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¿Espiritualidad cristiana?

¿Es adecuado hablar de espiritualidad cristiana, como si fuera distinta de la judía, musulmana, budista o simplemente laica sin etiqueta confesional ni expresión religiosa? En efecto, la espiritualidad, más allá de toda forma, es siempre la misma, como el mismo es el Aliento sin forma que anima en el fondo todas las formas: el átomo de hidrógeno, la rosa que florece, el mirlo que canta. Toda espiritualidad transciende sus expresiones, sean religiosas o laicas. Toda espiritualidad vive del mismo Espíritu que anima, mueve y une a todos los seres.

Es cierto. Pero es igualmente cierto que los seres humanos, como todos los seres del universo, somos formas animadas por un aliento divino. No hay “alma” sin forma ni forma sin “alma”. Las formas solo son por el Espíritu o el Aliento que las anima, y el Espíritu solo es en las formas del mundo que lo portan y manifiestan. Como el agua en la fuente, el sentido en la palabra, la luz en el color, la vida en el viviente o la consciencia en el cerebro. O como Dios en el mundo.

Somos formas vivientes, seres vivientes emergiendo de una forma concreta y limitada,              a la que el propio límite abre al infinito. Tenemos unas raíces, procedemos de una tradición, bebemos de una fuente, una tierra concreta nos nutre. Por eso no existe una espiritualidad intemporal y acultural, neutra o abstracta, sin forma, pero nunca se circunscribe tampoco a una forma inmóvil, inmutable y cerrada. No puede ser vivida y expresada sin alguna forma, pero no debe ser identificada con ninguna forma.

El Espíritu se hace carne, como la palabra. La espiritualidad toma forma. Cada forma tiene un color. La luz es la misma, pero se refracta en todos los colores del arcoíris, aunque los colores no existen sino en el ojo que los ve o en el cerebro que los procesa, y a menudo sucede que lo que para uno es gris para otro es azul, para uno morado y para otro fucsia, o incluso verde para uno y rojo para otro. Nadie ve el color verdadero, pues no existe. Ningún color es superior a otro, y nadie es dueño de la luz.

Es lícito, pues, hablar de espiritualidad cristiana, aunque también ella adopta diversos colores o tonos, como el verde en la primavera. Habría que llamarla más bien espiritualidad de Jesús, “cristianizada” por las diversas iglesias que, a la vez que la transmitieron, en alguna medida también la traicionaron. La seguimos traicionando.

La espiritualidad cristiana es la espiritualidad del Espíritu profético que llenó a Jesús de esperanza subversiva, que le hizo abandonar su casa y su familia, orar de noche en la soledad de la montaña e ir de casa en casa, de aldea en aldea, de camino en camino, anunciando: “Levantad la cabeza, se acerca vuestra liberación”. Se acerca el Reino o el Jubileo de Dios, decía: la cancelación de las deudas, la recuperación de las propiedades y de la dignidad enajenada, el descanso y el respiro de todos los vivientes.

La espiritualidad cristiana de Jesús es la espiritualidad de la compasión: Vio la multitud hambrienta y tuvo compasión, como está escrito. La espiritualidad que no obra ni por mandato divino ni por reconocimiento humano, ni por miedo al castigo ni por deseo del premio, sino por entrañas de piedad para con el herido. La espiritualidad que hace sentir más gozo en compartir que en tener y que merece la pena dar la vida por transformar el mundo, aunque aparentemente fracasemos. No depende del éxito.

La espiritualidad cristiana de Jesús transciende la religión, el cristianismo incluido, con todas sus creencias, ritos y formas: Misericordia quiero, no sacrificios, dijo. Misericordia, no dogmas ni cánones, ni liturgias ni templos, ni iglesia ni clero.

La espiritualidad cristiana de Jesús, como toda auténtica espiritualidad, es una forma particular que nos abre al Espíritu universal: “Si alguien tiene sed, que venga a mí y beba”, dijo. Pero añadió: “Y de su propio fondo brotarán ríos de agua viva”.

               “Ésa será tu espiritualidad cristiana de Jesús –se me podrá objetar–, más que la espiritualidad cristiana de Jesús”. Seguramente. Es la espiritualidad que hoy me inspira Jesús. Ni yo ni nadie puede escapar de la interpretación, necesariamente ligada a la forma particular que somos cada uno, hasta el propio Jesús. Convierte tu destino en gracia. Busca en el fondo de tu forma el Aliento universal. Bebe el agua de la Vida de tu propio pozo.

(Publicado en DEIA y en los Diarios del Grupo NOTICIAS el 9 de junio de 2019)

31 comentarios

  • M. Luisa

    Una última reflexión por mi parte.

