Siento que sea de nuevo un texto largo. Hay quien le parecerá que es un globo hinchado de blablablá. Pero a muchos les gustado y nos lo han sugerido. Confío que esta entrevista a Javier Melloni sea leída y rumiada, aunque sea poco, por los lectores de ATRIO, que desde el principio pretende entresacar lo más válido que nos han trasmitido cada una de las religiones antiguas. AD.
“EN INDIA SALÍA A LA CALLE A SER BAUTIZADO POR LAS MIRADAS DE LA GENTE”
Oriente es la “debilidad” que nutre buena parte de su pensamiento lúcido y rebosante de fe. Se escapa en cuanto puede para volver con todos sus silencios y sonrisas encima. Le buscan por todas partes a él y a su discurso convencido, pero él cuenta los días para retornar a esas calles de la India y quitarse nombre, camisa, zapatos… y sonreír sin marca, sin atributos, por su puesto sin credo. Él anhela volver a lavarse en la fuente de la esquina y ser sólo un humano más entre los humanos que festejan la suerte del agua en cada mañana.
Cada tres o cuatro años vuelve unos meses a esa geografía urbana colmada, donde busca “ser bautizado por las miradas de la gente”. Cotizado teólogo que se lo pelean por doquier para impartir cursos y seminarios, antropólogo, autor de sólida obra en varios idiomas, referencia ineludible en diálogo interreligioso mundial…, pero él desea retornar a las callejuelas del incógnito y perderse entre los mil y un olores y a fuerza de perderse, quién sabe, quizás de nuevo hallarse.
Incondicional de Jesús y de Su Compañía, desconoce si el Nazareno en nuestros días sería cristiano. Le importan poco las etiquetas a este defensor de la inocencia, de la humildad y de las gentes puras.
Vive en la Cueva de Manresa, donde San Ignacio dio un giro providencial a su vida, mas no permanece encerrado, pues el mundo reclama constantemente su verbo sabio, pero a la vez actual, cercano y rebosante de fe. Hombre de estudio, no rehuye su vocación misionera: “Todos somos misioneros de todos. Misión ya no es proselitismo, sino reciprocidad. Es dejarte permeabilizar por el otro tanto como tú compartes lo tuyo con él. La misión es irradiación gratuita de lo que a ti te da vida. Compartir tu luz, pero dejando que el otro también irradie la suya. El proselitismo, por el contrario, es una devoración del otro”.
Anchos son los márgenes que propone Melloni para el encuentro de quienes comulgan en el amor de Jesús. Hay un Cristo también más allá del cristianismo que defiende con firmeza el jesuita de Manresa, sin por ello mermar sonrisa a su rostro eternamente juvenil.
Reía también la fuente mientras mantuvimos a su vera esta larga charla. Era en un patio de la Universidad de Alicante, en el marco del III Parlamento Valenciano-Catalán de las Religiones (12 y 13 de Mayo), allí donde gentes de las más diversas comunidades espirituales y religiosas, en torno al diálogo y la celebración, volvían a ser hermanas.
Está persuadido de que la gente continua teniendo sed de Dios, de que vivir es el arte de tomar y de desprendernos, de que la trascendencia es espacio de gratuidad y sorpresa, la promesa de un crecimiento sin límites. Está convencido de que interioridad y solidaridad son las dos caras de una misma moneda, de que tampoco hay más allá, ni más acá, sino una única Realidad, con multiplicidad de ámbitos y de niveles…
Melloni es cruce de muchos sentires, caminos, visiones y tradiciones… y él se crece y goza en ese jardín cada día más ancho y fértil de fraterna comunión que con tanta paciencia, ternura y lucidez ha ido labrando, junto a todos los que creen en los credos reencontrados.
Las respuestas brotan fáciles de quien contempla la vida y a Dios, “la Fuente continua de donación y receptividad”, con mirada inteligente, pero a la vez tremendamente sencilla y generosa. Arrancamos la charla con el diálogo interreligioso, “la misma Melodía tocadas por diferentes instrumentos…”, con sus artífices “peregrinos de nuestros días que integran todas las montañas…”
¿Pueden las religiones, los credos unidos volver a ser esperanza sobre la tierra?
Durante gran parte del siglo XX se anunció la muerte de Dios, el final de las religiones. Sin embargo, las religiones vuelven a tomar su lugar en la plaza pública. Ello genera desconcierto y esperanza al mismo tiempo. Porque hay un modo regresivo y otro progresivo de retomar ese lugar que se había perdido: como una nostalgia del pasado o como una nostalgia del futuro, que son direcciones muy diferentes.
El modo regresivo sería encerrarse en el pasado y utilizar un lenguaje mítico obsoleto. Una religión que somete, que impide que la gente no piense por sí misma, es sumamente peligrosa. La población más secularizada ve con temor esa corriente.
En cambio, para quienes vemos las religiones como un fenómeno progresivo, como un impulso hacia delante, entendemos que contienen un legado de espiritualidad, de conocimiento humano de lo Invisible que es insustituible. Las diversas tradiciones son portadoras de una sabiduría sobre el origen y fin de todas las cosas que es necesaria para el proceso planetario en el que estamos viviendo.
Pero las religiones no pueden vivir sólo de su pasado. Ese es su peligro. Es cierto que los Textos Sagrados son irrepetibles y que tienen una unción y una densidad de revelación que no se puede equiparar con cualquier texto que se se pueda inventar. Esta emanación es constitutiva de su carácter revelatorio, pero a condición de que no sean utilizados como pretextos para quedarse anclados en la época cultural en que fueron entregados, en el mundo psicológico al que iba dirigido. Es absolutamente necesaria e indispensable la actualización de los textos y abrirlos a su interpretación y aplicación contemporáneas.
La clave estriba en descubrir el meta-texto que une a todas las tradiciones religiosas sin que pierdan con ello su especificidad. Hay que preservar su sabor original, pero aprender a leerlos con claves no excluyentes, ni exclusivistas, que es el peligro de ciertos textos sagrados.
¿Cómo podemos debilitar las fronteras entre los credos?
Descubriendo lo que nos une, no lo que nos separa; descubriendo que las fronteras son sólo mentales, nacidas del temor para preservar la identidad. La identidad es necesaria y también el conocimiento del propio contorno. Las fronteras son esos contornos de identidades. Pero estos límites pueden estar blindados o abiertos; pueden estar crispados, pendientes sólo de que el otro no absorba mi identidad, o pueden estar al servicio de descubrir la diferencia enriquecedora de la alteridad.
Cada piel de ser humano es esa frontera: donde acabo yo empiezas tú. Pero al mismo tiempo es abertura: mi acabar es tu empezar. Lo mismo ocurre con las religiones.
¿En la práctica, cómo ensanchamos ese espacio de encuentro?
Retomo las palabras que acabamos de escuchar de Federico Mayor Zaragoza: pasando de una cultura de la guerra y la autoafirmación a una cultura de la conversación, del encuentro. Con palabras más técnicas, pasando de la palabra dialéctica a la palabra dialógica. La dialéctica nace de la competitividad, empeñados en vencer al otro, mientras que en el encuentro dialógico, la palabra de uno crece con la palabra del otro. Mi decir se prolonga en tu decir y entre los dos vamos construyendo algo que no estaba ni en ti ni en mí antes de comenzar la conversación. Emerge entonces algo nuevo, que es la epifanía del encuentro. Al final del diálogo estamos más allá de donde estábamos antes de comenzar. Éste es un reto de los encuentros a todos los niveles: religioso, cultural y de valores. Constato que cada vez hay más gente que lo vive así.
El conocimiento posibilita amor. Sólo amamos lo que conocemos. Es necesario propiciar encuentros con el otro. No para que me imagine cómo es el otro, sino para que él se revele tal como es y yo pueda conocerlo. Llegar, por lo tanto, a descubrirlo no a partir de los fantasmas o prejuicios que proyecto sobre él, sino a partir de lo que él me dice sobre sí. Ese conocimiento permite amar lo que se me ha mostrado, no lo que yo había esbozado a partir del miedo.
¿Podemos avanzar en un encuentro más allá del diálogo?
Es tiempo de muchas cosas a la vez. Todas las iniciativas tienen su lugar y su razón de ser. Es bueno y necesario que haya grupos que desde el interior de cada tradición religiosa -e incluso desde ninguna tradición-, aboguen por un espacio común que trascienda los espacios antiguos. Es bueno que esos espacios existan, pero también es conveniente que en las tradiciones religiosas haya gente que preserve su identidad irrenunciable, sin deseo de dejar de ser ellos mismos. Ese modo de encontrarse es también necesario.
Para que haya colores secundarios no tienen que desaparecer los primarios. Para que pueda seguir habiendo gamas de mezcla, tienen que seguir existiendo los colores elementales, pues sólo con ellos se pueden hacer más colores. Del mismo modo, la existencia de los colores primarios no priva el que haya secundarios y terciarios.
¿Cuáles son los límites del diálogo interreligioso?
El blanco es síntesis de todos los colores, pero no puede ser todo blanco. El límite sería evitar una unión a costa de perder el polo de diversidad y especificidad que enriquece esa unión. Entonces nos encontraríamos ante una fusión que crea confusión. Hay que evitar ese extremo, como también el contrario: las posiciones blindadas tan preocupadas por su propia identidad hacen imposible el encuentro. Hemos de lograr una danza entre ambas sensibilidades para que se fecunden una a otra.
Otro modo de hablar de un límite para el diálogo interreligioso sería no perder la memoria. Atravesados de futuro, no debemos de olvidar que hay una sedimentación del pasado muy rica. No podemos olvidar el ayer, como si de repente con nosotros empezara la historia. Miles de años nos sostienen y no los podemos despreciar. Hemos de cuidar no perder el legado y ser respetuosos con los procesos. Hemos de ser audaces y a la vez pacientes. No podemos banalizar la herencia que hemos recibido y perder la identidad sin más. En el diálogo interreligioso se encuentran personas fuertemente enraizadas en tradiciones milenarias que desean que perduren, y al mismo tiempo, están las gentes vinculadas a nuevas formas de religión. Los dos ámbitos son necesarios. Del mismo modo que es necesario que en estos encuentros se practiquen los cultos particulares así como que hayan actos comunes de culto y de celebración que sean transconfesionales.
La unidad a costa de la diversidad es la tentación de los totalitarismos, mientras que la diversidad motivada por la incapacidad de encontrarse con el diferente es también un fenómeno enfermizo y regresivo. Es preciso asumir ambos valores. Lo rico de la aventura en la que nos hallamos es el encuentro que preserva la diferencia.
Cada elemento fractal de esa unión en lo diverso ha de cultivarse en sí mismo y cuidar su identidad, pues de lo contrario acaba perdiendo la fuerza de su singularidad. Organizar todo esto en la práctica y en lo concreto no es precisamente sencillo.
¿Cuál es la misión de los seguidores de Jesús?
Devenir Jesús hoy. Convertirse en Jesús. La misión de los seguidores de Jesús es cristificarse, alcanzar el lugar de Jesús, su estado espiritual y existencial en tanto que seres humanos. Saber expresar su mensaje en el lenguaje de nuestra época. Jesús nos invita a ser seres humanos de nuestro tiempo, en nuestro tiempo y más allá de nuestro tiempo.
¿Cómo imaginas a Jesús en nuestro días?
Entrañablemente amable y a la vez terriblemente molesto; inconfundiblemente cercano y familiar y, al mismo tiempo, desconcertantemente diferente a lo que imaginábamos. Reconocible, porque Jesús emanaría a Jesús. Sabríamos que es Él, pero a la vez resultaría impredecible. A lo mejor Jesús no sería cristiano. Que Cristo no fuera cristiano plantearía, sin duda, un problema a los cristianos: ¿Cómo reconocer a Jesús más allá del cristianismo?
