Damos la bienvenida en el elenco de autores de ATRIO a José Ramón Jiménez Cuesta, físico teórico, catedrático de Óptica en la Universidad de Granada, en cuya facultad de Teología estudia también como oyente libre muchos cursos. Hasta ahora seguidor oculto de Atrio. Esperamos que se incorpore cada vez más a nuestras búsquedas del sentido último de lo real, sobre todo de la vida humana. AD.
INTRODUCCIÓN
En este artículo intentaremos dar alguna respuesta a la pregunta que tantas veces hemos oído: ¿cómo puede uno ser cristiano (o religioso o espiritual) siendo científico? Reconozco que me la han hecho muchas veces y que la oigo con frecuencia como afirmación: “no entiendo cómo se puede ser científico y religioso si son incompatibles”.
Yo suelo responder: “existen muchos científicos que se consideran cristianos; es como cuestionarse: no entiendo que se puede ser votante de tal partido y tener determinada ideología o religión”. Creo que el problema intelectual lo tiene el que hace la pregunta, porque el hecho de ser cristiano o espiritual y científico ocurre experimentalmente, y mucho. En mi opinión, la pregunta no busca resolver una duda, esconde cierta intransigencia religiosa que, a mi juicio, está creciendo en Occidente, con la idea de apartar todo lo que sea religioso o espiritual de nuestra Sociedad.
DEBATE CIENCIA-RELIGIÓN
En este artículo no pretendo hacer ni aportar nada nuevo al debate Ciencia-Religión, pensar si son compatibles, en qué se fundamenta… Reconozco que es un tema importante y en España hay muy buenos grupos en instituciones como la Universidad de Comillas y la Universidad de Navarra, entre otras; también grandes intelectuales que han escrito sobre ello como Agustín Udías Vallina (“Ciencia y Religión, dos visiones del mundo”) o Leandro Sequeiros entre otros. Soy de la opinión que, aunque es un debate muy formativo, desde el punto de vista práctico no ayuda mucho para ser más cristiano o espiritual o de otra religión, y también aporta bien poco, cuando los utilizan los científicos radicales para intentar atacar los fundamentos últimos de la Religión. Para la mayoría de la gente, es un debate de escaso interés y ambas cuestiones (Ciencia y Religión) las perciben como compatibles. Dentro de los científicos, muchos no le ven incompatibilidad alguna, otros dicen que incluso les ayuda a llegar a Dios, mientras otros son radicalmente antirreligiosos o anti espirituales. Por mi experiencia y lectura, el fenómeno antirreligioso fundamentado en la Ciencia tiene un gran impulso dentro de los biólogos, un buen ejemplo de todos conocidos es Richard Dawking, aunque algún físico como Stephen Hawking también en determinados momentos ha manifestado dicha radicalidad. Especialmente fuera de contexto están los antiguos conflictos Ciencia-Religión, como el caso Galileo, que son reiteradamente utilizados fuera de toda perspectiva histórica (tenemos en España excelentes intelectuales que han tratado el tema, como Mariano Artigas).
En mi experiencia como físico y matemático y mi trabajo en la Universidad, la postura de la mayoría de los profesores es neutral. No ve problemas, aunque tengo que reconocer que el “pensamiento único” de una minoría se va imponiendo lentamente en las Universidades e intenta apartar todo lo religioso y espiritual no sólo de la institución académica, sino de la sociedad, de tal forma que hay que tener cierta valentía para reconocer que eres religioso dentro de la Universidad. De hecho, conozco físicos teóricos religiosos que no lo dicen por el temor a ser políticamente incorrectos, o coloquialmente, se encuentran “en el armario”.
A los físicos (me voy a limitar algo más a la Física por cuestiones personales), entre los que se incluyen muchos cristianos, creo que las cuestiones y definiciones como teísmo, deísmo, panteísmo, y diferentes acepciones o conceptos de Dios y Religión no les aporta mucho ya que, desde la metodología de la Física son conceptos no demostrables y se ven simplemente como reflexiones. No quiere decir que lo nieguen o no lo respeten. Los físicos están acostumbrados a desarrollar modelos matemáticos para explicar datos experimentales con un elevadísimo nivel de ajuste entre los primeros y los segundos, y los términos religiosos o filosóficos no pasan de ser meras opiniones o debates a nivel teológico o filosófico (sin despreciarlos, por supuesto) que no pueden ser demostrables.
