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Cambiar la concepción de la sexualidad en la Iglesia: este es el desafío de fondo

Seguimos asistiendo al chaparrón que cae sobre Francisco. Es el momento de tomar grandes decisiones. Pero no sobre quitarse la paja que ve el hipócrita Viganó de sí sabía bastante sobre el arzobispo de Washington para haberle expulsado de cardenal meses o años antes. Sino para remover la viga más seria que supone una verdadera conversión teórica y práctica sobre la manera con que la Iglesia ha entendido y orientado la sexualidad humana casi desde el inicio. De nuevo hoy publicamos dos artículo sobre esto. Uno del colaborador Javier Elzo y otro del psicólogo chileno Claudio Ibáñez  que nos envía Oscar. Invito a todos a opinar, destapando el pastel, con libertad y autenticidad. AD.

Un apunte de urgencia tras el comunicado de Viganò

Por Javier Elzo

          He leído íntegro el texto de Viganò en “Info Vaticana”. Me ha dejado profundamente dolido, abrumado ante tanta miseria. No me basta que me digan que forma parte de una guerra en el interior de la Iglesia, aunque hay guerra, obviamente. Pero no es cosa de nuestros días. Estas guerras las ha habido siempre. Desde los inicios de la cristiandad: el llamado Concilio de Jerusalén hacia el año 50 de nuestra era, hasta la renuncia de Benedicto XVI y, ahora, el acoso al papa Francisco.

          La carta de Viganò rezuma rencor, revanchismo y todo lo que se quiera. Pero resulta muy difícil defender que todo lo que en ella se dice sea falso. Pero no quiero entrar en ese tema ahora que daría para mucho. Me limito, en estas líneas, urgidas por el dolor, a dos cosas. La primera, y muy breve, para decir que hay que separar la homosexualidad de la pederastia. Hay pederastas entre los homosexuales y entre los heterosexuales, entre los solteros y los casados, entre los jóvenes y los mayores. La Iglesia tiene aquí un frente que haría bien en abordar con determinación e inteligencia. Es labor de más de una generación.

          La segunda cosa para recordar, cómo el papa Francisco, en la reciente carta al pueblo de Dios, habla de una cultura y creo que también de una civilización. Por ahí creo que debe ir la imprescindible investigación dentro de la Iglesia. Me limito, hoy, aquí, exclusivamente, al tema de la homosexualidad.

          El fondo del problema, al menos uno de los fondos que exigen atención continuada, reside en una cultura en la Iglesia que, dicho escuetamente, magnifica el dolor y condena el placer, particularmente el placer sexual. No tanto que busque el dolor por el dolor (aunque hubo doctrinas y actitudes en el pasado que buscaban el martirio, y todavía en la actualidad “sufrir con resignación”, compartiendo los dolores de Jesús en la cruz, aparece como una virtud cristiana) pues, por ejemplo, se aceptan los cuidados paliativos, incluso si aceleran la muerte (mientras no se la busque directamente, dicen no pocos). Pero no conozco documento oficial alguno de la Iglesia Católica que diga que el placer sexual sea bueno en sí mismo considerado, como tal placer sexual. Si existe tal documento agradecería conocerlo. Más bien se dice lo contrario. Hay como una sospecha (se pierde el control de la razón en el coito, se arguye) de que, a fin de cuentas, el acto sexual debe estar encaminado a la procreación, siendo falta grave impedirlo por medios artificiales. Ahí está Humanae Vitae para corroborarlo. 50 años después.

          Pienso que es en esta cultura que, primero la homosexualidad y ahora la practica sexual de la homosexualidad, es considerada como intrínsecamente perversa, luego necesitada de ayuda psiquiátrica (u otra) para domesticar la tendencia (al parecer natural) a la relación sexual entre personas del mismo sexo. Incluso, parece ser que, en personas heterosexuales, según sus circunstancias vitales pueden desear tener relaciones sexuales completas con personas del mismo sexo. Pienso en las cárceles, separadas por el sexo de los reclusos. Pienso en los (escasos) seminarios en occidente, en los conventos unisex, de hombre y mujeres. Personalmente, hoy en día, no veo problema alguno en la práctica sexual homosexual, con más limitación que la que debe presidir toda relación, sexual o de otro orden, entre dos personas donde debe primar el respeto al “otro”, y obviamente su acuerdo para tal relación.

          He de confesar que para llegar a esta convicción han debido pasar muchos años, leer muchas cosas, conocer la vida pública de no pocos homosexuales (hombre y mujeres) para dejar de ver en ellos, para superar, lo que de crio me transmitieron: que eran unos desviados sexuales a los que se les tachaba de maricones y tortilleras.

          Hace un rato, como todos los días, he recibido online el diario “Le Monde”, al que estoy suscrito. Dedica el editorial al tema que aquí nos ocupa con este titular muy significativo: “Contrición pontifical: demasiado poco, demasiado tarde”. De su contenido entresaco estas frases: “Elegido papa en 2013, Francisco surgió como una de las últimas figuras susceptibles de tener un discurso moral de alcance universal sobre los principales problemas actuales. Sus declaraciones que denuncian la inhumanidad del tratamiento de los migrantes, el poder del dinero y los estragos del calentamiento global han dado lugar a esta esperanza (…)”. Actualmente “las medidas tomadas para prevenir el abuso del clero se limitan a unos pocos países occidentales; nada parece haberse previsto en las diócesis de África o Asia. Mientras esta reforma no esté realmente comprometida, en un esfuerzo decidido de transparencia, el Papa Francisco será privado de su magisterio moral”.

          Me gustaría matizar la última frase de “Le Monde”, pero será, quizá, en otra ocasión. No quiero que la actualidad me desvíe demasiado de lo que llevo entre manos. Pero el tema de la pederastia, mucho más que el de la homosexualidad a mi juicio, insisto en ello, exige atención urgente en la Iglesia. Pero el tema, si nos tomamos en serie que estamos ante un tema cultural, si no de civilización, afecta a la sociedad de nuestros días. Aunque esto no debe servir de paraguas, menos aún de ventilador, para abordar, con rigor y vigor, un tema lacerante, el de la pederastia en el clero de nuestra Iglesia. Se lo debemos a los niños, niñas y menores que antes, hoy y mañana, están en su derredor. Así como a la gran mayoría del clero que vive, injustamente, bajo la sospecha.

