Isidoro vuelve a hacerse presente en ATRIO con una entrada que es su colaboración bien pensada y estructurada a ese objetivo de un renacimiento personal que estamos planteando como objetivo en ATRIO. Es tal vez demasiado largo su texto, pero no era fácil dividir esos 16 puntos en que desgrana su análisis personal (lo que ayuda para comentar) en en dos o tres entradas a presentar en serie. Gracias, Isidoro, por iluminar ese camino de maduración personal a partir de tu experiencia y tus lecturas. AD.
0.-POSTULADO FILOSÓFICO PREVIO.
La moral es la ciencia del comportamiento humano. El ser humano se comporta movido por un principio de felicidad, y satisfacción personal, el primero de cuyos elementos deseables, (valores), es la supervivencia física. Luego existe toda una escala de valores, (Maslow), que el humano, tiene prefijado en su mente como objetivos a conseguir.
Pero la cultura social-tribal, intenta cohesionar y homogeneizar la sociedad imponiendo una serie de conductas humanas comunes, (muchas veces con la ayuda de la religión), conductas que podían tener un sentido en su época histórica originaria, y otras, no.
En los tiempos actuales, con un buen desarrollo de la ciencia antropológica y en particular de la ciencia de la mente, deberíamos utilizar a la misma, como único criterio de conveniencia moral, para intentar lograr el objetivo primario de nuestra naturaleza: obtener un buen grado de satisfacción personal, (la “ataraxia”, el ideal estoico).
Este ideal, además de obtener satisfacciones de la vida, incluye minimizar los sufrimientos psicológicos que nos causan ideas y conductas que en el curso de nuestra evolución cultural se han ido alienando y alejando de nuestro objetivo primordial.
Nuestro grado de descontento con la situación de cada uno, (nuestras dolorosas neurosis personales), vienen ineludiblemente contagiadas de la neurosis social. No nos podemos “salvar” solos: para bien y para mal, somos animales sociales.
+++++++
HIPÓTESIS – PRINCIPIOS CIENTÍFICOS PERSONALES
1.-
Venimos equipados de nuestra evolución filogenética, con una mente compleja, de la que solo somos conscientes de una pequeña parte.
En ella, el núcleo-motor de discernimientos del sentido de las cosas que percibimos y aprendemos, tiene unos sesgos de naturaleza evolutiva, que se han ido acumulando por necesidades de supervivencia, durante la inmensa mayor parte de nuestra historia pasada y de nuestras especies antecesoras.
(En nuestra época histórica actual, esa supervivencia ya no está amenazada, en los mismos términos que en los cientos de miles años anteriores, y ahora esos sesgos, no solo no son útiles, sino que son un grave obstáculo a tener en cuenta).
2.–
Somos hijos de nuestra época histórica. Durante los primeros 20 años de vida, nos desarrollamos en el caldo de ideas vigente en nuestro mundo y nuestra época, en el que somos meros sujetos pasivos. Y en el resto de nuestra vida si queremos depurar nuestro archivo de creencias, tenemos que nadar a contracorriente, en el magma cultural vigente, de una forma compleja.
3.-
Luego nos plantamos en el inicio del camino de la maduración, (en la veintena), con un equipaje cognitivo y emocional, determinado, que durante un largo proceso de más de sesenta años, deberíamos ir depurando.
Este equipaje mental, (además de nuestra formación profesional y social), incluye una serie de pensamientos irracionales, que son como una especie de virus con los que nuestra cosmovisión se ha contaminado de la zeitgeist epocal, que nos generan unos estados emocionales alterados: ira, rencores, depresión, etc.
4.-
Nuestro inicial equipaje mental aprendido, se compone de dos clases de elementos: los comunes, que no conllevan ninguna conexión afectiva, y las creencias que llevan adscritas una emoción positiva o negativa, y a las que otorgamos mucha importancia relativa y a las que consideramos como elementos esenciales de nuestra persona. Las consideramos como parte de nuestra “Constitución” propia.
Además de la importancia que nos han hecho darle a esos conocimientos-creencias, muchas de ellas no lo son, solo se lo damos por el hecho de haber sido aprendidas en los muy tempranos años de nuestro aprendizaje.
Para evitar dudas angustiosas, evolutivamente disponemos de unos poderosos mecanismos mentales, que generan una fortísima resistencia emocional a modificar dichas creencias, y reaccionamos ante cualquier intento de convencimiento contra las mismas, como ante un ataque personal.
Esto proviene evolutivamente de nuestra primitiva mente tribal, que nos ha regido dictatorialmente, hasta hace unos tres mil años, y que era fundamental para la supervivencia personal.
5.-
El humano percibe la realidad en función de su equipaje mental de creencias, conocimientos y emociones, (nuestra cosmovisión personal). No vemos la realidad, sino que la interpretamos, con esa cosmovisión personal heredada, incluyendo una serie de sesgos emocionales que hemos recibido en nuestro primer desarrollo.
Y en función de esa realidad interpretada, navegamos por la vida, maniobrando para obtener la mayor satisfacción posible.
6.–
Pero a partir de la veintena, el proceso de desarrollo fisiológico y mental (proceso de maduración humana), que cada humano lleva congénitamente en su organización mental heredada, siguiendo su curso, empieza a desarrollarse un aprendizaje autónomo personal, que aunque muy influido por la cosmovisión social, permite incorporar nuevos elementos a nuestra cosmovisión persona, reorganizándola y reestructurándola, buscando una coherencia interna, confirmando ciertas creencias y conocimientos y enfrentándose a otras.
7.-
Ante incoherencias graves en nuestra cosmovisión, y ante el dolor y confusión producidos, ya por intuiciones-reflexiones filosóficas propias o mediante ideas terapéuticas ajenas, se llega a la conclusión de que hay que reestructurar algunas de las creencias personales fuertemente arraigadas.
Y estos cambios de creencias, son muy difíciles, generando fuertes y dolorosas crisis existenciales, que en muchos casos son el origen de estancamientos y parálisis, de perplejidad y confusión, de las que muchas veces cuesta salir.
Ese fuerte dolor existencial interno, de esas crisis, genera a veces, un escapismo hacia aparentes seguridades tranquilizadoras, por parte de unos sistemas ideológicos religiosos o políticos, que si son aceptados crítica y reflexionadamente nos sirven de guía vital.
Pero que muchas veces cuando se realiza una aceptación acrítica e irracional, son agarraderos psicológicos, calmantes contra el fuerte dolor psicológico interno.
8.–
Las ideologías religiosas o políticas no solo influyen en nosotros, con creencias concretas religiosas o típicamente políticas, sino que inconsciente y subterráneamente, incluyen unas ideas filosóficas sobre la organización de la mente humana y sobre el ideal de la naturaleza humana.
Ideas, (en general intuitivas y acientíficas, generadas en tiempos pre-psicológicos), que cuando no se corresponden con la realidad, son la causa de fuertes desequilibrios internos, neurosis, y sufrimientos múltiples.
Albert Ellis, ha descrito 12 ideas irracionales, que nos causan y mantienen la neurosis. Ideas que tienen un origen subterráneo, en nuestro caso concreto, fundamentalmente en la filosofía cristiana heredada, filosofía, que es una mezcla entre la filosofía grecorromana de hace dos mil años, con ciertos elementos judaicos, y otras adherencias.
Dicha filosofía cristiana, ha calado en todo el zeitgeist occidental y diríamos que casi mundial, hasta el extremo que, en ideologías laicas e incluso antirreligiosas, se encuentra ese sustrato filosófico y antropológico de la antigüedad.
Esa es una de las razones por las que esas ideologías religiosas y políticas, ningunean e ignoran clamorosamente los avances de la ciencia antropológica humana que, aunque titubeante y mejorable, ya no nos proporciona una base y unos cimientos suficientemente firmes, sobre los que ir diseñando el comportamiento humano deseable del futuro próximo.
9.–
La maduración humana, no es un proceso voluntario, y por ello no es en absoluto “moral”, que deberíamos hacer. Es un proceso natural, instintivo, de despliegue de nuestra naturaleza humana latente desde el primer momento del óvulo fecundado. Y dura hasta la consecución de su despliegue total, en la ancianidad humana, (cuando se logra completarlo).
Nos conviene favorecerlo, siendo consciente de la naturaleza del mismo, primero porque todos los seres tienden a ser lo que son, y segundo, porque la paralización del proceso, es fuente de grandes desequilibrios y problemas personales dolorosos, que nos hacen la vida muy difícil.
10.–
En ese proceso de maduración humana, que por nuestro bien personal, debemos hacer, disponemos de una guía interior en los programas comportamentales heredados genéticamente, que son la guía de la naturaleza humana.
Dichos programas están insertos en la parte inconsciente de nuestra mente, (el “inconsciente colectivo” junguiano), y son como una especie de panoplia de comportamientos del humano, para todas las fases de desarrollo de la mente humana, que se van sucediendo en nuestro crecimiento personal: periodo mágico, periodo mítico, periodo racional, periodo integral, (que integra ambas partes de la mente: la consciente y la subconsciente).
(A los animales el “Universo”, les ordena un comportamiento determinado, que constituye su naturaleza.
Los humanos como ya estamos en el reino de la Inteligencia, -aunque sea en el nivel mas bajo- y como tenemos una evolución cultural mucho mas rápida que la biológica, se nos ha dotado de un catálogo de múltiples líneas de comportamiento, para adaptarnos a las circuns-tancias ambientes.
El humano del Paleolítico no hubiera sobrevivido, con una conciencia plenamente desarrollada. Se nos habrían comido vivos. Literalmente).
Según va creciendo nuestra consciencia, va pasando de una mente egocéntrica, a una mente etnocéntrica, a una mundicéntrica, y al final a una mente cosmocéntrica, fases en las que nuestra respectiva cosmovisión va ampliando su foco y su centro, y va situando al humano en nuestro mundo.
Además ese desarrollo personal, y esa ampliación de la mente, nos va variando la perspectiva con el que interpretamos los hechos, y con ello vamos integrando creativamente, las grandes contradicciones de opuestos, que nos paralizan y nos frenan en nuestras crisis de valores personales y de elección de la organización social adecuada.
11.–
Durante ese proceso de maduración vamos purificando nuestra cosmovisión, con nuevos elementos aprendidos, especialmente desde la ciencia, con nuevas reinterpretaciones de elementos antiguos, y tratando de eliminar el máximo de ideas irracionales y autoacusatorias que funcionan como virus para la mente, y nos aíslan de nuestra guía interna, generándonos infelicidad.
Para localizar estas ideas ideas irracionales, deberíamos detectar los problemas de varios tipos que nos afectan, (familiares, laborales, traumáticos, etc.), y sus efectos emocionales negativos. Y luego detectar las ideas irracionales, que sustentan y mantienen indefinidamente esos problemas, impidiendo su correcto análisis.
Según Ellis, esas ideas irracionales son del tipo de ignorar lo positivo, exagerar lo negativo, y generalizar demasiado. O sea negativismo y análisis psicológico super-ficial.
Las doce ideas-creencias, que deberíamos erradicar en nuestra mente son:
+ La necesidad excesiva de la aprobación de los demás,
+ La no aceptación de que muchos actos antisociales que realizamos, nosotros y los demás, son autodefensivos, y estamos necesitados más de ayuda, que de reprobación.
+ La no aceptación radical de lo que no nos gusta pero es inevitable, negacionismo que nos dificulta mejorar las cosas.
+ La idea de que nuestros problemas siempre provienen de los demás, sin reconocer que en ellos influye mucho, nuestra interpretación de los mismos.
+ Caer en la obsesión desestabilizadora, ante los problemas graves y peligrosos.
+ La idea de que es más fácil eludir que enfrentar las dificultades de la vida y las responsabilidades personales
+ La idea de que no somos capaces de afrontar solos los problemas, perdiendo autonomía personal.
+ La idea de que debemos ser perfectos en todos los aspectos, y no aceptarnos como criaturas bastante imperfectas, que tienen limitaciones y falibilidades humanas.
+ La idea de que no podemos aprender de nuestras experiencias pasadas, y que seguiremos siendo incapaces de resolver los mismos problemas en el futuro.
+ La idea de que debemos tener un control preciso y perfecto sobre las cosas; en vez de la idea de que el mundo está lleno de probabilidades y cambios.
+ La idea de que la felicidad humana puede lograrse a través de la inercia y la inactividad creativa, y el aislamiento social.
+ La idea de que no tendremos nunca control sobre nuestras emociones y que no podremos evitar sentirnos alterados con respecto a las cosas de la vida, aunque trabajemos para ello.
12.–
La paulatina eliminación de esas ideas irracionales, durante el proceso de maduración, genera en el individuo una especie de curación de una intoxicación vírica, que nos mantenía “febriles” y apagados, lo que dará vía libre al desarrollo de su auténtica naturaleza humana latente y preprogramada. Eso dará lugar paulatinamente a cambios personales, del tipo “conversión” en un humano más completo, lúcido y creativo.
Y eso le convierte en generador de nuevas conductas, basadas en nuevas ideas más adecuadas sobre la realidad, que debería intentar extender en la cultura y cosmovisión de nuestra sociedad.
13.–
Los procesos de cambio personal en marcha, de una cantidad significativa de humanos, desembocarán a medio y largo plazo, por ósmosis, o efecto “levadura”, en cambios sociales estructurales, basados en las virtudes naturales de la naturaleza humana auténtica, sin los frenos y cortapisas de ideas irracionales.
