Después del debate entre Pedro Sánchez y Feijó algunos medios de comunicación (pocos) enumeraron la relación de falsedades que el presidente del PP había lanzado con total tranquilidad en el debate. Casi todo lo que había dicho en esa ocasión era un amasijo de mentiras, y lo había dicho con el mayor aplomo, como alguien que está realizando una tarea que domina plenamente. Ante esto uno puede pensar que Núñez Feijó es un mentiroso compulsivo, o que desde niño le inculcaron que mentir es bueno, pero yo creo que no se trata de nada de eso. Si Feijó miente es por necesidad, lo que pasa es que lleva tanto tiempo haciéndolo, que ya le sale con toda naturalidad.
¿Y por qué tiene esa necesidad imperiosa de mentir? Vamos a ver: vivimos en una sociedad profundamente desigual. Una sociedad dividida en unos clanes que disponen de una gran riqueza: la élite económica que acumula muchos miles de millones, y a su alrededor, unos grupos sociales compuestos por capitalistas de menor nivel, prósperos empresarios, directivos y profesionales muy bien retribuidos… forman la bien pagada guardia pretoriana del gran capital. Son un buen número, pero siguen siendo una minoría que así, a ojo de buen cubero, podríamos hablar de un 10 o un 15 por ciento de la población.
El resto es un amplio grupo muy heterogéneo: fundamentalmente trabajadores, en activo o parados, pero también autónomos, pequeños empresarios, jubilados, amas de casa, estudiantes… Formamos la gran mayoría social que, a pesar de nuestra diversidad, tenemos intereses comunes: seguridad en el trabajo y unos salarios dignos, unos buenos servicios públicos, una sanidad de calidad, una educación adecuada, jubilaciones dignas, viviendas asequibles y también atención ante contingencias desgraciadas.
Los intereses del primer grupo, la élite económica, son totalmente diferentes: salarios bajos, y todos esos servicios sociales convertirlos en negocios privados: sanidad privada, educación privada, precio libre para la vivienda, etc. etc. También discrepamos en la cuestión fiscal: los ricos quieren una presión fiscal baja, cosa que a ellos les ahorra muchos millones, mientras que dificulta los servicios públicos, lo cual les favorece para su negocio de ofrecer esos servicios como privados, o sea, pagando. A la mayoría social nos interesa una presión fiscal fuertemente progresiva para que paguen más los que más tienen y haya recursos para atender a los servicios públicos para todos. A ellos, naturalmente, no.
También discrepamos en el tema del cambio climático. La mayoría pensamos que los científicos saben lo que dicen y que, si no cambiamos nuestra forma de vida, vamos hacia un colapso de consecuencias imprevisibles. En la élite económica predomina más el negacionismo, y además, piensan que, si realmente se produce un cambio dramático, ellos tienen recursos para librarse de las peores consecuencias.
Está claro que los dos grupos tienen intereses radicalmente distintos, y ahora volvemos al campo político. ¿Qué puede hacer la élite económica para defender sus intereses en un sistema democrático? ¿Cómo conseguir que esa gran mayoría no imponga sus intereses? Mentir, mentir y mentir, engañar a una buena parte de esa mayoría social para confundirla y conseguir que acabe apoyando los intereses de la élite. Para ello algo muy eficaz es formar un partido político con el apelativo de “popular”, que se encargue de difundir a los cuatro vientos las mentiras que interesan a la élite económica.
Y aquí tenemos al bueno del señor Feijó cumpliendo fielmente su tarea de lanzar a los cuatro vientos las mentiras que convienen al gran capital. Ciertamente lo hace con tan gran convicción, que nos obliga a pensar que moralmente Feijó no tiene el más mínimo escrúpulo en mentir todo lo que haga falta. Otra cosa es pensar si intelectualmente está capacitado para hacer creíbles las mentiras que tiene que lanzar. Ciertamente tiene a su lado la gran caterva de medios de distracción que comparten la campaña de “las mentiras necesarias”, y tienden a crear la confusión necesaria para que las mentiras cuelen, pero tiene los suficientes resbalones para dejar claro que no es un superdotado ni mucho menos, y una mirada atenta puede darse cuenta fácilmente de sus mentiras.
Carmen, yo respeto y mucho al Sr. Zugasti.
