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Seres ínfimos y efímeros pero necesarios

Una invitación a ejercitar un espíritu realista
durante la Cuaresma, 2

 

Premisa

        A la meditación del viernes pasado algunos de vosotros habéis aportado ecos. Algo he contestado ya. Otras cosas se irán aclarando a medida que se vaya desarrollando el ciclo de estos peculiares ejercicios. Pero no quiero atarme presentando ya el índice completo, pues intuyo que el texto original, dirigido a un grupo concreto de personas en un lugar y tiempo definido, deberá irse modificando de acuerdo con las circunstancias de esta comunicación semanal en un blog.

        Ayer, en una reunión quincenal que solemos tener un grupo para leer en conjunto a Marcel Légaut, me encontré con estas frases en las que vi cómo retrataba lo que me está rondando desde el viernes pasado:

Cuando un creyente se arriesga a hablar de la vida espiritual, lo quiere hacer como testigo y no como profesor competente, por razón de su saber y su cargo, lo cual –está convencido– se revela, en este terreno, de una ineptitud sin remedio. Al hablar como testigo, no puede evitar no sólo el sufrimiento de una impotencia radica de comunicar al otro lo que constituye lo esencial de lo que querría compartir con él… sino también el sufrimiento de sentir, en sí, algunas penosas impresiones de insatisfacción, de incertidumbre y como un cierto resabio de impostura. Impostura del que siempre afirma con demasiada seguridad lo que tan solo ha vivido en las horas eminentes de su vida, muy escasas, sin embargo, y diseminadas a lo largo del embotamiento espiritual en que yacen sus días. Y, por otra parte, lo que dice, ¿no es verdadero y falso a la vez, y, de cualquier forma, incompleto? ¿No es demasiado personal para que se propague a muchos?… ¿No valdría más guardarlas para sí?… ¿No ha buscado en todo ello el personaje?… “En Llegar a ser uno mismo. Buscar el sentido de la propia vida”, Asociación Marcel Légaut, pg 143.

        Esos interrogantes no hicieron desistir a Légaut de escribir sus libros, que nunca son tratados teóricos sino libros de itinerario, sin citas de autoridad, fundados solo en su experiencia vivida. Y hoy se lo agradecemos muchos. Estos mismos interrogantes me los llevo haciendo yo. Y uno más, más radical aún: ¿ese buscar tanto el yo trabajando la memoria no será una perversa idolatría? ¿no se opone radicalmente a la mística del vacío y de todo pensamiento para centrarse, ahora, en la autoconsciencia global del Yo total, del Ser absoluto, sin separación? A pesar de tener en cuenta todo eso, yo también me atrevo a seguir con mi propósito inicial. Comunicaros unos textos no definitivos para ponerlos en común con vosotros y que me podáis así ayudar a mejorarlos. Eso hacía Légaut con sus amigos cuando iban a su granja en el monte, entre 1945 y 1970, fecha en que dio a la imprenta su primer libro.

 

  • La invitación ignaciana a valorar mi persona

        En la meditación anterior hemos pretendido poner una primera piedra en esa búsqueda de Quién soy yo. Ejercitando la memoria y la autoconsciencia, la persona puede conseguir, desde dentro y sin atender a cómo se la ve desde fuera, una consciencia de sí, de ese proceso real de vida delimitado claramente en el espacio y el tiempo. Esa memoria, en la que tal vez vayamos trabajando hace tiempo se puede plasmar incluso en una hoja en que se fijen fechas, acontecimientos frutos de elección personal o sobrevenidos, personas, libros, películas que quedaron grabadas en mí. Es conveniente disponer de ese documento autobiográfico de uso personal, por lo menos en la mente. A continuación, se pretende ahondar en la consideración de esta realidad, ejercitándonos en dimensionarla realísticamente con todo lo que se relaciona la persona que soy yo, objetivamente, en las dimensiones de espacio y tiempo.

        San Ignacio, en sus Ejercicios para la 1ª Semana, establece también este de “mirar quién soy yo, diminuyéndome por exemplos: primero, quánto soy yo en comparación de todos los hombres; 2º, qué cosa son los hombres en comparación de todos los ángeles y sanctos del paraíso…”. Él ejercita la comparación con lo conocido por su tiempo para llegar a una horrible consideración del hombre “como una llaga y postema, de donde han salido tantos pecados y tantas maldades y ponzoña tan turpíssima”. Espero que esta meditación, que yo propongo hoy, partiendo del mismo ejercicio de comparación, no llegue a tan humillante conclusión.

  • Contemplación realista de mi persona

        La relación con la naturaleza ha sido inveteradamente para la persona ocasión de asombro y fuente de religiosidad. Contemplar el cielo desde el desierto, quedar perdido en la inmensidad del mar. Experimentar la tormenta en los cielos y en el mar. Ahí están los orígenes del sentimiento religioso. A Francisco y a Juan de Yepes, que hacían sus viajes a pie, les llevaba a la contemplación mística el hermano sol, la hermana tierra que produce diversos frutos con coloridas flores y hierbas, o los prados de verduras de flores esmaltados. Algunos atribuyen la secularidad dominante al progreso de la ciencia y a la civilización urbana, que nos aleja de la naturaleza. Sin embargo, no ha habido nunca mejor tiempo que este para contemplar la realidad de toda la naturaleza y mi realidad en su verdadera dimensión.

  1. La ciencia en ayuda de la contemplación. Sin recurrir a imaginación o ciencia ficción, con perfecto cálculo científico, hoy cualquier programa de localización puede ir desde la esfera terrestre a mostrarte el sitio donde estás con una escala 1/10 y volver después a alejarse. ¿Recordamos cuando conocimos o empezamos a utilizar Google Earth o Google maps? No hace mucho, menos de diez años, seguro que ya en este siglo. ¿Y no os quedáis pasmados cada vez que veis funcionar un GPS en un coche o en el teléfono móvil? A qué velocidad se tiene que hacer el traslado de información desde tu terminal a dos o tres de los veinte o treinta satélites de localización que giran alrededor de la tierra y cuántas contestaciones han de salir de ahí para que se alga el cálculo que determine las coordenadas cartesianas (¡evocación de un científico cristiano moderno!) exactas en que se encuentra el dispositivo[1].

A quienes se nos ha dado vivir esta asintótico progreso científico y técnico se nos ha regalado algo muy grande para conocer el Universo que es pecado despreciarlo por “cosas superiores”. Una espiritualidad realista puede ahora aprovecharse de la contemplación de la naturaleza como nunca. A ello os invito en lo que sigue.

  1. Viaje a los límites del espacio conocido. Un libro antiguo de Investigación y Ciencia, Potencias de diez, y varios vídeos disponibles en YouTube nos proporcionan la posibilidad de hacer una meditación muy realista y útil sobre el lugar que ocupamos en el espacio y tiempo prácticamente infinitos. Solo cito uno: Viaje al macro y micro cosmos. Habréis hecho ese viaje algunas veces. Os invito a que lo hagáis en actitud de contemplación, como si tuvieseis la suerte de estar una noche a cielo abierto, sin contaminación lumínica. ¿No queda el hombre redimensionado en su pequeñez y extrema complejidad? La excursión contemplativa puede terminar cuando llegamos a ver toda la Vía Láctea como un punto, como se ven ahora muchas otras galaxias, a una distancia de 1023 m (cien trillones de kilómetros). La luz que nos llega de esas galaxias lejanas salió de allí hace la friolera de diez millones de años. Y nos informa, por esos métodos fantásticos que tienen los instrumentos modernos (Huble, el primero de los espaciales, revisado y ampliado por cinco sucesivas misiones espaciales) para analizar toda la gama espectroscópica de las ondas de la luz (el de investigar que las partículas elementares, electrones, protones y neutrones que constituyen esas galaxias son idénticos y siguen las mismas leyes que rigen todos los átomos que constituyen cada persona, que no deja de ser un poco de polvo de estrellas que acontece como singularidad en un determinado momento del tiempo y el espacio.
  1. Soy polvo de estrella. El radio del universo visible está calculado en 40 mil millones de años luz. Esto significa unos 400 mil trillones de kilómetros. Y en ese universo, supuestamente finito, pero de límites aún desconocidos, se calcula que hay unos cuatro cuatrillones de estrellas, 4*1024. Cifra enorme. Pero es que si me pregunto quién es esa personilla diminuta que desde este planeta que orbita en torno a uno de esos cuatrillones de astros, se atreve a viajar con la mente hasta el borde del universo, la contestación más exacta y realista es que yo soy unos cuantos cuatrillones de átomos (tantos como estrellas en el universo), organizados en una singularidad autoconsciente que soy yo, pero que proceden de explosiones y fusiones estelares. Yo soy polvo de estrellas.
  1. Maravilla de mi vida. Desde siempre me extrañó que los análisis contaran los hematíes de la sangre por billones y que el médico y la familia se preocupara de que no llegaban a los cuatro o cinco esperados. Me dijeron que no los contaban uno a uno. Entonces no había máquinas como ahora que automatizan los análisis, pero los técnicos solo tenían que contar determinadas manchitas que aparecían en un determinado cuadro del telescopio donde se ponía la placa coloreada de una gota de mi sangre. Aún así no dejaba de sorprenderme, como ahora sigue sorprendiéndome la cantidad de pequeños corpúsculos que, en su conjunto, soy yo, no mi cuerpo sino yo. Cabeza, miembros, tronco. Repasemos nuestro organismo: cinco sentidos más o menos servibles; cerebro, pulmones y corazón más o menos tocados, pero funcionando aún, milagrosamente; estómago, intestinos, hígado, páncreas, bazo con infinidad de funciones combinadas; pene o vagina, testículos u ovarios con función reproductora y placentera. Todo, junto con billones de bacterias y otros parásitos, funcionando milagrosamente en conjunto y previendo o rechazando patologías con la ayuda de dones maravillosos que son terapias y medicamentos, frutos de la naturaleza y del talento y trabajo humanos. ¡Qué maravilla es mi vida y toda vida!
  1. Viaje a lo profundo de la materia que soy. Es el viaje al microcosmo que está en el mismo vídeo propuesto antes. Tan estremecedor como el realizado antes hasta los límites de Universo. Sigamos esta meditación basada en la ciencia, como si dispusiéramos del mayor microscópico electrónico del mundo y yendo más allá de sus límites con los cálculos sacados de los datos que proporcionan los mayores aceleradores de partículas. Recorramos esta hondura, a partir por ejemplo de un dedo nuestro, hasta el fondo de la materia que constituye lo que soy yo en conjunto.
  1. Todo lo que ocurre en mí en este preciso momento, visto en la extensa gama de escalas que comprenden del 1024 al 10-18, es decir 1042, un trillón de cuatrillones de veces, ocurre también en esa planta que tengo en el estudio o en esa amapola que, en la imagen de portada hoy en Atrio, fue fotografiada un día concreto en un lugar concreto del planeta. Ante el universo lo mismo de insignificante es nuestra vida que la de la hormiga concreta que seguí un rato en mi último paseo al campo y lo mismo de maravilloso y complejo es nuestro organismo compuesto de materia y energía (o pura energía) organizadas por el ADN respectivo. Pero lo que parece que tiene de único la especie humana es ese desarrollo cerebral que le permite no solo existir y vivir, sino tener autoconciencia y capacidad de pensar ese casi infinito proceso que constituye la Vida y de elegir libremente en cosas decisivas para el proceso, constituyéndose en co-creador del mismo. Pero en esa peculiaridad humana, si hoy hemos caído en la cuenta –to realize en inglés– de la pequeñez y grandiosidad que representa nuestra vida real como simples vivientes, ya nos ocuparemos en la próxima meditación.
    1. El año cósmico de Sagan. Puede sernos muy útil retomar aquí como meditación, no por simple curiosidad, la propuesta que hizo el científico Sagan de considerar toda la historia del Universo reduciéndola proporcionalmente a la escala de un año solar. Se puede recorrer este paso de los quince mil millones en un programa de youtube, por ejemplo este: https://www.youtube.com/watch?v=5lJ5sECHEoE Estos serían los momentos más trascendentes anotados en este calendario:

