurídica, científica incluso, que no existe.

      Si por nuevos planteamientos entiende usted que un español no pueda aprender los conocimientos normales en su lengua reniego de ese futuro. No sólo no es el mío, sino que entiendo que es criminal extorsionar a la gente con la falacia de la convivencia. Si por nuevas políticas entiende usted que los proetarras dirijan un gobierno, me apeo de esa nueva política. Un asesino o aplaudidor de jun asesino no está legitimado nada más que para pe.rdir perdón por haber cometido el mayor abuso contra los demás: el asesinato. el colmo de cinismo es convertir en héroes, gudaris o como quiera llamarlos a simples pistoleros.

      • José Miguel Lertxundi

        Señor Valderas:

        La identidad cultural de un pueblo, en este caso el vasco, viene definida históricamente a través de múltiples aspectos en los que se plasma su cultura, como la lengua instrumento de comunicación entre los miembros de una comunidad, las relaciones sociales, ritos y ceremonias propias, o los comportamientos colectivos, esto es, los sistemas de valores y creencias. Un rasgo propio de estos elementos de identidad cultural es su carácter inmaterial y anónimo, pues son producto de la colectividad. Lo que la identidad pone de relieve son cuestiones relativas a la libertad, la igualdad y la dignidad culturales que son, hoy en día, una actualización de la filosofía de la tolerancia. La identidad colectiva de un grupo permite asegurar la continuidad de las prácticas y los símbolos del grupo. Ello no quiere decir que permanezca inmutable sin sufrir transformaciones, por el contrario, la identidad colectiva nos permite establecer un sentido de continuidad del grupo que por medio de un metafórico hilo de memoria vincula dicha comunidad simbólica más allá de la perspectiva biográfica de sus miembros. A este respecto el pueblo vasco es, como afirma Anthony Smith, un pueblo designado por un gentilicio y que comparte un territorio histórico, recuerdos históricos y mitos colectivos, una cultura de masas pública, una economía unificada y derechos y deberes legales iguales para todos sus miembros. Los pueblos preceden a las naciones. Euskadi hoy es una Nación sin Estado.

        Le doy la razón, el nacionalismo de Sabino Arana, a veces, tuvo un núcleo doctrinal racista e integrista en lo religioso, y una  obsesión por hacer del “euskara” una muralla contra España. La idealización de una sociedad vasca tradicional, protegida por la religión y por la independencia que implican los fueros y las  leyes viejas, constituyen el núcleo del pensamiento de Sabino Arana, sobre una concepción religiosa integrista, el sentido pragmático que se deriva de las enseñanzas de Ignacio de Loyola, de hecho edificó su partido de acuerdo con los principios de la Compañía de Jesús.

        El Estatuto de autonomía indica el titulo primero:

        El Pueblo Vasco o Euskal-Herria, como expresión de su nacionalidad, y para acceder a su autogobierno, se constituye en Comunidad Autónoma dentro del Estado Español bajo la denominación de Euskadi o País Vasco, de acuerdo con la Constitución y con el presente Estatuto, que es su norma institucional básica”.

        Aunque no es más cierto y real que como indicaba el preámbulo del Estatuto político de la Comunidad de Euskadi, el llamado plan Ibarretxe:

        El pueblo vasco o Euskal Herria es un pueblo con identidad propia en el conjunto de los pueblos de Europa, depositario de un patrimonio histórico, social y cultural singular, que se asienta geográficamente en siete territorios actualmente articulados en tres ámbitos jurídicopolíticos diferentes ubicados en dos estados. El pueblo vasco tiene derecho a decidir su propio futuro, tal y como se aprobó por mayoría absoluta el 15 de febrero de 1990 en el Parlamento Vasco, y de conformidad con el derecho de autodeterminación de los pueblos, reconocido internacionalmente, entre otros, en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y en el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales.”

        El nacionalismo vasco, con distintos matices, ha asumido e incorporado en su definición de la identidad vasca otros rasgos. Las condiciones políticas excepcionales de la dictadura posterior a la guerra civil (1936-1939) y durante las primeras décadas de la transición a la democracia posibilitaron la emergencia de una imagen de lo vasco que sin romper con la anterior profundiza el estereotipo de pueblo resistente a la opresión. Los últimos años han dado paso a una imagen más compleja de lo vasco que durante mucho tiempo se ha negado u ocultado. Aunque es necesaria mayor profundización en esta idea, la identidad vasca y sus cambios, una identidad colectiva, cultural y política en contextos de modernidad avanzada.

