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Idas y vueltas sobre Dios, religión y espiritualidad

Carlos BarberáParece claro que no se ha cumplido la profecía de Marx y que la cuestión religiosa, no está ni mucho menos liquidada. Sí se encuentra en cambio en un momento de profunda transformación. Se trata sin duda de uno de esos signos de los tiempos que el Vaticano II nos invitó a leer. Sin duda no es una tarea fácil. Siempre es más asequible detectar que la historia se está moviendo que prever hacia donde se dirige. Teniendo en cuenta además que se producen vaivenes, movimientos de ida y venida y no avances rectilíneos.

En un libro de Metz de no hace tantos años el teólogo alemán afirmaba que la divisa de este tiempo es “religión sí, Dios no”. Esto no ha sido óbice para que en medios teológicos se haya vuelto a hablar de Dios de una manera renovada. Pero no ha pasado mucho tiempo y ya el nuevo slogan es “espiritualidad sí, religión no”. Parece que en esas estamos.

Estos cambios de tendencia precisaban antes de siglos, son tres los que van de Tomás de Aquino a Lutero. Ahora por el contrario se producen en años cuando no en meses. Los vemos ocurrir ante nuestros ojos pero nuestro pensamiento apenas si tiene tiempo de adaptarse a ellos.

La verdad es que, sin ser sociólogo, me está resultando curioso asistir al nacimiento de una tendencia. Un día lees un artículo al azar, te encuentras una persona que empieza a vivir en esa línea, más tarde ya no es una sino varias, después aparece un libro de alguien que teoriza lo que está pasando. En ocasiones aquella chispa inicial se convierte rápidamente en un lugar común. ¿Quién es el anónimo creador de esa tendencia? Parece que nadie y a la vez todos. En cualquier caso no los pensadores porque, como advirtió Hegel en su conocida frase, “la lechuza de Minerva sólo emprende el vuelo a la caída de la noche”. Lo que sí puede hacer el pensamiento es diseccionar, analizar y hasta aventurar con cuidado alguna profecía.

Releo un artículo en El País de Vicente Verdú del 8 de diciembre de 2002. Según él, de lo que se trata en una larga serie de nuevos movimientos es de la búsqueda de la felicidad. Pero yo añado que esa felicidad buscada no pretende hallarse en la apertura a los demás sino en el interior de uno mismo. Silencio, meditación, interioridad, unión con el Todo, éstos son algunos mantras que resuenan en muy diversas ofertas, liberadas ahora –aunque no siempre–  de dogmas o formulaciones doctrinales.

Reconozco que soy hijo de una tradición cristiana y que, puesto a elegir entre la acción y la meditación, opto siempre por la primera. O, por mejor decir, por una meditación que desemboque en la acción. Por poner un ejemplo que valga sólo como tal: entre Juan Pablo II, discutible por tantas cosas, pero que contribuyó decisivamente a la caída del comunismo, y el Dalai Lama, elogiable por tantas cosas, pero que no ha dado lugar a acción alguna, yo voto por el primero.

A mi modo de ver y por decirlo con una formulación muy escueta, se está pasando de una tradición cristiana que animaba a la acción a una nueva actitud que busca la paz con uno mismo. En la amplia literatura en folletos y revistas de la nueva tendencia los autores suelen arrepentirse de su tiempo de acción para elogiar su nuevo estado de serenidad y paz personal. Claro está que aquella, como todo lo humano, era siempre ambivalente y a veces equivocada pero ponía el punto de mira en los demás, convertidos en prójimos. La segunda no cesa de mirar hacia dentro.

Así pues, La nueva espiritualidad promete la felicidad y acaso la consiga. Jesús nunca habló de felicidad. Como le reprocha el cardenal de Sevilla en la parábola de los Hermanos Karamazov, no entendió que los hombres lo que desean es que las piedras se conviertan en pan. El propuso, por el contrario,  que cada uno fuera pan para los otros, grano de trigo que muere para dar fruto. Aseguró y lo realizó con su existencia que hay que dar la vida por los hermanos. Siempre he estado más de acuerdo con la vieja traducción del sermón de la montaña que con las que pretenden adaptarse a sentimientos modernos. Los que lloran, los que tienen hambre y sed de justicia, los perseguidos por causa d ella no son felices, son bienaventurados. Quien decida dar todo lo suyo a los pobres  se verá inmerso en muchas preocupaciones; no será feliz pero habrá emprendido una buena-aventura. “Yo doy todos mis versos por un hombre en paz”, formuló Blas de Otero cuando aún era cristiano. Cumplirlo no le hubiese hecho feliz sino ben-decido.