Imagino a Jesús a un mismo tiempo crítico y esperanzador, radical y a la vez de exquisita tolerancia. Reconoceríamos en él una emanación desconcertante de santidad, incandescencia excesiva debida a la cerrazón de nuestras mentes. Jesús es reconocible en los corazones abiertos de cualquier tradición y por lo tanto, en la medida en que estemos abiertos, los cristianos también le reconoceríamos.
¿Es preciso ejercitarnos con la idea de Cristo más allá del cristianismo?
Claro. El problema está en el “ismo”. El “ismo” implica la demarcación de un territorio en el que todo aquello que no está incluido en lo que conocemos no puede ser nuestro. El hecho de que Jesús muera más allá de las murallas de la ciudad mesiánica significa que cualquier intento de apoderarnos del Mesías queda reventado por la misma realidad de Cristo.
No nos podemos apropiar de lo sagrado. La muerte y la resurrección de Jesús suponen el desbordamiento de los límites de la ciudad mesiánica, del espacio que nosotros hemos asignado a Dios. Jesús nos viene a decir que no nos pertenece a nosotros en exclusiva. El misterio pascual es el trascendimiento de los espacios mentales que construimos a nuestra imagen.
Las apariciones tras la resurrección de Jesús no supusieron un inmediato reconocimiento. Sus seguidores no tenían categorías para identificarlo, sólo las antiguas. De ahí el “No me toques, no me retengas” que lanza a Maria Magdalena. Con ello le indica que no es Él quien ha de volver al mundo antiguo, sino que es ella la que debe avanzar hacia Él. Se trata del proceso de renovación que cada persona y cada generación están llamadas a realizar.
¿Se acomodaría fácilmente Jesús a la estructura eclesial de nuestros días?
No. Jesús no pertenecía a la tribu de Leví ni a la dinastía de Sadoc; por lo tanto, no era sacerdote ni rabino. Era lo que denominamos hoy un laico. ¿En qué tradición hubiera nacido hoy? Insisto en decir que no tendría que ser necesariamente cristiano. Ni necesariamente tendría que volver a ser un hombre. A lo mejor sería mujer.
Jesús no estaría en contra de la Institución por el capricho de reventarlo todo. El problema de toda Institución religiosa -y por lo tanto, de la Iglesia cristiana y católica- es su pretensión de monopolio sobre Dios, su tentación de acaparar a Dios, de convertirse en la única interprete, en la única mediación con lo divino.
Desde la institución se puede mediar, pero el problema es el querer convertirse en los únicos mediadores. Ahí es donde entra el pecado, el pecado de la exclusión. Desde el momento en que Jesús es salvación, es claro que no va a ubicarse en el marco de la Jerarquía. Se sitúa como alternativa para abrir lo que los otros cierran. Constitutivamente tiene que estar fuera de la institución. Trata de abrir espacios que la institución no reconoce. De aquí que Jesús se sitúe en el margen. De lo contrario, no añadiría nada a lo que ya conocemos.
¿Qué es lo que te atrajo de la figura de Ignacio de Loyola?
Sus “yes” y no sus “oes”. La alternativa no es contemplación o acción, sino contemplación y acción. No es eficacia o pobreza, sino eficacia con pobreza. No es fe o razón, sino fe y razón. No se trata de escoger entre ser idiota y creer, esto es, dejar de pensar porque tenemos fe, ni de pensar a costa de dejar de creer. No, pensamos y creemos a la vez. La fe orienta y unge el pensamiento y el pensamiento articula e indaga en el horizonte que abre la fe.
El carisma ignaciano supone una integración de las diferentes dimensiones de lo humano. Los jesuitas somos un poco lobos esteparios, monjes solitarios y a la vez vivimos en comunidad. De nuevo aquí se da la integración: la individualidad no se opone a la comunidad, sino que ambas se dan la vez y se fecundan entre ellas. Se nos cultiva fuertemente la personalidad, pero viviendo en comunidad. Otro ejemplo: carisma e institución. Nos sentimos vinculados a la Iglesia y a la vez somos contestatarios.
¿Pioneros también en una vocación universal?
Universales y a la vez locales. Concebimos la localidad desde la inculturación, esto es, respetando a las culturas y los valores que contiene cada una de ellas, lo que permite descubrir nuevas interpretaciones del Evangelio.
A un nivel más personal, los Ejercicios Espirituales son nuestro camino iniciático para descubrir nuestro propio lugar en el mundo. El director de los Ejercicios -por cierto, un nombre poco adecuado porque su labor no es la dirigir sino sólo acompañar-, es quien da las pautas para propiciar ese proceso de discernimiento; se trata de hacer un recorrido intransferiblemente personal que el acompañante ayuda a objetivar.
Esa libertad y respeto a la decisión personal se ejercita tanto en la vida espiritual como en el propio gobierno de la Compañía. De aquí el voto de confianza que supone encomendar una misión a un jesuita o a un grupo de jesuitas. Somos enviados para impulsar un dinamismo que es diferente según los tiempos y los lugares. Somos enviados para potenciar vida y liberar bloqueos. Tratamos de promover la libertad tanto en los procesos personales como colectivos.
¿El cuarto voto seguiría plenamente actual?
El cuarto voto es un voto de fidelidad a la Iglesia, una cuestión compleja de nuestro pasado. Más que un voto de obediencia es un voto de disponibilidad para la misión. La intuición de San Ignacio fue: nos adherimos a ti, Sumo Pontífice, porque tú tienes la visión de conjunto, tú ves desde la atalaya y dispones de una perspectiva que va más allá de los estados y de las diócesis.
¿De qué forma influyó Arrupe en tu vocación?
Una de las razones por las que soy jesuita es el padre Arrupe. En el momento en que discernía mi vocación él era el Padre General de la Compañía. Me atrajo su “sí” al mundo. Vi en él que se puede ser un hombre de Dios tanto desplazándose a pie o en un carromato como descendiendo de un avión intercontinental. Concedía ruedas de prensa en las que compartía experiencias de Dios en las que los mismos periodistas quedaban sobrecogidos. Esas conferencias podían convertirse en auténticos ejercicios espirituales.
Peregriné a Roma a los 17 años desde Taizé. En el encuentro que mantuve con el Padre Arrupe me transmitió que interiormente la pobreza se puede vivir sin límites, por mucha abundancia que haya a nuestro alrededor. Celebramos este año el centenario de su nacimiento, celebración que estamos llevando con una cierta discreción, ya que Roma no está mucho por la labor. Sin embargo estamos constatando que el propio pueblo lo está haciendo santo.
¿Fue San Ignacio, por su correspondencia con misioneros en los otros continentes, un precursor del mundo global de nuestros días?
Para bien y para mal, la fundación de los jesuitas coincide con la expansión de Occidente a África, a Asia y a América. Repito, para bien y para mal, la Compañía de Jesús fue uno de los instrumentos que favoreció ese inicio de la globalización. Se dice que San Ignacio es el santo moderno que más kilómetros recorrió a pie. Sus desplazamientos por la Península, Tierra Santa, Francia, Italia, Países Bajos, Inglaterra, su vuelta por unos meses a su tierra natal,… los hizo a pie, “solo y a pie”, como dice en su Autobiografía.
San Francisco Javier es también un gigante de los inicios. De los 11 años que pasó en Oriente desde que salió de Lisboa, un tercio del tiempo trascurrió en el mar. Casi cuatro años navegando de un lado a otro, con lo impaciente que él era.
Gobierno de grandes universidades y a la vez compromiso con los más desheredados… ¿No son dos mundos dentro de la Compañía, no hay descarnamiento?
Volvemos a las “yes”. Puede haber desencuentro y confrontación entre esos ámbitos, pero forma parte de la vida de la familia el que haya debates internos e intensos. Lo importante es que podamos estar en los dos mundos y que fluya la misma savia.
¿Fluye?
Fluye. Los años posconciliares fueron tensos y rugientes. Con el paso del tiempo hay más serenidad en la misma Compañía y reconocimiento de que entre todos nos complementamos.
En eso consiste la incomodidad y a la vez la gracia de ser jesuita: en ejercitarnos en la capacidad de integrar los contrarios. Eso es complejo, aparentemente incoherente; sin embargo, hay gran riqueza en ello.
¿En el compromiso con los pobres, no se ha cruzado en algún momento la raya y abrazado un exceso de visceralidad?…
Yo creo que nos hemos quedado cortos. Muy pocos jesuitas se pasaron. Los que persistieron en su exceso acabaron dejando por sí mismos la Compañía. Llega un momento en el que si vives con resentimiento algo se te rompe por dentro.
El lenguaje marxista era duro, pero lo era mucho más la situación que se vivía en la América Latina de los setenta y ochenta. Nos cuesta comprender lo que fueron aquellas dictaduras brutales, que, además, se amparaban en principios cristianos.
La Teología de la liberación es una opción preferencial por los pobres, opción que no es excluyente. Detrás de ello hay una gran ternura por el dolor de los últimos, de los desamparados. En determinadas situaciones, ese dolor se puede expresar en términos beligerantes. Como dice Mario Benedetti, “todo depende del dolor con que se mira”. La Teología de la Liberación nace de compartir ese dolor con los que sufren la violencia de los poderosos.
Sin embargo, no es América el continente que más me atrae…
¿Ahora te vas a África?
Sí, me han pedido que asesore un encuentro con jesuitas africanos para ver cómo se pueden traducir los Ejercicios ignacianos a la simbología aborigen. Pero África la conozco muy poco. Asia es el continente que me fascina. Allí todo es Presencia.
¿Donde encuentra Melloni esa Presencia?
En la inocencia de la gente sencilla, en sus rostros llenos de luz, en sus miradas transparentes. “¡Te bendigo Padre porque has ocultado esta inocencia a los sabios y entendidos y la has revelado a los humildes…!”, me digo a mí mismo, parafraseando las palabras de Jesús, y deseando recuperar esa inocencia. Inocencia que percibo aún en muchas personas, también en Occidente.
Pero la India me produjo un “shock”, pues esa pureza primigenia aún está allí, brotando a borbotones de los rostros de las personas. Hace diez años realicé una primera estancia de un año. En los primeros meses, me lo pensaba mucho antes de salir a la calle; tomaba aire antes de hacerlo, porque aquello era una verdadera jungla: multitudes hacinadas en las aceras; tránsito caótico entre vacas, cabras, carros, triciclos motorizados; indumentarias de lo más diversas; mendigos, saddhus, templos, colores y olores de especias, inciensos y excrementos, calor abrumador o lluvias torrenciales,… Todo ello tanto en las grandes ciudades como en las pequeñas poblaciones.
Pero al cabo de unos meses salía a las calles a ser bautizado por las miradas de la gente. Salía a mirar y a ser mirado, a sentirme humano entre los humanos, sin nada que ocultar o proteger, sin nombre, cargo ni atributo… Era simplemente un ser humano entre otros seres humanos, compartiendo el milagro de existir, sin nada que ganar o perder, sólo celebrando el don de ser.
La calle allí significa otra cosa. Quien vive en la calle en la India vive acompañado. No es lo mismo que los “homeless” que nosotros conocemos, que han quedado totalmente al margen del círculo de la vida. Se trata de otra cosa. Cada pequeña fuente es una fiesta. ¿Qué problema es que no haya agua corriente en la casa, si está compartida en la esquina de la calle?