Me refiero a él porque es él quien escribe el artículo y es él quien en ese artículo me llama ignorante o malvado porque pertenezco a “una élite de profesionales bien pagados”, como si no me hubiera costado años de esfuerzo llegar a formar parte de esa supuesta élite y como si no hubiera pasado en mi vida años de necesidad e incluso de hambre. y porque no voto lo que él vota.
O como si no supiera que si abrimos un poco (Solo un poquito) la muestra sobre la que hacemos el estudio, no tuviera yo claro que, no solo yo, sino el Sr. Zugasti, pertenecemos a ese 15% de personas en el mundo que tenemos agua corriente, seguridad social, seguridad jurídica, votamos libremente (Lo que nos da la gana. Todos. Los de unos y los de otros) e incluso disponemos de tiempo y dinero para tomarnos una caña con l@s amig@s mientras arreglamos España, el Mundo , o la Selección Nacional de Fútbol. El otro 85% no tiene nada de eso.
Y además, trato de hacerlo con respeto, aunque desde la discrepancia. Por eso, simplemente, manifiesto mi opinión y ejerzo mi derecho a discrepar; pero con respeto, sin llamarle imbécil, ni malvado, en primer lugar porque estoy convencido de que no es ninguna de esas dos cosas y en segundo lugar, porque yo también pensé como él hace años y vote lo que él va a votar.
Vivir en democracia es un privilegio. Solo el 29% de la población mundial lo hace (Fuente Our World in Data, basada en combinación de datos de “Lührmann el al”, “V-Dem”, “Gapminder, “HYDE” y “Naciones Unidas”) y bajando. Poder votar en libertad es un derecho obtenido con el sudor y la sangre de nuestros padres y abuelos (Y de algunos de nosotros. Yo era demasiado niño) y me parece una salida de tono, afirmar que quienes no comparten nuestra posición política o bien son malvados o bien son ignorantes.
Otra cosa es que estemos atentos y tengamos los elementos de control necesarios para que si algún partido político, pretendiera desde el poder, convertir nuestra democracia en autocracia (Como Hitler en Alemania o Chávez den Venezuela) fracase. en 2019 l ONU pasó a catalogar a la India de democracia a autocracia debido al trato discriminatorio que reciben minorías religiosas como los cristianos, los musulmanes (Que además sufren la guerra contra Pakistán) o los Rohinya (Procedentes de Birmania) y a la continuidad “de facto” de la segregación por castas.
Y lo bueno es que aquí, en ATRIO, se puede hablar en libertad (Mas que en la calle o en los debates televisivos).
Tranquilo, Llaguno, porque Zugasti no se dirige ni a ti, ni a mí, personalmente, habla de colectivos en un análisis de la sociedad desde su punto de vista. Yo no me doy por aludida porque mi vida es mía y soy yo la que sé lo que soy y lo que hago.
Un abrazo cordial desde la discrepancia.
Carmen, estoy de acuerdo contigo en lo que a respeto se refiere.
No conozco al señor Zugasti. Únicamente sé de él por lo que se publica en Atrio.Tengo la sensación de que es un señor mayor, que tiene sus ideas y que ha defendido a tope durante una vida muy larga de trabajo y actividad social o política o como se le quieran llamar.
El señor Zugasti tiene absolutamente todo mi respeto hacia su persona. Todo.Y me llama poderosamente la atención lo fácil que es atacar al que creemos más débil por las causas que sean.
Leo aquí artículos firmados por personas de gran pedigrí intelectual que mantienen cosas abracadabrantes. Y nadie dice nada. Por respeto? Pues eso pido para aquellos que creen más débiles. Que ustedes lo creen. No estoy diciendo que lo sean. En absoluto.Porque, saben? Soy jesuánica. No cristiana. No creo en Cristo resucitado. Ni en la democracia cristiana ni en nada de eso. No presumo de gran cristiana. En absoluto. No lo soy. Pero me gusta el estilo de Jesús de Nazaret.Solamente pido respeto. Y si el artículo no lo ven adecuado, por las causas que ustedes piensen y en lo que no voy a entrar, las quejas, a Atrio. Y con esto sí que me despido .
A mis amigos mayores, mayores que algunos tengo aquí. Un abrazo muy fuerte. Son todos ustedes unos luchadores. No comparto con muchos de ustedes lo que piensan o dicen o entiendo que dicen. Eso nada tiene que ver con que los respete profundamente.