    La espiritualidad no sólo no se contrapone a la materialidad sino que la necesita formalmente.

    No obstante, para comprender bien el sentido de esta expresión  es necesario no caer en la tentación de hacer resucitar aquí el hilemorfismo   aristotélico porque nada sobre él nos dice  J. Arregi en su artículo.

    Tener en cuenta la materialidad de la realidad en la interacción humana con las cosas nos abre a dos consideraciones.

    Una: que ello no tiene por qué suponer   un acotamiento o cerrazón a la  espiritualidad sino que ésta al hacerse experiencia en nosotros  surge liberada  de toda mistificación.

    Y dos: recíprocamente, así mismo, persistir  en  este  criterio  evita  la mistificación de la materialidad la cual   no tendría en cuenta su dimensión trascendental.

  • Carmen

    No sé cómo decir. Creo que todo es mucho más sencillo. La espiritualidad, es que tampoco me gusta la palabra, voy a tener que inventar un idioma para hablar de estas cosas o de estas ideas o de estos sentimientos…ya   estoy otra vez. Uf.

    Pues creo que todo es mucho más sencillo. Para mí es intentar captar el resplandor de la belleza que nos rodea, aunque sea un poquito. Valorar la vida como un auténtico milagro, disfrutar sin hacer daño a nadie, aceptar las cartas cuando te vienen mal dadas y no culpar a nadie ni a nada. Vivir plenamente. Ser conscientes de que vivimos. Todo eso y más cosas que no sé explicar.

    Pero no es tan complicado. Lo que sucede es que no existen palabras para expresar la idea de espiritualidad. La asociamos automáticamente a una religión, y sin duda la mejor para cada uno  es la suya. Pero es que no es eso.

    La religión, nada tiene que ver. Si, trata de dios y esas cosas, pero la espiritualidad es otra historia. Hay personas que no creen en un dios en concreto pero tienen un grado de espiritualidad altísima.  Porque  es que no sabemos qué es dios. Cómo entonces podemos creer en él? El problema está en la expresión, sobre todo la escrita, porque oralmente y con un presencia física , la expresión corporal y gestual ayuda muchísimo.

     

    Sorry. No creo que nadie entienda lo que digo. No lo sé explicar mejor.

    Pero , de verdad, no es tan complicado.

     

     

    • Mª Pilar García Martímez de Aguirre

      Querida Carmen:

      ¡¡¡Totalmente de acuerdo!!!

      Estamos tan marcados por la religión, que nos cuesta buscar palabras novedosas para expresar la hermosa profundidad que percibimos.

      Lo has expresado muy bien, al menos para mí.

      ¡Gracias por ello!

      Me siento muy cerquita de tu sentir.
      Un abrazo entrañable.
      mª pilar

  • George R Porta

    Me parece muy atrevido afirmar las características (o la falta de ellas) del Espíritu Santo, por ejemplo la característica de «forma», sobre todo sabiendo que forma no se refiere únicamente a lo espacial o a la figuración, sino al modo de obrar.

    Comprendo que quien sea religioso crea aque la noción de forma sea atribuible al espíritu, en cuanto que parezca referir a la manera o al modo de operar, pero me quita el sueño este sinsentido de que la divinidad opere en la realidad histórica. No solo se trata de tener que lidiar con un problema filosófico. Quien quiera pensar o existir en términos de una weltanschaüng o un paradigma neotomista, neoescolástico, escolástico, etc. gasta su tiempo en hacerlo.

    Lo que me irrita el sueño es la irresponsabilidad de pretender que tal sea cierto en ausencia de toda clase o forma o modo de evidencia. Afirmar estas cosas me parece que sea otro ejemplo del escándalo, que en la expresión atribuida al Galileo, (v. gr. Mateo 18, 6), crear confusión o ser causa de tropiezo, es de una gravedad criminal.

  • Santiago

    Sin duda el Espíritu “tiene forma”. Nos fue dado. Somos pues “espíritus encarnados” y un fenómeno “UNIVERSALl” del que nadie puede ser excluído puesto que TODOS somos la imagen de Quien optó por traernos a esta forma de existir. Sin embargo la expresión de esta espiritualidad adquiere diferentes formas a través de todos los siglos de la historia del mundo.

    La distinción de las fases del mundo ya se ha hecho puesto que las eras se dividen en ANTES y DESPUÉS de Cristo. Todo esto ha  sido producto de un consenso general puesto que en Jesús la Encarnación del Espíritu fue máxima y “todas las cosas” se recapitularon y se resumieron en El y en Sus méritos ya que en El, con El y por El todo fue hecho. El es pues El   centro  de toda la historia y a El se refiere toda espiritualidad consciente o inconscientemente, creamos o no, lo aceptemos o lo rechacemos.