¿Lo sagrado está más presente allí en la India?
Los indios están muy receptivos y abiertos a la trascendencia. Todo es sagrado para ellos. Por lo que a nosotros respecta, no sé si hemos perdido esta apertura o si la hemos tenido alguna vez. Hemos desarrollado culturas muy distintas. Hay muy pocos lugares en nuestra geografía que no hayan recibido el impacto de la modernidad, lo cual se traduce en la capacidad de producción y de manipulación. Nos hemos ido llenando de cosas a costa de embotarnos y de perder el contacto con la inmediatez de la vida.
Todo lo que había aprendido desde pequeño como signo de buena educación -ir calzado, con camisa, comer con cubiertos, sentarse en la silla “como Dios manda”…-, resultaba improcedente en la India. Allí, me tenía que descalzar, quitarme la camisa, comer con las manos y en el suelo… Descubrí una relación de inmediatez con las cosas que había perdido y comencé a disfrutar de una gran libertad…
¿Cómo podríamos recuperar de nuevo ese sentido de lo sagrado en Occidente?
Para ello es preciso recuperar la capacidad de agradecimiento. Si todo lo que tenemos lo disfrutáramos conscientes de que es puro don, descubriríamos el gozo de la gratitud.
He vivido en India experiencias fascinantes de encuentros silentes con grupos de personas en los que simplemente nos mirábamos sonriéndonos mutuamente, celebrando el mero hecho de ser humanos en un momento y espacio determinados. Nos manifestábamos abiertos al otro, reconociéndonos hermanos, recibiéndonos de una Vida que tomaba forma en un tú y en un yo. En esos instantes, en medio de la naturaleza, más allá de todo, éramos Uno con formas diferentes. Ese momento es una de las cimas de experiencia humana y espiritual que he vivido.
Experiencias de este orden difícilmente ocurren en nuestras tierras. En el cristianismo la naturaleza no está sacralizada como teofanía. El cristianismo es primordialmente antropocéntrico, aunque podamos encontrar en su historia seres como San Francisco de Asís…
A pesar de todo, estoy convencido de que todavía somos capaces de mucha inocencia y ternura en nuestro mundo.
A lo largo de todos estos años, ¿has tenido tu “caída del caballo” o tu compromiso en la fe ha sido una evolución paulatina?
Mi experiencia fundante sucedió a los 14 años, en una misa a la que fui solo, el día de Todos los Santos. En el momento de comulgar se produjo en mí una explosión. Todo era amor y no había más que amor por todas partes, formas de amor, piélago de amor, amor por arriba, por abajo… “¡Señor, dije, quiero ser tuyo! ¡No hay causa humana mayor a la que pueda entregarme después de haber recibido esto de ti!”. Hubiera salido a la calle y parado los coches diciendo a la gente: “¡Todo es amor! ¡Somos de amor para amor!”. Deseé ser llevado para siempre al Lugar de donde procedía tanta plenitud. Después comprendí que se me había dado para comunicar a los demás esta experiencia, esta certeza. Así empezó mi aventura: con una anticipación del Final.
Lo que me atrajo de la Compañía es su “sí” al mundo contemporáneo. Es este mundo el que hay que transformar, sin clericalismos, sin cerrazón… Ahí entra el padre Arrupe. Esa “nostalgia del futuro” era lo que me atraía y me sigue atrayendo de la Compañía.
En los años de formación, que se hicieron largos, lo que me sostuvo en tiempos de crisis fue el nombre de Jesús. Me reconfortaba pensar que aspiraba a formar parte de los compañeros de Jesús, que iba a ser de Jesús. Sentía que estaba donde debía estar. Lo sigo sintiendo.
¿También te habrá sostenido esa experiencia sublime que viviste a los catorce años?
Eso está ahí y es intocable. Puede pasar lo que sea, que nada puede ni podrá dañar eso. Es sagrado, incólume. Eso “es”, lo demás se va acercando hacia ahí.
Entrevista cedida para su publicación en la web del Foro Espiritual por
Fundación Ananta
www.fundacionananta.org
Me gustaría decir algo sobre el comentario de Jorge del 12/ a las 10:53.
Por descontado que la experiencia que vive J. Melloni nada tiene que ver con lo que se ha venido en llamar tradicionalmente lo sobrenatural o hasta la misma “gracia”.
Hablar de sentirse humano entre los humanos compartiendo el milagro de existir, sin nada de ganar o de perder sólo celebrando el don de ser nos aleja de cualquiera de estas conceptualizaciones.
En no pocas veces, Jorge, nos explica
que para él Dios no tiene contenidos, es decir, si lo interpreto bien, Dios sólo tendría forma, lo cual con ello interpreto que se evita lo que hasta ahora erróneamente ha significado el haber convertido su realidad en ente, o sea, haberlo objetivizado.
Sin duda para mí Melloni, al leerlo, expresa ciertamente esta inespecificidad de Dios a la que con su experiencia humana la va dotando de contenido. No valen para él, interpreto, todas las concepciones que de Dios se han elaborado.
De todo ello deduzco que la experiencia que vive Melloni es la experiencia del fundamento (la del último Dios que diría Heidegger) lo cual le lleva a una actitud nueva y distinta ante las cosas y ante el mundo a ese peculiar modo de vida que nos transmite.
Y es que el contenido no caracterizado lógicamente sino experimental y aprehensivamente es a lo que conduce, como dejé expresado en el hilo del “ Logos y el Tao” a reconocer la pérdida en Occidente de ese momento cognitivo que nos abre al “aquí y ahora”. Esto es para mí lo que él descubre con su experiencia de vida.
Al asumir por mi parte una cosmovisión materialista-cientista, al hablar de Dios con los ateos no tengo que esforzarme por justificar una cosmovisión alternativa, porque la comparto con ellos. No les tengo que plantear problemas sin resolver de las Ciencias, ni tengo que hablar del origen de la Realidad o existencia, ni del Cosmos o del Universo, ni del origen de la vida y del ser humano, porque lo pienso exactamente como ellos dicen. Tampoco tengo que esforzarme en plantearles que el orden del mundo y las leyes científicas tienen necesariamente que provenir de una Inteligencia superior o divina que diseña o planifica, es decir, externa al sistema, sino que pienso como ellos que provienen de dentro del sistema, al derivarse de su propia estructura cambiante por evolución natural en el tiempo. Con ello el problema de la presencia y persistencia del mal en el mundo respecto a un Dios Creador Omnipotente, no puede plantearse siquiera, puesto que el materialismo-cientista elimina la existencia y necesidad de un Dios Creador Omnipotente.
No tengo necesidad alguna de mostrar a los ateos que en el mundo y en el ser humano existe la “chispa” de Dios, el espíritu o energía espiritual, que vivifica y posibilita el proceso evolutivo en su despliegue, presente en la Naturaleza, en los seres vivos y en el ser humano, … Ni tampoco esforzarme porque descubran una realidad subyacente, sobrenatural o espiritual, en un plano o dimensión o marco del discurso distinto a la realidad física. No tengo que buscar supuestos hechos milagrosos, misteriosos, intervenciones divinas, …, que confirmen la existencia de Dios, ni probar su existencia mediante las 5 vías tomistas o la idea de perfección de S.Anselmo. En definitiva, no tengo que buscar alternativas a la Ciencia, ni tampoco a la Filosofía, a la Metafísica, a la Ontología, a la Antropología, a las Neurociencias, …, porque comparto con ellos sus planteamientos.
Yo hablo de Dios partiendo de la esperanza humana y no del mundo de su origen, orden, y sostenibilidad. Hablo de la esperanza humana, que pone la fe en el futuro abierto de la humanidad sin exclusiones, en la dirección hacia su plenitud, fe que cree en el triunfo final del bien. Y esto sí que centra la discusión con los ateos. Hablamos de posibilidades para la fe en la humanidad futura, y la posición atea persiste en que no hay esperanza para la humanidad pues todo acabará en extinción y muerte. Y entiendo esta posición cuando no se asume la propuesta de un Dios implicado en la plenificación humana.
Si llegamos a este punto de la discusión lo que les planteo son dos opciones posibles de respuesta, para aquellos que nos planteamos estas cuestiones. Ninguna de las dos puede saber lo que el futuro puede depararnos, es incierto para ambos, pero sí podemos si queremos optar o apostar, no con certeza sino con incertidumbre, por una de las dos opciones. Y es que se trata de una apuesta tanto para la posición atea como su contraria. Y yo me pregunto por qué elegir una opción tan pesimista como la atea. Los ateos se decantan por cerrar el futuro de la humanidad, no ven motivos para creer en ella anulando la esperanza, mientras que yo apuesto por la esperanza.
Quiero volver en mis comentarios sobre el impresionante testimonio de la espiritualidad profunda, maravillosa y contagiantemente expansiva, que manifiesta Javier Melloni, incitado por el comentario de Olga.
El alto grado de espiritualidad que manifiesta J.Melloni es percibido con facilidad y así lo hemos expresado algunos de nosotros aquí en Atrio, y también en otros lugares. Y esto es un hecho que me interesa explicar desde mi punto de vista materialista-cientista, porque las explicaciones que el propio J Melloni da de sí mismo, espiritualistas y ontológicas, no son coherentes con mis esquemas mentales.
Considero que la espiritualidad que fluye de él, brota de su cercanía a la plenitud de lo humano. Su capacidad de empatía, su cercanía a las personas sin importarle su condición, a las que mira de frente, descubriendo en ellas la huella de Jesús (de plenitud), haciéndose y disfrutando de ser uno de tantos compartiendo el agua de la fuente, …
Sin duda para mí Dios (la Plenitud) está con él y en él, y por esto puede decir que él es encarnación de Dios, tal como lo es Jesús. ¿De dónde le sale todo esto? La respuesta común podría ser la “gracia” que ha fructificado y de qué manera en él. Sin embargo, yo pienso que más que pensar en la gracia como algo sobrenatural que lo inunda, pienso que está radicado, enraizado, en el amor humano, (humano, no divino), que le sale por todos los poros.
Y esto lo llevo a mi propia experiencia. Yo amo a mi mujer, con un amor intenso, profundo, de los buenos, duradero, … Y puedo decir que yo vivo para ella y por ella, por lo que puedo añadir como dice S.Pablo de Cristo, “ya no soy yo el que vive sino es ella (Cristo en Pablo) la que vive en mí”. Y por el amor humano entiendo la encarnación de la que habla Melloni y la de Jesús.
De este modo puedo entender la alta espiritualidad de J.Melloni, sin espiritualismos sobrenaturales ni metafísicas del ser, sino plenificando su humanidad hasta el extremo. Mi amor está concentrado en mi mujer, y en un círculo próximo de calidad de amor mucho menor. Pero en Javier Melloni, ese amor fluye hacia afuera, hacia todos los que se cruzan en su camino, y esto es sin duda para mí lo maravilloso y admirable que él manifiesta.
Isidoro, no se trata de una discusión bizantina o una cuestión de nombres, nominalista, sino que estamos hablando de los fundamentos de la existencia y del mundo o del entorno en el que estamos y vivimos, y de nosotros mismos. La Ciencia no aborda el Misterio-Trascendente, pero sí aborda el misterio, como problema a resolver, del proceso autocreativo y autosostenido del Universo y de la Realidad Física, nosotros incluidos. Es un problema científico, de la cosmología científica, y no filosófico o metafísico. Y meter a Dios sea cual sea como se entienda, no añade nada para encontrar soluciones al problema, es más lo hace imposible.
