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El colapso actual de la ética

También la reflexión de Leonardo sobre ética política sirve para nuestra reflexión electoral

          Hemos vivido y sufrido en Brasil tiempos sombríos bajo el gobierno de Jair Bolsonaro, donde la ética fue enviada al limbo y prácticamente valía todo (las fake news, las mentiras, la predicación de la violencia y la exaltación de la tortura). En el momento actual asistimos desolados a la guerra Rusia-Ucrania. Esta guerra representa la negación de todos los valores civilizatorios, pues una gran potencia nuclear está literalmente destruyendo una pequeña nación y a su pueblo.

          Sin perder de vista los dos datos que hemos mencionado, percibo, entre otros, dos factores principales que alcanzan el corazón de la ética: la globalización del capitalismo depredador y la mercantilización de la sociedad.

          La mundialización del capitalismo, como modo de producción, y su expresión política, el neo-liberalismo, ha mostrado las consecuencias perversas de la ética capitalista: sus ejes estructuradores son el lucro ilimitado, acumulado individualmente o por grandes corporaciones, la competencia desenfrenada, el asalto a los bienes y servicios de la naturaleza, la flexibilización de las leyes y la minimización del estado en su función de garantizar una sociedad mínimamente equilibrada. Tal ética es altamente conflictiva porque no conoce la solidaridad, sino la competencia que hace de todos adversarios, si no enemigos a ser vencidos.

          Es muy diferente, por ejemplo, la ética de la cultura maya. Esta cultura pone todo centrado en el corazón, ya que todas las cosas nacieron del amor de dos grandes corazones, del Cielo y de la Tierra. El ideal ético es crear en todas las personas corazones sensibles, justos, transparentes y verdaderos. O la ética andina del “bien vivir y convivir”, basada en el equilibrio con todas las cosas, entre los humanos, con la naturaleza y con el universo.

          La globalización, al interrelacionar todas las culturas, ha acabado por revelar la pluralidad de caminos éticos. Una de sus consecuencias está siendo la relativización general de los valores éticos. Sabemos que la ley y el orden, valores de la práctica ética fundamental, son los requisitos previos de cualquier civilización en cualquier parte del mundo.

          Lo que observamos es que la humanidad está cediendo ante la barbarie, poniendo rumbo hacia una verdadera edad de las tinieblas global, tal es el descalabro ético que estamos viendo. El segundo gran obstáculo para la ética es la mercantilización de la sociedad, lo que Karl Polanyi llamaba ya en 1944 La Gran Transformación. Es el fenómeno del paso de una economía de mercado a una sociedad puramente de mercado.

          Todo se transforma en mercancía, algo ya previsto por Karl Marx en su texto “La miseria de la filosofía” de 1848, cuando se refería a la época en que las cosas más sagradas como la verdad y la conciencia serían llevadas al mercado; sería “el tiempo de la gran corrupción y de la venalidad universal”. Pues estamos viviendo ese tiempo.

          La economía, especialmente la especulativa, dicta el rumbo de la política y de la sociedad en su conjunto, que se caracteriza por generar un profundo foso entre los pocos ricos y las grandes mayorías empobrecidas. Aquí se revelan huellas de barbarie y crueldad como pocas veces en la historia.

          ¿Qué ética puede orientarnos como humanidad que vive en la misma Casa Común? La ética que hunde sus raíces en lo que nos es propio como humanos y que, por tanto, es universal y puede ser asumida por todos.

          Creo que en primer lugar está la ética del cuidado. Según la fábula 220 del esclavo Higino, bieninterpretada por Martin Heidegger en Ser y Tiempo y detallada por mí mismo en Saber cuidar, el cuidado constituye el sustrato ontológico del ser humano, es decir, el conjunto de factores objetivos sin los cuales el ser humano y los demás seres vivos no podrían existir.

          Dado que el cuidado está en la esencia del ser humano, todos pueden vivirlo y darle formas concretas, según las distintas culturas. El cuidado presupone una relación amigable y afectuosa con la realidad, una mano tendida para la solidaridad, no el puño cerrado para la competición. En el centro del cuidado está la vida. La civilización deberá ser bio-socio-centrada. Otro dato de nuestra esencia humana es la solidaridad y la ética que de ahí se deriva. Hoy sabemos por la bioantropología que fue la solidaridad de nuestros antepasados antropoides la que nos permitió dar el salto de la animalidad a la humanidad. Buscaban los alimentos y los consumían solidariamente. Todos vivimos porque ha existido y existe un mínimo de solidaridad, empezando por la familia. Esto que ayer fue fundamento sigue siéndolo todavía hoy.

