A finales de los años 70 conversando distendidamente con JL Aranguren me hizo esta observación, que aparece también en algunos de sus libros: la heterodoxia de hoy, sobre todo en la Iglesia, es la ortodoxia del mañana. No sé si eso ocurrirá con la llamada ideología de género, puesta en órbita por el Lexicón: Términos ambiguos y discutidos sobre la familia, vida y cuestiones éticas, publicado en el 2003 por el Pontificio Consejo Vaticano para la familia, teniendo como presidente al cardenal López Trujillo, y con el visto bueno del cardenal Ratzinger como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Lo cierto es que en torno a la ideología de género se está construyendo un rascacielos de enormes dimensiones; sus arquitectos y albañiles, en líneas generales, son el mundo clerical y creyentes conservadores y militantes de partidos ultraconservadores, cada vez con más arraigo en Europa y en España.
Los relatos son muy simples y sin originalidad alguna, los cuales se repiten a modo de argumentario. Uno de ellos es que la discriminación de género no existe; no hay discriminación contra las mujeres, como afirma sin rubor el cardenal López Trujillo en el prefacio al Lexicón. Según él esto puede provocar de entrada “una reacción de simpatía”, pero en realidad la defensa de la mujer en una sociedad patriarcal y de los colectivos LGT es un ataque a la familia, que se convierte así en un “lugar de esclavitud moderna”. En estos días pasados el cardenal Sarah, bien arropado por los cardenales Rouco y Cañizares, pioneros en anatematizar todo lo que se relacione con la homosexualidad y el feminismo, ha impartido una conferencia sobre educación en el CEU y no podía faltar, venga o no a cuento, su alusión a la “teoría de género”, que no es otra cosa que la “desestructuración de la identidad sexual” y la “legitimación social de la homosexualidad”; de ahí que se trata de un movimiento que, mediante la subversión antropológica, pretende tomar “como rehenes en sus reivindicaciones a las autoridades públicas y al legislador” e imponer “una nueva concepción del ser humano”.
Habría que preguntarse desde la antropología si el ser humano está totalmente acabado y configurado en su totalidad, como sostienen los que admiten a pie juntillas la creación de Adán y Eva por la intervención directa y “manual” de Dios, o más bien es un proyecto, como dice Ortega y Gasset, o Simone de Beauvoir aplicándolo a la mujer: “no se nace mujer, se llega a serlo”, aunque algunos la interpretan de manera torticera. El relato novelesco del Génesis propone a Dios como protagonista de la creación y quiere acreditar unas enseñanzas religiosas según determinadas tradiciones literarias, la yahavista y la sacerdotal: que toda la creación es una obra buena, que el ser humano, hombre y mujer, es responsable de cuidar esa obra, que el mal no procede de Dios… Si se admitiera la creación “manual” del hombre y la mujer, también se debería admitir que toda la humanidad procede de un incesto, pues Adán y Eva tuvieron hijos e hijas, según el texto bíblico, y entre ellos engendraron otros seres humanos y así hasta ahora. El hombre y la mujer, pues, pertenecen a la evolución y sus parámetros no están sometidos a un fixismo radical. Esto no quiere decir, como indica el argumentario de la ideología antigénero, que el ser humano cambie caprichosamente de sexo sin tener una base génetica. El ejemplo que se suele aducir dentro del argumentario es cuando a una embarazada se le pregunta qué género tiene su bebé y ella responde que no le importa, ya que, cuando nazca, adoptará el sexo que más le guste; viene a ser como el alzacuello de muchos curas que, según me han explicado algunos, lo llevan por si alguien en el autobús, en el metro, en la calle… necesita confesarse. Que alguien pueda desear cambiar de sexo arbitrariamente es un hecho posible, no quiere decir que pueda y deba hacerlo, pero lo que no se puede negar es el problema de quienes genéticamente se ven impulsados a la homosexualidad. Toda realidad humana tiene un anverso y un reverso, y para que no haya desmadres abusivos está la psicología, la medicina y la ética
Pero creo que el meollo de la cuestión está en el feminismo, no en que haya personas de género “neutro”. Que la mujer sea igual que el hombre en derechos, eso sí que rompe todos los esquemas sociales y hasta antropológicos, como ya propuso Aristóteles en su Política: “la naturaleza, teniendo en cuenta la necesidad de la conservación, ha creado a unos seres para mandar y a otros para obedecer. Ha querido que el ser dotado de razón y de previsión mande como dueño, así como también que el ser capaz por sus facultades corporales de ejecutar las órdenes, obedezca como esclavo… La naturaleza ha fijado, por consiguiente, la condición especial de la MUJER y la del esclavo”. Por eso Pablo de Tarso lo tiene bien claro: las mujeres en la Iglesia deben estar calladas, que “oigan la instrucción en silencio, con toda sumisión” y, como colofón, “no permito que la mujer enseñe ni que domine al hombre” (1 Tim 2,9-12); todo ello con el aparente argumento teológico de que las mujeres deben ser dóciles a sus maridos “como si fuera el Señor”, ya que “el marido es la cabeza de la mujer como Cristo es la Cabeza y el Salvador de la Iglesia, su Cuerpo”. Con estas premisas la conclusión no puede ser más categórica: “así como la Iglesia es dócil a Cristo, las mujeres deben ser dóciles en todo a su marido” (Éf 5,21-24).
No es de extrañar que los clérigos, en su mayoría, y partidos ultraconservadores cristianos rechacen el feminismo como lo hace el cardenal Cañizares en el artículo de La Razón ¡Alerta! Reflexiones al hilo de los hechos, al señalar que España está en peligro si, además de otros males como el feminismo radical, la ideología de género y la educación estatal, se añade el posible gobierno de socialistas y socialcomunistas. Y es contradictorio que en la Iglesia se ensalce el papel de una mujer, la Virgen, como acontece en la fiesta de la Inmaculada del próximo día 8 de este mes de diciembre, y, sin embargo, se siga al pie de la letra las propuestas de género que propone Pablo de Tarso, que dentro del patriarcado clerical es un infranqueable cordón sanitario para la mujer.
Algunos apocalípticos del sexo demandan un castigo como el de Sodoma y Gomorra y, más aún, todo lo que se refiera a los colectivos LGT. Lo curioso es que todo lo relacionado con el sexo hay que controlarlo hasta el mínimo detalle con normas severas; me viene a la memoria aquellas ocho condiciones, según el dominico Royo Marín en su Teología para seglares, que debe reunir el baile en pareja para que no sea pecado mortal; y, en último término si no, se anatematiza como herejía y un problema menos. Habría que hacer una referencia a la célebre clasificación que establece Rousseau sobre las religiones: la del hombre, la del ciudadano y la del sacerdote. La del sacerdote da a los hombres dos legislaciones, dos patrias y les impide poder ser a la vez devotos y ciudadanos. En cambio para ellos es natural, ley de vida y probablemente hasta necesario, que el capitalismo salvaje genere más pobreza, más guerras, más emigraciones y refugiados, más destrozos en el clima y en los ecosistemas. La ideología de género, pues, no desemboca necesariamente, como pretenden los antigénero, en la sociedad de A. Huxley, Un mundo feliz, o en la de G. Orwel, 1984. Todo lo contrario, es reconocer unos derechos y unas existencias específicas antropológicas.
Así, pues, si hoy el feminismo y la ideología de género son heterodoxia, mañana serán ortodoxia y de la buena. El ser humano, hombre y mujer, es un proyecto existencial que camina hacia metas que, en principio, pueden ser increíbles.
Cuando tengan un ratito y les apetezca, lean el artículo y todos los comentarios de tirón. Es superinteresante. Tiene razón Isidoro, hay dos tipos de cabezas, los teóricos y los prácticos. Y los que se van por las ramas como el barón rampante, entre los que me encuentro.
En conjunto se han tocado mil facetas distintas y el resultado es superenriquecedor. Son ustedes estupendos.
Buen día.
Si el caldo de cultivo de Oparin necesitó de “alguien” que lo trajera a la existencia y también la evolución inteligente en el diseño creativo necesitó de un Creador…Es esa realidad que supera nuestra propia realidad lo trascendente, lo que se encuentra por encima de nuestra inteligencia.
Si nosotros poseemos inteligencia y voluntad es porque ha sido el producto de la materia “informada” para poder ser programada coherentemente. Nosotros no podemos darnos el ser.El azar no explica la inexplicable existencia del mundo, mucho menos de su orden “interno”. El mundo en su evolución recibe información externa porque la materia-energía no puede “pensarse a si misma”. No somos el c e n t r o del Universo sino una parte de la realidad trascendente…Si podemos pensar y decidir cómo personas no es producto nuestro sino un don recibido que Otro posee totalmente. Por eso Dios no puede reducirse al panteísmo o al panenteísmo. El que creó el Cosmos lo ha de superar en lo personal por su inmanencia. Es el Dios “con nosotros”…permanece y está presente aunque no lo podamos percibir con los sentidos corporales. Es el Dios de Jesús de Nazaret…
Un saludo cordial
Santiago Hernández
Lo tiene clarísimo. En el origen está dios. Como en el libro del Génesis. Y luego sigue por el sendero de la biblia. Llega a Jesús, y me atrevería a decir que sigue al pie de la tierra las ideas de Ignacio de Loyola y de ahí a T. De Chardin y a su cristosfera.
Lo tiene usted clarísimo. Y como los jesuitas tienen un voto de obediencia al Papa, cabeza de la iglesia, pues usted siente que tiene que defenderla.
Y encontrará mil argumentos siempre. Es su postura. Y San se Acabó. De ahí no lo va a mover nadie. En el fondo creo que se divierte. A lo mejor es eso lo que tenemos en común. Pero por causas muy distintas, usted tiene una certeza absoluta y mi persona es una duda andante.
Buen día.
La certeza absoluta no corresponde a la vida de la tierra..En la otra vida desaparecerá la fe, ya no hará falta, pues la fe será sustituída por la visión perpetua de lo absoluto. La fe es esperanza cierta como que sabemos que al trepar por la escalera de un edificio encontraremos la puerta de entrada. Lo sabemos porque confiamos, no somos ciegos, ya que existe base para creer que es así por el testimonio fidedigno de muchos, porque hemos sido informados previamente y porque interiormente tendemos a creer y así lo percibimos por múltiples factores. Y asentimos por el entendimiento a lo que creemos como posible y real.
Claro que el que resiste ser informado, aunque exista, no podrá ver nunca la escalera. Sin embargo el Apóstol Juan quien estuvo muy cerca de la Verdad misma, nos dice ya muy anciano que aunque a Dios “nadie le ha visto” como al Padre,… esto no excluye que “el Unigénito Hijo, el que se encuentrs en el regazo del Padre mirándole cara a cara, El es quien le dio a conocer” (Juan 1:18) Es por medio del encuentro con Jesús como llegamos al Padre, no un Jesús imaginario fabricado en mi mente, sino el verdadero, el real, el histórico, el evangélico, el que conoció de cerca su pobre discípulo y Apóstol que murió en Éfeso de nombre Juan Zaebedeo el discípulo “amado” de Jesús que es el que más se aproximó a Su corazón.
Saludos cordiales
Santiago Hernández
Lo que yo le diga. Convencimiento total. Al menos eso demuestra. No sé.
Y le digo una cosa, llegaremos al mismo sitio a través de todos los Jesús imaginarios del mundo mundial que del suyo, que por supuesto es el auténtico.
Allí nos veremos. Si es que nos vemos.
Buen día.
Claro que nos veremos. No hemos todavía “give up” ni nos hemos rendido en la búsqueda de la Verdad ya que interés y perseverancia no faltan.
Existe algo por encima de todos nosotros que nos mantiene “a flote” en los avatares diarios de esta azarosa vida que tenemos que vivir a diario.
Estamos en decisiones vitales continuas pero llegará el día -todo llega- en que en un momento crucial -que envuelve el minúsculo presente y la línea prefutura- en que podremos decidir por última vez, con toda claridad, sin ningún condicionamiento y con plenísima responsabilidad. Y por primera vez nos alegraremos de todos los acontecimientos pasados porque “cada lágrima” va a ser enjugada para los que aceptaron decidir correctamente. Dios nunca abandona aún a pesar de nuestro aparente rechazo. El es “el eterno presente”
Un saludo cordial
Santiago Hernández
Ortega, en su idea del sentido histórico, reflexiona sobre las diferencias que existen entre el hombre actual, (de cada momento), y el del pasado, que conocemos por la etnografía de los humanos primitivos.
Pero de forma simultánea y de similar, en cada época, hay una enorme diversidad de planteamientos humanos, entre los contemporáneos, de tal manera que no es extraño, que de esto algunos deduzcan que en realidad no se puede hablar de una naturaleza humana clara.
La evolución es la esencia del Universo, y está en todos sus niveles. El humano ha sufrido y sufre, tres niveles de evolución.
El primer nivel es el del origen de la especie. La teoría de la evolución nos dice que no hay esencias inmutables sino que las especies evolucionan, cambian y se convierten en otras y que hay una continuidad del ancestro común a humanos y chimpancés al australopiteco y de éste al Homo habilis, y de este al homo sapiens sapiens, (Pablo Malo).
Posteriormente existe la evolución cultural etnográfica de la conciencia humana, que es la que refleja Ortega en su sentido histórico.
En su ensayo “Para una psicología del hombre interesante” (1932), Ortega piensa que con algún rigor sería menester desarrollar toda una nueva disciplina, “aún no intentada y que desde hace años me ocupa y preocupa. Suelo darle el nombre de Conocimiento del hombre o antropología filosófica. Esta disciplina nos enseñará que las almas tienen formas diferentes, lo mismo que los cuerpos”. (…)
No se trata, repito, de que el hombre antiguo y el primitivo poseyeran creencias distintas de las nuestras. Es preciso ahondar más y advertir que no sólo los contenidos de su espíritu se diferencian de los nuestros, sino que el aparato mismo espiritual es muy otro”.
Esto quiere decir, que la evolución cultural, no solo es una cuestión de ideas nuevas y distintas, sino que también cambia la estructura mental del humano nuevo, con nuevos circuitos neurológicos que son la base de esas nuevas ideas.
Pero incluso desde el descubrimiento de la epigenética, se ve que la cultura acaba influyendo en la herencia genética, no cambiando directamente genes, sino activando o desactivando determinados genes, dando la razón así póstumamente a Lamarck. La controversia cultura vs. genética, cada vez se difumina más, pues ambas partes influyen en la otra.