        Por otro lado, si se refiere a Bildu, partido que yo no apoyo,  es un partido democrático que respeta la legalidad,  la Ley Electoral y  todos los procedimientos democráticos, que tiene un respaldo importante del electorado en Euskadi y en Navarra. Sus candidatos tienen intactos sus derechos políticos para participar en unas elecciones. No vamos a recordar a los torturadores de la época franquista y post franquista, muy constitucionalistas ellos, que se presentaban a las elecciones y nadie les decía nada.

        • José María Valderas

          Que en dterminados sitios se hable un idioma distinto del oficial no es elemento determinante de nación, ni otras pretensiones. No es infrecuente el caso contrario, que distintos países hablen un mismo idioma. Lo escrito por los políticos tienen el valor que tiene, aunque lo apoyen los ciudadanos. Los ciudadanos no son fuente ni de ciencia ni siquiera de verdad. Recuerde el apoyo popular al nazismo.

          En España hay multitud de costumbres idiosincrásicas, que se han transmitido de generación en generación sin que ello suponga una razón distintiva y diferente de la historia común. Usted dice que viven Suiza.

          Sobre “virtudes” identitarias no conozco ninguna que esté apuntalada por la ciencia ni por la historia. Por la ciencia no existe lo vasco, ni lo catalán. Estaba esta tarde trabajando sobre el genoma y leo una investigación sobre la constitución hereditaria de unas trescientas especies distintas con las que compartimos la friolera de  casi un 20 por ciento de genes. Por la historia tampoco. En todas partes ha habido resistentes a la opresión. En todas las épocas. La guerra contra el francés del pueblo español como una piña, salvada la excepción afrancesada.

          Echar mano de los franquistas es un recurso barato. No le niego el pan y la sal a nadie. Siempre que respete las reglas del juego democrático. Muchas veces el PNV no las ha respetado. Tampoco las respetan los socialistas que retuercen el derecho para “aliviar la pena” de sediciosos y etarras.

          No me gustan las palabras vacías. Por deformación de mis tiempos de practicante del neopositivismo. No sé qué es eso de identidad colectiva, cultural. La cultura no es colectiva, sino personal, aunque se transmita de padres a hijos. Ni sé en qué consista la modernidad avanzada. Y mire que he trabajado durante decenios para poner al día de la ciencia a mis conciudadanos.  Ante frases rimbombantes no se me ocurre otra cosa que, la gallina. Modernidad en el País Vasco fue la cátedra de Sánchez Mazas sobre filosofía de la ciencia y su revista Theoria. Modernidad es el Instituto de Física de San Sebastián  creado por Pedro Miguel Echenique. Modernidad fue la investigación sobre el euskera de Koldo Michelena. La imposición del vasco, el exilio persistente de cientos de miles, eso no es modernidad. Eso es prolongación de una página ignominiosa de la historia reciente de España escrita ahora a dos manos por los herederos de la 9 mm Parabellum y el sanchismo.

           

          • José Miguel Lertxundi

             
            No es que se hable un idioma distinto, la identidad vasca no radica únicamente en eso, no banalice una cuestión tan importante, creo haberlo explicado  suficientemente, si no lo entiende o no lo quiere entender, es otra cuestión. Que “los ciudadanos no son fuente ni de la ciencia ni siquiera verdad”, es una frase propia del despotismo ilustrado, época en la que parece que usted se ha quedado. No entiende que la ciencia ciudadana o demociencia hace avanzar al conocimiento científico más allá de las fronteras del laboratorio o el trabajo de campo tradicional. Y, como no, la escusa de quienes utilizan el apoyo popular al nazismo para atacar a la democracia, a la voluntad del pueblo soberano.
             
            Dice que no conoce virtudes que esté apuntalada por la ciencia ni por la historia, lo primero ni falta que hace, es comparar la velocidad con el tocino, de lo segundo hay sobradas razonas históricas, pero parece que usted no quiere escucharlas.

            Cómo no echar mano de los franquistas, y del pensamiento franquista aún existente, son muchos años de represión y de sufrimiento, y eso cuesta mucho olvidarlo, aunque a usted le incomode. No sé qué entiende por reglas de juego democrático, si alguien no las ha cumplido son otros distintos a los que usted hace referencia.

