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Contemplación para alcanzar amor

Una invitación a ejercitar un espíritu realista
durante la Cuaresma, 6

        Esta serie de charlas o meditaciones las concebí y redacté teniendo a la vista el librito Exercicios Espirituales de San Ignacio. Como expuse al principio, lo consideraba más una contraposición entre lo que había alimentado mi espiritualidad una gran época de mi vida y lo que ahora la alimentaba. Los acuerdos se establecían más en algunas cuestiones de método (marcar el sentido de la persona, revisión de la propia vida, acercarse con realismo a la vida de Jesús) que al contenido y al objetivo. Pero esperaba llegar a la meditación final, que siempre me había entusiasmado cuando practiqué los ejercicios, para ver ahora cómo me sonaba el texto. Y tengo que reconocer que lo he encontrado más actual de lo que esperaba. A no ser por la recia estructura dogmática y lenguaje plenamente ortodoxo en que se presentaba, podría haber sido considerado peligroso, iluminista, con sabor a panteísmo. Veámoslo:

CONTEMPLACION PARA ALCANZAR AMOR.

1º puncto. El primer puncto es traer a la memoria los beneficios rescibidos de creación, redempción y dones particulares, ponderando con mucho afecto quánto ha hecho Dios nuestro Señor por mí y quánto me ha dado de lo que tiene…

El segundo mirar cómo Dios habita en las criaturas, en los elementos dando ser, en las plantas vejetando, en los animales sensando, en los hombres dando entender; y así en mí dándome ser, animando, sensando, y haciéndome entender…

El tercero considerar cómo Dios trabaja y labora por mí en todas cosas criadas sobre la haz de la tierra, id est, habet se ad modum laborantis. Así como en los cielos, elementos, plantas, fructos, ganados, etc., dando ser, conservando, vejetando y sensando, etc. Después reflectir en mí mismo.

        Mi sintonía con Ignacio en estos puntos de meditación es porque creo que resumen tres características del modo de contemplación y de espiritualidad que no siempre están presentes en las orientaciones modernas que veo florecer hoy entre comunidades. Sé que tal vez me equivoque. No quiero que suene este alineamiento con Ignacio como argumento de autoridad. Pero considero útil exponer, llegado a este punto, con plena claridad mi consideración sobre el tipo de espiritualidad y de oración preferidos. Y los resumiré en tres palabras que emplea Ignacio en cada punto: memoria, mirada abierta al exterior, trabajo.

 

  • Hacer memoria

        Yo sé que muchos estilos de espiritualidad provenientes de oriente insisten mucho en hacer el vacío interior e incluso opinan (al menos algunos gurús secundarios; de los mayores maestros y doctrina no opino pues no los conozco) que la mente estorba para llegar al estado de conciencia donde se conecta directamente con lo divino. Y se supone que la memoria es ejercicio mental. Ejercitarla significaría impedir llegar a ese estado de conciencia. Cuando se hace oración hay que intentar dejar la mente en blanco, centrándose solo en la respiración, en una piedrecita o en una parte del cuerpo. Estas técnicas de relajación que hemos aprendido del yoga son útiles para ponerse en estado de atención interior y el mismo Ignacio las recomendaba ya: antes de entrar en la oración repose un poco el spíritu asentándose o paseándose. Y en otra ocasión dice que cada uno elija la posición que más le vaya: quándo prostrado en tierra, quándo supino rostro arriba. Pero es que he encontrado a muchas personas a quienes les parecía un fallo occidental a la auténtica meditación llenar la mente de recuerdos o atender a la historia, cuando lo que hay que hacer es limpiar (o vaciar) la mente y centrarse exclusivamente en el momento presente.

        Se suele decir en esos grupos de espiritualidad oriental (y vuelvo a decir que no me refiero a maestros serios de zen como, por ejemplo, Ana María Schlüter cuyo método no he practicado) que nuestro yo tiene que fundirse sin resistencia en el yo global y que recordar demasiado la vida propia es oponerse a ello. ¡Pero es que precisamente el YO total o cósmico ha puesto en mis manos esta pequeña vida de dos décimas de segundo a escala de año solar (considerar toda la historia del universo como el transcurso de un año solar), precisamente para que haciéndome cada vez más consciente de ella la unifique y sintetice con otras vidas que me han precedido y ponga así mi granito de arena en esa autoconsciencia o yo total! Creo que, por mucho intercambio espiritual que tengamos con oriente y por mucho que nos aprovechemos de su milenaria espiritualidad, esto es lo que nos corresponde como herederos de una religión basada en relatos históricos y de una cultura que se ha basada en el individuo con libertad.

        La misma formación de la Biblia no fue sino una hacer memoria del pasado, con las narraciones de los privilegios recibidos por el pueblo, que tan mal fueron interpretados, sirviendo para provocar un nacionalismo que aún hoy se basa en esas narraciones para robar las tierras a los palestinos. Pero Jesús purificó la idea de Yahvé, al menos en el particularismo y, sobre todo, nos invitó a hacer memoria de su vida. Y en un texto maravilloso la carta a los Hebreos nos invita a hacer memoria de lo que por fe hicieron los que no precedieron, para seguir nosotros con constancia caminando de fe en fe, fijos los ojos en el pionero y consumador de la fe, Jesús.