La evolución cultural, no solo transforma en más sabio al humano, sino que lo dota de una aparente nueva naturaleza.
Y digo aparente, porque esa nueva naturaleza evolutiva no es más que el despliegue y desarrollo de un modelo potencial, que se encontraba latente, en el equipaje comportamental de la especie, desde un momento determinado, no se sabe cuando se produjo. (Unos hablan de 200-250.000 años, en el inicio del sapiens sapiens, otros hablan de 70-75.000, otros hablan de ventitantos mil años atrás).
Ese “equipaje” comportamental humano latente, sería lo que Jung, denomina el “inconsciente colectivo”, y tradicionalmente se le ha denominado el “alma” del hombre.
Y con este concepto adquieren sentido ciertas frases tradicionales, que decían que “el alma” era algo que había sido incorporado al hombre por Dios, para que el hombre pudiera dialogar con Dios, y Dios con él, o sea como una especie de “puente” hacia la “trascendencia”, sea esta lo que sea para cada uno..
Sería en resumen una especie de interfaz, humano-trascendencia, una especie de escalón que nos dirige hacia el nivel por encima del nuestro actual, que no necesariamente tiene por qué ser el último y definitivo.
Si intercambiamos el término “Dios”, por “inteligencias superiores”, o más abstractamente por “el Universo”, el Tao, u otro similar, la frase anterior tradicional, sigue siendo igual de válida.
Y el tercer nivel de evolución que el humano sufre, es el del nivel personal de evolución de la conciencia y la estructura mental de cada uno, en su camino hacia el proceso de despliegue y maduración individual.
Este proceso puede también asimilarse a la “construcción del Reino de Dios” de Jesús, y consiste en el descubrimiento del gran tesoro escondido, o de la perla supervaliosa, que está oculta en nuestro interior, y que merece todos los esfuerzos por desenterrar, y aprovecharla.
Gracias; y comparto de manera muy especial su último párrafo, porque es para mí, la esencia de mi vivir…con todas las fallas… que hay en esta personilla.
Gracias.
Hola Isidoro!
A mí me resultan interesantes tus intervenciones.
Interesantes y válidas.
Tratan de el SER HUMANO.
Lo que no tratan es de la VIDA HUMANA.
Pa’mí que todavía no te has enterado.
Amigo Oscar: Bien visto. Pero es que a mí no me da para todo. Y me refugio en el “O vamos a setas o vamos a Rolex”. De ahí mi carácter teorético.
Uno de mis déficits personales es el de la vida humana concreta. Yo he vivido muy poco, y la mayor parte de mi vida he estado en estado de semizombi, sin comprender nada, siempre funcionando con el piloto automático de supervivencia puesto, arrastrado por el estrés y la ansiedad.
Pero a cambio, esa escasez de vida, que en sí es claramente una pobreza, creo que me beneficia para el análisis teórico, pues me siento mucho menos contaminado por las cicatrices de la vida, que he procurado pasara por mí, sin romperme ni mancharme. Por decirlo así, soy un inocentón, estoy muy poco maleado, estoy casi a estrenar, y por eso me siento como un viejo con la mente de un niño, y con los saberes de un viejo.
Yo pienso que ayudar a la gente a vivir es muy importante, pero yo siempre he pensado, que los terapeutas, psicólogos, y confesores, tienen una responsabilidad tremenda, y yo nunca me vería capacitado para dar consejos de vida a nadie. ¡Si no puedo conmigo mismo, como voy a saber lo que le conviene a otro!.
Por supuesto no juzgo a los que lo hacen, porque es necesario que alguien lo haga, y porque quizás a ellos la vida les ha enseñado mucho, y seguro que no de forma gratuita: la vida enseña a palos.
Hola!
Sobre el SENTIDO HISTÓRICO
Esta Info puede (aunque solo sea un poquito), ilustrarlo:
-“Joe Ousalice fue miembro de la Marina británica y recibió una medalla por su trayectoria y buena conducta,
– pero se la confiscaron en 1993 cuando fue sometido a una corte marcial y dado de baja de la Royal Navy.
– ¿El motivo?
– Su bisexualidad.
– Después de un cuarto de siglo llegó el resarcimiento para el marino.
– A los 68 años tendrá de vuelta su medalla y las disculpas del Ministerio de Defensa de su país, ya que fue “tratado de una manera que no sería aceptable hoy”.
– Un vocero afirmó que:
– “nuestra política con respecto a los homosexuales en las fuerzas armadas fue incorrecta, discriminatoria e injusta para las personas involucradas”.
– Los gays no podían ser militares en el Reino Unido hasta el año 2000.”-
Amiga Isabel: Lo del mucho esfuerzo y muchos peligros de errar, en el proceso de maduración personal, es algo de lo que estoy muy convencido desde hace mucho tiempo.
Yo soy bastante monotemático. En estos temas relacionados con lo humano, (“nada de lo humano me es ajeno”), cada uno se ha formado su modelo teórico del “espécimen”, y luego para ser coherentes, los temas particulares, los razona en función de ese modelo. Por eso la ciencia y concretamente la psicología son tan determinantes.
En mi evolución cultural personal, que sigue aun muy activa, (no puedo asegurar lo que pensaré dentro de cinco años), el descubrimiento de “El hombre autorrealizado”, de Maslow, fue un hito, porque en ese librito vi que era un libro de espiritualidad totalmente laica.
Un día descubrí en él, (muchas veces tienes las cosas delante y no las “entiendes”), que todo eso de la santidad, de la ascética, de las tentaciones y pecados, y tantas categorías que llevamos embuchadas por nuestra infancia y adolescencia clericalizada, eran lo mismo que dice Maslow, pero en versión moderna y científica.
La psicología humanista es un cristianismo, sin caspa y sin esas adherencias espurias, humanas, (¡demasiado humanas!), que tanta alergia nos causan a algunos.
La psicología humanista, como todas las psicologías, son esfuerzos teóricos por encontrar un modelo lo más adecuado posible de la naturaleza humana, para poder luego facilitar así las labores terapéuticas necesarias o para realizar más eficazmente el proceso de maduración personal de cada uno.
Lo del modelo de la naturaleza humana, es de lo que trata el tochito de Ortega, (¿), que nos puso ayer, Oscar, y que intentaré comentar más tarde.
Respecto a lo del mucho esfuerzo del activismo feminista, de acuerdo. Pero aquí en Atrio, subyace desde siempre una pequeña controversia, entre el activismo y la teoría y la reflexión crítica. Estamos por una parte los “teóricos”, y están los “activistas”, y mutuamente nos soportamos cordialmente. Eso es como querer papá o a mamá. No son excluyentes, y se necesita una mezcla de ambas.
Porque el activismo sin reflexión crítica seria, lleva al sectarismo y a la brusquedad dialéctica, solo atemperada por la bonhomía personal reinante. Cuando a uno le preguntan el porqué de nuestras ideas y no las tenemos claras, repetimos el catecismo de moda, y si el escuchante nos insiste, nos ataca la tentación de contestar: “¡Porque es así y basta. Y si no lo ves así, es porque debes tener algo muy negro en tí!.
Ahora bien, la reflexión crítica en general, es difícil e incómoda. Exige mucha lectura y escritura, y debe partir de la sinceridad absoluta con nosotros mismos, y de la valentía vital, de estar dispuestos a aceptar lo que salga de nuestra búsqueda, aunque fuera lo contrario en todo o en parte de nuestras ideas iniciales, y seamos descalificados como listillos, soberbios, traidores, tránsfugas o veletas.
Y aceptar el riesgo a desviarnos y equivocarnos en el proceso. Total: muchos peligros y costes. Por eso, lo de la reflexión crítica, realmente es menos aceptado por muchos, que el seguidismo acrítico de las modas del momento.
(continuación y final 2/2)
4- EL “HOMBRE” NO TIENE “NATURALEZA”
Mal podía la razón físico-matemática, en su forma crasa de naturalismo o en su forma beatífica de espiritualismo, afrontar los problemas humanos. Por su misma constitución, no podía hacer más que buscar la naturaleza del hombre. Y, claro está, no la encontraba. Porque el hombre no tiene naturaleza. El hombre no es su cuerpo, que es una cosa; ni es su alma, psique, conciencia o espíritu, que es también una cosa. El hombre no es cosa ninguna, sino un drama —su vida, un puro y universal acontecimiento que acontece a cada cual y en que cada cual no es, a su vez, sino acontecimiento. Todas las cosas, sean las que fueren, son ya meras interpretaciones que se esfuerza en dar a lo que encuentra. El hombre no encuentra cosas, sino que las pone o supone. Lo que encuentra son puras dificultades y puras facilidades para existir. El existir mismo no le es dado «hecho» y regalado como a la piedra, sino que al encontrarse con que existe, al acontecerle existir, lo único que encuentra o le acontece es no tener más remedio que hacer algo para no dejar de existir. Esto muestra que el modo de ser de la vida ni siquiera como simple existencia es ser ya, puesto que lo único que nos es dado y que hay cuando hay vida humana es tener que hacérsela, cada cual la suya. La vida es un gerundio y no un participio: un faciendum y no un factum. La vida es quehacer. La vida, en efecto, da mucho que hacer. Cuando el médico, sorprendido de que Fontenelle cumpliese en plena salud sus cien años, le preguntaba qué sentía, el centenario respondió: Rien, rien du tout… Seulment une certaine difficulté d’être. Debemos generalizar y decir que la vida, no solo a los cien años, sino siempre, consiste en difficulté d’être. Su modo de ser es formalmente ser difícil, un ser que consiste en problemática tarea. Frente al ser suficiente de la sustancia o cosa, la vida es el ser indigente, el ente que lo único que tiene es, propiamente, menesteres. El astro, en cambio, va, dormido como un niño en su cuna, por el carril de su órbita.
En cada momento de mi vida se abren ante mí diversas posibilidades: puedo hacer esto o lo otro. Si hago esto, seré A en el instante próximo; si hago lo otro, seré B. En este instante puede el lector dejar de leerme o seguir leyéndome. Y, por escasa que sea la importancia de este ensayo, según que haga lo uno o lo otro, el lector será A o será B, habrá hecho de sí mismo un A o un B. El hombre es el ente que se hace a sí mismo, un ente que la ontología tradicional solo topaba precisamente cuando concluía y que renunciaba a entender: la causa sui. Con la diferencia de que la causa sui solo tenía que «esforzarse» en ser la causa de sí mismo, pero no en determinar qué sí mismo iba a causar. Tenía, desde luego, un sí mismo previamente fijado e invariable, consistente, por ejemplo, en infinitud.
Pero el hombre no solo tiene que hacerse a sí mismo, sino que lo más grave que tiene que hacer es determinar lo que va a ser. Es causa sui en segunda potencia. Por una coincidencia que no es casual, la doctrina del ser viviente solo encuentra en la tradición como conceptos aproximadamente utilizables los que intentó pensar la doctrina del ser divino. Si el lector ha resuelto ahora seguir leyéndome en el próximo instante será, en última instancia, porque hacer eso es lo que mejor concuerda con el programa general que para su vida ha adoptado, por tanto, con el hombre determinado que ha resuelto ser. Este programa vital es el yo de cada hombre, el cual ha elegido entre diversas posibilidades de ser que en cada instante se abren ante él.
Sobre estas posibilidades de ser importa decir lo siguiente:
1º.- Que tampoco me son regaladas, sino que tengo que inventármelas, sea originalmente, sea por recepción de los demás hombres incluso en el ámbito de mi vida. Invento proyectos de hacer y de ser en vista de las circunstancias. Eso es lo único que encuentro y que me es dado: la circunstancia. Yo no soy más que un ingrediente de esa realidad radical «mi vida», cuyo otro ingrediente es la circunstancia. Se olvida demasiado que el hombre es imposible sin imaginación, sin la capacidad de inventarse una figura de vida, de «idear» el personaje que va a ser. El hombre es novelista de sí mismo, original o plagiario. Recuérdese que los estoicos hablaban de una «imaginación de sí mismo».
2º.- Entre esas posibilidades tengo que elegir. Por tanto, soy libre. Pero, entiéndase bien, soy por fuerza libre, lo soy quiera o no. La libertad no es una actividad que ejercita un ente, el cual aparte y antes de ejercitarla, tiene ya un ser fijo. Ser libre quiere decir carecer de identidad constitutiva, no estar adscrito a un ser determinado, poder ser otro del que se era y no poder instalarse de una vez y para siempre en ningún ser determinado. Lo único que hay de ser fijo y estable en el ser libre es la constitutiva inestabilidad.
Para hablar, pues, del ser-hombre tenemos que elaborar un concepto no-eleático del ser, como se ha elaborado una geometría no-euclidiana. Ha llegado la hora de que la simiente de Heráclito dé su magna cosecha.
El hombre es una entidad infinitamente plástica de la que se puede hacer lo que se quiera. Precisamente porque ella no es de suyo nada, sino mera potencia para ser «como usted quiera». Repase en un minuto el lector todas las cosas que el hombre ha sido, es decir, que ha hecho de sí —desde el «salvaje» paleolítico hasta el joven surrealista de París. Yo no digo que en cualquier instante pueda hacer de sí cualquier cosa. En cada instante se abren ante él posibilidades limitadas —ya veremos por qué límites. Pero si se toma en vez de un instante todos los instantes, no se ve qué fronteras pueden ponerse a la plasticidad humana. De la hembra paleolítica han salido madame Pompadour y Lucila de Chateaubriand; del indígena brasileño que no puede contar arriba de cinco salieron Newton y Enrique Pomcaré. Y, estrechando las distancias temporales, recuérdese que en 1873 vive todavía el liberal Stuart Mill, y en 1903 el liberalísimo Herbert Spencer, y que en 1921 ya están ahí mandando Stalin y Mussolini.
Mientras tanto, el cuerpo y la psique del hombre, su naturaleza no ha experimentado cambio alguno importante al que quepa claramente atribuir aquellas efectivas mutaciones. Por el contrario, si ha acontecido el cambio «sustancial» de la realidad «vida humana» que supone pasar el hombre de creer que tiene que existir en un mundo compuesto solo de voluntades arbitrarias a creer que tiene que existir en un mundo donde hay «naturaleza», consistencias invariables, identidad, etc. La vida humana no es, por tanto, una entidad que cambia accidentalmente, sino, al revés, en ella la «sustancia» es precisamente cambio, lo cual quiere decir que no puede pensarse eleáticamente como sustancia. Como la vida es un «drama» que acontece y el «sujeto» a quien le acontece no es una «cosa» aparte y antes de su drama, sino que es función de él, quiere decirse que la «sustancia» sería su argumento. Pero si este varía, quiere decirse que la variación es «sustancial».
