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El Dios crucificado

Daisetz Taitaro Suzuki fue un japonés maestro de zen y pensador budista. Fallecido en 1966, tuvo una relativa influencia en Occidente porque dedicó varios ensayos a la comparación entre las espiritualidades oriental y occidental.

En uno de ellos escribió lo siguiente: “La simbólica del cristianismo tiene mucho que ver con el sufrimiento humano. La crucifixión es en ella el culmen del sufrimiento. También los budistas hablan a menudo del sufrimiento pero para ellos Buda está sentado jovial, sonriente, bajo el árbol de Bhohdi, junto al río Niranjana. Cristo lleva su sufrimiento hasta el final de su vida terrena.

Buda por el contrario la termina viviendo y continúa predicando el evangelio de la iluminación hasta que muere bajo el árbol de Sala gemelo”.

“Cristo cuelga desamparado, lleno de tristeza en la cruz que se eleva verticalmente. Para la sensibilidad oriental contemplarla es casi insoportable. Los budistas están acostumbrados a contemplar en las calles a Jizo Bosatsu. La figura es un símbolo de ternura. Está de pie, derecho, pero qué contraste con el símbolo cristiano del sufrimiento”.

Parece que la cruz como símbolo cristiano procede de la visión del emperador Constantino (in hoc signo Vinces) pero no es tan claro por qué prevaleció la figura del crucificado sobre la que parecía más evidente, la de Jesús resucitado. Suzuki tiene razón cuando afirma que es una figura casi insoportable.

Alguna vez he tenido la tentación de sustituir en una iglesia la cruz por una fotografía de tamaño natural de un ahorcado. Sería seguramente insoportable para los feligreses. Y sin embargo la muerte en la horca es infinitamente menos cruel que la muerte en una cruz. Simplemente, nos hemos acostumbrado a la visión de esta última.

La valoración de Suzuki parece encerrar un tono de censura: ¡cuánto más humana y confortadora es la imagen del Buda jovial, sonriente, sereno, dueño hasta la muerte de su propia persona! Y sin embargo, un repaso a la historia y al presente de la humanidad muestra que el Cristo crucificado es un símbolo mucho más ajustado a la realidad. Si pensamos en los 800 millones de personas que pasan hambre cada día, en los miles de millones que habitan en países con violencias permanentes, en quines tratan de escapar de condiciones inhumanas, en los 470 millones de desempleados, en las incontables víctimas de malos tratos, en quienes sufren enfermedades o acompañan las de familiares, en quienes son perseguidos por defender alguna verdad, en quienes tienen hambre y sed de justicia, el condenado de Galilea les representa más acertadamente que el santo hindú que ha logrado superar el sufrimiento. Una historia de víctimas simbolizada en Jesús, víctima inocente.

La iluminación puede aparecer como una meta, un culmen, de hecho sin embargo reservada a un puñado de elegidos pero ¿no es la cruz de Jesús resumen de la existencia humana: una vida amenazada siempre por la muerte y una esperanza a pesar de todo de ganarla definitivamente?

Por esto “nosotros predicamos a un Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los gentiles; mas para los llamados, lo mismo judíos que griegos, un Cristo, fuerza de Dios y sabiduría de Dios”. Así lo expresaba san Pablo y también el himno medieval Vexilla regis prodeunt: “resplandece el misterio de la cruz, en la cual la vida padeció muerte, y con la muerte nos dio vida”.

 

3 comentarios

  • Inmaculada ¡¡Cuanta razón llevas!!

    Nunca entenderé la apología del sufrimiento que hace el cristianismo tradicional.

    Y por lo tanto ni entiendo la exaltación de un potro de tortura como la cruz, en especial cuando tenemos una simbología mucho más hermosa como el Cristo Resucitado.

    El otro día leí un artículo sobre frases del Padre Pío de Pietrelcina y me daban verdaderas nauseas.

    Y es muy cierto de que Cristo fue asesinado y torturado  pesar de Dios y no por decisión de Dios. Muchos lo consideran una blasfemia pero yo pienso que un Dios que necesita que crucifique, azoten, trapasen, coronen de espinas, escapan, y claven a su Hijo para salvar a la Humanidad de un supuesto pecado cometido por una pareja de Homo Antecessor que no existió, será Dios pero es una mierda de Dios y se puede quedar con su sádica salvación.

    Sin embargo, un Dios Padre, todo amor y nada más que amor, pleno de misericordia como el predicado por Cristo nunca podría siquiera soportar ese asesinato.

    Sólo la opción de Dios por la libertad del ser humano posibilita la cruz, pero nunca ja justifica.

    Somos cristianos,  no masoquistas

  • Inmaculada Sans Tache

    El mal y el sufrimiento no se deben solo a la ignorancia la inconsciencia, el miedo y el egoísmo del hombre. Hay un sufrimiento que procede de las fuerzas incontroladas de la Naturaleza y ése  ¿.a quién se lo atribuímos? ¿o basta un blasfemo: Dios lo ha querido?. No, no es consentimiento ni voluntad de Dios. O lo que es peor ¿lo consideramos un castigo de Dios?. los millones de muertos y sufrimientos a lo largo de la historia son algo que no hemos sabido evitar pero que ha estimulado a la especie humana a desarrollar conocimientos que nos ayudaran a resolverlos. Las terribles epidemias, enfermedades que nos han asolado y nos siguen asolando, han sido evitadas gracias a la voluntad decidida de hombres y mujeres que no se han resignado a considerarlas como inevitables y menos como castigo divino. Jesús no murió como deseo de Dios para que pagara por los pecados de todos los hombres comenzando por un supuesto  pecado original. La originalidad de Jesús es que supo expresar con su palabra y sus obras el camino para conseguir un mundo mejor y eso era hablarnos de un Dios ” que hace salir el sol para ricos y pobres, para justos y pecadores…”, hablarnos de una profundización en nosotros que nos llevara a descubrir un mundo de amor y compasión. A saber que la espiritualidad tiene que renovarse continuamente en ésos valores.

    Por eso el poder temporal y la religión de su tiempo no estaban preparados y lo asesinaron. Murió por nosotros pero por su libertad y la nuestra por el valor para mirar a la muerte con esperanza. No murió poque Dios lo quisiera sino a pesar de que Dios no lo quisiera.

  • Gonzalo Haya

    Muy interesante esta observación, que da mucho que pensar. Gracias