Para un físico y para la sociedad en general, no hay ningún modelo con un marco experimental que pueda demostrar que Dios (o concepto equivalente) exista o no exista. Por tanto, creo que, aunque intelectualmente el debate Ciencia-Religión es fundamental, no puede llegar a responder las preguntas básicas e íntimas del ser humano, aunque imagino que para muchos que están en este debate ese no es, evidentemente, el objetivo.
También pienso que se sobrevalora la opinión de los científicos sobre las preguntas o respuestas acerca de temas relacionados con Dios o la Religión o la Espiritualidad. Siempre que algún científico de renombre manifiesta su condición religiosa o espiritual o que no ve problemas de compatibilidad es noticia en muchos foros, webs o revistas religiosas. Para mí el argumento que usan muchos antirreligiosos “en Occidente, la mayoría de los científicos no son creyentes”, además de no saber si es verdad, no tiene especial validez porque un científico se dedica a unos temas y tiene una metodología de trabajo que no sirve para resolver los problemas últimos de la existencia humana y si cree y usa su metodología científica hasta el final en cualquier tema pues, evidentemente, no le llevará a Dios ni a nada espiritual. Por tanto, veo lógico que muchos científicos no sean creyentes, pero eso no le da más credibilidad a su argumentación. No los hace autoridades especiales en este debate. Además, muchas veces los científicos suelen olvidar las limitaciones metodológicas de la Ciencia, descritas en muchos libros y artículos, como el citado aquí de Agustín Udías, que debería llevarlos a no convertir a la Física y a la Ciencia en un “mecanismo todopoderoso de explicación del todo”.
Como ejemplo particular, pondré un texto, que a mí me impactó mucho. En un libro del científico Jordi Cepa de título “Cosmología Física”, en sus primeras páginas al definir el Universo dice: “La astrofísica, como ciencia observacional, que no experimental, estudia el Universo a partir de la radiación electromagnética y de las partículas que se detectan. De este modo, nos vemos forzados a definir el Universo, en el ámbito científico, como todo lo que detectamos. Claramente, todo lo que detectamos está incluido en todo lo que existe, pero en general ambos conjuntos no son iguales. Además, lo que detectamos puede variar con el tiempo: algunos objetos que no pueden detectarse ahora podrían detectarse en el futuro, de otros que se detectan ahora puede que no recibamos información en el futuro, y aún otros puede que no los detectemos nunca”. La definición de este autor ya deja entrever que no podemos llegar a conocer de manera total el Universo, hay zonas que puede que no detectemos nunca y el Universo que estudiamos es lo que detectamos. ¿Cómo saber lo que somos de manera total si hay zonas del Universo que a lo mejor nunca conocemos?. Es un ejemplo más de que hay que ver el conocimiento del Universo con mayor humildad.
COMO LLEGAR AL CRISTIANISMO O A LA ESPIRITUALIDAD
En este caso me voy a referir más en particular a Occidente, ya que otros continentes no se encuentran con el problema de una secularización tan acentuada en su sociedad. Como ya hemos dicho, la Física tiene limitaciones metodológicas que hacen imposible negar o demostrar a Dios. Pero ahora viene a mi juicio, la pregunta clave, un físico tiene una metodología de trabajo e investigación sobre la Naturaleza en la que no encuentra a Dios, pero se podría preguntar: de acuerdo, aunque con mi trabajo no me lleve directamente a Dios o cierta Espiritualidad, sé que metodológicamente no puedo demostrarlo ni negarlo, y que además hay cuestiones básicas como la conciencia que no puedo explicar científicamente, entonces, ¿por qué admitiendo esa duda, no puedo ser además cristiano o una persona espiritual?. A mi juicio, en este caso la respuesta es fácil y válida tanto para científicos como para no científicos.
Como dice el prestigioso premio Nobel de Física Roger Penrose (entrevista en XLSemanal) cuando le preguntan sobre si la Ciencia y Religión pueden trabajar juntas nos dice: “El problema con la religión es que está muy dirigida por el dogma en lugar de por los principios guía que subyacen al dogma”.