Porque todo cambio que vaya en contra de la naturaleza humana auténtica, no acabará prosperando, ya sea por mal análisis inicial, o por mala ejecución.
Se argüirá que cada uno tiene una idea personal de las características y fun-cionamiento de la naturaleza. Pero para hacer-nos una idea adecuada, hay que atender a la ciencia antropológicay psicológica, con sus experimentos, sus leyes del comportamiento humano, y sus estudios del tema.
14.-
La maduración humana no es ningún proceso simple y lineal de eliminación de problemas personales. Lo primero es que ella es casi imposible realizarlo plenamente.
Lo segundo es que maduraremos bastante en un aspecto de nuestra vida, (familiar, trabajo, vida social, vida política, etc.), y menos en otro.
Lo tercero, es que la maduración paulatina, irá facilitándonos mucho la “negociación” de ciertos problemas, pero se seguirán presentando nuevos problemas que necesitarán una perspectiva mejor. Por ello es una labor perenne. Es un trabajo de Sísifo.
15.
El proceso de maduración personal no es excluyente, con cierto nivel de activismo político y social, en pos de un mundo mejor.
Solo que lo normal es que se vislumbre en muchos miembros poco maduros del activismo actual, (por juventud, por heridas emocionales, o en general por poca madurez), muchos y graves errores de estrategia, como mucha agresividad y beligerancia, rigidez mental y sectarismo, obsolescencia en los planteamientos antropológicos en que se basa, superficialidad del análisis, que aunque bienintencionada, no contempla las raíces profundas de los problemas, obsesión psicológica emocional por el tema hasta el cuasi desequilibrio emocional, obsesión que además dificulta cualquier autocrítica y pensamiento crítico que pueda sonar como discrepante, etc. (Hay mucho ruido).
Todas esas discrepancias, lógicamente supondrán un freno de la persona en vía de maduración hacia ese activismo político “tradicional”, pues justo esas actitudes son las que él querrá alejar de su per-sona.
Ya decían Maslow, y otros, que el humano autorrealizado, es por naturaleza, solitario y poco gregario. Su autonomía de pensamiento y su menor dependencia de la necesidad de aprobación de los demás, le harán ser una nota discordante del coro general, tan gratos a iglesias y partidos políticos.
Por otra parte, la idea obsesiva de que hemos venido a este mundo con el objetivo de salvar a la humanidad, no deja de ser, un delirio megalomaníaco narcisista, disfrazado de servicialidad abnegada, y disposición al autosacrificio personal, que a todos nos ataca en algún momento de nuestra vida. (La mente y la necesidad perentoria de autoestima, nos causa a todos muy malas pasadas).
Nuestro objetivo primordial es ser lo más felices posible. Lo que pasa es que somos animales sociales, gregarios, e inevitablemente el desorden y la mala organización social, nos repercuten negativamente en esa felicidad o serenidad tan deseadas instintivamente.
La moral humana político-religiosa de los tiempos actuales, parte de una concepción de la naturaleza humana, arbitraria, (sin datos que lo avalen) y sensiblera. Las virtudes humanas, como todo, son degenerables: La fe degenera en credulonería irracional, la esperanza, en autoengaño iluso, y la caridad en sentimentalidad bienintencionada.
Y el resultado es visible a quien quiera verlo. Los problemas no se resuelven, incluidos los más perentorios como la destrucción del planeta.
Una sociedad compuesta de hombres neurotizados, y sin sanear psicológicamente, aunque tengan muy buena voluntad y muy buenos deseos, generará inevitablemente una sociedad neurótica, que será incapaz ni siquiera de plantear correctamente los problemas de la misma, y menos aún de resolverlos.
Se dirá que ese fracaso evidente, es debido a que los humanos no cumplen las normas morales que se prescriben. Pero deberíamos preguntarnos, si no se cumplen, porque son normas de máximos, solo al alcance de unos héroes y/o santos.
Cuando a una persona con un grado de maduración limitado, se propone actitudes heroicas, inevitablemente cae en una serie de desequilibrios psicológicos enfermizos, similares a los esguinces y roturas musculares, de los atletas que intentan retos que sobrepasan su capacidad o entrenamiento.
Y el grueso de humanos neurotizados por una sociedad neurótica, huyen de los retos morales heroicos, por considerarlos autodestructivos y desequilibradores. Los ven como un delirio febril y cuasi patológico, que añade más neurosis aún a la que ya sufren. Su instinto de conservación les impulsa al rechazo de planteamientos maximalistas que no se sabe muy bien a donde conducen en la práctica.
Es el dilema moral clásico que producen sermones del tipo del de la montaña, y sus bienaventuranzas, que solo es aceptable en clave “mitin político”, en clave poética, o en un contexto escatológico ante lacon presencia de poderes divinos. Pero que en tiempos más modernos y laicos, han perdido su naturaleza original.
De todas las maneras, el humano en vías de maduración debería colaborar decididamente con el activismo actual, si este activismo tuviera verdaderos éxitos. Pero ese no es el caso. El neoliberalismo se expande más y más, no por conspiraciones judeo-masónicas, sino porque responde al estado de evolución mental de la inmensa mayoría de la sociedad.
Solo una paulatina ampliación de la conciencia de una serie significativa de individuos que logren llevar adelante su proceso de maduración personal, irá revertiendo la estructura de la sociedad, divulgando análisis más lúcidos sobre la realidad humana, y lanzando propuestas de alternativas que convenzan a una mayoría de su idoneidad para resolver los problemas que asolan a la humanidad.
Lo que sucede que muchos bienintencionados activistas, frustrados por el evidente fracaso de sus estrategias y análisis, en medio de un clima beligerante contra los contrarios políticos, y ante la rigidez de las ideologías organizadas, (religiosas y políticas), que les impide un verdadero análisis crítico permanente de la realidad, que facilite diagnósticos alternativos mejores, se encastillan en el mantenella y no enmendalla, y hacen de la insistencia y la contumacia acrítica, una virtud, (la fidelidad a las ideas), cuando en verdad es vez de un mantenerse en el error, lo que genera mucha frustración en muchas personas que se ilusionan en el proyecto.
El activismo político social al uso, muchas veces en la realidad, se transforma en una lucha de egos, transmutando unos objetivos inicialmente bienintencionados, en un mero pretexto para batallas personales, de reafirmación de la autoestima personal, en el que casi lo de menos es el objetivo a conseguir, sino el hecho de ganar una guerra del “bien” contra el “mal”, en donde nosotros naturalmente somos el bien.
Y para ello se considera normal la demonización sectaria del que no concuerda con nuestras ideas y creencias, en un descarado juicio de intenciones, en el que se achaca siempre de mala fe y egoísmo vicioso, a la simple discrepancia de ideas, análisis y métodos.
El mejor activismo de un humano en vías de maduración, es además de facilitar la convivencia con su núcleo relacional, huir de esas batallitas donde aflora lo peor del ser humano, (y bajo el amparo de ideas bellísimas, como la solidaridad y la justicia), y colaborar en difundir en la sociedad, unos nuevos análisis de la realidad, con sus nuevas perspectivas de interpretación de la misma, que en general no se hacen.
Y de hecho en Atrio, es evidente, que por parte de articulistas y comentaristas, existe un conservadurismo de análisis e ideas, y se repiten una y otra vez los mismos planteamientos de hace cincuenta o sesenta años. Y los planteamientos novedosos, más o menos acertados, son ignorados casi sistemáticamente, como sospechosos y “peligrosos” ideológicamente.
Muchos creen haberse liberado de la Iglesia Católica, pero siguen presa de su reduccionismo y exclusividad capillista de sacristía. Todo se reduce y gira en torno de lo católico eclesial, y lo que es peor se ignora sistemáticamente al resto utilizando el mismo método de ninguneo de la “competencia”, porque es peligroso para el rebaño.
Cuando se comprueba la enorme cantidad de planteamientos teóricos que se han producido en estos últimos sesenta años, tanto en psicología, como en espiritualidades nuevas y movimientos alternativos, y como se ignora casi todo de ellos, se nota que mucha gente se ha quedado enganchada a los años setenta y ya no ha pasado de ahí. Casi todo lo nuevo se etiqueta como “Nueva Era”, y se ignora la riqueza de muchos de esos análisis.
La Teología de la Liberación de los años setenta, ha tenido un efecto secundario negativo, en que ha eliminado la curiosidad por otros planteamientos espirituales, incluso compatibles con el cristianismo.
Son ignorados gente como Aurobindo, Osho, Alan Wats, Tony de Mello, Ramana Maharsi, Teilhard, y hasta el gran maestro espiritual cristiano Thomas Merton, un prodigio de penetración psicológica.
Y no hablemos el ninguneo de la nueva psicología humanista, de todos los grandes psicólogos americanos que han abierto una nueva espiritualidad laica, desde Jung a Wilber, pasando por Maslow, Rogers y tantos. No es un problema de culturilla, es un problema de encontrar nuevos métodos “ascéticos” de ser mejores humanos, quizás más prácticos y útiles que los de la ascesis eclesial clásica que inevitablemente está permeada y contaminada con planteamientos obsoletos sobre la mente humana.
16.-
El final es como el principio. En este mundo tan complejo y confuso, con tantos condicionantes de los que desconocemos muchos de ellos, con una mente imperfecta y aún sin acabar de desarrollarse, etc. solo cabe agarrarse como náufragos a la guía de la ciencia.
La concepción antropológica subyacente en las ideologías imperantes, es obsoleta y precientífica, con escaso fundamento en la realidad.
Amigos José Ignacio y M.Luisa: Estamos todos de acuerdo, pero quizás la forma de expresarnos nos dificulta darnos cuenta.
Dice el lama Ajan Munindo, (que no tengo ni idea de quién es o era): “El sendero de la sabiduría nos invita a dejar ir todas las ideas y a tener fe en la tranquila aptitud de la comprensión. Las ideas van y vienen: unas son elevadas y alentadoras; otras son mediocres y banales; y también las hay totalmente deprimentes. Si somos hábiles aprendemos de cada una de ellas”. (Unas las adoptaremos y otras las rechazaremos).
Para mí la frase clave es eso de “tener fe en la tranquila aptitud de la comprensión”, que no es otra cosa que una confianza ciega, (con riesgo de equivocarnos), de que si conocemos todo suficientemente bien, y estamos razonablemente limpios de corazón, (traumas, sesgos, heridas emocionales, filias y fobias…), o sea si hemos alcanzado un cierto nivel de maduración personal, uno será consciente y comprenderá sus responsabilidades personales con los demás y actuará en consecuencia, en la medida de sus posibilidades.
Está claro que si no alcanzamos un suficiente grado de madurez, no sucederá lo dicho anteriormente.
Pero no es que haya dos métodos alternativos de cambio social: con personas que buscan su maduración y con personas que van directos al tajo y no lo buscan.
El proceso de maduración es universal, todos lo iniciamos porque lo tenemos programado instintivamente, como la salida de los dientes, o el crecimiento físico, o de la barba, etc. Por lo tanto todo el mundo está madurando, más o menos, bien o mal, poco o mucho.
Lo que yo digo, hablando de este proceso de crecimiento de la conciencia personal, es que si tienes mucho interés en salvar vidas en el agua, y que la gente no se ahogue, merece la pena, que “gastes” un tiempo de tu vida, en aprender bien a nadar y en tener una cierta buena forma física.
Eso no quiere decir, que hasta que no sea campeón del mundo de natación, no puedas actuar de socorrista en una piscina.
Nosotros no venimos con la obligación moral de salvar el mundo nosotros solos. “Solo” de hacer lo que podamos dentro de lo poco que podemos. A veces nos puede el delirio mesiánico, y de eso ya se encarga Jesucristo.
En el camino de la maduración, hay muchas trampas de elefante, con las que todos nos engañamos.
Hay dos tipos de trampa: La primera el peligro del solipsismo egoísta, en el que tú muy bien insistes: convertir el proceso de maduración en una gimnasia espiritual, en una especie de “vigorexia espiritual o psicológica”.
Pero hay otra trampa, que también es muy corriente entre el “activismo político-social” al uso. Y es servir unas excelentes ideas-valores, (solidaridad, justicia y amor universal), con otras ideas, como las que Ellis llama “irracionales”, y/o con ideas erróneas sobre la naturaleza humana, o más directamente con trastornos de la personalidad, dando lugar a una contaminación fatal de unas ideas excelentes.
En el foro político al uso, sucede como cuando conducimos en coche, (que creemos que nos da patente de corso para todo), y personas de indudable madurez y bonhomía personal, insultan, descalifican, odian, denigran a personas solo porque piensan de distinta forma que ellos.
El sectarismo se considera como muestra de firmeza ideológica y fidelidad a las ideas del grupo, y en los partidos prosperan los más agresivos y “contundentes”. El juicio de (malas)intenciones es lo corriente, y la descalificación moral es lo normal.
Y esto no es por casualidad. El mismo lama anterior escribe:
«La idea de poder alcanzar el fin más elevado de la naturaleza humana, puede ser de inspiración en el camino espiritual. Sin embargo, no muchos caminantes de esta vía alcanzan un cierto nivel de grandeza sin caer, en algún momento en la desesperación.
Lo esencial no es la sensación constante de acercarse cada vez más a la transformación interior, sino la disponibilidad de aprender de todos los aspectos de la vida, mientras la vivimos.
Si nos enganchamos a ideas elevadas, nos programamos a nosotros mismos para apegarnos a unas ideas, y en ese sentido a extraviarnos apegándonos también a ideas no tan elevadas”, (y luego pasa lo que pasa).