Repito la Nada no existe ni existió nunca. Es un concepto metafísico sin correspondencia alguna con lo real. En el problema de la autocreación y autosostenimiento no se parte de la Nada, sino de un campo físico cuántico que nada tiene que ver con el contenido de Dios. Y existe teoría científica, la Teoría de la Inflación que explica cómo de un campo cuántico se pueden producir en el mismo, procesos inflacionarios que producen burbujas explosivas capaces de originar Universos. Ya se están buscando modos posibles para encontrar los inflatones, junto a las ondas gravitacionales asociadas, responsables del proceso, y ya hay indicios de su existencia probatoria. Y esto no es ni filosofía ni metafísica, sino ciencia cosmológica.
La pregunta hoy por el origen no es preguntar sobre lo que había antes del Big-Bang, en vías de resolverse, sino si el campo físico cuántico que lo originó, entre multitud de otros procesos inflacionarios (Multiverso), puede permanecer de forma indefinida o no, necesitando en este caso un principio, origen o creación, lo cual no parece necesario.
La autocreación del Universo NO es un misterio y menos de los gordos, imposible de resolver. El orden, las leyes y constantes, su constitución y estructura, no se han originado de la nada por medio de una barita mágica o el dedo de Dios como demiurgo, sino por procesos físicos que podemos investigar y estudiar.
Y si te fijas en lo que dices, el misterio y de los gordos imposible de resolver, precisamente se introduce cuando metemos a Dios para resolver nuestros problemas FÍSICOS.
Impresionante el estado de éxtasis amoroso que vive este hombre, cuya fuente viene de la persona de Jesús, y de su mirada. Y no me refiero a la “mirada” física, sino a la interpretación del mundo que se percibe en el Jesús de los Evangelios, y que lo envuelve lo traspasa y lo electriza.
Y esta mirada lo llena de comprensión, al integrar las visiones opuestas mostrando la riqueza de las posibilidades de actuación, además de llenarlo de una energía contagiosa, como la que se supone han tenido los apóstoles en toda época.
Le deseo que el espíritu lo acompañe en toda su existencia, ya que la vida es dura, y el resto de las personas que no han contactado con la fuente de energía, pueden a su vez ser terriblemente chupadoras de energía con un ser demasiado radiante.
Isidoro, yo creo también en los 2 orígenes fundamentales de la gracia como “medios” para llegar a esa trascendencia como la finalidad de nuestro ser que es nuestra última realidad:
Para Pelagio sólo con nuestras fuerzas naturales podríamos llegar a salvarnos y encontrar a Dios. Sin embargo, sabemos por experiencia que “solos” nunca podremos alcanzar el gol supremo. El ser humano se hunde si se aísla de la gracia interna y externa que se nos ofrece, y no podrá sobreponerse a sus propios problemas existenciales. Esto lo estamos viendo en los medios de comunicacion diarios en esta “ola” inmensa de adiccion al crimen violento, al sexo, a las drogas y al alcohol que ya minan a gran parte de la humanidad en un desenfreno progresivo e inusitado. Sin ayuda “de arriba” y “de abajo” no vamos a vencer las adicciones.
Por eso, la gracia INTERNA consiste en mociones que iluminan la razón y mueven la voluntad para la práctica del bien y la búsqueda de la verdad suprema, junto a los dones infusos y la gracia santificante. Y la gracia EXTERNA es la Revelación que nos dejó Jesus de Nazaret en el Pueblo de Dios que nos da esta misma gracia especial “desde fuera” sacramentalmente y enseñando la verdad del Evangelio a “todas las gentes”.
Un saludo cordial
Santiago Hernandez
Jorge, tampoco es descartable que “el campo físico” que hablas haya sido eterno desde la misma eternidad d e Dios pero con la particularidad que su fundamento primario radica en el Ser absoluto. La libertad absoluta, única y exclusiva de Dios dio lugar también, de acuerdo a estas premisas, a la autonomía y a la libertad y sin duda ES esta característica divina la que Dios quiso transmitir al Cosmos y a nuestra naturaleza humana aun sin contradecir Su providencia e inmanencia, ya que siempre somos libres para decidir y escogerle a El.
Confuso sin duda para nosotros, seres contingentes que “empezamos” a existir desde nuestra “nada”, pero en la eternidad de Dios y, por tanto, hemos de reconocer humildemente que no podemos entender en esta vida los designios divinos en el Dios que intuimos en nuestra “iluminación” interna, pues solamente podemos captar un “destello” de la divinidad. Siempre se nos va a escapar la “totalidad” del Ser y si no estamos íntimamente documentados filosóficamente, y no abordamos la ciencia moderna junto con la teología perenne pero asequible a nuestra época,..entonces la fe, que es un don, pero enmarcado y condicionado en nuestra razón que de hecho es oscura..,nos hace difícil este ascenso hacia esa felicidad trascendente a la que vontinua y progresivamente estamos llamados todos los seres humanos.
Pero amigos creo que estamos ya en el camino..,cuando nos encontramos por aquí buscando la verdad con una total sinceridad.
Un saludo especial en este Año Nuevo 2018
Santiago Hernandez
Perdona Jorge, me he expresado mal, por no ser muy redundante. Digo: “¿Su origen es autónomo, y es autocreado?. Podría ser que sí o no, pero en el caso de que sí, a ese misterio le ponemos la etiqueta “Dios”.
Lo que digo, es que si el Universo fuera autocreado, eso constituiría un misterio de los gordos: ¿cómo lógicamente, de la Nada, surge un Universo organizado, con sus componentes y sus leyes internas que lo van desplegando poco a poco?.
Y a ese Misterio, o fenómeno misterioso, le ponemos encima la etiqueta “Dios”. O ponle la etiqueta “Vacío” como muchos budistas, o la etiqueta (), o llámale X. Me da igual.
Porque como decía a continuación, “Dios” es tan incognoscible, que no tiene por qué ser una persona o una cosa, sino algo de una categoría desconocida para nosotros.
Con lo cual, al final, para nuestros efectos personales, de nuestra vida y su destino, nos da lo mismo que haya un Dios Creador claro, o lo haya obscuro. (Que de hecho siempre es obscuro, porque cuando lo tenemos claro, es porque nos lo hemos inventado así los humanos).
Al final, es una discusión bizantina, sin ninguna utilidad práctica, y que deberíamos abandonar.
Lo que sabemos es que nuestra naturaleza humana, proviene directa o indirectamente de su pertenencia al Universo, y debido a la acción de la energía dinámica expansiva del Universo, y de sus leyes, (que yo poéticamente llamaba el “Espíritu vivificador divino”, pero tú le puedes llamar Y).
Entonces en ese sentido somos una “emanación” divina o si quiere, directamente de la fuerza Y del Universo, e indirectamente del ente misterioso X.
(Todo este lío se resuelve, si consiguiéramos separar muy claramente el Dios innombrable, y el o los “Dios” de las religiones, que no serían infinitos, y pertenecerían al Universo como integrantes.
Entonces lo antiguamente sobrenatural, se convertiría en “hiper natural”, constituído por aquellas partes del Universo, aún desconocidas por nosotros, por ahora).
Decía Tillich: “Deberíamos estar cien años sin hablar de Dios, (del Dios-Uno), para poder volver a pronunciar palabras nuevas sobre él”.
Isidoro haces la pregunta clave: es un hecho que el Universo existe “¿su origen es autónomo y es autocreado? Puede ser que sí o puede ser que no”. Y aquí nos separamos: yo respondo que sí junto con el ateísmo y el materialismo-cientificista, y tú respondes que no que necesita la intervención de un Dios Creador sea cual sea el modo de entenderlo, junto a las teologías comunes y a las religiones. Mientras que éstos están “casi” seguros de la imposibilidad de la autonomía y autocreación del Universo, los otros vemos que esa imposibilidad no es tan imposible como a primera vista parece. Y esto se da porque se parte de un concepto metafísico impensable y escasamente probable como la Nada. Pero si la Nada no es, ni nunca ha existido, podemos partir del concepto de “campo físico” que puede ser pensado tan extenso, permanente y persistente como podría serlo Dios. Basta que ese campo físico sea cuántico para que sea posible la emergencia de Universos, sin necesidad alguna de creación, ni tampoco para asegurar su sostenibilidad y evolución en el tiempo, por intervenciones externas al sistema.
Ciertamente no existen pruebas científicas contrastadas para inclinar definitivamente la balanza en un sentido u otro de la pregunta inicial, así que aún persisten las dos opciones. Sin embargo, a pesar de mi fe religiosa yo he optado por la opción del materialismo-cientificista junto con los ateos, estoy en su bando. Y a pesar de esta opción personal mantengo una profunda fe y práctica religiosa, al encontrar que el materialismo-cientificista no tiene estricta necesidad, ni tiene por consecuencia ni la conclusión, de ser ateo. Y para ello hay que eliminar del contenido de Dios el servicio que ha prestado en el pasado para explicarnos a nosotros mismos y a la realidad, en la que vivimos y somos, y fundamentar y llenar el contenido de Dios desde una perspectiva diferente. Desde la esperanza humana.
Santiago: Yo reconozco que lo del panenteísmo es algo bastante nuevo para mí. Recordaba habérselo leído a Matthew Fox, en “La bendición original”, en la que señala, (109), que con una conciencia panenteísta, la necesidad de invocar al mismo nombre de Dios, se hace menos apremiante.
Es un intermedio entre teísmo y panteísmo. A tu objeción de que podría significar un “Dios cambiante que forma parte de la esencia del mundo y que es dependiente del Universo para existir”, la Wiki, dice que eso es “pandeísmo, que afirma que Dios deja de ser trascendente cuando crea el universo y se funde en el mismo”.
Yo creo que el panenteísmo es la mejor manera de acercarse al Dios cósmico Creador, pero en puridad exige un acercamiento radicalmente distinto del mundo de la “influencia espiritual” o “gracia”, que es la principal frontera entre la religión tradicional, y la religión que podríamos decir “moderna”, que en sí ya tiene mucho menos de religión que de espiritualidad.
Ahora bien, las personas con mente tradicional, hacen muy bien en seguir con su esquema. Yo todo lo que explico, es para aquellas personas que como yo, ya hayan sufrido una especie de alergia a esa espiritualidad tradicional.
En resumen que habría dos clases de gracia o de acción del Espíritu. La que viene de fuera, (la gracia tradicional), y la que proviene de dentro de nuestra mente, (del maestro interior, o programa autónomo innato de sabiduría).
Lo que pasa es que las experiencias subjetivas de la gracia exterior, pueden ser realmente fruto de ese programa interno, que se activa, mediante la oración de la mente consciente, y la meditación o contemplación, dejando fluir el inconsciente.
Y luego esa gracia “exterior”, se manifiestaría con intuiciones, (“satoris”), y sobre todo con emociones, ambos fenómenos a través de la mente inconsciente.
Por eso hablaba de Pelagio, como gran intuidor de ese “depósito de sabiduría interno”, aunque él, como era un hombre de su época, no tenía los conceptos psicológicos modernos necesarios, que hoy tenemos, para poder comprenderlo dentro del esquema de nuestra mente. De ahí lo de “Conócete a tí mismo, y conocerás todo”.
La psicología de la autorrealización, de la individuación, (conciliación de las dos mentes), y de la maduración en la evolución natural de la conciencia, nos enseña también que disponemos en nuestro interior de todo unos programas de evolución, controlados con un reloj biológico, que nos conducen, si no hay frenos exteriores de grandes contradicciones cognitivas o graves desequilibrios emocionales, hacia una plenitud (en lenguaje de Jorge), de la naturaleza humana, que está predirigida a la perfección, mediante un gran “Atractor”: el programa de sabiduría interno de nuestra naturaleza.