Se podrá reprocharme que simplifico o que utilizo un esquema maniqueo. No quiero que así sea. Sin duda toda tendencia aporta algo, descubre lagunas en la antigua y abre caminos o encuentra matices nuevos y la de la actual espiritualidad así lo ha hecho. Pero el avisado padre de familia del Evangelio toma las cosas nuevas sin dejar las antiguas. Silencio, contemplación, sí, pero con la mirada puesta en este mundo. Como bien lo dijo Santiago: “¿Dices que tienes fe? Muéstrame tus obras”.

8 comentarios

  • (Perdón. Despiste doble. A partir de ahora espero no repetirlo. Ya recuerdo que he de hacer, para que aparezca mi comentario correctamente.)

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    Si Isidoro. Afortunadamente lo falso, tarde o temprano, cae. Después hay quienes siguen intentando sacar la cabeza, con un erre que erre. Que huele a podrido.
    Así es el mundo. Y mejor nos acostumbramos a lo que hay.

  • Isidoro García

    Amigo Honorio: Acabas tu comentario con un muy prudente: “A lo mejor estoy equivocado…”.

    No, no estás equivocado. Tu planteamiento es muy correcto. Igual que el mío. Esto no es cosa de acierto o error o de bueno o malo. Todo depende de la visión del mundo que tengamos, de las tan cacareadas y muchas veces no comprendidas del todo, “cosmovisiones” de cada uno.

    Por eso en las críticas acerbas hacia un sector de la Iglesia, o hacia un Gobierno, etc. son muy relativas, pues la buena voluntad y la lógica interna, se deberían dar por descontadas, (como el valor en los soldados). (Comprendo que esto son malas noticias para el sectarismo que nos tienta a todos).

    El interpretar “los signos de los tiempos”, de los que hablaba el Concilio, parece sencillo, pero es lo mas complicado de hacer. Los tiempos cambian, y los pensamientos predominantes en el mundo, (“El alma del mundo”), van evolucionando lenta, muy lentamente.

    Unos no lo creen así, otros son sensibles solo a  los vientos de un determinado sentido, otros a lo peor creemos los vientos mas fuertes y rápidos de lo que en verdad son, y nos “anticipamos” demasiado, o hasta soñamos cambios inminentes inexistentes, o mucho menos significativos de lo que son.

    Esa es la misión del pensamiento: ser los “meteorólogos” de los vientos de la historia. Y con esa visión, el cristianismo, su anuncio de la construcción del “Reino”, y su visión escatológica de los últimos tiempos, aportan, cierto sentido y orientación, en tiempos confusos y angustiantes de tanta obscuridad, que muchas veces no nos vemos la punta de la nariz.

    Lo que parece que queda claro, es que los tiempos de libro único, maestro único, e Iglesia única, parecen tiempos periclitados. Unos pensarán que para mal y otros pensamos que para bien.

    (Y creo ver que el amigo Luis Troyano, va en esa misma línea).

     

