La producción de un programa humorístico por el Grupo Porta dos Fundos que habría sugerido una eventual relación homoafectiva de Jesús y las reacciones negativas de muchos, incluida una bomba contra el local de Porta dos Fundos, nos invitan a hacer una reflexión sobre el respeto. Este, el respeto, es uno de los ejes básicos de la ética en cualquier cultura y es también necesario para la convivencia pacífica de las diferencias dentro de un Estado Democrático de Derecho.
Para enriquecer la discusión que concierne también a un ministro STF, un ministro del STF que liberó el programa humorístico después de ser prohibido por otro juez, conviene proponer las reflexiones de un pensador que, más que nadie, profundizó la cuestión del respeto: Albert Schweitzer (1875-1965). Era originario de Alsacia, un renombrado exégeta bíblico y un conocido concertista de Bach.
Como consecuencia de sus estudios sobre el mensaje y la ética de Jesús, especialmente el Sermón de la Montaña, que da centralidad al pobre y al oprimido, resolvió abandonar todo, estudiar medicina y marchar a África en 1913 como médico en Lambarene (Togo), exactamente en aquellas regiones que habían sido dominadas y explotadas furiosamente por los colonizadores europeos.
Dice explícitamente en una carta, que “lo que necesitamos no es enviar allí misioneros para convertir a los africanos, sino personas dispuestas a hacer para los pobres lo que hay que hacer, si es que el Sermón de la Montaña y las palabras de Jesús tienen algún valor. Si el Cristianismo no realiza eso, ha perdido su sentido. Después de haber reflexionado mucho, ha quedado claro para mí que mi vida no es la ciencia ni el arte, sino ser un simple ser humano que, en el espíritu de Jesús, hace alguna cosa, por pequeña que sea” (A. Schweitzer, Wie wir überleben können, eine Ethik für die Zukunft, 1994, p.25-26).
En su hospital del interior de la selva tropical, entre la atención a un paciente y a otro, tenía tiempo para pensar sobre los destinos de la cultura y de la humanidad. Consideraba la falta de una ética humanitaria como la mayor crisis de la cultura moderna. Dedicó años al estudio de las cuestiones éticas y escribió varios libros, siendo el principal El respeto ante la vida (Ehrfurcht vor dem Leben).
Todo en su ética gira alrededor del respeto, de la veneración, de la compasión, de la responsabilidad y del cuidado hacia todos los seres, especialmente hacia aquellos que más sufren.
El punto de partida para Schweitzer es el dato proto-primario de nuestra existencia, la voluntad de vivir que se expresa: “Yo soy vida que quiere vivir en medio de vidas que también quieren vivir” (Wie wir überleben können,73). A la “voluntad de poder” (Wille zur Macht) de Nietszche, Schweitzer contrapone la “voluntad de vivir” (Wille zum Leben). Y continúa: “La idea-clave del bien consiste en conservar la vida, desarrollarla y elevarla a su máximo valor; el mal consiste en destruir la vida, perjudicarla e impedir que se desarrolle. Este es el principio necesario, universal y absoluto de la ética” (Ehrfurcht .52 e 73).
Para Schweitzer, las éticas vigentes son incompletas porque tratan solamente de los comportamientos de los seres humanos frente a otros seres humanos y olvidan incluir a todas las formas de vida. El respeto que debemos a la vida “engloba todo lo que significa amor, donación, compasión, solidaridad y compartir” (op. cit. 53).
En una palabra: “la ética es la responsabilidad ilimitada por todo lo que existe y vive” (Wie wir überleben,52 e Was sollen wir tun, 29).
Como nuestra vida es vida con otras vidas, la ética del respeto deberá ser siempre un con-vivir y un con-sufrir (miterleben und miterleiden) con los otros. En una formulación suscinta afirma: “Tu debes vivir conviviendo y conservando la vida, este es el mayor de los mandamientos en su forma más elemental” (Was sollen wir tun, 26).
De esto deriva comportamientos de gran compasión y cuidado. Interpelando a sus oyentes en una homilía proclama: “Mantén tus ojos abiertos para no perder la ocasión de ser un salvador. No pases de largo, inconsciente, del pequeño insecto que se debate en el agua y corre peligro de ahogarse. Toma un palito y sácalo del agua, sécale sus alitas y experimenta la maravilla de haber salvado una vida y la felicidad de haber obrado a cargo y en nombre del Todopoderoso. Al gusano que se perdió en el camino duro y seco y no consigue hacer su huequecito, sácalo de ahí y ponlo en medio de la hierba. ‘Lo que hicísteis a uno de estos más pequeños, a mi me lo hicísteis’. Estas palabras de Jesús no valen solo para nosotros los humanos sino también para las más pequeñas de las criaturas” (Was sollen wir tun, 55).
La ética del respeto de Albert Schweitzer une inteligencia emocional con inteligencia racional. Todo lo que impida el respeto de unos a otros, debilita la convivencia social. Nadie tiene el derecho de constreñir a otro con su falta de respeto. Todas las libertades tienen sus límites impuestos por el respeto.
El mayor enemigo de la ética del respeto es el embotamiento de la sensibilidad, la inconsciencia del valor fundamental del respeto ilimitado. Incorporando el respeto, el ser humano alcanza el grado más alto de su humanidad.
Si no respetamos a todo ser, acabamos no respetando al ser más complejo y misterioso de la creación que es el ser humano, hombre y mujer, particularmente el más vulnerable, el pobre, el enfermo y el discriminado. Sin el respeto y la veneración perdemos también la memoria de lo Sagrado y de lo Divino que atraviesan el universo y que emergen, de algún modo, en la conciencia de cada uno.
*Leonardo Boff es teólogo, filósofo y escritor.
Traducción de Mª José Gavito Milano
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