Por eso debemos ser optimistas ante el futuro, pues la evolución, dispone de unos mecanismos de avance, (situaciones no reversibles ante los avances en el proceso madurativo), como prácticamente la historia nos ha enseñado a lo largo de toda nuestra vida de especie.
Una disculpa por intervenir en vuestro diálogo, sin embargo el fenómeno del Cosmos es algo objetivo, no una mera fantasía de la mente…No sólo el Universo ha sido una improbabilidad entre las mayores improbabilidades sino que el comienzo cósmico requirió una fuerza inconmensurable y no compatible con la física s numérica standard que no era susceptible de medida alguna….La vida racional se desarrolla en un satélite de una pequeña estrella, como es nuestro sol, situada entre mil millones de galaxias que componen el Universo. Una vida racional que no fue de nuestra creación que junto con nuestra existencia nos fue otorgada.
Sólo nosotros, una mente racional puede pensar en un Dios transcendente..No existe ningun otro ser del Universo creado con este privilegio…Podemos pensarle porque la materia-energía no posee la capacidad de entenderse a si misma, ni mucho menos “pensarse”…Entonces esta materia no puede ser la última realidad. El pensamiento original y primario, que como ser “pensado” esta representado por el mundo, NO es anónimo y tampoco una conciencia neutra sino que es libertad. Por eso y porque el mundo no es producto del azar para venir a su existencia se requirió una decisión personal. Toda inteligencia racional es personal…La inteligencia no puede sostenerse sin la persona…porque la persona es de naturaleza racional y la razón le sirve para demostrar su esencia individual. La persona es la que autoreflexiona, posee no solo inteligencia, sino voluntad y mediante ella es libre para tomar decisiones…La libertad es lo que nos define y define al Universo entero..
DE acuerdo con el panenteísmo, Isidoro, de que Dios es inmanente y que todo se sustenta en Dios y que por El fue creado todo…Sin embargo, en desacuerdo con la forma radical que postula este sistema filosófico de un Dios cambiante que forma parte de la esencia del mundo y que es dependiente del Universo para existir. Dios se encuentra “por encima” de los 3 términos del mundo o sea la naturaleza, el espíritu y la humanidad y no se identifica en su esencia con ellos…Por tanto es trascendente ya que va mas allá Cosmos creado…Mantiene su independencia porque es absolutamente libre…Conocemos a Dios mucho mas por lo que NO ES, que por lo que ES…Pero El se encuentra por encima de todas las definiciones ya que EL es el que ES….trascendente….y el que ESTÁ…inmanente…El gran presente y el gran ausente…El que habla y el que calla…El que se nos escapa…al que no podemos manipular por mas que intentemos con denuedo
Un saludo cordial
Santiago Hernández
Vamos a ver, Jorge. Es que cuando hablamos del Dios-Creador-Uno, estamos hablando poética y simbólicamente. Es un hablar por hablar.
Yo en mi comentario, expreso, una segunda alternativa, más naturalista al origen de ese programa suplemento, a la naturaleza humana más primitiva. Es cuando digo:
“O quizás provenga de forma natural, mediante operaciones emergentes autónomas, pero siempre siguiendo las leyes generales que rigen el Universo, que un creyente, también consideran como una “emanación” de Dios, en el momento inicial de la Creación. (Esa “emanación” de un orden u organización o “información”, de la materia/energía, configurando la materia del Universo)”.
Es el “panenteísmo”, que dice la Wiki: “El panenteísmo (del griego: πᾶν (pân). ‘todo’; ἐν (en), ‘en’; y θεός (theós), ‘dios’) es un concepto filosófico y teológico que indica que Dios es a la vez inmanente y trascendente al universo o, en otras palabras, que Dios engloba el universo pero no se limita a él, diferenciándose tanto del panteísmo, que afirma la identidad entre Dios y el universo, como del pandeísmo, que afirma que Dios deja de ser trascendente cuando crea el universo y se funde en el mismo. El Dios del panenteísmo es el creador y la energía vital del universo, así como la fuente de la ley natural, por lo que es trascendente e inmanente.
El creador del concepto fue el filósofo alemán y masón heterodoxo Karl Christian Friedrich Krause,1 quien buscaba reconciliar el teísmo tradicional con el panteísmo y el deísmo o religión natural. Según su panenteísmo, Dios acaba por reabsorber los “tres términos del mundo”, o sea, la naturaleza, el espíritu y la humanidad, que unifica en un todo orgánico”.
Podríamos decir, (con boca de ganso por hablar de lo que no debemos), que Dios es Inteligencia. Y en el Universo, se compone de materia/energía, (acción, potencia), y de “inteligencia”, (orden, leyes físicas, químicas y biológicas de la materia). De ahí lo de “emanación de Dios”.
Es un hecho que existe el Universo, y que este está regido por unas Leyes generales, que lo están desplegando desde el momento uno. ¿Su origen es autónomo, y es autocreado?. Podría ser que sí o no, pero en el caso de que sí, a ese misterio le ponemos la etiqueta “Dios”.
Dios no tiene por qué ser personal. Más aún, parece lo más probable, que no lo sea. Lo que pasa es que la mente humana no sabe más que tratar con cosas o con personas. Y nos cuesta lo de “Dios”.
Yo creo que este planteamiento es asumible por cualquier científico.
Y si gracias a ese despliegue evolutivo, por emergencia, se ha ido creando en nosotros, un programa de sabiduría, que impulsa nuestra maduración y nuestra autorrealización personal, haciéndonos mejores personas, ¿por qué no lo vamos a creer un concepto científico?. (Tan científico, que ese programa neuronal y genético heredado, podría ser decodificado mas pronto de lo que creemos).
Estos programas comportamentales profundos, no son solo un tema junguiano. El gran lingüista Noam Chomsky, ya en 1957, ya habla de las “estructuras sintácticas” que serían unas estructuras mentales comunes a todos los humanos, que facilitarían misteriosamente nuestra capacidad de aprendizaje para aprender un lenguaje.
Bertrand Russell, se preguntaba: “¿Cómo es que los seres humanos, cuyos contactos con el mundo, son breves, personales y limitados, son sin embargo, capaces de llegar a saber tanto como saben?”.
Platón en el Menón, dice que “en un hombre que no sabe, hay opiniones verdaderas sobre aquello que no sabe”. Y de ahí lo del aprendizaje como anamnesis, como recuerdo de algo que habríamos olvidado.
Los contenidos más importantes de la mente, estarían allí desde el principio, aunque se requiera el estímulo externo, o la experiencia actuando sobre los sentidos, para llevar este conocimiento a la conciencia.
Y Descartes sostenía que ese conocimiento intuitivo, es más fiable que cualquier otro, y que todos los hombres nacen con un residuo de este, aunque solo los más reflexivos comprenden toda su potencialidad.
De muchos comentarios tuyos Isidoro he aprendido, compartido y asumido tus puntos de vista. Pero este último comentario 10/1,14:05, se aleja mucho de mis planteamientos, que parten de una posición filosófica radical materialista-cientificista, (que no es Ciencia), y desde esta posición que es mayoritaria entre los científicos, tratar de hacer un relato coherente de mi fe cristiana y de la espiritualidad con la que se relaciona.
Desde esta posición particular mía no resulta en nada coherente, prácticamente nada de cuanto dices, desde mi punto de vista. Empezando por que las Leyes del Universo emanan de Dios, que se despliegan en el tiempo por evolución; que podamos considerar a Dios como vivificador del Universo; que existe un programa realizado por Alguien Trascendente; que nosotros tenemos en la mente o en los genes una información-orden emanada de Dios, que podemos llamar espíritu o Cristo interior o … que ilumina; … Todo esto significa que en nada se ha tenido en cuenta que existe otra alternativa muy distinta, para explicarnos a nosotros mismos, al Universo y a todo cuanto existe, de un modo evolutivo y plenamente autónomo, sin el recurso a lo sobrenatural, a Dios, o a lo Trascendente. La alternativa afirma que Dios no es explicación de nada y en tu comentario Dios te lo explica todo.
Y lo que digo es que por mantener ese contenido de Dios como explicación que vale para todo, por la modernidad y en nuestro entorno occidental se ha quedado vacío el contenido de Dios.
“ …cuando dice que todo ser humano “es” ya y ahora encarnación de Dios en el mundo, seamos de ello conscientes o no”. Jorge
Yo esa frase la entiendo, de una forma “moderna” y “naturalista”, con la hipótesis del programa-arquetipo de sabiduría, que llevaríamos anejo, (añadido), al programa general comportamental del humano, (lo que constituye la naturaleza humana. Similar y paralelo, al que tienen todas y cada una de las especies vivas).
Ese programa de sabiduría anejo o añadido, puede provenir, o de una adición puntual a nuestro programa general, en un momento de nuestra historia, (quizás hace los 70.000 años mencionados en el artículo), y realizada por Alguien trascendente.
O quizás provenga de forma natural, mediante operaciones emergentes autónomas, pero siempre siguiendo las leyes generales que rigen el Universo, que un creyente, también consideran como una “emanación” de Dios, en el momento inicial de la Creación. (Esa “emanación” de un orden u organización o “información”, de la materia/energía, configurando la materia del Universo).
Si fuera así, entonces, todos tendríamos dentro de nuestra mente, y de nuestros genes, un componente, de esa suprema información-orden, emanada de Dios, que es lo que podríamos llamar “espíritu”, o Cristo interior, o el atman de los hindúes, reflejo o chispa del Brahmán-Dios-Tao.
Esta teoría de que tenemos dentro de nosotros una chispa-reflejo de “Dios”, considerando ese “Dios”, como el Espíritu vivificador de todo el Universo, el Tao, las Leyes generales, explica lo que decía Pelagio: «Por el libre albedrío el hombre es “autónomo”».
El Pelagianismo es un concepto muy moderno. Aunque en su origen, pueda ser catalogada de voluntarista, pro-gimnasia espiritual, y protojesuítica, su intuición de la realidad de nuestra organización mental, hace que se adapte muy bien a los nuevos planteamientos psicológicos modernos.
(Es un caso claro de que lo importante es hacer un diagnóstico certero de la realidad subyacente, aunque luego se equivoque uno en la continuación. Sobre la realidad, se construye perfectamente a posteriori. Sobre el error inicial, no se sostiene nada en el futuro).
Con los avances de la nueva psicología, las intuiciones pelagianias, al final, lejos de ser “voluntaristas”, permiten comprender, que la gracia activa es innecesaria e inexistente, (vivimos ante un Dios ausente, o semi-ausente), porque ya se nos ha dotado en nuestra naturaleza profunda, (mente arquetipal), de un depósito de gracia pasiva, de que disponemos todos los humanos, con la voz de Dios, dentro de nosotros: el maestro interior, daimon, ángel de la guarda, Cristo interior, etc.
Pelagio ya “olió” algo así, y se refiere a un tipo de gracia interior, algo así como una iluminación de la mente, con lo que tuvo la preintuición de un “algo”, (una luz), que iluminaba la mente. Y muy lúcidamente advertía que esta “gracia interior” no sirve para que ella haga obras que salven, sino sólo para facilitar su realización.
Y el pelagionismo es un concepto muy moderno, porque el providencialismo agustiniano de la gracia activa, en realidad es la continuación de la religión primitiva de la relación directa Dios-humano, que está en crisis en estos tiempos modernos, tan claramente antiprovidencialistas.
La religiosidad moderna, tiende a ver todo en el Universo, como el resultado de un proceso evolutivo, desde el momento de la Creación, por el que todo se va desplegando paulatinamente, siguiendo las leyes Generales del Universo, creadas por Dios.