        Hacer de la propia historia, enlazada con las vidas de nuestros antepasados, un reconocimiento de los beneficios recibidos, como recomienda Ignacio en el punto 1º, es reconocer lo que somos en la realidad. Unos seres afortunados, que parecemos haber sido privilegiados, aunque estrictamente hablando nuestra vida se haya ido singularizando por dos factores: el azar y la libertad. El azar podría ser objeto interesante de un análisis teórico y existencial, más abierto aún tras el principio de indeterminación de la física cuántica que si es mal interpretada podría llevar a incremento de magia o teísmo. Pero yo sigo pensando que fue por azar el nacer con la propia herencia biológica y social, con sus improbable avatares y determinantes circunstancias; y por azar nos tocaron los acontecimientos sobrevenidos. Y con la fuerza autocreadora de la libertad tomamos algunas decisiones realmente libres, aunque sostenidas por una fuerza que ya entonces experimentábamos que nos trascendía sin quitarnos la libertad. ¿Cuántas fueron las decisiones libres de importancia y con qué signo positivo o negativo las veo ahora? ¿Cómo se corrigieron las decisiones equivocadas, sacando bien del mal? Esa sería la contemplación de lo que soy yo y lo que es Él, el fundamento y sostén de nuestra vida.

        Después vendría el coloquio admirative del yo mío con el Tú del Padre de quien todo lo mío procede y a quien todo agradezco con profunda adoración y entrega total. Aquí es donde Ignacio propone la famosa oración que podemos repetir paladeando cada palabra, tras este ejercicio de memoria de la propia vida que hemos propuesto en anteriores meditaciones con esta doble pregunta:

  1. ¿Qué es esa vida que resumo en mi Yo? Respuesta realista científica.
  2. ¿Quién es ese con el que tengo derecho a llamar al fundamento último de mi yo y del Universo entero? Respuesta mística compatible con la anterior.

Tomad, Señor, y recibid toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento y toda mi voluntad, todo mi haber y mi poseer; Vos me lo distes, a Vos, Señor, lo torno; todo es vuestro, disponed a toda vuestra voluntad; dadme vuestro amor y gracia, que ésta me basta.

        Tengo que reconocer que es de las plegarias de juventud que más sigo usando para mis coloquios más íntimos con mi Dios, el que habita dentro de mí y sé que me ama.

 

  • Mirar a Dios encarnado en todo lo creado

        El segundo punto de esta meditación ignaciana es sencillamente genial. No sé si nos hemos dado cuenta de hasta qué punto este texto no se limita a presentar las cosas como criaturas de Dios, igual que los hombres (hermana agua, hermano lobo…) sino que presenta a Dios mismo encarnado en todas sus criaturas. Ignacio, con la ciencia de su tiempo, distribuye las criaturas en los tres reinos distinguidos por tres tipos de alma y afirma que Dios habita en todas las criaturas, sustentando el ser de cada una. No solo en el castillo interior del alma humana (aunque sí de una manera especial) sino en la materia inanimada “siendo”, en las plantas vejetando, en los animales sensando, en los hombres dando entender; y así en mí dándome ser, animando, sensando, y haciéndome entender; asimismo haciendo templo de mí seyendo criado a la similitud y imagen de su divina majestad.

        Este lenguaje de Ignacio seguramente tenía su origen en una nueva ontología que empezaba a circular entonces en apoyo de los espirituales que experimentaban cómo la trascendencia y la inmanencia de Dios no se oponía. Las ideas de Plotino que hoy definiríamos como la teoría de la gran unificación cosmológica siguieron circulando durante toda la edad media sin que nadie, hasta Giordano Bruno, sacara las consecuencias del panteísmo que implicaba. Pero los espirituales seguían recurriendo a esa experiencia de unión entre Dios y las criaturas, insistiendo en que Dios está (panenteísmo más que panteísmo) en ellas actuando. Mientras que se consideraran licencias de lenguaje místico poético, acompañadándolas de expresas declaraciones de fidelidad a Roma, incluso en lo referente a reliquias, indulgencias y absoluto poder romano (ver notas Para sentir con la Iglesia) no había que temer la tremenda inquisición que dio un escarmiento ejemplar a Bruno para atemorizar a otros como Galileo. Conste que esa interpretación de ese texto de los Ejercicios no es fruto de un estudio de la cuestión, que tal vez otros hayan hecho.

        Pero a mí este texto del 2º punto de la contemplación Ignaciana me ha llevado a releer los textos de Juan Luis Herrero del Pozo aún inéditos y que para mí formulan mejor que otros más conocidos una nueva teología del Dios encarnado y de la secularidad divinizada. Juan Luis sigue viviendo en una residencia de asistidos de Logroño, hundido en su ceguera ya casi total y con una gran debilidad por otras enfermedades. Su mujer Reyes le visita y atiende a diario, alegrándole a veces con sus nietos. A través de ella (hoy, Jueves Santo, he hablado con ella y me ha dicho que leerá a Juan Luis este texto y vuestros mensajes) me dice que se sigue alimentando de esa teología (inteligencia de la fe) que él llegó a dejar plasmada en esos textos. Y que le ha permitido conservar la fe en un Dios real y cercano que no se cuestiona a pesar de la dureza de su vida.

        El hecho de que escribiera con autenticidad, sin pensar en reforzar sus afirmaciones con otras autoridades y sin miedo a cómo lo pudieran juzgarlas las autoridades eclesiásticas o académicas hacen para mí más vivos y actuales estos textos que conservamos como un tesoro en la memoria de ATRIO, hasta que se puedan editar. Ver Cómo nace mi nuevo paradigma.

        Y en este punto de la encarnación de Dios en todo el Universo, tras haber analizado las dimensiones y complejidad íntima del mismo, prefiero darle la al mismo Juan Luis.

