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Ucrania y el liderazgo global

Hoy, miércoles, según las predicciones de los servicios secretos estadounidenses, podría ser el día D para la invasión rusa a Ucrania. Esperemos que no. Pero la nueva guerra fría está ahí. Hagamos un esfuerzo por entenderla. Una clave histórica y periodística detallada la ofrece en su blog Rafael Poch de Feliu. Otra visión global la ofrece nuestro especialista en temas de China, Marcelo Muñoz, que remarca el vacio de gobernanza internacional multipolar que se está descubriendo en esta crisis. AD.

Occidente ignora que China defiende las fronteras sancionadas por la ONU y rechaza, por tanto, la anexión de Crimea o el separatismo en Adjasia.  Situada en Europa, en el corazón de Eurasia, Ucrania parece un cruce de caminos de la nueva guerra fría o algo similar.  Dos grandes potencias, Estados Unidos y la Unión Europea están en el conflicto, y China, otra gran potencia, en la sombra.

Están también dos grandes potencias militares, la OTAN y el arsenal militar ruso, como dos amenazas.  Las tres “grandes” potencias, China, Unión Europea y Estados Unidos, están, pero mal avenidas.

¿Hay algún liderazgo global como posible mediador o árbitro?

SIN LIDERAZGO GLOBAL

La ONU no está, ni se la espera, aunque debería ser árbitro, por ser la institución más multilateral y representativa de la comunidad internacional, y en cuanto organismo en el que participan todas las naciones de este mundo globalizado. Pero nació con un defecto de origen, en un momento histórico dominado por las potencias vencedoras de la II Guerra Mundial, que se arrogaron el poder de veto a través del llamado Consejo de Seguridad. Su Asamblea General podría ser un adecuado árbitro si los miembros del Consejo de Seguridad aceptasen, siempre y sin vetos, sus resoluciones democráticas.

El G-7 no representa a la comunidad internacional, es la expresión parcial y obsoleta de la anterior guerra fría y ostenta un poder limitado y profundamente “occidentalizado”.

El G-20 quizá lo pueda ser en el futuro, por ser la institución que, hoy por hoy, más se aproxima a representar a la comunidad internacional; cabe esperar que algún día llegue a ser una institución de gobernanza global más que un foro multilateral de encuentro y de declaraciones, útiles, pero no ejecutivas. Todavía no puede ejercer liderazgo global.

En Ucrania, como en otros muchos lugares de conflicto real o larvado, se refleja dramáticamente la ausencia de un liderazgo global. Con frecuencia hacemos llamamientos a la comunidad internacional, apelamos a su autoridad o echamos de menos su voz, pero hoy la comunidad internacional, o es una entelequia, o es una excusa para arrogarnos, unos u otros, su representación o su autoridad.

Debemos reconocer que estamos absolutamente huérfanos de un liderazgo global, con autoridad suficiente y reconocida como para mediar o arbitrar en una lista de conflictos que nos enfrentan a pueblos y países; la lista es muy larga y, si tuviéramos que enumerar esos conflictos, tampoco podríamos hacerlo sin enfrentarnos, porque cada parte interpretaría el conflicto y su posible resolución de forma opuesta.

Quizá el reconocimiento de esta realidad, de esta ausencia de liderazgo global sea para muchos un brindis al sol; para otros puede ser un primer paso para ir construyendo ese liderazgo global hoy inexistente.

LIDERAZGOS INADECUADOS

En su defecto, aparecen en Ucrania dos liderazgos más militares que políticos que nos recuerdan aquella guerra fría que duró más de 40 años tras la II Guerra Mundial: Rusia con países de su órbita, y Occidente con los suyos, cada bloque con su organización militar fuertemente armada. Ahora se habla de una “nueva” guerra fría, pero sólo en sentido metafórico, con algunas similitudes: hay dos bloques militares y políticos: Occidente, con dos grandes potencias como la Unión Europea y Estados Unidos, y con la OTAN como su brazo armado por un lado; y, por otro, Rusia con algunos aliados, y con su potencia militar y nuclear heredada de la URSS, como su brazo armado.