            No hay palabras vacías sino mal entendidas o interpretadas, acusan al interlocutor para ocultar sus propias carencias, echar balones fuera. Cultura se refiere a los valores que comparten los miembros de un grupo dado, a las normas que pactan y a los bienes materiales que producen, y claro que es colectiva. La modernidad avanzada no solo es lo nuevo, sino lo nuevo por llegar, todo aquello que influye en las ideas y cambios profundos en la sociedad, que se manifestó en los ámbitos de la filosofía, la ciencia, la política y el arte y en los modos de vida en general.
             
            De todas las mentiras resulta especialmente hiriente e indignante, es la que airea la imposición del euskera. Es una falsedad inaceptable que sólo busca confrontar. No hay imposición del euskera en la educación. Sí es cierto que durante muchos años se impidió la recuperación y normalización social del euskera, por ser lengua materna y familiar,
             
            En otro momento hablaré sobre el concierto económico vasco, otra impostura más, en nada discriminatorio con el resto del Estado. El cupo vasco aporta unos ingresos fundamentales para el Estado que no repercuten en la comunidad vasca, que sirven para competencias exclusivas del Estado: Cortes Generales, Casa Real, embajadas, Defensa…  prisiones o Seguridad Social. Competencias estatales relacionadas con la solidaridad. Por ejemplo, lo correspondiente al Fondo de Compensación Interterritorial (los territorios con mayor renta transfieren cierta cantidad a los de menos para que éstos desarrollen determinadas obras públicas). Amortizaciones e intereses de la deuda pública estatal. Pero de esto hay mucho que hablar y explicar.

            Señor Valderas, yo he entrado a debatir en Atrio.org con talante dialogante, sin etiquetas ni presentado curriculum, creo que no corresponde, sí con el ánimo de aprender y, también, de aportar los pocos o muchos conocimientos que tengo. Por lo que le leo usted se jacta de tener un gran curriculum y grandes conocimientos, pero eso es algo que a mí no me interesa, sí la demostración de esos conocimientos.  Yo reconozco que no lo sabemos todo y que no somos poseedores de la verdad absoluta, eso es para mí practicar la humildad intelectual. Esa llave que nos permite seguir aprendiendo y crecer a nivel personal y social. Así lo aprendí de grandes personalidades que conocí y conozco, en mi treinta y cinco años de profesor, treinta de catedrático de universidad, en tiempos en que un catedrático era un ser inaccesible. Y en mi formación en EEUU y Reino unido.

    • Román Díaz Ayala

      Para José Miguel Leetxundi:

      Sin ánimo de entrar en el fondo del asunto, porque a eso le correspondería otra entrega, y queriendo mantener mi propósito de leer a todo el mundo para seguir aprendiendo, sólo quisiera indicar que precisamente tal concepto de “pueblos” es lo decimonónico tardío producto de un movimiento cultural llamado el Romanticismo. Pensar es una virtud, recordar un don divino (fuimos creados a la imagen de Dios) Gracias por participar, confío poder mantenerme a la altura de la que eres merecedor.

      • José Miguel Lertxundi

        Román:

        El Romanticismo supuso el fin del orden clásico, la soberanía  pasa del monarca al pueblo, las identidades nacionales adquieren protagonismo a través de sus legítimos representantes. Contrariamente a lo que las teorías evolucionistas habían anunciado, la necesidad de identidad no ha sido eliminada por la modernización. Las transformaciones económicas, sociales y políticas no han desembocado en un mundo en el que tales sentimientos de pertenencia no tuvieran ya sentido, o no fueran sino la expresión de sectores o grupos arcaicos resistentes a la modernidad. Se trata de un punto capital si se quiere comprender lo que sucede en el terreno identitario, puesto que a menudo hay una tendencia a considerar que las manifestaciones y reivindicaciones identitarias son propias de sociedades atrasadas. Esto significa que la manera en que el tema identitario se presenta en el mundo contemporáneo es más un producto de la modernidad que la expresión de un mundo antiguo del que sería una especie de símbolo. Es,preciso dejar de pensar en la identidad como un modo de pertenencia superado, así como frenar la extensión de quienes consideran, para deslegitimarla,  que la misma es incompatible con el progreso, la modernidad y el universalismo. Para mi  las reivindicaciones identitarias son un nuevo horizonte para la democracia, a condición de que las mismas estén abiertas a la alteridad y no articuladas sobre ideologías tribales.