01 enero: Ocurre la gran explosión que origina todo el Universo.
01 mayo: Comienza a formarse la galaxia donde nos ubicamos, la Vía Láctea.
09 septiembre: Fecha en la que logra conformarse nuestro Sistema Solar.
14 septiembre: Entre una serie de afortunadas contingencias comienza a formarse nuestro planeta Tierra.
22 septiembre: El surgimiento de los primeros indicios de vida en nuestro planeta
02 octubre: Formación de las rocas más antiguas conocidas en la Tierra.
09 octubre: Fecha de los fósiles más antiguos que se han encontrado.
12 noviembre: Aparecen las plantas fotosintéticas productoras de oxígeno.
01 diciembre: La Tierra desarrolla completamente una atmósfera con oxígeno, estable para el desarrollo de diversas especies.
26 diciembre: Aparición de los primeros dinosaurios
31 de diciembre:

11:52 de la noche: aparece el primer humano, solo hace 8 minutos
11:59:56: Época de Jesús y del emperador romano Augusto, hace 4 segundos
11:59:59: Últimos cinco siglos y todo el progreso científico.
¡En el último segundo! Un ritmo frenético de progreso quienes hemos vivido estas dos últimas décimas de segundo. ¡Qué únicos y responsables respecto a quienes vivieron en otros momentos más calmados de esta paciente historia cósmica!

      • Conciencia del “en mí” como minúsculo y grandioso a la vez.

 Yo no puedo saber hasta donde llega la inteligencia de otros seres. Sé que en algunas percepciones sensoriales y en algunos cálculos son muy superiores a los humanos. ¿Cómo si no podría la finísima angula recorrer el camino desde el Caribe hasta las aguas de donde salieron sus padres para convertirse en anguilas adultas? ¿Cómo las abejas hacen de cera esas celdas hexagonales tan perfectas? Yo no sé si ellas se darán cuenta de que son “polvo de estrellas” y de todo lo que hay en su macrocosmo y en su microcosmo. Pero yo sí. Y debo afirmar a la vez la pequeñez y la grandeza de este sujeto, de este yo, para ser humilde y consciente de mi pobreza de ser en verdad, no como virtud, y también para seguir buscando el sentido y la misión de mi corta existencia aquí. Yo no encuentro mejores palabras para resumir esto que estas:

 

Ínfimos y efímeros, pero necesarios;
sepultados en lo inmenso pero conscientes;
perdidos en lo innumerable pero únicos.
De un poema-plegaria de Marcel Légaut

 

 

[1] Los antiguos conocían la trigonometría terrestre y celeste; ya la utilizaban los egipcios y griegos para calcular distancias. Eratóstenes, en el siglo III a. C., calculó paso a paso la distancia entre Alejandría y otra ciudad de Egipto para deducir, según la sombra a una misma hora en las dos ciudades ¡la circunferencia de la tierra! Y no se equivocó de mucho. ¡Qué mentes! Y qué dirían ahora de la facilidad con que se hacen esos cálculos.

54 comentarios

  • M.Luisa

    Para no dejar las cosas a medias daré un poco más de continuidad a mi comentario de ayer con el propósito de conseguir aclarar algo.

    Me valdré para ello de la influencia que ha dejado en mí la lectura del último libro de Diego Gracia sobre Zubiri “El poder de lo real, leyendo a Zubiri” que a los casi cuarenta años de su muerte interpreta su Obra dándole un sentido más amplio y  evolucionado, pero a la vez también crítico en detalles.

    Como ayer ya expresé han sido no pocos los pensadores  que  han retrocedido en la historia de la filosofía  para hallar los pasos críticos que con respecto al conocimiento en ella se han producido. Zubiri fue uno de estos pensadores que vio   en el dualismo antiguo del sentir y el pensar el origen  que dio pie a la ontología conceptista la cual hizo de la mente la facultad capaz de conocer las cosas tal como ellas son en sí. Fue, como es sabido, el llamado realismo ingenuo.

    Luego el racionalismo moderno intentó evitar esa ingenuidad, despreciando  aún más el sentir  en favor de la razón. El empirismo por su parte siguió siendo usufructuario del esquema platónico: la sensación nos da el mundo de la opinión y sólo la razón analítica puede ofrecernos certeza. Tal fue la obra de Hume que con su análisis sobre la sensación fue uno de los primeros pensadores que puso entre paréntesis la realidad de lo aprehendido  allende la aprehensión.

    Hume, en su Tratado de la naturaleza humana, hizo un análisis exhaustivo de las sensaciones.      En ella, hay un párrafo que, D. Gracia  señala en su libro que  dice:

    “Es evidente que nuestros sentidos nos presentan sus impresiones como imágenes de algo, distinto, independiente o externo, ya que no nos transmiten sino una simple percepción, y no nos entregan nunca la más pequeña referencia a algo más allá”.

    A ese rechazo le llamó escepticismo.  y lo que afirma en él es que la percepción no puede producir jamás una existencia doble. Ciertamente que Hume en su análisis crítico influyó  en la filosofía posterior, pues de él derivó la Crítica de la razón pura,  de Kant. Ahora bien, tanto la tradición que deriva de Kant, el idealismo alemán, como la que procede de Hume, el empirismo inglés, pusieron todas las esperanzas filosóficas en la razón. Pero todavía ahí el estudio sobre la sensibilidad humana queda intacto.

    En cualquier caso  el intento del positivismo lógico posterior de hacer de la lógica y la matemática un lenguaje bien hecho que explicitara el poder de la razón fue en paralelo al intento idealista de reconstruir la filosofía por la vía de las ciencias del  espíritu, es decir, por la de la razón. Aquí es donde pienso se acogió Ortega para  su filosofía a diferencia de su discípulo Zubiri que a través de lo que las ciencias  biológicas le ofrecían y los aportes de la física cuántica fue en busca de una nueva interpretación de aquel  momento sensitivo de la aprehensión  tan denostado hasta el momento.

    En el libro citado se lee en su página 241: “Siempre se ha dicho que Hume tiene más razón en lo que critica que en lo que afirma. Su análisis de la aprehensión, en contra del realismo ingenuo es de gran rigor y ha influido en toda la posterioridad. Lo que ésta le acabará reprochando no es su crítica al realismo ingenuo, sino que no haya percibido que en la impresión lo dado tiene “una segunda existencia” distinta de la puramente sensible”

    Por tanto, una cierta entidad o realidad tiene,  aunque desde luego distinta de la postulada por el realismo ingenuo. Esta fue la crítica que le hizo, concretamente Zubiri: “ Hume no ha pensado más que en el contenido de lo aprehendido (…) ha pasado por alto  la impresión de realidad” Los problemas de Hume son dos: uno, que no analiza la formalidad de la aprehensión, y otro que sigue creyendo en el carácter absoluto de los juicios analíticos, propios de la razón.

    Estos serán  también los dos problemas de toda la tradición empirista, positivista y neopositivista. A modo de apostilla y recordando a Jorge,   pienso que sus planteamientos son los propios que trajo el neopositivismo.

    Las dos tradiciones, dice Gracia en su libro, siguieron siendo platónicas. Todos creyeron en la existencia de dos mundos e inmediatamente después de la muerte de Hegel se tomó conciencia del fracaso.

    Se puede decir que en Occidente hay toda una tradición que va de Hume a Wittgenstein, que, primero se hizo fuerte en el tema de la aprehensión, y segundo con la lógica y la matemática que  sometió  a la razón a un minucioso análisis formal el cual  derivó en desconcertantes paradojas.

