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Con 80 años, sí, pero lleno de proyectos…

¡Felices 80 y muchos más, Leandro! Espero que te veamos por aquí más a menudo, como decía ayer. AD.

        Si yo nací en el 24 de abril de 1942. Aunque fui concebido en Agosto de 1941 y por eso celebré ya cumpleaños también el verano pasado.

        Es momento de dar gracias a la vida (y como creyente panenteísta, gracias al Dios en todas las cosas y todas en Él) y hacer un boceto que pongo a disposición de los lectores sobre algunas de las cosas que mantienen viva la llama de la ilusión por la vida, la creatividad y la curiosidad innovadora por el mundo que se abre hacia el futuro y que no conoceré [El libro que Sequeiros ofrece a sus amigos por sus 80 años se encuentra en Bubok, pero tal vez más directamente en este enlace: Mi mundo a los 50 años. Nota de Atrio].

        Doy gracias a la vida por la familia que tuve, con todas sus limitaciones, por los amigos de infancia, por lo que aprendí en el Colegio, por la rara elección – creo que libre – de entrar en la Compañía de Jesús.

        A lo largo de mi formación como jesuita y como científico en la Compañía de Jesús (y a la sombra de Pierre Teilhard de Chardin que nunca me abandonó) llego a una edad en la que he trabajado muchos años en un cultivo universitario siempre con una dimensión política y social deseosa de un cambio en los valores de este mundo. El deseo de un mundo justo, igualitario para todos, reconciliado con la naturaleza, respetuoso al menos con los Derechos Humanos y los Derechos Ecológicos de la Naturaleza ha estado presente.

        Doy gracias porque a mis 80 años no me siento quemado, sino vivo. He pasado muchas “pruebas” en mi vida, algunas dolorosas pero asumidas. Las “heridas” que todos llevamos en el corazón van cicatrizando. En estos 50 últimos años he vivido como científico, jesuita, buscador, interdisciplinar, ecologista y político, educador y creativo. Lo que echo de menos es que nunca he tenido veleidades poéticas. No se me dan esas cosas. Igualmente nunca he sido muy aficionado a los deportes, ni a practicarlos ni a verlos.

        Como decía mi amigo Herme de la Campa, los muchos libros que he escrito han podido ver la luz gracias a la televisión… que no he visto.

        He sido en estos años de mi vida paleontólogo (incluso Catedrático de esta rama del saber), filósofo (en los 14 años de docencia en la Facultad de Teología de Granada). Mi primer destino fueron los Medios de Comunicación (tal vez mi vocación dentro de la Compañía que luego me hicieron modificar).

        En 1994 sufrí una trombosis cerebral que asumí con elegancia jesuítica. Me ha dejado secuelas del 33 por ciento. Afortunadamente son solo secuelas físicas que afectan a la movilidad: camino con dificultad y con ayuda de un andador.

        Pero, afortunadamente, la mente ha funcionado bien. Más aún: yo me atrevería a decir que, a raíz de la trombosis, mi mente (tanto intelectual como emocional) funcionan mejor que antes.

        Como decía más arriba, me considero afortunado por haber podido estudiar y formarme, por haber conseguido ser un hombre con sensibilidad intelectual y universitaria. La palabra “interdisciplinariedad” (aprendida de uno de mis escasos maestros, Alberto Dou) rige el batiburrillo de las ideas que bullen en mi cabeza.

        Y me considero afortunado por haber adquirido una dimensión social y política en mi vida (aprendida de otro de mis escasos maestros, Juan Nepomuceno García Nieto). Esta dimensión maduró y se radicalizó dentro de la Misión Obrera de la Compañía de Jesús (de la que, incluso, fui coordinador durante tres años, con la incomprensión de algunos compañeros jesuitas). Tal vez la lectura de Gramsci y sus “intelectuales orgánicos” me dio una base para justificar que un Catedrático de Universidad pudiera también hacer una opción de clase (y aquí la clase no se refería al aula sino a otro concepto más rojillo).

20 comentarios

  • El oro día me reí mucho leyendo un artículo del cuervo más renombrado de Infovaticarca, afirmando muy compungido al hablar de Atrio, que no encontraba el sentido a interesarse por una página cuyo director tiene más de 90 años y sus colaboradores “pachás, pachás”.