Porque el humano maduro, sabe que “El sendero de la sabiduría nos invita a dejar ir todas las ideas y a tener fe en la tranquila aptitud de la comprensión. Las ideas van y vienen: unas son elevadas y alentadoras; otras son mediocres y banales; y también las hay totalmente deprimentes. Si somos hábiles aprendemos de cada una de ellas”.
Acabo con otra cita de Thomas Merton, de sus Diarios, (1960-1968)
“Una cosa está perfectamente clara: no todo lo que hacemos por modernizarnos es necesariamente bueno y saludable. Hemos de seguir siendo muy críticos e independientes frente a todas las ideas, y sacar nuestras propias conclusiones, partiendo de la experiencia personal directa y sincera.
En mi opinión, tanto los conservadores como los progresistas abundan en el mismo tipo de intolerancia, arrogancia y actitud superficial, y unos y otros están dominados por diferentes tipos de conformismo: y en ambos casos, por el pavor de sentirse excluidos del propio grupo de referencia.
Personalmente, tengo que recorrer mi propio camino en términos de necesidades que para mí son fundamentales: necesidad de vivir una vida de oración, necesidad de autoliberarme de mis propios «cuidados», y necesidad «única» de una auténtica soledad (y no solamente privacidad) monástica”.
Y acababa: “Y necesidad también de alcanzar una comprensión real y utilizar algunas de las intuiciones asiáticas en materia religiosa”.
Muchas gracias, Isidoro, por tanta dedicación que nos compartes. Entiendo bien lo nos apuntas y señalas con tantas imágenes y comparaciones, ya sean propias y/o ajenas.
“Lo esencial no es la sensación constante de acercarse cada vez más a la transformación interior, sino la disponibilidad de aprender de todos los aspectos de la vida, mientras la vivimos”.
He copiado esto, porque me lleva a considerar que no somos tanto las ideas y creencias como los distintos colores que somos capaces de ver a través de la luz, que engloba la vida.
Y sí, mientras haya miseria y necesidad, dada tanta injusticia humana, aun dando gracias, sonriendo y bendiciendo, la impotencia no lo debe justificar pasando página. La inmadurez se contagia también, viendo solo lo que quiere ver.
Querido Isidoro, te felicito por haber suscitado tantas y tan buenas reflexiones con tu post. Qué bien te explicas, chico. Gracias a ti y a tod@s l@s que habéis participado en este debate.
Pero María Luisa (e Isidoro), amiga, si es que me cuestionas exactamente en lo que propongo y coincido contigo, y me ignoras en lo que os pregunto. Digo, ya tenemos una antropología “rica y razonablemente probada”, se lo reconozco a Isidoro (ves que evito la facilidad con que vosotros decís “científica” y que le pongo comillas; “científica” a la medida de las ciencias humanas, pero no la evito, la acojo, la asumo ¡cómo no!), y digo, bien es “rica y razonablemente probada” y digo, “hablemos de ella para perfeccionarla”, para someterla a la prueba del algodón que tú dices. Y dices, “la prueba de la madurez… que somos incapaces de hacer infeliz a nadie”. pero ¡si es lo que he dicho! Qué es de las víctimas, es igual.
Pero, doy otro paso, y me pregunto si “de hecho“, esa antropología nueva, “rica y razonablemente probada (la que sea y acojo), se muestra y prueba que en su concepto EFECTIVO de felicidad se implica a fondo con los otros más débiles e injustamente tratados; es decir, si se pregunta si son víctimas porque ellos son perezosos y neuróticos, o porque yo soy egoísta y neurotizado, o también porque las estructuras sociales de vida en común, al lado de esa antropología, son malas y solidifican la dependencia entre personas y pueblos.
Una y otra vez veo que deriváis hacia la cuestión de atrevernos con otras antropologías ¡cosa que no cuestiono!, y calláis sobre lo que SOCIALMENTE-POLÍTICAMENTE dan de sí esa(s) antropología(s) “científica(s)”: si cada una ellas consiente o calla al entender la madurez personal desconectada de estructuras sociales (leyes, mercados, estados, propiedad, universidades, medios, religiones, capitales, tecnologías…). Esa es la única cautela de la que hablo y no de resistencias ante antropologías “científicas”. A no ser que querías decir que “la antropología científica” es una y ha probado que lo social-estructural es externo y simple consecuencia de la madurez humana personal lograda”. Y esto sí que no comparto como conclusión “científica”; al contrario, es un exceso de una antropología científica poco interdisciplinar en cuanto a la estructura social de la vida PERSONAL.
¡Ojalá que me haya explicado mejor!
¡Hola, José Ignacio! Me alegro sinceramente de que coincidamos, ya ves sin nombrarte para evitarte tuvieras que entrar en diálogo conmigo pues esa ha sido mi impresión otras veces, esta vez solo me atreví de forma anónima a analizar tu comentario por interesante.
Es un asunto muy difícil de explanar con claridad y de una sola vez pero si hemos logrado acuerdos puntuales es para alegrarnos.
Un saludo y ¡Feliz Ano Nuevo!
Hola!
En torno al “madurar en pos de ser FELICES y LIBRES”
(asunto acá ventilado):
les comparto un “alto en el camino”, que Autor conocido en ATRIO,
hace en una “Conversación” que estoy destilando en “Narración”.
……………………………….
1- El Autor de esta narración se pregunta cómo llegó a saber lo de Jesús.
– Todo eso que ha venido explicando. ¿Quién se lo había enseñado? Y haciendo una pausa, apoyó la barbilla sobre las palmas de sus manos y, con serena consideración, se explicó:
2- El Galileo, Jesús, entró en mi vida gracias a mis padres.
– Tuve la gran dicha de tener unos padres buenísimos. Ellos sabían muchas cosas de Jesús. Y su mensaje les llegó al corazón. Entonces no tenían tantos medios como ahora para conocer a fondo a ese hombre inigualable. No tenían acceso a tantos escritos como hay ahora. Pero ellos buscaron otra vía para aprender.
– Mis padres se llamaban, él Luis, ella, Guadalupe. Me acuerdo mucho de ellos. Eran geniales. Nobles y bondadosos. Dieron con la clave de la vida. Comprendieron que la mejor manera de conocer a aquel hombre de Galilea era vivir de acuerdo a la propuesta que él hacía para lograr ser felices. Y para mis padres, el faro de sus vidas fue la ayuda y el servicio a los demás: a sus hijos, a sus amigos y a todo el mundo con quien se topaban. Ellos no quisieron conquistar ningún poder ni alcanzar una gran fortuna. Tenían la compasión como bandera y el ánimo siempre dispuesto a dar.
– La casa donde nací tenía un sabor especial. Recuerdo que era una casa de puertas abiertas. Mis padres tenían un pequeño negocio que nos daba la oportunidad de conocer a muchas personas. Todos eran tratados con el máximo agrado, sin importarles la clase social a la que pertenecían. Pero a la gente sencilla la querían y atendían de modo especial. Ese comportamiento de mis padres, su manera de tratar a las personas despertó en mí una inclinación irresistible, la de ponerme de parte de la gente que sufría, de las personas más necesitadas. Guiado por mi mamá, descubrí que actuando así, al servicio del más débil, entendía lo que hizo Jesús el Galileo. Me lo enseñaron desde pequeño.
– Mi madre me fue enseñando lo que ella sabía de Jesús. Eran cosas sencillas. Eso suscitó mi interés por conocer más. Y tuve suerte. Conocí a personas que sabían mucho de él. Y les preguntaba. Y esas personas me fueron enseñando más cosas. Y cuanto más me explicaban, más preguntas les hacía. Y cada vez me interesaba por saberlo todo.
3- Luego, ya siendo mayor,
– asistí a encuentros con algunas otras personas interesadas en conocer el mensaje de Jesús. Allí iba entendiendo nuevos detalles. Una de las personas de las que guardo un gran recuerdo fue un hombre joven. Era un ilusionado con el proyecto de Jesús. Su entusiasmo era tan grande que me contagió. Le pregunté cómo podía conocer mejor a ese hombre tan especial y me regaló un ejemplar de los evangelios. Me dijo que leyera despacio y escuchara lo que allí se decía. Que guardara en el recuerdo sus palabras y pensara que él, el Galileo, las había dicho para mí. Y así lo he ido haciendo.
– De ese modo fui construyendo mi vida,
– intentando seguir esa forma de ser y de hacer las cosas. Nunca dejé de leer sobre él todo lo que caía en mis manos. Me encontré con profesores que supieron darme detalles definitivos para entender su propuesta de una nueva sociedad. Y todo eso aprendido lo voy desgranando ahora para otros lo mejor que sé. Y estoy seguro de que les servirá. Quiero dejárselos como mi regalo más preciado. Ellos podrán, si lo guardan en su recuerdo, transmitirlo a otros si le preguntan por él. A sus hijos o a amigos y personas que estén interesadas en conocerle.
4- Comprendo que las cosas no son cómo él decía. Claro que no.
– La gente vive engañada. Los que tienen el dinero ya hacen lo suyo por mantener a la gente en las sombras de la ignorancia. Les apagan la luz. Es la manera de tenerlas bajo su poder. Porque los poseedores de la tierra reconocen que quien sabe algo quiere saber más y luego más. Y eso es un peligro para quienes mandan.
– Primero, entonces, hay que saber. Buscar aprender. Preguntar es básico, es lo más inteligente. Hay que preguntar sin conformarse con cualquier respuesta. Preguntar una y otra vez es el comienzo para ir adentrándose en la verdad. Pero no basta saber. Hay que hacer. Hay que hacer que mejoren las condiciones de quienes lo pasan peor. Y hay que ir haciendo la nueva sociedad que proponía Jesús.
5- Creo que pude ir viendo esa nueva sociedad.
– Una conocida mía también se sintió atraída por el Proyecto de Jesús el Galileo. Y al terminar su carrera de Derecho y hacerse abogada partió hacia la Amazonía de Ecuador, en América, enviada a una misión para defender los Derechos Humanos. Estuvo casi diecinueve años recorriendo diferentes países. En las cartas que me escribía me contaba las cosas que hacía ella y otras personas que habían ido allí a ayudar. Ella me hablaba de otra manera de vivir. Me emocionó tanto, que un día me puse el sombrero en la cabeza y me fui con ella.
– Allí me encontré con un grupo de personas que vivían de modo parecido a la nueva sociedad que planteaba Jesús y cómo entendía él la vida. Aquellas personas se querían. Lo que allí brillaba no era el dinero, sino la ayuda mutua, el cariño, la acogida. Se querían de verdad y compartían lo poco que tenían, que parecía multiplicarse.
– ¡Ah! Por eso ella tiene hoy la casa llena de recuerdos. Cada persona que ha venido de ese lugar ha dejado una muestra de su afecto por la ayuda que se prestó.
6- El Autor de esta narración recordó la canción de una película
– que, a veces, tarareaba para dormirse. Se quitó las zapatillas, se acurrucó en el asiento y entornó los ojos.
– Imaginó un río entre palmeras cargadas de dátiles y al Bautista rodeado de un gran gentío. Estaban todos muy quietos, en actitud avergonzada. Cabizbajos. Faltos de alegría. Se figuró también a Jesús el Galileo caminando. Saludaba al pasar a quienes encontraba por el camino o por los pueblos que atravesaba. Sonreía. A veces se paraba a hablar con unos y con otros. Un grupo de amigos le seguía. Algunos, entre ellos la Magdalena, llena de vitalidad, a su vera; otros más atrás conversando entre ellos; algunas personas se les agregaban por donde iban pasando. Los más inquietos. A lo lejos se divisaba una ciudad envuelta en una tenue neblina. Pero parecía que a medida que avanzaban la ciudad se iba distanciando. Parecía querer irse. A cada paso se hacía más difícil avanzar. Y la ciudad se desvanecía al compás del anochecer. Y se alejaba más y más hasta perderse de vista…
A decir verdad ayer basé mi reflexión en una rápida y sesgada lectura de los últimos comentarios pues me preguntaba por qué, necesariamente, la suplencia de otra antropología tiene que provocar tanta desconfianza?
Pienso y así lo expresé porque se interpreta erróneamente desde sus primeros planteamientos. Pero si ahora me detengo más en la lectura de los comentarios-cosa que ayer no hice- leo en uno de ellos:
Perfecto hablemos de ella ( de esa antropología sustitutiva, se debe referir). Muy bien, ya tenemos una propuesta rica y razonablemente probada.
¿Me pregunto, si solo con hablar de ella tenemos ya experiencia de su riqueza y prueba de su racionabilidad? Es evidente que esto no se ha dado pues estaríamos en la misma situación que del moblaje del cual venimos, y por tanto sin experiencia no puede haber maduración y si el fin es la felicidad menos todavía porque la felicidad no se resuelve teóricamente sino experiencialmente.
Entonces, en este sentido, para mí, lo que sigue es completamente absurdo: si maduramos en pos de ser felices y libres, ¿qué me dices cuando mi felicidad está reñida con hacerme cargo de la desgracia de otros y esta desgracia la provoca en gran medida mi modo de vida feliz?
De ahí que en mi primer comentario mostrara mi extrañeza de que frente a una antropología calificada de científica se comenzara partiendo de la felicidad. No es que la antropología estructuralista no sea científica que lo es y además rigurosamente, como ya señalé pero si hemos de poner delante de todo, es decir, establecer el punto de partida en la felicidad ésta no puede ser resultado de una teorización sin más porque estaríamos, como digo, en la misma situación del moblaje mental del que venimos. En las teorías puede caber de todo en cambio en la experiencia no.