    Si hay que buscar la absolutez de la razón, se decía en aquel momento histórico, será por otra via. ¿Por cual?

    Husserl creyó encontrarla  por la de la conciencia, pero esto, según D. Gracia, es caer de nuevo en las redes de la razón, quizá por eso, Husserl, fue incapaz de salir del idealismo. La única solución es hacerse fuerte en aquel punto que siempre ha resultado pretérito, la percepción sensible y rehacer el análisis fenomenológico desde allí.

    Esa ha sido la pretensión de Zubiri que en ese sentido puede ser considerado como el más empirista de los fenomenólogos. De hecho, la distinción que Wittgenstein hace entre mostrar y decir es la distinción zubiriana entre la “ aprehensión primordial” y el “logos”. La aprehensión primordial se muestra no se expresa. Su expresión hay que hacerla fuera de ella, desde el logos. Por eso “la aprehensión primordial” es lo “místico”. Es bien sabido que para Wittgeinstein esto era lo filosóficamente más importante. Lo que sucede, dice Gracia en su libro, que las teorías de las paradojas en el lenguaje le llevó a pensar que el decir algo sobre lo que no se puede decir era una paradoja más, lo cual probablemente no sea cierto.

    No hay duda de que desde la inefable aprehensión no se puede decir nada , pero no está dicho en ningún lado que el logos no la pueda expresar desde el lenguaje. En otras palabras el lenguaje puede tener una “función descriptiva”de ella además de una “función explicativa”. La descripción será siempre imperfecta y por tanto tendrá paradojas, pero eso no es lo mismo que decir que la propia descripción es ya en sí una paradoja. Haber confundido estos dos puntos fue, quizá, el gran problema de Wittgenstein, y haberlo sabido ver el gran mérito de Zubiri.

    Desarrollar este análisis de la aprehensión sensible  es el tema de sus tres volúmenes  sobre la Inteligencia Sentiente, obra que, sin duda, según Diego Gracia  está a la altura de nuestro tiempo en plena actualidad.

    Un agradecimiento tardío  a mi estimada Asun y también darle la bienvenida al amigo George que hasta ahora no me había dado cuenta de su regreso. Un abrazo amigos!!

     

    • Asun Poudereux

      ¡¡Gracias, M.Luisa!! Con un ¡vaya y adelante! En esto que nos compartes. Lo leo varias veces y poquet a poquet …va calando…
      A ver si vemos a George más a menudo.
      Un abrazo a los dos.

    • Alberto Revuelta

      Magnifico el resumen, clarísima exposición. Como estoy muy marcado por lo que he vivido y vivo y soy tozudo, me permito citar a Carl Jung en sus Memories: “La cuestión decisiva para el hombre es: ¿está relacionado con algo infinito, o no ?. Esta es la cuestión reveladora de su vida”. Para mi, sin duda.

      • M.Luisa

        Gracias, Alberto! Me alegra ver que te estás recuperando…te leí y sé que fue muy larga tu operación, cuídate, un abrazo!!

  • Carmen

    Óscar. Este señor tendrá toda la razón filosófica del mundo mundial. Pero es mucho más sencillo que todo eso. El problema nos viene porque somos capaces de reflexionar. A mí me gusta, claro que sí mis reflexiones tuvieran ese grado de complejidad pues a lo mejor no me gustaría.

    Y sigo sin entender los saltos evolutivos. Mutaciones genéticas tal vez.

    Es decir, una vez leído el texto, sigo pensando lo mismo. Pero ya decía Ortega que las mujeres somos seres limitados. Más limitados que el hombre, me refiero.

    Pues bueno.

     

    • oscar varela

      Leo:
      -“ya decía Ortega que las mujeres somos seres limitados”-
      ¿Dónde lo decía?
      sino: “fake news”

      • Carmen

        Bueno
        Su postura ante la mujer la conozco hace tiempo. Y no me extraña. Era una persona de su tiempo con la cabeza para cosas que él no creía importantes, de su tiempo.
        Mira. No soy de citas, pero como estoy jubilada, tengo tiempo y hago cosas que hasta ahora no había hecho, las buscaré y te las diré. Pero dame un día o dos. Soy lenta.
        Lo he dicho en plan de broma. Pero si no encuentro lo que busco, te lo diré.
        Y si es una fake New, a ver, quizás no sepa bien lo que significa su traducción exacta, mi idioma es el español, ahí las cazo al vuelo, pero si ese término indica lo que pienso, que sepas que no ha habido ninguna intencionalidad de confundir a nadie. No sé si me explico.

        Ya te contaré cuando acabe mi labor de investigación. Y si te crees que me importa algo lo que pensase este señor de las mujeres, no sé cómo decirte… Yo era más de Unamuno , y ese también era bonico en este tema.
        Bueno, y casi todo el mundo.

      • Carmen

        Uf, menudo aburrimiento se señor
        Hay hasta lista de citas de su opinión y es que me da igual . De verdad, si me preocupara lo que pensaba los hombres de las mujeres , vamos, no pararía de llevarme berrinches, pero es algo que tengo absolutamente superado.
        Éramos para él algo así como un motor o no sé qué dice: el hombre es y la mujer está.
        Mira, ni un segundo más le dedico a este tema . Quién quiera que se lo crea y quién no, pues que lea sus artículos, sus libros,y de paso aprende como pensaba este señor.
        Me da lo mismo.
        Pero de fake New, nada. Más bien old New.
        Hasta la próxima.

  • M.Luisa

    He leído esta mañana el artículo que Oscar nos incluye de Ortega. De momento  sólo este último: Necesidad de una nueva revelación. 

    Decir que el ser humano  no tiene naturaleza y al mismo tiempo se diga que  tiene que hacerse  a sí mismo,  es pienso, al menos, sin meterme, de entrada,  en contradicciones, decantarse por la elección de un   camino corto que se emprende tras  el resabio  que nos dejó la filosofía antigua  cuando de un plumazo  resbaló sobre la importancia de lo empírico en el conocimiento.

    Así, luego se crea esta necesidad de una nueva revelación.  La necesidad no se vierte hacia nosotros, preguntándonos qué hicimos mal sino hacia lo otro, hacia lo trascendente, leo, no sin una cierta sorpresa.

    No es la física lo que trasciende sino lo físico. Eso es lo que cambia cuando en el siglo XIX la metafísica se viene abajo.  Por eso pienso que con los nuevos datos de la ciencia, es  la filosofía la que, ahora, provista  de los métodos fenomenológicos habría de retroceder en la historia yendo en busca de aquel estorbo empírico de la sensación que para el conocimiento suponía.

    La sensación es anterior a la percepción sin embargo la historia del conocimiento  se ha nutrido siempre de esta última. No ha sido hasta el siglo XX  cuando  muchos pensadores  echaron en falta esta premisa.

    Pensando en ella, de la realidad  Wittgenstein,   diferenció  entre mostrar y decir, que tantas veces  aquí hemos hecho mención. Y pensando lo que en ello trabajó Merleau Ponty en su libro “Fenomenología de la percepción” también. Y tantos otros pensadores que  frente a esa necesidad prefirieron dar un rodeo que coger la directa.

    A lo largo del escrito haciendo referencia a la física se habla de hechos: “Pero estos hechos elementales y básicos de la física son ininteligibles. El choque es perfectamente opaco a la intelección. Y es inevitable que sea así, puesto que es un hecho”. Claro, estos hechos ininteligibles fueron   los que provocaron la caída de la metafísica  y ahora se pretende construir otra?

    Si la cuestión se viera no desde el hecho, es decir,  desde la física, sino desde “lo físico”  prevaldría en el estudio   no el hecho sino el suceso. Nos percataríamos de que de lo que  se trata ahora no es  de la necesidad de otra  metafísica sino de lo que de metafísico tiene el “suceso” que  en su suceder abarca no sólo la cosa sino la realidad de ella por entero. Su modo de ser. Su sistematismo, su funcionalidad.

    Por tanto lo primero que capta la inteligencia no es el contenido dado como un hecho sino el inteleccionar mismo con la realidad en cuanto la funcionalidad interna de y para  su ser.

  • M.Luisa

    Fue para mí un verdadero hallazgo,  hará como unos 20 años o  tal vez más, ahondar en  los libros   de Marcel Lègout  y éstos provocarme esa meditación o reflexión a la que, ahora, nos invita Antonio.Todo ello hizo que en años sucesivos se despertara en mí la preocupación por la cuestión del fundamento.

    La palabra “apropiación”  es un continuo de encontrársela en  su Obra, pero ¿de que apropiación se trata? Otro periodo de mi vida, posterior a este fue dedicar muchos años, como vengo expresando  aquí, al estudio de la Obra de X. Zubiri y  en eso  he encontrado lo que quería decir Legout con el término “apropiación”,  apropiación de qué, pues apropiación de realidad.

    Pero como he señalado un montón de veces, no la realidad en sí, ni la realidad en mí conciencialmente, sería absurdo a esas alturas, sino la realidad sentida  que no es ni objetual ni subjetual sino dada en la subjetividad del mí. La subjetividad es precisamente aquel momento primario en el que nos apropiamos unitariamente de nuestra propia  realidad, es decir hacemos nuestro lo que por naturaleza ya tenemos,  la mente corpórea y el cuerpo   psíquico se constituyen en un solo acto de Inteligencia Sentiente( no confundir con inteligencia emocional)

    La división entre pensamiento y sentimiento no existe en el cerebro.   Aquí cae en picado el dualismo filosófico tradicional causante, precisamente  de que la reflexión caiga en superficialidad.