Siendo el ser de lo viviente un ser siempre distinto de sí mismo —en términos de la escuela, un ser metafísicamente y no solo físicamente móvil—, tendrá que ser pensado mediante conceptos que anulen su propia e inevitable identidad. Lo cual no es cosa tan tremebunda como a primera vista parece. Yo no puedo ahora rozar siquiera la cuestión. Solo, para no dejar la mente del lector flotando desorientada en el vacío, me permito recordarle que el pensamiento tiene mucha más capacidad de evitarse a sí mismo que se suele suponer. Es constitutivamente generoso: es el gran altruista. Es capaz de pensar lo más opuesto al pensar. Baste un ejemplo: hay conceptos que algunos denominan «ocasionales». Así el concepto «aquí», el concepto «yo», el concepto «este». Tales conceptos o significaciones tienen una identidad formal que les sirve precisamente para asegurar la no-identidad constitutiva de la materia por ellos significada o pensada. Todos los conceptos que quieran pensar la auténtica realidad —que es la vida,— tienen que ser en este sentido «ocasionales». Lo cual no es extraño, porque la vida es pura ocasión, y por eso el cardenal Cusano llama al hombre un Deus occasionatus, porque según él, el hombre, al ser libre, es creador como Dios, se entiende: es un ente creador de su propia entidad. Pero, a diferencia de Dios, su creación no es absoluta, sino limitada por la ocasión. Por tanto, literalmente, lo que yo oso afirmar: que el hombre se hace a sí mismo en vista de la circunstancia, que es un Dios de ocasión.
Todo concepto es una allgemeine Bedeutung (Husserl). Pero, mientras en los otros conceptos la generalidad consiste en que, al aplicarlos a un caso singular, debemos pensar siempre lo mismo que al aplicarlo a otro caso singular, en el concepto ocasional, la generalidad actúa invitándonos precisamente a no pensar nunca lo mismo cuando lo aplicamos. Ejemplo máximo, el propio concepto «vida» en el sentido de vida humana. Su significación qua significación, es, claro está, idéntica; pero lo que significa es no solo algo singular, sino algo único. La vida es la de cada cual.
Permítaseme, en gracia de la brevedad, que interrumpa aquí estas consideraciones y renuncie a salir al paso de las más obvias dificultades. [Por ejemplo: si dos vidas cuyos atributos fuesen los mismos y, por tanto, indiscernibles, no serían la misma vida. Dificultades de este tipo son producto de viejos hábitos intelectualistas, que impide la comprensión de hechos evidentes como el de la “clonación”.]
5- NUEVA REVELACIÓN: “LA VIDA HUMANA”
El hombre necesita una nueva revelación. Y hay revelación siempre que el hombre se siente en contacto con una realidad distinta de él. No importa cuál sea esta, con tal que nos parezca absolutamente realidad y no mera idea nuestra sobre una realidad, presunción e imaginación de ella.
La razón fue, en su hora, una revelación. La astronomía anterior a Kepler y Galileo era un mero juego de ideas, y cuando se creía en uno de los varios sistemas usados y en tal o cual modificación de esos sistemas, se trataba siempre de una pseudo-creencia. Se creía en una u otra teoría como tal teoría. Su contenido no era la realidad, sino solo una «salvación de las apariencias». La adhesión que un cierto razonamiento o combinación de ideas provoca en nosotros no va más allá de ellas. Suscitada por las ideas como tales, termina en estas. Se cree que aquellas ideas son, dentro del juego y orbe de las ideas, las mejor elaboradas, las más fuertes, las sutiles, pero no por eso se experimenta la impresión arrolladora de que en esas ideas aflora la realidad misma; por tanto, que esas ideas no son «ideas», sino poros que se abren en nosotros, por los cuales nos penetra algo ultramental, algo trascendente que, sin intermedio, late pavorosamente bajo nuestra mano.
Las ideas, pues, representan dos papeles muy distintos en la vida humana: unas veces son meras ideas. El hombre se da cuenta de que, a pesar de la sutileza y aun exactitud y rigor lógico de sus pensamientos, estos no son más que invenciones suyas; en última instancia, juego infrahumano y subjetivo, intrascendente. Entonces la idea es lo contrario de una revelación —es una invención. Pero otras veces la idea desaparece como tal idea y se convierte en un puro modo de patética presencia que una realidad absoluta elige. Entonces la idea no nos parece ni idea ni nuestra. Lo trascendente se nos descubre por si mismo, nos invade e inunda —y esto es la revelación.
Desde hace más de un siglo usamos el vocablo «razón», dándole un sentido cada día más degradado, hasta venir de hecho a significar el mero juego de ideas. Por eso aparece la fe como lo opuesto a la razón. Olvidamos que a la hora de su nacimiento en Grecia y de su renacimiento en el siglo xvi, la razón no era juego de ideas, sino radical y tremenda convicción de que en los pensamientos astronómicos se palpaba inequívocamente un orden absoluto del cosmos; que, a través de la razón física, la naturaleza cósmica disparaba dentro del hombre su formidable secreto trascendente. La razón era, pues, una fe. Por eso, y solo por eso —no por otros atributos y gracias peculiares—, pudo combatir con la fe religiosa hasta entonces vigente. Viceversa, se ha desconocido que la fe religiosa es también razón, porque se tenía de esta última una idea angosta y fortuita. Se pretendía que la razón era solo lo que se hacía en los laboratorios o el cabalismo de los matemáticos. La pretensión, contemplada desde hoy, resulta bastante ridícula y parece como una forma entre mil de provincialismo intelectual. La verdad es que lo específico de la fe religiosa se sostiene sobre una construcción tan conceptual como puede ser la didáctica o la física. Me parece en alto grado sorprendente que hasta la fecha no exista —al menos yo no la conozco— una exposición del cristianismo como puro sistema de ideas, pareja a la que puede hacerse del platonismo, del kantismo o del positivismo. Si existiese —y es bien fácil de hacer—, se vería su parentesco con todas las demás teorías como tales y no parecería la religión tan abruptamente separada de la ideología.
Todas las definiciones de la razón, que hacían consistir lo esencial de esta en ciertos modos particulares de operar con el intelecto, además de ser estrechas, la han esterilizado, amputándole o embotando su dimensión decisiva. Para mí es razón; en el verdadero y rigoroso sentido, toda acción intelectual que nos pone en contacto con la realidad, por medio de la cual topamos con lo trascendente. Lo demás no es sino… intelecto; mero juego casero y sin consecuencias, que primero divierte al hombre, luego le estraga y, por fin, le desespera y le hace despreciarse a sí mismo.
De aquí que sea preciso, en la situación actual de la humanidad, dejar atrás como fauna arcaica, los llamados «intelectuales» y orientarse de nuevo hacia los hombres de la razón, de la revelación.
El hombre necesita una nueva revelación. Porque se pierde dentro de su arbitraria e ilimitada cabalística interior cuando no puede contrastar ésta y disciplinarla en el choque con algo que sepa a auténtica e inexorable realidad. Ésta es el único verdadero pedagogo y gobernante del hombre. Sin su presencia inexorable y patética, ni hay en serio cultura, ni hay Estado, ni hay siquiera —y esto es lo más terrible— realidad en la propia vida personal. Cuando el hombre se queda o cree quedarse solo, sin otra realidad, distinta de sus ideas, que le limite crudamente, pierde la sensación de su propia realidad, se vuelve ante sí mismo entidad imaginaria, espectral, fantasmagórica. Sólo bajo la presión formidable de alguna trascendencia se hace nuestra persona compacta y sólida y se produce en nosotros una discriminación entre lo que, en efecto, somos y lo que meramente imaginamos ser.
Ahora bien; la razón física, por su propia evolución, por sus cambios y vicisitudes, ha llegado a un punto en que se reconoce a sí misma como mero intelecto, si bien como la forma superior de éste; hoy entrevemos que la física es combinación mental nada más. Los mismos físicos han descubierto el carácter meramente «simbólico», es decir, casero, inmanente, intrahumano, de su saber. Podrían producirse en la ciencia natural estas o las otras razones; podrá a la física de Einstein suceder otra; a la teoría de los quanta otras teorías; a la idea de la estructura electrónica de la materia, otras teorías; nadie espera que esas modificaciones y progresos brinquen nunca más allá de un horizonte simbólico. La física no nos pone en contacto con ninguna trascendencia. La llamada naturaleza, por lo menos lo que bajo este nombre escruta el físico, resulta ser un aparato de su propia fabricación que interpone entre la auténtica realidad y su persona. Y, correlativamente, el mundo físico aparece, no como realidad, sino como una gran máquina apta para que el hombre la maneje y aproveche. Lo que hoy queda de fe en la física se reduce a fe en sus utilizaciones. Lo que tiene de real —de no mera idea— es solo lo que tiene de útil. Por eso se ha perdido miedo a la física, y con el miedo, respeto, y con el respeto, entusiasmo.
Pero, entonces, ¿de dónde puede venirnos esa nueva revelación que el hombre necesita?
Toda desilusión, al quitar al hombre la fe en una realidad, a la cual estaba puesto, hace que pase a primer plano y se descubra la realidad de lo que le queda y en la que no había reparado. Así, la pérdida de la fe en Dios deja al hombre solo con su naturaleza, con lo que tiene. De esta naturaleza forma parte el intelecto, y el hombre, obligado a atenerse a él, se forja la fe en la razón físico-matemática. Ahora; perdida también —en la forma descrita— la fe en esa razón, se ve el hombre forzado a hacer pie en lo único que le queda, y que es su desilusionado vivir. He aquí por qué en nuestros días comienza a descubrirse la gran realidad de la vida como tal, de que el intelecto no es más que una simple función y que posee, en consecuencia, un carácter de realidad más radical que todos los mundos construidos por el intelecto. Nos encontramos, pues, en una disposición que podía denominarse «cartesianismo de la vida» y no de la cogitatio.
El hombre se pregunta: ¿qué es esta única cosa que me queda, mi vivir, mi desilusionado vivir? ¿Cómo ha llegado a no ser sino esto? Y la respuesta es el descubrimiento de la trayectoria humana, de la serie dialéctica de sus experiencias, que, repito, pudo ser otra, pero ha sido la que ha sido y que es preciso conocer porque ella es… la realidad trascendente. El hombre enajenado de sí mismo se encuentra consigo mismo como realidad, como historia. Y, por vez primera, se ve obligado a ocuparse de su pasado, no por curiosidad ni para encontrar ejemplos normativos, sino porque no tiene otra cosa. No se han hecho en serio las cosas sino cuando de verdad han hecho falta. Por eso es la sazón, esta hora presente, de que la historia se instaure como razón histórica.
Hasta ahora, la historia era lo contrario de la razón. En Grecia, los términos razón e historia eran contrapuestos. Y es que hasta ahora, en efecto, apenas se ha ocupado nadie de buscar en la historia su sustancia racional. El que más, ha querido llevar a ella una razón forastera, como Hegel, que inyecta en la historia el formalismo de su lógica, o Buckle, la razón fisiológica y física. Mi propósito es estrictamente inverso. Se trata de encontrar en la historia misma su original y autóctona razón. Por eso ha de entenderse en todo su rigor la expresión «razón histórica». No una razón extra-histórica que parece cumplirse en la historia, sino literalmente, lo que al hombre le ha pasado, constituyendo la sustantiva razón, la revelación de una realidad trascendente a las teorías del hombre y que es él mismo por debajo de sus teorías.
Hasta ahora, lo que había de razón no era histórico, y lo que había de histórico no era racional.
La razón histórica es, pues, ratio, logos, rigoroso concepto. Conviene que sobre esto no se suscite la menor duda. Al oponerla a la razón físico-matemática no se trata de conceder permisos de irracionalismo. Al contrario, la razón histórica es aún más racional que la física, más rigorosa, más exigente que esta. La física renuncia a entender aquello de que ella habla. Es más: hace de esta ascética renuncia su método formal, y llega, por lo mismo, a dar al término entender un sentido paradójico de que protestaba ya Sócrates cuando, en el Fedón, nos refiere su educación intelectual, y tras Sócrates todos los filósofos hasta fines del siglo xvii, fecha en que se establece el racionalismo empirista. Entendemos de la física la operación de análisis que ejecuta al reducir los hechos complejos a un repertorio de hechos más simples. Pero estos hechos elementales y básicos de la física son ininteligibles. El choque es perfectamente opaco a la intelección. Y es inevitable que sea así, puesto que es un hecho. La razón histórica, en cambio no acepta nada como mero hecho, sino que fluidifica todo hecho en el fieri de que proviene: ve cómo se hace el hecho. No cree aclarar los fenómenos humanos reduciéndolos a un repertorio de instintos y «facultades» —que serían, en efecto, hechos brutos, como el choque y la atracción—, sino que muestra lo que el hombre hace con esos instintos y facultades, e inclusive nos declara cómo han venido a ser esos «hechos» —los instintos y las facultades—, que no son, claro está, más que ideas —interpretaciones— que el hombre ha fabricado en una cierta coyuntura de su vivir.
En 1844 escribía Auguste Comte (Discours sur l’esprít positif, Ed. Schleicher, 73): «On peut assurer aujourd’hui que la doctrine qui aura suffisamment expliqué l’ensemble du passé obtiendra inévitablement, par suite de cette seule épreuve, la présidence mentale de l’avenir». [“Hoy se puede asegurar que la doctrina que haya explicado suficientemente el pasado, logrará inevitablemente, por este solo hecho, la primacía del porvenir.”]
1- VIDA HUMANA Y CREENCIA
La vida humana es una realidad extraña, de la cual lo primero que conviene decir es que es la realidad radical, en el sentido de que a ella tenemos que referir todas las demás, ya que las demás realidades, efectivas o presuntas, tienen de uno u otro modo que aparecer en ella.