El sr.Zugasti no deja de sorprendernos en cada una de sus intervenciones en Atrio. Está en posesión de la verdad absoluta (por cierto de un rancio izquierdismo) y solo ve a su alrededor gruesos empresarios con chaqué, chistera y puro que, indiferentes al sufrimiento humano, explotan al resto de la humanidad. Afortunadamente no es así aunque no niego que los haya. Pero sr. Zugasti, la humanidad va avanzando hacia mejores tiempos pese a quienes han intentado llevarla al paraíso de la extrema igualdad repartiendo la pobreza. Me uno a la opinión del sr. Llaguno, que, en fin, lo dice mejor que yo.
Es que, o sea, no es de recibo la descalificación continua a las personas.
Argumenten sin molestar personalmente a nadie. No es difícil. De verdad. No lo es. Pero si habrá mil argumentos para votar al PP, para ser un franquista, para ser republicano, para ser monárquico, para ser fascista, para ser comunista, para ser católico, para ser protestante, para ser budista, para ser capitalista…hay argumentos para todo. Pues argumenten, será por sabiduría? La descalificación a personas se suelen basar en la educación del Otro. En la educación de la persona descalificada.
Por favor.
Circula por Whatsapp una frase, que se atribuye a Emilio Romero Gómez (1917-2003), director que fue de el diario Pueblo y considerado uno de los principales periodistas del franquismo (Wikipedia) que dice lo siguiente: “La derecha para ganar unas elecciones tiene que mentir y la izquierda sin embargo no, simplemente porque la derecha defiende los intereses de doscientas familias y eso no da votos suficientes“.
Hay que ver las autoridades que se erigen algunos. El autor de Cartas a un Príncipe, donde yo aprendí que el tratamiento de semejante personaje era el de “Señor”, pues así comenzaba cada epístola. El gallito de Pueblo era una sección donde el director daba clases de interpretación política del sindicalismo vertical, del Movimiento Nacional, del Régimen. Decían que formó escuela, pues en ese periódico se formó Juan Luis Cebrián. e que sería director de El País, butanito o José María García, Raúl del Pozo. etcétera. Luis María Ansón escribió en ABC a propósito de la ley de prensa franquista que señalaba las condiciones del director de periódicos que “sólo le faltaba añadir que hubiera nacido… en el pueblo donde nació Emilio Romero”. Emilio Romero. cerrado Pueblo en a democracia, pasó a ser columnista de El Periódico, un feroz periodico socialista buque insignia del grupo Zeta, de donde partieron muchos periodistas de El País. Historia pequeña de este país. Como para citarlo de autoridad. Suya era la tesis de que en España los partidos se habían convertido en partidas. Una animosidad contra la democracia “partitocrática” que trocó en socialismo. Como tantos, incluidos no pocos de sus pupilos.
Señor Zugasti. No haga caso. Es usted un valiente.Ayer leí en algún sitio una declaración del señor Feijóo. No sé si es cierta o no, porque la guerra es total en todas partes.
Decía que él no ha mentido nunca, que ha podido decir inexactitudes. Y me acordé del señor Rajoy cuando dijo: nada es verdad, salvo alguna cosa ..
Yo me troncho. Esta mañana he ido a votar por correo.
Un abrazo.
Eso significaría, Sr. Zugasti, que si las encuestas son fiables (Y hay alguna empresa, no el CIS, que suele acertar sistemáticamente), una parte importante de la ciudadanía española somos unos ignorantes que nos dejamos engañar.
O bien, yo me incluyo entre esos profesionales bien pagados que somos la “guardia pretoriana del Gran Capital”, somos personas malvadas que no nos preocupamos por el resto del mundo e incluso por el resto del planeta.
El problema, Sr. Zugasti, es que no es así, y hablaré por mismo, no por nadie más puesto que ese grupo en el que usted me ha incluido sin conocerme, somos capaces de defendernos por nosotros mismos.