          Donostia San Sebastián, 27 de agosto de 2018

 


Iglesia y sexualidad: los graves efectos del celibato y la abstinencia

Por Claudio Ibáñez S.  Ciper Chile

Las creencias de la Iglesia Católica sobre sexualidad y las prácticas que promueve (castidad, virginidad, abstinencia y celibato) no son inocuas, sino “tremendamente negativas y destructoras del mejor funcionamiento de las personas”, explica el psicólogo Claudio Ibáñez en esta columna de opinión. La idea de que esas prácticas son virtuosas, dice, “es un adoctrinamiento que genera inmadurez socio-emocional, deprivación sexual y, de seguro, una lucha culposa entre la realidad sexual humana normal y el ‘deber ser sexual’ inalcanzable, mítico y fantasioso”. Y agrega: “La incapacidad de la Iglesia para manejar el comportamiento sexual de sus consagrados se mantendrá mientras no cambie los supuestos falaces sobre sexualidad que su doctrina contiene, e incorpore una visión positiva de la sexualidad humana basada en el mejor estado actual del conocimiento psicológico”.

Este último tiempo, es tiempo de escucha y discernimiento para llegar a las raíces que permitieron que tales atrocidades se produjeran y perpetuasen, y así contar con soluciones al escándalo de los abusos no con estrategias meramente de contención –imprescindibles pero insuficientes– sino con todas las medidas necesarias para poder asumir el problema en su complejidad. Papa Francisco

Debieron transcurrir tres siglos y medio para que la Iglesia reconociera oficialmente, en 1992, que Galileo estaba en lo correcto y sus teólogos profundamente errados: ¡la tierra gira en torno al sol! La tozudez eclesiástica para reconocer su error condenó a Giordano Bruno a morir quemado en la hoguera y a Galileo a prisión perpetua en su hogar. Que la Iglesia persista en creer, contra lo que la ciencia sostiene, que la abstinencia sexual es el camino a la perfección humana y que la abstinencia sexual es posible de por vida, es un error de impacto inimaginable e ilimitado que viene transformando a muchos de sus pastores en lobos y a miles de ovejas en víctimas.

IGLESIA Y SEXUALIDAD

En el Catecismo de la Iglesia Católica (CCE por sus siglas en latín), que es su compendio doctrinal, están sintetizadas sus creencias acerca de la sexualidad (CCE 2332-2351). Según el CCE, la castidad (abstención del goce sexual) es una virtud y todos los bautizados, en cualquier situación distinta al matrimonio (solteros, novios, separados, viudos, homosexuales, etc.), deben abstenerse de practicar la sexualidad. Las relaciones sexuales están permitidas solo entre casados y nada más que con fines reproductivos y de unión. El personal consagrado (sacerdotes, religiosos y religiosas) debe practicar la abstinencia sexual de por vida. Según el CCE, la castidad integra la sexualidad en la persona, desarrolla el dominio de sí mismo e imita la pureza de Cristo y, además, en el caso de los consagrados, el celibato (que es el estado de soltería) facilita de manera eminente la dedicación exclusiva a Dios (CCE 2337-2349).

Esta visión restrictiva, cuando no negativa, sobre sexualidad descansa, al menos, en dos grandes supuestos: que la abstinencia sexual es clave para la perfección personal y espiritual y que, además, es posible practicarla de por vida. ¿Cuál es el grado de verdad que estos supuestos poseen a la luz de la ciencia psicológica contemporánea?

PSICOLOGÍA, SEXUALIDAD Y SUBLIMACIÓN

El primero en plantear la importancia y fuerza de la sexualidad (libido) fue Freud, sosteniendo que su represión acarreaba grandes trastornos mentales. Sin embargo, postuló que si el impulso sexual no era satisfecho, la energía de la libido podía canalizarse y redireccionarse hacia objetivos superiores, mecanismo que denominó sublimación. En la actualidad, el concepto de sublimación, y el modelo hidráulico en que descansa, no cuenta con respaldo en la psicología empírica contemporánea (1), a tal punto que en los estudios científicos sobre regulación emocional el término sublimación ni siquiera aparece mencionado (2).

Hoy se sabe que los impulsos motivacionales no son sublimables. Para cada impulso existen satisfactores específicamente apropiados. Para el hambre la comida, para la sed el agua, para el amor el afecto, para el sexo el apareamiento. El hambre no se satisface observando obras de arte ni la sexualidad dedicando la vida a fines espirituales superiores.

El concepto de sublimación también es cuestionado por la psicología de corte existencial. Viktor Frankl, por ejemplo, sostiene que motivaciones como el sentido de la vida y el amor no resultan de la sublimación del impulso sexual, sino que constituyen fuerzas primarias fundamentales por sí mismas (3). Más recientemente, la Psicología Positiva ha puesto en evidencia que las virtudes, fortalezas y emociones positivas no son producto de la sublimación sexual, sino que el llamado lado luminoso de las personas existe por sí mismo, producto del valor evolutivo que ha tenido para el éxito de la especie humana (4 y 5).

LOS IMPULSOS Y SU FUERZA

Desde el punto de vista psicológico, las necesidades, motivos o impulsos son condiciones fisiológicas o psicológicas que movilizan al organismo, selectivamente, hacia un objetivo o satisfactor. Los motivos primarios o básicos (hambre, sed, respirar, dormir, sexo, crianza, etc.), llamados así porque tienen que ver con la supervivencia individual y de la especie, son innatos y su funcionamiento se sustenta en complejos mecanismos homeostáticos, neuroendocrinos y cognitivos.

