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En apoyo del pueblo colombiano en su lucha

 Ayer, día 20 de Julio celebró su día de la Independencia con pacíficas manifestaciones de protesta por la dura represión ejercida por el gobierno contra quienes pedían justicia y paz, sobre todo en Calí. Precisamente en esta ciudad se ha celebrado el fin de semana una sesión de la  Asamblea Nacional Popular, en la que convergen quienes desean una nueva Colombia. Con esta ocasión grupos de cristianas y cristianos de de base han redactado dos documentos que Antonio Martínez, un cura de Teruel cura en Abya Yala, nos envía y nosotros publicamos. AD.

I. Mensaje a la Segunda Sesión Asamblea Nacional Popular. Cali Julio 17-20 de 2021

 Excelentísimo Pueblo Soberano de Colombia, reunido en la Segunda Sesión de la Asamblea Nacional Popular:

1-Cordial saludo de paz. Somos un grupo de laicas, laicos y sacerdotes que servimos al Pueblo de Dios, en Colombia, Ecuador y Puerto Rico. Llegamos a ustedes, como Moisés, llenos de asombro y con nuestros pies descalzos, en signo de que el terreno que pisamos, es sagrado. Sagrado, por ustedes quienes tienen el privilegio de estar aquí. Y sagrado, en memoria de las múltiples víctimas, cuya sangre ayer era derramada por esta absurda guerra, en los campos y montañas de nuestra Patria, y hoy, particularmente desde 2019, corre a borbotones, en las plazas y en las calles de nuestros pueblos y ciudades.

2-Vino nuevo, vestido nuevo y recuperación de la soberanía popular. En nuestro mensaje a la primera sesión de la Asamblea Nacional Popular, manifestamos que compartimos con ustedes, la convicción de que el sistema político, económico y social de Colombia es un vestido viejo, desgastado, que no aguanta un remiendo más, ante lo cual resulta urgente e inaplazable, confeccionarle a nuestra Patria, un vestido completamente nuevo. En segundo lugar, constatamos que las élites y la clase política dominante, jamás cederá a sus privilegios, para concederle al Pueblo, aquellos derechos que reclaman, desde los lejanos días de la primera independencia. Así que, el único camino que le queda al Pueblo, es recuperar y hacer uso de su soberanía, consagrada en el artículo tercero de la Constitución Política de Colombia. Ha llegado la hora, y ya estamos en ella, de que el Pueblo haga valer su soberanía, de la cual emanan todos los poderes del Estado y de la Nación, para que entre todas y todos, desde las periferias y desde abajo, construyamos una Nueva Colombia.

3-Primera Sesión de la Asamblea Nacional Popular. Haber desafiado y haber roto las barreras y peligros del coronavirus, de la represión y de la muerte, desatada por el gobierno, como respuesta a los gritos y reclamos del paro nacional, hasta llegar a Bogotá e instalar la Primera Sesión de la Asamblea Nacional Popular, fue un verdadero milagro y un acto de heroísmo, pocas veces visto en la historia de Colombia. Se puso a la altura, de lo realizado por José Antonio Galán y su marcha Comunera; y de lo realizado por Bolívar y su campaña libertadora. Independientemente de los resultados y declaraciones, el hecho de haber llevado a cabo la primera sesión de la Asamblea Nacional Popular, habla de la grandeza de lo que la juventud, y el resto de sectores populares de Colombia, están realizando a punta de sudor, dolor, lágrimas y sangre.

4-Segunda Sesión de la Asamblea Nacional Popular. Haber decidido llevar a cabo en tiempo récor, una segunda sesión de la ANP, es otro acto impresionantemente audaz. Y realizarla en la ciudad de Cali, es el mejor signo de compasión y de solidaridad, y un mensaje contundente a las élites dominantes y gobernantes del país y del mundo, para decirle que las acciones de la juventud y del paro, son radicales, completamente en serio y de largo alcance. Como lo vienen diciendo muchos, desde los días del paro nacional, Cali se convirtió en la capital popular de la resistencia de Colombia. Quienes han logrado llegar hasta aquí, son héroes y heroínas, que se juntan con otra multitud de héroes, de heroínas, de mártires y de próceres de la segunda independencia.

