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Crispación

Hace unas semanas parecía que con la llamada al no pasarán se iba a frenar el trumpismo de la presidenta de Madrid. La izquierda está unida y motivada. La ley de Hont no les restará escaños. Pero hoy, a siete días de las urnas, muchos lo dudan. No van a ser la municipales de 1931, ni siquiera las del 3N en USA. ¡Ojalá me equivoque! ¿Entonces? ¡Velay! AD.  

      ¡Caray!, ¡como está el patio! Se levanta uno tan tranquilo y, mientras desayuno, enciendo el televisor y todos los días se me echan encima los tristes y angustiados augures de lo cotidiano, comentaristas con comentario cada día más enfebrecido. ¡Ay, lo que ha dicho, ay, lo que ha hecho! Aterrorizado me tienen. Creo que estoy adelgazando por momentos porque me atraviesan el desayuno entre las tripas y el corazón me salta como locomotora desbocada. Un sin vivir, os digo.

      Menos mal que por prescripción facultativa (y es que mi médico es de los de antaño, sabios, no de las enfermedades, sino de la salud) debo salir a pasear todos los días. Y hay que ver qué contraste: los papás llevan a sus hijos al colegio sin el mayor recelo, se paran a comprar el periódico, saludan a los vecinos, hacen cola en los cajeros de los bancos, se toman su cafetito en la terraza del bar, esperan a que se ponga verde el semáforo, los conductores esperan al verde salvo algunos desdichados a los que el trabajo les trae a mal traer, cantan los mirlos su amable, pero intimidatorio, canto primaveral, una viejecilla se entretiene en ver las flores del jardín, los guardias caminan a paso lento, suena a lo lejos la sirena de alguna ambulancia, los comerciantes abren sus negocios sin ningún temor, los camareros caminan a buen paso para atender a los clientes, dos enamorados se besuquean en un banco sin ninguna prisa porque tienen todo el día por delante…

      Pero como políticos y periodistas, cada uno por la cuenta que les tiene, patalean, gritan y pregonan que existe una gran crispación en nuestra sociedad, no hago más que preguntar ¿donde la ven?

      Al salir de casa yo esperaba ver los colegios cerrados, las iglesias ardiendo, las manifestaciones chocando a lo bestia, los guardias armados hasta los dientes, y cosas así. No sé si estoy ciego o si la crispación es solo cosa de un teatrillo que se montan unos y otros para seguir viviendo del cuento. El caso es que, a primera vista, parecen gente seria o, a lo mejor, es que yo no los veo bien, porque la verdad es que poco a poco estoy perdiendo vista y el oftalmólogo me dice que no me queje, que hay muchos que están peor que yo.   

5 comentarios

  • Carmen

    Es que los mayores, esos que somos de riesgo, llevamos trece meses que para nosotros se quedan.

    Y los jóvenes

    Y los de mediana edad.

    Y los niños.

    Y luego están los que han muerto, en qué condiciones han muerto. Y sus familias, rotas.

    Si hay crispación. Ya lo creo que la hay, pero es que nos sobran los motivos.

    En mi grupo de amigas de WhatsApp , de vez en cuando escribo: aaaarrrfffgggggfuuuuaaaag.

    Y ya me entienden. No digo nada más.

    Pues eso.

    Pero todo empieza a mejorar. Las elecciones de Madrid también pasarán. Y formarán el gobierno que puedan. Únicamente para dos años. Tampoco hay que preocuparse demasiado. A lo mejor interesa que salga un desastre de gobierno para que nos espabilemos todos. Y las próximas generales den como resultado un gobierno estable, Pacífico y sin tantas tensiones internas. Las cosas se están poniendo serías, pero veréis como saldremos de esta. Fijo.

    Un abrazo .

     

     

  • Juan A. Vinagre Oviedo

    Amigo Juan, me uno a tu reflexión y a los comentarios que siguen. Creo que lo que acabo de decir-reflexionar acerca del artículo de L. Boff, vale -acomodando lo necesario-, para el tuyo. Vivimos tan polarizados que nos resulta a veces difícil entrar en ciertos temas sin pasarnos… La edad,  que debería enseñarnos a relativizar muchas cosas, a veces refuerza ciertas tendencias al radicalismo…, y a covertir meros pasatiempos gratos en casi mitos intocables, sagrados… Un abrazo.

     

    • Iñaki SS

      Hola Juan A,V.O.
      He leído lo último de Boff, más tu reflexión al respecto y las hago totalmente mías. La terrible amenaza planetaria que ponéis en evidencia, provocadora de tantas y tantas desigualdades presentes en todos los rincones de la aldea global, diría que es el mejor caldo de cultivo para tanta crispación. ¡Un escándalo!
      Entradito en años y semi-secruestado por la pandemia, en este Bilbao empeñado en pagar su relajo, me entretengo un poquito dándole vueltas al monotema de las eleccciones 4M. Que si la Reina de la Hostelería, que si el síndrome de Estocolmo de los progresistas, que si la españa separatista, encarnada en el Madrid abrigo de grandes fortunas y reclamo de vida alegre y confiada…… ¿Qué tal si quienes utilizan la crispación, para asegurarse su buen sueldo y butacón, fracasan? Vamos a ver lo que sale y a esperar que, tanto los ganadores como la oposición, se pongan las pilas, empiecen a trabajar en serio y dejen de darnos la tabarra. La poderosa pandemia y la tambaleante economía, les siguen esperando.
      Un cordial saludo

  • ana rodrigo

    Pues pienso que sí hay crispación interiorizada, contenida, hasta que prende una chispa. Por ejemplo, es muy difícil que en reuniones familiares, en grupos de amigos u otro tipo de allegados, si no piensan igual en política, o bien evitas hablar de ello, o sale lo que cada cual lleva dentro y se irritan por dentro las convicciones de cada cual y, en el mejor casos hay personas que callan aunque la relación personal cambia, y si se habla explícitamente, entonces sí aparece la crispación y todo lo que conlleva.

    Yo tuve un tío que decía, de la entrada de mi casa prohibido hablar de política, religión o futbol, y así tan amigos. Las ideas y convicciones personales son sagradas e intocables para cada cual, y mientras nadie te contradiga, ahí están quietas, pero lo contrario ya sabemos lo que provoca. Creo que se está olvidando la cultura del diálogo y por eso los debates televisivos son tan agrios, agresivos y violentos, y en la calle la gente calla mientras no les toquen sus creencias.

    • Juan García Caselles

      Amiga Ana: Allá en mi juventud, en pleno franquismo, me llamó mucho la atención la lectura de una crónica de un corresponsal en Francia donde nos decía que allí era considerado de mala educación hablar de política en reuniones familiares o amistosas, salvo que hubiera un cierto consenso previo para hacerlo sin irritar a nadie.
      Se conoce que nos falta mucho para ser demócratas, porque la democracia no es solo la constitución o las elecciones y demás, sino la educación en la tolerancia y en el respeto a la opinión ajena, es decir, en practicar la democracia nomo norma moral de convivencia. Todo esto va mucho mas allá de las simples formas del poder.
      ¡Ah! Y aparte de los medios habría que ver que porción de responsabilidad proviene de los variados servicios secretos, los famosos fontaneros del submundo de todo poder.
      En todo caso, las situaciones de que hablas forman parte de nuestra “normalidad” y tienen poco que ver con la crispación que nos predican en los medios todos los días.