En el caso del cristianismo, los problemas de la jerarquía, la liturgia con unos términos y conceptos que son difíciles de entender, especialmente para los jóvenes, los ritos, y, por ejemplo, conceptos asociados a la cristología histórico-dogmática hacen que sean muy difícil de seguir para un científico. Un compañero me comentaba una vez que, si la Biblia es palabra inspirada por Dios y se reinterpreta según generaciones, no lograba entender cómo unos dogmas definidos por personas eran inmutables y generaciones posteriores no los pudieran cambiar, como, por ejemplo, toda la Cristología del siglo IV y V. Es como si lo que publicó Galileo o Newton no hubiera podido ser modificado por Einstein o miles de científicos posteriores que siguen reescribiendo la Física. Los dogmas dan una perspectiva de inmovilidad total.
En definitiva, parte de la sociedad del siglo XXI no encuentra que el eje del cristianismo son los problemas de la vida, el amor, la solidaridad, la ayuda a los demás, etc., elementos humanos y espirituales que podrían ayudar a elegir este camino vivencial que es necesario. Curioso, cuando este es el mensaje fundacional del cristianismo. Afortunadamente, desde hace años se encuentra en desarrollo una vía espiritual (cristiana o no) que se acerca al mundo cambiante del siglo XXI. Aquí en España, un ejemplo lo tenemos en muchos autores y diferentes sitios web y plataformas cristianas que van haciendo un trabajo pasito a pasito para presentar un cristianismo diferente, un cristianismo que puede ser aceptado por alguien con una mentalidad científica donde le va a ser difícil aceptar las normas, los ritos, y los dogmas. Aunque esta reflexión creo que es igual de válida para las personas no científicas, para las personas científicas creo es más difícil y sólo el mensaje vivencial y de ejemplo de vida de Jesús de Nazaret (u otro camino espiritual) vivido y visto en la práctica por los que se dicen cristianos hará que esa “posible duda o hueco” sobre una explicación total de la realidad, un científico la llene, bien con Jesús de Nazaret o bien con otro camino espiritual.
Para mí, esta contraposición entre ser científico y ser cristiano o espiritual arranca desde la disputa que se originó en el siglo XIX. Una disputa a raíz de los diferentes puntos de vista antropológicos en los que, por un lado, se consideraba el ser humano reducido a su condición de “homo naturalis” que la biología había puesto en claro en el periodo anterior y por el otro la crítica de M. Scheler. A todo esto, dicha crítica intentaba superar asignándole al ser humano el centro activo de la vida del espíritu.
Con todo, se pasó de la vieja Psicología racional y de la moderna Antropología científica a la Antropología filosófica expuesta por M. Scheler. Se abrió entonces un periodo en el que, dejando de lado las ciencias de la naturaleza que son las que rigen en el estudio de la realidad, estos se decantaron por las ciencias del espíritu en busca ya no de la realidad sino directamente de su sentido. Se buscaba el sentido del ser. Apoyándose en la hermenéutica, la lingüística y en la filosofía del lenguaje.
Sin embargo, para que esta contraposición entre la filosofía y la ciencia se diluya ahora se precisaría una descripción correcta de la realidad humana y esta no se puede dar a espalda de los datos que hoy nos aportan las ciencias de la naturaleza.
En la actualidad cualquier físico nos diría que el objeto de las ciencias es el estudio de la realidad y, por tanto, ahí se obtendría aquel principio guía que pedía Penrose cuando se le preguntó si Ciencia y Religión podían trabajar juntas. El impedimento para él era el dogma. ¿Qué mejor depuración para ello que una filosofía actualizada?
Veamos qué reflexión podría surgir ahora desde este nuevo punto de vista, en el que, como decía, el objeto de estudio de la ciencia, al igual que el de la filosofía, es la realidad, es decir, el estudio de lo real, que es lo realmente vinculante y no la religión.
Ahora bien, a las ciencias no les basta con saber de la realidad su estancia, es decir, que la realidad esté ahí prestada a su estudio, sino que además este estudio les impele a su instan-cia propia, a su trascendencia. Queriendo saber por ello qué hay en el fondo de lo que estando ahí, sin embargo, está instando a ir por su fundamento. No solo saber que está ahí, sino conocer por qué está ahí. Ese momento de trascendencia de la realidad era lo que Penrose veía incompatible científicamente con la idea preestablecida de “lo” trascendente sobre la cual es donde se ha sostenido el dogma.
En definitiva, con la depuración filosófica de la religión, la trascendencia pierde su carácter entitativo y se adscribe a lo real. El carácter religioso, que lo puede haber, ha de ser finalista, no intromisivo.