5-Acuerdos en lo fundamental y caminos de unidad en la diversidad. Uno de los terribles males, de las élites dominantes y gobernantes del país, es haber permanecido ciegos e indolentes, ante las enormes diferencias físicas, geográficas, raciales y sociales de quienes habitamos y formamos parte, de la República de Colombia. Ellos construyeron un país con un modelo autoritario, con claras señales de fascismo social, cuyos costos los ha tenido que pagar todo el pueblo colombiano, a lo largo de siglos en sufrimiento, dolor, lágrimas y sangre. Lo que las élites dominantes y gobernantes jamás quisieron ver, ahora la juventud, pagando un alto costo con sus ojos, sus manos, sus pies y su vida se lo vienen gritando y haciendo ver, particularmente, desde 2019; y de manera intensa, masiva y sostenida desde el 28 de abril de 2021. Si bien es cierto Colombia, es y seguirá siendo una sola nación, ella tiene que ser el resultado de la suma y de la multiplicación de geografías, regiones, culturas, razas y diversidades. Las cuales, no pueden seguir siendo ignoradas y utilizadas, para que las élites dominantes y gobernantes, sigan disfrutando de privilegios, mientras al pueblo lo dividen, lo enfrentan y le enseñan a desconfiar, a odiarse, a pelearse, a combatirse y a enfrentarse entre sí. Los acuerdos sobre lo fundamental, tienen que surgir del ejercicio de una democracia emancipadora, real, directa construida desde núcleos asamblearios populares y no desde las élites. La Asamblea Nacional Popular en sí misma, debe entender que la diversidad de expresiones y manifestaciones sociales, culturales, simbólicas y espirituales constituyen parte fundamental de “la primera línea” del nuevo movimiento emancipador, como propuesta de una sociedad alternativa, plural e incluyente.

6-Comenzar por lo primordial y por lo que nos une. Anhelamos que la ANP, ayude al Pueblo colombiano a identificar claramente qué es lo fundamental, lo que nos da identidad y nos une como nación. Construir lo que pudiéramos llamar la “colombianidad”, de la cual nos sintamos orgullosos y dispuestos a compartir y a defender. Las élites lo tienen claro, y nos lo han impuesto a la fuerza, por todos los medios y desde todas sus estructuras de poder, poniendo al resto de pueblo al servicio dizque de una nación, cuando en realidad se trata de sus intereses y de sus privilegios. Sin embargo, a lo largo de los siglos, algunos hombres, mujeres, grupos y sectores han luchado por construir un proyecto alternativo de país, invitado al Pueblo, a que haga a un lado sus diferencias y centre su lucha en lo primordial y en lo fundamental. Por esa causa derramaron la sangre, muy al estilo de Jesús de Nazaret próceres, héroes y heroínas, mártires y profetas de la unidad y del amor eficaz.  El coronavirus, tanto como el paro nacional, han puesto al desnudo, los errores y horrores de las élites dominantes y gobernantes del país. Cada vez más colombianos y colombianas, van entrando en razón, que no son migajas, concesiones, reformas, maquillaje, ni remiendos lo que necesita Colombia. Es la reconstrucción, la refundación de nuestra Patria, la que reclama la juventud del nuevo milenio. No dejemos que los árboles nos impidan ver el bosque. No nos desgastemos en discursos y discusiones, análisis y diagnósticos de lo que nos pasa. Centrémonos en lo fundamental: necesitamos cambiar el modelo económico, político, social; la teoría militar; y el marco de las relaciones internacionales. Aquello que las élites dominantes y gobernantes, llamaron los inamovibles, las líneas rojas, las cuales jamás han permitido tocar, discutir, ni mucho menos negociar.

7-La Asamblea Nacional Popular y el resto de expresiones sociales y populares. La ANP debe ser, ante todo, un espacio que anime la sostenibilidad de las expresiones sociales y populares diversas, la lucha por los derechos emancipatorios, la construcción colectiva y autónoma de territorios y regiones que vivan en armonía con los derechos humanos, colectivos y de la Madre Tierra. La ANP, es solo un primer esfuerzo y una primera estrategia de articulación, en el camino que debemos recorrer para la construcción de la Nueva Colombia. Resulta urgente que todos los sectores, organizaciones, movimientos y expresiones de la múltiple y diversa sociedad civil colombiana, se reconozcan, se abran y se articulen en las bases, en las regiones y en los diversos sectores étnicos, sociales y culturales. Y desde ahí, se proyecten y vayan entrando en sintonía, con lo de las demás regiones y expresiones dispersas y presentes en la amplia geografía del país. No podemos permanecer como átomos e islas impenetrables. Tampoco podemos jugar a centralismos y uniformismos que nos excluyan y nos ahoguen, creando nuevas barreras que nos separen y maten la pluralidad y la diversidad. Así como se ha logrado realizar sesiones de una Asamblea Nacional Popular, ésta solo tiene sentido y razón de ser, si está retroalimentada por Asambleas Locales, Regionales y Sectoriales reales, vivas y vigorosas. Será un proceso paciente, en el que se nos pone a prueba la generosidad, la creatividad, la apertura y la decisión real de estar dispuestos a desaprender y a aprender, a caminar juntos, a compartir saberes y derechos, y a ceder prejuicios y privilegios, personales y de grupo, a favor de los otros y de las otras.