Nuestras necesidades básicas están, habitualmente, satisfechas: respiramos, ingerimos líquidos y comemos varias veces al día y cada cierto tiempo realizamos prácticas sexuales. Como consecuencia, no nos damos cuenta de la fuerza que estos impulsos tienen, ya que la fuerza de un motivo o impulso solo se puede observar cuando está insatisfecho o “deprivado”, como se dice en la jerga técnica.

La comisión (del gobierno australiano estableció que) el celibato es un factor de riesgo que, sumado a otros, facilita la aparición de alteraciones psicosexuales (…) el celibato ‘hace que se viva una doble vida y contribuye a una cultura de secreto e hipocresía y esta cultura parece contribuir a que (…) se minimice el abuso sexual como un lapso moral perdonable’.

Los estudios motivacionales de deprivación en humanos, por razones éticas, son muy escasos. Existe, sin embargo, un estudio clásico sobre deprivación alimentaria, el Minnesota Starvation Experiment (6). Su objetivo fue investigar el impacto del hambre y generar medidas para su manejo en la Segunda Guerra Mundial. Se sometió a 36 voluntarios, de entre 22 y 33 años, a una drástica y sostenida restricción alimentaria durante seis meses. Además de la baja de peso y delgadez, los participantes comenzaron a exhibir trastornos emocionales: irritabilidad, agresividad, ansiedad, depresión, bipolaridad, comportamientos psicóticos y aislamiento social. La comida se transformó en una verdadera obsesión. Todo el funcionamiento de las personas giraba en torno a la comida. Pasaban horas revisando compulsivamente recetas de cocina, mirando fotos de alimentos y solo pensaban en las horas de comida. Los anodinos y escasos alimentos que recibían los aumentaban con agua y se quedaban horas comiendo, saboreando y lamiendo los platos. La comida aparecía en sus fantasías y en sus sueños. No obstante que habían adherido voluntariamente a las reglas del experimento, comenzaron a efectuar trampas y a ingeniárselas para obtener alimento.

Los experimentadores debieron establecer un sistema de vigilancia y de chaperones para asegurar el cumplimiento de las normas. La abstinencia había incrementado y exacerbado la fuerza del hambre, hasta transformar la comida en una obsesión.

La deprivación de cualquier impulso básico lo transforma en prepotente y dominante del comportamiento. En la literatura científica especializada no existe descrito ningún concepto o mecanismo que apunte a que tal energía pueda ser redireccionada hacia objetivos distintos a aquellos específicamente relacionados con la satisfacción de la necesidad insatisfecha. Si la deprivación de una necesidad básica se prolonga en el tiempo termina alterando todo el funcionamiento físico y psicológico de la persona, aun cuando la abstinencia sea voluntaria y la persona tenga un sentido superior para realizarla, tal como se observa en huelgas de hambre. En el extremo, la deprivación indefinida de una necesidad básica acaba con la muerte de la persona, tal como se observa en muchos casos de anorexia (7).

LA ABSTINENCIA SEXUAL

Todas las teorías motivacionales consideran que el impulso sexual es una necesidad fisiológica básica que es tanto o más potente que el resto de las necesidades porque, aun cuando no tiene que ver con la supervivencia individual, de este impulso depende la supervivencia de la especie.

Hay situaciones reales en que la deprivación sexual ocurre, como, por ejemplo, en las cárceles. Y se sabe que en ellas, al igual que lo ocurrido en el estudio de Minnesota con el hambre, el impulso sexual se exacerba y aparecen todas las formas, subterfugios y resquicios imaginados para satisfacerlo, incluidos el abuso de poder, la violencia física y psicológica y las redes de ocultamiento.

La deprivación de cualquier impulso básico lo transforma en prepotente y dominante del comportamiento (…). Si la deprivación de una necesidad básica se prolonga en el tiempo, termina alterando todo el funcionamiento físico y psicológico de la persona, aun cuando la abstinencia sea voluntaria y la persona tenga un sentido superior para realizarla.

La abstinencia incrementa la fuerza del impulso sexual. Pero ¿es posible la abstinencia sexual sostenida en el tiempo? En 1948 Alfred Kinsey informó los resultados de un pionero y, en su momento, controvertido estudio (8 y 9), porque sacó a la luz extendidas prácticas sexuales que se pensaba no ocurrían entre las personas, ni menos en la magnitud encontrada: masturbación, relaciones homosexuales y bisexualismo, tanto en hombres como en mujeres. Una de las cosas que puso en evidencia este informe fue que la abstinencia sexual permanente prácticamente no existía.

Que la abstinencia sexual permanente no existe o que, al menos, es muy difícil, se evidencia también en los resultados de los programas de educación sexual que promueven la “abstinencia hasta el matrimonio” como recurso para prevenir el embarazo: en lugar de disminuir el embarazo adolescente lo incrementan (10).

MOTIVACIÓN Y AUTOACTUALIZACIÓN

Maslow sostuvo que las necesidades humanas se ordenan en una jerarquía de predominio relativo, postulando que la motivación de mayor influencia en el comportamiento es aquella necesidad insatisfecha más baja en la jerarquía. En la base de la jerarquía están las necesidades fisiológicas (sed, hambre, respiración, temperatura, sexo, etc.). La insatisfacción de cualquiera de estas necesidades básicas no solo la transforma en predominante, sino que la vida de la persona comienza a girar en torno a la necesidad insatisfecha, lo que impide el avance hacia la maduración.

La satisfacción, al menos parcial, de las necesidades básicas, incluida la sexualidad, es clave para el desarrollo de la personalidad y el avance hacia la madurez, proceso que Maslow denominó autoactualización (11).

SEXUALIDAD EN EL CLERO

La cobertura mediática que reciben los casos de abuso sexual de menores por parte de consagrados de la Iglesia Católica, y que ya alcanzan magnitud de escándalo mundial, puede dejar la impresión que el tema se agota aquí y que los consagrados que no abusan de menores son, efectivamente, castos. De hecho, la Iglesia cree y ha hecho creer, sin un solo estudio que así lo demuestre, que la mayoría de sus consagrados son sexualmente abstinentes y viven de manera ejemplar su castidad.