Si a Pelagio, le cambiamos, la fuerza moral y ascética de la voluntad para transformarse, por una visión freudiana-junguiana, de una voluntad de individuación, maduración y autorrealización psicológica, le convertimos en Maslow.
Pelagio, por ello es un antiguo proto-moderno, que permite adaptar la religiosidad tradicional, a una cosmovisión moderna, con un Dios cada vez más deísta y menos teísta.
(En ese sentido, el cristianismo, con una sustitución de la acción directa de Dios, por un mediador intermedio humano, el Cristo, es una religión que debidamente entendida, es la más adaptada a estos tiempos modernos).
Impactante. Al leer la entrevista me quedé asombrado y maravillado de la profunda espiritualidad que irradia en sus palabras Javier Melloni, incluso en su mirada. Comunica con intensidad su fe y su experiencia, desbordando autenticidad. Me quedé impresionado, tanto que busqué información sobre quien era, cosa que no suelo hacer, clicando en su nombre resaltado en azul en la entrevista. Me he pasado días rumiando, desde que se publicó aquí en Atrio, viendo numerosas entrevistas y conferencias suyas accesibles desde las obras del autor al final de Wikipedia. En todas ellas rezuma esa autenticidad y profunda espiritualidad que vive intensamente.
Me impactó lo que dice sobre Cristo, en la entrevista de Atrio y en lo demás que he visto de él. No se conforma con el seguimiento a Jesús, sino que tiene que estar embebido en él, “ser” y “vivir” del mismo modo que Jesús, tanto que se entiende como encarnación de Dios en él, atreviéndose a decir de sí mismo el “Yo soy” de Jesús. Y lo dice con una enorme intensidad, tan auténtica que lo hace creíble.
Lo que no me cuadra es el relato filosófico, ontológico y antropológico, que hace al explicar su maravillosa experiencia espiritual. Por eso en estos días me he dedicado a buscar otro relato de su experiencia coherente con la modernidad. Mi intención es sustituir por la Plenitud todo cuanto habla del ser, del origen del ser, de ser lo que somos, …, y de Dios, que lo coloca en todas partes como el aire, (el neuma o espíritu) tanto en la naturaleza y como en todos los seres humanos. Quizás tengo que madurar o rumiar algo más mi relato, pero creo que puede decirse lo mismo, descargando a la Naturaleza y al ser humano de una esencia o naturaleza ontológica espiritual o divina (Dios en todas partes), y llenándola de la mirada humana en plenitud.
Mucho más complejo me resulta construir un relato coherente con la modernidad, cuando dice que todo ser humano “es” ya y ahora encarnación de Dios en el mundo, seamos de ello conscientes o no. El problema es el “ya” y el “ahora” pues para mí resulta evidente la enorme distancia que nos separa no solo de Dios, sino de la Plenitud, que no es divina sino humana. Lo seremos, pero aún no. El salto de esa distancia no lo veo “aquí y ahora” posible.
Sin embargo, es precisamente ese salto lo que hace que la experiencia de Javier Melloni, y también la de Jesús de Nazaret, sean tan intensas, profundas y maravillosas.
Yo siempre he separado la experiencia de Jesús que se manifiesta como encarnación de Dios, hasta el punto del YO SOY, por su plenitud constitutiva, del resto de los seres humanos que entiendo no se producirá hasta haber alcanzado la Plenitud. Pero J.Melloni me interpela a considerar la experiencia de encarnación de Jesús como propia, y extenderla a toda la humanidad, y en esto reconozco que aún me falta un gran trecho para no romper la coherencia de la modernidad, que carece del recurso de lo sobrenatural. Y sigo buscando cómo hacerlo.
Estimado Jorge:
Ahí está la fuerza del hermoso Mensaje de Jesús, en el aquí y el ahora.
Vivir intentando hacer Vida en nuestra vida cotidiana, y confiar de tal manera, que se hace realidad en cada instante de ella.
No es necesario “saber” en que altura de plenitud nos hayamos, eso no es de nuestra incumbencia, solo hay que caminar en cada momento guiados por ese amor que nos inunda y nos envía hacia adelante.
Esperar o vivir, pensando en un “premio” final cuando nada sabemos al respecto; nos oscurece lo importante, el hoy, el ahora.
Todo cuanto vivimos en cada instante… ¡¡¡Ya es!!!
¿Qué importa saber su grado de plenitud?
Eso lo dirá nuestra vida, precisamente cuando ya no estemos en ella.
Confía y ama, sin dudas… porque algo en tu interior te lleva a ello sin poder… ni querer evitarlo, porque te sientes totalmente prendada/o del Mensaje, de su manera de vivirlo, sin encerrarlo encarcelando así toda su grandeza.
Los mandatos u órdenes humanas, son eso, órdenes humanas, que en ningún caso pueden cuartar, la grandeza que se esconde en tu interior.
No es una lección de nada… es una experiencia de Vida, desde unos parámetros muy parecidos, y es normal… (salvando la enorme distancia que me separa de Javier) yo no soy apenas nadie, mínima, pero de alguna manera formados por un mismo espíritu como el del gran Ignacio, en cuanto conocimiento personal; todo lo demás, es un regalo hermoso que un Hombre Pleno, sembró en este dolorido mundo.
Un abrazo entrañable.
mª pilar
Mi querida MªPilar
Yo no puedo disimular o disolver o no tener en cuenta la distancia que aún queda por recorrer hasta la vida en plenitud. No sólo la mía que ya es más que bastante, sino la de la humanidad cargada como está con tanta maldad e injusticia.
Pienso que podría pensarme instalado en la Plenitud, sobre todo en experiencias personales de intimidad, en las que me encuentro como inundado por Jesús como si brotase de dentro de mí, al estar en oración o meditación profunda y en silencio. Me recarga las pilas, pero yo no me atrevo a decir de ellas que son experiencias de encarnación. Soy demasiado cientificista como para no pensar de ellas en la activación e inhibición de determinadas redes neuronales, incluido el núcleo accumbens de la recompensa.
Además, aunque esas experiencias personales me sirvan para cargar pilas, si no se proyectan hacia afuera, como hace J.Melloni y sobre todo Jesús, manifestando esa maravillosa y profunda espiritualidad proyectada hacia los demás, a los de su entorno, de poco sirven, pues lo importante para alcanzar la Plenitud, no es mi plenitud sino la de todos.
Un abrazo entrañable
Totalmente de acuerdo:
Es… que esta personilla, no piensa… porque no sabe ni conoce como tú la ciencia, por eso para mí es más sencillo.
Soy de ese grupo que Jesús bendijo cuando proclamó.
¡Te doy gracias Padre, porque … la sencillez de muchas personas han comprendido tu Palabra… los sabios tienen más difícil el camino… (libre interpretación) pero lo han percibido los sencillos!
No sé darte razón de ello, sé, que desde muy temprana edad..:
¡Lo busque y desde entonces, intento seguir cada día su manera de caminar!
Tampoco sé, en que medida… Vivirlo es lo que me llena cada día, por supuesto siempre mirando a las demás personas en la medida de mis capacidades… una sencilla sonrisa, un abrazo entrañable, una escucha… puede ser mucho para quien lo recibe. Y a mí… me basta, porque sé… que no estoy capacitada para dar mucho más.
Gracias por todo cuanto aportas.
Abrazos.
mª pilar
Sin duda, es el poder que da el dinero que conlleva a la avaricia y al apego a las riquezas lo que destruye al ser humano, aparte de otros males morales. Es más miseria que pobreza. No todos los humanos poseen en el mismo grado ni los bienes materiales, ni los intelectuales, ni los espirituales. Somos iguales por naturaleza pero distintos como individuos en cuanto a capacidad y funcionalidad.
En las bienaventuranzas Jesus nos recuerda que para entrar en el Reino debemos ser pobres de espíritu, pues los “pobres de espíritu” no están apegados avariciosamente al dinero, ni son soberbios, sino por el contrario son “mansos, misericordiosos, limpios de corazón, pacifícos, perseguidos por ser justos” Por eso Jesus, rabino que no tenía El mismo dónde reclinar su cabeza, recomendaba al joven rico como medio para santificarse y así poder entrar en Su Reino, vender cuanto tenía y “darlo a los pobres” y así tener “un tesoro” en aquel Reino. Por eso la pobreza de que Cristo habla es interna y es la necesaria para ser cristiano puesto que “no nos sirve ganar todo el mundo” si perdemos la vida eterna..Podemos ser pobres y apegarnos a la ambición y al vicio y convertirnos en maleantes. Sin embargo podemos dedicar nuestra vida ya sea con pocos o muchos bienes si que los dedicamos al amor de Dios y al bien de los demás. De ahí que todo depende del uso que le demos a lo que hemos recibido ya que Jesus alabó a la pobre viuda que dio todo lo que tenia -lo que no le sobraba-al óbolo del Templo.
Un saludo cordial
Santiago Hernández
Es difícil comprender como la pobreza pudiera constituir un camino de «santificación» cuando se tiene en cuenta la abundancia de bienes y recursos naturales y cuando se reconoce que la miseria, la escasez, son resultado no de la voluntad o el designio de quien se dice que la ha o está creando, sino del egoísmo y la avaricia humana.
La mala distribución de los bienes es la causa primera de la pobreza y del maltrato ecológico. ¿Cómo eso puede ser propuesto como camino o medio de «santificación»? Y, después de todo, en qué consiste eso de «santificación»?
Por otra parte lo que si pudiera ser un medio de maduración, crecimiento, desarrollo o como se le quiera llamar al progreso humano, es el desprendimiento, el adiestramiento de la propia capacidad de contento y la buena disposición a compartir voluntariamente y sin demandar siquiera gratitud a cambio, porque la solidaridad no es una mercancía y menos aún puede ser objeto de hipoteca.
La mayoría de los animales son buenos modelos: Es difícil encontrar uno que acumule lo que no necesita y que tema dejar que otros animales compartan lo que ya a él o ella no le apetece comer una vez que satisfice su hambre.
Totalmente de acuerdo:
La avaricia “in Creschendo” ¡¡¡Injusta y cruel!!! Es la causa de la pobreza creciente en este mundo,donde el dolor de una gran parte de la humanidad, es manejada por quién tiene poder, o por personas cuya “vocación” es poser a cualquier precio.
Lo mas triste de esta realidad es, que entre esas personas hay un gran número… que se “confiesan” ¡creyentes!
Esto es… como una plaga a lo largo de la historia, y por esa causa, cuantas personas extraordinarias han sido cruelmente aniquiladas… Jesús, fue uno de ellos y nos labamos las manos predicando que…
“Dios ofreció a su hijo para la salvación del mundo, y labar así nuestros “pecados…”
Y nos quedamos tan tranquilos y así, seguir infingiendo injusticia y un inmenso dolor con el solo deseo de tener y poseer.
¡¡¡Vergonzoso!!!
Abrazo entrañable.
pili
No se puede confundir la pobreza con la miseria como carencia de todo bien material. Esta carencia es lo que constituye la injusticia social. Existe también la miseria moral y espiritual. Pero esta aspiración a ser pobres y a la opción por los pobres como gol consiste en reconocer que en la pobreza existe un camino de santificación. Sin embargo no se trata de lo meramente material sino de una disposición que nos desprende de todo egoísmo para “darnos” a lo demás como describe con maestría Melloni en su recorrido descriptivo por las calles de la India.