La creación es la carne visible de Dios

Y aquí se vislumbra el concepto más fuerte que puede existir de encarnación de Dios. La creación es la carne visible de Dios. Dios no precisa llegar de fuera para sostener o promover a su criatura, está dentro, es su soporte vital, su energía existencial. Cuando la criatura es el ser inteligente, ha recibido o está recibiendo sin cesar, en su densidad autónoma, la capacidad de Dios (‘capax Dei’), es decir, está fontalmente habilitada para des-velar a Dios, unirse a él, hundirse en su misericordia. Dios es el punto de arranque interior de su progresiva maduración y de sus irrestrictos logros. Sólo la chata percepción y talante del pensamiento mágico concibe la historia como un Don por entregas, una sucesión de dones divinos, de aportaciones de conocimiento y vigor: Dios crea, habla, elige, amenaza, castiga, se acerca, se aleja, adquiere realidad humana, redime-salva del pecado… Cuando percibimos a Dios con respeto y amor, como el Fundamento Óntico, éste encierra en sí en su entrega al ser humano la entera capacidad evolutiva y perfectible hacia toda Plenitud. El Don divino irá adueñándose de todo e impregnando los más recónditos recovecos de cada criatura. Impregnación plenificante que sólo se verá limitada por la capacidad de cada cosa o por la libre voluntad de la persona. Si esto no llena nuestra visión religiosa siempre quedará el recurso a la ‘historia sagrada’ con sus diversas secuencias mitológicas. Por supuesto que respeto cualquier camino para llegar a Dios, dentro de la tradición cristiana como en otras tradiciones religiosas. (Ver Mi Nuevo Paradigma Teológico, 5. II, 11)

        Esta visión de toda la creación (roca, árbol, hormiga, niño sirio refugiado en Idomeni) podía ser escandalosa para alguien que considerara la roca como materia pura muerta o el árbol como algo vivo, pero sin sensibilidad ni inteligencia. ¿Cómo podría decirse que Dios habita en esas criaturas, que son su carne? ¿No es bastante ya decir que ese niño sirio es no solo imagen de Dios sino carne de Dios? Pero el mayor conocimiento que hoy tenemos de lo que es la materia, con toda la grandeza y complejidad del universo compuesto en energía y luz en incansable movimiento, nos hace más aceptable la visión de fe: Dios está habitando y encarnándose en todo, desde el hermano sol a la hermana agua y al hermano exiliado. Y en cada uno de nosotros está en cada célula y átomo de nuestro ser, que poseen una información grande incluida en cada uno de ellos, sosteniéndolos y dando vida al sistema completo de materia organizada que soy, sin necesidad de recurrir a la hipótesis aristotélica del alma encarnada en el cuerpo. Vista desde las perspectivas de la ciencia actual, que ayuda y no frena la apuesta de fe y la experiencia mística, la grandeza, complejidad y última unidad sistémica que constituye el universo y nuestra vida real en él, es difícilmente separable del Dios en el que vivimos, nos movemos y existimos. Y no nos debería preocupar, salvo criterio mejor, que eso se pueda confundir con panteísmo spinoziano. Lo importante es vivirlo a fondo, con la fe que yo sé que lo vive, obstinadamente, juan Luis Herrero en su retiro de Logroño y que hoy mismo me ha confesado. Oigámosle de nuevo:

Cómo nace mi nuevo paradigma

No creo constituir ningún caso excepcional si digo que nunca he tenido ninguna duda de la existencia de Dios. Esta duda equivaldría para mí a aceptar que el cosmos que habitamos carece de sentido. Nunca me ha asaltado esta tentación ni por consiguiente he podido consentirla. El sentido del mundo y de su historia es el reverso de la existencia de Dios. No he dudado ni siquiera en esos momentos oscuros en que la persona parece palpar la monstruosidad del mal o siente hundirse en el desfallecimiento y el dolor. La idea de Dios coincide con el despertar de mi conciencia y es como el libro blanco en el que se ha ido escribiendo mi vida. Creo que es una suerte porque bien podría no haber sido así. Por eso no se me ocurre atribuir mérito alguno a esta realidad, no más que a la certeza de que luego va a amanecer. En algún sentido la convicción de que Dios existe me parece ser como la trama del tejido de mi vida, aunque es claro que mi ‘idea’ de Dios no es hoy la de mi primera comunión.

La convicción de que Dios es una realidad pese a no ser una evidencia me resulta, sin embargo, algo tan espontáneo que no sabría decir por qué vía se podría producir su evanescencia. No creo que ocurriera por trampas de la razón porque ésta, bien al contrario, me ha servido de gran ayuda

Dios me resulta tan obvio que, habiéndose disipado en mi vida tantas viejas creencias, incluso religiosas, alguien me podría interpelar: Conforme, pero ¿qué es Dios para ti? La pregunta tiene su malicia porque bien podría ser Dios o un patrón innato de la inteligencia o una rutina del pensamiento sin que girase mi vida entorno a él. Pero algo me resulta claro: si Dios dejase de ser un valor existencial para quedarse en abstracción… por ahí sí que peligraría mi fe. En definitiva, cuando se actúa al margen de lo que se piensa se acaba pensando cómo se actúa.

¿Qué es Dios para mí o, más prudentemente, qué entiendo yo por Dios? Ciertamente hoy no es una abstracción. Si alguna vez lo fue no lo es sin duda hoy, a partir de un cierto día del verano de 1985 en que lloré al caer en la cuenta de lo mucho que había tardado en descubrir su proximidad casi apabullante[1]. Aquel día sentí con meridiana claridad que en adelante sería el Imprescindible. No voy a hacer el recorrido de la incidencia de Dios en mi historia por más que el dato experiencial es lo único decisivo. Pero supuesto que no dejo de dar vueltas a lo que llamo nuevo paradigma, algo habré de hablar de Dios como clave de bóveda de mi cosmovisión. Tanto más que siendo cristiano mi fe en Dios, y Dios Padre-Madre, es la única fe en que se asienta todo el resto. Después de esta fe no encuentro base alguna para ninguna otra asentada en una autoridad cualquiera como en la generalidad de los cristianos ocurre en virtud de la pretendida revelación histórica de Dios. El salto hasta la Trascendencia desde la capacidad de pensar, don básico de Dios, es el único acto de fe propiamente dicho que reconozco sin ninguna duda. Con lo cual no hago de menos, por supuesto, al acompañamiento en mi vida de tantos testimonios vitales de hombres y mujeres creyentes explícitos o anónimos. Mi fe es así algo muy simplificado, Dios y la construcción de ese otro mundo posible que Jesús llamaba el Reino. (Ver Cómo nace mi nuevo paradigma )