    El dar de sí de nuestra reflexión está en mutua reciprocidad  con el dar de sí de la realidad que contemplamos no es que coincidan pero las cualidades sentidas son reales. Si no fuera así  no tendría cabida en nuestro mundo, la ciencia , la creatividad, la cultura etc.,  Como integradora la   capacidad humana  ha de contemplarse no desde la limitación sino  desde  este acto unitario que lo abraza todo.

    • Asun Poudereux

      Querida M.Luisa, ¡Qué difícil y complicado parece y qué sencillo y profundo lo que nos compartes!
      Seguramente a lo que apuntan esos autores de los que habla Antonio, en su respuesta a Joan Catalina, cuyo comentario no tiene desperdicio, sirve a los que van delante y/o detrás; experiencia unitaria que intenta poner nombre sabiendo que solo es una permanencia abierta al despliegue y al abrazo en el que nada ni nadie queda fuera.

      Un abrazo cariñoso.

  • Joan de Catalina

    Gracias Antonio, maestro y amigo, por tu TESTIMONIO valiente, tu “experiencia personal”, de adulto en la fe en Jesús de Nazaret, superando dudas, hoy, en S.XXI, invitándonos a esa espiritualidad “realista”…. Empiezas recordándonos a M.Légaut, sabiendo que también él tuvo sus dudas, superadas por el buen consejo de su tutor…. Permíteme que a tu primera cita , acertadísima, añada otras dos: “El hombre en busca de su humanidad” y también cuando habla expresamente de la  fe en Jesús de Nazaret, cuando dice que “más que un conjunto de creencias, es el resultado de un PROCESO PERSONAL CREATIVO Y SIEMPRE ABIERTO”.

    Estas citas me llevan a recomendar el libro “El hombre en busca de sentido” en el que Viktor Frankl narra su experiencia extremecedora en los campos de concentración. En su condición de psiquiatra y prisionero reflexiona con palabras de sorprendente esperanza sobre la capacidad humana de trascender las dificultadesy descubrir una verdad profunda que nos orienta y da sentido a nuestras vidas. (Muy acorde con el punto 6).

    Finalmente, y con la convicción de la necesidad urgente de una nueva espiritualidad, más madura, que beba de las aportaciones del pasado, pero que reclame sin complejos su lugar en un mundo que se autolimita a lo material (globalismo económico), me parece muy interesante, aunque muy intenso, el análisis y conclusiones del Encuentro Internacional de Investigación  del CETR de Barcelona ( avast.com). ( Acorde con los puntos 1- 7). Una de las conclusiones es esta: “la nueva autoconciencia del ser humano, desde la nueva visión posibilitada por las ciencias, cabe que no necesite alienarse a sí misma fuera de la materia (buscando el espíritu), ni fuera de la tierra (buscando el cielo). La nueva cosmología ha introducido a la humanidad en una nueva época, pues ha llevado su autoconciencia a una nueva visión del cosmos y de sí misma…Es un tiempo axial… Somos la primera generación que lo disfruta….”

    • Antonio Duato

      Juan: Creo que no han salido las citas, sino un gran espacio en blanco que he eliminado.
      Gracias, Juan!

      A mí esta espiritualidad realista de Légaut de Légaut que parte de esas experiencias básicas de consciencia interior de ser y de la constatación de la pobreza de ser, me llevan también a otos testimonios coincidentes: al del antropólogo Teilhard de Chardin, cuyas meditaciones evolucionistas eran tachadas de peligrosas en su vida, y al del teólogo mártir Bonhöffer que insistía tanto en el Etsi Deus non daretur.

      Cinecia y política son hoy excelentes atrios a la mística.

  • oscar varela

    (continuación: Entrada 4)
    #7- Necesidad de una nueva revelación
     
    El hombre necesita una nueva revelación. Porque se pierde dentro de su arbitraria e ilimitada cabalística interior cuando no puede contrastar ésta y disciplinarla en el choque con algo que sepa a auténtica e inexorable realidad. Ésta es el único verdadero pedagogo y gobernante del hombre. Sin su presencia inexorable y patética, ni hay en serio cultura, ni hay Estado, ni hay siquiera —y esto es lo más terrible— realidad en la propia vida personal. Cuando el hombre se queda o cree quedarse solo, sin otra realidad, distinta de sus ideas, que le limite crudamente, pierde la sensación de su propia realidad, se vuelve ante sí mismo entidad imaginaria, espectral, fantasmagórica. Sólo bajo la presión formidable de alguna trascendencia se hace nuestra persona compacta y sólida y se produce en nosotros una discriminación entre lo que, en efecto, somos y lo que meramente imaginamos ser.
     
    Ahora bien; la razón física, por su propia evolución, por sus cambios y vicisitudes, ha llegado a un punto en que se reconoce a sí misma como mero intelecto, si bien como la forma superior de éste; hoy entrevemos que la física es combinación mental nada más. Los mismos físicos han descubierto el carácter meramente «simbólico», es decir, casero, inmanente, intrahumano, de su saber. Podrían producirse en la ciencia natural estas o las otras razones; podrá a la física de Einstein suceder otra; a la teoría de los quanta otras teorías; a la idea de la estructura electrónica de la materia, otras teorías; nadie espera que esas modificaciones y progresos brinquen nunca más allá de un horizonte simbólico.
     
    La física no nos pone en contacto con ninguna trascendencia. La llamada naturaleza, por lo menos lo que bajo este nombre escruta el físico, resulta ser un aparato de su propia fabricación que interpone entre la auténtica realidad y su persona. Y, correlativamente, el mundo físico aparece, no como realidad, sino como una gran máquina apta para que el hombre la maneje y aproveche. Lo que hoy queda de fe en la física se reduce a fe en sus utilizaciones. Lo que tiene de real —de no mera idea— es solo lo que tiene de útil. Por eso se ha perdido miedo a la física, y con el miedo, respeto, y con el respeto, entusiasmo.
     
    Pero, entonces, ¿de dónde puede venirnos esa nueva revelación que el hombre necesita?
     
    Toda desilusión, al quitar al hombre la fe en una realidad, a la cual estaba puesto, hace que pase a primer plano y se descubra la realidad de lo que le queda y en la que no había reparado. Así, la pérdida de la fe en Dios deja al hombre solo con su naturaleza, con lo que tiene. De esta naturaleza forma parte el intelecto, y el hombre, obligado a atenerse a él, se forja la fe en la razón físico-matemática. Ahora; perdida también —en la forma descrita— la fe en esa razón, se ve el hombre forzado a hacer pie en lo único que le queda, y que es su desilusionado vivir. He aquí por qué en nuestros días comienza a descubrirse la gran realidad de la vida como tal, de que el intelecto no es más que una simple función y que posee, en consecuencia, un carácter de realidad más radical que todos los mundos construidos por el intelecto. Nos encontramos, pues, en una disposición que podía denominarse «cartesianismo de la vida» y no de la cogitatio.
     
    #8- El ser humano consiste en su HISTORIA
     
    El hombre se pregunta: ¿qué es esta única cosa que me queda, mi vivir, mi desilusionado vivir? ¿Cómo ha llegado a no ser sino esto? Y la respuesta es el descubrimiento de la trayectoria humana, de la serie dialéctica de sus experiencias, que, repito, pudo ser otra, pero ha sido la que ha sido y que es preciso conocer porque ella es… la realidad trascendente. El hombre enajenado de sí mismo se encuentra consigo mismo como realidad, como historia. Y, por vez primera, se ve obligado a ocuparse de su pasado, no por curiosidad ni para encontrar ejemplos normativos, sino porque no tiene otra cosa. No se han hecho en serio las cosas sino cuando de verdad han hecho falta. Por eso es la sazón, esta hora presente, de que la historia se instaure como razón histórica.
     
    Hasta ahora, la historia era lo contrario de la razón. En Grecia, los términos razón e historia eran contrapuestos. Y es que hasta ahora, en efecto, apenas se ha ocupado nadie de buscar en la historia su sustancia racional. El que más, ha querido llevar a ella una razón forastera, como Hegel, que inyecta en la historia el formalismo de su lógica, o Buckle, la razón fisiológica y física. Mi propósito es estrictamente inverso. Se trata de encontrar en la historia misma su original y autóctona razón. Por eso ha de entenderse en todo su rigor la expresión «razón histórica». No una razón extra-histórica que parece cumplirse en la historia, sino literalmente, lo que al hombre le ha pasado, constituyendo la sustantiva razón, la revelación de una realidad trascendente a las teorías del hombre y que es él mismo por debajo de sus teorías.
     
    Hasta ahora, lo que había de razón no era histórico, y lo que había de histórico no era racional.
     
    La razón histórica es, pues, ratio, logos, rigoroso concepto. Conviene que sobre esto no se suscite la menor duda. Al oponerla a la razón físico-matemática no se trata de conceder permisos de irracionalismo. Al contrario, la razón histórica es aún más racional que la física, más rigorosa, más exigente que esta. La física renuncia a entender aquello de que ella habla. Es más: hace de esta ascética renuncia su método formal, y llega, por lo mismo, a dar al término entender un sentido paradójico de que protestaba ya Sócrates cuando, en el Fedón, nos refiere su educación intelectual, y tras Sócrates todos los filósofos hasta fines del siglo xvii, fecha en que se establece el racionalismo empirista. Entendemos de la física la operación de análisis que ejecuta al reducir los hechos complejos a un repertorio de hechos más simples.
     
    Pero estos hechos elementales y básicos de la física son ininteligibles. El choque es perfectamente opaco a la intelección. Y es inevitable que sea así, puesto que es un hecho. La razón histórica, en cambio no acepta nada como mero hecho, sino que fluidifica todo hecho en el fieri de que proviene: ve cómo se hace el hecho. No cree aclarar los fenómenos humanos reduciéndolos a un repertorio de instintos y «facultades» —que serían, en efecto, hechos brutos, como el choque y la atracción—, sino que muestra lo que el hombre hace con esos instintos y facultades, e inclusive nos declara cómo han venido a ser esos «hechos» —los instintos y las facultades—, que no son, claro está, más que ideas —interpretaciones— que el hombre ha fabricado en una cierta coyuntura de su vivir.
     