    Sin embargo la iluminación universal de Cristo fue plena en Su propia Revelación a nosotros en la historia. El es la ÚNICA luz salvififica y trascendente. Sin El no podríamos, ni tampoco podemos  en la actualidad hacer nada. Sin Su concurso todo fallaría puesto que en El nos movemos y por El vivimos.

    El es la “luz verdadera, la que ilumina a todos los que vienen a este mundo” Por eso esta espiritualidad de Cristo presente actualmente en Su Iglesia es real, viva y tangible en Ella.”Porque a cuantos Le recibieron, a LOS QUE CREEN EN SU NOMBRE, les dio potestad de ser hijos  d e  Dios” ..puesto que nacen   de  Dios mismo   (Juan 1, 9-13)

    Fue pues esta espiritualidad CRISTIANA la que ha sido “una luz en las tinieblas”…La que sacó al mundo de la barbarie y de la impiedad y de la incultura. Ciertamente NO fue el “opio del pueblo” menos somos nosotros un “rebaño de mansas ovejas y borregos”

    El cristianismo avanzó la cultura y la preservó en los monasterios, Los fundadores de la ciencia moderna fueron en su mayoría creyentes y, en gran número, clérigos, especialmente jesuítas. Los Benedictinos fueron en realidad los Padres de la civilización europea.La Iglesia creó La Universidad. Y el sistema hospitalario de “caridad pública reconocida”. Y el origen del Detecho general e internacional. Promovió la economía. Y el avance de la civilización.

    La espiritualidad cristiana tuvo y tiene su base en la misma ética de valores de Jesucristo que “no vino a destruir la Ley” sino ha hacerla efectiva en la caridad triple: con Dios, con el prójimo y y con nosotros mismos. El que sigue esta espiritualidad coherente y elevada es el discípulo capaz de entregar su vida por este ideal.

    Un saludo cordial

    Santiago Hernández

     

    • Carmen

      Sorry.
      No puedo escribir ahora porque estoy cansada, pero alguna vez descansaré y no me estoy refiriendo al descanso eterno. Únicamente descansar.
      Vaya por delante que respeto profundamente su opinión. Pero compartirla, quizás hasta el siglo xv, o tal vez princios del XVI. Soy un desastre para las fechas.
      Un abrazo.

      • Santiago

        Es mejor situarse en el siglo XXI a pesar de los galimatías actuales, puesto que la historia no se ha estancado, aún cuando hemos intentado retroceder en el tiempo…Ahora es mucho mas interesante y mas relevante.

        Un saludo cordial

        Santiago Hernández

      • Carmen

        Alguna vez me dirá si todo lo que dice lo piensa o sencillamente es una postura que defiende. No me puedo creer que crea todo lo que dice creer. Pero me puedo equivocar.
        En fin.

  • M. Luisa

    Toda aportación es de  agradecer, vaya esto por delante, pero de lo que habla Arregi no es del misticismo sino de  la espiritualidad, por lo que así, pienso, se abandonan    los hilos sin haber logrado   un  mínimo de acercamiento a sus respectivas   temáticas.

  • Honorio Cadarso

    El gran escritor alicantino Azorín, de los de la generación del 98, tiene un libro “El alma castellana” en que se contiene un capítulo titulado el misticismo, y cuenta, entre otras cosas, que “el inquisidor Andrés Pacheco, en edicto dirigido a sus subordinados de Sevilla…advierte y descubre todas las malas artes de quietistas y alumbrados. Dicen unos que los tocamientos y movimientos deshonestos que tienen con las mujeres los obra Dios: otros dicen que que abrazando a las mujeres les comunican el espíritu, y con solo  esto se les queda pegado por aquella participación, hay confesores que después de haber comulgado a las hijas de confesión las vabean la boca en la suya dellas, diciéndoles que reciben el amor de Dios…” etc etc etc…

    Hay una historia de la mistica y las misticas que en manos de un no creyente como parece que era Azorín, o quizá creía un poco a su manera, una historia, digo, que descubre desviaciones de la mística muy variadas…Quizá deberíamos cribar un poco de esa historia y separar el trigo de la paja, el oro de la basura. Y el mejor criterio sería nuestra relación con los hermanos, nuestro amor a todo ser humano “como Dios nos ha amado”. Ahí no hay trampa ni cartón… y a lo mejor los que parecen menos místicos y más ateos son los místicos de verdad…

    • Mª Pilar García Martímez de Aguirre

      Totalmente de acuerdo amigo.