  • José María Valderas

    Es de elogiar, don Román, su voluntad de volar alto en un problema donde lo gallináceo y mostrenco se impone. En ese volar alto está su interpretación de los años previos a la aprobación de la Constitución, desde la muerte de Franco. Y de ahí su adhesión a lo de nación de naciones y otras conejos que de la chistera se sacaron entre otros Herrero de Miñón, que le valieron reconocimientos oficiales por el gobierno peneuvista del País Vasco, aunque de escasa resonancia en Cataluña. Roca Junyet, que era más lince en política y con menos aspaviento intelectual introdujo en la Carta Magna el neologismo “nacionalidad”. A ese embeleco logró arrastrar a los Raventós, Serra, Maragall, y demás prohombres socialistas que le habían negado el carné de ese partido por ser hijo de político democristiano (exiliado). Ni que decir tiene que Pujol y Trías Fargas estaban la mar de contentos con el caballo de Troya. Lo de “convivencia”, “mirar al futuro” y demás latiguillos son hábilmente dominados por El País, los socialistas y los independentistas. Por eso van de la mano. Es una manera sutil de vender a España, de propiciar su desintegración o, si lo prefiere, balkanización. En esos años que usted aborda y en los inmediatos subsiguientes muchos creyeron en la buena voluntad socialista y separatista. El “sagaz” Luis María Ansón otorgó el premio “Español del Año” a Jordi Pujol desde su “ABC verdadero”. Las comillas son expresiones que el periodista repetía a menudo. No vivían en Barcelona.

    Los días de la “llibertat, amnistia i Estatut d´Autonomia” residía yo en la Calle Entenza, cerca del “hotel”, vulgo, la cárcel. Allí podía usted contemplar a Xirinacs calle arriba y abajo. Si en reportajes ve usted al entonces mosén llevando de la mano a un niño de pocos años, ese niño es mi hijo. Mi suegra tenía lógica confianza en el preste. Pues el propio Xirinacs, independentista acérrimo, sabía que la separación no era cosa de escasos días. En su desvaríos llegó a acusar a la polícía de la mortandad de Hipercor perpetrada por ETA. Enfrente de mi casa de entonces está la Iglesia de María Medianera. Allí se constituyó cierta noche de silencio polícial, de inacción manifiesta (parecían de cara a la pared) la famosa Asamblea de Cataluña, primera esbozo de lo que podría ser un gobierno de Sánchez en el Principado. Todos contra España. Todos. Porque la Autonomía no era más que un paso previo. Eran, cierto, días convulsos, con grupos terroristas domésticos incluidos, que se llevaron por delante a más de un ciudadano, como el dueño de Bultaco o el exalcalde Viola.

    Esas fuerzas más o menos soterradas no han desaparecido. Están más vivas que nunca. El curso temporal se epitomiza en la evolución de las siglas del PSOE en Cataluña. PSOE en las primeras elecciones generales, poco a poco, como hacen las cosas aquí, fue desapareciendo. Le sucedió PSOE (PSOE-PSC), luego PSC (PSC-PSOE) y ahora ya PSC a secas. Al separatismo le interesa ir librándose de carga. Desjudiciarlo lo llaman. Convivencia lo llama el socialismo. Para los separatistas convivencia es la inmersión. Supongo que lo habrá leído. Para el socialismo convivencia ahora es la inmersión, la traición permanente, la deshonra de la nación en cada transacción. Lógicamente ellos no hablan de traición, sino de que ahora no hay algarabía en las calles. Y hay muchos en el resto de España que les han comprado esa falsa moneda. No hay país europeo donde un forajido gobierne su país, salvo en España. con un insolencia y un desparpajo insoportables, Sánchez doce que no los tiene en el gobierno. Pero, ¿quién hizo la ley de despenalización de la sedición? Y así pasos definitivos. Es lo que dicen ya sin tapujos los de Junts. Pasos definitivos. No es que el año 2023 no sea 1978, es que, como dicen, eximios socialistas, jamás había habido tanto entreguismo, tanto odio a España como un peaje para gobernar. Vuele alto. Otros tenemos que soportar cada día la insufrible levedad del ser— de la ignominia.