La razón de la felicidad nos la da la experiencia de su realidad por eso su logro es la propia madurez y la prueba del algodón, si se me permite, de nuestra madurez es aquella condición, repito, en la que nos deja según la cual somos ya incapaces de hacer infeliz a nadie.
Me extiendo un poco en mi reflexión anterior como pretensión de más claridad en lo ya expresado. Entiéndase bien, no maduramos para ser felices sino, a la inversa, la maduración es una consecuencia de la felicidad, lo cual es lo mismo que reconocer que estamos capacitados ya para lograrla. No es que hayamos de ser capaces, dicho desde fuera, como así ha sido tradicionalmente, es decir, tener que serlo a modo deontológico: tienes que ser capaz de esto y de aquello, por ejemplo. No, esto no, porque de capaces ya lo somos constitutiva y estructuralmente. De ahí la antropología estructuralista la que da experiencia y la da precisamente por la misma superación de niveles que la ordena y por la irreversibilidad de los mismos, es decir, por su irreductible vuelta atrás.
No sé si me hago entender.
Otro ejemplo que extraigo de los textos ya comentados.
Si tu felicidad es verdadera, no solo subjetiva, no cabe entonces plantearse la pregunta:
¿Qué me dices cuando mi felicidad está reñida con hacerme cargo de la desgracia de otros y esta desgracia la provoca en gran medida mi modo de vida feliz?
Porque esta pregunta solo cobraría sentido si la hacemos, como digo, desde una perspectiva de la felicidad que solo nos sirviera como objeto de satisfacción para el propio vivir, pero es que entonces además de darnos igual la infelicidad y desgracia de los otros, ignoraríamos también nosotros realmente en qué consiste eso de la felicidad, habríamos construido una idealización de ella y por tanto nos habríamos negado ilusoriamente a saborearla que ahí sí es donde se encuentra su verdadero quid.
Recuerdo que no son más que reflexiones, mi intención no es debatir.
Aunque solo sea por la satisfacción de ver a dónde me lleva el hecho de reflexionar sobre esto que leo de una antropología “científica” me detendré en la cuestión pero ya digo se trata de una mera reflexión en voz alta sin que por supuesto haya de esperar respuesta alguna.
Me pregunto por qué adjetivar de científica a la antropología si luego se parte de la felicidad como elemento primero buscado por el hombre? (antropológicamente hablando, hombre)
Días atrás me referí ciertamente a la necesidad de una nueva antropología pero obedecía a la ya existente antropología actual llamada estructuralista que arraiga de la propia estructura humana. Claro que aquí interviene la ciencia pero no esa ciencia cientificista del positivismo radical.
Toda estructura está dotada de un orden interno, por esto el otro día en mi intervención apunté que si maduramos es porque estamos previamente capacitados. Y ahí es donde, pienso, hay que situar la felicidad que perseguimos. Yendo hacia ella es cuando maduramos y cuando logramos ya ser seres maduros es cuando estamos en condición de ser incapaces de hacer infeliz a nadie…podría alargar mi reflexión pero lo voy a dejar ahí.
¡Feliz Noche de Reyes a to@s!
Ah! ahora mismo se me ha ocurrido un ejemplo que de alguna manera bien pudiera ilustrar mi comentario anterior, algo que ayer se pudo comprobar en el Congreso de los Diputados y es que en la prisión de Lladoners se alberga mucha madurez.
Totalmente de acuerdo, M. Luisa. Solo apuntar, como ya hice comentando a José Ignacio, que las ciencias humanas, por su propia naturaleza, no creo que caigan en el cientificismo positivista, mas propio de temas mas materialistas y “físicos”.
Lo de llamarlo antropología científica, lo es en contraposición, de la antropología con fundamentos religiosos, o simplemente filosófico, que muy bien apuntabas tú, de épocas cuando los filósofos, tenían una cosmovisión muy antigua y primitiva. Aunque la psicología y todas las ciencias humanas, no proporciona seguridades absolutas, (como nos gustaría), son mas de fiar que lo antiguo.
Sí, Isidoro, te entiendo y gracias también por tu reconocimiento sincero, pero déjame que haga alguna consideración porque pienso que lo que hay que contraponer no es tanto la contraposición entre una antropología científica y otra heredada de fundamentación religiosa, sino que lo que se precisa contraponer, pienso, son las expresiones conceptuales de “alma y psique”.
En la estructura humana no hay una sustancia llamada alma sino un nivel de ella (de la estructura) llamado psique. De ahí es cuando si se coge la perspectiva desde la ciencia positivista radical(cientificismo) algunos autores todavía echan mano del alma como sustancia. En cambio desde una perspectiva no cientificista sino puramente científica, la psique es un momento físico de nuestra estructura mental.
Estoy de acuerdo en lo dicho, “cuando logramos ya ser seres maduros es cuando estamos en condición de ser incapaces de hacer infeliz a nadie”. De acuerdo, insisto en que esa madurez, ¡siempre en proceso, no somos dioses!, se da en unas condiciones estructurales que nos condicionan cuando creemos ser incapaces de hacer infeliz a nadie, y, sin embargo, estar en una posición social o nacional de poder que hace pagar un precio muy duro a otros (dominio político, neocolonialismo cultural, dependencia internacional, mercados soberanos, contaminaciones transfronterizas, turismo invasivo, etc). Un antropología de la madurez personal “despolitizada” fácilmente logra sujetos humanos con falsa conciencia social de “inocencia”. Esto defiendo como sumando del tema.
Has puesto el dedo en la llaga, José Ignacio, y creo que es muy importante seguir el rebufo.
Mi camino personal, como el de todos vosotros, de una forma instintiva, (sin decisión personal mía previa, sino impulsado por mis programas naturales internos de maduración, -otros pueden personalizarlo en Dios), ha sido el encontrar una guía, una luz de cómo debería ser.
En ese sentido todo camino de maduración no es más que un camino a ser “morales”, a saber cómo ser, ser humano. (“El ciego no busca el camino, el ciego lo que busca es la luz”).
Episódicamente, fui cristiano militante, y seguí mal que tal, la ética cristiana. Pero hubo algo dentro de mí, que no me convencía, y abandoné ese camino, y me quedé huérfano de guía.
Probé con la moral laica ideológica del momento, el progresismo al uso, pero tras bastantes años también malviviéndola, comprobé que era una mala copia de la moral cristiana, con prácticamente la misma filosofía cristiana, solo que cambiando de clero: del clero de la Iglesia, al clero de los partidos políticos.
Y al final, solo me quedó darme cuenta que somos huérfanos, estamos solos y debemos encontrar el camino, solos, y que en esa orfandad, sólo podemos apoyarnos en los avances en los conocimientos que todos nosotros, los huérfanos, descubramos, sobre todas las cosas: “Conócete a ti mismo, al mundo y a los dioses”.
Pero claro, ponerse en manos de la Ciencia, es ponerse en manos de lo desconocido, y puede ser muy “peligroso”. La Ciencia, lo que nos dice es que lo que debe hacer cada ser vivo, es seguir su propia naturaleza, ni más, ni menos.
Pero como muy bien apunta José Ignacio, ¿y si lo que nos descubre la Ciencia, es que nuestra naturaleza, nos conduce a comportamientos, que chocan contra nuestro ideal de comportamiento?.
No hay más que echar una mirada a nuestro pasado, (y al mundo entero), para ver que todos hemos hecho cosas de las que no estamos orgullosos, y estamos avergonzados. Y no solo en el pasado, en el presente, nos pasa algo igual. Los antecedentes no son para ser muy optimista.
¿Fiarse o no fiarse de lo que nos dice la Ciencia?, ¿Y si no nos gusta?. Realmente si hubiera una grave contradicción entre el convencimiento de lo que Ciencia dice que es nuestra naturaleza y nuestro ideal ético, eso supondría un conflicto existencial, casi digno de “suicidio” humano.
Conflicto existencial paralelo al eterno de la Teodicea cristiana: ¿Cómo Dios puede consentir el mal en el mundo?.
Ya había nuevas espiritualidades y teologías, que apuntaban directa o indirectamente por otro camino distinto a los dos anteriores. Y grandes precursores, como Aurobindo, (del que yo solo he leído referencias), Tony de Mello, jesuita, muy influido por Osho, (el de los cien Rolls Royces), que atisbó muy bien la psicología humana real, o Thomas Merton, más místico, y también con gran penetración psicológica.
(Y muchos más, alternativos, y cito algunos de los que conozco yo un poco, seguro que habrá miles semiignorados, pues fuera de la Iglesia y las Universidades americanas, hace mucho frío).
Pero afortunadamente llega la nueva antropología científica, (las psicologías humanistas y de la evolución de la conciencia humana), y nos habla del proceso de maduración del ser humano, de que estamos en un camino que dura toda la vida, y de que la naturaleza humana, cuando está perfectamente desplegada, y se ejecuta con una mente depurada de errores y suficientemente equilibrada, tiende naturalmente al bien.
Que somos buenos de naturaleza, y que nuestros fallos y malas conductas provienen, de fallos en el proceso de desarrollo, que es difícil y además necesita tiempo, mucho tiempo. Y que llevaba razón Jesús cuando en la Cruz dijo: “¡Discúlpalos, Padre, porque no saben por qué lo hace!”
Y entonces pensamos: ¡Eureka, lo he encontrado! ¡Esto es lo que llevaba buscando toda la vida!
Y uno se vuelve eufórico: me acabo de convertir al materialismo científico, (que no está tan reñido con el teísmo, pues “Dios”, independientemente de que exista o no como “persona”, bien pudiera en nuestra mente, ser una personalización de lo que sea, incognoscible, que formó el Universo).
Si nuestra naturaleza es la que es, no lo es por casualidad, sino porque como todo componente del Universo ha surgido, durante el proceso de evolución del Universo, siguiendo estrictamente las leyes del mismo, que lo gobiernan todo. Por ello tampoco tiene más importancia si uno cree que el Universo, tal y cómo es, lo creó una persona, (Dios), o se creó solo, o qué pasó en realidad.
O sea que no hay que tener miedo a seguir las indicaciones de la Ciencia. Eso no impide, el que como aún estamos en el camino y nos queda mucho por saber, la Ciencia es todavía muy plural, y hay opiniones científicas para todo gusto.
Y eso también repercute en las implicaciones filosóficas de la Ciencia, que aún están muy mediatizadas por los sesgos y las cosmovisiones personales de cada filósofo.
La amenaza del “científico loco”, sigue estando ahí, y cuando digo loco, quiero decir que cada uno, (todos), aún tenemos nuestros sesgos y “mierda mental interior”, y deberemos proseguir nuestra maduración personal, para intentar minimizar esas imperfecciones, y así tener más probabilidades de acertar en nuestra conducta personal y en nuestros discernimientos.
Es que al proceso de “maduración” interior TODOS estamos llamados de una forma u otra. Esto implica una búsqueda constante pues sólo así podremos valorar diferentes experiencias o situaciones y entonces avanzar progresivamente. Entonces es en acertar y errar donde reside una parte importante de como madurar. Por eso, ni los éxitos ni los fracasos son definitivos en la vida, sino una oportunidad para mejorar.
Buscamos la verdad, lo verdadero porque es el bien que se identifica con la felicidad ya que el mal “por si mismo” no tiene ninguna razón apetecible. Todo ser racional tiende a su propia felicidad de una manera necesaria, siempre y en todas partes, y no es libre para rechazarla o renunciar a ella. Todo agente racional obra por un fin que es un “bien” para el/ella, aunque sea sólo aparente u objetivamente erróneo
Es este deseo de búsqueda interior lo que nos conduce a nuestro último fin que es el bien, para ser mejores, para superarnos. Pero como las cosas de este mundo no pueden realizarnos totalmente ya que nuestro deseo de felicidad es infinito e incesante, tenemos que pensar que nuestro último fin es trascendente. De otra manera seríamos totalmente felices es esta vida, cosa que es imposible.
Saludos cordiales. Feliz Año 2020
Santiago Hernández
“Pero afortunadamente llega la nueva antropología científica, (las psicologías humanistas y de la evolución de la conciencia humana), y nos habla del proceso de maduración del ser humano, de que estamos en un camino que dura toda la vida, y de que la naturaleza humana, cuando está perfectamente desplegada, y se ejecuta con una mente depurada de errores y suficientemente equilibrada, tiende naturalmente al bien.
Que somos buenos de naturaleza, y que nuestros fallos y malas conductas provienen, de fallos en el proceso de desarrollo, que es difícil y además necesita tiempo, mucho tiempo”
Esta frase, amigo Isidoro, revela lo que yo quisiera que una antropología científica probara, me haría definitivamente feliz; más aún, la pienso preferible a otras, más razonable, y conforme a ella me tomo la vida; pero el concepto de “ciencia” que la sustenta va muy entre comillas; tiene la pinta de un acto de fe: cuando somos plenamente maduros, somos perfectamente buenos; o sea, como en religión los “ángeles”. Es un proceso, tú lo dices, y en él vamos creciendo, o no, ¡de toda hay en cada uno y en los demás!, pero no sólo condicionados por esa madurez personal, sino por unas estructuras sociales facilitadoras o no de nuestro proceso liberador. Y ahí la ética, como condición humana para sentirnos concernidos por la madurez de los otros, y por la injusticia social que puede MALTRATARLOS más que a mí y quizá por mi silencio social culpable; y esto es la naturaleza de un sujeto MORAL, que una vez que se descubre digno, con vocación de MADUREZ, ya sabe que solo puede serlo reconociendo lo mismo a los otros (derechos humanos) y las condiciones materiales de vida digna (derechos sociales). NO es religión, no es progresismo, es lógica de un sujeto moral que reclama su dignidad y madurez como algo indisolublemente unido a la de los otros. Algo sí. Mil saludos.