      Hay mucho que estudiar… o dejarlo pasar… con los misticismos; hay mucha enfermedad en ellos, no siempre son sanos.

      mª pilar

  • M. Luisa

    Para  comprender de manera, si no adecuadamente  al completo,  al menos sí de forma más o menos comprensible hemos de perder el miedo a la metafísica, pero ojo! No me estoy refiriendo a la metafísica, como ya deben saber quienes  me conocen  un poco,  entendida como una trans – física a modo como, curiosamente, se dice la entendió y difundió  el editor de Aristóteles, quien a su muerte, según el orden en el que se encontró las carpetas de su trabajo, el cual la de la metafísica  al hallarse detrás de la de la física, interpretó  la metafísica  como  un más allá de la física.

    Cosa distinta es, en cambio, la interpretación de la metafísica  en la física actual la cual  se entiende como un “momento” de la física misma. De ahí que tantas veces me haya referido  a que no se trata de lo trascendente, es decir,  lo que está más allá,   sino de la trascendencia misma como momento real de las cosas cuando estas son aprehendidas en su totalidad como realidades. Por ejemplo la espiritualidad no es un concepto abstracto  objeto de apropiación  religiosa   sino que al poderse experienciar   es una realidad que nos conforma en lo que somos,  en nuestra humanidad misma…de ahí la universalidad de la espiritualidad

    • George R Porta

      ¡Hola María Luisa! Sé que estás ocupada y siento un poco de reparo en preguntarte porque lejos de mí interrumpirte o aumentarte la ocupación. Así pues, comprenderé que no comentes o respondas a esta nota. Al mismo tiempo te ruego que perdones mi desbarre si como temo, en realidad no aprehendo nada o lo haga mal al leerte. Si no puedes responder, me conformo con alguna sugerencia u orientación para proseguir mi búsqueda. Te anticipo algo, acá, es muy difícil conseguir las cosas de, por ejemplo, Zubiri, en español. En inglés he rehusado leerlo porque las traducciones se convierten en una riesgosa jungla lingüística. Más bien se encuentran comentarios sobre él y sobre su obra y eso me parece igual de arriesgadamente selvático,
      Leo: «Por ejemplo la espiritualidad no es un concepto abstracto objeto de apropiación religiosa, sino que al poderse experienciar es una realidad que nos conforma en lo que somos, en nuestra humanidad misma…de ahí la universalidad de la espiritualidad» (Énfasis añadido aunque mi ordenador ha sido pertinaz en añadir una coma antes de «sino» posiblemente porque tiene integrado en Word el DRAE y la gramática de la RAE pero piensa en americano: te pido perdón por ello). (Ees pena que en las «respuestas» no se puede modificar la fuente utilizada).
      Me parece que comprendo lo que escribes, pero me gustaría estar seguro porque llevo tiempo intentando acercarme al pensamiento de Zubiri a quien sé que conoces. Así, me parece que afirmas que la espiritualidad sea experienciable, i.e., transformadora o modificadora de la individualidad haciéndola más respectiva y que tal transformación o modificación sea simultáneamente, por decirlo de algún modo, conocible/sentible por ambos el sujeto que experiencia su sujetualidad y, a su modo y en su medida respectivas, por quienes no sean él/ella, aunque esta otra cognoscibilidad sigue pudiendo constituir una experiencia común.
      A grosso modo: Me aprehendo y me aprehenden dinámicamente, i.e., modificándome y modificándoles.
      Así, soy en un sentido, pero no soy el mismo individuo que era al comienzo de mi práctica profesional, por ejemplo, por la experiencia de mis encuentros con cada uno de mis pacientes a lo largo de casi 40 años y por el conjunto de esas experiencias al ser aprehendidas por mí, en la medida y forma que lo haya hecho, porque soy el mismo individuo cuya individualidad se ha venido modificando. No se trata solamente de mi «modificación» cuantitativa (las marcas de mi envejecimiento me dejan claro que he perdido parte de mi «mí» en el trayecto), sino también cualitativamente (a falta de un mejor término) porque no me constituye el mismo «mí» de la misma «forma» y sin embargo soy «mí», es decir, que voy siendo cada vez más respectivo no solo mirándome a mí mismo sino incluso cuando me experiencio en la experiencia de que otras personas me miran/tratan (y ellas se experiencian mirándome) y de diferente forma si dichas personas no saben que me miran, etc., pero siempre sin dejar de ser el mí y ellas quienes respectivamente vengan siendo. de cualquier forms, gracias y un abrazo cordial.

      • M. Luisa

        Gracias, George, muy brevemente… ¿qué se deduce del párrafo de mi comentario por ti seleccionado? Se deduce un modo distinto de concebir el fenómeno de la espiritualidad.
        Es lo que siempre intento poner encima de la mesa de discusión cuando se divaga sobre el conocimiento humano.