    En 1844 escribía Auguste Comte (Discours sur l’esprít positif, Ed. Schleicher, 73): «On peut assurer aujourd’hui que la doctrine qui aura suffisamment expliqué l’ensemble du passé obtiendra inévitablement, par suite de cette seule épreuve, la présidence mentale de l’avenir». [“Hoy se puede asegurar que la doctrina que haya explicado suficientemente el pasado, logrará inevitablemente, por este solo hecho, la primacía del porvenir.”]
    (fin de la Entrada 4 y final)

    • carmen

      Menos mal que es para tu amigo convaleciente, porque es larguíiiiiisimo.
      Mañana lo leo.
      Está ahí dentro también la respuesta a lo que te pregunto?

      • oscar varela

        Ok!
        El que lo quiera “completito”
        vaya a Ortega y Gasset – Obras Completas -Tomo 3,13-50
        del año 1941.
        Tal vez lo escribió estando en Buenos Aires – Argentina,
        donde estuvo desde 1939, con su familia y acompañado de un amigo
        (Máximo Etchecopar – triple Embajador argentino en
        Egipto, Vaticano y Méjico)

    • Alberto Revuelta

      Muchisimas gracias. Leído y releído. Ahora lo desmenuzaré despacito para ponerlo en orden histórico desde el pasado al porvenir. Te agradezco el interés, el tiempo dedicado y tu atención. Cordiales saludos.

  • oscar varela

    (continuación: Entrada 3)
    #5- Un poco de METAFÍSICA
     
    Siendo el ser de lo viviente un ser siempre distinto de sí mismo —en términos de la escuela, un ser metafísicamente y no solo físicamente móvil—, tendrá que ser pensado mediante conceptos que anulen su propia e inevitable identidad. Lo cual no es cosa tan tremebunda como a primera vista parece. Yo no puedo ahora rozar siquiera la cuestión. Solo, para no dejar la mente del lector flotando desorientada en el vacío, me permito recordarle que el pensamiento tiene mucha más capacidad de evitarse a sí mismo que se suele suponer. Es constitutivamente generoso: es el gran altruista. Es capaz de pensar lo más opuesto al pensar. Baste un ejemplo: hay conceptos que algunos denominan «ocasionales». Así el concepto «aquí», el concepto «yo», el concepto «este». Tales conceptos o significaciones tienen una identidad formal que les sirve precisamente para asegurar la no-identidad constitutiva de la materia por ellos significada o pensada. Todos los conceptos que quieran pensar la auténtica realidad —que es la vida,— tienen que ser en este sentido «ocasionales».
     
    Lo cual no es extraño, porque la vida es pura ocasión, y por eso el cardenal Cusano llama al hombre un Deus occasionatus, porque según él, el hombre, al ser libre, es creador como Dios, se entiende: es un ente creador de su propia entidad. Pero, a diferencia de Dios, su creación no es absoluta, sino limitada por la ocasión. Por tanto, literalmente, lo que yo oso afirmar: que el hombre se hace a sí mismo en vista de la circunstancia, que es un Dios de ocasión.
     
    Todo concepto es una allgemeine Bedeutung (Husserl). Pero, mientras en los otros conceptos la generalidad consiste en que, al aplicarlos a un caso singular, debemos pensar siempre lo mismo que al aplicarlo a otro caso singular, en el concepto ocasional, la generalidad actúa invitándonos precisamente a no pensar nunca lo mismo cuando lo aplicamos. Ejemplo máximo, el propio concepto «vida» en el sentido de vida humana. Su significación qua significación, es, claro está, idéntica; pero lo que significa es no solo algo singular, sino algo único. La vida es la de cada cual.
     

    #6- Los dos papeles de las ideas en la vida humana
     
    El hombre necesita una nueva revelación. Y hay revelación siempre que el hombre se siente en contacto con una realidad distinta de él. No importa cuál sea esta, con tal que nos parezca absolutamente realidad y no mera idea nuestra sobre una realidad, presunción e imaginación de ella.
     
    La razón fue, en su hora, una revelación. La astronomía anterior a Kepler y Galileo era un mero juego de ideas, y cuando se creía en uno de los varios sistemas usados y en tal o cual modificación de esos sistemas, se trataba siempre de una pseudo-creencia. Se creía en una u otra teoría como tal teoría. Su contenido no era la realidad, sino solo una «salvación de las apariencias». La adhesión que un cierto razonamiento o combinación de ideas provoca en nosotros no va más allá de ellas. Suscitada por las ideas como tales, termina en estas. Se cree que aquellas ideas son, dentro del juego y orbe de las ideas, las mejor elaboradas, las más fuertes, las sutiles, pero no por eso se experimenta la impresión arrolladora de que en esas ideas aflora la realidad misma; por tanto, que esas ideas no son «ideas», sino poros que se abren en nosotros, por los cuales nos penetra algo ultramental, algo trascendente que, sin intermedio, late pavorosamente bajo nuestra mano.
     
    Las ideas, pues, representan dos papeles muy distintos en la vida humana: unas veces son meras ideas. El hombre se da cuenta de que, a pesar de la sutileza y aun exactitud y rigor lógico de sus pensamientos, estos no son más que invenciones suyas; en última instancia, juego infrahumano y subjetivo, intrascendente. Entonces la idea es lo contrario de una revelación —es una invención. Pero otras veces la idea desaparece como tal idea y se convierte en un puro modo de patética presencia que una realidad absoluta elige. Entonces la idea no nos parece ni idea ni nuestra. Lo trascendente se nos descubre por si mismo, nos invade e inunda —y esto es la revelación.
     
    Desde hace más de un siglo usamos el vocablo «razón», dándole un sentido cada día más degradado, hasta venir de hecho a significar el mero juego de ideas. Por eso aparece la fe como lo opuesto a la razón. Olvidamos que a la hora de su nacimiento en Grecia y de su renacimiento en el siglo XVI, la razón no era juego de ideas, sino radical y tremenda convicción de que en los pensamientos astronómicos se palpaba inequívocamente un orden absoluto del cosmos; que, a través de la razón física, la naturaleza cósmica disparaba dentro del hombre su formidable secreto trascendente. La razón era, pues, una fe. Por eso, y solo por eso —no por otros atributos y gracias peculiares—, pudo combatir con la fe religiosa hasta entonces vigente.
     
    Viceversa, se ha desconocido que la fe religiosa es también razón, porque se tenía de esta última una idea angosta y fortuita. Se pretendía que la razón era solo lo que se hacía en los laboratorios o el cabalismo de los matemáticos. La pretensión, contemplada desde hoy, resulta bastante ridícula y parece como una forma entre mil de provincialismo intelectual. La verdad es que lo específico de la fe religiosa se sostiene sobre una construcción tan conceptual como puede ser la didáctica o la física. Me parece en alto grado sorprendente que hasta la fecha no exista —al menos yo no la conozco— una exposición del cristianismo como puro sistema de ideas, pareja a la que puede hacerse del platonismo, del kantismo o del positivismo. Si existiese —y es bien fácil de hacer—, se vería su parentesco con todas las demás teorías como tales y no parecería la religión tan abruptamente separada de la ideología.
     
    Todas las definiciones de la razón, que hacían consistir lo esencial de esta en ciertos modos particulares de operar con el intelecto, además de ser estrechas, la han esterilizado, amputándole o embotando su dimensión decisiva. Para mí es razón; en el verdadero y rigoroso sentido, toda acción intelectual que nos pone en contacto con la realidad, por medio de la cual topamos con lo trascendente. Lo demás no es sino… intelecto; mero juego casero y sin consecuencias, que primero divierte al hombre, luego le estraga y, por fin, le desespera y le hace despreciarse a sí mismo.
     
    De aquí que sea preciso, en la situación actual de la humanidad, dejar atrás como fauna arcaica, los llamados «intelectuales» y orientarse de nuevo hacia los hombres de la razón, de la revelación.
    (fin de la Entrada 3)

  • oscar varela

    (continuación: Entrada 2)

    #3- SINO QUE TIENE QUE HACERSE A SÍ MISMO
     
    En cada momento de mi vida se abren ante mí diversas posibilidades: puedo hacer esto o lo otro. Si hago esto, seré A en el instante próximo; si hago lo otro, seré B. En este instante puede el lector dejar de leerme o seguir leyéndome. Y, por escasa que sea la importancia de este ensayo, según que haga lo uno o lo otro, el lector será A o será B, habrá hecho de sí mismo un A o un B. El hombre es el ente que se hace a sí mismo, un ente que la ontología tradicional solo topaba precisamente cuando concluía y que renunciaba a entender: la causa sui. Con la diferencia de que la causa sui solo tenía que «esforzarse» en ser la causa de sí mismo, pero no en determinar qué sí mismo iba a causar. Tenía, desde luego, un sí mismo previamente fijado e invariable, consistente, por ejemplo, en infinitud.
     
    Pero el hombre no solo tiene que hacerse a sí mismo, sino que lo más grave que tiene que hacer es determinar lo que va a ser. Es causa sui en segunda potencia. Por una coincidencia que no es casual, la doctrina del ser viviente solo encuentra en la tradición como conceptos aproximadamente utilizables los que intentó pensar la doctrina del ser divino. Si el lector ha resuelto ahora seguir leyéndome en el próximo instante será, en última instancia, porque hacer eso es lo que mejor concuerda con el programa general que para su vida ha adoptado, por tanto, con el hombre determinado que ha resuelto ser. Este programa vital es el yo de cada hombre, el cual ha elegido entre diversas posibilidades de ser que en cada instante se abren ante él.
     