          Otra vía ética, ligada a nuestra estricta humanidad, es la ética de la responsabilidad universal. Ser responsable es ser consciente de las consecuencias beneficiosas o perjudiciales de nuestros actos personales y sociales. O asumimos juntos responsablemente el destino de nuestra Casa Común o recorreremos un camino sin retorno. Somos responsables de la sostenibilidad de Gaia y de sus ecosistemas para que podamos seguir conviviendo con toda la comunidad de vida.El filósofo Hans Jonas, que elaboró por primera vez el Principio de Responsabilidad, le agregó la importancia del miedo colectivo. Cuando surge este miedo y los humanos empiezan a darse cuenta de que pueden tener un final trágico e incluso desaparecer como especie, surge un miedo ancestral que les lleva a una ética de supervivencia. El supuesto inconsciente es que el valor de la vida está por encima de cualquier otro valor cultural, religioso o económico.

          También es importante rescatar la ética de la justicia para todos. La justicia es el derecho mínimo que debemos a los demás para que puedan seguir existiendo y darles lo que les corresponde como personas: dignidad y respeto. Las instituciones, especialmente, deben ser justas y equitativas para evitar los privilegios y las exclusiones sociales que producen tantas víctimas, particularmente en Brasil, uno de los países más desiguales, es decir, más injustos del mundo. De ahí el odio y la discriminación que desgarran la sociedad, que no provienen del pueblo, sino de las élites adineradas que no aceptan la ley para todos, sino que quieren preservar sus privilegios.

          La justicia no sólo se aplica a los seres humanos, sino también a la naturaleza y a la Tierra, que son portadoras de derechos y deben, por tanto, incluirse en nuestro concepto de democracia socioecológica.

          Por último, debemos incorporar una ética de la sobriedad compartida para alcanzar lo que decía Xi Jinping, Jefe Supremo de China: “una sociedad moderadamente acomodada”. Esto significa un ideal mínimo y alcanzable.

          Estos son algunos parámetros básicos para una ética, válida para cada pueblo y para la humanidadm reunida en la Casa Común. De lo contrario, podríamos vivir un Armagedón social y ecológico.

*Leonardo Boff ha escrito Cómo cuidar de la Casa Común, Vozes 2018.

Traducción de María José Gavito Milano

         

2 comentarios

  • Juan A. Vinagre

    Al hilo de la reflexión de L. B. (y de Ana) sobre el colapso de la ética, expongo la mía, que en varios aspectos coincide con ambos. ¿Colapsa la ética -que es lo mismo que preguntarse por el hombre y la tierra- o colapsa (si se admite esta “sutileza”) algo previo: la concepción del ser humano? La globalización del capitalismo depredador (que por ser global es más caníbal) ¿no está absolutizando y consagrando el poder del “Homo deus”?  ¿Este homo deus no está convirtiendo la economía de mercado en economía social mercantilizada (incluso comerciando con mentiras convertidas en verdades, y convirtiendo también valores humanos en pura banalidad-mercancía), a fin de dar más culto a su EGO? ¿En esa dinámica puede madurar el ser humano o más bien se robotizará, convirtiéndose en siervo a las órdenes del amo?

    Es hora de pararnos a pensar en esta ruta que trata de imponernos el gran Capital…, pues de seguirla crearía clases: amos y esclavos…   Es decir, volveríamos a tiempos pasados, aunque con mucho más circo… (No matizo más.)  Por fortuna, pienso que el ser humano no se dejará someter-subhumanizar, y frente a la no ética del EGO, surgirá la ética del corazón que humaniza…