En realidad, los estudios realizados por personas externas e independientes a la Iglesia muestran un panorama muy distinto. El abuso de menores es solo la punta del iceberg de la incontinencia sexual del clero. Otras prácticas, al no ser delitos, no salen a la luz pública y quedan ocultas en los confesionarios, como pecados, encubiertas por el manto del secreto.

La satisfacción, al menos parcial, de las necesidades básicas, incluida la sexualidad, es clave para el desarrollo de la personalidad y el avance hacia la madurez, proceso que Maslow denominó autoactualización.

Aunque no es el único, el estudio de Richard Sipe (12), basado en información recolectada durante 25 años sobre más de 3 mil sacerdotes, se considera el estudio de referencia sobre sexualidad en el clero. De hecho, sus estadísticas sirvieron, con impresionante precisión, para orientar la investigación periodística, de impacto mundial, sobre abusos sexuales del clero en Boston en 2001 (este trabajo del equipo periodístico de The Boston Globe fue llevado al cine por el film Spotlight, ganador del Oscar a la Mejor Película en 2015).

Richard Sipe concluye que los abusadores de menores representan solo el 6% del clero. ¿Qué ocurre con el resto? Entre el 80% y el 90% se masturba y el 50% de los sacerdotes practica relaciones sexuales adultas, tanto hetero como homosexuales.

Producto de sus relaciones sexuales muchos consagrados generan embarazos y procrean hijos. Vincent Doyle, hijo de sacerdote y fundador de Coping International.com (entidad dedicada a apoyar psicológica y pastoralmente a hijos de sacerdotes y vinculada con el Vaticano para estos fines) estima, conservadoramente, que existirían a nivel mundial alrededor de 4 mil niños hijos de consagrados.

La Conferencia Episcopal de Irlanda ha debido publicar una declaración que establece como responsabilidad principal de los sacerdotes que engendran hijos, el cuidado personal, moral y financiero del niño y de la madre. El Vaticano estudia adoptar esta declaración como guía de procedimiento mundial frente a estos casos.

EL CELIBATO

La mayoría de quienes ingresan a la vida religiosa lo hacen en plena juventud, ilusionados con su vocación, pero psicosexualmente inmaduros y, lo que es más grave, desconocedores del impacto que tendrá en ellos, por un lado, la abstinencia sexual de por vida y, por otro, la carencia de una relación de pareja romántica, afectiva e íntima que el celibato implica. El resultado es que muchos llegan a ser intelectual y físicamente adultos, pero social, emocional, afectiva y sexualmente inmaduros, transformándose en furtivos transgresores de la continencia sexual.

¿Ha contribuido la castidad a generar seres humanos más virtuosos y de una espiritualidad superior a los laicos comunes y corrientes que no se abstienen sexualmente y disfrutan de su sexualidad? ¿Dónde están, entonces, los beneficios de la abstinencia sexual y del celibato planteados por el CCE?

En lugar de beneficios, florecen día a día las consecuencias negativas de la abstinencia sexual y del celibato, consecuencias que impactan de manera dramática a los propios consagrados, a quienes entran en contacto con ellos y a la Iglesia como institución.

Algunos argumentan que el celibato no es la causa de la crisis sexual en la Iglesia (13). Se plantea que no todos los célibes son abusadores de menores y que abusadores también se encuentran entre casados, entre no religiosos y en las propias familias. Estos hechos, sin embargo, solo demuestran que el abuso sexual infantil es un fenómeno complejo que tiene distintas causas, pero no permiten excluir, como causa basal de comportamientos sexuales impropios, a una sexualidad bloqueada y reprimida predicada como virtud cuando, en realidad, constituye el caldo de cultivo de expresiones delictuales o, al menos, insanas, pecaminosas y problemáticas de la sexualidad (14).

La incapacidad de la Iglesia para manejar el comportamiento sexual de sus consagrados se mantendrá mientras no cambie los supuestos falaces sobre sexualidad que su doctrina contiene, e incorpore una visión positiva de la sexualidad humana basada en el mejor estado actual del conocimiento psicológico.

La investigación más grande sobre abuso sexual, y que lo vincula al celibato, es la realizada en Australia por la Comisión Real de Respuestas Institucionales al Abuso Sexual Infantil. Se trata de una comisión independiente y de alto nivel creada por el gobierno australiano, encargada de investigar, entre el 2012 y el 2017, decenas de miles de casos de abuso sexual. Esta comisión estableció que la mayoría de los abusos ocurrían en instituciones religiosas y en entidades dependientes de ellas y que el mayor porcentaje de casos correspondía a la Iglesia Católica.

En opinión de la comisión, el celibato es un factor de riesgo que, sumado a otros, facilita la aparición de alteraciones psicosexuales en los consagrados. Pero no solo esto, sino que al ser algo imposible de lograr para muchos consagrados, el celibato “hace que se viva una doble vida y contribuye a una cultura de secreto e hipocresía y esta cultura parece contribuir a que se soslaye la transgresión del celibato y se minimice el abuso sexual como un lapso moral perdonable”. Por ello, en su informe final, la comisión recomienda al Vaticano poner término a la obligatoriedad del celibato.

CONFESIONARIOS DE VIDRIO

Los comportamientos sexuales impropios de los consagrados vienen dejando como consecuencia miles de menores abusados, miles de hijos y madres ocultos en el anonimato, miles de millones de dólares pagados en indemnizaciones por la Iglesia a víctimas y centenares de investigaciones y juicios en Estados Unidos, Francia, Reino Unido, Alemania, Bélgica, Italia, España, Australia, Argentina y Chile. Pero, probablemente, lo más aplastante sea la pérdida de confianza de los fieles y de la sociedad en la Iglesia y su clero, tal como lo vienen mostrando las encuestas.

La pérdida de confianza llega a tal punto que en muchos colegios católicos han llegado a vidriar los confesionarios o a reglamentar que las confesiones se realicen en ambientes expuestos a la mirada pública (15). ¿Cómo se puede conducir un rebaño cuando las ovejas temen y desconfían de sus pastores? ¿Qué organización basada en la desconfianza resulta sustentable?