        Creo que es un buen testimonio de por qué una persona que ha ido madurando en su fe personal y en su apertura espiritual, precisamente después de tener una experiencia muy impactante de Dios que él no puede olvidar, decide poner en marcha la razón para pensar su fe y encontrar un nuevo paradigma. Esto lo hace por sí mismo, sin que lo provoquen ideas de fuera o modas teológicas. Y empieza por revisar toda la teología tradicional aprendida y enseñada en otros tiempos. Siempre que se recorre un camino con esa seriedad es digno de atención y acogida aunque las nuevas expresiones nos parezcan arriesgadas: Dios se encarnó no solo en Jesús sino en todo hombre y en toda criatura. Otros, sin haber tenido en nuestras vidas un fogonazo como ese de Juan Luis en 1984,  hemos emprendido como Juan Luis el camino de construirnos una teología que nos permita conservar una fe iniciada con pequeños y efímeros destellos como señales en el camino.

        Y la manera mejor de verle a Él es abrir bien los ojos –Mística de ojos abiertos es el último título de Metz– a la realidad: a la realidad del Universo y de su evolución, de la naturaleza y de la historia, que en definitiva es la realidad en la que se inscribe nuestra existencia, cuyo destino cada vez más concienciado es darse cuenta de todo, to realize todo, para adorar, agradecer y amar al autor de la Vida.

 

  • Ponerse a trabajar con el Padre que nunca deja el tajo

        El tercer punto de la meditación ignaciana nos lleva a otra característica de la espiritualidad cristiana que San Ignacio captó bien. Tendríamos que volver a la comparación entre espiritualidad oriental y occidental. O, si queréis entre religiones cósmicas e históricas. Y sobre la consideración que en ellas se tiene del tiempo y de la acción humana. En oriente predominaron las religiones cósmicas que consideran el tiempo girando siempre en círculo al que las personas se deben acomodar, aceptando lo que a cada uno le ha tocado en suerte.  En la cultura judeogrecocristiana el tiempo es considerado como una flecha que marca un sentido histórico. Venimos de una situación y tenemos que responsabilizarnos cada uno de la historia para hacerla avanzar. En esa marcha nos acompaña el Señor con su poder. Es la substancia última de todo el Antiguo Testamento que cada vez vemos con más claridad que son libros escritos para estructurar un conjunto de tribus en un pueblo, aunque sea forzando la historia verdadera. Pero se crean símbolos de lucha y marcha tan fuertes que incluso han servido a los teólogos para ilustrar las causas actuales de la liberación. El éxodo es uno de ellos. Pero el “id y predicad” y “el Espíritu os guiará” representa también esta mística de misión y acción, no de simple acomodación al destino aceptado.

        Ignacio presenta a Dios trabajando y laborando, id est, habet se ad modum laborantis. La creación no está hecha y Dios descansa encerrado en un sagrado sábado. Como el mismo Jesús señala, Él está trabajando sin parar. Y hay que rendir por talentos recibidos. Se le ve a Jesús siempre en camino, activo. Y aunque se hayan tomado y exagerado sus palabras sobre el mejor camino escogido por María, creo que es justo decir que la espiritualidad más apropiada al estilo de Jesús es la del contemplativo activo. Y aunque la vida monacal haya sabido que había que combinar el ora con el labora, de lo que se trata en una espiritualidad renovada para este tiempo es superar la división entre esos dos tiempos o acciones. El ideal de una espiritualidad laica será hacer cada vez más del trabajo y la oración una sola cosa.

        Me preocupa porque veo surgir un marketing de la oración cultivada por si misma como terapia casi universal, como coaching para deportistas y empresarios, con estilo oriental o con estilo cristiano, prometiendo grandes resultados por unos simples cursillos. Nunca me fie de técnicas de ese tipo aunque en alguna época haya practicado yoga cuyos ejercicios de relajación he incorporado a mi vida. Como también me sirvieron mucho para desbloquear el cuerpo las técnicas de expresión corporal que practiqué en algún grupo de psicoterapia. De todo lo útil hay que aprovecharse, pero no hacerse esclavo de ello, quedándome mirando a mi ombligo o midiendo las horas que logro mantenerme en postura de loto o sentado sobre mis talones. No quiero pasarme. Pero yo me entiendo.

        Hay un esquema de oración y vida conjunta, muy conocido, pero es en el que creo que Dios se me ha ido comunicando y dirigiendo mi vida. Se trata de la revisión de vida que conocemos por ver, juzgar y actuar. No es un mero método de formación de militantes. Es un esquema de vivir cristiano auténtico si se aplica a todo, individual y colectivamente. Por ejemplo. Estoy viendo el telediario y sale lo de siempre, una patera con tantos ahogados. Hay ya propensión al cansancio y a apartar la vista de tanta desgracia que se nos mete en casa. Pero tal vez sea momento de aguzar la vista, ver la mayor parte de detalles y concreciones, fijarse en esos rostros, buscar otras informaciones, si es posible con nombres y apellidos de las víctimas. Y a continuación o cuanto tenga un momento (porque no hace falta mucho tiempo para abrirse a una contemplación) contemplar esas carnes destrozadas de Dios y preguntarse el por qué. Reflectir sobre ello y sacar alguna determinación de lo que puedo hacer, aunque sea muy pequeño, para mejorar en justicia y amor la humanidad.