    Sobre estas posibilidades de ser importa decir lo siguiente:
     
    1º.- Que tampoco me son regaladas, sino que tengo que inventármelas, sea originalmente, sea por recepción de los demás hombres incluso en el ámbito de mi vida. Invento proyectos de hacer y de ser en vista de las circunstancias. Eso es lo único que encuentro y que me es dado: la circunstancia. Yo no soy más que un ingrediente de esa realidad radical «mi vida», cuyo otro ingrediente es la circunstancia. Se olvida demasiado que el hombre es imposible sin imaginación, sin la capacidad de inventarse una figura de vida, de «idear» el personaje que va a ser. El hombre es novelista de sí mismo, original o plagiario. Recuérdese que los estoicos hablaban de una «imaginación de sí mismo».
     
    2º.- Entre esas posibilidades tengo que elegir. Por tanto, soy libre. Pero, entiéndase bien, soy por fuerza libre, lo soy quiera o no. La libertad no es una actividad que ejercita un ente, el cual aparte y antes de ejercitarla, tiene ya un ser fijo. Ser libre quiere decir carecer de identidad constitutiva, no estar adscrito a un ser determinado, poder ser otro del que se era y no poder instalarse de una vez y para siempre en ningún ser determinado. Lo único que hay de ser fijo y estable en el ser libre es la constitutiva inestabilidad.
     
    #4- Lo SUSTANCIAL de la vida humana
     
    El hombre es una entidad infinitamente plástica de la que se puede hacer lo que se quiera. Precisamente porque ella no es de suyo nada, sino mera potencia para ser «como usted quiera». Repase en un minuto el lector todas las cosas que el hombre ha sido, es decir, que ha hecho de sí —desde el «salvaje» paleolítico hasta el joven surrealista de París. Yo no digo que en cualquier instante pueda hacer de sí cualquier cosa. En cada instante se abren ante él posibilidades limitadas. Pero si se toma en vez de un instante todos los instantes, no se ve qué fronteras pueden ponerse a la plasticidad humana. De la hembra paleolítica han salido madame Pompadour y Lucila de Chateaubriand; del indígena brasileño que no puede contar arriba de cinco salieron Newton y Enrique Pomcaré. Y, estrechando las distancias temporales, recuérdese que en 1873 vive todavía el liberal Stuart Mill, y en 1903 el liberalísimo Herbert Spencer, y que en 1921 ya están ahí mandando Stalin y Mussolini.
     
    Mientras tanto, el cuerpo y la psique del hombre, su naturaleza no ha experimentado cambio alguno importante al que quepa claramente atribuir aquellas efectivas mutaciones. Por el contrario, sí ha acontecido el cambio «sustancial» de la realidad «vida humana» que supone pasar el hombre de creer que tiene que existir en un mundo compuesto solo de voluntades arbitrarias a creer que tiene que existir en un mundo donde hay «naturaleza», consistencias invariables, identidad, etc. La vida humana no es, por tanto, una entidad que cambia accidentalmente, sino, al revés, en ella la «sustancia» es precisamente cambio, lo cual quiere decir que no puede pensarse eleáticamente como sustancia. Como la vida es un «drama» que acontece y el «sujeto» a quien le acontece no es una «cosa» aparte y antes de su drama, sino que es función de él, quiere decirse que la «sustancia» sería su argumento. Pero si este varía, quiere decirse que la variación es «sustancial».
    (fin de la Entrada 2)

  • oscar varela

    Hola y a pedido de Alberto “el convaleciente”.
    (serán 8 parágrafos que irán en 4 Entradas-Comentarios)

    …………………………
     

    #1- Esa “COSA”: “LA NATURALEZA”
     
    La naturaleza es una cosa, una gran cosa, que se compone de muchas cosas menores. Ahora bien: cualesquiera que sean las diferencias entre las cosas, tienen todas ellas un carácter radical común, el cual consiste simplemente en que las cosas son, tienen un ser. Y esto significa no solo que existen, que las hay, que están ahí, sino que poseen una estructura o consistencia fija y dada. Cuando hay una piedra hay ya, está ahí, lo que la piedra es. Todos sus cambios y mudanzas serán, por los siglos de los siglos, combinaciones regladas de su consistencia fundamental. La piedra no será nunca nada nuevo y distinto. Esta consistencia fija y dada de una vez para siempre es lo que solemos entender cuando hablamos del ser de una cosa. Otro nombre para expresar lo mismo es la palabra naturaleza. Y la faena de la ciencia natural consiste en descubrir bajo las nubladas apariencias esa naturaleza o textura permanente.
     
    Cuando la razón naturalista se ocupa del hombre, busca, consecuente consigo misma, poner al descubierto su naturaleza. Repara en que el hombre tiene cuerpo —que es una cosa— y se apresura a extender a él la física, y, como ese cuerpo es además un organismo, lo entrega a la biología. Nota asimismo que en el hombre, como en el animal, funciona cierto mecanismo incorporal o confusamente adscrito al cuerpo, el mecanismo psíquico, que es también una cosa, y encarga de su estudio a la psicología, que es ciencia natural. Pero el caso es que así llevamos trescientos años, y que todos los estudios naturalistas sobre el cuerpo y el alma del hombre no han servido para aclararnos nada de lo que sentimos como más estrictamente humano, eso que llamamos cada cual su vida y cuyo entrecruzamiento forma las sociedades que, perviviendo, integran el destino humano. El prodigio que la ciencia natural representa como conocimiento de cosas contrasta brutalmente con el fracaso de esa ciencia natural ante lo propiamente humano. Lo humano se escapa a la razón físico-matemática como el agua por una canastilla.
     
    La vida humana, por lo visto, no es una cosa, no tiene una naturaleza, y, en consecuencia, es preciso resolverse a pensarla con categorías, con conceptos radicalmente distintos de los que nos aclaran los fenómenos de la materia. La empresa es difícil, porque, desde hace tres siglos, el fisicismo nos ha habituado a dejar a nuestra espalda, como entidad sin importancia ni realidad, precisamente esa extraña realidad que es la vida humana. Y así, mientras los naturalistas vacan, beatamente absortos, a sus menesteres profesionales, le ha venido en gana a esa extraña realidad de cambiar el cuadrante, y al entusiasmo por la ciencia ha sucedido tibieza, despego, ¿quién sabe si, mañana, franca hostilidad?
     

    #2- EL SER HUMANO NO TIENE “NATURALEZA”
     
    Mal podía la razón físico-matemática, en su forma crasa de naturalismo o en su forma beatífica de espiritualismo, afrontar los problemas humanos. Por su misma constitución, no podía hacer más que buscar la naturaleza del hombre. Y, claro está, no la encontraba. Porque el hombre no tiene naturaleza. El hombre no es su cuerpo, que es una cosa; ni es su alma, psique, conciencia o espíritu, que es también una cosa. El hombre no es cosa ninguna, sino un drama —su vida, un puro y universal acontecimiento que acontece a cada cual y en que cada cual no es, a su vez, sino acontecimiento. Todas las cosas, sean las que fueren, son ya meras interpretaciones que se esfuerza en dar a lo que encuentra.
     
    El hombre no encuentra cosas, sino que las pone o supone. Lo que encuentra son puras dificultades y puras facilidades para existir. El existir mismo no le es dado «hecho» y regalado como a la piedra, sino que al encontrarse con que existe, al acontecerle existir, lo único que encuentra o le acontece es no tener más remedio que hacer algo para no dejar de existir. Esto muestra que el modo de ser de la vida ni siquiera como simple existencia es ser ya, puesto que lo único que nos es dado y que hay cuando hay vida humana es tener que hacérsela, cada cual la suya. La vida es un gerundio y no un participio: un faciendum y no un factum. La vida es quehacer. La vida, en efecto, da mucho que hacer.
     
    Cuando el médico, sorprendido de que Fontenelle cumpliese en plena salud sus cien años, le preguntaba qué sentía, el centenario respondió: Rien, rien du tout… Seulment une certaine difficulté d’être. Debemos generalizar y decir que la vida, no solo a los cien años, sino siempre, consiste en difficulté d’être. Su modo de ser es formalmente ser difícil, un ser que consiste en problemática tarea. Frente al ser suficiente de la sustancia o cosa, la vida es el ser indigente, el ente que lo único que tiene es, propiamente, menesteres. El astro, en cambio, va, dormido como un niño en su cuna, por el carril de su órbita.
    (fin de la Entrada 1)

  • Juan A. Vinagre Oviedo

    Mientras escribía mi comentario, y una vez hecho público, me encuentro con los comentarios de Carmen y de A. Revuelta. Me parece oportuno enviaros un cordial saludo a ambos.

  • Honorio Cadarso

    Pues yo  ando liado con las protestas a escala estatal de los jubilados y pensionistas a los cuales se les está robando la inversión que hicieron para su jubilación, y por el robo de horas extra yt de contratos de trabajo no declarados que le roban a la Caja de la Seguridad Social y a los Fondos públicos de pensiones miles de millones de euros todos los años.

    Por favor, hablen ustedes un poco más del sufrimiento de los jubilados y viudas, bájense un poco de las altguras. A lo mejor alguno de ustedes hoy lunes se unirán a las concentraciones que se celebran por doquier…

    • Carmen

      Buen toque.
      Están haciendo ustedes una demostración de lo que hay que hacer. Los admiro profundamente.
      Un abrazo

  • Juan A. Vinagre Oviedo

    Me sumo a la reflexión de AD. Antonio, al leer tu lúcida y documentada meditación, me vino a la memoria esta observación de H. Küng: “Una obra tan inmensa, tan grandiosa e impresionante, como es el Universo, tiene que tener un sentido como corresponde a su magnitud. No puede definirse, limitarse o resolverse con un sentido superficial o frívolo. Sería un contrasentido.”