LA CUESTIÓN FUNDAMENTAL

Que la Iglesia haya creído, hasta hace muy poco, que la tierra es el centro del universo y que el sol gira en torno a ella es, en verdad, irrelevante, intrascendente y no tuvo consecuencia práctica alguna. En cambio, el error de creer que la abstinencia sexual es el camino a la perfección humana y espiritual y que es posible practicarla de por vida, no es una creencia inocua, sino que tremendamente negativa y destructora del mejor funcionamiento de las personas, porque las somete a prácticas como la castidad, la virginidad, la abstinencia sexual de por vida y el celibato, que entorpecen y bloquean su normal desarrollo y funcionamiento.

La concepción de que tales prácticas son virtuosas y conducen al florecimiento humano, destilada de manera sistemática y permanente en la mente de sus consagrados, es un adoctrinamiento que genera inmadurez socio-emocional, deprivación sexual y, de seguro, una lucha culposa entre la realidad sexual humana normal y el “deber ser sexual” inalcanzable, mítico y fantasioso que se exige como ideal.

Lo anterior constituye un factor de alto riesgo, en especial en personas cuyo quehacer se basa en el establecimiento de relaciones interpersonales cercanas y cálidas, pero asimétricas en términos de poder, influencia y confianza: el escenario óptimo para manipular conciencias y depredar personas.

La cuestión fundamental de la crisis, entonces, es que las creencias eclesiásticas sobre sexualidad, y las prácticas institucionales promovidas por tales creencias (castidad, virginidad, abstinencia y celibato), constituyen un paradigma que colisiona con la ciencia psicológica, tal como el geocentrismo teológico colisionó con la ciencia astronómica.

La incapacidad de la Iglesia para manejar el comportamiento sexual de sus consagrados se mantendrá mientras no cambie los supuestos falaces sobre sexualidad que su doctrina contiene, e incorpore una visión positiva de la sexualidad humana basada en el mejor estado actual del conocimiento psicológico.

No obstante que la concepción geocéntrica del universo no era un dogma y su cambio no generó ningún derrumbe del sistema de creencias en la Iglesia Católica, sus teólogos demoraron siglos en aceptar la realidad mostrada por la ciencia. Su negativa visión de la sexualidad humana tampoco es un dogma. ¿Deberán pasar, nuevamente, tres siglos y medio para que la Iglesia corrija, a la luz de la ciencia, sus creencias acerca de la sexualidad humana?

Los teólogos tienen la palabra… Pero no solo ellos. Debido a los trascendentes y generalizados impactos negativos que el paradigma sexual de la Iglesia tiene, su cambio debe ser exigido por los propios consagrados, por sus víctimas y por las comunidades y gobiernos de países en que la Iglesia Católica opera.

BIBLIOGRAFIA

  1. Reeve, J. Motivación y Emoción. McGraw-Hill, 1994.
  2. Gross, J.J. Handobook of Emotion Regulation. The Guilford Press, 2007.
  3. Frankl, V. El hombre en busca de sentido. Ed. Herder, 1979.
  4. Seligman, M.E.P. Authentic Happiness: Using the New Positive Psychology to Realize Your Potential for Lasting Fulfillment. Free Press, 2002.
  5. Ibáñez S., C. Nuestro Lado Luminoso. Ed. Inst. Chileno de Psicología Positiva, 2011.
  6. Keys, A. et al. The biology of human starvation. of Minnesota Press, 1950.
  7. Fuentes, D. La Dieta de la Muerte. Ril, 2007.
  8. Kinsey, A. et al. Sexual Behavior in the Human Male. Indiana University Press, 1948
  9. Kinsey, A. et al. Sexual Behavior in the Human Female. Indiana University, 1953.
  10. Kohler, P.K., Manhart, L.E. & Lafferty, W.E. Abstinence-Only and Comprehensive Sex Education and the Initiation of Sexual Activity and Teen Pregnancy. Journal of Adolescent Health, 42, 4,344–351. 2008.
  11. Maslow, A.H. Motivación y Personalidad. Ediciones Díaz de Santos, S. A., 1991.
  12. Sipe, A.W.Richard. Celibacy in Crisis: A Secret World Revisited. Routledge, 2003.
  13. Frawley-O’Dea, M.G. and Goldner, V. Predatory Priests, Silenced Victims: The Sexual Abuse Crisis and the Catholic Church. Routledge, 2007.
  14. Plante, T.G. Sin against the Innocents: Sexual Abuse by Priests and the Role of the Catholic Church. Praeger Publishers, 2004.
  15. Terra, Consuelo. El desafío de enfrentar el abuso sexual. Rev. Paula, 10 Mayo 2011.

14 comentarios

  • José Pablo

    Comparto con los lectores un artículo, de hace unos años, sobre la experiencia de un célibe, a mi parecer, sincero y honesto.

    Tengo el cáncer del celibato     Luis Alberto Patiño. O.F.M.
     

    Soy un fraile franciscano y sacerdote que, desde hace 60 años, contraje “el cáncer del celibato” diagnosticado por un columnista de “El  País”. Voluntariamente, sin que nadie me obligara, con mucha alegría y paz, opté por ser célibe.

    Después de tantos años, ahora me entero, al leer ”El País” del pasado viernes, que el celibato es una “obligación contra natura, absurda e incumplible”. Como no soy “santo” ni “amargado”, según el ilustre autor de la columna ‘Hechos y Desechos’, pertenezco al “resto” que “ejerce su sexualidad como puede”. Les voy a contar como “la ejerzo”:
    En primer lugar, confieso que me gustan las mujeres, sobre todo las caleñas, las admiro, no sólo porque “son como las flores”, sino porque me descubren la dimensión femenina y masculina de Dios y de la realidad. Porque me hacen consciente del morboso machismo que infecta la sociedad civil y a la santa Iglesia.

