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¿Hegemonía o gobernanza global?

No podemos olvidarnos de China si nos preocupa una solución de las guerras actualmente existentes. ¿Puede China ser algún día impulso de solución a los problemas que iene hoy el mundo o seguirá siendo ella misma el problema , sobre todo respecto de lo que hoy se consideran libertades personales individuales? Atrio tiene entre sus colaboradores a quien puede que sea el español más conocedor de lo que es China hoy. Marcelo Muñoz es el Presidente honorario de Cátedra China. Nos complace publicar su último artículo. AD.

 ¿Alguno de nuestros lectores conoce alguno de los documentos de la propuesta china de negociación sobre el conflicto de Ucrania?

Es evidente que la única institución actual con capacidad para dictar normas internacionales es la ONU, aunque muy limitada en su eficacia gubernativa por su origen, la “autoridad” emanada de las potencias vencedoras en la segunda guerra mundial, por la capacidad de veto de varias de esas potencias y el valor no vinculante de las decisiones de la Asamblea General, que dicta normas y arbitrajes sin autoridad real para hacerlas cumplir. Valga como ejemplo las declaraciones de la Asamblea General sobre “una sola China”, o sobre Palestina, o sobre la agresión rusa a Ucrania etc. etc. que determinados países no cumplen.

Ha destacado, sin embargo, en los dos últimos decenios, un embrión de institución de gobernanza global, el G-20, que representa a un número muy amplio de países (casi el 90% de la población mundial), que en sus Cumbres periódicas aborda los graves problemas de este mundo, pero sólo llega a conclusiones deliberativas, no vinculantes, ya que varias grandes y medias potencias no le quieren dar esa autoridad.

Podemos afirmar, entonces, con toda razón, que hay una carencia de gobernanza global, que no hay ninguna institución con autoridad reconocida para ejercer la verdadera gobernanza global capaz de dictar leyes o normas de derecho internacional.

Y, ante esa ausencia de liderazgo global, que tanto perjudica a países y pueblos, que tanto dificulta la solución de conflictos y de problemas internacionales, algunas grandes potencias han usurpado ese papel, que hemos dado en llamar “el orden internacional”.

Tras la segunda guerra mundial, desde 1945, en plena guerra fría, ese papel lo usurparon la URSS y Estados Unidos, en una “gobernanza” bipolar impuesta por la fuerza que les daba su capacidad económica y, sobre todo, su fuerza militar y nuclear.

Con la caída de la URSS ese papel lo asumió Estados Unidos, apoyado en el denominado “consenso” de Washington, reforzado por la revolución conservadora de Reagan y Thatcher, que abrió un poco esa “gobernanza” unipolar al Reino Unido y, progresivamente, a otros países europeos y, más tarde, a la Unión Europea, con la OTAN como el brazo armado de ambos.

Rusia quedó reducida a una potencia de segundo nivel, pero con la anomalía de ser primera potencia nuclear o sus aspiraciones imperiales de corte zarista o soviético. Y Estados Unidos, con su potencia económica y tecnológica junto con la Unión Europea, dieron un nuevo sentido al poder unipolar de Occidente.

Y, otra anomalía, en ese mundo unipolar occidental, empezó a destacar China como potencia emergente, hasta llegar, en unos decenios, al grado de segunda potencia mundial, y -otra anomalía- a la que no se le reconoce el más mínimo derecho, ni el más mínimo hueco para participar en la gobernanza global. Mientras, contradictoriamente, se le hace responsable, por activa o por pasiva, de no contribuir a solucionar los problemas globales.

Quizá el ejemplo más palmario de estas “anomalías”, de la ausencia de gobernanza global consensuada, es la agresión rusa a Ucrania. Occidente se arroga el derecho, hegemónico y excluyente, de ser el único árbitro en esta guerra, con su fuerza militar y mediática, el único gendarme capaz de “salvar” a Ucrania de la agresión. Y, mientras, se acusa a China de no querer intervenir o, lo que es peor, de apoyar a Rusia contra Ucrania, sin ninguna prueba.