La nota más trivial, pero a la vez la más importante de la vida humana, es que el hombre no tiene otro remedio que estar haciendo algo para sostenerse en la existencia. La vida nos es dada, puesto que no nos la damos a nosotros mismos, sino que nos encontramos en ella de pronto y sin saber cómo. Pero la vida que nos es dada no nos es dada hecha, sino que necesitamos hacérnosla nosotros, cada cual la suya. La vida es quehacer. Y lo más grave de estos quehaceres en que la vida consiste no es que sea preciso hacerlos, sino, en cierto modo, lo contrario —quiero decir que nos encontramos siempre forzados a hacer algo, pero no nos encontramos nunca estrictamente forzados a hacer algo determinado, que no nos es impuesto este o el otro quehacer, como le es impuesta al astro su trayectoria o a la piedra su gravitación. Antes que hacer algo, tiene cada hombre que decidir, por su cuenta y riesgo, lo que va a hacer. Pero esta decisión es imposible si el hombre no posee algunas convicciones sobre lo que son las cosas en su derredor, los otros hombres, él mismo. Solo en vista de ellas puede preferir una acción a otra, puede, en suma, vivir.
De aquí que el hombre tenga que estar siempre en alguna creencia y que la estructura de su vida dependa primordialmente de las creencias en que este y que los cambios más decisivos en la humanidad sean los cambios de creencias, la intensificación o debilitación de las creencias. El diagnóstico de una existencia humana —de un hombre, de un pueblo, de una época— tiene que comenzar filiando el repertorio de sus convicciones. Son estas el suelo de nuestra vida. Por eso se dice que en ellas el hombre está. Las creencias son lo que verdaderamente constituye el estado del hombre. Las he llamado «repertorio» para indicar que la pluralidad de creencias en que un hombre, un pueblo o una época está, no posee nunca una articulación plenamente lógica, es decir, que no forma un sistema de ideas, como lo es o aspira a serlo, por ejemplo, una filosofía. Las creencias que coexisten en una vida humana, que la sostienen, impulsan y dirigen, son a veces, incongruentes, contradictorias o, por lo menos, inconexas. Nótese que todas estas calificaciones afectan a las creencias por lo que tienen de ideas. Pero es un error definir la creencia como idea. La idea agota su papel y consistencia con ser pensada, y un hombre puede pensar cuanto se le antoje, y aun muchas cosas contra su antojo. En la mente surgen espontáneamente pensamientos sin nuestra voluntad ni deliberación y sin que produzcan efecto alguno en nuestro comportamiento. La creencia no es, sin más, la idea que se piensa, sino aquella en que, además se cree. Y el creer no es ya una operación del mecanismo «intelectual», sino que es una función del viviente como tal, la función de orientar su conducta, su quehacer.
Hecha esta advertencia, puedo retirar la expresión antes usada y decir que las creencias, mero repertorio incongruente en cuanto son solo ideas, forman siempre un sistema en cuanto efectivas creencias, o, lo que es igual, que inarticuladas desde el punto de vista lógico o propiamente intelectual, tienen siempre una articulación vital, funcionan como creencias apoyándose unas en otras, integrándose y combinándose. En suma, que se dan siempre como miembros de un organismo, de una estructura. Esto hace, entre otras cosas, que posean siempre una arquitectura y actúen en jerarquía. Hay en toda vida humana creencias básicas, fundamentales, radicales, y hay otras derivadas de aquellas, sustentadas sobre aquellas y secundarias. Esta indicación no puede ser más trivial, pero yo no tengo la culpa de que, aun siendo trivial, sea de la mayor importancia.
Pues si las creencias de que se vive careciesen de estructura, siendo como son en cada vida innumerables, constituirían una pululación indócil a todo orden y, por lo mismo, ininteligible. Es decir, que sería imposible el conocimiento de la vida humana.
El hecho de que, por el contrario, aparezcan en estructura y con jerarquía permite descubrir su orden secreto y, por tanto, entender la vida propia y la ajena, la de hoy y la de otro tiempo.
Así podemos decir ahora: el diagnóstico de una existencia humana —de un hombre, de un pueblo, de una época— tiene que comenzar filiando el sistema de sus convicciones, y para ello, antes que nada, fijando su creencia fundamental, la decisiva, la que porta y vivifica todas las demás.
Ahora bien; para fijar el estado de las creencias en un cierto momento, no hay más método que el de comparar este con otro u otros. Cuanto mayor sea el número de los términos de comparación, más preciso será el resultado —otra advertencia banal, cuyas consecuencias de alto bordo emergerán súbitamente al cabo de esta meditación.
2- CREENCIA SOCIAL
Las creencias constituyen el estrato básico, el más profundo de la arquitectura de nuestra vida. Vivimos de ellas y, por lo mismo, no solemos pensar en ellas. Pensamos en lo que nos es más o menos cuestión. Por eso decimos que tenemos estas o las otras ideas; pero nuestras creencias, más que tenerlas, las somos. [Porque son ellas quienes “nos tienen”, es decir, “nos sostienen”]
Cabe simbolizar la vida de cada hombre como un Banco. Este vive a crédito de un encaje oro que no suele verse, que yace en lo profundo de cajas metálicas ocultas en los sótanos de un edificio. La más elemental cautela invita a revisar de cuando en cuando el estado efectivo de esas garantías —diríamos de esas creencias, base de crédito.
Hoy es urgente hacer esto con la fe en la razón de que tradicionalmente —en una tradición de casi dos siglos— vive el europeo. Puede decirse que hasta hace veinte años el estado de esa creencia no se había modificado en su figura general, pero que de hace veinte años a la fecha presente ha sufrido un cambio gravísimo. Innumerables hechos sobremanera notorios y que fuera deprimente enunciar una vez más, lo muestran.
No será necesario advertir que al hablar de la fe tradicional en la razón y de su actual modificación no me refiero a lo que acontece en este o el otro individuo como tal. Aparte de lo que crean los individuos como tales, es decir, cada uno por sí y por propia cuenta, hay siempre un estado colectivo de creencia. Esta fe social puede coincidir o no con la que tal o cual individuo siente. Lo decisivo en este asunto es que, cualquiera sea la creencia de cada uno de nosotros, encontramos ante nosotros constituida, establecida colectivamente, una vigencia social, en suma, un estado de fe.
La fe en la ciencia a que me refiero no era solo y primero una opinión individual, sino, al revés, una opinión colectiva, y cuando algo es opinión colectiva o social es una realidad independiente de los individuos, que está fuera de estos como las piedras del paisaje, y con la cual los individuos tienen que contar, quieran o no. Nuestra opinión personal podrá ser contraria a la opinión social, pero ello no sustrae a ésta quilate alguno de realidad. Lo especifico, lo constitutivo de la opinión colectiva es que su existencia no depende de que sea o no aceptada por un individuo determinado. Desde la perspectiva de cada vida individual aparece la creencia pública como si fuera una cosa física. La realidad, por decirlo así, tangible de la creencia colectiva, no consiste en que yo o tú la aceptemos, sino, al contrario, es ella quien, con nuestro beneplácito o sin él, nos impone su realidad y nos obliga a contar con ella. A este carácter de la fe social doy el nombre de vigencia. Se dice de una ley que es vigente cuando sus efectos no dependen de que yo la reconozca, sino que actúa y opera prescindiendo de mi adhesión. Pues lo mismo la creencia colectiva, para existir y gravitar sobre mí y acaso aplastarme, no necesita de que yo, individuo determinado, crea en ella. Si ahora acordamos, para entendernos bien, llamar «dogma social» al contenido de una creencia colectiva, estamos listos para poder continuar nuestra meditación.
3- ESA “COSA”: “LA NATURALEZA”
La naturaleza es una cosa, una gran cosa, que se compone de muchas cosas menores. Ahora bien: cualesquiera que sean las diferencias entre las cosas, tienen todas ellas un carácter radical común, el cual consiste simplemente en que las cosas son, tienen un ser. Y esto significa no solo que existen, que las hay, que están ahí, sino que poseen una estructura o consistencia fija y dada. Cuando hay una piedra hay ya, está ahí, lo que la piedra es. Todos sus cambios y mudanzas serán, por los siglos de los siglos, combinaciones regladas de su consistencia fundamental. La piedra no será nunca nada nuevo y distinto. Esta consistencia fija y dada de una vez para siempre es lo que solemos entender cuando hablamos del ser de una cosa. Otro nombre para expresar lo mismo es la palabra naturaleza. Y la faena de la ciencia natural consiste en descubrir bajo las nubladas apariencias esa naturaleza o textura permanente.
Cuando la razón naturalista se ocupa del hombre, busca, consecuente consigo misma, poner al descubierto su naturaleza. Repara en que el hombre tiene cuerpo —que es una cosa— y se apresura a extender a él la física, y, como ese cuerpo es además un organismo, lo entrega a la biología. Nota asimismo que en el hombre, como en el animal, funciona cierto mecanismo incorporal o confusamente adscrito al cuerpo, el mecanismo psíquico, que es también una cosa, y encarga de su estudio a la psicología, que es ciencia natural. Pero el caso es que así llevamos trescientos años, y que todos los estudios naturalistas sobre el cuerpo y el alma del hombre no han servido para aclararnos nada de lo que sentimos como más estrictamente humano, eso que llamamos cada cual su vida y cuyo entrecruzamiento forma las sociedades que, perviviendo, integran el destino humano. El prodigio que la ciencia natural representa como conocimiento de cosas contrasta brutalmente con el fracaso de esa ciencia natural ante lo propiamente humano. Lo humano se escapa a la razón físico-matemática como el agua por una canastilla.
Y aquí tienen ustedes el motivo por el cual la fe en la razón ha entrado en deplorable decadencia. El hombre no puede esperar más. Necesita que la ciencia le aclare los problemas humanos. Está ya, en el fondo, un poco cansado de astros y de reacciones nerviosas y de átomos. Las primeras generaciones racionalistas creyeron con su ciencia física poder aclarar el destino humano. Descartes mismo escribió ya un Tratado del hombre. Pero hoy sabemos que todos los portentos, en principio inagotables, de las ciencias naturales se detendrán siempre ante la extraña realidad que es la vida humana, ¿Por qué? Si todas las cosas han rendido grandes porciones de su secreto a la razón física, ¿por qué se resiste esta sola denodadamente? La causa tiene que ser profunda y radical; tal vez, nada menos que esto: que el hombre no es una cosa, que es falso hablar de la naturaleza humana, que el hombre no tiene naturaleza. Yo comprendo que oír esto ponga los pelos de punta a cualquier físico, ya que significa, con otras palabras, declarar de raíz a la física incompetente para hablar del hombre. Pero que no se hagan ilusiones con más o menos claridad de conciencia, sospechando o no que hay otro modo de conocimiento, otra razón capaz de hablar sobre el hombre -la convicción de esa incompetencia es hoy un hecho de primera magnitud en el horizonte europeo. Podrán los físicos sentir ante él enojo o dolor —aunque ambos sean en este caso un poco pueriles—, pero esa convicción es el precipitado histórico de trescientos años de fracaso.
La vida humana, por lo visto, no es una cosa, no tiene una naturaleza, y, en consecuencia, es preciso resolverse a pensarla con categorías, con conceptos radicalmente distintos de los que nos aclaran los fenómenos de la materia. La empresa es difícil, porque, desde hace tres siglos, el fisicismo nos ha habituado a dejar a nuestra espalda, como entidad sin importancia ni realidad, precisamente esa extraña realidad que es la vida humana. Y así, mientras los naturalistas vacan, beatamente absortos, a sus menesteres profesionales, le ha venido en gana a esa extraña realidad de cambiar el cuadrante, y al entusiasmo por la ciencia ha sucedido tibieza, despego, ¿quién sabe si, mañana, franca hostilidad?
(sigue en 2/2)
Carmen: Mi verso es como una versión de aquellas palabraas de Jesús: “No está hecho el hombre paa el sábado, sino el sábado para el hombre”. Sería como decir que las leyes no son leyes cuando esclavizan al hombre y la privan de su derecho a ser feliz. Digo yo…
Y yo también.
Este tema de la ideología de género, es una parte más del controvertido tema de la naturaleza humana. Hay quien incluso niega la existencia de una naturaleza humana objetivable y describible. Dentro del campo de la ciencia, (y sobre todo en las ciencias humanas), hay multitud de opiniones diferentes, que divergen entre sí, aunque se respetan como opiniones diferentes.
Ahora bien, cuando estos temas se sacan del ámbito de la ciencia y entran en el campo de la política y la moral, la cosa cambia mucho. Aquí las divergencias se multiplican por mil, porque no se necesita argumentar con la realidad constatable, (experimentos psicológicos, avances neurológicos, etc.), y cada uno opina lo que quiere, muchas veces repitiendo el catecismo de moda, y ¡cuidadito con no estar de acuerdo conmigo, que entonces me cabreo!.
Pero volvamos a la ciencia. En esto de la naturaleza humana, como dice el psicólogo Pablo Malo en su blog, “una cosa es “lo que es” y otra “lo que debe ser”, aunque hay puntos de contacto entre ambas.
En este conflicto entre lo que es y lo que debe ser hay dos errores clásicos, dos falacias:
-falacia naturalista: consiste en creer que “lo que es” es lo que “debe ser”, es decir, que lo que existe, o lo que ha llegado a ser como resultado de la selección natural y de la evolución, es lo que debe ser, que no hay que cambiarlo.
Esto es un error porque confiere a la selección natural, o a la realidad, una autoridad moral que no le corresponde. Se basa en imponer el “es” sobre lo que “debe ser”.
–falacia moralista: consiste en creer que lo que “debe ser”, es. Consiste en imponer el “debe ser” sobre el “es”. Por ejemplo, como consideramos que hombres y mujeres tienen los mismos derechos legales y morales pues concluimos que no hay diferencias biológicas o psicológicas entre ellos.
Defender esta postura sería volver a los tiempos en los que la autoridad religiosa o moral dictaba lo que la ciencia podía o no estudiar y podía o no decir, a los tiempos de Galileo, por ejemplo. No es otra cosa que colocar la ideología por encima de la realidad”.
En el tema del “origen” del género en el ser humano, sigue dándose la controversia entre cultura o instinto. Ana dice: “siempre he dicho que el sexo es lo biológico con el que nacemos, y que el género es el rol social que se nos adjudica: a los hombres la fuerza, el poder la autoridad, la vida pública y remunerada, la capacidad para hacer todas las leyes civiles y religiosas, decir lo que es moral o inmoral, lo que se debe y lo que no se debe hacer, etc.”