Si todo va referido a nosotros, si todo es antropomórfico y centripeto, entonces llegamos al reduccionismo máximo. El retroceso de la sociedad actual es no liberarse del YO y concentrarse en el disfrute personal máximo, caiga quien caiga. No existe, pues, una apertura, que supongo es la madurez psíquica, capaz de reconocer que existe algo más allá de mi reducida y fragmentada realidad. Solo buscamos la satisfacción primaria instintiva para el placer. Pero una sociedad que “crea” una moral relativista está destinada al caos social pues se anula la máxima que “mis derechos” terminan cuando comienzan los de “mi vecino”…Y que puedo realizar toda clase de “actos” mientras mi conciencia lo apruebe, aunque “existan protestas”
Por eso los psicoanalistas coinciden en que la madurez psíquica consiste en la tolerancia y apertura hacia el mundo que nos rodea pues solo saliendo de nosotros mismos podemos adquirir el equilibrio necesario como “seres sociales” que somos y poder sobreponernos a las dificultades de la vida diaria donde nada es estable. El ańálisis nos ayuda a entender parte de nuestra realidad y nos ayudará a “cspear el temporal” de la vida diaria.
Siendo nuestra naturaleza humana congénitamente imperfecta no podemos esperar “ser perfectos”. Como dice Isidoro la cita de Jesús es para que tendamos y creamos que es posible, con Su gracia, lograr ser mejores. En lenguaje “cristiano” la perfección es un camino “para toda la vida”. Bien llevado, no nos conduce “a las neurosis” ya que el amor verdadero no es egocéntrico sino que “busca la felicidad” de quien amamos. Por eso nuestra felicidad verdafera está en buscar el bienestar de los demás y la gloria de Dios que nos hace abandonar el sendero “inmaduro” que quizás inconscientemente recorríamos.
Gracias Isidoro. Un saludo cordial. Feliz Año 2020
Santiago Hernández
Me encantan vuestras lecciones magistrales.
Creo que entiendo lo sustancial, aunque me pierdo cuando empezáis a citar autores que desconozco.
Yo llego a una conclusión personal. Hay que tener la cabeza tan bien amueblada que sea capaz de desamueblarse sin miedos y con absoluta sinceridad consigo misma. Ir madurando constantemente en base a los conocimientos y la experiencia vital. En definitiva ir amueblando la cabeza cada día aprendiendo de otras cabezas bien amuebladas e incluso de las desamuebladas.
Perdón por tantos muebles. Es que hay muchas construcciones mentales con bastantes huecos. Incluso la mía.
Gracias por las reflexiones.
No lo has podido expresar más claro. Me alegro mucho de leerte de nuevo.
Yo también disfruto leyéndote.
Isidoro, tienes la cabeza muy bien amueblada y sigues colocando muebles contínuamente.
Me ha gustado lo que has dicho, Manuel.
Me gusta tu resumen, Manuel, pero nota que una vez desamueblada nuestra cabeza de prejuicios, neurosis e ideologías superadas, la cuestión es ¿”re-amueblada” de qué?, ¿con qué la amueblamos ahora? Con una antropología “científica”, hoy, a nuestro alcance. Perfecto hablemos de ella. Muy bien, ya tenemos una propuesta rica y razonablemente probada. Y le pregunto a esa propuesta: si maduramos en pos de ser felices y libres, ¿qué me dices cuando mi felicidad está reñida con hacerme cargo de la desgracia de otros y esta desgracia la provoca en gran medida mi modo de vida feliz? ¿Qué me dices de esa relación social de dependencia entre pueblos y personas, si el afrontarla a fondo me provoca infelicidad grave? O me dices, ¿no me molestes, me perturbas en mi equilibrio espiritual largamente trabajado y del modo que corresponde a la naturaleza profunda y bien analizada del ser humano? Esto es lo que me preocupa, qué ética final -personal y social- va a sustentarse en esa antropología “científica” y a qué nivel de conformismo social puede conducirnos cuando los desafíos de justicia social que reciba la pongan ante la elección de sufrir con las víctimas o pedirles que esperen? No me cuestionan esos avances antropológicos que debo entender y acoger, sino si su cientificidad es discutible (¿en qué?) y, si su resultado humanizador como vida en común es el del egoísmo ilustrado (tanto bien común con las víctimas como para que no perturben mi felicidad y la medida antropológica la conozco yo muy bien). Lo dejo que voy a cansaros y esto es un bucle. He aprendido mucho.
Quizás, solo quizás se complican demasiado con los muebles. Ahora se lleva mucho el minimalismo, es decir, los mínimos muebles posibles. Y desde luego elegidos personalmente. A veces, solo a veces tengo la sensación de que dependen mucho de lo que dicen otros, considerados gurúes.
No se.
Ya conocen mi torpe aliño indumentario mental. Pero al menos es mío. Nadie tiene por qué citar a otros. Una vez leído todo lo que apetezca leer sobre un tema y observar tu alrededor, diría que es imprescindible sacar tus propias conclusiones. No tiene que ser un modelo ecléctico. No es eso. Es una construcción personal.
Pero bueno.
Doctores tiene la iglesia
Y la psicología
Y la sociología
Y la historia
Y la filosofía
Y la ética
Y …
Y más que saldrán…
José Ignacio!
1- Coincido con tu modo de plantear (ya te lo había dicho)
2- El MÉTODO del Conocimiento (CIENCIA)
– es un Legado insoslayable;
– es algo que nos ha pasado, y
– tiene fecha de fabricación y consumo (Siglo 17 y sig.)
– ¿quién puede asegurar que no tenga fecha de vencimiento?
– ni ella de sí misma
(conversación sobre el des-amueblamiento)
3- Otra cosa diferente es el PENSAMIENTO, que es
todo lo que se hace (sea lo que sea: magia, religión, ciencia, etc.)
para salir de la DUDA VITAL (con que nos atopamos);
no de la DUDA METÓDICA (que nos ponemos)
http://www.piensachile.com/wp-content/uploads/2020/01/Beber_vino_es_sano.mp4?_=1
Gracias José Ignacio, totalmente de acuerdo con esta llamada de atención.
Gracias.
Amigo Oscar: Sin acritud, ese discurso anticientífico, suena un poco a apriorístico y a defensa ultramontana de posiciones que se sienten amenazadas. ¡Qué conservador se está volviendo el progresismo!
La Ciencia no tiene fecha de caducidad. Lo que tendrá fecha de caducidad son las teorías actuales, pero no para que las nuevas digan lo contrario de la santiguas, sino para perfeccionarlas. Einstein no contradijo ni un ápice a Newton, lo amplió y perfeccionó.Así que ya puedes esperar sentado, a ver si dentro de 300 años se descubre que la tierra es plana de verdad.
Y respecto a la distinción entre ciencia y pensamiento, tampoco viene al caso. La importante de la Ciencia, no son los conocimientos concretos que aporta de la realidad, sino que esos nuevos conocimientos, inmersos en nuestra cosmovisión, modifican nuestra forma de ver el mundo y todo. Y eso es cuestión de la filosofía.
Feliz año nuevo, que estaréis disfrutando cálidamente por el Sur. Un saludo afectuoso.
Si tienes la paciencia de leernos, Carmen, es mucho. Además sé que lo haces. Y si reclamas ser muy personal en cómo acoger y concretar todo esto por cada uno, perfecto. Tú lo haces y apelas a una falta de sabiduría que no es tal. Y si nos recuerdas que hoy se lleva el “minimalismo en el mobiliario”, pues en un buen toque. Yo pienso que a veces todo esto parece complicado, ¡y lo es!, pero es otro mundillo al del trazo rápido y conclusión intuida. A veces una intuición es igual a una conclusión largamente elaborada, pero otras veces, no. En el mundo académico preferimos ese itinerario tan hilvanado. Cuando habláramos de la vida y la experiencia personal, somos más normales. Creo. Saludos.
Amigo José Ignacio: Comprendo perfectamente tu rechazo a estas nuevas perspectivas de las cosas. Pero lo que más me fastidia, es que estoy totalmente convencido de que las he expuesto muy mal.
Querer explicar una cosa compleja, lo más comprensiblemente posible y encima con limitación de espacio, (y con mi estilo prolijo y pesado), y encima a personas que muchos oyen por primera vez estos temas, hace que por querer explicarlo todo y bien, se explica uno muy confusamente.
Y más aún, en parte mi ilegilibilidad, proviene de mi obsesión interdisciplinar, que exige meter conceptos de ciencias diferentes para explicar cualquier cosa. Mi obsesión intelectual es relacionar todo con todo. Ahora bien sin apriorismos, ni fidelidades con nadie: todos los grandes maestros son superables, y han sido hombres de su época, incluso los más adelantados y proféticos como Teilhard o Jung.
Eso por una parte, por la otra, es muy razonable que uno, enterado bien de una hipótesis, no esté de acuerdo con ello. Eso no me duele, como lo otro.
Y la psicología o espiritualidad integral, no es un problema de elitismo, (del que ya hablé esta mañana), sino de que cuando uno ha leído más que otro de un tema, da la impresión de que nos está dando lecciones y nos irrita.
Estoy convencido de que esto te habrá pasado a ti, cuando hablaras de filosofía, teología o de otra tema con otra persona más lega, y más aun siendo sacerdote, profesor y escritor de libros de prestigio.
Vosotros más que nadie sabéis lo que es ser acusado de dar lecciones y sermones, cuando simplemente explicas y razonas lo mejor que puedes, aquello en lo que tú crees.
Comprendo que no conocieras a Gebser, que es semidesconocido, pero a mí me gustaría, que me dijeras si has leído algo de Ken Wilber. Y si no lo has leído más que someramente, que hicieras el esfuerzo de leer algo más de Wilber, pues ahí verás lo que yo torpemente, (y con mis sesgos personales), quería explicar. (Es también algo pesado).
Y por otra parte, ¿te parece elitista el hombre autorrealizado, (o maduro), que describe Maslow?.
A mí lo que me parece es que cualquier persona que consiga minimizar al máximo sus sesgos mentales, sus ideas apriorísticas, muchas de ellas heredadas o compartidas más o menos acríticamente, del espíritu de la época, y sus resabios emocionales por complejos, traumas y heridas emocionales, está en mucha mejor situación, para acertar en sus diagnósticos y discernimientos, y sobre todo si logra conectar con su mente interior, espíritu o alma, o como lo denominemos. ¿Es eso elitismo?. Pues yo me apunto a ese elitismo.
Luego pasará como con el cristiano más o menos perfecto, que siempre habrá algunos a los que les, (o nos) domine la soberbia (hibris) intelectual o espiritual.
Pero, justo por eso, serán casos de personas que todavía estarán, (o estaremos), aun lejanos a la culminación del proceso. Lo cual no dice nada malo de la santificación o de la maduración personal en sí.
Respecto a las citas de autores que te dan miedo, yo cuando cito, copio una idea con la que yo estoy de acuerdo, idea que se puede rebatir perfectamente si no se está de acuerdo. Y si aparte de eso el autor, ha tenido otras ideas equivocadas, o erróneas, a mí no me importa en ese momento.
(Como ejemplo, yo he citado a veces a Stalin: “La gente es buena, pero si se les vigila es mejor”, frase de doble sentido y que además tiene su gracia).
Y solo quiero hacerte un pequeño reproche. Si los que tenéis cierto conocimientos, escribiérais más, aquí en este foro de pensamiento, de estos temas de futuro tan interesantes, los aficionadillos, no nos meteríamos a veces en terrenos que no dominamos del todo.
Pero me imagino que no estarás jubilado como yo, y tendrás muchas otras labores.
Te saludo muy afectuosamente, de verdad. Cuando ví en tu biografía que eras de Navaridas, me alegró mucho saberlo. Mi difunta esposa era de tu pueblo vecino, Elciego, y mis suegros vivían justo a la entrada-salida del camino de Navaridas, por done paseaba yo bastante cuando iba por allí, e incluso mi suegro tenía una pequeña viña.
(Para compensar tanta logorrea, prometo que no voy a volver a escribir hasta el 10 de enero. Y yo no soy como Carmen. Yo lo voy a cumplir).
Ja.
A mí me puede contestar cuando quiera.
Si es que quiere.
Por mi parte, las mujeres…ya se sabe, no tenemos palabra…ayyyyyyy.
Gracias por tu paciencia, Carmen. Y lo mismo, María Luisa. Feliz Año.
Gracias por tu paciencia, Carmen. Y lo mismo, María Luisa. Feliz Año. Y también María Pilar, y a todos.
De verdad, Isidoro, que no he cuestionado de ese modo tu razonamiento; si lo hubiera hecho o lo pensara, te lo diría, pero no es así; entre otras razones porque no es mi campo de estudio habitual y no estoy seguro de todo lo que está en juego. Solo que creo notar una “presunción” epistemológica (modo de construir científicamente una saber y, por su medio, el conocimiento de la conciencia personal y social, y de la mejora del mundo subsiguiente) demasiado sesgada hacia las ciencias de la psique y la espiritualidad integral, y sus logros en este tiempo como algo extraordinariamente único, incomparable a nada anterior; estimo que esa preconcepción reduce la interdisciplinariedad con otros saberes y claves de la vida personal y social y que se empobrece, así, en su criticidad interna. Pero no puedo, de verdad, ir más allá, ni es cuestión de tiempo, sino de que ¡intuyo! una diferencia grande en la concepción general del saber sobre las posibilidades de construir un sujeto y vida social más logrados, más libres, más maduros, más justos. Y todo esto, a la vez: no primero liberarse algunos y luego movilizar a los más.