    Luego uno rasca un poco y el insigne amigo personal de Blas Piñar, dizque periodista infovaticarca, tiene ¡¡¡¡82 tacos!!!

    Que no es que a mi me preocupe demasiado la edad, yo los próximos que cumplo son 58. No soy ningún chiquillo.

    Pero que perece que eso de los años, cada quien lo ve en función de sus propias expectativas.

  • Padre Leandro, con el entusiasmo al tope me sumo a esa pléyade de sus amigos y hermanos que le saludan y felicitan con algarabía contagiante,  por sus 80 exitosos años cumplidos. Para mí, los sacerdotes de la Compañía de Jesús tienen un sitial especial en mi vida. Durante los cinco años de mi educación secundaria ellos fueron los progenitores de mi vida espiritual y de mi fe, aparte de mi formación académica. Nos enseñaron la religión católica  no como una asignatura escolar sino como  un modo o estilo de vida al lado de Cristo nuestro Señor. Entonces el panenteísmo no era una teoría teológica para nosotros  sino una cosmovisión vivencial: Me acuerdo algunas sentencias que creo decían así:  “Todos los seres están habitados por Dios – Y todos los seres habitan en Dios. Dios se revela en todo – Todo revela a Dios. Todas las creaturas están animadas  por el soplo de Dios  – y las criaturas encarnan a Dios”…Y pienso que san Pablo corrobora esto con esa profunda sentencia  “En El somos, en El nos movemos,  en El existimos. Y lo que dice actualmente el teólogo ex francisca José Arregi, respecto al universo: “Dios es absolutamente inmanente y  absolutamente trascendente “ ¿y cómo es eso? No lo sé. Mi pobre intelecto no logra entenderlo. Pero presiento, intuyo que debe ser algo maravilloso. Disculpe padre Leandro mis errores, seguro que las hay. Son humildes reflexiones de un cristiano de a pie.

    • Gracias, Nicolás.. Pronto te comento..

    • “me sumo a esa pléyade de sus amigos y hermanos que le saludan y felicitan con algarabía contagiante,  por sus 80 exitosos años cumplidos”. Muchas gracias por sus palabras. Como creyente, doy gracias a Dios. Y como ser humano, doy gracias a la vida.    “Entonces el panenteísmo no era una teoría teológica para nosotros  sino una cosmovisión vivencial: Me acuerdo algunas sentencias que creo decían así:  “Todos los seres están habitados por Dios – Y todos los seres habitan en Dios. Dios se revela en todo – Todo revela a Dios. Todas las creaturas están animadas  por el soplo de Dios  – y las criaturas encarnan a Dios”…Y pienso que san Pablo corrobora esto con esa profunda sentencia  “En El somos, en El nos movemos,  en El existimos”. Como ve, soy un entusiasta. Incluso he escrito un libro que puede bajar gratis: https://www.bubok.es/libros/270072/PANENTEISMO-Reflexiones-para-saber-mas-y-creer-mejor   Creo que es una alternativa al TEISMO CLASICO y al NO TEISMO del que hablan algunos… Y creo – como intento mostrar – que ya está en la espiritualidad de San Ignacio.. 

    • Gracias, Nicolás.. Es necesario (y nos engañamos a nosotros mismos) si miramos con esperanza el futuro y rememoramos el pasado con realismo y creatividad…

  • mª pilar

    ¡Muchas felicidades!

    Y admiro su capacidad de seguir en la brecha. Esta personilla que soy, con mis “casi” 82 años 6 hij@s y 9 nietos estoy ya cansadica de caminar. El centro y la base de mi vivir ¡vamos la piedra angular! Es Jesús, su vivir, su decir, su hermoso Proyecto. Ahora…¿Cómo decirlo?…siento, el deseo de dar gracias sin cesar…siempre lo hice…una gran paz y serenidad llena todo mi ser, me recojo con facilidad en los silencios profundos y sigo dando gracias porque he superado  con salero los avatares que la vida ha puesto en mi camino siempre fortalecido por su espíritu que desde muy niña me acogió en sus “brazos” me guio y me guiará hasta el fin de mis días que espero con gran gozo.

    Nada que ver con su hermosa historia, he gozado de un buen acompañamiento jesuítico empezando por Ignacio de Loyola  de sus hermanos en mi querido C. Pignatelli.