A mi sí me interesa el planeta y no niego el cambio climático (Otra cosa son sus consecuencias, que en ocasiones los informes van dirigidos a los intereses económicos de quien los encarga, como cuando la niña Greta Gundberg viajó en catamarán de lujo a Nueva York a la cumbre climática, todo sufragado por la empresa de Al Gore… que vende torres eólicas) y le aseguro que en mi trabajo profesional me ocupo de que mis actos, que son siempre industriales, sean lo menos contaminantes posible; además, este abyecto y depravado trabajador bien pagado ha dedicado su vida profesional a tratar de que las personas con problemas de movilidad puedan vivir y acceder a sus casas de forma autónoma (Tuve el honor de ser el ingeniero que mando España al Comité Europeo de Normalización a redactar la Norma Europea sobre elevadores para personas discapacitadas) y cada mes veo en mi nómina que más del 40% del dinero que genero, se desvía al Estado Español, ya sea como impuestos o para sufragar los gastos de seguridad social de las personas que hoy están jubiladas (Igual que harán los más jóvenes por mi dentro de no mucho tiempo) y cuando veo eso, no me sale espuma por a boca no me pongo a rabiar por pagar impuestos sino que le doy gracias a Dios por haberme permitido forjarme esta vida y obtener este trabajo y además me siento muy orgulloso de saber que de una manera u otra, estoy contribuyendo a que mis compatriotas, que no han tenido tanta suerte (O no han querido aprovechar la que tuvieron, que todo puede ser), puedan vivir con un bienestar que no es posible en otros lugares del planeta, empezando por la primera economía del mundo.
Plantear las cosas como usted las plantea, Sr. Zugasti, es decir yo tengo la razón y el que no piensa como yo, no es que se equivoque, sino que o bien es imbécil o bien es malvado.
No Sr. Zugasti. Muchos de quienes no pensamos como usted, no somos ni imbéciles, ni malvados. Y vivir en democracia tiene esto: que igual que en las pasadas elecciones muchos españoles no podían dormir porque veían que Sánchez tendría que pactar con Podemos, hoy son otros los que ven con preocupación que el PP deba (Y pueda) pactar con VOX para gobernar; y yo que conozco buena gente que está o estuvo, en una de esas dos tesituras los entiendo bien y se que se preocupan de verdad.
El problema está en quienes como usted plantean la discusión en “Estás conmigo o estás contra mi”. Si los dos grandes partidos políticos españoles se dieran cuenta de que tienen mucho más en común que el PP con VOX y el PSOE con Sumar (O Podemos bis) y se decidieran a ponerse de acuerdo de una vez, se quedaba usted sin argumento (O más bien se acabaría buscando otro que sería algo así como “La traición de tal o cual a la esencia de la izquierda/derecha”).
Rezo a diario, para que mis amigos que están preocupados por la próxima influencia de VOX en el gobierno puedan dormir mejor y pasen una legislatura poco desagradable (Igual que ocurrió con los que no podían dormir con Iglesias de ministro) y para que los dos partidos mayoritarios le obliguen, a usted, a buscarse un argumento más retorcido, pactando una gran coalición.
Aunque no tengo ninguna duda de que lo encontrará.
Se habla aquí de intereses enfrentados como posible explicación del uso de la mentira para concitar voluntades en torno a uno de los dos grupos de intereses e incluso se revisa quiénes y cuántos pueden ser los beneficiados de que la balanza de los votos se incline hacia uno o hacia otro obteniendo la victoria en las urnas, en defensa de una opción político-económica de las dos que están en liza.
La mentira no es patrimonio exclusivo de un solo partido político, de un momento determinado, ni tan siquiera de una sola personalidad política en particular. Pero la mentira sí que es un instrumento de poder y su uso sistemático y programado calibra la calidad democrática de un programa u oferta política, define la honradez de una personalidad política y nos da la pista de cómo enjuiciar a un partido político:
Vocación de servicio o la ambición por el poder.Nos estamos acostumbrando a ciertas expresiones que con el uso se estereotipan, como por ejemplo, “época de cambios” o “cambio de época”, pero no vamos a lo sustancial, que nuestra sociedad española y nosotros formando parte de ella, hemos cambiado a medida que hemos ido tomando muchas decisiones. Recuerdo aquella frase que fue el leit motiv del discurso de anuncio del Proyecto de Reforma Política pronunciado por Adolfo Suárez: “Hacer normal en la política y las instituciones lo que ya era normal en la calle” Todos fuimos conscientes, por primera vez colectivamente, de lo cierto de aquello, y hasta ahora no hemos vuelto a experimentar colectivamente tanta ilusión a pesar de los graves problemas, la profunda crisis, y los miedos que nos embargaban.