        Desgraciadamente yo casi solo tengo la ayuda de la radio, la televisión e internet para conectarme con toda la realidad que me circunda, con esas criaturas y personas que son carne de Dios, con frecuencia crucificada pero a veces radiante de vida y alegría. Conozco los CIES por lo que me han contado, pero me gustaría conocerlos por dentro como Alberto y seguir atendiendo cada persona y cada caso como él. A eventos deportivos y musicales asisto solo por los medios. Me gusta siempre el directo de los espectáculos, discursos y manifestaciones, no el enlatado comprimido. Porque puedes entrar en la tensión y los ritos de cada deportista antes de su salto o su carrera y en las primeras reacciones de la persona tras el triunfo o la derrota. ¿Distrae la tele a la contemplación o puede ser una ayuda para que ésta sea realista y conectada con la vida?

        Pero volviendo a lo que decíamos de la actitud de revisión de vida hecha carne en nuestro ser y actuar. Tras muchos años de vida reconozco una fortuna o un don el haberme puesto en contacto desde los 18 años con ese método de pedagogía activa que también se resume como bucle acción–revisión–acción. Primero fue mi primer auténtico maestro, un jesuita de Comillas, que supo despertar en mí la búsqueda personal de sentido. Tal vez nunca llegó a saber hasta qué punto fue decisivo en mi vida y no por ingratitud de mi parte, sino porque ni yo mismo lo supe hasta mucho más tarde. Pero él sigue muy vivo y activo en mí[2]. ¿No os ha pasado a vosotros con alguien? El caso es que más o menos en aquella tuve la ocasión de conocer a Cardijn (¡otra persona que ha marcado muchas vidas!) y a la JOC. Y empecé a practicar su método en mi vida. También ahora me doy cuenta de cómo me ha marcado por dentro, hasta niveles muy profundos de espiritualidad y mística.

        ¿Que cómo actúa lo de ver-juzgar-actuar en esos niveles? Supongamos un acontecimiento que sobreviene inesperadamente a mi vida. Pensad en accidentes, contrariedades, enfermedades, muertes, lo que sea, grande o pequeño visto desde fuera pero importante para mí. Primero: abrir bien los ojos y ver todo con realismo, no negar o disimular la realidad para rebajar la gravedad. Segundo: aceptadlo en lo que tiene de hecho que está ahí, sin entretenerse en buscar responsabilidades para culpabilizarse o convertirse en víctima de otros. Es el momento de contemplar el hecho en el horizonte real de la historia del mundo y la propia, en el horizonte del Dios grande, sin atribuirle a él responsabilidad ni siquiera como “una cruz que me envía Dios”. Rápidamente entonces, sin detenerse en lamentaciones, buscar cómo hay que responder al acontecimiento desde el primer momento, con las estrategias mejores para reconducir la situación y reparar en lo posible el daño producido. No os extrañe que, si habéis conseguido introducir a fondo en vuestra vida esa manera de reaccionar que para mí es fruto de espiritualidad y mística, alguien se confunda y crea que sois de plástico, que no tenéis sentimientos. Eso de manifestar duelo o rabia es otra cosa, pero una persona espiritual sabe que no puede quedarse entretenido en eso, que ya habrá momentos para dejar soltar lágrimas de rabia o pena en la almohada. ¿Me he explicado? Eso es para mí el tercer punto de esta meditación para alcanzar amor, que nos invita a ver a Dios siempre actuando, haciendo salir el sol sobre justos y pecadores, perdonando hasta el olvido, atendiendo al herido que se encuentra en el camino sin quedarse despotricando sobre el malnacido que le robó e hirió, a no ser que se pueda hacer algo en el futuro para aumentar la seguridad en los caminos.

Armonía y paz,
siendo uno mismo
sin ser de uno mismo, 
en la rectitud del mirar,
en lo justo del pensar,
en la simplicidad del acto,
en la autenticidad del ser,
disponible y como inmóvil ante Dios,
para recibir y para dar.

[Marcel Légaut, estrofa de la plegaria VI de Plegarias de hombre]

[1] Esta experiencia mística especial es relatada y analizada por Juan Luis en una carta a un amigo que se publicó en Atrio, cuando se iniciaba la publicación de la serie de artículos sobre “Mi nuevo Paradigma”. Se puede encontrar en Razón crítica y experiencia de Dios.

[2] Me refiero al P. Enrique Jaureguízar, que fue después Rector del Colegio de Vigo. Si alguien pudiera aportarme algo sobre él, se lo agradecería.

9 comentarios

  • George R Porta

     

    Gracias Antonio por estas meditaciones sobre los Ejercicios o, para hablar en propiedad, por estos «ejercicios espirituales».

    No sé bien como expresar esto que sigue, pero aquí va: Nunca he podido sentirme confortable con la conclusión de los ejercicios. Cuando he llegado a este «ejercicio» para ganar más amor ya he estado respirando mi paz interior con estabilidad y por lo tanto «sintiendo» como la gratitud me mueve benignamente a amarme y a amar y me dispone a «si hace falta» servir y siempre algún servicio me es requerido.

    El problema es que este estado de serenidad sentida me mueve a guardar silencio y no me mueve a «hacer nada» a menos que de repente reconozca la necesidad de hacerlo: Nada o muy pocas cosas me inquietan o turban y la serenidad interior siempre la interpreté como una gracia más que agradecer.

    Como no tengo la certidumbre de la existencia de Dios (parece que soy minoría también en Atrio) porque solo «siento» la esperanza, el deseo profundo y continuado de que exista. Consecuentemente, no sé si además de sentir esta «gratitud» debo agradecer a alguien o a algo en particular. Y esa pregunta no la sé responder.