        A lo largo de la historia éste ha sido preeminentemente conceptivo, es decir se ha incentivado su aspecto intelectual, se ha creído que el concepto nos da la realidad de la cosa, así por ejemplo, existe la espiritualidad y por tanto de lo que se trata es ir en su busca, en esto ha consistido la adecuación. Adecuar el pensamiento a la cosa. Pero esto no ha hecho sino dejar fuera la realidad de la cosa, su naturaleza aquello que de ella se experiencia.

        Mira, voy a hacer entrar aquí algo que debería comentar en el artículo titulado AFORISMO 1 de Andrés Ortiz-Osés, allí el autor introduce en una serie de meditaciones filosóficas de autoría la suya propia dándole a todas ellas forma de aforismo. Pues bien no tengo nada que decir a todas sus meditaciones, resultado de un fructuoso trabajo! excepto a la que hace referencia a Zubiri. Allí dice :En Zubiri la realidad es tan suya que es de-suyo: reidad (un término risible por escolástico).Falso, completamente falso, no es de extrañar, por eso no me canso en repetir que los estudiosos de Zubiri generalmete lo han malinterpretado.

        El concepto del “de-suyo” no tiene nada que ver, se halla a mil leguas del concepto escolástico tradicional del “en sí” porque mientras éste aboga por la abstracción aquel no hace si no mostrar el carácter estructural y físico que lo constituye.

        Dichos términos se confunden porque no se toma en cuenta el aporte filosófico de la nueva física contemporánea, algo que, contrariamente, sí transpira en el pensamiento del filósofo sobre todo en el de sus últimos años.

        Lo diré muy brevemente porque de ello puede cada cual extraer su propia reflexión, teniendo presente el término “espiritualidad” que es el que nos ha reunido aquí.

        En la historia del pensamiento siempre la experiencia quedó subordinada a la teoría, pues bien con la física cuántica se produce un cambio a la inversa, es la teoría la que se subordina a la experiencia. O dicho de otra manera “ si los hechos desmienten la teoría peor para la teoría”

        Un cordial saludo

  • Asun Poudereux

    Se comprende bien lo que nos dice, Carmen.  Sencillo y al grano.  En cierto modo en contraposición a lo expuesto  inmediatamente antes por George. Muchas gracias a los dos.  De ahí viene mi comentario.

    En este campo que llamamos espiritualidad y a lo que adherimos por inercia un calificativo (así como ocurre con todo aquello que pueda utilizarse al querer hablar de ella), la inmediatez es sentida como Presencia tanto dentro como fuera de nosotros,  se vive como Verdad que no se deja apresar, a no ser que la poesía se desborde en Bondad y Belleza  en un espacio abierto y sin límite que acaricia y atraviesa todos los sentidos,  así como lo aún no reconocido como propio y no separado de todo un Universo de lo más diverso en el que se está.

    Y si diéramos la vuelta completa a lo que hemos creído ser,  y nos deshacemos del ropaje heredado, tanto tiempo enquistado con respuestas dadas a satisfacer a la mente pensante temiendo lo inesperado como  lo peor,  no siendo esto más que filosofía y metafísica, seguiríamos concentrando la atención a que lo que no es realmente  experimentado  y vivido en desnudez total y sin miedo. ¿?

    Mi anhelo es que habría diferencia de comportamientos,  como lo hay de formas,  en íntima y estrecha conexión. Nada ni nadie nos sería  ajeno en esta entretejida interdependencia.  Los porqués egocéntricos  perderían supremacía, no harían preguntas, al no perderse de sentido la base y fondo de las infinitas posibilidades en las respuestas.

    Al alinearse en y con lo que es, Es,  se estaría dentro y fuera a la vez en múltiples sentidos, formas y direcciones.  Lo que llamamos conocimiento,  libertad,  plenitud, confianza  y amor no irían por separado, al no sentir desconexión  de lo que los hace posibles y hace todo posible.

    La vida así vivida reflejaría un mundo diferente en todos los sentidos. 