Isabel es más intermedia cuando dice: “los comportamientos de género son meramente culturales y sin negar que haya una parte genética en nuestros gustos, las personas elegimos”.
Todas las especies animales, disponen en su naturaleza unos programas neurológicos comportamentales, de origen genético, en el que se establece claramente el comportamiento social de machos y hembras. Y no todas las especies van en la misma línea: unos son más “patriarcalistas”, y otros no. Aunque el dimorfismo sexual, (la diferencia de tamaño medio entre machos y hembras, y las diferencias hormonales), influyen mucho.
El ser humano como todos los animales, tenemos ese componente genético-neurológico preestablecido, en forma de toda una biblioteca de sistemas neurológicos comportamentales autónomos, (el inconsciente colectivo de Jung), que es el núcleo fundamental de la naturaleza humana, (el “alma” humana).
Pero para no caer en la falacia naturalista, debemos admitir, que en esa naturaleza preestablecida, está también, un motor y una guía hacia el despliegue y desarrollo pleno de la auténtica naturaleza humana perfecta, (el arquetipo-modelo del hombre sabio-autorrealizado de Maslow), que nos acercará a humanos “perfectos”.
Y en ese proceso de autorrealización, el respeto y la simpatía general por todos los humanos, es el caldo de cultivo básico y esencial en que se desarrollará.
Y este proceso de metamorfosis, hacia el ideal humano, (maduración), lo debemos realizar con las circunstancias genéticas-neurológicas, que nos haya tocado a cada uno, dentro de ese proceso de desarrollo fisiológico y neurológico particular de cada uno.
Saludos cordiales a todos/as, y sed misericordiosos conmigo. Gracias.
Lo somos, Isidoro, sin dificultad. Y muchas gracias a ti. Un abrazo atriero cordial.
¡Gracias por tanto como nos aporta, gracias desde el corazón!
Hola Isidoro!
dices:
-“Pero para no caer en la falacia naturalista, debemos admitir, que en esa naturaleza preestablecida, está también, un motor y una guía hacia el despliegue y desarrollo pleno de la auténtica naturaleza humana perfecta, (el arquetipo-modelo del hombre sabio-autorrealizado de Maslow), que nos acercará a humanos “perfectos”.-
Me parece que tu FALACIA NATURALISTA
esconde una “FALACIA HISTÓRICA”
https://www.slavevoyages.org/voyage/database#timelapse
Pues, fíjese, puesto a ideal humano me quedo con el poema If.
Claro que ahí habla de ser hombre. Pero cuando lo leí , con menos de veinte años pensé: a ver si consigo parecerme a un hombre. Desde luego en lo de conservar la cabeza tranquila, pues no, pero en otras cosas , pues un poquito si. La verdad es que la perfección me asusta.
Y si. La evolución ha sido la que ha sido. Podría haber sido otra? Sin duda. Pero esta es la realidad. Los innumerables factores se han combinado de tal manera que aquí tenemos el resultado. Pero que ha sido la que ha sido, pues diría que es innegable. Y seguiremos evolucionado. Nosotros y todos los seres vivos del planeta.
Que contamos con “un motor y una guía hacia el despliegue y desarrollo pleno de la auténtica naturaleza humana perfecta… “ como creencia no está mal. Sin embargo parece que quiere decir que ser “humanos perfectos” se pueda conseguir de forma automática en el propio desarrollo de la evolución y no es así. Contamos con la posibilidad de serlo pero dependerá de cómo lo trabajemos. Concretamente en el tema que hablamos, si las mujeres han conseguido mejoras en sus derechos y en el comportamiento masculino, no es algo que haya caído del cielo ni que haya aparecido al crecer en el simple devenir del tiempo, se ha conseguido a fuerza de muchos sacrificios, luchas y sangre incluso.
Saludos, Isidoro.
En este sitio la misericordia se nos supone, ¿no? Incluso con las que somos algo bruscas. Qué va a hacer una si le faltan “esencias” de mujer!!
Perdona Isabel. Soy bastante bruta pero eso no me quita un solo gramo de esencia de mujer.
A ti tampoco.
La esencia es la esencia. Otra cosa son los perfumes baratos.
Un abrazo
Carmen, llena de gracia: ¿Me permites dedicarte este verso de hace años?
SOFI Y SAFO DE LESBOS
Ultimamente Sofi/ Ultimamente Sofi ya no se suiida/ Ultimamente reclama su derecho al sexo/
Ultimamente está Cupido/ Muchísimo más ciego y loco/ Ultimamente las mujeres de los marineros
C on el mar de por medio meses y años/ Se van con Apolo y con Safo
Ah, Soofi, ¿qué será dee tu exmarido/ Pescando en lejanos océanos?
Por qué fatalidad ha sucedido/ Que una flecha al azar del ciego arquero niño
Te prendió de tu Safo en el hechizo?
Y tú, Safo de Lesbos, camarera/ Pluriempleada en mil trabajos mal pagados
Por horas en bares y restaurantes/ Una vez te miré de frente, un vino me serviste
Y una mirada dulce y triste/ Y una sonrisa humilde, fresca, agrdecida
Sonrisa de sentirse comprendida/ Safo, amante y doliente, segura de ti misma
Celosa de tu libertad para entregarte al ser amado
.Que Dopos te salve, Safo, la llena de gracia/ ¿Sabes, Safo? Yo tengo para mí
Que el Señor Dios también está contigo/ Que bendita tú eres entre todas las mujeres
Safo, si alguna vez rezases/ Pídele a Dios que todos los humanos
Vivan en paz su amor/ Aquel que libremente hubiesen elegido.
Bueno, si no te gusta, bórralo, y perdóname…Todo esto les ocurrió a unos amigos. El pescaba en las costas de Somalia…
Me ha hecho llorar. Pero solo un poquito.
Gracias.
Un abrazo fuerte
Veo que son muchos los comentarios que habéis hecho a este post y al artículo de Cañizares. A mí este asunto de Cañizares me duele especialmente. Reaccioné a esta última provocación pesando que había que contestarle con dureza. defendiendo a los muchos católicos que en eta diócesis soñamos y luchamos por un gobierno progresista de coalición. Me recomendaron que la polémica es lo que más le gusta, sentirse víctima de ataques por defender la verdad inmutable.
Isabel, allá abajo, ha recordado unas palabras mías sobre el mismo tema. No me sonaban, pero me han hecho buscar lo que escribí hace tres años y medio en una ocasión parecida.
Gracias, Isabel, por haber recogido esas palabras mías que se encuentran en este artículo escrito en ATRIO que puede encontrar el que quiera en este enlace: https://www.atrio.org/2016/06/13171/
Y al ir repasando entradas de aquel mes de junio de 2016, ¡cuántas cosas buenas quedan abiertas en esta caja de sorpresas que es la memoria de ATRIO!
Antes decía que cuando me jubilara me gustaría poder tener tiempo para leer muchos libros que tenía y no había leído. Ahora pienso que cuando me haga mayor y me jubile de verdad me gustará tener tiempo para revisitar estos casi veinte años de Atrio y sacar algunas perlas que hay por ahí, en la columna central, en comentarios (¿os acordáis de Gabriel Sánchez y de Antonio Vicedo?) y en los cursos-taller…
Os invito a hacerlo y ir sacando esas “piedras preciosas”…
No hay motivo para dar las gracias. Siempre un placer leerle.
Desde esta mañana, y ya ha anochecido, estoy pensando en ese pequeño debate que has tenido con Luisa ayer a propósito de si el no entender a María Luisa será por rigidez mental. A mí me pasa lo mismo. No entiendo la frase “el ser de nuestra existencia es una actualización de la realidad que somos”. Presiento que debe decir algo de lo que dice Légaut: “somos seres efímeros en devenir constante con misión única de llegar a ser lo que de forma irrepetible podemos llegar a ser cada uno”.
Pero lo que hoy he pensado ha sido por qué, rodeado de zubirianos (o habiendo sido discípulo de Lónergan) no he podido acabar nunca los últimos libros de Zubiri sobre la inteligencia sentiente ni el “Insight” de Lonergan, que sigue haciendo furor en otras partes. ¿Será porque no soy capaz de tanta abstracción o porque no me sirve esa metafilosofía para entender mi (la) vida? En cambio, a pesar de su no fácil lenguaje, Marcel Légaut me captó desde el principio al fin y no he podido dejarlo. Pero sobre todo esto -lo prometo y espero cumplirlo- escribiré una entrada.
Si queréis podéis ir adelantando vuestras experiencia y reflexiones. Hoy por ejemplo, intentando desentrañar qué significa “realidad” he ido a la enciclopedia denostada por los académicos que siempre ayuda y me he encontrado un artículo muy interesante: https://es.wikipedia.org/wiki/Realidad
Como una tiene cero de académica el artículo es demasiado para mí y sin duda si tú lo dices será interesante aunque sea de la wiki. Volveré a intentarlo en otra ocasión, sucede además que ahora estoy muy involucrada en una realidad bien palpable con implicaciones sociales, como he tratado de exponer.
En otros debates que ha habido donde María Luisa ha hablado de inteligencia sentiente y aprehender respecto a Dios no solo la he entendido, me ha llegado profundamente podría decir que hasta la emoción al entenderla. Traspasado aquí no, quizá una de las razones sea la que apuntas, que no me sirve para entender mi vida.
Varias cosas, Isabel, tu idea de proyecto es distinta de la que aquí se habla. No se trata de adherirnos a ningún proyecto y menos que tuviéramos que desarrollarlo, sino de estar abiertos al carácter proyectivo de la realidad que se nos manifiesta en perspectiva de realización. Pienso que la palabra no es desarrollar sino devenir.
Por otro lado, naturalmente que las personas somos seres sexuados y precisamente lo somos, como dices, por tener cuerpo, pero nuestra corporalidad trasciende a la dimensión biológica. Y es por esto que hay personas que no es que nieguen el cuerpo que tienen sino que lo determinan haciéndolo suyo, lo hacen suyo. Es decir, no es una determinación extrínseca sino propia. Para que me entiendas, se trata de otra modalidad de aquella diferencia que tantas veces nos ha salido al paso en torno al tener y ser.
Un saludo afectuoso
Pues vamos a ser dos!! Me refiero a eso de la pesadez, de la insistencia. Sin embargo, me voy a tomar la licencia de insistir otra vez, ya que en ningún otro tema mejor que este, puede entenderse la importancia de aplicar lo que tantas veces, con tan poca empatía – todo hay que decirlo – vengo repitiendo que el ser, el ser de nuestra existencia es una actualización de la realidad que somos.
La rectificación de Antonio Rejas lo expone con gran claridad.
No te entiendo. Debe ser cosa de la “rigidez mental”.
A lo mejor SÍ!
Mi pregunta era retórica. Tu respuesta la que corresponde a una persona excluyente que busca imponer su discurso. Nada que me extrañe.
Hola Isabel, ¿a que pregunta te refieres? Tú das por sentado que no me entiendes ¿no es así? Y luego deduces de ello que debe ser cosa de “rigidez mental”, a lo que respondo que a lo mejor sí. No veo aquí otra cosa que un tipo de prejuicio un tanto desalentador que poco beneficia a este gran Foro.
Sobra que añada a esto que mis comentarios los he dirijido siempre y sólo a la REFLEXION nunca a la imposición. Que alguien insista en alguna idea no quiere decir que la quiera imponer sino que, en defensa de su importancia, la expone como elemento fundamental de la discusión dialéctica que, en aquel momento, se esté llevando a cabo. Y si tu deseo era una explicación más amplia sin ironías podías muy bien exponerlo.
Si las admites te ofrezco unas breves pinceladas. Repasa mi comentario y verás que lo poco que digo lo sustento en lo acertado del de Antonio Rejas en su rectificación, pero además también por la idea de PROYECTO concepto relevante para mí, en el artículo.
Con el permiso, pues, de A. Rejas subrayo su frase: (…) quiero decir que la ideología de género establece en el ser humano el sexo biológico (cuerpo con el que se nace), la identidad de género (identidad que siente la persona y que puede coincidir o no con el sexo biológico) y el rol de género (rol social de hombre o mujer)
Compara estas dos expresiones “ser humano” “realidad humana” de las dos cual te parece que está más abierta como proyecto, es decir, como un proceso abierto a su propia realización?
En la primera expresión “ser humano” la partícula ser es ambigua ya que tanto sirve para formarnos juicios de algo como para en este caso establecer que el ser humano es así y punto. Con lo cual significa que está cerrado a ese proyecto existencial que, como dice el autor, camina hacia metas insospechadas que es a lo que correspondería según mi opinión, hablar pura y sencillamente de realidad humana que, como dice el autor, en obertura camina hacia metas insospechadas.
Parece que al final, al copiar del borrador, la selección me ha fallado, pero creo que se entiende, disculpas!
Que “la ideología de género establece en el ser humano el sexo biológico” es falso por mucho que Butler haya popularizado la idea de que el sexo se construye. Si las mujeres gestan y los hombres eyaculan no es a causa de alguna normativa ideológica, como no sea el famoso castigo divino, que no creo.
Que la humanidad está abierta a proyectos insospechados, puede ser. Que esos proyectos por el hecho de desarrollarse vayan a ser positivos para la humanidad ya es otro cantar, dependerá de qué es eso que desarrollemos y cómo. Para adherirme a un proyecto tengo que saber cuáles son sus objetivos y en este caso, si estar abierta a la realización humana lleva aparejada la negación de la realidad objetiva del cuerpo no me interesa. No me interesa porque las personas somos seres sexuados, nacemos con un sexo y es por tener sexo por lo que las mujeres y las niñas sufren opresiones. Negar la realidad del cuerpo, decir que no hay hombre ni mujer, que todo es lo mismo, es un grave obstáculo al proyecto feminista que tiene como objetivo acabar con las discriminaciones que sufren las mujeres por serlo. Ese es el proyecto que me interesa y mal se podrá llevar a cabo si se niega el sujeto mismo político al que se dirige, la mujer, si mujer es cualquiera que dice así sentirlo sin más.
Bueno, parece que vamos aclarando nuestras ideas entre sexo y género, aunque haya grupos por ahí que no lo entiendan, fruto de su rigidez mental y su falta de empatía con el otro o la otra.