8-Cristianos y creyentes, servidores de la unidad y animadores de la soberanía popular. La Iglesia cristiana católica, las otras iglesias y los demás creyentes, cometimos grandes errores y horrores de palabra, obra y omisión. De todo eso, hay quienes ya nos sentimos arrepentidos, pedimos mil perdones y estamos dispuestos a reparar. Una de las formas de realizarlo, es despojándonos de nuestras arrogancias, prejuicios y privilegios, asumiendo el papel de quien, como Jesús, lava los pies a sus hermanos y hermanas. Estamos dispuestos a convertirnos, en los buenos samaritanos que se acercan, que curan, que consuelan, que llevan en sus hombros a los héroes, heroínas y a las múltiples víctimas, hasta dar la vida, para que el Pueblo tenga vida en abundancia.

Equipo Misionero Itinerante por la Paz

Cali, Capital Popular de la Resistencia de Colombia, julio 17 de 2021

 

II. Carta de Solidaridad y Apoyo

A la Iglesia que Peregrina en la Arquidiócesis de Cali Colombia

Al Pueblo de Dios que peregrina en la Arquidiócesis de Cali, con su Pastor Monseñor Darío de Jesús Monsalve Mejía, su Presbiterio, sus Religiosos y Religiosas y sus Laicos comprometidos:

1-Cordial saludo de paz. Hermanos y hermanas suyos: sacerdotes, religiosos y laicos que peregrinamos en la amplia geografía de Latinoamérica y del Caribe, hacemos llegar a Ustedes nuestro saludo, nuestra admiración y nuestra solidaridad, junto con nuestro cariño y oración, rogándole a Jesucristo, Mensajero de la Paz, que les siga dando la sabiduría y la valentía, para continuar acompañando, consolando, curando y sanando las heridas de los héroes, heroínas y de las víctimas de la insurrección popular, del Pueblo de Dios que peregrina en la querida Arquidiócesis de Cali y en el resto de la adolorida Patria Colombia.

2-“Sucederá en aquellos tiempos que derramaré mi Espíritu sobre todos los vivientes. Entonces los hijos y las hijas de ustedes profetizarán, sus jóvenes verán visiones y sus ancianos tendrán sueños. En ese tiempo derramaré mi Espíritu sobre mis servidores y servidoras, y ellos profetizarán. Haré prodigios en lo alto del cielo y señales maravillosas abajo, en la tierra”. Hechos 2,17-19.

Resulta impresionante y providencial, que haya sido precisamente por los días del Gran Pentecostés, en los que se dio el estallido social o insurrección popular de Colombia, poniéndonos en comunión con lo que sucedió allá en Jerusalén, en los comienzos de la Iglesia. Vemos y sentimos que esa profecía, vuelve a hacerse realidad en Cali y en todos los rincones de nuestra Patria, convirtiéndose Ustedes, hermanos y hermanas, en testigos y compañeros de “primera línea”.

Lo que desencadenó la efusión del Espíritu Santo sobre los primeros discípulos y discípulas del Señor, los transformó, no solamente a ellos, sino que transformó al judaísmo y su primera Alianza, y a la humanidad en su conjunto. Desde entonces, el Reino de Dios se sigue expandiendo, por todos los rincones de la tierra, suscitando en cada época de la historia los testigos, los profetas, los santos y santas que son luz, sal y fermento en una humanidad, necesitada de conversión y de transformaciones permanentes, de sus corazones y de sus estructuras sociales, políticas, económicas y religiosas, según el Espíritu Santo va dirigiendo su acción liberadora.

Lo que viene sucediendo en Colombia, particularmente desde 2019, es un despertar impresionante de la juventud y de todos los sectores populares, en demanda de cambios y de transformaciones, largamente negadas, aplazadas y reprimidas. Los acontecimientos de los días siguientes a Pentecostés, se ha ido propagando, como fuego en un cañaveral, hasta llegar a los lugares más recónditos de nuestra Patria, poniendo en movimiento, no solo a la juventud, sino también a la niñez, a los adultos y a los mayores, quienes parecieran ir despertando de su letargo, dejándose encender por el fuego ardiente y transformador y por el viento huracanado del Espíritu.