    No es tampoco que me encierre en mí mismo como si me encerrara en mi propio ombligo. pero quizás por entrenamiento, espero a reconocer la necesidad de dejar el regocijo y su serenidad interior cuando el reclamo de servir aparece. No lo busco. Y claro, siempre hay necesidad y se la descubre más temprano que tarde. 

  • ana rodrigo

     
     Antes que nada, envío un entrañable recuerdo a mi/nuestro querido Juan Luis Herrero, maestro donde los haya y ejemplo de vida espiritual auténtica y hombre comprometido a fondo, deseándole lo mejor dentro de sus circunstancias personales. Y un abrazo para Reyes
     
    Gracias a ti, querido Antonio, por traernos momentos de reflexión como la que nos ofreces en este escrito. En la búsqueda de vivir de dentro afuera, las personas, los libros, las circunstancias personales…, nos van ofreciendo eslabones para ir componiendo la cadena de eso que Jesús y otros maestros espirituales llaman VIDA. Por el contrario, el que las personas, seres pensantes como somos, elijamos vegetar, nos hace perder todo lo que una profunda espiritualidad nos da.
     
    Realmente, nuestra mente sufre un bombardeo continuo de ideas y emociones de forma caótica si no sabemos poner orden en ello. Por eso es cierto que doctrinas orientales, como el yoga, a mí por lo menos, me supone una gran ayuda en esta cuestión. Y, con el “espíritu” calmado, tenemos a nuestro favor la posibilidad de control a la hora de tomar decisiones, especialmente nos prepara para “abrir los ojos” a la belleza, al cosmos, a aceptar preguntas sin respuestas en este misterio de lo existente, abrir los ojos a la maravilla del amor, el que recibimos y el que damos, a la incomprensión del mal, a la aceptación del sufrimiento y de tantos problemas como nos plantea la vida en nuestro devenir, a levantarnos de nuestras miserias, a desenredar las ataduras que intentan bloquearnos. La vida se convierte en pasión. 
     
    En fin, una buena meditación para tomar aliento y seguir respirando consciencia y admiración por tanta maravilla, agradeciendo el que el azar, o Dios, o la energía que nos sustenta, nos haga objeto de tanto regalo, y nos eche una mano cuando nos encontramos enzarzados en las limitaciones propias del ser humano y en ello y a pesar de ello, nos dé la posibilidad de sentir y saborear la paz, la armonía y la alegría.
    Gracias a todas vuestras reflexiones. Caminamos de la mano, solos no somos nadie. 
     

  • Asun Poudereux

    El uso de la memoria es fundamental para fines funcionales que beneficien a uno mismo y a los demás.  Si le cierras su acceso insistirá de mil formas para enfrentarte cara a cara a lo registrado por ella y ahondar en el sentido de la vida que se ha ido delineando en ti, en toda persona.  Se hace difícil,  sin lo anterior, llegar a tener presente lo ya vivido y viviendo todavía,  ya no hay  necesidad de que la memoria mental sea activada. Ya no hace falta memorizar para expresarse en el  agradecimiento auténtico. Hay algo, por así  decirlo, que hace de disco duro y nada ni nadie puede arrebatar, tampoco falsificar.
     
    “Creo que, por mucho intercambio espiritual que tengamos con oriente y por mucho que nos aprovechemos de su milenaria espiritualidad, esto es lo que nos corresponde como herederos de una religión basada en relatos históricos y de una cultura que se ha basada en el individuo con libertad.”
    Aquí arriesga mucho el autor,  nuestro querido Antonio, primeramente, cuando de antemano dice no conocer de primera mano a los grandes maestros, ni la tradición milenaria, también histórica,  que les ha llevado a las experiencias, que no pueden ser transcritas,  a través de la mente y su vehículo la palabra al estar lejos de ser su reflejo tal cual como en el agua limpia y serena. La imagen reflejada no es la realidad que se expresa en ella, aunque también forme parte de ella. Lo cierto es que sin contemplación nos cerramos al amor que somos.
    En segundo lugar, me pregunto cómo entonces podemos entender ese hacer memoria de Jesús, cuando sin cesar lo rememoramos en los ciclos litúrgicos día a día y año tras año vemos que el mundo en injusticias desafiantes del que ningún ámbito se escapa, prosigue tras dos mil años ¿?  No es comprensible. Ahí hay algo que me hace sentir hipocresía y complicidad, no tanto impotencia como se nos pretende inducir a creer.
     
    Es que es precisamente eso lo único que a groso modo vemos que permanece: hacer memoria histórica y cultural.  Y con esa denominación podemos estar contentos y satisfechos. Ya hemos cumplido y además vamos por delante de otras culturas y tradiciones.  Si lo que llamamos Dios lo recluimos en un templo,  que ya es osadía, además lo delimitamos en meridianos y paralelos terrestres, que ya es otorgarse privilegios, y en cualquier caso recalcamos de forma contradictoria la Trascendencia y el Misterio, seguiremos de espaldas a donde nos lleva su experiencia aunque nos oprima su anhelo  por dentro.

     

    Así  que hacer memoria de su vida, la de Jesús, que no lo creo así si se limitan a ser tan solo relatos,  entiendo que es mostrarla, ser un reflejo suyo de experiencia  en la vida cotidiana. La suya fue  un intento de hacer ver de modo inmediato y directo, en hechos y palabras,  y así  ayudar  a descubrir quiénes somos y qué lo  hace posible llegar a serlo, sin prejuicios ni miedos. Cuando el anhelo no cesa, por más vericuetos que se hayan  ido  hallando  en el camino, en algún momento se llega irremediablemente a toparse con la realidad anhelada y  de nada servirá,  si  de nuevo se olvida,   pero resurgirá una y otra vez esa fuerza que capacita a mirar al otro y a todo otro  y que hace reconocerse  en él y ello,  movilizando a actuar y ser cada vez más  consecuente.