Lo que no acabo de entender es otra cosa mucho más sencilla como es el machismo, porque sólo hay un argumento de lo más básico que no necesita ni de ciencia, ni de biología ni siquiatría, es decir, ¿tan difícil es entender que los seres humanos somos iguales en derechos, dentro de la diversidad sexual? Parece que callándonos, se va a arreglar el problema solo, y no parece que sea así. Llevamos 55 mujeres asesinadas por sus hombres, los que se creían dueños de ellas en todos los sentidos, hasta poder disponer de su vida y de su muerte. Siguen, las denuncias, siguen las violaciones, las mujeres seguimos con nuestros miedos por la cantidad de machistas sueltos que andan por ahí, en nuestra cultura y en otras aún peores, donde las mujeres son propiedad de los hombres, ya sean padres, hermanos, o maridos.
Ya sé que soy una pesada, pero es que el argumento me parece tan elemental, que no entiendo qué es lo que pasa en la sociedad. Y por eso tenemos que seguir en la pelea de la igualdad de derechos entre personas.
Y sólo faltaba VOX pisoteando todo lo que pilla por el camino relativo a lo femenino y a las mujeres. El otro día el señor Espinosa de los Monteros, en un párrafo dijo cuatro veces la señora presidente, ¡y se quedó como un héroe para su gente!. Esta gente y sus votantes, me dan miedo. No podemos callarnos, están en las instituciones.
Te había preguntado si estás diciendo que el género es esencialista, que se nace con identidad de género. Y es que, reforzar el género como identidad es antifeminista, y machista decir que se es mujer (y niña) por adherirse a patrones de comportamiento estereotipados.
Las feministas luchamos contra el destino que se nos impone socialmente por nuestra biología, no contra la biología.
Perdona, Isabel, pero no había leído tu respuesta ” 6 diciembre 2019, 0:47 am” porque estaba muy abajo y no la había visto.
Después de no sé si 15 años que estoy escribiendo en atrio sobre este tema, no quisiera que se me malinterprete a esta alturas, incluso creo que hace años escribí algún post sobre esta cuestión de lo que era el género; y jamás se me ha ocurrido decir que el género va adjunto al sexo. Siempre, siempre, siempre, he dicho que el sexo es lo biológico con el que nacemos, y que el género es el rol social que se nos adjudica: a los hombres la fuerza, el poder la autoridad, la vida pública y remunerada, la capacidad para hacer todas las leyes civiles y religiosas, decir lo que es moral o inmoral, lo que se debe y lo que no se debe hacer, etc. etc. etc. Es decir de llevar la historia para adelante, desde androcentrismo, el patriarcado y el supremacismo total. Todos, desde los dioses hasta las religiones, son cosas de hombres, Es lo que se les ha adjudicado y se les ha consentido, por eso siempre el hombre era y es el que tenía el poder o tenía relación con dios o era Dios directamente. Es decir, la autoridad sagrada por añadidura. Y así ha ido la historia, sólo en manos de hombres.
Mientras que a las mujeres se nos ha adjudicado la vida privada, la procreación, la ternura, el cuidado de todo miembro de la familia que lo necesitase, el coser, cocinar, limpiar la casa, obedecer, la sumisión con todo lo que eso conlleva, la no consideración social de todo lo que suponía el hogar (aún estamos en igual), ser objeto sexual,no poder acceder a los estudios ni a la investigación (En el Renacimiento, las que querían dedicarse al estudio no podían casarse y, o bien quedaban solteras de por vida bajo la tutela del padre o hermano, o se iba a un convento), los libros de texto ponen a las mujeres como floreros al lado de sus maridos (la mujer de, la hija de, la madre de), ha habido obras de mujeres firmadas por sus maridos,conozco una colección de libros de seis tomos sobre las mujeres olvidadas, con un etcétera hasta el infinito.
NO sé qué habré dicho yo como para que deduzcas esta pregunta: “¿estás diciendo que la “identidad de género” es algo con lo que se nace, que es una categoría de la personalidad tanto como para cambiar el sexo? Pues la respuesta a tu pregunta es lo que te he dado.
Y, aunque estamos avanzando, queda mucho por conseguir, y como es la sociedad la que ha atribuido el género, debe ser una tarea social la que haga que esto cambie.
Por mi parte agradezco este afán de dejar claro de qué se trata exactamente cuando se está hablando de ideología de género. La insistencia de Isabel ha posibilitado la respuesta clara y creo decisiva de Ana.
Creo que tampoco hay que imponer a la sociedad lo que es correcto en roles, prejuzgando sin más. Es elemental la educación en todos los sentidos y ámbitos, y si falla, se tardará en aceptar en la vida cotidiana la igualdad de derechos de todas las personas, seres humanos con diferentes inquietudes, creencias y decisiones.
Gracias, Ana.
Y con todo mi respeto del que soy capaz de sentir porque reconozco su gran aportación al descubrimiento y estudio del inconsciente, Freud tenía un problema con la sexualidad pero es que este verano he leído una especie de autobiografía de sus recuerdos de Jung y madre mía y madre mía. Pobre señor. Tenía una liada en su cabeza de las gordas respecto a la sexualidad. Uf. Tremendo.
Santiago, es usted una caja de sorpresas.
Es que todo lo diferente nos asusta, lo vemos como una amenaza a nuestra estabilidad social. Pensamos: como esto se extienda nuestra sociedad se destruye. Y en el fondo de ese pensamiento lo que hay es puro miedo y no entender que el ser diferente no es nada más que ser diferente.
Pienso también que en los casos de jaleos gordos de cabeza lo mejor es acudir a un profesional. Pero el problema que veo en este tipo de asunto es que hasta hace muy poquito estaba considerado como una enfermedad y como tal había que intentar curarla. En ese caso el terapeuta la puede liar aún más y destrozar a la personica o a la persona.
Es como los jueces de juzgado donde se realizan los juicios de violencia de género. Muchos jueces no están preparados para desempeñar esa función porque no tienen suficientes conocimientos. Porque cuando ellos estudiaron leyes y su oposición, muy dura por cierto, el pensamiento era otro. Por aquí, por España, se oye continuamente decir que los jueces se tienen que poner al día en esta materia.
Pues con los terapeutas , creo, me parece que sucede algo parecido. Porque te toca uno que te diga: esto es un desorden de comportamiento y verás como lo vamos a arreglar y te volverás normal…y es que te destruye.
Me refiero a la transexualidad, en homosexualidad he hecho un máster vital y he entendido que el problema no está en ellos, sino en mí. Pero le prometo que aprobé el máster con nota alta. Fue un aprendizaje vital bestial.
No sé. Es un tema muy complejo. A mí desde luego me supera. Solamente puedo hacer lo que hice cuando hace unos meses me encontré con mi único alumno que identifiqué con ese problema. Lo abracé y le dije que era un valiente y que tuviese mucha suerte.
Pero eso no es suficiente.
Buen día.
Por supuesto que para escoger al terapeuta, tanto el que refiere o el referido ha de seleccionar una persona competente, sin partidismos, “up-to date” “puesto al día” y suficiente ético como para no dañar al paciente puesto que hay que recordar el principio hipócratico de”primun non nocere”. Sin una total ética en la profesión, particularmente en el caso de la transferencia de la relación entre el terapeuta y paciente, el tratamiento no progresará.
Por eso, sin una confianza razonable en “mi terapeuta” no es posible continuar en el desenredo d este complejo y difícil laberinto donde el cuerpo dice algo diferente de lo que se siente internamente. Es un conflicto profundo digno de un análisis cuidadoso que descubra con apertura como y donde empezó el problema y sus factores anejos.
Como han señalado por aquī, se nace con un sexo biológico que a pesar de las diversidad y exceptuando las anomslías “es fijo”. Sin embargo, la identidad de género es adquirida en una serie compleja de factores personales evolutivos. Pero es necesario y razonable nuestra identificación con nuestro sexo biológico ya que vamos a convivir en sociedad donde para el hombre y la mujer existen funciones complementarias de madurez y donde la diversidad ha de reforzar la relación en vez de anularla. Por eso ni el machismo y ni el feminismo radicales son coherentes en una pareja que intenta crecer en el amor, ya que lo que nos hace crecer y realizarnos es salir “de nosotros mismos” para encontrarnos en otra persona diferente, no sólo en su boología sino en su psicología. Por eso, solo los dispuestos a correr “riesgos” y enfrentar “retos” pueden madurar suficientemente para entrar en una relación amorosa donde el “primum” no sea el egocentrismo sino la entrega de si mismos.
Felicidades por el máster. Creo que poniéndolo al servicio de los demás se convierte en un instrumento poderoso para sacar de las tinieblas de los conflictos del inconsciente y del padecimiento psíquico a multitud de seres humanos que nos rodean cada día y que se encuentran varados y encarcelamos dentro de su misma prisión sin poder ver l a
l u z. Con nuestra ayuda muchísimos alcanzarán sentir la alegría de haber venido a existir. En el caso de la disforia de género no estamos perplejos profesionalmente. Muchos adquirirán el equilibrio que se debe “a lo original”.No podemos precipitarnos y asumir que “el cambio” es la solución. Lo principal es procurar el cese de la angustia y la sensación de aislamiento y rechazó. Es una situación donde la paciencia y la confianza se han de juntar para lograr vencer nuestras resistencias y repulsiones inconscientes. Es un problema de psicología profunda y profundamente hay que actuar.
Gracias por su comentario.
Un saludo cordial
Santiago Hernandex
Un saludo cordial
El máster no fue tal. Sencillamente cuando mi hijo a los 33 años me dijo que era homosexual y que tenía pareja, luego aquí la que le escribe tenía un yerno, o sea, no le puedo explicar. Eso sí, No perdí la sonrisa. Pero Leí, pensé, hablé, en fin. Y llegué a la conclusión que le dije: el problema estaba en mí, no en ellos . Desde entonces digo que tengo un máster vital sobre homosexualidad. Porque no es lo mismo hablar teóricamente que desde lo profundo de tu alma. Es realmente duro. Porque tengo 66 años y la educación que corresponde a esa edad. Me guste o no. Pero a veces hay que luchar contra tus prejuicios. Leer, ver otras opciones, investigar un poquito, en fin.
Me parece que usted cree que el camino más sencillo es retomar la , a ver, no sé cómo decirlo, la correspondencia biunívoca entre sexo biológico y rol asignado socialmente.
Pero es como negar la realidad. Mi hijo y mi yerno están tranquilos, felices, se nota que se quieren un montonazo y son estupendos los dos. No sé si esto se hubiese podido conseguir reordenando su pensamiento para que su rol coincidiese con el que la sociedad determina. Juraría que no. Porque las diferencias ahí están y tenemos que aprender a respetarlas. Por eso le dije que había superado el máster con buena calificación. Y que fue una experiencia vital brutal. Porque, querido amigo, la teoría es una cosa y la realidad es otra.
Buen día.
El hecho que obtengamos el máster de la misma vida no invalida su mérito. Mis palabras siguen teniendo vigencia que con ese título podemos hacer mucho bien a los demás y es “un instrumento poderoso” para ello.
No podemos pues “perder la sonrisa” sino encarar las cosas como están delante de nosotros y aceptar la condición humana ante el hecho.
A nuestros hijos y nietos podemos ayudarles en lo que va de nuestra parte. Amarles como son. Tampoco significa condescendencia puesto que los padres nunca podemos ser ellos ni pensar exactamente como ellos. Ellos tienen que vivir sus vidas como
nosotros vivimos la nuestra. Ya hicimos por ellos lo que creímos era lo mejor en su momento, aún con todos nuestros defectos.
Pero nuestro instinto
O tendencia de padres supera cualquier clase de prejuicio…Amamos las personas y no siempre podemos estar de acuerdo con todo lo que nuestros familiares o amigos realizan siguiendo la máxima:
“Serenidad para aceptar las cosas que no podemos cambiar
Coraje para cambiar las cosas que podemos
Y Sabiduría para conocer la diferencia.
Dios siempre ama, a pesar de nuestras infidelidades. El, a pesar de nuestro rechazo, escepticismo, negaciones, rebeliones, agnosticismo, ateísmo, etc etc es el único presente siempre, de alguna manera, en cada una de nuestras vidas. Aunque nos parezca, El nunca nos pierde de vista. Si le buscamos, le encontraremos, seguro. El es la única luz que alumbra de verdad.
Un saludo cordial
Santiago Hernández
Rectifico el error de expresión de mi comentario. Donde dije la ideología de género establece el cuerpo con el que se nace, quiero decir que la ideología de género establece en el ser humano el sexo biológico (cuerpo con el que se nace), la identidad de género (identidad que siente la persona y que puede coincidir o no con el sexo biológico) y el rol de género (rol social de hombre o mujer).
No, no es ideología de género que me llamen hembra por nacer con vulva, es una clasificación biológica que no tiene por qué llevar aparejados comportamientos sociales esos sí establecidos por la ideología de género.
Tengo guardado esto desde hace mucho tiempo, tanto me gusto, y lo he repetido más de una vez en otros foros.
”…la única maléfica y opresora ideología de género que existe y que sigue dominando y matando en muchas regiones y religiones del mundo, es la ideología patriarcalista de género, la que somete la mujer a la autoridad de los varones.
Quienes se rebelan contra ella, siguen siendo considerados por talibanes o varoncillos como Cañizares como destructores de la familia y de la humanidad, “tal como fue creada por Dios”. ¡Cuánta blasfemio y tomar el nombre de Dios en vano, señores talibanes y cardenales!”
Antonio Duato en “Atrio”. 02/06/2016
Es que no es lo mismo la homosexualidad que la transexualidad. Una persona homosexual no tiene porqué no sentirse bien consigo misma, porque no deja de considerarse como hombre o como mujer. El problema es cultural, social. El problema le viene por el rechazo de los otros. Es externo.
Una persona que nace con un sexo biológicamente definido pero se siente desde épocas muy tempranas , desde siempre, siente que la biología le ha jugado una broma macabra porque ella de siente del sexo contrario, el problema es interno. Porque la criatura no puede entender nada. Una persona homosexual no se hormona, ni pasa por el quirófano para intentar cambiar de sexo biológicamente, con sus características primarias y secundarias. Eso tiene que ser de una contradicción interna brutal.