    • George R Porta

      ¡Hola Asun! Gusto en saludarte.
      Leo de tu comentario lo siguiente: «Y si diéramos la vuelta completa a lo que hemos creído ser, y nos deshacemos del ropaje heredado, tanto tiempo enquistado con respuestas dadas a satisfacer a la mente pensante temiendo lo inesperado como lo peor… … ¿?» (Énfasis y selección del texto mías).
      En el caso de que yo quisiera imaginar lo opuesto de algo, sea esto lo que fuere, ¿pudiera pretender imaginarlo desde afuera de mi propia «circunstancia»? Es decir, si quisiese pensar lo que siempre he pensado, pero como si fuese lo totalmente opuesto, ¿pudiera prescindir, realmente, «de mi ropaje»?
      Si el Sr. Arregui quiere saber si puede haber una espiritualidad que no sea cristiana, no puede evitar imaginarla desde la metafísica que ha aprendido y que ha configurado su existencia en el pasado o como si nunca hubiese sido cristiano., porque ha empeñado su vida en ser un agente divulgador del cristianismo, el que sea. Más aún, ¿no tuviera que primero descubrir qué se esto que él llama «espiritualidad» pero desde una circunstancia totalmente ajena a la suya histórica, aquella en la que siempre ha existido?
      La mayoría de las personas utilizamos el vocablo «espiritualidad» y realmente no hay ninguna seguridad de que todos entendamos lo mismo al utilizarlo. Me parece que debe ser muy difícilmente, hoy día, con la rapidez y la amplitud de la divulgación y el cruce de culturas que alguna persona pueda garantizar que al referirse a «espíritu» pueda hacerlo sin alguna forma de vinculación con la noción griega correspondiente. Seguramente «espíritu» se puede traducir a otros idiomas y debe haber nociones equivalentes en otras culturas… La cuestión permanece, por lo tanto, no en el lenguaje sino en la imposibilidad de eliminar para arribar a un consenso, precisamente las diferencias individuales, porque éstas pueden ser muy profundas e invariables tanto cuanto lo contrario. De ahí que todos necesitemos de todos, que la universalidad solo pueda darse simultáneamente con la diversidad.
      Por el mero hecho de proponer que las expresiones de esto que llamamos espiritualidad pueden ser diversas, simultáneamente se abre uno/a, precisamente, a la posibilidad contraria. No hay ninguna moneda que carezca de dos caras, ambas igualmente ilusorias y necesarias. Te dejo un abrazo cordial.

      • Asun Poudereux

        Aquí estoy George, de nuevo. Me alegra que estés activo. La verdad es que esperaba que algo comentaras y te lo agradezco de veras.

        Por mi parte, por las frases que citas y dan a entender, no han debido ser muy claras, porque al hablar de dar la vuelta, doy a entender lo que en realidad no quería reflejar, es decir, dos posiciones distantes, una de otra, que sería ir dando la vuelta en un mismo campo de enfrentamiento de posturas y creencias adversas e irreconciliables por egocéntricas.

        Intento apuntar a lo que hay más al fondo de lo que nos han hecho creer y pensar sin su través. Un espacio de interioridad dado y permanente en toda persona, dispuesto a emerger y que va más allá y acá de las diferencias propias de las formas y potenciales característicos de cada persona y de su individualidad. Puede, como tú muy bien sabes y hasta donde conocemos, que haya causas, impedimentos endógenos y exógenos que impida hacer pie y sentirlo en uno mismo. De esto parece que hablando de espiritualidad se pasa de largo, no se repara en ello, como seguramente de otras cosas que nos condicionan sin apenas darnos cuenta. Ubicados en el dinamismo de la utopía que no pretende ser ilusoria ni ignorante, sino llevar lo mejor y más humano a la vida y práctica diaria con relación a uno mismo y con los demás.

        La educación en otro modo de ver, empieza por lo que hay de espacio más íntimo y profundo en cada ser humano, y en ese encuentro de llegar a sentirlo en uno mismo, de manera limpia, directa e inmediata, emerge una apertura a uno mismo y a todo otro que trasluce una visión que abraza a la vida en la forma que sea, y aunque no lo comprenda, hay algo que lo hace posible y le hace vivirlo en libertad y con amor en interrelación abierta.

        En lo que comentas sobre la denominación, de la que hablo aquí mismo está más enraizada en la experiencia de los humanos sobre el “aliento que da la vida”, que atraviesa y fluye en toda ella, anterior a las concepciones transmitidas por posteriores civilizaciones como la griega.

        Voy a estar y de hecho ya lo estoy, muy ocupada en la preparación de un examen. Lo que no quita que entre en Atrio para leerte y leeros como recreo y descanso de actividad. Gracias a todos.
        Un abrazo abierto y feliz día, George.

    • George R Porta

      Gracias Asun. Agradezco tu comentario y te deseo un feliz día y un excelente examen. Un abrazo cordial.

  • Carmen

    Porque Jesús no fue un líder religioso. Lo siento. No lo fue. Él tendría sus bases de su religión judía de la que no podría , por decirlo de alguna manera, liberarse. Como ninguno de la nuestra . De lo  que no tengo duda es de que tenía un grado de espiritualidad altísimo. Eso le hizo pensar que su dios no era lo que le decían que era, no aceptaba unas normas que esclavizan porque su concepción de dios era otra

    Eso le llevó a idear ese proyecto del que habla Salvador Santos. Pero es un proyecto pensado por un ser humano para toda la sociedad. Una utopía preciosa en la que merece la pena implicarse, a mí modo de ver. Pero no es un proyecto religioso.