La gran diferencia es que, desde aquella guerra fría de hace 40 años, el mundo ha cambiado profundamente, el mundo está en una nueva era. La globalización, como conectividad global comercial, financiera, económica, política…, hasta turística, se ha consolidado, aunque con grandes deficiencias e injusticias; el colonialismo ha sido vencido, salvo irrisorias excepciones o peñones; los países han recuperado su autonomía, aún con graves dependencias por superar. Y, además: se ha fortalecido la Unión Europea, como nuevo espacio político, como nueva potencia con vocación de fortalecerse con peso en el mundo; ha irrumpido China como nueva potencia global, con su modelo político y económico propio; se han establecido nuevas formas de relaciones internacionales muy amplias y variadas; han emergido nuevas potencias medias, como la misma Rusia, Japón, India… Existen nuevas instituciones multilaterales como el G-20, los Brics, la OCS, el acuerdo Asean, China, Japón, Corea, Australia y Nueva Zelanda. Todo ello es lo que ha propiciado una nueva era en la que cualquier conflicto adquiere dimensión global. Es lo que está ocurriendo en el conflicto de Ucrania cuyo análisis pormenorizado necesitamos realizar en todas sus dimensiones y cuya solución implica a muy diversos y muy enfrentados actores, en ausencia de un liderazgo global.

POLÍTICA DE BLOQUES

Se está pretendiendo encuadrarlo en bloques: Rusia y China por una parte –¿Oriente?- y Estados Unidos y Unión Europea –Occidente- por otra. El incluir a Rusia y China en un bloque parece un grave error de análisis, que distorsiona todas las consecuencias que se quieran deducir. Quizá es un error debido al atávico anticomunismo de determinadas derechas occidentales, ignorando que China y Rusia están inmersos en el sistema capitalista global, aunque con formas y matices muy distintos y distantes; ignorando que China defiende las fronteras sancionadas por la ONU y rechaza, por tanto, la anexión de Crimea o el separatismo en Adjasia. Pero coinciden ambos en que tienen una frontera común de 4.200 kilómetros, por lo que están condenados a entenderse; comparten intereses comerciales (que se han duplicado en los 8 últimos años), económicos, energéticos (con un gasoducto común de 4.000 kilómetros y un contrato de 350.000 millones de euros), intereses geoestratégicos entrelazados junto, a la defensa del multilateralismo. Participan ambos en la conectividad global de la Nueva Ruta de la Seda, con conexiones viarias que van desde China, por el Turkestán y Rusia, a toda Europa, o desde China a Pakistán, el Índico y el Mediterráneo. Coinciden en el rechazo de la OTAN como bloque militar, propio de otra era. Coinciden en que el conflicto de Ucrania es un conflicto de ámbito europeo en el que Estados Unidos no tiene ninguna autoridad legal ni política para intervenir, salvo que las partes le inviten, o que pretenda “mediar” por la fuerza con sus drones y misiles. Y se distancian en cuanto es un conflicto entre Rusia, que pretende imponer sus intereses de potencia media con aspiraciones imperiales, Ucrania que defiende su autonomía para elegir sus socios, y la Unión Europea, frontera con intereses comerciales, políticos y energéticos con Ucrania.

DIÁLOGO Y NEGOCIACIÓN, ÚNICA SALIDA

Rusia, por su parte, no quiere reconocer a la Unión Europea ni su peso político; preferiría discutir el conflicto con sus países miembro, uno a uno, por rebajar su peso como Unión política con instituciones propias, y por dividirla. Y la Unión Europea está impulsando todas sus capacidades diplomáticas y toda su capacidad de diálogo para impedir el choque armado y solucionar el conflicto. A China no se le está dejando ningún resquicio para apoyar y, mucho menos, para mediar, cosa que nunca haría sin ser invitada; pero no cabe ninguna duda de que China está por el diálogo y contra todo tipo de choque bélico, coherente con su geoestrategia confuciana global de buscar la armonía a través del diálogo.