No es lo mismo. Es que diría que no tiene nada que ver. Es que da la sensación a veces de que muchas personas piensan que la transexualidad es como un paso más de la homosexualidad. Pero no creo que sea cierto. Los homosexuales no tienen por qué no estar de acuerdo con su cuerpo. Los trans no lo están.
No es lo mismo. No puede ser lo mismo. Es otra historia. Y muchísimo más compleja.
La genética a veces gasta muy malas bromas.
Es un tema que me deja sin respuesta, mientras que para la homosexualidad la respuesta la tengo clara. Aceptación de lo diferente. Que sería la misma solución para las personas trans, pero primero tienen ellas que ponerse de acuerdo con ellas mismas. Y una vez que lo decidan, pues a aceptar la diferencia. Pero tiene que ser un conflicto personal enorme. No es comparable a la homosexualidad.
Al menos así pienso. A lo mejor es un disparate. No sé.
Tampoco sé si me he explicado bien. Sorry
Pero el término ideología de género todo lo mezcla. Y no son líquidos miscibles. No lo son
No se pueden mezclar esas dos ideas. Pero claro. El colectivo lesbianas, gays, transexuales , bisexuales no es lo mismo que el concepto ideología de género. LGTB es un colectivo de distintas asociaciones. Como izquierda unida. Que es una unión de distintos partidos. Pero no todos eran del PC.
Y este término está haciendo muchísimo daño porque meten el el mismo saco a todos los que no son heterosexual, es decir, a todos los que no se comportan como dios manda desde el punto de vista de determinados grupos sociales y religiosos.
Muchísimo daño.
Y ya no digo nada más
Estoy de acuerdo, Carmen, se están mezclando muchas cosas, homosexualidad y transexualidad no es lo mismo, tengo una muy amiga lesbiana y conozco a varias y jamás he oído a ninguna decir que es hombre, son mujeres que les gustan las mujeres, punto.
Tampoco cuando se habla de transexuales se hace referencia a quienes tienen alguna anomalía orgánica, una minoría, sino a cualquiera perfectamente constituido que decide ser lo que no es. Y lo que es peor, lo puede decidir con cuatro años y aquí paz y después gloria, que oye, es lo que “siente”.
No me resulta fácil hablar de esta materia, aunque por otra parte observo que ha surgido una problemática en un asunto tan antiguo como los seres humanos. Percibo como muy positivo que en la actualidad se habla de él sin secretismo y los afectados por el mismo de alguna manera salen del armario, evitando la ocultación en un permanente sufrimiento. La realidad es que siempre hubo machos y hembras anatómicamente diferenciados, aunque la inclinación sexual no siempre se correspondió con la apariencia anatómica ya que intervienen múltiples factores, tal vez poco conocidos.
La ideología de género establece el cuerpo con el que se nace, la identidad que sienten alguna personas y que puede coincidir o no con el sexo biológico y el rol social del hombre o mujer que viene determinado por la sociedad.
Durante siglos se ha establecido una idea devaluada de la mujer como ser intelectualmente inferior que debía estar sometida a la tutela del padre o del marido. La utilización de la naturaleza femenina como fuente de derechos es rechazada con razón por el movimiento feminista. El reconocimiento de derechos solo debe tener como base el concepto de persona, sea mujer u hombre, porque así fueron creados para transmitir vida. Esta es la finalidad principal, a veces alterada por accidentes naturales que dificultan, aunque no impidan, realizar dicha transmisión. Es algo que sucede en el mundo animal racional e irracional. El machismo es el causante del feminismo actual que aspira a la igualdad con toda razón porque hombre y mujer se necesitan y complementan mutuamente por esa diferencia natural entre ambos, que nunca debió ser causa para que Pablo mandara callar a las mujeres, conociendo (supongo) que Jesús inició la puesta en escena de las mujeres cuando no tenían ni voz no voto.
Totalmente de acuerdo con lo manifestado en el primer párrafo, sobre todo con la afirmación “Lo cierto es que en torno a la ideología de género se está construyendo un rascacielos de enormes dimensiones………”.
Es verdad que “el ser humano, hombre y mujer, es un proyecto existencial que camina hacia metas que, en principio, pueden ser increíbles.
La ideología de género no establece el cuerpo con el que se nace, lo establece la biología.
Lo que establece la ideología de género son los roles que deben seguir hombres y mujeres. A quien no le gusten que no los siga en las sociedades donde pueda, ese debía ser todo el problema. Pero no, el problema actual es que si no te gustan es que no eres hombre o mujer, no eres como Dios manda, como se debe ser de toda la vida de Dios. Algo más reaccionario difícil y se vende con éxito como el no va más de la modernidad.
Agradezco vuestras aportaciones. Creo que es un tema nada baladí y que hombres y mujeres debemos analizar desde el pluralismo ideológico y eclesial. La verdad hay que buscarla entre todos y más en temas espinosos
Como complemento a lo anterior, apuntar que Jung, cuando aún casi no se habían descubierto las neuronas, y mucho antes de que se descubrieran los genes y el ADN, de su práctica clínica intuyó, que en nuestra codificación genética, todos disponemos de dos sistemas neurológicos autónomos de comportamiento de género, (arquetipos de género): el “animus” y el “anima”, el primero el masculino y el segundo el femenino.
Y que normalmente, los hombres activan fundamentalmente el “animus”, y las mujeres el “anima”, manteniendo el otro sistema latente, pero no completamente inactivos. (Cuando se produce un “error” en el arquetipo adoptado, se produce la disforia).
Pues en determinadas circunstancias, cuando nos es conveniente, utilizamos “rutinas” del otro, y eso es la causa de ciertas tendencias caracteriales femeninas del hombre, (ternura, sensibilidad, intuicionismo), y de las masculinas, (iniciativa, hiperrazonabilidad, arrojo), de la mujer.
Pues me va a perdonar, o no, tanto da, pero quien no entiende esto es usted. Qué susto al leerle, pensaba que estaba ante alguna versión actualizada de un manual de la Sección femenina. No hay tales características femeninas ni masculinas, los comportamientos de género son meramente culturales y sin negar que haya una parte genética en nuestros gustos, las personas elegimos. Nadie nos correspondemos exactamente con lo estipulado socialmente para hombres y mujeres, yo misma se lo puedo explicar, hace mucho que rechazo los adornos, perifollos y modos de ser que se consideran femeninos y lo he hecho por elección, por ideología, me he rebelado a las imposiciones incómodas que debemos soportar las mujeres. A lo mejor es que soy hombre y yo sin enterarme. Que he parido dos veces, eso secundario, para las teorías Queer. Y para usted, que tiene que ir parejo el desarrollo de mi cuerpo y el de mis gustos de género. Vaya, ser mujer, mujer, que decía aquel.
No entiendo cómo pretendidamente desde la ciencia se puede hablar de “los procesos de desarrollo de los órganos fisiológicos de género…” Los órganos fisiológicos a los que alude, como su nombre indica, son los órganos sexuales, no tienen nada que ver con el género, y no cambian se elija el género que se elija ni tampoco la preferencia sexual.
Yo creo, que para entender todo este tema de la ideología de género, hay que comprender bien, el muy complejo proceso de desarrollo del ser humano.
Todos los seres vivos, en su respectiva naturaleza, constan de un hardware y un software, un sistema orgánico que denominamos el cuerpo, y de un conjunto de instrucciones preestablecidas, de dicho cuerpo.
Desde el momento cero de su vida, en su información genética, se encuentra codificado y de forma latente, el modelo a desarrollar, (el plano de montaje del aparato). Y dentro de esas instrucciones, todo ser biológico dispone de un poderoso motor de desarrollo, y un reloj biológico que va marcando las etapas del mismo, por un orden determinado.
El problema de la disforia de género, se produce porque los procesos de desarrollo de los órganos fisiológicos de género van separados de los de la conducta de cada género. El desarrollo fisiológico de los órganos sexuales, se inicia en el feto, mientras que la formación de los sistemas neuronales autónomos del comportamiento de género, parece que se producen en los primeros años de la infancia.
Si en este último proceso se produce la anomalía estadística de que no se corresponden ambos componentes del sistema de género, el hardware y el software, entonces se produce la disforia de género.
Y a su vez, el momento de la fijación del objeto de deseo sexual, (que determina la inclinación sexual), se produce mas tarde aún, y en este proceso de fijación intervienen además de factores aleatorios, otros factores poco conocidos.
Con lo cual, se pueden producir toda serie de combinaciones posibles y “raras” estadísticamente, como sería el caso de un humano con órganos masculinos, con sistema neurológico de comportamiento femenino, y con tendencia homosexual, con lo que se sentiría atraído sexualmente por las mujeres.
Las cosas son así, aunque no nos gusten. En el proceso de despliegue de nuestra naturaleza humana, a veces se producen variaciones aleatorias, (o por factores desconocidos), sobre lo preestablecido, y hay que aceptarlas estoicamente. Lo que no hay que hacer es moralizar una cuestión que es meramente científica.
Respecto a la opinión de Santiago de que en la adolescencia se puede revertir psicológicamente la disforia de género, no conozco el asunto, pero es verdad que la presión social y la fuerza de la razón, puede hacer “razonable” para el sujeto, reconvertir una conducta instintiva “rara”, a la “normalidad” estadística, pero dudo mucho que eso no sea a costa de muchos tensiones psicológicas internas, fuente de muchos desequilibrios futuros.
Ir contra las tendencias instintivas, siempre es ir contracorriente, y en un tema que no tiene ninguna trascendencia social perjudicial, (como sería el caso de una tendencia antisocial delictiva), solo se haría por el rechazo social hacia la diversidad minoritaria, como por ejemplo era en muchas sociedades la persecución de los albinos. ¿No es hora de reconocer, que hoy sabemos cada vez mas del origen de estas cuestiones?.
Isidoro, coincido contigo en la complejidad y multivariedad de la expresión sexual..Existe un consenso en general y en especial entre los psiquiatras pediátricos y de adolescentes que la conducta sexual es un “continuum” donde existen fases de madurez y de “regresión”, altos y bajos interfásicos, y donde se mezclan estas fases entre la homosexualidad y la heterosexualidad. Entonces se hablaría de “grados” predominantes y donde los extremos estarían en la minoría..Desde el punto de vista psicoanalítico de Freud, Jung etc la madurez física no coincide con la madurez psico-sexual. Existen fijaciones traumáticas, graves o leves, que impiden el avance hacia la integración del individuo y su relación de intimidad con el sexo contrario.
Para los psicoanalistas puros no existen los absolutos..Siempre existe el anima o el snimus junguiano como tú has ya señalado. Sin embargo, la mayoría de estas características personales son inconscientes. Están reprimidas y no nos damos cuenta. Reaparecen a veces de cuando en cuando. Creer que la orientación sexual es siempre automática y “normal” es una falacia irreal. Existen muchas modalidades de expresar nuestra sexualidad. Y al mismo tiempo la sexualidad humana no equivale a lo meramente instintivo como en los irracionales. La sexualidad humana cuando está equilibrada está integrada en la madurez total de la persona. Por tanto, la tendencia no es todopoderosa sino que puede ser regulada como cualquier otra de las tendencias humanas. Pensar lo contrario es ponernos a un nivel más bajo donde lo personal puede degenerar en pura animalidad. Pero el sexo forma parte de nuestra dignidad como personas.
En cuanto la disforia pues se refiere sl “malestar” y la ansiedad inapropiada que produce el creer que estamos “atrapados” en un cuerpo erróneo. Lo que los psiquiatras e investigadores ven es que “la mayoría” de sus pacientes cuando llega la pubertad y quizás cuando madura esta pubertad recobran su identidad de genero biológica.
El problema reside en los que no se recuperan y la “confusión” continúa. Estos están en la minoría pero no por eso deben ser abandonados.
Por tanto el tratamiento psiquiátrico “siempre” está indicado en todos los casos puesto que el principal propósito de la psicoterapia es aliviar la disforia que es el trastorno emocional que sufre la persona y así integrarlo a la sociedad para poder sobrellevar las complejidades de la vida. Secundariamente tratar de descubrir las causas de “la confusión” de género y seguirle en su evolución. Las hormonas para suprimir la pubertad son un contrasentido pues no sabemos cómo va a ser la evolución final de este trastorno de la identidad. Se trata de minorías que reclaman un alivio “racional” a su sufrimiento.
Isidoro, me alegro verte por aquí y comunicarme contigo. Aprecio la amistad.
Saludos cordiales
Santiago Hernández
Hola Santiago.
Me ha gustado mucho lo que ha escrito en la segunda parte. Y si, tiene razón, hay una parte de la iglesia que brama contra el machismo. Y no voy a decir nada más. Es un tema muy doloroso. No me apetece. Y ya he hablado bastante.
En cuanto a lo que dice de la identidad de género, solamente me he encontrado con un caso real. Me desbordó por completo. No sé cómo se puede abordar ese problema cuando estamos ante un caso real. Por lo que estudié en la facultad de ciencias de la educación tengo alguna idea de las patologías de la cabeza, que hay un montonazo. También sé que hay lineas de pensamiento diferentes en cuanto a las causas y como tratar de afrontar los problemas que producen. Pero esto es que no me parece una patología, sino una mala suerte tremenda de la criatura que no se identifica con lo que ve en el espejo. Con lo que se espera de su comportamiento. Es una auténtica tragedia. Los padres lo pasan fatal, se ven desbordados. No saben. Unos les dicen una cosa, otros otra. Un desastre.
Solamente se que hay que quererlas un montonazo. El resto, me supera totalmente. También sé que tienen tanto derecho a existir como mi persona. Menos mal que ya estoy jubilada. Este tema hace pocos años que empezó a aflorar.
Porque ya sabemos que nada tiene que ver con la homosexualidad. Es otra historia.
Buen día.
Agradezco sus palabras y creo que con su experiencia en la educacion y con su personalidad puede ayudar a los que muchas veces experimentan estos problemas y similares y se encuentra cerca de nosotros en la familia o en las amistades.
Existe mucho sufrimiento psíquico especialmente los que creen que rumiando para si los problemas personales podremos resolverlos. Sin embargo, la psiquiatría no puede ser reducida a una consulta profesional. Los padres,los abuelos, los maestros, los amigos, los sacerdotes, los “bartender” etc hacen psiquiatría cuando “escuchan” y empatizan de verdad y con afecto con los que están en contacto frecuente. Este será el mejor servicio que podamos prestar en esta época de nuestra vida donde ya la experiencia nos desborda. Y por eso sabremos cuando sería el momento apropiado de “referir” a un profesional de la conducta.