     

    En los relatos del Evangelio desde la niña que fui y en cierto modo sigo siendo, se ha ido produciendo  un cambio continuo de comprensión y de sentido,  dependiendo de muchas circunstancias y descubrimientos que otras personas hicieron antes y que van profundizando en Consciencia. Se ve a Jesús sin magnificar, un ser humano rebelde y compasivo,  muy próximo. En una constante interrelación abierta que abre a la vida, no  ahoga a la persona en ella,  la va alineando a ella con respeto, pero con firmeza, con aceptación y dignidad. liberándola de los prejuicios heredados. Deja  que el amor y la libertad vayan unidos y actúen como una sola cosa.  Y aunque diversa e irrepetible la vida que es y somos, es siempre a su través, en nuestro aquí y ahora, que descubrimos, como veo lo hizo Jesús, lo que de fondo somos todos.
     Y según las situaciones de cada persona,  vamos cayendo en la cuenta que a pesar de los múltiples desencuentros, duras batallas e incoherencias, todo ha valido  la pena,  vale la pena,  tiene su sentido y también  gozo. Mi vida es y tu vida es, tu vida es mi vida, la Vida sostiene y abraza a toda vida.  Jesús y muchísimas otras personas, seres, todos, humanos,  no dejan de mostrárnoslo con sus luces y sus sombras.
     
    Mis mejores deseos a Juan Luis,  que nos compartió tanto y tanto aquí en Atrio. Un abrazo lleno de cariño y esperanza a los dos.
     

  • Alberto Revuelta

    Aquí en Rattan Creek, cerca de El Almo del genral Santana, son las tres de la tarde, la hora en que murió Jesus que se decía en mi casa y se guardaba silencio por ello. Leo el texto de Antonio, con el que me siento tan en casa, como entonces en silencio. En 1955, entrevistado por Frederick Sands, el famoso e influyente por largos años y hoy todavía, psicólogo Carl G. Jung, respondía a una de sus preguntas : Todo lo que he aprendido me ha conducido paso a paso a una convicción inquebrantable de la existencia de Dios. Sólo creo en lo que sé, y esto elimina la creencia. Por lo tanto no admito su existencia por un acto de Fe: Se que El existe”. Bueno tras un montón de años dando vueltas por el mundo eso siento. Y, como cuenta Juan Luis, nunca he tenido la menor duda de que el Sustentador me sostiene a mi y al mundo entero. Tengo conciencia de que sólo el asombro y la inenteligibilidad de lo que ocurre con tanto pesar y tanto dolor, es la primera posición de saludo, como en la mili. Así que, gracias Antonio, por desmigar a Ignacio, a Juan Luis  a Cardijn, a ti mismo. 

  • Mª Pilar García Martímez de Aguirre

    Antonio, fuerte y profunda es la materia que hoy nos presentas.

    Hay en mi vida, muchos pasos caminados por medio del espíritu de Ignacio; y me han sucedido acontecimientos “parecidos” a los que citas, salvando la gran distancia que existe entre ambos…preparación.

    Cuando Juan Luis, estaba en este Atrio que nos une y  ayuda a madurar; sentía una unión con sus experiencias que me llenaba de gozo (también, salvando las grandes diferencias… por formación y preparación que yo no poseo) pero me hacían saltar de alegría,  sus experiencias y escritos que nos compartía. Me sentía muy cerquita de su pensar y vivir.

    ¡Lo comprendía, y en cierta manera… me sucedía algo similar!

    En mi vida, si han cambiado varias cuestiones; ya no reviso mi vida… como antes, para buscar aquello que había hecho mal… “culpabilidad”. Llegó un día… y entré de nuevo en ese bucle, y con gran y sincero dolor, le dije… al gran Misterio… “Sabes como me duele todo aquello que ha podido causar daño a otras personas, y no sé, como subsanar el daño causado”… Las lagrimas cayeron a borbotones de mis ojos, y al poco, sentí una gran paz.

    Seguí adelante con mis tiempos de silencio y escucha. Ya no he vuelto a sentir esa angustia desmedida por el daño causado… creo que nunca deseado y hecho para dañar… y ahora, ya no reviso casi nunca mi vida; cuando me retiro al silencio, sencillamente sé, que estoy en Él, y dejo que las “cosas” ocurran; a no ser, que algo esté perturbando mi mente y corazón.

    Sé, lo siento en mí, que somos un don del Misterio de la Vida, y que en eso que somos… y podemos llegar a ser… está su Aliento-Espíritu, para poder llevarlo acabo; cada persona según lo vaya comprendiendo y optando por ello.

    Me encanta “La encarnación del Misterio en cuanto nos rodea” por eso, yo siento-experimento, que estoy en Él, ahí soy, me muevo, voy madurando, despertando en mí, nuevas experiencias; y casi nunca le pido nada… que no sea “caer en la cuenta de lo que puede estar sucediendo en mí”, y buscar así el camino para seguir.

    Me encanta el último apartado; se muy bien lo que nos comentas, haber vivido en una familia, donde el dolor inexplicable existía; vivido con naturalidad, asumiendo que estaba ahí y nadie era “culpable” de ello; se vivía con toda normalidad, doliéndonos con su dolor… pero era él, el primero en llevarlo con una gran dignidad, sin protestar, sin quejarse, sin levantar el rostro a “dios” para recriminarle nada de nada.

    Solía decir…”me ha tocado a mí… como otos males a otras muchas personas”. Eso fue gracias a mis padres, que así lo vivieron y nos lo hicieron visible cada uno de nuestros días.