Y ahora no es que nos hayan robado la ilusión con unas estrategia del engaño, como anteriormente se usaba la estrategia del miedo, es que porque tenemos a nuestro alcance una casi infinita cantidad de información, nos creemos personas bien informadas-
Olvidamos lo mollar de tanto despliegue. Tanta información no va orientada a nuestra razón lógica, sino a manipularnos, y para ello el uso de la mentira es esencial
Inasequibles al desaliento vienen los defensores del sanchismo. La orden la emitió El País: Feijóo miente. ¿En qué? No lo dicen, porque es falso. Es un eslogan. Por fin le encontraron una mentira: con el PP no se aumentó la subida de las pensiones de acuerdo con el IPC. No es verdad, hubo años en que subieron menos. Se silencia que, pese a todo, subieron. Pensionista como soy no voy a estar contento con la subida, pero mucho más que cuando las congeló Zapatero, siendo votante en las Cortes ese mentiroso cmpulsivo que es Sánchez. Le han comprobado la burra a El País que está en feroz campaña. Con la Ser. Tan feroz como su animosidad ontra la Iglesia para que guarde silencio ante leyes tan ignominiosas como la del si es sí, el aborto a plazos. ¿Cómo puede haber una persona de bien que no se escandalice ante lo que es tout court un asesinato, pues, como traje a colación el artículo de Cell el feto asesinado tiene ya individualidad morfológica? ¿Cómo puede haber gente, que no sea sectaria, que acepte semejante monstruosidad?
Quienes hemos tenido responsabilidad empresarial y hemos sido antes trabajadores sabemos que es una patraña eso de que la izquierda promueva el bienestar de los trabajadores. Pero, bueno, es el mantra. Dentro de la doctrinal social de la Iglesia, recogida en programas democristianas, la imposición gradual es norma. La democracia cristiana se encuentra a años luz del programa sanchista.Es una pena que en nuestro país la gente se guíe por dictados y sin reflexión crítica. Algunos aquí tiene por Biblia El Pais. Ayer la Comisión Europea le llamó mentiroso con altavoz. Una mentira que han difundido lógicamente los sanchstas. No diré que la deontología profesional cayó más bajo porque uno tiene historia de que ha cabido incluso más bajo.
A un cristiano le llama la atención los argumentos que se vienen ofreciendo en contra de la sustitución del sanchismo, ese movimiento político que se ha constituido en arquetipo de traición a la patria con los indultos a los golpistas y eliminación del delito de sedición que, como ha expuesto el Tribunal Supremo deja al país inerme. ¿Cabe mayor traición que esa alineación con los que quieren destruir España?
Pero ese tema se silencia. Como la gente que a veces se dice cristiana no piensa, toma el silencio del periódico de cabecera por inexistente o mentira.El sanchismo ha encontrado una mina en los casos de comportamientos estrambóticos de Vox a propósito de representaciones teatrales y suscripción a revista. Vayamos al primero. Mi mujer que ha sido profesora de lengua y literatura española y de filosofía durante décadas programa cada año un viaje a Madrid para ver teatro, porque en Barcelona no hay teatro en español, o es irrelevante por anecdótico. Boadella tuvo que emigrar. Claro que aquí los socialistas no van a lo bestia en ese aspecto: sencillamente se silencia, no se subvenciona y la prensa se calla, empezando por El País, periódico que goza de especiales bicocas de la propia Generalidad.
Vayamos a las suscripciones (caso Burriana). Nada menos que la revista de ciencia que un servidor dirigió sufrió la persecución socialista en suscripciones a centros de investigación y docencia. El recurso era sobado: “no hay partidas asignadas”. No había dinero para que un instituto comprara una suscripción a la mejor publicación del momento. Pero los socialistas son así. Claro que la censura era más sutil que proclamar a los cuatro vientos “que esa revista (Cavall Fort) no entra aquí.
A más de uno se le ocurrirá mostrencamente que defiendo la censura. Ni de unos ni de otros. Pero caería en una vileza absoluta si silenciara ese dato. Entre otras cosasa porque fue Muñoz Molina el que censuró la entrada de la revista en el Instituto Cervantes de Nueva York. Y eso que la Real Academia de la Lengua, mediante su Vicepresidente Martín Municio, firmó un acuerdo de colaboración con nosotros porque la creñian de suma utilidad para los académicos. El sanchismo es como una peste que está gangrenando la sociedad española. Contra la persona y su dignidad, contra la familia y su integridad, conta la sociedad y su avance. Pero si nos han puesto de ministro de cultura a un señor que, de acuerdo con los estándares actuales,, es un analfabeto, pues no aprobó ni siquiera primero de carrera. Ministro de cultura. Como para dar lecciones.