Esto no significa que no aprenda mucho de lo que habría de considerar más a fondo. Nada más. No minusvalo ningún argumento, ni doy por imposible entenderlo si no has leído a este o al otro; pero nada, nada, es una diferencia casi más intuida que tematizada.
¡Bien por la vecindad descubierta, un saludo todavía más fuerte!
Y un añadido menor, Isidoro, que no rechazo lo que dices, ¡NO, que NO!, que lo cuestiono en parte y solo para darle más riqueza interdisciplinar y, por ende y a mi juicio, más modestia en su pretensión como saber científico y más riqueza en sus logros humanizadores del sujeto y de la sociedad. Así de sencillo es lo que digo.
Estoy preparando otro mamotreto aclaratorio, (espero que mas claro). Pero previamente, respecto a lo que dices de “más modestia en su pretensión como saber científico”, casi todo lo que escribo, (al menos el 97 %), son cuestiones que han escrito profesionales de prestigio en el mundo entero.
Lo que pasa es que “científico”, en las ciencias humanas, no significa, “irrebatible”, ni “inopinable”. Hay opiniones también científicas, distintas y contrarias. Por eso yo decía en algún momento que las hipótesis de la psicología suelen tener el apoyo de la clínica, del éxito en la mejora de sus pacientes. Apoyo que yo mismo reconocí que es “relativo”. O sea de inmodestia en el fondo, nada. Otro tema será en la “forma”, que eso ya es responsabilidad mía y no de la teoría.
Y lo mismo digo respecto a la “más riqueza en sus logros humanizadores del sujeto y de la sociedad”, si te ha dado la sensación de insensibilidad humana, por ni parte, será debido, lo mismo que antes a la necesidad de no enrollarme demasiado, (¡!), y a estilo personal un poco brusco. Pero Ken Wilber dice a propósito del desarrollo de la conciencia y de los distintos de sistemas de conciencia en que vamos evolucionando:
“En cualquiera de los casos, el hecho es que cada una de las olas del desarrollo de la conciencia, trae consigo la posibilidad de una ampliación del respeto, la compa-sión, la justicia, y la misericordia, en el camino hacia un abrazo cada vez mas integral”.
Y Maslow, de su hombre autorrealizado, lo mismo. Señala su naturaleza “deiforme”, en el que la solidaridad y la compasión son unas de sus características.
(Es que en un resumen no se puede decir todo, y yo ya me extiendo demasiado).
Isidoro, no me hago entender. Lo lees todo en clave personal. No digo que tú seas inmodesto o que lo sea tu actitud reflexiva. No, no, perdona. Digo que el concepto de ciencia que sustenta la reflexión que nos propones, ¡tenga detrás los autores y obras que tenga! y ¡los tiene y de categoría!, es ¡aparentemente al menos! reductivo en su concepción del proceso de maduración liberadora del ser humano, por primar desmesuradamente lo síquico-intelectivo-espiritual de cada uno de nosotros; es como si la interrelación con los otros y con el mundo material y social fuera un escenario con vida propia; un escenario externo donde cada uno representamos el papel que, liberados o alienados mentalmente, elijamos. Clínicamente podrán lograrse cosas admirables en este camino personal, pero queda la duda de si ocultando al sujeto la dimensión estructural de lo que le atrapa y aliena.
No lo veo así, no veo esa “completa” autodeterminación espiritual de los humanos respecto del escenario social en que la buscamos; más aún, pienso que, así, encontraremos una desalienación engañosa ¡todas lo son en parte! por no haber previsto cómo nos condiciona, en la PREGUNTAS y en las respuestas, el escenario social en que somos sujetos con inteligencia y amor. Saludos siempre.
Amigo José Ignacio: Te he entendido perfectamente. Mi defensa no es personal, sino de la teoría expuesta. Al revés, yo reconozco que soy mal portavoz de la misma, (y me duelo por ello), porque en realidad, no domino el tema: ni tengo formación académica en psicología, ni en filosofía, ni en nada de letras, y mis lecturas, son muy amplias, pero múltiples y muy fragmentarias, lo que me puede dar cierta visión de conjunto, pero poca profundidad.
Y yendo al meollo de la cuestión, que no estoy seguro de haber entendido bien, yo creo que el humano al vivir, lo que hace es relacionarse con su entorno, y ya dese niños, nuestra principal tarea es aprender a ser.
La búsqueda moral, es lograr comportarnos como lo que somos. Lo malo es que no sabemos muy bien lo que somos, y vamos imitando y tanteando, hasta que se va asentando una forma de actuar que nos va caracterizando, y que va evolucionando con el tiempo.
Hay gente muy precoz y madura rápidamente. Otros vamos más lentos. Toda mi obsesión, (y perdona que personalice), ha sido toda la vida “saber qué hacer en cada momento”, y en mucha ocasiones no he sabido y no he estado a la altura de las circunstancias. Como casi todos.
Dices: “es como si la interrelación con los otros y con el mundo material y social fuera un escenario con vida propia; un escenario externo donde cada uno representamos el papel que, liberados o alienados mentalmente, elijamos”.
Pues claro, eso es lo que hacemos todos. En nuestro periodo de formación, nos vamos elaborando nuestra cosmovisión personal, incluído nuestro ideal moral, (todo ello muy heredado del ambiente, y que luego iremos modificando paulatinamente), y actuamos como buenamente sabemos y podemos en cada circunstancia.
Y añado podemos, porque también arrastramos toda una serie de lañas y apriorismos emocionales, filias, fobias, odios, amores, etc. que al final condicionan mucho nuestro comportamiento.
Aquí en el fondo creo que hay un apriorismo contra el individualismo, que intencionadamente se le tacha de egoísta. Pero todos somos personas, individuos, y eso no excluye una mirada mejor o peor al conjunto social. Eso va incluido en la cosmovisión que hayamos heredado y luego reformado. Y cuanto más maduros, más solidarios y empáticos seremos. (Eso creo yo que soy optimista).
Mirada y empatía que creo que está relacionada y es directamente proporcional a la maduración alcanzada. Claro que la maduración no es uniforma en todos sus aspectos. Podemos ser más maduros en aspectos familiares, profesionales, emocionales, (la inteligencia emocional es un fruto de la maduración), o sociales.
Si se hace la maduración mal y desequilibradamente, es un problema de cada uno, pero no desdice nada de ese proceso universal, que nos afecta queramos o no a todos y cada uno de nosotros.
Lo que pasa es que yo creo, que algunos están obsesionados por un aspecto concreto de dicha maduración. Todos estamos obsesionados por algún tema. Mi logorrea explicativa es un ejemplo de obsesión. Y le damos una importancia que otros consideran exagerada. Pero no podemos remediarlo.
Nos pasa como a ese que en el test de Rochard, en todas las figuras, veía mujeres desnudas. Y él para justificarse decía: “Es que el mundo está lleno de mujeres hermosas”. Cada loco con nuestro tema.
Perdona el rollo. (Con la de sermones que habrás dado en tu vida, y ahora viene un pesado y te da la paliza). Un saludo afectuoso.
Hola!
1- A la CIENCIA (NO al “PROFESIONAL“)
ha de interesarle un carajo el ser humano y su convivencia social.
2- A la POLÍTICA (NO a los CEO = Chief Executive Officer)
ha de ser lo propio de su Función.
Sí, Isidoro (y María Luisa, creo que más cercana en filosofía conmigo o yo con ella), veo que respondemos a universos de interpretación de la realidad personal y social -sobre todo, social- distintos. Y no, no conozco la obra del autor al que te refieres; sí otros que citas de pasada y que socialmente me (nos) causan pavor político Pero bueno, todo requeriría mucho más diálogo; te leo con gusto y me haces pensar para darle más dialéctica si cabe a mi pensamiento. A dialéctica le doy el sentido vulgar del término, interrelación insuperable de factores humanos, aparentemente separables, sin que sea posible probar “científicamente” una jerarquía interna; algo así como brazo y pierna, o mi bondad y mi genio, o mi hambre y mis sueños, etc.
De todo lo leído, esta frase final, “Como veis, estas cosas no se me han ocurrido a mí, hay mucha gente que va en esa línea: toda la psicología humanista, integral y cognitiva”, es lo que más me sorprende; porque es lo que busco como concepto sobre el ser humano y no lo veo reflejado en ella; al contrario, la presiento prepotente, sobrada de sí, elista, frente a la interdisciplinariedad con que hoy se busca interpretar al ser humano y toda la realidad. Me suena a que en ella terminamos pensando “en vanguardias de liberados que lo saben casi todo por adelantando y para conducir a los demás a la madurez personal y el bien social”. ¡Qué miedo político a esto! Pero bueno. Otra vez, saludos cordiales.
Querido Isidoro, después de una larga ausencia de atrio, has vuelto con fuerza y en plena forma.
Tú sabes que la brevedad no es lo tuyo, aunque digas que es un esbozo-resumen-síntesis.
Yo, personalmente te agradecería que hicieses un esfuerzo por hacer tú mismo una síntesis de tus propios escritos. Entre otras razones más prácticas, porque como, además, lo dices todo, yo poco o nada voy a añadir, a no ser que entremos ya en un master de antropología.
Gracias por tus aportaciones, sabes de mi aprecio por ti. Un abrazo
Al final del artículo se lee: La concepción antropológica subyacente en las ideologías imperantes, es obsoleta y precientífica, con escaso fundamento en la realidad.
No puedo estar más de acuerdo con esta afirmación por esto siempre en mis comentarios, de un modo u otro, intento siempre disipar su problemática superando ese dualismo que arrastramos desde antiguo.
No os penséis que a mí también me cuesta mucho entenderos sobre todo ateniéndome a estos últimos escritos de Isidoro y José Ignacio. Intuyo algo muy interesante en el de Isidoro pero a mi modo de ver carencia de orden, lo cual me impide ver la idea que subyace en el mismos.
Voy a poner un ejemplo.
Donde leo” (…)somos enfermos, que disponemos en nuestra naturaleza de un magnífico sistema inmunitario, lo que sucede es que vivimos en una atmósfera tóxica que debilita y semianula dicho sistema inmunitario”
Dicho así tal cual, no lo entiendo, sin embargo, como me precisa entenderlo (porque intuyo que el esfuerzo lo vale) he de proceder por pasos contados y preguntarme si ¿somos realmente enfermos o solo estamos enfermos? según estas circunstancias de atmósfera tóxica en las que nos encontramos y descritas a lo largo del artículo, diría que afortunadamente más bien es eso último, es decir, que por suerte solo estamos enfermos. Por tanto si se logra salir de esa atmósfera haciendo uso, precisamente, de esta cualidad de inmune que estructura nuestra naturaleza y nos hace ser como en realidad somos, desaparecerá dicho envolvente tóxico y saldremos a la luz.
La luz aquí, filosóficamente, se refiere al mundo de los humanos.
En lo circunscrito en él, en ese mundo, también se mueven los animales. Con ellos compartimos el Cosmos. Por eso, a mi modo de ver, el marco donde se mueve todas estas anomalías que nos intoxican nos dejan dormidos circunscribiéndonos en ese cosmos y es por esto precisamente que desde esta perspectiva argumentativa pueden haber muchos cosmos, respecto a las muchas maneras de concebir el Cosmos, pero sin embargo de Mundo sólo puede haber uno: el humano, del cual es imposible aislarnos. Y en este sentido, mis disculpas, porque me suena a especulación que se diga:
“Entonces la salvación consiste en que una serie de personas logre aislarse de esa atmósfera tóxica, y regenere su sistema inmunitario, se cure lo suficiente, y luego con las fuerzas recuperadas, podrá ser de gran ayuda a los demás”
¿Por qué, me suena a especulación? porque aquí la prioridad no recae sobre lo ontológico estructuralmente dado y por tanto propio de toda naturaleza humana precisamente para su realización, sino sobre la suerte de una deontología que algunos voluntariamente se la apropiarían delimitando lo bueno de lo malo. Y en esto consistiría la ayuda, me pregunto? A poner límites a la realidad del mundo? ¿A la vuelta a otro tipo de subordinación?
En fin, intuyo ahí, como digo, un pensamiento muy elaborado, persistente y fiel, sí desde luego pero en algunos puntos contradictorios que no dejan ver la espléndida idea que subyace en su conjunto.
Llevas razón M. Luisa, el escrito, es bastante desordenado y confuso. De hecho era solo un esbozo-resumen-síntesis de todos los puntos que pensaba yo que pueden ayudarnos a comprender nuestra situación actual y futura. Y está hecho de una tacada, como elemento de reflexión para el editorial de Antonio. Lo que pasa es que me retrasé y se cruzó, cuando ya Antonio había terminado y publicado el editorial.
La idea clave gira en el proceso de maduración personal individual, y en las dificultades que tenemos para afrontarlo serena y normalmente, en una cultura social, (sistema de ideas imperantes) confusa y contradictoria.