Desafortunadamente, hay muchas más manifestaciones sangrantes de estas “anomalías”, de esta ausencia de gobernanza global, que ha sido sustituida por el hegemonismo excluyente occidental.

¡Y no nos olvidemos de subrayar que Occidente usurpa el papel de gobernante global, de gendarme global, en general sin el más mínimo aval de Naciones Unidas y en nombre de un grupo de países que representan sólo el 12-13% de la población mundial, y que solemos llamar “comunidad internacional”

En consecuencia, esta guerra, esta agresión rusa a Ucrania no se puede parar, ni se podrán superar sus trágicas consecuencias, que tantas vidas, tanto derroche económico, tanto destrozo y tanto desajuste de las cadenas globales de suministro están costando. Y que, incluso está produciendo hambruna en determinados países y provocando un deterioro incalculable del medio ambiente, tan dañado ya por el cambio climático, que hipócritamente, dicen defender los que está contaminando el aire y la tierra con bombas, misiles, destrucción y uso masivo de combustibles fósiles.

¿Qué género de gobernanza global es ésta? ¿A dónde nos quiere llevar este hegemonismo occidental excluyente? ¿Es que no hay otra vía de solución más que más guerra contra la guerra? ¿Quién está sacando provecho de este gigantesco destrozo, que cada día va a más?

China, a la que se ha decidido dejar al margen de esta “gobernanza” hegemónica occidental, insiste una y otra, vez en la negociación, como única vía de solución a esta guerra que se augura como interminable. Y, como este llamamiento a la negociación ha sido silenciado sistemáticamente por los medios occidentales, desde que comenzó la guerra, China ha lanzado una propuesta estructurada de negociación, muy detallada, con una serie de pasos graduales, en varios documentos escalonados… reconociendo que es una negociación muy difícil, de largo plazo, en la que se parte de posiciones irreductibles, en la que se exigen condiciones previas inaceptables para cada una de las partes directamente involucradas, Rusia y Ucrania, e inaceptables también, en principio, para las dos potencias implicadas, Rusia y Occidente.

¿Alguno de nuestros lectores conoce alguno de los documentos de esta propuesta de negociación? ¿Se ha podido debatir en algún foro internacional o en las informaciones y tertulias diarias? ¿Ha habido alguna contrapropuesta? ¿O, al menos, un rechazo explícito razonado de la propuesta?

La respuesta ha sido, simplemente, el silencio, en nombre, se supone, de la “libertad de expresión”, es decir, de la libertad de “no informar” de lo que no interesa. Bueno, sí, que yo sepa, desde la Unión Europea hubo un rechazo descalificativo, por la mera razón de que “China no es creíble”. Como si toda negociación, de cualquier tipo, de cualquier nivel, incluso de nivel comercial, no supusiera que dos se sientan a negociar, precisamente porque no están de acuerdo, precisamente porque a uno y a otro no le convencen los argumentos del contrario o no se fía de ellos o no le parecen creíbles: todo eso debería suponerse o darse por incluido en la palabra negociar.

Mi convicción personal es que esta guerra, ni por la confrontación armamentística, interminable y creciente, ni por el incremento de sanciones que dañan la cadena global de suministros y provocan una la subida de precios en perjuicio de  la economía global, ni por la escalada militar con riesgo de enfrentamiento nuclear apocalíptico… va a tener solución.

Mi diagnóstico y pronóstico es, en consonancia con la propuesta china: es imprescindible articular todas las vías posibles de negociación, a medio-largo plazo, desde instancias de gobernanza global, que deben incluir, como mínimo, a las tres grandes potencias, Estados Unidos, China y la Unión Europea, para ponerse de acuerdo, en pie de igualdad, en unas bases mínimas y un protocolo de negociación, a las que vayan sumándose las partes más directamente implicadas y, progresivamente, otras potencias medias.