Gracias José Ramón, la visión científica es muy necesaria cuando se habla de los orígenes de cualquier cosa y una de las mayores carencias de los creyentes, cuando nos ponemos a dialogar con cientifistas (que no científicos) ateos es que no hablamos su idioma (el de la ciencia) y por lo tanto quedamos en desventaja dialéctica.
En cuanto a la reflexión general, estoy bastante de acuerdo con lo que dices, aunque pienso que debemos separar dos conceptos importantes.
Los creyentes, tenemos la tendencia a equiparar la religión con la existencia de Dios o de una trascendencia espiritual; y son cosas muy diferentes.
Los dogmas, forman parte de la religión y lo más divertido es que entre creyentes de religiones diferentes negamos los dogmas ajenos casi con la misma vehemencia que defendemos los nuestros, y le negamos el pan y la sal a los no creyentes.
Y sin embargo, Dios, existirá o no independientemente de que los dogmas sean correctos o un mero intento de justificar lo injustificable.
A mi lo que me preocupa no es el debate sobre la religión, entre otras cosas porque no me resulta sencillo encontrar una que no insulte a mi pobre inteligencia, en especial si pasamos de los principios generales a la praxis.
Pienso que cada ser humano debe recorrer un camino virgen hacia Dios y si le sirve una religión “estándar” pues muy bien, pero si no le sirve, es absolutamente lícito que construya la suya propia en función de los estímulos que reciba en su vida y de sus experiencias de Dios.
Entre esos estímulos, se encuentra lo que la Ciencia tenga que decir de nuestra existencia.
Si bien, coincido en que la ciencia no puede demostrar ni la existencia ni la no existencia de Dios, una vez que uno se posiciona en este aspecto, la Ciencia tiene mucho que decir de como es la realidad y por lo tanto, si llega uno a la intuición de que existe Dios, nos muestra mucho de como es Él.
El gran físico del siglo XX Max Planck (para mi, más importante que el propio Einstein, de hecho mi perro se llama Max en su honor) afirmaba que “cuanto más conocía del Universo y de la Ciencia que lo envuelve y explica, mejor conocía a Dios, a través de su obra” y “para los creyentes, Dios está al principio y para los científicos al final de todas sus reflexiones” y hay una frase atribuida al propio Einstein (aunque es muy dudoso que la pronunciara) que indica que “Sin la ciencia, la religión está ciega. Sin la religión, la ciencia está coja”
Yo en esta última frase cambiaria la palabra “religión” por “fe” o “espiritualidad” y estaría tan de acuerdo como con las otras dos, es decir, del todo.
En cualquier caso, lo verdaderamente apasionante es el esfuerzo y el trabajo que tantos científicos y pensadores (o teólogos) hacen a diario para poder desentrañar los secretos de nuestra propia existencia, y siempre que no haya en el debate algún talibán de cualquiera de ambos lados (Richard Dawkins es uno y gordo); ese debate es uno de los más enriquecedores pero más condenados a no terminar nunca, que se pueda tener.
“Gracias José Ramón, la visión científica es muy necesaria cuando se habla de los orígenes de cualquier cosa y una de las mayores carencias de los creyentes, cuando nos ponemos a dialogar con cientifistas (que no científicos) ateos es que no hablamos su idioma (el de la ciencia) y por lo tanto quedamos en desventaja dialéctica.”
Hola Antonio: coincido contigo. En las Facultades de Teología debería haber más formación científica, creo. Si vas a ser teólogo, lo mismo no hace falta pero si vas a ser sacerdote tienes que saber del tema. No sólo por tí, si no por los feligreses o niños en catequesis, a los que has de saber responder cuando un adolescente viene y dice: “mi profesor dice que Dios no existe, que la Ciencia lo demuestra”. Y saber del Universo, no es saber Filosofía de la Ciencia. Algunos teólogos me han dicho que ya se estudia Filosofía de la Ciencia e Epistemología. Eso no tiene nada que ver con saber sobre un poco sobre el big bang, relaividad, cuántica….No hay que confundir Ciencia con Filosofía de la Ciencia. Llevo unos años estudiando asignaturas sueltas de teología y creo que un cambio en los planes de estudios para adaptarlos a nuestro tiempo (no sólo por la Ciencia) es completamente necesario, en mi opinión.
El amigo Valderas insiste varias veces, que el asunto de Dios, no es emocional, y acaba con un “Mal servicio hacemos a la religión si abdicamos de la razón”.