    Y lo convirtieron en dios y todo se complicó. En aquella época parece ser que hubo intentos de formar nuevas religiones por esa zona. Y Pablo de Tarso, que no entendió una palabra, triunfó utilizando la persona de Jesús. La convirtió en personaje y en todo un dios.

    Muchas veces he pensado, dios santo, menuda entrevista tienen. Un cara a cara entre los dos. Se imaginan? Cuando construya mi máquina del tiempo le diré a Evole que la realice. Ya le he perdonado aquel programa en el que quiso jugar Orson Wells y me engañó totalmente. Tampoco se lo perdoné a este señor de la Ser, hermano del que se presenta a la alcaldía de Madrid. No me acuerdo del nombre en este momento. Y no me apetece buscarlo. Estoy en el autobús hacia Murcia y me mareo. Uf.

     

  • Carmen

    No va por ahí.

    Entiendo que dice que la espiritualidad es una historia y las religiones otras.

    Todos buscamos algo que no sabemos ni qué es. Quizás sea la respuesta a qué hacemos aquí. Si tiene sentido la vida o es simplemente un instante, sin sentido alguno.

    Y cada cual, dentro de su cultura, trata de encontrar respuesta. Pero las religiones sencillamente no la dan. Porque no la pueden dar. A no ser que estés dispuesto  a pagar la seguridad que buscas a costa de tu libertad para seguír haciéndote preguntas, porque una determinada religión te ha dado una serie de respuestas y las aceptas. En teoría problema solucionado.

    Pero hay personas a las que nos gustan más las preguntas que las respuestas. Quizá porque no nos convence ninguna de las que nuestra religión nos ha dado hasta ahora.No lo sé explicar mejor. Tengo mis limitaciones y una es que en estos temas no sé utilizar las palabras precisas. Pero va por ahí.

  • George R Porta

    Leo: ¿Es adecuado hablar de espiritualidad cristiana, como si fuera distinta de la judía, musulmana, budista o simplemente laica sin etiqueta confesional ni expresión religiosa?» (Énfasis añadido)

    Me resulta muy difícil extrapolar o desnudar la palabra «Espiritualidad» de sus ropajes religiosos y si se trata de una Espiritualidad que sea cristiana , pues ya es imposible.

    Esto significa que no puedo relacionarme con este artículo a menos que trate de contradecirlo y no creo tener ese derecho. El autor tiene derecho a decir lo que siente y piensa y cree que sea cierto. Toda su opinión está transida de filosofía y de teología porque el tema es filosófico-teológico. No sé cómo traducen, adecuadamente, la frase «Espiritualidad cristiana» en el context de otras culturas no cristianas y por lo tanto la pregunta de la adecuación de una generalización basando la respuesta en un dogma católico de orígenes paganos, sea griegos, sea Hebreos, me llena de confusión.

    Celebro la claridad con la que el autor es comprendido y admito que mi confusión sea resultado de mi ignorancia. Hasta me hace sentir mejor reconocerlo, pero lo cierto es que no sé cómo, siendo cristiano,se puede saber qué significa «espiritualidad» en un context no cristiano, sea budista, sea cualquier otro. Me admira la audacia y la respeto.

    Me voy de esta lectura, como imagino que se fuera el imprudente joven rico que se atrevió a desafiar al Galileo pidiéndole que le enseñara una «forma» de ser con la mayor radicalidad. La respuesta solo le sirvió para darse cuenta que, fuese ésta la que fuese, no estaba dispuesto a asumirla.

    Yo no quiero asumir esta forma o manera de pensar que puede estar segura de que jugar con el lenguaje es cuestión de solo atreverse a intentarlo y que se puede saber todo lo que se desea saber tan solo pretendiéndolo.

  • ana rodrigo

     
    Dice Arregui: Ni yo ni nadie puede escapar de la interpretación, necesariamente ligada a la forma particular que somos cada uno, hasta el propio Jesús. Convierte tu destino en gracia. Busca en el fondo de tu forma el Aliento universal. Bebe el agua de la Vida de tu propio pozo”.
     
    Completamente de acuerdo, cuando tienes la experiencia personal, vivida conscientemente, de descubrir que el espíritu lo llevamos en nosotros como partículas que somos de ese Cosmos, que es ENERGÍA y que, como tal, es dinamismo creativo que te abre a otras realidades, muy lejos del tradicional espiritualismo evasivo que tanta pobreza espiritual nos aportó en otras épocas, es en ese momento cuando ya no puedes dar marcha atrás.
     