    Gracias de corazón, un abrazo entrañable,

  • ana rodrigo

    Leandro, felicidades, salud, paz y bien.

    Yo ya los cumplí y, como no queda otro remedio que aceptarlos, pues los llevo, con las limitaciones que da la edad en muchos aspectos y sin demasiado entusiasmo por la vejez, viviendo el presente.

    He tenido una vida muy, muy intensa y con bastantes obstáculos en todos los aspectos; además de cuatro hijas, tres nietas, tres nietos y dos biznietas, y espero que sigan por el camino del bien para l@s demás, para sí y para la Naturaleza. Es lo que yo he perseguido y buscado toda mi vida consciente.

     

  • Gonzalo Haya

    Felicidades, amigo Leandro, por tu 80, cumpleaños y más aún por tu gran actividad y amplitud de  miras. Te agradezco especialmente que me hayas iniciado en Teilhard y en el panenteísmo. Y te deseo muchos más años de actividad en ASINJA y de propiciar el encuentro entre fe y pensamiento científico.

  • Juan A. Vinagre

    ¡Enhorabuena, Leandro, por tu 80 cumpleaños, llenos de juventud! Mientras uno tenga sueños, proyectos y esperanzas…; mientras uno viva dispuesto a aprender de la vida, mientras uno sueñe y aspire a una sociedad mejor, es joven…  Pero con más madurez que a los veinte-treinta años.   Los viejos- ancianos son los que ya no maduran, los que se van secando.                            Por todo esto, se puede dar gracias a la vida, a una vida que cultiva la huerta interior, y que se da, como tú haces.  Esas veleidades poéticas (y deportivas)  que echas de menos,  también pueden servir para dar gracias y disfrutar sanamente de la vida y de los sueños, pero tú las compensas de otra manera.  Un abrazo.

  • Feliz cumpleaños, padre. Uno, que no es amigo de los retruécanos –Dios en todas las cosas, todas las cosas en Dios– se considera más inclinado a la vieja teología, la teología de siempre, la theologia perennis, prefiere distinguir –separar para unir, que diría Maritain– la Divinidad ad intra y la Divina ad extra. Los neologismos, por muy griegos que en su composición sean, pueden obscurecer la realidad. El Dios creador y providente sustenta el ser de todas las cosas. Les da el aliento de vida o de existencia. Si el panenteísmo significa otra cosa, se cae en el nudo panteísmo.

    Fue mi profesor de paleontología, Miguel Crusafont, un lector ferviente de Teilhard, como supongo usted sabe y se lo habría corroborado Emiliano Aguirre. Ni uno logró, aquel catedrático y maestro y éste catedrático y amigo, llevarme a la secta teilhardiana. La filosofía aprendida contemporánmente estaba muy teñida de análisis, de neoipositivismo, filosofía analítica, filosofía de la ciencia y filosofía del lenguaje. Quiera uno o no, se le incrusta un rechazo a la confusión de conceptos, a la mezcla de palabras sin posible encaje semántico, a la poesía en el sentido más bastardo del término. Para poesía, prefiero a Ramón Cué y su Cristo roto sobre los misticismos teilhardianos. No llegó el jesuita francés a conocer la disputa sobre el origen de la vida entre nucleótiddos y enzimas. Pero asimilar los metabolitos iniciales al punto alfa, omega o cualquier otra metáfora, me parece fuera de lugar y, a la postre, dañino para la doctrina cristiana.

    El Señor, que está en todo, y cuida de todo, vino en ayuda de Alberto Dou cierto día que estaba en mi despacho en Barcelona y unos piquetes iracundos querían cerrar el edificio. El cojeaba, como usted bien sabe por un accidente que tuvo nadando, pero pudo andar a paso firme aquel día. No me consta que fuera muy teilhardiano, aunque no hablé del tema con él. Más afines eran otros de san Cugat, que habían publicado algún artículo de defensa y exposición en Selecciones de teología.

    Pero, ay, el cedazo de la filosofía que arranca con el Círculo de Viena me impide ver en la obra de Teilhard otra cosa que no sean palabras, palabras, palabras. Poeesía, poesía, poesía. Ni filosofía ni teología.

    Pero no quiero amargarle la efeméride. Que Dios le bendiga y le colme de bienes.