Pero el paso previo imprescindible es que Occidente,-Estados Unidos y Unión Europea- acepten esta vía de negociación, renunciando, de una vez por todas, a su hegemonismo excluyente.

 

5 comentarios

  • George R Porta

    No creo que deje de reconocer cualquier cosa buena que se origine en China. De hecho lo bueno que se haga no parece necesario elogiarlo porque después de todo el bien es necesario e imperativo. Por eso no me ciega la propaganda doméstica o extranjera que en este país en el que resido, los XXA según JAXX, los USA según pienso, porque veo los enormes problemas del mismo, desde la corrupción hasta los crímenes racistas o las barbaridades neo-fascistas que se divulgan y practican.

    Lo que me turba de cualquier defensa de China es que invite a fijar la Esperanzas en alguien/algo que ha dado tanta muestra de no merecerlo, como es el aparato político chino de tan infeliz memoria (remota o reciente). No creo tampoco que las esperanzas de justicia y paz puedan salir de un pacto de Xi y de Putin, sobre posibilidades económicas, como no creo que puedan salir de las negociaciones de los USA con nadie, porque en ningún caso, ni los chinos, ni los rusos, ni los EUA (o USA) tendrían otro propósito que el de mantener un orden económico y social que engendra cada vez más desigualdad en el mundo, en todo sentido.

    El pensamiento pragmático me reprochará lo utópico que se esconde en esto que digo. Después de todo quizás a Marx no le faltaba razón, pragmático él mismo al fin y al cabo, al reprochar a la esperanza cristiana su característica alienación.

    Nadie, que yo sepa (seguro alguien lo ha propuesto y no me he enterado), que la Esperanza cristiana solo exige el esfuerzo por existir en la injusticia (eso es humanamente inevitable), deseando salir de ella de todo corazón, sobre todo luchando consigo y con todo no infligir la injusticia ni a otros ni a sí mismo, más allá del instante en que se sea consciente de ello.

     

     

  • Juan A. Vinagre

    ¿Hegemonía o gobernanza global?  Mientras el ser humano -el homo que llamamos “sapiens”-, no madure más en valores; mientras no madure  psicológicamente bastante más como “homo sapiens”; mientras este homo no sepa ver más allá de su EGO inmaduro -que tiende a endiosarse neciamente-; mientras, por cortedad de miras, no sepa liberarse de mitos -creados por el poder del EGO- y de ídolos a los que dar culto; mientras no seamos capaces de dialogar sin mentirnos para buscar soluciones positivas; mientras busquemos ocupar el primer puesto en nuestras asambleas; mientras los relativamente pocos sabios maduros que hay -y ha habido- sobre la tierra no sean más escuchados como verdaderos maestros…, esa gobernanza global será una aspiración, una utopía con muchos siglos de historia. Cuando seamos capaces -si el PODER nos deja o lo erosionamos hasta derrumbarlo-, esa utopía dejará de ser un bello sueño y entonces el homo podrá definirse y llamarse sapiens con más propiedad. Mientras nos hallemos en medio de esta tempestad de egos, mitos, ídolos… -que más que razonar, lo que hacemos es racionalizar y dogmatizar  mitos-ídolos-egos, que justifican incluso las barbaries y sufrimientos evitables-, nos queda el compromiso por una educación más convincente, en primer lugar en valores humanos -no en tecnologías-,  y el recurso, fino e inteligente, que ponga en evidencia nuestras contradicciones y nuestras torpezas humanas…            En otras palabras, solo cuando maduremos como seres humanos y seamos capaces de crear una sociedad humana más madura y solidaria, sin mitos ni tantos egos, lograremos una gobernanza global.