    Tengo amigas del alma, a quienes amo de verdad, ellas me ayudan a ser varón y célibe. Las amo de verdad, más allá de lo genital, sin cama de por medio.
    He aprendido, en mi profesión de psicólogo y en mi experiencia personal, que la sexualidad es un maravilloso regalo de Dios, que abarca toda la vida de la persona, más allá de lo genital. Está directamente orientada a la relación interpersonal. Es el dinamismo que nos impulsa a vivir, con gozo y placer, la alteridad. Hasta Dios, para insertarse en todo lo humano, se hizo persona sexuada y erótica, en Jesús de Nazareth.
    Gracias a nuestro ser sexuado hay personas concretas que nos atraen de manera especial; con ellas sentimos empatía, ‘química’. La sexualidad es la capacidad que tenemos de amar, de vivir la ternura, la entrega, el servicio, la caricia. Gracias a ello experimentamos la dimensión de la gratuidad, de la amistad.

    Cuando la actividad genital no va acompañada de estos valores trascendentes, la persona se convierte en ‘cosa’ que simplemente se usa, para lograr una descarga fisiológica. Cuando la compenetración de los cuerpos no es lenguaje de amor, ternura y compromiso; cuando se abusa del otro o de la otra, el sexo se degrada y la persona, imagen de Dios, es profanada a causa de patologías tan graves como el acceso carnal violento y la pederastia. El origen de estas patologías no es, evidentemente, el celibato; se da, con mucha más frecuencia, en personas casadas y al interior del mismo hogar.

    De acuerdo con el plan de Dios, la sexualidad, responsable y madura, con su compleja riqueza, es fuente de felicidad y de bienestar. Es energía que nos permite gozar de la vida, como pareja y también como célibes. Es manifestación del Reino de Dios. Por ello, a quienes sufren la morbosa fijación y adicción genital, les invito a ‘des-pene-lizar’ su vida sexual y a superar la adicción a lo pornográfico, para que disfruten de variados placeres sexuales, también en otras dimensiones de su vida personal.  
     
    Eso es lo que proféticamente queremos anunciar quienes hemos optado por el celibato, sin creernos mejores que otros ni santos ni tarados. Es una forma de vida afectivo-sexual, que nos empuja a arriesgarnos a amar a todas y a todos, sin exclusividad, pero lejos de la inmediatez de lo genital. Pretendemos así, prefigurar lo que será la plenitud en el más allá.
     

  • Jorge

    Los dos artículos que presenta esta entrada de Javier Elzo y Claudio Ibañez apuntan a una misma propuesta, el cambio de la valoración de la sexualidad en la Iglesia. El cambio propuesto es radical: en lugar de considerar el placer sexual, la lívido, el orgasmo, …, como intrínsecamente malo, siendo negativo caer en la tentación del deseo sexual y actuar en consecuencia en su búsqueda para satisfacerlo, se propone una valoración positiva como desarrollo natural de las personas, de su equilibrio y armonía psíquica y social, de la madurez de una sexualidad sana de la vida adulta. De aquí que la abstinencia sexual, castidad, virginidad, celibato, …, sean cuestionadas como virtudes, derivadas directamente de una moralidad que valora la lucha contra los propios instintos (por tanto, contranatural) y una vida humana entregada como sacrificio.

    Una cosa es el control y el dominio sano de los instintos naturales satisfaciéndolos de modo adecuado y razonablemente conveniente, pues si se descontrolan causan problemas, y otra cosa bien distinta es la abstinencia. Difícilmente puedo encontrar argumentos para considerar la abstinencia como virtud. Puede que optar por ella en periodos cortos de tiempo sea positiva para fortalecer el dominio sobre nosotros mismos, pero prolongar esta situación de “violencia” contra nosotros antinatural y más aún de por vida no le encuentro sentido positivo alguno.

    La imposición de la castidad como virtud a todos los cristianos, huyendo del placer sexual como si fuese cosa del diablo, conduce a una lucha violenta contra nosotros mismos que nos hace pecadores a “casi” todos y todas por su manifiesta imposibilidad. ¿Virtud? ¿dónde está la virtud? La Iglesia la ha utilizado y utiliza como arma poderosa de control de sus fieles, necesitados de continuo de confesión que obviamente se reserva para sí en poder exclusivo.

    ¿Dónde se encuentra en los evangelios y en todo el NT citas sobre la virtud de la castidad, la virginidad, el celibato, …, una moral que valore el sacrificio personal voluntariamente impuesto? Esto no es de Jesús ni siquiera de los Apóstoles, es en mi opinión fruto de la Iglesia, del poder autoproclamado para el control de sus fieles.

    A ver si el escándalo de la pederastia y los datos que revelan los estudios sobre la sexualidad real del clero y religiosos/as, motiva una reforma en profundidad, una ruptura, con respecto a la tradición de siglos de la moral sexual en la Iglesia. El conocimiento y el entorno han cambiado fuertemente en este tema y en consecuencia es necesaria la revisión para la adecuación a nuestro contexto, de la MISMA doctrina sin cambiar su sentido evangélico.

  • M.Luisa

    Esta  manera de concebir el sexo que nos expone Santiago en su comentario es justo,  lo que debe cambiar en la iglesia. La sexualidad es una dimensión formal del ser humano que como tal se hace imprescindible para la autorrealización  personal.

    Es de las necesidades básicas, que a diferencia de  estas que enumera como el hambre, la sed, la respiración, el dormir, etc., la que sobrepasa la esfera de lo individual y  nos descubre la alteridad, el otro no como objeto sino como realidad alcanzando formalmente esta dimensión de lo personal.

    Por ser dimensión humana no es algo que se busque como al parecer lo entiende Santiago al decir que no todo el mundo  está obligado necesariamente a buscar el placer sexual. No, esto no va así, somos sistemas físicos en los que los impulsos devienen en emociones y éstas en sentimientos. La mera afección se convierte en afecto.