    ¿Hoy las guerras son más bárbaras que antes? No lo veo claro. Si miramos la historia, desde la salvaje conquista de Canaán… hasta la actual Ucrania, Sudán etc., ¿hay diferencias éticas significativas?  Lo que sí veo más claro es que hoy nos parecen que son más inmorales… y repugnantes. Hemos crecido mucho en tecnologías, pero en valores humanos -éticos- hemos avanzado muy poco. Lo que pone en evidencia el grado de barbarie humana, que aún nos caracteriza y que también nos define. NECESITAMOS crecer más, madurar más, mucho más en humanidad. Y madurar en humanidad es madurar en valores, en una jerarquía de valores, que permitan y fomenten una convivencia satisfactoria.  Mientras no “entremos en razón”, en una razón cordial que nos humanice, no superaremos la “lucha de contrarios”, la lucha de intereses del homo deus, que impone su ley, la ley del beneficio personal -su gran ídolo- a toda costa. Mientras no entremos en razón, en razón cordial, viviremos al borde del abismo…  Los privilegios y las clases nos pueden llevar al abismo. Sabemos que los privilegios y las clases ciegan…

    ¿Y entonces el Paraíso, ese paraíso, no perdido sino aún por construir? Ese Paraíso tenemos que construirlo nosotros (no nos lo darán hecho) Por eso es necesario convencer al poder de que educar en valores es más rentable y sólido que construir ídolos con pies de barro. Incluso es necesario convencer al poder de que, manipulando las religiones, no apuntalan un poder auténtico sino efímero. El hombre-mujer son más que ese poder ciego y efímero.      En suma, con una mejor educación en valores humanos nos irá mejor a todos, ya libres del espejismo del poder efímero, que tanto nos ha cegado y embrutecido. El gran Capital debe reconvertirse (y con él los nacionalismos étnicos…), si no quieren acercarse y arrastrarnos al abismo… ¿Será posible que el gran Capital, global o revestido de nacionalista, vean y renuncien a esos ídolos que adoran?  Yo confío en que el “homo deus”, que todo lo quiere para sí, entre en razón y madure…  y se humanice…

  • ana rodrigo

    Sí, es cierto que en el momento actual, hay falta de justicia, de compasión, de solidaridad, de cuidado, hay uso y abuso de los bienes comunes, acaparación  de riquezas en pocas manos, etc. pero ¿ha habido alguna época de la historia que la humanidad se haya visto libre de tanta miseria generalizada derivada de la falta de ética? Yo pienso que, desgraciadamente, nunca ha existido el paraíso terrenal en este planeta. Sólo han vivido bien los reyes, una élite muy reducida de aristócratas o el alto clero en los países católicos, cuando en el Vaticano abundaba la corrupción y la acaparación de riquezas. así como lo más elemental de la moral en todos los aspectos . Pero las guerras numerosas, crueles y mundiales, el hambre, la violencia, el olvido del pueblo llano,  la estructura piramidal, etc. han sido constantes históricas.

    Ahora ocurre lo mismo, con la diferencia de que nunca la humanidad ha tenido tanta información, tantos recursos culturales, técnicos y materiales como para que estén tan extendidas las mismas miserias históricas. Sólo con el gasto en armamento, se podría acabar con el hambre y la pobreza en el mundo.

    Lo extensos territorios con menos ética y gran responsabilidad mundial (los países occidentales), son los que han tenido sociológicamente el cristianismo como norma ética de convivencia, con todo lo que ello  conlleva, y, sin embargo, han sido siempre y lo siguen siendo, los promotores de todos los males señalados más arriba: guerras, explotación y colonización de inmensas regiones en el mundo, a las que se las ha impedido un desarrollo socioeconómico y cultural, a los que llamamos países subdesarrollados.

    Y aquí está el quid de la cuestión, en que, si no fuese por los países llamados desarrollados carentes de ética pública, tendríamos otra realidad mundial diferente.

    A nivel global, hay que añadir un nuevo factor como son las nuevas tecnologías informáticas que, a su vez, globalizan la información o la desinformación de forma interesada para que las cosas sigan igual en su origen y peor en la realidad.

    La participación en el camino hacia otro mundo posible, ahora, como nunca, está más en la presión social a través de la democracia, una democracia sana basada en la conciencia individual de cada votante. Votante previamente educado en valores para que el cambio sea posible. Así que, educación, responsabilidad y conciencia individual, voto, y gobernantes que, a su vez, promuevan los elementos anteriores; es la pescadilla que se muerde la cola.

    Aparte están las religiones que, como en el caso de Brasil o EEUU, tienen una enorme influencia con un orden de valores alterados como lo son la extrema derecha política en distintos lugares del mundo.

    En fin, un mundo muy, muy complejo.