Un saludo cordial
Santiago Hermández
Tanto la disforia de género que es confundir la identidad biológica sexual creyendo erróneamente que “estoy atrapado” en el cuerpo del sexo opuesto…. como el machismo, creyendo también erróneamente que la mujer “me pertenece” como un objeto para “mi placer” y bienestar, las dos son formas patológicas de la conducta humana.
Pero la disforia o digamos “el malestar” profundo que produce creer que pertenezco en “otro cuerpo” es un profundo trastorno de la personalidad conocido desde hace tiempo en psiquiatría y que es susceptible de tratamiento. No es una condición genética a pesar de que podrían existir ciertos factores familiares. La persona lo puede percibir “como de nacimiento” porque la identidad de género se empieza a formar desde la infancia. Sin embargo, la confusión es obvia,….pero va contra la mayoría que logra identificarse con su propio sexo biológico.
Por tanto, los que sufren trastornos de identidad deben ser tratados por un psiquiatra experto en este campo de su especialidad. La mayoría recobrará su identidad después de la pubertad. Provocar un cambio de sexo antes de la pubertad es mucho mas dañino a la psique puesto que se trata de algo que va a ser definitivo y lo sexual no es un absoluto sino que existen tendencias y cambios de conductas que hacen imposible clasificar a nadie en lo absoluto del sexo. La conducta sexual en ambos sexos puede variar y se trata más bien de lo que es predominante en la conducta y en el pensamiento.
El machismo es otro “desorden”, este quizás peor que la minoría de los que sufren d i s f o r i a de género. Es un grave problema social donde el varón fue educado erróneamente en relación a la mujer como pareja conyugal donde las relaciones son de naturaleza violenta y obsesivo-compulsiva. No sólo se trata de algo individual sino que es una deformación educativa y “de grupo” que afecta toda la vida “como pareja” afectando la relación desgraciadamente, a veces, hasta llegar al crimen. Es más difícil de tratar puesto que no se clasifica usualmente como un trastorno sino como una forma social. Pero debe ser reconocido y expuesto y denunciado desde que se instala, particularmente cambiar la tendencia a considerar que el sexo masculino es superior por naturaleza al femenino y establecer una firme norma educativa para los varones en el hogar y en la escuela donde se eduque correctamente la relación entre hombre y mujer para cambiar lo deformado.
Aunque hay clérigos machistas existen otros que promueven la igualdad del hombre y la mujer como exactamente hijos d e Dios, iguales ante la Ley divina y la Ley humana. Diversos en cuanto a la visión psicológica, fuerza física y destreza propia y maneras sociales que distinguen a los dos sexos. La unidad comprende también la diversidad. Somos uno pero diferentes puesto que biológicamente no somos iguales. En la unidad del amor se reconocen mucho mejor las diferencias predicando y practicando siempre la NO violencia.
Las diferencias deben ser complementarias en orden a la promoción del amor que nos debemos en pareja conyugal. La Iglesia en si siempre ha promovido esta relación en el matrimonio santificandolo en el sacramento evangélico y alentándolo en su magisterio ordinario.
saludod cordiales
Santisgo Hernândex
Santiago, me parece razonable muchas cosas de las que dices, y, como en todo en la vida, cada caso es cada caso.
Hace unos cuarenta años tuve un compañero de trabajo homo, con su voz de hombre y su buen bigote, que tenía que vivir su homosexualidad clandestinamente. Pero una amiga común me contaba que desde muy pequeñito siempre le cogía la ropa de su hermana y le encantaba vestirse de niña. A sus padres les hacía gracia al principio, después ya no tanta, hasta que él dejó de vestirse de niña. Por agradar a sus padres tuvo novia durante cinco años y, lógico, tuvo que dejarlo. Sus padres se enteraron de su homosexualidad cuando él tenía casi cuarenta años.
Como tengo muchos amigos homo, buenísimos amigos y mejores personas, y una amiga trans, sé sus historias y lo que han sufrido hasta salir del armario. Afortunadamente las cosas han cambiado, menos en ciertos energúmenos deshumanizados que aún agreden y molestan al diferente.
Gracias, Santiago, por tu aportación, sabes de mi aprecio por ti, a pesar de las discrepancias. Un cordial abrazo
Agradezco de veras tus palabras y creo que estamos en un momento clave para acabar con la ignorancia de muchos que sólo buscan compensar sus propios conflictos a costa de ofender y menospreciar a los que parecen salirse de la “norma”.
Existen graves problemas no solamente en la aceptación de las minorías en general sino en las escuelas con los “bullies” y en la Universidad con la intolerancia a lo que no entren en el “click” de la pandilla. Hay que considerar que el suicidio infantil y de adolescentes se encuentran entre los primeros lugares a la par o superiores a las muertes por accidentes. Es espeluznante no sólo la violencia doméstica contra las mujetes sino el abuso generalizado y la trata de niños. Hay mucho por hacer.
Un saludo cordial
Santiago Hernández
Una mijinia de buen humor. Lo cuenta una mujer, Fred Vargas, en una de sus novelas, “El hombre del revés”, al principio del mundo el hombre tenia tres ojos y lo veia todo. Veia a gran distancia con mucha claridad, veia la noche, los colores que estan mas alla del rojo y del violeta. Pero no veia nada de lo que pensaba su mujer y eso lo volvia muy melancólico. Entonces fue a rogar al dios del pantano y tanto le rogó que le concedió su deseo. Desde ese dia el hombre solo tuvo dos ojos y vio los pensamientos de su mujer. Y lo que descubrio lo dejo tan atonito que dejo de ver con claridad el resto del universo. Por eso hoy en dia los hombres ven mal.
Gracias, Alberto, por haber intervenido en un tema del que siempre echo en falta la visión de los hombres en este conflicto de desigualdad que la mujeres tanto nos quejamos. Aunque sea a base de un humor más bien negrito. Ya sabes que, como en los chistes, si hay que explicarlos, ya no sirven para nada.
Pues a mí los dos bloques me sublevan. Los dos.
Pero en el de la diferencia entre los derechos del hombre y la mujer, que a todas luces fue instaurado por los hombres, porque si, porque hay muchas causas históricas, porque la historia empezó en la prehistoria, porque cuando empezó a guardarse manuscritos escritos, ya había llovido mucho. No es cierto que la historia de los seres humanos empezase con la historia.
Pero los seres humanos evolucionamos y llevamos desde aquellas sufragistas poniendo el tema de la igualdad sobre la mesa. Y hemos avanzado. Mucho.
Pero, quién le quita al varón de la cabeza ese sentimiento de posesión que tiene sobre la mujer? Eso tiene que pasar muuuuuuchos años. Muuuuuuchos.
Y esa es la causa de los problemas. Que la mujer obedezca al varón. Porque le pertenece. Y si no, pues ya ven: acoso, violación, violencia,y por último, asesinato.
Y los sacerdotes, obispos y demás que dicen esas cosas que dicen, es una especie de terrorismo contra la mujer, contra las niñas. Pero ellos no entienden el alcance de lo que dicen. Tienen un jaleo con la virginidad y la abstención sexual, que no guardan, tienen en su cabeza tal jaleo con la santísima virgen María , que tuvo a su hijo de una forma extraña y virginal, que a ver quién les explica que eso no es así. Que eso es una historia. Que la mujer no es esclava de nadie. Que no pertenece al marido…
Esa es , a mí juicio , la causa de todos los maltratos físicos, psicologicos y de los asesinatos. Son su posesión. Se tienen que comportar según sus reglas y si no…
Y no entiendo ni a determinados curas ni a obispos. Los considero una especie de terroristas contra la mujer.
Pero claro, es que hay una cantidad de cosas que avalan esa idea en algunas religiones bestial.
Es un problema enorme.
Tienes razón, Carmen, si hay supremacismo del hombre sobre la mujer, las consecuencias son la raíz de la desigualdad, me refiero a la relación de superior a inferior, ya sea en la vida pública como en la vida privada. Y este problema está incrustado en lo más profundo del subconsciente colectivo, hasta que la consciencia y la conciencia lo ponen en evidencia, lo denuncian y exigen un cambio racional.
Hoy ha sido asesinada otra mujer por su pareja, 53 en este año, más otras dos que están investigando, una la dan por muerta pues han encontrado un fémur suyo, y otra que lleva a los investigadores a sospechar lo peor. Es una locura.
Si te das cuenta yo no hablo de la prehistoria, solamente a aquellos relatos bíblicos que siguen vigentes, sino al momento actual, aunque la desigualdad se ha dado en toda la historia de la humanidad, no ha sido así en la reivindicación de la igualdad, que, afortunadamente, está reforzándose día a día en nuestro tiempo.
A la hora de tratar este tema, yo haría dos bloques muy diferenciados aplicados al momento actual: por un lado los relatos bíblicos de la creación del hombre y de la mujer, los escritos, citados por Antonio Gil, de san Pablo, la opinión de muchos obispos, el posicionamiento de la Iglesia-Institución y el conservadurismos social y político. Esto en lo que se refiere a la sociedad influenciada por el cristianismo, pero no olvidemos la sociedad islamista.
Este bloque, en realidad, es el que ha configurado el imaginario colectivo de la desigualdad entre hombre y mujeres.
En el otro bloque pondría, el sentido común de la mayoría de la sociedad actual, las reivindicaciones feministas y de los colectivos LGT de IGUALDAD, no de supremacismos de nadie, avaladas por las ciencias sociales como la antropología o la sicología, además de una exégesis adecuada de los textos bíblicos.
El primer bloque se habría quedado, como la mujer de Lot, convertidos en estatuas de sal por mirar atrás. Mientras las sociedades avanzan, ese primer bloque se queda paralizado.
El sexo se refiere a las características corporales de cada persona, el género se debe al rol que se ha adjudicado a cada sexo a lo largo de la historia, es decir la supremacía de los hombres sobre las mujeres en todos los aspectos de la vida pública y privada, con las excepciones correspondientes.
El sexo se puede cambiar en parte para l@s personas que se ven encarceladas en un cuerpo que no corresponde a su identidad de género. Eso no se elige, se nace así. Tengo amigos homo, lesbianas y trans y eso es lo que me dicen.
Gracias, Antonio Gil, y gracias a Antonio Duato, por el artículo del día 25, por habernos hecho partícipes de lo que lo que algunos hombres, pensáis al respecto sobre la reivindicaciones que la mujeres hacemos sobre la igualdad entre hombres y mujeres en dignidad, derechos y deberes. No estamos hablando de ideologías que se pueden admitir o rechazar a voluntad de cada cual, estamos hablando de DERECHOS.
Estoy de acuerdo contigo en muchas cosas, pero… ¿estás diciendo que la “identidad de género” es algo con lo que se nace, que es una categoría de la personalidad tanto como para cambiar el sexo? Puede que te interprete mal pero eso entiendo que dices, y claro, es todo lo contrario a lo que dice el feminismo este ver personalidad donde hay roles impuestos. Así va resultar que ser femenina y todo lo que implica, dulce, sumisa, sacrificada, callada, con determinados gustos estéticos es propio de mujer, vamos, como siempre se le ha exigido dicho ahora con otras palabras.
Hace como mil años, leí en la Biblia la historia de sodoma y gomorra. Me intrigaba lo de la estatua de sal que nos contaban. Y me encontré con algo , pues horrible. Resulta que cuando llegan los ángeles disfrazados para hacer la investigación, pues por lo visto armaron una especie de revuelo porque eran muy guapísimos, digo yo que sería por eso. Entonces, el protagonista que ya no recuerdo si era Lot o quien , pues resulta que le ofrece a sus hijas, a sus hijas, para que dejasen a los ángeles tranquilicos.
Menuda locura.
Me sentó pero como un trueno.
¡Que lastre han traído al mundo…las religiones!
¿Donde queda el Mensaje primero (en nuestro caso) de Jesús el Galileo?
Dejo mi pregunta:
¿Están enfermos los curas, religioso…y..religiosas?
Porque hay algunos y algunas … que hacen temblar.
Hubo una vez, que un cura me dijo “que me iba a condenar” y le respondí:
“De mi condenación, me preocupo yo, me levanté y me fui.
Desde entonces, ¡jamas conté nada concreto en mi petición de acogida!
Mejor lo dejo…no comprendo como los han educado, para que de un proyecto ¡Hermoso! Lo hayan convertido en una pantomima vergonzosa.
Gracias por su a rticulor es muy revelador, gracias.
Aplausos.
Ha estado usted genial.
Al mismo tiempo Pablo de Tarso en su misma carta dice:
“Los varones amad a vuestras esposas, como también Cristo amó a la Iglesia y se entregó a Sí mismo por ella…Así deben también los varones amar a sus esposas como a sus propios cuerpos. Quien ama a su esposa a si mismo se ama. Porque nadie jamás aborreció su propia carne…”En razón de esto el hombre abandonará al p a d r e y a. la m a d r e y se unirá a su esposa y serán los dos una sola carne”. Este misterio es grande m a s yo lo declaro de Cristo y de Su Iglesia, Más fuera de esto, vosotros en particular así ame a su esposa como a si mismo; la mujer que reverencie al marido ( Efesios 5: 25-33)
Creo que Pablo aún dentro de la mentalidad de la época, se sitúa en defensa del amor dentro del matrimonio y trata de buscar el equilibrio en la pareja en su función propia que es complementaria en el amor mutuo basado en el respeto de ambos cónyuges…
Por otro lado no podemos cambiar lo incambiable. No podemos cambiar el sexo biológico como no podemos cambiar nuestro estómago o nuestro cerebro a nuestro arbitrio si queremos continuar siendo humanos. Aún en el transhumanismo no podremos cambiar nuestra parte espiritual.
Pero todos nacemos con un sexo biológico definido excepto el intersexo biológico que pertenece al capítulo de la patología. Sin embargo, el género se adquiere y es nuestra identidad de sexo. Cuando existe confusión sobre esto se denomina “d i s f o r i a de género” que es un trastorno de identidad sexual. Según el American College of Pediatricians” la mayoría de los varones, hasta el 98% y el 88% de las niñas salen de la confusión y finalmente aceptan psicológicamente su sexo biológico después de la pubertad. Bloquear la pubertad con hormonas implica graves efectos secundarios
Saludos cordiales
Santiago Hernández