    Ahora, en mi vida, solo puedo dar gracias por tanto, tanto bueno recibido; porque hasta los “males” que como a tantas personas les suceden, los hemos podido llevar con salero… y el dolor que cada mal conlleva.

    ¡Gracias Antonio! Está siendo un ejercicio para descubrir, donde me encuentro, que he dejado a tras, que me he ido encontrando por el camino; y para agradecer inmensamente a, tantas personas magníficas que habéis pasado por mi vida, sembrando buena semilla, que procuro sembrar en mi sencilla tierra, cuidar… y el tiempo dirá… si sus frutos son buenos para quienes pasan a lo largo de mi vivir, por mi lado.

    Un gran abrazo entrañable y agradecido.

    mª! pilar

  • Gonzalo Haya Prats

    Sinceridad plena. Experiencia de Dios; de un Dios encarnado en cada hombre y en cada piedra. Panenteísmo. Un proceso histórico encaminado a la plenitud del Proyecto de Dios. Memoria, Contemplación, Acción. Ver, Juzgar, Actuar. Vida íntima, Nuevo paradigma de Juan Luis y de Antonio. Una meditación de Viernes Santo, de muerte y resurrección. Lluvia y granizos en Sevilla. “Creo en la esperanza”. Gacias, Antonio.

  • Carmen

    No sé por qué ha salido ese cuadradito. Soy un desastre.

    • Antonio Duato

      Ya he quitado el cuadradito que dices… Pusiste sin darte cuenta un “bl
      ocquote” o recuadro a ese párrafo. Es una opción que hay arriba, junto a negritas o cursivas..
      Pero gracias por leerlo. Todo eso de Juan Luis y mío, como lo de Legaut otros días, es pura teología, abrir un cuadro mental a la fe para que pueda sobrevivir en culturas y personas muy secularizadas y razonadoras. Pero la fe nace de responder a esas otras percepciones interiores, fogonazo o destello, que son exactamente eso que dices, Carmen, con estas palabras:

      …como que tengo la percepción de que está. No de lo que es, sino que está. Pero no depende de mí. Es decir, esa percepción no es cuando quiero, sino cuando sencillamente sucede

      Y ahora he puesto yo el marco a tus palabras muy intencionadamente. Y ¡gracias!

  • Carmen

    Madre mía, entre lo que dices y lo que dices que dicen otros, me has dejado muerta. A ver quién es el guapo que comenta esto. Alguno de vosotros o vosotras, porque las personas con una formación religiosa al uso, o sea, imposible. El pensamiento que me viene a la cabeza es una pregunta, dónde estabais escondidos ? Es una pregunta muy recurrente en mi.

    Y como mi vida ha sido otra y como infinidad de personas he tenido que buscar sentido a eso que llaman dios, pues la respuesta ha sido muy sencilla. No lo sé, pero no es lo que dicen. No me puedo hacer una idea, pero a veces creo que está, a ver, como que tengo la percepción de que está. No de lo que es, sino que está. Pero no depende de mí. Es decir, esa percepción no es cuando quiero, sino cuando sencillamente sucede.

    Por eso los ejercicios espirituales en los que todo el mundo habla con dios, van a hablar con dios y de hecho te miran muy raro cuando dices, yo? Imposible. No me contesta. Los últimos fueron un divertido auténtico desastre.

    Todo eso que dices de las técnicas de otras culturas y tal. Pues a quien le vaya bien, adelante. Pero no sé yo. Tampoco parece sencillo hacerlo de verdad. En cursos y esas cosas pues si, pero es como quien lo encuentra yendo a misa. Solamente que ahora la misa y ese tipo de cosas está desprestigiada, entonces, a veces buscan este otro tipo de espiritualidad y se ponen en manos de otros gurúes, que como son nuevos y tienen una espiritualidad que esta de moda, pues tan contentos todos. Ellos, el local donde se realiza, el que lo organiza y el gurú. Pero si me dicen que se unen con el infinito en una semana o durante una hora a la semana, pues me produce el mismo asombro que experimento cuando hablan con dios en unios en ejercicios de los nuestros.

    Es todo, intuyo, porque ni idea, mucho más sencillo. Se trata de cerrar o abrir los ojos, según , pues según te de. Tratar de no pensar en nada concreto, si puedes,  y sencillamente dejarte llevar por la idea de que formas parte de , pues de todo, del Todo o como le quieran llamar. Desde luego que dios no se presenta,. ,pero tu cabeza te lo agradece y no sé. Con suerte, a veces, te sientes como, a ver quién explica esto. Lo dejamos en que es algo bueno para el cuerpo y el alma, en el mejor sentido de la palabra alma.

    Y anda que no hay belleza en las piedras y en el agua y en las plantas, y en las nubes, y en mar, y en la brisa y en   las mariposas, yy e los ruidos extraños de la naturaleza, y  cuando ves pasar una bandada de pájaros que van a comer , menos las gaviotas, no me gustan, me asustan, cuando al atardecer empiezan a aparecer en mi playa uf. Miedo me da que me den un picotazo. Tienen un pico muy fuerte.

    Y eso es todo, amigos. La verdad es que tengo valor por escribir esto, pero hoy es viernes santo, llueve, la procesión de los Salzillos, que en Murcia es preciosa, no ha salido. Habrå muchísima gente desilusionada. Pero estoy desayunando en una terracita que tiene mi habitación, pequeñica, pero que cabe una mesita una silla de esas de director, un jazminero, que todavía no ha retoñado y varias macetas. Hasta césped artificial en el suelo..    Y oyendo la lluvia , aquí, en Murcia. Si no soy capaz de sentir algo que me acerque a , pues a lo que sea, no sé. Cuándo entonces?  Pues cuando suceda. No sé sabe cuándo. Bueno, a lo mejor algún gurú…
    Un abrazo.