    La espontaneidad no es lo que caracteriza a los  sentimientos. Éstos florecen sobre el lomo de la mera afección,  no se pueden destrincar   los sentimientos de aquella  mera afección. El error creo que se comete al pensar que controlar los instintos es cosa de la razón. La función primera  de la razón es la de situarnos frente a la  realidad, tratar las cosas como realidades y no como objetos que en el caso de los clérigos pederastas lo que les faltó fue precisamente la razón al tomar  como objeto de satisfacción a los niños.

  • Santiago

    Los impulsos básicos primarios como el hambre, la sed, la respiración, el dormir etc no se pueden eludir pues son necesarios para la vida…sin la satisfacción constante de ellos, no hay duda, moriríamos pronto. No así con el instinto sexual que tiene una finalidad doble: el placer que comparte con los otros impulsos y el instinto de la reproducción..Ambos son  evidentes a simple vista…

    Sin embargo, no todo el mundo está obligado necesariamente a buscar el placer sexual y a reproducirse “per se”, pues estos impulsos, aunque poderosos, no son necesariamente determinante de la conducta humana…Miles de personas han optado voluntariamente por el celibato a través de los siglos…ya sea consagrándose en religión o permaneciendo célibes en el mundo…Miles de personas, sacerdotes católicos, santos, seglares, laicos han dado testimonio de virginidad, castidad y celibato..muchos de ellos atestiguados por sus hagiógrafos y el relato de los mártires…siendo personas psíquicamente normales…

    Si queremos equiparar los impulsos instintivos humanos con los de los seres irracionales…cometemos un grave  error…Ellos, los seres meramente instintivos, no pueden controlar racionalmente sus impulsos vitales o sexuales…Nosotros si podemos…y de hecho existen pruebas y testimonios a través de la larga vida de la humanidad, incluyendo la vida de la Iglesia..El que en este asunto haya habido graves faltas y desviaciones dentro y fuera del clero, y dentro y fuera de la vida familiar de los seglares…no quiere decir que el celibato, la castidad y la virginidad no sea posible..y se haya dado normalmente como “opción” en la especie humana  por su intelecto racional y su voluntad..Ahí están escritas las referencias y testimonios de los que vivieron una vida de sacrificio y ofrecieron su celibato en aras de la caridad y del amor cristianos…

    Los autores citan solamente referencias e investigaciones limitados a esta época en particular..Pero la Iglesia presenta 21 siglos de experiencia…Si la Iglesia romana continuó durante siglos con la práctica del celibato en los clérigos es porque había muchos mas beneficios que daños…El sacerdocio casado no parece que disminuya los casos de abuso sexual puesto que la pederastia también existe entre los casados como en los célibes…El problema no es el celibato como ya se ha dicho….El hombre que se decide a ser célibe o se decide por el matrimonio entra en un contrato voluntario…En ambos casos, se requiere  madurez para acceder a cualquier tipo de estado…Esta madurez psico-sexual es básica para todos…puesto que tanto el célibe como el casado tiene que afrontar las dificultades sociales y sexuales de ser célibe o ser casado…El abuso del sexo, del sexo inordinado, ocurre dentro y fuera del matrimonio, en el casado y en el que guarda castidad…puesto que podemos abusar de nuestro impulso instintivo…Podemos comer con exceso y pecar de gula…

    No se entra al matrimonio ni al sacramento del orden de un día para otro…Tanto el matrimonio como el sacerdocio requieren una madura preparación…El noviazgo lo es para la pareja con la instrucción religiosa requerida previa y los años de seminarista prepara al futuro sacerdote de rito latino para su futura vida de célibe…Por eso, no podemos dejar de atender a la formación correcta de los jóvenes…sobre todo los que han escogido voluntariamente el sacerdocio en la Iglesia latina..

    La crisis actual de abuso sexual dentro de la Iglesia es multifactorial…Habría que examinar que factores llevaron a un porcentaje de los clérigos a abusar de esta manera de su vocación y a sus superiores a ignorar el grave problema psíquico y moral que esto implica para toda la Iglesia…De ahí que una investigación mas profunda de este clandestinaje y ocultamiento es necesaria, ahora mas que nunca..

    Un saludo cordial

    Santiago Hernández

  • Siguen las “cargas de profundidad”. ¿Que tienen que decir a este articulo? Con poner cara y decir lo siento no vasta. Si tuviesen una mínima dignidad se casarían. antes que aceptar el que haya que poner. “Confesionarios de vidrio”. ¿Cabe aceptar mayor humillante ignominia?.

    Todo tiene su proceso, ya lo se. Pero el tema requiere un proceso rápido. Por el bien de las posibles victimas futuras y por el bien del clero. Aunque algunos o muchos sabemos que lo que se merecen ademas de la afrenta publica. Es la cárcel.

    Asco dan muchos. “Ministros de Dios.” Todavía algunos cerriles dirán que “la Iglesia está perseguida”.

  • ana rodrigo

    Yo creo que hay poco más que decir después de haber leído estos dos artículos.

    Por otra parte, todo el mundo sabe lo que la iglesia piensa de la sexualidad, aunque nadie le hace caso, y esto es muy significativo. La moral sexual va por un camino y la sexualidad humana va por el que tiene que ir, que es lo natural, lo normal. Y la moral católica tampoco hace falta para condenar lo que está mal, de hecho al clero pederasta no le ha servido para nada, hasta que la sociedad civil, las víctimas, han dicho basta, esto es un delito, y punto.