Por supuesto que la existencia o no de “Dios”, es algo objetivo y no subjetivo: “Dios” existirá o no, sin importar lo que opinemos nosotros de ello.
Pero la religión es un asunto cultural humano, y por lo tanto, la existencia cuasi universal de la religión, en la historia humana, responde a unas necesidades emocionales del ser humano. E ignorar esto, es un craso error de cálculo.
El problema religioso de todo científico, estriba en las limitaciones de la mente humana. Las convicciones o creencias previas, condicionan fatalmente el razonamiento humano. Los sesgos cognitivos, dominan nuestra mente, y a pesar de saberlo, es un inconveniente cuasi insalvable de nuestro razonar.
Cuando uno no busca la verdad con valentía, sea la que sea, y caiga quien caiga, sino que lo que busca es confirmar sus creencias y convicciones previas, con las que nos hemos sido adoctrinados por la cultura vigente, peleamos con un brazo atado a la espalda.
Decía Lincoln, que “no se cambia de caballo en medio del río”, pero a veces no queda mas remedio, si nuestro caballo se está ahogando. El mantenella y no enmendalla, no es sigo de lealtad sino de tozudez y anquilosamiento mental. Y en esto las fes ciegas y los cultos a la personalidad orgánica, son mortales.
Poque como decía Castilla del Pino, el malestar existencial que nos causa, el tener que cambiar de convicciones, nos induce inevitablemente, a delirios y pensamientos “racionales” espurios. El sesgo de “confirmación” es poderosísimo, y casi siempre acabamos terminando el puzzle a martillazos, y haciéndonos trampas en el solitario.
El mito de la razón es eso, un mito. Quizás, pronto, cuando estemos asistidos por una Inteligencia artificial que nos sirva como prótesis, podremos superar esas limitaciones.
Los nuevos avances tecnológicos cognitivos, van a ser la puntilla que va a acaba con la conciencia mental-racional, que es el sustrato de la Modernidad, y pasaremos a la conciencia integral de la Postmodernidad.
(Por ejemplo, ya, Google y la Wikipedia, han servido para evitarnos millones de errores de bulto, que cometíamos hablando de lo que no sabíamos –no se puede saber de todo).
Por eso pretender “corregir” la mentalidad “mítica” de las religiones orgánicas, a base de mentalidad mental-racional, es añadir albarda sobre albarda, cuando lo que hay que hacer es tirar las albardas viejas, y luchar ágilmente por la verdad, sin falsas seguridades, que no sirven y encima nos paralizan e inmovilizan.
(Me recuerda mucho, a las peleas de gladiadores, en las que uno iba con una pesada armadura, y espada, y el otro, iba ligero, con un tridente y una red). Si encima la pesada armadura, realmente no protege de los golpes, porque está rota, está claro que la agilidad va a triunfar sobre el numantinismo sin imaginación).
La religión sitúa al humano en el Cosmos, y es nos guste o no, un fenómeno cultural evolutivo, que interviene en nuestro grado de adaptación y nuestra supervivencia.
La religión “salva”, pero no del infierno, ni del purgatorio de un Dios justiciero y vengativo, (que para muchos es algo impensable en “Dios”), sino que nos ayuda a sobrevivir en mejores condiciones y aumenta nuestro “fitness”, (nuestro nivel de supervivencia).
Por eso, el futuro de la religión, será próspero, mientras sea útil al bienestar de la humanidad, y eso pasa por el consuelo y la ayuda emocional al humano que sufre y no obtiene la felicidad soñada.
La razón es la criptonita radiactiva de la religión, y por eso lo científicos, deben utilizarla con mucha precaución, y constituirse como la fracción humana de vanguardia, que tiene que afrontar las dificultades existenciales de la vida, a pecho descubierto, sin falsas pero consoladoras protecciones.
Los científicos son los comandos especiales de la humanidad, luchadores de frontera, y su arma debe ser la valentía para aceptar lo que salga, y la agilidad y ligereza, del que va ligero de equipaje. “Ellos mantendrán la fábrica del mundo, y en la obra de su oficio está su oración”, dice el Libro de la Sabiduría.