Jesus pues,no creo variaría esencialmente un ápice en su mensaje y seguiría diciendo:YO SOY EL CAMINO. Decididamente Jesus utilizaría todos los medios modernos posibles e imposibles para predicar Su mensaje único, simple y optimista en orden a la salvación eterna. Al fin y al cabo esta vida es breve y la eternidad es una realidad que todavía nos espera y a la que no podemos renunciar.
Por eso Ignacio de Loyola predica para nuestros tiempos. No es excluyente aunque el marxismo lo sea. Ni tampoco lo reduce todo a la pobreza. Su concepto de indiferencia no consiste en la apatía indolente, sino en la “disposición” del ánimo tanto cuanto NO QUERAMOS ni riqueza ni pobreza, ni salud ni enfermedad, ni honor ni deshonor puesto que solo son “medios” y no “goles” en si mismos y depende “del uso” que le demos cuanto podemos transformarlo todo en el mismo espíritu de la caridad de Cristo que siempre nos manda a amar y no a odiar, prohíbe la venganza y el resentimiento en la Ley universal de Su amor infinito e incondicional por nosotros..
Un saludo cordial
Santiago Hernández
Es interesante cuánto asombra y cuánto invita al juicio crítico la narración de una experiencia personal y bastante diferente, o fuera de lo ordinario. Melloni lleva tiempo investigando desde el ángulo católico un área de la religiosidad no muy investigada, más aún, un área que ha sufrido abandono y rechazo, que es la de las religiones y espiritualidades de la India, y en cuyas investigaciones Melloni ha ganado prestigio.
Por otra parte me parece bueno que se pondere críticamente y se comente el tema porque de alguna manera (o de cualquier manera) eso hace disminuir el abandono que ha sufrido el tema. Merton hizo su parte en la costa del Pacífico asiático y Melloni se ha centrado mucho más en la India. Es bueno que su exploración continue porque cualquier aumento de comprensión de lo humano es Bueno.
El boato de la liturgia vaticana, a quien revise in documental de los tiempos de las trompetas de cuernos (el hebreo shofar) y las plumas de avestruces, las sillas gestatorias, los gonfalonieri, la nobleza negra, etc., le parecerá que a pesar de lo cargada que aún parece, como toda liturgia sigue siendo drmática y teatral, pero mucho más sencilla que aquella otra.
Si alguien renuncia o abandona o rechaza su religiosidad tuviera que ser muy pagado de sí para exigir que todo el mundo igualmente la renuncie o para atreverse a ridiculizar la de otras personas o para atribuirse el patrimonio de la verdad acerca de la validez o la tontería de los rituales, lo religioso, etc.
Las recientes investigaciones sobre religiosidad y/o espiritualidad, rituales, etc. y la recuperación de los pacientes de, por ejemplo, cáncer, reconocen una cierta efectividad terapéutica aunque quede mucho por investigar o comprender de esa relación. Recientemente, al menos la American Psychiatric Association y la American Psychological Association han incluído en el Examen de Salud Mental que los respectivos profesionales han de conducer a fin de proveer evidencia a cualquier diagnóstico, una exploración de la espiritualidad y la religiosidad del pacientes. Y, a la hora de diseñar el plan de tratamiento, si el pacientes cree que pudiera beneficiarse de ello, incluir las correspondientes referencias. Eso es todo experimental, pero demuestra in viraje. Claro que muchas personas se burlan de un tal viraje y lo consideran como una disminución del valor cientifico de dichas disciplinas. Estas opinions contrarias son También respetables.
Yo he abandonado mi religiosidad anterior, pero trato de cultivar mi Espiritualidad o lo que aún reconozco de ella, pero no me atrevería a ridiculizar la religiosidad de alguien, si no por otra cosa, por respeto a ese alguien y a su derecho creer lo que le satisfaga su inquietude.
Interesante y enriquecedora la entrevista a J.M. Ahora bien, a mis casi 80 tacos y tras diez años en colegio de jesuitas, más veinte colaborando con la Asociación de Antiguos Alumnos, en Bilbao, me rasco un poco la cabezota. Encuentro las respuestas algo así como demasiado seguras, sublimes, monopolizadoras de la verdad absoluta … En mi pequeña realidad, sumido en general en un mar de dudas y habiendo conocido a unos cuantos jesuitas de carne y hueso, esta lectura hace que me sienta un poco raro. Tengo la impresión de que tanto a la Compañía como a los Antiguos AA., nos debe de quedar mucho por irradiar, del mensaje del Jesús histórico.
Los jesuitas van mermando. De los 36.000 que eran en mis tiempos mozos, al parecer ahora apenas llegan a unos 15.000 y de una edad media avanzada, en Occidente. En cuanto a las Asociaciones de AA. diría que, al menos en mi en mi entorno próximo y en sus formas actuales, van languideciendo marchas forzadas. Es como si fueramos perdiendo pie en el mundo actual. Quizá nos parecemos demasiado al huevo de Pascua que ha hecho famoso Carmen.
Enfin, esperemos que la evolución de la Humanidad, poquito a poco vaya arreglándolo todo.
Muy a pesar de mi gran admiración y respeto por Javier M. , sin olvidar mi gran agradecimiento a su obra, no puedo evitar no traer a la memoria atriera la intervención de Carmen, de la que ya otros compas atrieros como Isidoro y Olga hicieron mención días atrás. Con tu permiso, Carmen:
6 enero 2018, 11:18 , comentario en “Carta de Antonio Bentué al obispo de Osorno “
Por qué cuando leo este tipo de artículo, tan largo, por qué cuando leo la entrevista al señor Tamayo, por qué cuando me encuentro en la televisión la misa del Papa en la catedral de San Pedro…
Por qué me viene a la cabeza la imagen de un enooooooorrrrme huevo de pascua, cubierto de papeles de colores brillantes y preciosos, pero hueco en su interior?
A veces me da hasta un poco de angustia. No sé, quizás ya el chocolate no me siente demasiado bien.
Un saludo cordial.
Te comprendo muy bien, Carmen. Es muy gráfico lo que dices. Parece que la operación que ahora se dice de marketing funciona a la perfección en cualquier ámbito que se precie en su obligada influencia, a base de múltiples estrategias dialécticas y mecanismos patriarcales más o menos indirectos y asumidos en el empeño de mantener la superficie, de lo que se expone y halaga, atractiva e intacta. Desgraciadamente, en demasiadas ocasiones empalagosa. Y yo diría hasta contraproducente poner tal esfuerzo, tiempo y energía en ello, en vez de hacer frente humilde, práctico y honesto a lo que es urgente y necesario en el entorno más inmediato y cotidiano en la vida de las personas y en el reconocimiento justo y digno de todas ellas.
¿Y por qué lo introduzco en este otro contexto?
Pues siguiendo las líneas que plantea Melloni en la vía de todo encuentro y diálogo para conocer a lo otro y diferente, se hace imprescindible salir de los contornos identitarios culturales y religiosos que la esquivan y a penas la miran de reojo, al aferrarse a la propia verdad y al proselitismo hipnotizador que eso conlleva.
En esto que tocamos. Es todo ello como una inercia que no cesa en su re-crearse, y muchas veces, como en esta ocasión, me pregunto qué no estaré haciendo, inhalándola fuerza en su movimiento androcéntrico imparable, a pesar de saberme, como mujer que soy, tratada y considerada en la vida práctica sin la equidad y dignidad, consciencia a lo que soy en todos los aspectos.
Lo que me queda claro, en la línea de Pilar, es que lo que no haga uno/a por sí mismo/a, cuando se hace posible, en el propio entorno y al alcance, por un mundo más humano y equitativo, queda pendiente ser vaciado de injusticia, por decirlo suavemente.
Hay diferentes formas de intentarlo, siendo coherentes. Puede que Javier M esté en ello, no le veo tirando piedras, pues acusando sin más ya sabemos que es lo fácil, y nadie está libre de errores y obcecaciones, que uno/a mismo/a puede no comprender ni ver a donde le llevan. Y ahí están. A saber…
Muchas gracias por todo lo que aportáis.
El problema que le veo yo a la Teología de la Liberación, es su plasmación sociopolítica en la práctica.
La semántica y los lenguajes de la política y los de la espiritualidad, son muy diferentes. Lo explica el mismo Melloni, cuando diferencia entre dialéctica – lucha, y dialógica.
“La dialéctica nace de la competitividad, empeñados en vencer al otro, mientras que en el encuentro dialógico, la palabra de uno crece con la palabra del otro. Mi decir se prolonga en tu decir y entre los dos vamos construyendo algo que no estaba ni en ti ni en mí antes de comenzar la conversación”.
La política es una lucha, y en ella se dirimen discrepancias e injusticias. Pero el grave problema siempre en todo lo humano es la subjetividad. Casi siempre cuando hay un conflicto entre dos personas, ambas se sienten mutuamente víctimas del otro. Las denuncias cruzadas son lo común en los conflictos.
Y el victimismo, es el mecanismo que todos tenemos para sentirnos todos “buenas personas”. Si hacemos una encuesta en la puerta de una cárcel, entre internos y familiares, el 90 % se declara inocente e injustamente tratados. Es verdad que al que ha sido víctima en algún aspecto, es difícil pedirle objetividad, para evaluar las situaciones con imparcialidad.
Y lo malo es que en la “competitividad política”, se genera rencor, odio y resentimiento ante las injusticias sufridas, (ya sean reales o subjetivas, en todo o en parte). Y además ese odio y ese rencor, son una potente fuente de energía psicológica, que necesitamos para vivir y es la gasolina de nuestra psique.
Pero el grave problema es que ese odio y ese resentimiento, que nos empuja, por otra parte nos envenena a nosotros mismos. Es como atacar al otro con un tizón encendido. Dice Melloni: “Si vives con resentimiento algo se te rompe por dentro”.
Por ello son de especial relevancia, las personas excepcionales que han sabido entrar en una lucha política, sin caer en ese resentimiento y ese odio, tan tentador. Personas como Gandhi, Martin Luther King, y posiblemente, (no conozco muchos detalles de su vida), como José Martí, que en su poesía, denota el esfuerzo ético de firmeza por un lado y de empatía y comprensión hasta de sus contrarios. (Thomas Merton, fue un hombre comprometido, es una de las características del hombre autorrealizado).
Dice Martin Luther: “Odio por odio sólo intensifica la existencia del odio y del mal en el universo. Si yo te golpeo y tú me golpeas, y te devuelvo el golpe y tú me lo devuelves, y así sucesivamente, es evidente que se llega hasta el infinito. Simplemente nunca termina. En algún lugar, alguien debe tener un poco de sentido, y esa es la persona fuerte. La persona fuerte es la persona que puede romper la cadena del odio, la cadena del mal”.
Por eso la Teología de la Liberación, tiene dos alternativas. Ser secuestrada solo por personas de muy fuerte vocación política, con sus propios métodos y lenguajes, en cuyo caso se debería llamar Política de Liberación, o ser un instrumento de personas con inquietudes espirituales = de autorrealización personal, (que no necesariamente religiosas), y entonces debería ser llamada “Espiritualidad de Liberación”, en cuyo caso, dicha Liberación, debería abarcar simultáneamente tanto la liberación de los demás como la de nosotros mismos.
(Sé que habrá personas que digan que ellos pueden hacer simultáneamente los dos enfoques. Es el camino personal de cada uno, y si consiguen ser solidarios y empáticos, sin acumular resentimientos y odios, les admiro mucho).
Pero como la autorrealización personal es una tarea difícil y lenta, la tentación de los atajos rápidos y sin complejidades, es muy grande, y queremos meter el quinto gol, antes de meter el primero.
¡Qué difícil es ser verdaderamente humano!