    Mientras, nos queda como recurso-misión (que puede ser heroica) reflexionar, informar con veracidad, evidenciar contradicciones, denunciar, formar…, y controlar egos patológicos que aspiran a instalarse definitivamente en el poder, sometiendo……

    Tal vez sea ésta nuestra función-misión como seres humanos: HUMANIZAR… (y no permitir que esta palabra la prostituya o secuestre el poder insapiens)  Lo que equivale a cambiar la evolución de la Historia humana, con un salto cualitativo que por fin nos haga humanos de veras… Entonces la tierra será (ojalá) una tierra nueva. Si no nos empeñamos en destruirnos, esa nueva tierra llegará. ¡Creo en la esperanza de una nueva tierra…!

    • Antonio Duato

      ¡Qué bueno, Juan Antonio, qué bueno! Y creo que está muy bien traido en esta diálogo en que Marcelo nos invita a entrar en diálogo, seriamente, con la propuesta china para la gobernanza del mundo. En occidente cerramos rápidamente porque en China no se respeta el derecho de libre expresión, de democracia liberal basada en elecciones libres donde cada ciudadano tiene un voto. Y sin embargo, esas libertadades individuales no sirven para nada si cada ciudadano se corrompe, se matricula, deja de ser un sujeto capaz de hacer opciones libres, capaz de tener la hondura suficiente para ser un ser libre, no embrutecido o manipulado.

      Yo no sé si en China está viva una sabiduría confuniana capaz de hacer personas interiormente sabias, libres y justas. Ojalá! Y no sé si en occidente las llamadas sociedades cristianas serán capaces de recobrar la sabiduría de quien nos decía que todos somos libres, iguales y hermanos, llamados a orientarnos por el respero al otro y (si se acepta esa palabra demasiado grande) amor.

      Bueno. Yo recomienda todos tu último libro, sobre todo en un su largo capítulo sobre la humildad. que es realismo y pura constatación de lo ínfimo y efímeros que somos. Sobre esta realidad de la pqueñez y grandes posibilidades creadoras (tu primer libro) de cada persona, sí que serían fructuosos nuestro enuentros y el encuentro entre nosotros con nuestras ideas, creencias y circunstancias.

      A PROPÓSITO: QUIEN DESEE EL LIBRO DE JUAN ANTONIO, QUE SE ANUNCIA A LA DERECHA, O EL LIBRO ANTERIORIDAD (La creatividad en Jesús de Nazaret) EN PDF, QUE ESCRIBA UN CORREO PIDIÉNDOLO GRATIS A atrio@atrio.org !!

      • Juan A. Vinagre

        Muchas gracias, Antonio. Viniendo de ti esas palabras tan amables, me honras y sorprendes. Gracias, de nuevo. Yo sueño que un día (y que no tarde mucho) se supere ese vicio (psicópata?) de las “hegemonías”, de ser el primero en ocupar los puestos de poder y de figurar, y nos volvamos ya tan cuerdos que no veamos otra alternativa que una gobernanza mundial, solidaria. Lo triste es que a esa gobernanza mundial solidaria solo llegaremos, convencidos  -parece- después de muchos y terribles golpes…. ¿Aprendemos más por las consecuencias de nuestros errores reiterados que por nuestros razonamientos teóricos previos?  ¿Nuestros errores y barbaries contribuyen más a convencernos y a rectificar que nuestra razón teórica?   Si esto es así, ¡benditos errores que -como terapias- nos han vuelto cuerdos, y nos han llevado a domesticar nuestros egos necios, que solo ven a corto plazo! ¡Benditos errores si también han contribuido a derribar mitos e ídolos que, como demonios, nos poseen…,  y nos hacen perder la razón y endurecer el corazón. Cuando esto ocurra, nuestra dignidad humana, como personas, será de verdad (no solo en teoría) el primer valor, el prioritario. Entonces podremos definirnos como una sociedad de sapiens.

    • ana rodrigo

      Dice el refrán que el homo, calificado como sapines, siempre tropieza sobre la misma piedra. E históricamente como colectivo , así ha sido.

      Lo importante es que, aunque sea sumando individualidades, como levadura social, consigamos no perder el horizonte y seguir con un proyecto de vida compuesta por más sapiens.

      Abrazos cordiales y esperanzados.