Ante la inexistencia de un liderazgo global, la vía del diálogo y la negociación es la más razonable, que debería impulsarse sin imposiciones ni prepotencias, por todos los medios y con paciencia sin límite, para impedir la locura del enfrentamiento armado.@Mundiario

  • El autor, MARCELO MUÑOZ, colaborador de MUNDIARIO, es fundador y presidente emérito de la Cátedra China en España. Es también el decano de los empresarios españoles en China, desde 1978. La sección CLAVES DE CHINA se creó en MUNDIARIO en octubre de 2020 para reunir sus artículos y dio paso a una sección más amplia, en febrero de 2021. @mundiario

3 comentarios

  • Santiago

    Por supuesto, no le conviene a China la guerra porque espera y desea “ganar todo el mundo” en la paz para implantar una “dictadura ideológica” después cuando ya tenga la “sartén por el mango”..Los dictadores totalitarios empiezan por predicar signos “de democracia” -como se autodenominaba la antigua Alemania del Este- hasta que acceden al poder. Luego es otro cantar pues el triunfo conduce a la fuerza y la relajación,  y ya hay “libertad” para hablar claro..

    Biden, por otro lado, repite lo que le van diciendo que diga…sin ninguna emoción…como un loro debilitado por los años..No se puede “incomodar” al Sr Putin no vaya a provocarse la catástrofe mundial..Pero el Sr Putin sólo desea ver restaurado el honor de su URSS tras la implosión  ocurrida en sus tiempos de juventud de lo que el Presidente ruso no parece haberse repuesto..El se considera con “derecho” a declarar la ilegalidad de Ucrania y de negarle su existencia nacional y política ¿Por que no? Acaso Ucrania no fue su satélite y lacayo obligado dentro de la otrora URSS..Claro que ha empezado la “invasion” declarando “libres” a esa parte “oriental” del país y situando los tanques por allí.. El antiguo agente de la KGB es un “maestro” no sólo de la retórica rusa sino de la estrategia eslava… La simplicidad y “naiveté” norteamericana no puede hacerle frente a la sabiduría de esa extensa parte del Universo.

    En los próximos días seguro veremos los “signos de los tiempos”

    Un saludo cordial

    Santiago Hernández

  • Recuerdo cuando Trump, refiriéndose a Venezuela decía:Todas las posibilidades están sobre la mesa”.Todas eran TODAS¡¡¡Y así todo el tiempo que duró su presidencia. Nunca daba fechas. No decía, como ahora, el dia 16 Rusia invadirá Ukrania, como dice ahora el nuevo presidente. Ya¡¡¡¡El caso es provocar una y otra vez a Rusia. Era un matón de barrio, decían. ¿Y este católico, pues lo mismo pero de su enemigo demonizado, una y mil veces. Sabemos que eso no puede ser salvo que quiera mandarnos a todos al carajo, porque esta Rusia no es la de Yelsin, que les daba a los norte-americanos tanta risa con sus borracheras….Putin no da tanta risa. ¡¡¡Y es que tiene tantas ojivas nucleares como ellos….Esa Rusia ya no es la que se hundió con la guerra fria….Se ha hecho de nuevo y hay que tomarla en serio. Y yo creo que tiene más sentido común Putin que el católico y si no hay eso que tememos casi todos los seres humanos, miedo, menos ellos, que se han  acostumbraron a amenazar a todo el mundo……, aunque hayan colocado 600 0 700 bases alrededor de Rusia.

  • Juan A. Vinagre

    Al leer este artículo de Marcelo y escuchar las noticias de cada día, uno saca la conclusión de que estamos ante “MÁS DE LO MISMO”.  Después de tantas catástrofes aberrantes, salvajes e inhumanas, cabría esperar que el ser humano hubiera aprendido algo más de la historia, y se convenciera de que o nos salvamos juntos o corremos el riesgo de perecer juntos… Para muchos parece que la Historia no es maestra. Cuando uno se encuentra ante conductas así de miopes y cortitas (no entro ya en conductas patológicas) recuerdo las palabras de N. Harari: ¡Ojo con la estupidez humana…!   ¿Debe revisarse o retrasarse la definición del hombre como “sapiens” ?  El hecho de que después de varios miles de años sigamos repitiendo los mismos esquemas mentales de “grandeza” y de miseria…, y de que volvemos fácilmente a los mismos errores, aunque sean trágicos, nos debe hacer revisar nuestra historia, y derribar muchas “grandezas” y estatuas, que recuerdan -¿dan culto?- a la miseria humana, ciega. ¿Ese “más de lo mismo” hasta cuándo, por cuánto tiempo más…?       ¡Ay de nuestras “grandezas” (chiquititas) y de nuestro torpe afán de poder! (Que nadie, que ningún poder se excluya.)  Mi esperanza es que algún día seremos al fin más “sapiens” y aprendamos.