Alguien ha dicho que detrás de cada puerta que abre la ciencia está Dios. Según mi modesta forma de entender, no es que la ciencia descubra a Dios. creo que la ciencia no está capacitada para eso. El objetivo de la ciencia es describir, analizar, investigar esta maravillosa realidad que es el universo. La ciencia se pregunta cómo está hecho este universo, cuando inició y como puede terminar. La religión o la espiritualidad se pregunta quien lo ha hecho este universo. Puesto que según nuestra pobre lógica este universo antes de existir debió ser una idea un pensamiento un proyecto, un plan de algún ser al que nosotros los que tenemos fe llamamos Dios, otros lo mamaron y llaman con otros nombres. La ciencia llegó a explicar cómo fue el origen de este universo el famoso big bang, pero si le preguntamos a la ciencia por qué hubo este big bang ´qué había antes del big bang solo nos dice “singularidad del espacio tiempo”…Y a lo que está llegando la ciencia de la física cuántica, dicen que el origen de la realidad no es materia sino la conciencia” algo así… me quedo pasmado…Sí, yo creo que la ciencia fortifica la fe, la vida espiritual, si estoy equivocado disculpad.
Suele darse como un axioma que la existencia de Dios no puede no demostrarse ni negarse. Es uno de los resultados del relativismo y del pensamiento débil en que se mueven muchos cristianos. Es lo mismo que afirmar que pertenece al terreno de los sentimientos, de las emociones. No opinan así los que militan en el ateísmo, como Dawkins y, entre los físicos, Steven Weinberg, Nobel por sus trabajos sobre el modelo electrodébil. Tenía este una mente poderosa y una inquietud intelectual que a mí me resultaba fácil equiparar a la de Francis Crick, padre del modelo de la doble hélice. Ellos, a los que podríamos añadir un sinfín de autores, niegan la existencia de Dios argumentándola.
No hemos sabido los cristianos recoger la vieja tradición de las cinco vías, actualizándolas con el progreso de la ciencia. Sólo Juan Pablo II realizó un esfuerzo titánico por recuperar ese legado y apuntalarlo doctrinalmente. Olvidamos a menudo que los grandes momentos de la física, así Newton, fue un esfuerzo por revelar la realidad de Dios a través de su obra creadora. Tal es el sentido de la fundación de la Regia Sociedad de Londres. O el trabajo de Maxwell, por citar dos, contra el programa ateo de la Inglaterra finisecular (del XIX).
Lo que ocurre es que a falta conocimientos de metaciencia, de limpieza conceptual que evite caer en las palabras vacuas, “espirituales”, que lo mismo vale para la mindfulness o el nirvana que para la Pachamama vaticana.
Es mucha la labor realizada en los últimos decenios. Incluso, pese al destrozo vaticano con la confusión reinante allí hoy y la dirección errática de la Academia Pontificia de Ciencias. Entre los hitos, uno señalaría God and Nature, de Lindberg y Numbers, las revistas Theology and Science, Scientia et Fides y todo un elenco de volúmenes que, sólo en mi modesta biblioteca supera. el millar de ejemplares, el centro Ian Ramsey o la Universidad de Cracovia. No atribuyen esas líneas de trabajo a las emociones la existencia de Dios. Mac Grath, un bioquímico y teólogo solvente, respondió en sus propio términos a Dawkins. Lo que pasa es que aquí nadie lee a MacGrath.
Mal servicio hacemos a la religión si abdicamos de la razón.
¡Gracias José Ramón J. C.!
Por entrar en nuestro querido Atrio, y compartir su punto de vista como científico y espiritual…o tocado… por el hermoso Proyecto de Jesús!
No soy especialista en casi nada y mucho menos en Ciencias, pero también he sido “tocada” por Jesús que es para mi vida, como la piedra angular. Escucho a la Ciencia para aprender y conocer cuestiones que sin ella, serían lejanas para mí. Así que gracias mil por aportar ambas miradas, de la una aprendemos he intentamos avanzar desde sus conocimientos, de la otra, intentamos hacerlo ¡Vida! desde nuestro vivir cotidiano.
Bienvenido amigo deseo que se sienta como en casa.
Un abrazo entrañable.
Gracias a Pilar, demás y equipo-atrio por vuestro cálido recibimiento
Muchas gracias por tu reflexión, amigo José Ramón, que supone un estímulo a la nuestra personal. Me gustaría empezar por el título: “Ser científico y ser cristiano o espiritual”.
Yo creo que en ese “ser cristiano o espiritual”, hay un gran equívoco. Según mi opinión, ser espiritual es ser “trascendente”, o sea reflexionar profundamente sobre “el Universo”, sus leyes y su origen hipotético. Y para ello, seguir la fuente de intuiciones que llevamos todos dentro de nuestra mente.