    En efecto, cuando meditamos, como tú sugieres, vamos en busca de una explicación -verdad- que dé sentido profundo y lúcido a la vida… En este caso esa “meditación” puede conducirnos a una renovación -o a un refuerzo- de toma de conciencia que se parece a eso que se llama “conversión interior”, en el mejor sentido de esas palabras.

    En cambio, cuando reflexionamos poco y/o superficialmente  -hablo muy en general-, orientamos la vida con ligereza, quizá con frivolidad, y si la frivolidad se convierte en norma, muy probablemente acabará poseyéndonos, de tal manera que convirtamos la vida en contrasentido, tal vez en un error. En este caso, nuestra vida -la vida humana- sería demasiado pobre, pues se conformaría y reduciría a lo aparente, a vivir la vida sólo de cada día, tal vez al “carpe diem” más superficial. En suma, a conformarnos con la circunstancia que luce, aunque esa luz sea efímera y de corto alcance. Cuando caemos en esta tentación, dejamos de dar sentido inteligente a la vida, y acortamos horizontes.

    Si por el contrario ampliamos horizontes, contemplaremos la vida con más perspectiva y profundidad y sabremos situarnos con más sentido, con más consciencia, ante la vida. Y esto equivale a crecer en humanización, a madurar más.

    Cuando en algunos documentales contemplo, en silencio -en “soledad sonora”- ese puntito azul -la tierra- insignificante, que con otros planetas va vagando por el espacio en torno a una estrella, que a su vez va girando en torno al centro de una inmensa galaxia  -no hablo ya de miles de millones de galaxias-, no salgo de un asombro, que por una parte me lleva a tomar una conciencia más clara y HUMILDE de la realidad humana  -y de mi realidad personal-, y por otra ese asombro me sugiere que tal vez estoy llamado a algo así como a ser colaborador, y hasta CO-CREADOR. Co-creador que se compagina con esa conciencia  humilde y RESPONSABLE. Conciencia de que vivo y convivo, de que no estoy solo, de que debo colaborar con sentido solidario y constructivo…

    Aunque muy limitada, la inteligencia humana es capaz de -y lo necesita-  ir dando sentido último a la existencia. Aunque comete reiteradamente muchos errores, la inteligencia humana es capaz de aprender, de indagar y de descubrir el sentido profundo de la vida, dentro de esta realidad inconmensurable, y  -hoy-  misteriosa, pero al mismo tiempo sugerente. (Sugerente, al menos, para muchos, pese a todas las contradicciones de cada día y de la Historia.)

    Y llegado aquí, una pregunta: ¿Esos pocos segundos  -a escala cósmica-, que el ser humano lleva de vida en la tierra, serán la explicación, al menos en parte, del poco desarrollo humano del hombre, que en su conducta y en el sistema político, económico y social, que se ha dado, se parece más, en algunos aspectos, a la etapa de los homínidos que a un ser humano, verdaderamente HUMANIZADO? (Me parece sabia esa observación de la hija de Mª Pilar: tal vez estemos menos desarrollados  -y maduros- de lo que nos creemos.)

    Por eso vienen bien esas meditaciones  -¿ejercicios espirituales?-  que AD nos propone. Saludos.

     

    • oscar varela

      Hola Juan!
      Para mí, ponerse a ver la vida humana
      con los criterios, pautas y encajes interpretativos,
      dentro de un Panorama “evolutivo”
      es un gravísimo error de perspectiva.
      Por el contrario,
      pienso que la vida humana (el ser humano viviendo)
      es la IN-SOLITUDEZ misma.
      NO ESTABA PREVISTO EN LA NATURALEZA.
      El ser humano es un ser CONTRA-NATURA.

      • Alberto Revuelta

        Pues si no estaba previsto, ¿que ha ocurrido?. ¿A quien, o a que, se debe?. Porque de él mismo no ha venido, ni se ha dado aparecido, ni siquiera se ha sabido a sí mismo comprender y aún menos explicar. Para no seguir dándote la lata, sí que me gustaría, en serio, que desarrollaras la in solitudine de la que hablas. Y el ser contra natura del ser humano. Me interesa mucho tu visión. Hace una hora que he salido de una especie de esputnik cerrado donde con un ruido endemoniado, y sin poder hacer el menor movimiento, me han hecho una resonancia magnética. Como no podía hacer otra cosa me he dedicado a pensar en la maravilla que han creado otros hombres para cuidar a otros hombres y alargarnos la vida y hacerla mejor. Y de paso he cumplido lo delGalileo de cerrar mi cuarto y saber que él Sustentador conoce este lío y no hay que hablar mucho. Anímate, si estás en forma, y explica tu pensamiento.

      • Carmen

        Por qué dices eso, Óscar?
        Porque somos capaces de reflexionar?
        Porque fuimos creados directamente por un ser superior?
        No entiendo.
        Creo que somos producto de un proceso evolutivo. Lo que no entiendo es el paso tan bestial que ha dado nuestra especie . Hay quien tiene clarísimo que fue posible por la invención del lenguaje y de la escritura, sobre todo la escritura, que permite acumular todos los conocimientos y compartirlos y no tener que partir de cero o de algo más de cero. Pero no sé.
        Hay un paso que no llego a entender. No sé si viste la película 2001, una odisea espacial. Ahí hay dos momentos en que sale algo, como un ortoedro grande, de un material extraño y que es la causa de dos saltos evolutivos. Me gustó.

      • Juan A. Vinagre Oviedo

        Hola, Óscar y Honorio: Aunque sea brevemente, quiero participar en el diálogo con vosotros:
        1. EL HOMBRE, UN SER CONTRA-NARURA… Pues en parte eso parece a veces, Óscar. Lo que, a mi juicio, abona el pesimismo y hasta un cierto sentido trágico -o nihilista- de la vida. Cosa que entiendo… Pero si considero al ser humano dentro de un proceso evolutivo previsto…, que pese a todo va en maduración progresiva -aunque con muchos altibajos y canibalismos de distinto tipo…-, cabe la esperanza razonable, y por ello un cierto -sólo un cierto- optimismo. Así lo veo yo.
        2. Coincido contigo, Honorio: Lo fundamental en el cristianismo es la praxis, que es vivir y preocuparse en primer lugar por el oprimido y el necesitado. Por ahí también yo intento ir en la vida. La genial parábola del VENID, BENDITOS, como criterio de evaluación final, señala el camino de ese compromiso. Pero la praxis-compromiso no excluye el intento de explicar cosas y tratar de darles sentido… Si ayudan a una purificación de mente y corazón, ya merecen la pena, pues siempre necesitamos “revisiones”…, que nos pongan a punto para reforzar o incrementar ese compromiso con la realidad humana desprotegida o sufriente…
        3. Aprovecho para añadir: La alusión que hice ayer al sistema político, económico y social, que tanto abusa del hombre -soldado raso-, vale también para las religiones y sus sistemas demasiado humanos…, que deforman el Mensaje del Reino e impiden su difusión…, por poco creíbles. Por eso la necesidad de repensar cosas. Un cordial saludo

  • George Porta

    ¡Hola, muy poco tiempo después! Para no ser demasiado pesado (en alguna medida no puedo evitarlo por mucha dieta que haga) he divido esta participación (no planeo participar muy a menudo porque me hace bien callar y creo que es altamente ecológico que lo haga). Además dividir las parrafadas en pequeñas instancias ayuda a no molestar.

    Un comentario breve sobre la complejidad. Esta es solo resultado de la concentración. Cuando el volumen es muy amplio, la densidad disminuye. Somos complejos solo por eso por el poco volumen que ocupamos. Imagino que una muerte humana en el universo sea solamente el equivalente del estornudo de un corpúsculo arenoso a la vera de la mar. No más. Eso es tambien un hecho afortunado. Somos importantes solo porque nuestro narcisismo, un error de manufacturación si existe una divinidad creadora, nos lo hace pensar.

    Este ha sido un error grande, todos los emperadores, artistas, estúpidos excelsos que se han creído divinos o descendientes de cualquier deidad han causado adoraciones trágicas en cuanto sus existencias terminaros.

    Mi última visita al porteño campo de tumbas La Recoleta (Buenos Aires) el año pasado me demostró que hay gente que todavía recuerda a Eva (no la de Adán, sino la real, la de Perón). Bueno quizás a quienes la recuerdan les haga bien o les satisfaga sdabrá usted que clase de curiosidad morbosa, pero en realidad espero disfrutar del olvido. Ser efímero es una bendición. A mi perro Max ya nadie en la familia lo recuerda ni siquiera por su paso renqueante hasta que lo obligué a dormir. Ojalá que me ocurra lo mismo. Eso hará imposible que «al final de los tiempos» al guien saque a relucir las porquerías y las basuras que cometí, para mi beneficio si es que hay una tal ocasión.

    • Asun Poudereux

      Me alegra, sentirse y palparte por aquí, George. Me haces sonreír, reflexionar y seguir palante en esta diversidad compleja en la que nos encontramos todos, lo entendamos o no. Un ejemplo, el mismo Atrio y cada persona que en él se muestra y asoma.

      Un abrazo entrañablemente atriero. Besos.

      • George Porta

        Imagino tu sonrisa y la celebro. Gracias por tu bondad. Un abrazo cordial.

    • ana rodrigo

      Qué alegría de leerte después de tanto tiempo, George. Espero y deseo que estés bien. Un abrazo grande.

      • George Porta

        Gracias Ana, un abrazo afectuoso. Yo también deseo que estéis bien.
        .