3-“Prefiero una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a sus propias seguridades”. EG 49. “También he dicho algunas veces que la Iglesia se parece a un hospital de campaña: tanta gente herida…que nos pide cercanía, que nos piden aquello que le pedían a Jesús: cercanía, proximidad. Y con esta actitud de los escribas, de los doctores de la ley y fariseos ¡jamás! daremos un testimonio de cercanía”.

Comprendida e incomprendida, acompañada o solitaria, respaldada o atacada desde dentro y desde fuera, la Arquidiócesis de Cali, con su Pastor a la cabeza, se ha puesto a la altura de la profecía de Joel, y de la acción profética, evangelizadora y martirial de Pedro, de Pablo, de la Magdalena, de las otras Marías; y de todos los creyentes de los primeros siglos. Pero también, se han puesto, a la altura de la palabra y del testimonio valiente, de nuestro Papa Francisco, asumiendo el riesgo de los profetas, de los mártires y de los héroes y heroínas de la juventud y del Pueblo de Dios, cuyas lágrimas y sangre han llenado de luto y de dolor a nuestra Patria, y sus gritos de liberación suben al cielo. Desde la distancia geográfica, en donde contribuimos a esparcir las semillas del Reino; y desde la cercanía del corazón, no solo admiramos su profético trabajo pastoral, sino que estamos aprendiendo de la acción evangelizadora, de la valiente arquidiócesis de Cali y de las Iglesias del Pacífico colombiano: el Pacto por la Vida y por la Paz; los diálogos pastorales con los distintos grupos armados, que buscan aliviar los sufrimientos del Pueblo de Dios; el papel de mediadores, facilitadores y garantes de acuerdos sociales y políticos; la iniciativa de Iglesias santuarios de paz y escudos de protección para líderes y lideresas amenazados; los acuerdos humanitarios territoriales; la asistencia y persistencia para que vuelva la Mesa de negociación con el Ejército de Liberación Nacional, ELN, a fin de avanzar hacia una paz integral, completa, estable y duradera. Son solo algunas de las acciones que admiramos, respaldamos y acompañamos con nuestra oración y nuestra solidaridad.

Muchas gracias por tantas enseñanzas, testimonios y valentía. Ustedes se han convertido en una luz, en lo profundo de los campos y en lo alto de la ciudad, y en una escuela de enseñanza y de testimonio para la Iglesia colombiana, del continente Latinoamericano y del Caribe y para la Iglesia universal.

Quienes firmamos este mensaje: laicos, sacerdotes y religiosos servidores del Pueblo de Dios, disperso por Latinoamérica y el Caribe y en el África venimos siguiendo a Jesús de Nazaret y recogiendo el legado, el testimonio y la palabra de los Padres y Madres, de los Profetas y Mártires de la Iglesia de la Patria Grande. Al encontrarlos a Ustedes, hemos decidido llegar a contemplar “la zarza que arde sin consumirse” y con nuestros pies descalzos, ofrecerles nuestra amistad, nuestra solidaridad, nuestro cariño, nuestra oración y nuestro apoyo. Estamos seguros de que, con su testimonio profético, con su sangre y la sangre de los héroes y heroínas del paro; y el aporte creativo de todos los demás creyentes, lo mismo que de todos y de cada uno de los colombianos y colombianas; y con la solidaridad continental y universal, contribuiremos al cese de la “horrible noche” y al final de los “cien años de soledad”.

El sistema político, económico y social de nuestra Patria, es un vestido viejo y despedazado, que no aguanta un remiendo nuevo, como lo es la juventud. Resulta claro y urgente cambiar de vestido, de odres y de vino. La fiesta hace tiempos se aguó y terminó en llanto, en luto y en lamentos. Jesús el Novio, nos está llamando con urgencia, a reconstruir todo de nuevo, desde abajo, desde la periferia. Haciendo uso de la soberanía que, como dice nuestra Constitución Política, reside exclusivamente en el Pueblo, del cual emanan todos los poderes. Con la iluminación del Evangelio, y en ejercicio de la soberanía popular, nos unimos a fin de construir entre todas y todos, una Colombia nueva, justa, libre, solidaria, soberana y en paz.