De la entrevista: 1. «El lenguaje marxista era duro, pero… …aquellas dictaduras brutales, que, además, se amparaban en principios cristianos.»
El lenguaje es siempre equívoco por naturaleza, luego las interpretaciones pueden variar. Las dictaduras de América Latina no se amparaban en valores cristianos. La ideología de que se servían era la ideología católica. Hubo un número grande de cristianos fieles a sus valores que lucharon contra ellas y les costó la vida. Con todo, las jerarquías católicas no siempre dieron el paso al frente para rechazar dichas dictaduras por fidelidad a Roma por encima del más elemental derecho a la vida, por miedo al comunismo soviético, y por congruencia con la política exterior de los EE. UU. Un ejemplo lo fue Romero, pero no un modelo. Las dictaduras y tiranías, que de todo hubo, tenían y tienen una ideología política propia y una ética propia que no era ni es cristiana.
2. «La Teología de la liberación es una opción preferencial por los pobres, opción que no es excluyente. …La Teología de la Liberación nace de compartir ese dolor con los que sufren la violencia de los poderosos.»
La Teología de la Liberación sí es y ha de ser excluyente. Quizás, el cansancio y el tiempo ha hecho que últimamente haya sido moderada en sus postulados al extremo que, hasta Müller, el anterior Prefecto de la Congregación para la Fe, se pudo convertir en un «no-enemigo», pero lo cierto es que la TL sigue denunciando y excluyendo la opresión y la violencia de los poderes establecidos que oprimen.
3. «Sin embargo, no es América el continente que más me atrae…»
Es comprensible que las inquietudes religiosas de Melloni le muevan más hacia Asia. Si predominaran en él las inquietudes políticas o sociológicas, África supera al Asia en miseria y sufrimiento básico, fundamental, de hambre, desnutrición, desplazamientos forzados, enfermedad y desprotección sanitaria. Pero el esplendor cultural milenario de Asia la vista de un atractivo religioso que a un espíritu como el de Melloni se comprende que le atraiga más. Cada cual ha de seguir lo que su intuición le mueve a hacer y seguramente él haya hecho su necesario discernimiento. En Asia hay sobrada injusticia social y una gran crisis moral y la habido por mucho tiempo. Si eso no le resulta atractivo, no tienen que ser por insensibilidad o por falta de compasión.
Ufff… Es como hacer mi sueño… casi realidad.
Tristemente, vivir como puede vivir Javier Melloni, no es fácil para una persona normal de a pie.
Yo he vivido en una mínima parte, esta explosión de amor que sale a borbotones sin poder controlarla, acompañada en mi C. Pignatelli y sus espléndidas personas, en los mejores años de esta realidad que nos ofrece.
De alguna manera vas madurando, y nacen nuevas preguntas que muchas personas no se atreven a responder, aunque sepas que en su fuero interno… lo piensan también.
Tienes una gran esperanza, en que de alguna manera, volveremos a vivir otro auge como el nacimiento de la Teología de la Liberación.
Tristemente, nos van abandonando los generadores de aquella experiencia vivificadora, con un lenguaje lleno de esperanza nueva.
Y todo parece caer como en un sopor silente, y el lenguaje vuelve a las seguridades de “siempre” y la novedad… queda como dormida.
Ya no hay explosión… hay un gran deseo y esperanza en un nuevo resurgir… de momento… estoy como en barbecho, en soledad, y sinceramente no sé como seguir manteniendo la fuerza, el gozo, la esperanza… en soledad.
Javier, tu lenguaje me llena de esperanza… pero con sinceridad, en estos momentos… no sé como llevarlo a cabo.
Sigo amanado a quien llamamos Jesús, sin ponerle rostro, sino manteniendo vivo su hermoso Mensaje y su manera de vivir en su tiempo, cosa que sé ciertamente, hoy lo haría igual, pero asentado en el hoy y el ahora.
Me encantaría un ratito de charla… que esta abuela ya no podrá disfrutar, porque sé, eres un hombre muy atareado en grandes cosas.
Un gran abrazo muy entrañable ya siempre agradecido…
Por cuanto he recibido de esta querida Compañía y el espíritu de aquel gran hombre Ignacio de Loyola.
mª pilar
¡Hola Pili! Un saludo cordial.
¿Realmente crees que no llevas a cabo el mensaje que sientas recibir de tu Jesús? He de confesar que esa no sea la impresión que me he llevado de ti.
Ay Pilar. Estoy segura de que muchas personas envidiarían esa autenticidad tuya.
No me gusta la palabra envidia. Pon tú otra.
La gente pierde muchísimas cosas por el camino. De las primeras que caen es la sinceridad con uno mismo. Bueno, y con los demás. Nos convertimos en personas.
Una vez me dijeron que mi problema fundamental era que no soy persona . Me falta la máscara de protección de los personajes de teatro griego. Y eso me deja indefensa.
Pero… Es una manera estupenda de ir por la vida.
Creo que aunque a veces lo pases mal, en el fondo tienes suerte.
Besos.
Carmen.
Espléndida entrevista, y muy lúcido Melloni. Es la mejor expresión de que se puede ser cristiano, y en su caso no solo practicante, sino jesuita, y estar en el mundo y en el tiempo presente y futuro.
(Como me imagino que no nos leerá, diré que apunta a ser una continuación de Thomas Merton. Y su tendencia hacia Oriente, es una más de las similitudes).
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A continuación hago un resumen de lo mejor, (para mí) de su mensaje:
El lenguaje marxista era duro, pero lo era mucho más la situación que se vivía en la América Latina de los setenta y ochenta. La Teología de la liberación es una opción preferencial por los pobres, opción que no es excluyente. Detrás de ello hay una gran ternura por el dolor de los últimos, de los desamparados.
En determinadas situaciones, ese dolor se puede expresar en términos beligerantes. Como dice Mario Benedetti, “todo depende del dolor con que se mira”. (Pero) si vives con resentimiento algo se te rompe por dentro.
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(Lo mejor de la Compañía de Jesús, y su enseñanza general a todos), es el reconocimiento de que entre todos nos complementamos.
En eso consiste la incomodidad y a la vez la gracia de ser jesuita: en ejercitarnos en la capacidad de integrar los contrarios. Eso es complejo, aparentemente incoherente; sin embargo, hay gran riqueza en ello.
La alternativa no es contemplación o acción, sino contemplación y acción. No es eficacia o pobreza, sino eficacia con pobreza. No es fe o razón, sino fe y razón. No se trata de escoger entre ser idiota y creer, esto es, dejar de pensar porque tenemos fe, ni de pensar a costa de dejar de creer. No, pensamos y creemos a la vez.
La fe orienta y unge el pensamiento y el pensamiento articula e indaga en el horizonte que abre la fe. El carisma ignaciano supone una integración de las diferentes dimensiones de lo humano.
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El misterio pascual es el trascendimiento de los espacios mentales que construimos a nuestra imagen.
Las apariciones tras la resurrección de Jesús no supusieron un inmediato reconocimiento. Sus seguidores no tenían categorías para identificarlo, sólo las antiguas. De ahí el “No me toques, no me retengas” que lanza a María Magdalena.
¿Cómo reconocer (hoy en día) a Jesús más allá del cristianismo?
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Una religión que somete, que impide que la gente no piense por sí misma, es sumamente peligrosa.
Quedarse anclados en la época cultural en que fueron entregados, en el mundo psicológico al que iba dirigido. Es absolutamente necesaria e indispensable la actualización de los textos y abrirlos a su interpretación y aplicación contemporáneas.
El problema de toda Institución religiosa -y por lo tanto, de la Iglesia cristiana y católica- es su pretensión de monopolio sobre Dios, su tentación de acaparar a Dios, de convertirse en la única interprete, en la única mediación con lo divino.
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De lo mejor, si no lo mejor, que he leído en Atrio, en estos últimos tres años y medio.
Posiblemente tenga usted razón y este señor sea un gran jesuita y un valor seguro dentro de la compañía. A lo mejor los que no somos jesuitas no alcanzamos a ver nada nuevo en lo que dice. Quizás nos falte formación. Bueno, quizás no, seguro que nos falta formación.
Un saludo cordial.
Y no me quedo sin decir esto. El célebre noli me tangere, me sentó fatal. Pero fatal. Ya saben ustedes que tengo poca formación en exégesis y esas cosas, pero me apuesto con el mejor exégeta del mundo mundial, que esas palabras jamás salieron de la boca de Jesús. Ni vivo, ni muerto ni resucitado.
Un saludo cordial.
Carmen: dos cosas. La virtud de Melloni, no es decir cosas nuevas. Como apunto, continua con el discurso de Merton, (que murió hace 50 años, se va a cumplir este año). Y este tampoco descubrió el Mediterráneo, antes hubo muchos otros. Pero hay cosas que no se llegan a comprender bien, o se olvidan o no se valoran en su época, y hay que repetir una y otra vez.
Y por otra parte, lo del “no me toques”, del Jesús aparecido, tiene su sentido, si realmente fué eso: una aparición, y no una resurrección plena, como posteriormente se ha interpretado en la doctrina oficial.
Como anécdota, leí, como en una aparición de la Virgen, en Irlanda, el siglo pasado, una testigo, se tiró a los pies de la imagen de la Virgen aparecida, y traspasó esa imagen.
Hay quien le diría que cuando me pongo en plan irracional,lo mejor es dejarme.
Pues no sé quién es ese señor que murió hace cincuenta años, pero ese discurso me suena a ecumenismo,ya sabe,aquel concilio que al final… Pues eso es lo que digo, que me suena el mensaje. Y además me gusta mucho masia clavel. Me parece un hombre auténtico.
Y respecto a lo que dice con cierta sorna de la alucinación, he querido entender que Jesús ahí se portó como un caballero para que una pobre mujer no se diera un trastazo.
Pero…con santo Tomás,como no era una pobre mujer sino todo un hombre, con todo lo que eso significa, si le dijo: mete tus dedos en mis llagas ,ves? soy yo…
Ay, ay y ay.
Pues qué quiere que le diga. A mí esa parte me suena al Quijote de Avellaneda.
Cada uno tenemos nuestra imagen de Jesús en nuestra cabeza. O en nuestra alma, vaya usted a saber.
Es una entrevista fantástica. Es como si te hubieses metido en una máquina del tiempo.
Anoche estuve viendo un vídeo del señor Arregi. Por lo visto hay unos cuantos publicados por fe madura o algo así. Los veré poquito a poco. Lo que oí ahí no sonaba a máquina del tiempo. Era totalmente en tiempo real. Era como si se hubiera metido dentro de mi cabeza. Increíble.
Está entrevista me ha recordado mis tiempos de colegio.
Un saludo cordial.
Del artículo: «¿Cómo podemos debilitar las fronteras entre los credos? Descubriendo lo que nos une, no lo que nos separa; descubriendo que las fronteras son sólo mentales, nacidas del temor para preservar la identidad. La identidad es necesaria y también el conocimiento del propio contorno. Las fronteras son esos contornos de identidades.»
La definición que ofrece el DRAE de contorno refiere más al derredor que al territorio contorneado, aquel que queda dentro de la Frontera, contenido por ella.
Los credos son lo que queda dentro, no lo otro que rodea.
La ortodoxia es opresora, es dominante, origina el género apologético y por lo tanto lleva la marca del miedo a lo «otro», lo diferente, precisamente al contorno y últimamente el miedo a lo que pudiera ser no-humano, Dios.
Los credos son por lo tanto fórmulas identitarias y por esa razón tienen un propósito excluyente, divisorio, «diabólico» como opuesto a «simbólico».