La autotrascendencia es un rasgo de personalidad psicológicamente medible, (test de Cloninger), y que puede definirse como el deseo o la sensación de pertenecer a algo más grande que uno mismo, a un Todo del que nosotros somos parte. Esta dimensión de nuestra personalidad, es conocida con el nombre de espiritualidad.
Según Haidt, esto se produce porque nuestro cerebro está diseñado para ponerse en modo “nosotros” (grupo), del mismo modo como puede trabajar en modo “Yo” que es como trabaja la mayor parte del tiempo”. (Francisco Traver).
Dice Roger Lenaers: “Formamos parte de un cosmos, que es la autoexpresión, en continuo movimiento evolutivo, del Espíritu creativo, que es Amor. Este Amor absoluto, no habita en el cielo, sino en el corazón de todo lo que existe”. Eso constituye la espiritualidad laica.
Sin embargo ser cristiano, que es una forma concreta de ser religioso, es integrarse en una comunidad cultural de creencias y filosofía y antropología del humano, con unas reglas y unas líneas muy concretas: una religión.
Todo ser humano marcado por una determinada tradición religiosa, tiene una especial perspectiva de la Realidad.
Por eso la Ciencia moderna, se lleva muy bien con la espiritualidad, pero muy mal con la religión.
La ciencia moderna, se lleva muy bien con el Misterio, pues cuanto mas conoce del Universo, más misterioso se nos presenta. Por eso, es muy fácil conciliar la Ciencia profunda, con el Dios-Misterio, que por supuesto no tiene ninguna pinta de ser personal.
Sin embargo las religiones, que culturalmente son tradiciones de hace 2.000 años, la cristiana, y 1.500 años la islámica, están basadas en una ciencia antigua, claramente obsoleta.
Y su corpus doctrinal filosófico y antropológico, que debe ser coherente, es obsoleto, por contagio, y con una historia muy, pero que muy tenebrosa.
Un verdadero científico, no pude afinar al máximo sobre las complejidades del Universo, y detectar en él las aparentes huellas de un gran “Misterio”, y luego aceptar como históricos y plenamente fiables y significativos, una serie de textos, con una génesis y sobre todo una interpretación posterior, fuertemente discutibles, señalada por la crítica histórica bíblica.
El asumirlo todo acríticamente, porque nos lo enseña así, la Iglesia, es en el fondo aceptar un argumento tipo: esto es así, porque lo decimos nosotros, y nunca nos equivocamos.
De la lectura de “El delirio un error necesario”, de Castilla del Pino, saqué esta conclusión:
El hombre por las circunstancias personales de su biografía, se ve impelido a aceptar ideas delirantes sobre la realidad, a interpretar esta con planteamientos absurdos, solo para minimizar el dolor interior, la ansiedad, que le genera esta realidad, que le recuerda cuestiones biográficas muy desfavorables, que ha enterrado en el olvido del subconsciente, (represión freudiana), pero que la realidad le vuelve a presentar una y otra vez.
La mente humana entre el dolor existencial y la verdad, inconscientemente elegirá lo que le alivie, abandonando el arquetipo de verdad que todos portamos dentro: “El Logos, (el sentido), se hizo carne, y habitó EN nosotros”.
(Seguirá…)
Cuando digo que el Dios-Misterio, no tiene pinta de ser personal, me refiero a que tiene pinta de ser “Algo”, no “Alguien”, y de todas formas desconocido e incognoscible.
Me encanta y convence el segundo párrafo de su comentario, porque en el me veo totalmente reflejada…sé que es “misterioso”…pero lo siento en mi misma entraña.
Gracias de corazón amigo Isidoro un abrazo entrañable.
Gracias, José Ramón. Para los amigos es socio de ASINJA, la Asociación Interdisciplinar José de Acosta. Desde ASINJA, los cien socios intentamos tender puentes entre Ciencia y Religión. Ambas son COSMOVISIONES que, lejos de oponerse, se complementan.https://www.comillas.edu/images/catedras/CTR/CARTAJUANPABLII.pdf
Escribe el papa Juan Pablo II en su carta al director del Observatorio Vaticano George Coyne en 1987:La ciencia puede liberar a la religión de error y superstición; la religión puedepurificar la ciencia de idolatría y falsos absolutos. Cada una puede atraer a la otrahacia un mundo más amplio, un mundo en el que ambas pueden florecer.