Deseamos que, tanto nuestra solidaridad, como nuestra amistad y nuestra alianza, traspasen las fronteras del espacio y del tiempo, haciéndose tan grande y tan fuerte como el sol que alumbra nuestra Patria, como el Cristo que nos alimenta con su Cuerpo, su Sangre y su Palabra.

Abrazos, cariños, oraciones y bendiciones

Zuly Rizo. Trabajadora Social y Constructora de Paz Bogotá Colombia
Gonzalo Romero Becerra. Abogado Constructor de Paz y defensor de Derechos Humanos San Gil Colombia
Diego Pérez Guzmán Constructor de Paz y Defensor de Derechos Humanos Bogotá Colombia
Presbítero Javier Giraldo Moreno Sacerdote Jesuita Colombia
Presbítero Saúl Anaya López Diócesis de Málaga Soatá Colombia
Presbítero Pedro Joya Aponte Equipo Misionero Agroecológico Colombia
Presbítero Benjamín Pelayo Lizarazo Diócesis de Socorro y San Gil Colombia
Presbítero Gerardo Calderón Velandia Diócesis de Socorro y San Gil Colombia
Presbítero Leonardo Camacho Murillo Diócesis de Socorro y San Gil Colombia
Presbítero Manuel Vicente Ramírez Rojas Diócesis de Ocaña Colombia
Andrés Mateus Rocha parroquia el Rosario de Sogamoso Colombia
Presbítero Carlos Prías Diócesis de Duitama Sogamoso Colombia
Presbítero José Justiniano Villamizar Díaz Diócesis de Duitama Sogamoso Colombia
Presbítero Carlos Antonio Pérez Rojas Diócesis de Duitama Sogamoso Colombia
Presbítero Óscar Iván Pinzón Bonilla Diócesis de Duitama Sogamoso Colombia
Presbítero Elkin Javier Castro Fernández Diócesis de Duitama Sogamoso Colombia
Presbítero Holman Horacio Herrera Chaparro Diócesis de Duitama Sogamoso Colombia
Presbítero Antonio María Martínez Gómez Misionero Fidei Donum Equipo Misionero Itinerante-CEBs Ecuador. Iglesia Bautismo del Señor- Monte Sinaí Arquidiócesis de Guayaquil Ecuador
Presbítero Edgar Mauricio Ortiz Sánchez Guadalupanos Ecuador
Presbítero José Héctor Consuegra Pérez misionero colombiano Arquidiócesis de Guayaquil Ecuador
Presbítero Luis Eduardo Enríquez Sigcha Equipo Misionero de Chimborazo Ecuador
Presbítero Religioso Octavio Mondragón Alanís Sacerdote Pasionista México
Cinthia Marí Polanco Santana, Estudiante de Comunicaciones San Juan de Puerto Rico
Presbítero Joaquín Mayorga Fonseca Misionero colombiano Arquidiócesis de San Juan Puerto Rico
Presbítero Danilo de Jesús Martínez Duarte Arquidiócesis de San Juan de Puerto Rico
Presbítero Alberto López Figueroa Arquidiócesis de San Juan de Puerto Rico
Presbítero Religioso Víctor Hugo Mira Álvarez SS.CC  Arquidiócesis de San Juan de Puerto Rico
Presbítero Carlos Alberto Contreras Trivaldos Arquidiócesis de San Juan de Puerto Rico
Presbítero Miguel Ángel Trinidad Fonseca Arquidiócesis de San Juan de Puerto Rico
Presbítero Javier de Jesús Cardona Mazo Misionero Javeriano de Yarumal Costa de Marfil África

3 comentarios

  • mª pilar

    Todos mis mejores deseos, para que encuentren el camino de la paz, el amor, el servicio, la unidad; y puedan conseguir lo que tanto anhela el pueblo colombiano desde siempre.

    Lo deseo de todo corazón.

  • Gonzalo Haya

    ¡Ojalá que la diversas comunidades y organizaciones cristianas de España (incluida Atrio, y algunos obispos) logren convocar una Asamblea con los mismos propósitos de la colombiana. Una ocasión sería la preparación del Sínodo del pueblo de Dios!

    • Rodrigo Olvera

      Hola Gonzalo

      Me parecería riesgoso que una Asamblea Nacional Constituyente para modificar la Constitución Española hacia una democracia participativa -con la consiguiente eliminación de la monarquía parlamentaria actual – fuera convocada por organizaciones cristianas y peor aún por Obispos. Que se sumen como “uno de tantos” a un esfuerzo constituyente es muy distinto a pretender que sean quienes lo convoquen.

      Abrazos y esperanzas