A eso se refiere la metáfora de los enfermos. Estamos todos enfermos porque respiramos en una atmósfera, (cultura), repleta de virus y aire tóxico, (ideas irracionales que nos generan fuertes contradicciones), que nos impiden movernos adecuadamente, (generan error tras error en análisis y estrategias, y confusión, perplejidad y parálisis), y nos causa mucho dolor, (nos genera mucha frustración, ira, rencores, cabreos, sectarismos,…).
El origen de esa atmósfera tóxica, proviene de encontrarnos en los albores de un cambio epocal, (Francisco lo señalaba hace días), y según Gebser, en estas postrimerías, las ideas del espíritu de la época, evolucionan mucho más despacio que los cambios estructurales de la sociedad, y eso lleva a que cada vez son más obsoletas. Se nos mueve el suelo a los pies, y no corremos a la misma velocidad.
Y no podemos salirnos de esa atmósfera tóxica, porque la cultura ambiente, nos rodea y permea todo.
El sistema inmunitario que nos podría salvar, en la metáfora, ería el proceso natural instintivo de maduración personal, que todos llevamos alojado genéticamente en nuestro interior.
Un humano medianamente maduro, puede resistir la presión cultural, desde el momento que la maduración fomenta la autonomía personal y el pensamiento crítico propio.
Pero los que se dejan arrastrar por la corriente general del río, se ven incapacitados de acercarse a la orilla y reaccionar. Y los que consiguen llegar a la orilla, desde ella pueden ayudar a los que la corriente les arrastra río abajo.
Comprendo que este planteamiento puede sonar a elitista, lo que en el zeigeist de la época suscita rechazo. Pero justo esa idea de la falsa igualdad de todo el mundo, yo creo que es una de las ideas irracionales, que nos maniatan y no nos dejan reaccionar.
Además suscita una fuerte contradicción. La misma sociedad que sostiene eso, al tiempo se gasta mucho dinero en la enseñanza, formando una élite cultural, intelectual y profesional, que la sociedad necesita. Pero muchas veces en las escuelas, el profesorado en vez de fomentar la vocación de excelencia de los niños, la frustran en un afán de generalizar la mediocridad, aunque eso sí, igualitaria.
Es una idea bienintencionada, pero es fruto de la falacia moralista: las cosas son como nos gustaría que fueran. Las cosas son lo que son, y luego partiendo de ahí, podremos mejorar poco a poco las cosas.
El fomento y cultivo de la excelencia personal, aparte de que responde a ese instinto interno de desarrollo completo y perfecto de nuestra naturaleza humana, es el motor de la evolución cultural y de la especie. Es el “Sed perfectos…”, que decía Jesús, aunque se ha entendido a veces, ese instinto de perfección, como fuente de neurosis personal.
Me ha gustado mucho el inicio de tu respuesta Isidoro, pues llevar razón no quiere decir que la tenga y esto nos abre a posteriores desarrollos…ahora he de irme que me esperan ¡Feliz 2020, amigo!
Bien, Isidoro, ya he podido leer al completo tu comentario de ayer en el que me recuerdas que la clave central del tema que tratamos se encuentra en el proceso de maduración, una experiencia que está al alcance de tod@s en la que como tú nos describes esta es vivida en medio de situaciones de todo tipo que desbaratan nuestra personalidad. Es por ello, creo, precisamente, por lo que coincidimos en considerar obsoleta la antropología dominante todavía en la actualidad y que por su importancia fue el tema en el que me fijé para dar entrada a mi primer comentario.
No da el caso para que yo venga ahora recordando las veces en las que he insistido en la urgencia de superar las clásicas antropologías como por ejemplo la de la sustancia (Aristóteles) o la de la subsistencia (Tomás de Aquino) y otras que algunos aquí todavía defienden, sino que si de maduración hemos de hablar entonces de lo que se trata es de llevar a cabo un proceso de capacitación. ¿Qué quiero decir con ello?
Lo que quiero decir es que no puede haber maduración sin capacidad constitutiva previa y por tanto esto significa que en una antropología actualizada, la persona tiene que tener suficiencia constitucional para realizarse como tal.
Comprendo lo que quieres decir con esto de la ayuda, el rechazo y el elitismo, pero sin necesidad de pronunciarme al respecto (para no liarme) esto se puede entender simplemente atendiendo al concepto de persona como suficiencia al que antes me he referido. Suficiencia quiere decir poseerse, y para ello es preciso dar dos pasos, es decir, poseer la realidad que soy, hacer mía la realidad que me constituye. No basta con “tener” suficiencia es preciso hacerla mía para, en consecuencia, así actuar humanamente. Solo en este segundo paso(no cronológico sino estructural) hay plenitud de obertura. Es decir, para abreviar, pues no me queda más tiempo de momento, me acogeré a lo que ya dije ayer: salimos del ámbito tangencial y reaccionario de lo cósmico y nos abrimos a la responsabilidad del Mundo.
La verdad José Ignacio, es que hay cosas que no he entendido bien en tu comentario. (lo releeré con más calma, pues da para mucho). Mi falta de conocimientos filosóficos, y de las categorías que se utiliza en ella, me dificulta mucho. (Por eso me era muy difícil dialogar con la amiga M. Luisa).
Pero comentaré algunos puntos. Yo no niego que el neoliberalismo conspirativo exista y actúe. Lo que yo creo que no sea tan exitoso. Yo creo que su evidente éxito histórico no es debido a sus méritos, sino a que actúa sobre una humanidad mayoritariamente inmadura y neurótica.
Es como dar una paliza a un enfermo reumático con 39º de fiebre. No hay que ser muy fuerte para ello. O sea que no estamos neuróticos porque nos han comido el coco el neoliberalismo, sino que nos comen el coco, porque somos neuróticos e inmaduros.
La prueba es que el neoliberalismo no es más que una variante del “capitalismo” clásico, (y este en una forma u otra es tan antiguo como el Paleolítico). Dicho capitalismo de la propiedad privada, en conjunción con una gran revolución tecnológica, inevitablemente determina el curso de las estructuras económicas y sociales.
(La generalización de los transportes rápidos y baratos –los contenedores, los enormes aviones jet, los superbarcos, etc., junto con la revolución informática y de las comunicaciones, TV y móviles, de la robótica que facilita las fabricaciones cuantiosas y baratas, y ya al final Internet, han supuesto que la economía haya dado un giro copernicano.
Ahora el conocimiento tecnológico y de gestión, son mucho más determinantes, y unos pocos genios tecnológicos y/o gestores de altísimo nivel, dominan el mundo.
Y si a esto le añades la gran explosión demográfica mundial que ha pasado la población de los menos de 4.000 millones, en 1970, a los 8.000 que tendremos al final de este año, y que produce un exceso de oferta de mano de obra, y ya tenemos la tormenta perfecta).
Para tener una perspectiva histórica, es muy útil, conocer la evolución de la conciencia a lo largo de la historia. Conocer la trayectoria histórica de la humanidad, es muy importante, pues si no la conocemos, nos dejamos llevar más fácilmente por el barullo del presente y su politiquilla, y perdemos perspectiva.
No se si conocéis a Gebser, (1905-1973), que fue un filósofo alemán semidesconocido, que escribió un libro, “Origen y presente”, o “El Origen Siempre Presente”, (publicado en Alemania en 1949, pero solo traducida al inglés en 1984, que yo no he leído).
Gebser estuvo en España desde 1931 hasta la guerra en que tuvo que huir. Pensó en las estructuras de conciencia humana, que son las diversas visiones del mundo o mapas cognitivos culturales que sociedades y personas asumen, como paradigma epistemológico imperante, el zeigeist de la época.
Los problemas de su momento, le hicieron a Gebser, plantearse, lo mismo que nos planteamos nosotros ahora: ¿y si la humanidad fuera capaz de pensar mejor en el futuro, de transformar la estructura de conciencia dominante, para enfrentarse a los retos de la existencia desde nuevos parámetros mentales?
Influido también por el ambiente evolucionista del siglo XX, Gebser se propuso indagar si esto era posible, y trazó la historia de la conciencia humana. Dedujo que la conciencia humana ha pasado por un estadio arcaico, luego mágico, luego mítico, (donde se inician las polaridades y dicotomías), y luego aprox. hacia el 12oo se inicia la racional-mental actual, que tenemos actualmente.
Y pensó que la del futuro próximo, será la conciencia integral, con una visión aperspectival-, un tipo de estado mental en el que no se privilegia ninguna de las perspectivas particulares que puedan haber sido adoptadas frente a un asunto a tratar. Sería una perspectiva sin los sesgos mentales e ideas irracionales que nos engañan.
Este estado aperspectivista proviene del estado actual “multiperspectivista”, en que cada uno tiene una perspectiva distinta, y donde prima la subjetividad del observador.
Gebser sostiene que antes de la aparición de la nueva estructura, la estructura antigua entra en un modo “deficiente” caracterizado por su colapso; de forma que lo que antes era un “mérito” y una ventaja, ahora se convierte en un “déficit” y una desventaja.
Al contrario que Spengler, en su Decadencia de Occidente, Gebser atisbaba en el horizonte humano la posibilidad de un gran cambio estructural, una mutación de conciencia que advendría como superación de las crisis y los cataclismos en los que languidecía Occidente.
Y dedujo que la falta de ideales nobles en el ser humano, empantanado en lo material, eran los síntomas de los estertores de un paradigma de conciencia en la fase de extinción. Y que el final de las crisis de Occidente estaría vinculada a un ser humano nuevo: no un superhombre, pero sino a un hombre íntegro.
Jean Gebser escribió: «El necesario cambio del mundo y de la Humanidad no será operado por los intentos de reformar el mundo; los reformadores, en su lucha por un mundo mejor como ellos dicen, rehuyen la tarea de mejorarse a sí mismos; pero los éxitos aparentes que consiguen no les disculpan de haber traicionado no sólo al mundo sino a sí mismos».
En resumen Gebser da una hipótesis del estado caótico y alienado de la humanidad, y lo achaca a los estertores de un estado de conciencia, que nos ha mejorado mucho en estos 3.000 años, pero que ahora ya se ha convertido en tóxico, y nos ha intoxicado con una serie de creencias irracionales que nos están llevando a una serie de contradicciones internas que nos están volviendo locos, literalmente.
Este estado patológico de la humanidad, ha sido el tema de reflexión de los filósofos de todo el siglo XX, y más después de las dos grandes guerras mundiales, y la amenaza de extinción nuclear.
No es algo que haya descubierto la Psicología, sino que la psicología el siglo XX, paulatinamente ha ido pasando de atender exclusivamente a los enfermos mentales graves, los locos, a atender los problemas, sufrimientos y trastornos de la personalidad, de la gente corriente, de todos nosotros.
Y en este sentido al ir intentando conocer mejor la mente humana, también nos han señalado la existencia de personas que habían completado su maduración en grado suficiente, y habían alcanzado un grado de organización mental deseable.
El tema es que los cambios estructurales de la sociedad, no se pueden hacer desde dentro, sino desde fuera.
Es como en la palanca de Arquímedes: dadme un punto de apoyo exterior y moveré el mundo. Intentarlo desde dentro, es como intentar movernos tirándonos del pelo, como el barón de Munchausen.
O como un manicomio en el que los médicos son los mismos enfermos. Una serie de personas tiene que curarse y luego intentará curar al resto.
Pero en nuestro caso, somos enfermos, que disponemos en nuestra naturaleza de un magnífico sistema inmunitario, lo que sucede es que vivimos en una atmósfera tóxica que debilita y semianula dicho sistema inmunitario.
Entonces la salvación consiste en que una serie de personas logre aislarse de esa atmósfera tóxica, y regenere su sistema inmunitario, se cure lo suficiente, y luego con las fueras recuperadas, podrá ser de gran ayuda a los demás.
Además no hace falta mucho para ello, solo ser conscientes de la situación y dejar actuar a la naturaleza que está dentro de nosotros.
Como veis, estas cosas no se me han ocurrido a mí, hay mucha gente que va en esa línea: toda la psicología humanista, integral y cognitiva.
Por no alargarme más, lo dejo aquí. Pero seguiré. Perdón por el rollo. ¡Empezamos bien el año!.
Ostras, menuda claridad de ideas!
Pues tengo una duda que a lo mejor me la puede aclarar. Bueno, tengo todas, pero de repente el otro día pensé: el inconsciente…todo lo que guardamos ahí, primero tiene que pasar por el consciente? Pasa directamente al inconsciente? No lo se.
No exactamente por la parte consciente, por ejemplo, una imagen que no sabes interpretar y no eres ‘ consciente’ de ella seguro que puede pasar al inconsciente. Pero si no hubiera pasado por nuestra retina no la hubiésemos podido guardar. Digo , no se.
Y ya , si me voy al inconsciente colectivo me pierdo totalmente. Eso es genético? Epigenético? Como es posible eso del inconsciente colectivo ? Me suena a genético porque si no, cómo? No se si el término correcto sería subconsciente colectivo. Sorry.
Qué es exactamente eso de los arquetipos? Es genética pura o qué es?
Por qué hay montones de personas que tenemos los mismos sueños? Los sueños no son producto de nuestro subconsciente? Como tenemos los mismos entonces? Porque se supone que el subconsciente es personal. No?
El 31 me dejaron a mis nietos. La nena de cuatro años y que no conseguí que le pusiesen de nombre Carmen, me contó que a veces pasa susto por la noche porque sueña que hay un monstruo que se le acerca . Otras veces sueño que se va a caer. Lo del monstruo lo entendí, le asustan las brujas pero le encantan. Pero soñar que se va a caer…eso lo he soñado mil veces. Usted no? Tb he soñado muchas veces que vuelo, alumnos míos sacaron la conversación y había varios que también lo habían soñado.