    También está a la vista el que la Iglesia siempre haya ensalzado el dolor hasta la exageración (Semana Santa) y le da miedo decir que el placer es estupendo, porque sus mentes calenturientas enseguida van al morbo sexual

    • Pues creo que hay detrás de todo esto algo que no se. Mira, he visto al muchacho este de el diario.es, el que destapó todo lo de Cristina Cifuentes, tratar el tema con guantes de seda. Me he quedado perpleja y aún sigo. No se a qué grupo pertenece ese diario, pero apostaría a que los dueños de arriba, arriba, los de arriba del todo son propapa francisco. No se cuál puede ser la relación
      Y es que la iglesia como institución tiene más tentáculos que un pulpo. Por eso se han mantenido tantísimo tiempo, es que son dos mil años.
      Es que la moral les importa cuarenta pitos. Les interesa el control. Y hay una lucha por el control
      Bastante les importa a ellos nada. Pero si solamente hay que ver las cosas que ocultan

      Y es que somos unos ingenuos. A nosotros sí nos importa el evangelio. A todos y cada uno de los hombres y mujeres que aquí escribimos nos importa. Cada cual tendrá su idea distinta , algunas parecen casi irreconciliables, pero a todos nos une Jesús y los evangelios.
      Pero los de arriba, arriba de la iglesia, miran por los intereses de la iglesia como empresa milenaria. Se les olvidó el evangelio según subían peldaños. El evangelio, los evangelios son para ingenuos como nosotros.
      Son tremendos. Están utilizando la pederastia como arma arrojadiza. Son unos amorales.
      Me encantaría saber…

  • Por fa.

    Alguien me puede explicar qué pasa en realidad ?

    Es cierto que la guerra esta que dicen que hay dentro de la iglesia es teológica? Es que no entiendo. Pero si este señor es superconservador. Y además no hace una sola interpretación de los textos de los evangelios original. Si dice lo de siempre. No entiendo.

    Es por algo de querer reformar la estructura de la iglesia? Es que no entiendo nada. Entendería un ataque por la izquierda, porque es que dice mucho y no hace nada.

    Tiene quizás algo que ver con los grupos de poder clásicos de dentro de la iglesia? Porque los jesuitas son un grupo muy poderoso. Es un movimiento antijesuitico?  Es que tiene que haber alguna o algunas causas. Qué hay detrás de todo esto?

    El ataque viene del Opus, de los kikos, de otros grupos que no conozco?

    Porque el Papa anterior se fue llamado lobos a los de su alrededor. Quiénes son los lobos? Todos son lobos para todos?

    No entiendo nada. La carta o lo que sea del señor cardenal que ha mandado a la prensa, me ha descolocado totalmente. Se quieren cargar a este Papa. Pero, por qué?

    Gracias.

    • O quizás la izquierda de la iglesia son los jesuitas y por eso están callados y todo son parabienes a su Papa? Se creían a lo mejor que si colocaban a un Papa cambiarían el curso de la historia de la iglesia? Capaces son de creérselo. Autoestima no les falta.
      Y es que eso de moverse en la frontera ya no se vale. Qué va.
      No sé. Pero si los tiros van por ahí, no es por nada, pero como no se pongan todos los grupos de poder de acuerdo entre ellos, o sea, imposible.
      Pero es que el problema está en que el poder, llamado demonio o diablo, les ciega a todos.
      Y volvemos a lo de siempre. Maldito Poder.

      O a lo mejor es lo mejor. Que empiecen a tirarse los trastos a la cabeza unos a otros, porque armas nucleares tendrán guardadas. Y cuando acabe la guerra, reconstruir.

      Estamos viendo un momento superinteresante.

  • M.Luisa

    sigo a propósito de mi comentario anterior …pienso que  el desafío de fondo que tiene la iglesia no se centra    tanto en  cambiar la concepción de la sexualidad como  sí cambiar la manera, el modo  de concebir el sexo.

  • M.Luisa

    Me leí ayer por la noche con verdadero interés  este enlace del que nos habla  Javier Elzo del psicólogo Claudio Ibáñez y nada más empezar su lectura allí donde por adoctrinamiento prevalece en orden  “el deber ser sexual” a “la realidad sexual humana” no puede esperarse, pensé, nada bueno. Se genera , leo,  una lucha culposa,    debida  precisamente a como sucede al producirse  cualquier alteración.  Al invertir el orden queda   desmontada, trastocada  por completo  la estructura sexual que forma parte del todo de la realidad humana. Entonces lo que rige  para constituirse en deber, son normas, conductas, leyes, todo ello montado sobre  un ideal doctrinario a modo de construcción  deontológico, debes hacer esto, no debes hacer lo otro etc.,  Todo lo contrario a  cómo según su estructura debería ser la sexualidad humana en tanto realidad.  En tanto realidad la sexualidad humana es estructura. Esto quiere decir que los elementos que la componen son respectivos unos con otros,  ninguno de ellos puede quedar fuera, los fisiológicos-anatómicos , los biológicos-funcionales, los emotivos, sensitivos, los volitivos, intelectivos etc…

  • Pero no es el mismo artículo? Dicen cosas idénticas. A lo mejor es que tengo sueño y he leído el mismo dos veces.

    Atención, un dato..solamente el.seis por ciento del clero práctica la pederastia. Posiblemente ellos la hayan sufrido de niños. Los esquemas se repiten. Perdón, pero hay un refrán que me encanta : nunca digas de este agua no beberé y este cura no es mi padre.

    Quiero decir que los pederastas es una historia y la supervivencia es otra. El problema es que la pederastia en la iglesia se ha considerado una faltilla,

    Es tan indignante. Han hecho un caldo de cultivo de criminsles. La mayoría, según dice este artículo, no ha recurrido a la pederastia, solamente un seis por ciento. Luego no es excusa el celibato. Que es una locura, de acuerdo, lo he pensado siempre, pero excusa, mire usted, dejé usted de ser cura.

    • Efectivamente, leí dos veces el mismo. En un enlace que puso Óscar y aquí. Me salté una foto y creí que el que hablaba era el señor,Elzo. Es que por la noche mi cabeza no está bien.
      Que sí
      Que son dos artículos magníficos.
      Qué ha llegado el momento de intentar cambiar las cosas de base.
      Pero aunque no sea santo de mi devoción el Papa actual, es una injusticia de las gordas que se le haga único responsable de todas las acciones de la iglesia, no ya desde hace dos mil años, sino desde hace cincuenta. No es justo
      Pobre señor. Es un Papa más, no es el único responsable. Hay montones de personas responsables, pero montones.
      Y, francamente,no entiendo el porqué de esta manía que le tiene el sector conservador.
      Un saludo cordial