    Sobre todo, es muy enriquecedor, entre otras cosas, ese punto de subversión del que nos habla María Luisa, porque si no fuese así, estaríamos en un punto muerto. Todo avance necesita dinamismo, y éste, a su vez, para que lo sea, debe ir contracorriente. Lo que ocurre es que, creo yo, que la tendencia natural del ser humano es hacia la seguridad, mientras que la subversión es arriesgar para conseguir unos objetivos por los que vale la pena correr ese riesgo.
     
    Pienso que esta cuestión es el origen de que la Iglesia tenga tanta aceptación en muchos millones de cristianos y de cristianas: los mandamientos, los dogmas, los ritos, los sacramentos, códigos de normas innumerables, etc.  dan seguridad per se, porque te vienen a decir, “si haces esto, quédate tranquilo, ya te lo damos hecho”. Siempre recuerdo haber escuchado a unos conocidos míos decir al salir de misa “bueno, ya hemos cumplido”.
     

  • Gonzalo Haya Prats

    “el Aliento sin forma que anima en el fondo todas las formas” “Por eso no existe una espiritualidad intemporal y acultural, neutra o abstracta, sin forma, pero nunca se circunscribe tampoco a una forma inmóvil, inmutable y cerrada. No puede ser vivida y expresada sin alguna forma, pero no debe ser identificada con ninguna forma”. Arregi explica muy lo que sentimos pero nos resulta difícil expresar.

  • M* Pilar García Martínez de Aguirre

    Muy hermoso, profundo, veraz, esperanzador y posible, a toda persona capaz de soltar amarras y..:

    ¡¡¡Volar!!!

    La grandeza de lo que podemos llegar a… ¡Ser! Ya se nos fue dado… Solo hay que desear ponerlo a fructificar.

    Fundamental, el último parrafo,  solo hay que ponerlo en marcha y se hará realidad.

    m* pilar

  • M. Luisa

    Siempre, al leer los artículos de J. Arregi y de esto hace ya muchos años me han descubierto  que al igual que son bellísimos son también subversivos por necesidad, donde subvertir  en este caso consiste tan sólo poner las cosas en su sitio, adecuarlas.

    Contrariamente, para el obispo Munilla, hombre muy religioso  y  que algo tubo que ver  en la destitución de Arregi, esa subversión  es tan  escandalosa que le obliga a  reforzar aun más si cabe sus planteamientos dogmáticos, partidistas, cerrados, creando guetos,  ahí es donde se ve con mayor claridad  la diferencia entre espiritualismo de condición cerrada  y espiritualidad abierta sin ninguna condición.

    El fruto de esta lectura  me ha llevado a meditar y a revisar, si fuese preciso, la tesis que hace pocas horas defendía en otro hilo según la cual, decía allí,  la salvación en el cristianismo no tiene connotación religiosa alguna.

    Y ahora tras leer a Arregi, añado: El sentido de la salvación nos lo da  la espiritualidad. No nos parapetemos, pues,  en la salvación ya que  lo último no es la salvación sino la espiritualidad.

    • Carmen

      Totalmente subversivos. Por eso me gustan. Porque entre pajarillo y florecilla, zas, mazazo.
      Y claro,tuvo problemas. Munilla y él tuvieron un rifirrafe interesantísimo. Le obligaron a guardar silencio una temporada y daba la sensación de que iba a aguantar, pero por lo visto lo pensó mejor y abandonó su orden. Creo que acertó plenamente. Le hubiese hecho el poder de la iglesia la vida imposible. Y solo se vive una vez. Me alegré cuando leí que abandonaba. Y es que dentro de la iglesia poca salvación personal hay.
      En fin.

      • Francisca Balaguer Nadal

        No juzgues y no serás juzgada Carmen, hay muchos más santos en la Iglesia que los que están en los altares. Es bien fácil encontrarles. Personalmente no suelo rezar a ninguno.

      • Carmen

        Perdón
        No he querido juzgar a nadie. Solamente quería contar un cotilleo. Sin más. De verdad que fue interesante. Y De verdad que creo que hizo bien.
        Y si te refieres a otra cosa, tampoco es un juicio de valor sobre nadie , es mi opinión, pero no es un juicio. A veces digo cosas que no se entienden muy bien. Sorry.

  • Guadalupe Compean Flores

    Maravilloso como siempre!!

    Me hace vibrar y sentir esa necesidad del Espíritu que trasciende mis sentidos y mi entendimiento.

    Un abrazo

    Guadalupe Compeán Flores

     

     

  • Carmen

    Menuda gozada leerle.