    • Carmen

      Hola.
      Me alegra de que haya vuelto

    • Mª Pilar

      ¡Que alegría tenerte de nuevo en este Atrio de nuestros amores!
      Un gran abrazo
      pili

  • George Porta

    ¡Hola a todos! Después de un largo silencio aunque no he dejado de leer lo que aparece en Atrio y, lo confieso, a menudo con dolor por mi decisión de no participar. Confieso también que el ejercicio no solo me hizo bien sino que seguro alivió a muchos a quienes mis dicharachos y palabrerías quizás les sonara como ruido de piedras secas, que seguro es tal el ruído que hacen.

    Esta vez, rompo el silencio para abusar de la amitad de Antonio y de la paciencia de los atrieros.

    No me imagino que algo ya existente en la naturaleza pueda ser de otra forma que necesario. No ocurre, ni existe lo innecesario, por eso lo potencial es pura imaginación y lo que no ocurrió aún solo puede ser objeto de la imaginación, un artefacto no muy confiable por mucho mérito que tenga.

    En cuanto a ser efímeros: ¿por qué puede eso ser sorprendente o importante? Es una suerte no tener que pensar en la  infinitud de la existencia a la luz, precisamente, del envejecimiento que solo puede significar, deterioro. El vino, la carne y el queso, no son excepciones, sino porque hemos desarrollado el gusto de lo que queda tras ese proceso de deterioro. Quien ha visto un trozo de carne pútrida conoce la diferencia entre ella y el queso, el jamón o el vino añejados.

    • Alberto Revuelta

      George me tenías inquieto al no leer tus finos comentarios pues no sabía si eran males los causantes del silencio. Enterado de que eran penitencias cuaresmales de no hablar más de la cuenta, guardó silencio también, pero quede clara mi alegria al saber porque callabas.

  • oscar varela

    Hola!
    Persona humana
    jugando a los extremos ideológicos
    de Efímero y Necesario,
    de Nulo y Auto-Afirmado-Complaciente.

    Prefiero la Auto-Estima,
    donde no me creo
    ni Efímero ni Necesario
    sino un ¡Yendo todavía!

    • Carmen

      Pues a mí me encantaría ser una mariposa. O una amapola, como mucho un jazminero. Y si fuese mineral, cuarzo.
      Nunca has jugado a qué te gustaría ser si fueses animal, vegetal o mineral?
      También me gustaría ser ballena. Uf, me encantaría. Son grandes, buenas, viven en grupos, en el agua. Viajan de un océano a otro. Tienen a sus ballenatos mucho tiempo a su lado. Me encantan las ballenas azules.
      Y el cuarzo no veas. Es el mineral más bonito del mundo mundial. Y dureza siete, casi piedra preciosa. Y un montón de colores.
      Cosas de la imaginación.

      • oscar varela

        Hola Carmen!
        Pues haz clic en el Menú de Atrio donde dice “PERFILES”
        y cuenta el que has llegado a ser el que te ha gustado!
        Acá todos aprecian tus “vuelos” anhelantes.

      • Carmen

        No entiendo. Quieres mi perfil? Pues me llamo Carmen, nací en el 53. Soy maestra y digo soy porque imprime carácter. Estuve casada 35 años. Tengo dos hijos varones, un nieto y una nieta pequeñicos. Lectora de todo tipo de novela sobre todo. Me gusta el teatro y la música. Hace cinco años que estudió piano y traducción de inglés. Con bastante dificultad , pero , uf, me encanta.
        Y ya está.
        No doy para más.
        Besos

      • Carmen

        Perdón.
        No entiendo cómo se me ha olvidado. Cinéfila total.

    • Asun Poudereux

      La auto-estima solo lo es, si no desecha nada de lo anterior, se familiariza con la polaridad, se armoniza y mantiene los pies en tierra en el yendo todavía.
      Y ahora un abrazo,Oscar, lo más atriero posible.

  • Carmen

    Qué bonito. Me ha llamado la atención cuando has dicho que somos polvo de estrellas. Eso se lo decía a mis críos en clase de ciencias. Les encantaba.

    Y si, efímeros , como las amapolas y las mariposas.

    Me encanta.

  • Román Díaz Ayala

    Para hablar de la vida espiritual, en la persona creyente cristiana, sólo se puede hacer desde el testimonio, en calidad de testigo, y no testigo de lo que hemos llegado a ser o podríamos llegar a ser, sino de lo que sucede en uno mismo, como un hecho experiencial.

    Se puede hablar de Dios, se pueden hacer grandes y prolijas explicaciones de “espiritualidad”, pero ello no explica el hecho diferencial cristiano si no se está viviendo en  (dentro de) una experiencia salvadora.

  • Asun Poudereux

    Sorprendente, Antonio. Te siento activo, con mucho dinamismo. Veo que vas al unísono con lo que se te regala. Gracias por compartirlo. La primavera acaba de iniciarse y la luna exuberante.
    En contraste hay  humanos que se aferran a un diminuto universo ego-centrado y no paran de causar y  provocar sufrimiento.
    Un abrazo con cariño atriero enorme.

  • Mª Pilar

    Muy querido Antonio:

    Hoy… te voy a defraudar mucho, mucho..: ¡Como científica!

    Pero un día, decidí  tomar un camino, aún a regañadientes de mis maestras, ellas me decían:

    “Estudia primero… ya te entregarás después, y puedes hacer mucho mejor cualquier labor”

    Pero algo en mí, tiraba hacia el dolor de las personas que estaban un poquito peor que mi familia.

    Tu propuesta, me ha embargado en lo más profundo de mi ser… Y la grandeza y el conocimiento que poseéis algunas personas…

    ¡Me admira profundamente!

    Yo seguí otra manera de caminar; me dejé llevar por aquella admiración que desde muy temprana edad llenó mi existencia.

    Conocer cada día mejor al Galileo Jesús.

    Según iba leyendo tu propuesta de hoy… sin saber como… ha venido a mi mente aquella frase de Jesús:

    “¿Por que andáis preocupados por el vestido? Daos cuenta de como crecen los lirios del campo, y no trabajan ni hilan. Y os digo que ni Salomón, en todo su fasto, estaba vestido como cualquiera de ellos” Mt. 6,28/30.

    Admiro a las mentes que saben descubrir las maravillas de donde venimos, estamos, crecemos, somos… como ese hermoso;

    ¡Polvo de estrellas!.

    También entra de alguna manera aquí, la frase que has citado de M. Légaut; hemos sido formados, ¿para convencer?

    Me refiero, a las maneras de actuar de las religiones; y además, quieren convencer, pensando que las “otras” personas no están en la “verdad” que cada cual siente.

    Si fuese experiencia interior; tratarían de hacerla:  ¡Vida!  Para contagiar, porque nos parece, que así serán más dichosos, y podrán llegar a ¡Ser! cada cual, para aquello que esté más capacitado.

    Desde mi pequeñez… me embarga como una explosión de gozo; yo no puedo explicar absolutamente nada de todo lo que nos has presentado; pero…

    ¡Puedo vivir la hermosura y el gran Misterio que nos rodea… más… de lo que estamos hechos!

    Entonces todo se expande en nuestra mente, nuestro corazón; somos parte de esta maravilla, que solo unas personas privilegiadas pueden estudiar, comprender, explicar, para que el resto, podamos admirar tal maravilla.

    A estas alturas de mi vida, he comprendido, que culpabilizarse por todo, es un terrible error; hay que hacerse responsable con todas sus consecuencias, del mal que hemos causado, y poner toda nuestra voluntad en arreglarlo; pero pasarse la vida dándose golpes de pecho… me parece una postura muy farisea.

    Me ha costado mucho levantar la cabeza, reconocer en todo aquello que he fallado, sentir de verdad el dolor, a la vez que acojo el abrazo que el Misterio de la Vida me ofrece.

    Entonces es, cuando sientes como es levantarse, sentirse sanado, volver a ser persona.

    Ese es el Mensaje de Jesús… Saber, descubrir, que si de verdad lo deseamos..:

    ¡Ya se nos entregó todo lo necesario para Ser! 

    Es importante sacudir nuestras sandalias de los polvos recogidos por tantos caminos “manipulados” y empezar cada día con nueva esperanza; no en que somos las mejores personas, sino en que si de verdad lo deseamos, esa Fuerza que está grabada en nuestra entraña, nos fortalecerá para hacerlo realidad.

    Hoy hablando con mi hija mayor, de como se está presentando el futuro, como están despertando “fantasmas” que creíamos superados, con una desfachatez impresionante; le decía:

    “Hija no lo comprendo ¿a donde vamos a parar?

    Y me ha respondido con una frase, que me ha dejado muy pensativa:

    “Quizá el ser humano, no ha evolucionado tanto como pensamos”

    Y ahora en este rato de silencio emocionado… y comprobando las maravillas que nos presentas… creo, que la mayoría de los mortales, nos arrastramos por el lodo; y no caemos en la cuenta de que casi:

    ¡Podemos volar!

    Y hacer de este mundo:

    ¡Un lugar mejor!

    Ha sido una experiencia profunda, buena, que me ha llevado a mirar mi camino; ese camino, que no sé porque, me empeñé en que tuviera  el “color” que tiene, y la manera de llevarlo a cabo, siempre dentro de todas mis “limitaciones” pero reforzada por ese impulso interior, que ha puesto el valor… en otra manera de vivir.

    ¡Gracias Antonio!

    Para mí, está siento una experiencia interior muy grata y gozosa.

    Un abrazo entrañable.

    mª pilar

     

  • Gonzalo Haya

    Lo que citas de M Legaut nos ocurre a muchos y creo que, en parte, es un exceso de introspección. Somos lo que somos: ínfimos y efímeros, pero necesarios. Muchas veces me viene a la imaginación los castellet que vi en Tarragona, y siento que estoy en la base o en el círculo siguiente. Aporte mínimo, pero necesario para sostener a los de arriba y, más aún, para constuir el castellet.