No entiendo. Qué es el subconsciente colectivo? Qué es un arquetipo? Bueno, la definición, el concepto más o menos tengo una idea porque este verano leí un libro , una especie de autobiografía de Jung. Le gustaría. A lo mejor lo ha leído ya. Es una especie de reflexión sobre su vida, pero ya al final, y donde trata de autoanalizarse según sus propias teorías. Interesante. Uf. Era un hombre supercomplejo y se le nota la influencia de Freud un montonazo.
Eso de la psicología es supercomplejo. Hay montones de teorías y como todas las áreas de conocimiento tiene a sus gurúes. Pero a mí se me escapa casi todo.
Solamente tengo claro que somos seres sociales. Pero no lo somos tanto. Porque como usted dice que dice alguien, llega un momento en que tiendes a aislarte. Como que tomas conciencia de tu individualidad.
En fin.
Admiro su claridad de ideas. Soy incapaz de escribir tres líneas seguidas sin hacerme cuarenta preguntas.
Si me puede decir algo, aunque sea qué libro o artículo puedo leer, se lo agradecería. Concreto. Qué es y cómo se forma el inconsciente colectivo.? Todo lo que guardamos en el subconsciente primero tiene que pasar por el consciente o al menos por alguno de nuestros sentidos?
Feliz año.
Me disculpo por una respuesta tan breve a un texto tan elaborado y rico en matices y argumentos.
Mi posición personal es que la relación del cambio personal y el cambio estructural es más dialéctica y trenzada a la vez de lo que ahí aparece. Lo de “primero y segundo” no lo veo claro, ni siquiera en el ejemplo de los ingredientes buenos para el buen guiso, porque los ingredientes ¿cómo llegan a ser buenos sin la tierra, el agua, la azada, la propiedad de ellos y los trabajos comunes que permiten a las semillas llegar a ser ingredientes? Y los medios materiales necesarios para guisar, la cocina, el fuego, el recipiente, la parrilla, ¿cómo es que serán los apropiados? Ya sé que es un ejemplo, pero ayuda a ver la relación dialéctica tan profunda del mismo y único proceso social y personal de lo humano, y si es razonablemente justo o arbitrario como estructura social para no impedir, ¡para co-facilitar! esa liberación humana del sujeto individual.
Creo que el planteamiento sobrevalora la aportación de las ciencias de “la psique humana” en la comprensión interdisciplinar de la vida humana, individual y social. Entiendo que ese trenzado dialéctico y real del que hablo permanece en cualquier concepción antropológica “científica” hasta el día de hoy y en todos los momentos del proceso social; que hay acentos en ellas, pero no separación, ni siquiera como un primero y segundo, causa y consecuencia. No hablo del sentimiento moral humano y si este es connaturalmente compasivo y solidario (Adela Cortina apelando a los avances actuales de la neurociencia). No me atrevo a tanto fuera la fe, aunque intuyo que no es descabellado en términos de razón humana laica.
Solo trabajo con la hipótesis argumentada y abierta a mejor razón -no absolutizada- del carácter “connaturalmente” social de nuestra inteligencia sicológica y moral, y de sus condiciones para madurar en libertad; entiendo que es lo que corresponde a la condición del ser humano como “sicología encarnada” o “sicología histórica y política” sin opción posible para abstraerse de ello en un primero y segundo, causa y consecuencia, antes y después. Por eso no pienso en el neoliberalismo integral como un conspirador oculto que lo dirige todo, pero sí observo –no creo- que trabaja la psique general de nuestras sociedades, de cada persona y de todas juntas, ¡su inteligencia moral, sicológica y política! desde centros muy reconocidos que saben de resortes para coadyuvar (¡y crear!) un estado de opinión personal y política “antiutópica”, “cientificista”, “individualista”, “espiritualizante”… advirtiendo de que la crisis social de hoy –dicen ellos- es, ante todo, moral y sicológica, porque los ciudadanos no somos educados para reconciliarnos con el sistema social capitalista, respetando la potencia de progreso-riqueza que el libre mercado confiere a esa sociedad.
Ignorar esto, prosiguen, es ignorar las leyes científicas de la historia (otra vez “lo científico” como argumento definitivo) y complicarse en un activismo político inútil. No has dicho esto, lo sé, pero lo presiento insinuado y explicado sicológicamente. Y es verdad, la militancia civil y política por la justicia necesita(mos) un buen correctivo crítico, pero la sicología “científica” que nos propones también requiere de un buen correctivo político en sus presupuestos y consecuencias. (Perdón, que me voy del estilo adecuado)
Este neoliberalismo conspirativo y bien concreto lo conoces y existe, así que no es necesario que vuelva a ello; lógicamente considero que su influencia es muy grande en el guiso posible por buenos que sean los ingredientes. Si no sabemos con esa lógica neoliberal (antes, con otras ideologías y religiones) qué es riqueza, qué es progreso, qué es libertad, qué es justicia, qué es felicidad, mal vamos a lograrlo por mucha madurez sicológica que logremos; por lo demás, muy acomodada a mi “felicidad personal” y muy recortada como concepto de “felicidad”.
Y por fin, un dato muy importante, “los otros”, los otros más “débiles, empobrecidos, ignorados, sin capacidad de presión, pobres en oportunidades desde el nacimiento”, personas y pueblos, esos “otros” y las estructuras sociales en que esa relación tan injusta de dependencia se reproduce, son un factor que objetiva cualquier planteamiento sobre mi felicidad personal y política. En un mundo interrelacionado pensarse y lograrse feliz sin poner a esos “otros”, ¡con su esfuerzo!, como presupuesto hermenéutico de si ¿soy feliz?, ¿lo son los míos?, ¿lo son los otros?, ¿cuál es su error para no serlo?, ¿tengo yo alguna responsabilidad en ello?, ¿he heredado alguna posición injusta en su origen que ya no recuento en mis méritos? ¿Es posible para mí ser feliz y qué significa con esos “otros” al lado?
Hablo en general, no personalices esto, por favor. No sé, entiendo que toda antropología por científica que sea, y toda sicología de la madurez personal más lograda, no puede dejar de preguntarlo todo desde el derecho originalmente igual a las oportunidades de felicidad personal que todos tenemos y por qué tantos fracasan en ello, y si hay factores sociales-estructurales que no son de recibo aceptar, porque dificultan que muchos seamos personas más libres y buenas. Ninguna ciencia sicológica o antropológica puede evitar en su metodología científica esta pregunta no colateral, sino co-central. A mi juicio, el positivismo más crudo no es el más científico en las ciencias humanas y sociales, ¡ni en las positivas!, sino un exceso que no cohonesta bien con la multidimensionalidad de lo humano siempre. No participo del conocimiento humano en compartimentos estancos, una ciencia tras otra, como quien da el testigo, sino conocimiento en espiral y como “compañía de todos los saberes”, porque así es la realidad humana, buscando interdisciplinarmente penetrar en diversas dimensiones de profundidad en lo real único. Con todo el sentido crítico que Isidoro reclama, eso sí y siempre. Feliz año.
¡Buen laburito te has tomado, José Ignacio!
Lo noto en las “negritas”, “bastardillas”, “entrecomillados”
“puntuaciones” y etcéteras del “estilo”.
Así que: ni mera “brevedad”; y menos de “pedir disculpas”
Coincido con tu “multidimensionalidad”.
La “porosidad” del “alma-científica” de Isidoro la absorberá;
no sé cuánto ni en qué escalamientos la pondrá. La intentará “esquivar”.
Pertenece ello a su “opción” de priorizar la “razón científica”, porque la “razón vital”
(que es la “razón histórica”= “superlativo de la “razón vital”)
la conoce ubico-relegada a segunda instancia estructural.
Digo esto del Cumpa Isidoro porque ya sabe que se lo dije en muy muchas ocasiones,
por activa y por pasiva.
Sin embargo -y al mismo tiempo- siempre le he dicho que su “cúmulo-ordenado”
me parece muy, pero muy bueno (e imprescindible) en ATRIO. Nos “eleva”
Gracias a vos ya Isidoro!
Es cierto, comencé con un comentario y casi me sale el prólogo de una tesis. Me suele pasar. Por eso sufro cuando alguien me pregunta, “en dos palabras, ¿esto cómo es? Ufff. Y otra muy buena es cuando alguien pregunta, ¿qué eso de la interdisciplinariedad del saber y la realidad humana?, y al momento inicia otra conversación sobre cuándo llega su cuñado de vacaciones. Me pasa, de verdad. Es una lección para mí; me ayuda mucho a relativizar(me). Ja, ja, ja.
Comparto el sentir de Oscar referente a los dos.
Y gracias por toda vuestras exposiciones, gracias a los dos.
Amigo Oscar: Todos los intentos d acercamiento a la verdad, son eso: acercamientos. Los míos, los tuyos y los de todo el mundo. Por eso todos son hipótesis sobre la realidad.
Y todos por principio, por la forma de obtenerlos, (con nuestra mente), no dejan de ser arbitrarios, o sea ocurrencias personales: nuestra opinión.
Y ni siquiera se puede apoyar uno, para verificar nuestras opiniones, en la opinión de personas de autoridad intelectual, porque dentro de la gente de ese campo, también hay opiniones encontradas en todo tipo de cuestionamiento.
Lo único que nos permite cierta autocrítica, son ciertos detalles que nos deben hacer reflexionar sobre la idoneidad de nuestras hipótesis y nuestras creencias.
El primer criterio sería justo la capacidad de autocrítica. Si tu teoría, no solo te permite, sino te insta a la permanente autocrítica y revisión de tus ideas y creencias, vas por buen camino.
Si tu cosmovisión personal, considera que es una gran virtud humana a cultivar, la fidelidad hasta la muerte con esas creencias de hipótesis de la realidad, aunque hayan pasado cincuenta años desde que las descubriste, yo creo hay indicios de que algo va mal.
Otro criterio de autoreflexión sobre la adecuación de nuestras creencias a la realidad, es si esas ideas ayudan realmente a mejorar nuestra felicidad personal, y a la felicidad de todo el mundo. Es la prueba del algodón.
La psicología, es una ciencia humanística, no es una ciencia de la materia, (aunque la neurología está ayudando bastante, y en el futuro mucho más). Y en toda ciencia humanística y antropológica, es muy difícil comprobar la idoneidad de las hipótesis.
Y por eso hay cientos de escuelas psicológicas distintas y muchas veces contrarias. A pesar de que existen bastantes experimentos psicológicos contrastables, que sirven de base y fundamento, y constataciones neurofisiológicas de otras, que ratifican o no ciertas teorías, aún existe mucha controversia, (como por otra parte es normal en toda la antropología y la cultura en general).
Pero la prueba del algodón de la psicología es la clínica. Casi todos los psicólogos teóricos, también son terapeutas. Y suelen lanzar sus teorías sobre la base de sus resultados prácticos para tratar los problemas de sus pacientes-clientes.
Es verdad que como el alma humana es tan compleja, casi todos los médicos “tienen éxito” en sus tratamientos. Unas veces porque los pacientes mejoran solos, otras porque mejoran a pesar del médico, y otras con el médico. Yo creo que el hecho de decidirse a afrontar un problema e ir a una terapia, ya es el 50 % del proceso de mejora.
El caso es que a mí en particular, entre lo que me diga un psicólogo que trata pacientes, y me diga el párroco de mi parroquia, el líder de mi partido, o el periodista de un medio de comunicación, elijo fiarme del psicólogo. Es que soy muy raro. (Y tengo una hermana y dos hijos con la carrera de periodismo, y se bastante bien lo que saben).
Respecto a ¿por qué existen en el mundo tantas injusticias, desigualdades y mentiras? Pues justo ese es el tercer criterio de autoexamen y autocrítica.
Mi hipótesis en resumen, es lo de la frase de Hillesum: se necesita el cambio personal para lograr el cambio estructural de la sociedad. Que dicho más llanamente: Solo con buenos ingredientes se hace un buen guiso.
Y como ese cambio personal, esa evolución de las consciencias, ese crecimiento personal individual, no se ha realizado suficientemente, está el mundo como está. Y de ahí la necesidad de encontrar unos métodos de conseguirlo.
Y una idea-base es que los métodos ascéticos se ven frenados por una serie de ideas irracionales que mantenemos sobre el funcionamiento de la naturaleza humana.
Los cristianos practicantes, tienen su propia ascética personal, para acercarles a ir siendo cada vez mejores personas. Funciona como funciona, (y tú tienes elementos de primera mano para conocer su eficacia).
La espiritualidad laica = el proceso de maduración personal, es el método ascético de los laicos. Y por ello ya que vamos a cambiar de método, intentemos que sea mejor, más fundamentado en la realidad y más eficaz.
Hola! Gracias Isidoro!
Leo la conclusión:
-“La concepción antropológica subyacente en las ideologías imperantes, es obsoleta y precientífica, con escaso fundamento en la realidad.”-
Bastante ¡de acuerdo!
……………………………….
Al mismo tiempo:
– La concepción antropológica PROPUESTA en el ARTÍCULO
– es CIENTÍFICA, y también
con escaso fundamento en la realidad.
Por ejemplo, los altísimos porcentajes de:
– DESIGUALDADES
– INJUSTICIAS
– MENTIRAS
¿Cómo se compagina ésto?
SOBRE LA MENTIRA
http://piensachile.com/2020/01/the-washington-post-en-afganistan-ee-uu-ha-estado-18-anos-en-guerra-con-la-verdad/