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    A la edad que ya tengo, bastantes “tacos”, he aprendido a no ir contra nada. He aprendido de la ley del Universo, que solo contempla el SI, el NO, no lo computa. El mundo es perfecto tal cual es, aunque a nuestros ojos sea un lugar rezumarte de sangre, sufrimiento y dolor. En esto tengo la “fe” de dejar en manos de Dios los porqués. Porque solo El tiene la explicación ultima que a nosotros se nos escapa. Es una incongruencia reconocer el omnímodo poder de Dios, y cuestionar el mundo, obra suya.
    Digo que no combato nada sigo mi camino, y hago el bien que puedo. Ya no soy revolucionario, no pretendo imponer nada. Si acaso si potenciaría con mis energías una global revolución del interior de cada cual. Con lo que tendríamos automáticamente la revolución exterior objetiva.
    Por otra parte, interior de la persona y exterior de esta, es un deformante espejismo del ego.
    La espiritualidad oriental lo tiene claro. Primero cambia tu interior. Y tu mundo cambiara. Si, cambiara tu mundo, no el de todos. Si se consiguiera una masa crítica, entonces si cambiará a mejor el mundo todo. Y parece ser que SI, que se conseguirá en un futuro próximo, la necesaria masa crítica, para que masivamente podamos salir de la infernal Matrix.
    El cristianismo primitivo, el gnóstico, tenía exactamente las mismas premisas que la espiritualidad oriental. Llenarse de amor y energía de Dios en el interior, y obviamente rebosarlo en el mundo, porque a ti te sobra.
    En la medida que te sutilizas, o te espiritualizas. En esa medida eres capaz de dar. Es una dicotomía falaz, pretender que si pones todo tu énfasis en trabajar tu interior, entonces se lo quitas a lo que podrías dar al mundo. No es gano yo y pierde el mundo. Es el gana-gana. Gano yo, y gana el mundo.
    Pero si estás atrapado entre en fuego cruzado del “bien” y el “mal” relativos…, y lo que buscas es la trinchera del bien, relativo…. Estas en el mero principio del camino que hemos de recorrer todos. Más allá de los pares opuestos es donde está el centro, y donde en medio de la batalla entre el bien y en mal, podremos ser felices.
    Otra cosa…,es una aberración pretenderse espiritual, y que a su vez, no seas feliz. Espiritualidad es felicidad. Ser “como un ruiseñor que canta, encima de los fusiles y en medio de las batallas” (Miguel Hernandez).
    ¿Eres espiritual?. Muéstrame tu alegría. Porque sé que tus obras serán luminosas y propiciaran la alegría de tu hermano….
    El cristianismo literalista, hijo de Nicea, y de Constantino, está huero, Muy difícilmente y siguiendo tortuosas caminos, un católico, por ejemplo. Tendrá capacidad de dar con alegría. Porque no tiene donde llenarse de energía amorosa. Como digo. SI. La tenían los primitivos cristianos, los gnósticos….
    Me atrevería a decir. Que el cristiano que es capaz de dar con alegría. Es un cristiano heterodoxo. No literalista ortodoxo.
    Porque la espiritualidad para los iniciados, es la parte esotérica que tiene hasta el Islam, con el sufismo. El cristianismo literalista, no tiene más que palabras de dudosa procedencia. Está huero y hace creyentes “de paja”.
    Claro que pueden aprender, del Zen, del Yoga, del taoísmo, hinduismo ect. Pero ya no es cristianismo “legal”.
                      **************
                  Hacia una civilización solar
     
     “¿Cual es la iglesia o el templo que puede compararse a
    la naturaleza, y cuál es la hostia que puede compararse al sol? Podéis comer vagones de hostias y
    ser tan malvados, envidiosos, sensuales, estúpidos y enfermizos como antes. Sin embargo si vais
    hacia esta hostia inmensa que es el sol y si os
    comunicáis todos los días con ella, os veréis
    obligados a transformaros. Porque en ninguna otra
    parte Dios se manifiesta en todo su poder, su
    luz y su calor, como en el sol.”
     
    http://www.libroesoterico.com/biblioteca/Yoga/157527836-Aivanhov-Hacia-Una-Civilizacion-Solar-pdf.pdf
     
                                           Omraam Mikhaël Aïvanhov
     
    A los cristianos, solamente les recomendaría, la obra de Omraam y del padre del Sun Gazing, Hira Ratan Manek.
    Omraam, hasta se confesaba cristiano. Lo que ocurre es que un cristiano especial….
    Con estos dos sabios que cito aquí. Practicaría cualquiera que atendiera a sus enseñanzas, el SURYA YOGA.
    “La madre de todos los Yogas…”. Y sería feliz, en medio de las batallas….
     
    (Defiendo en lo que creo, con pasión. Pero me reitero, que no voy contra nadie. Canto mi música. Y cada cual con su tambor….)

  • Isidoro García

    El amigo Carlos, en su magnífico artículo nos sitúa ante una controversia sempiterna en la historia del cristianismo. Ante dos opuestos: la felicidad humana vs. el ideal evangélico del “Sermón de la montaña”.

    Jesús, en su época histórica, donde era muy reciente el inicio de la evolución cultural humana, y donde el conocimiento de la naturaleza humana era muy deficiente, establece un ideal, que como todo ideal es un objetivo hacia el que encaminarse, no un objetivo a conquistar mayoritariamente.

    Pero esa controversia entre opuestos, empieza a disolverse mediante una conjunción, en la época moderna, gracias, (¿cómo podía ser de otra forma?), gracias a los avances en el conocimiento de la naturaleza humana, concretamente a los avances de la psicología.

    Desde hace cincuenta años, la moderna psicología transpersonal y humanística, a lo Maslow, ya señaló, que realmente, todo hombre, tiene en su interior un potencial a desarrollar en su evolución de maduración psicológica. Es lo que llamó el hombre auto realizado.

    Maslow en el prólogo de su “El hombre auto realizado”, ya anuncia, que esta nueva Psicología, debe dejar paso a una nueva, la Transpersonal, ya centrada definitivamente, en el hombre ante el Cosmos.

     “Dicha psicología promete desembocar en una filosofía de la vida, un sustitutivo de la religión, con una nueva escala de valores, y todo un  programa vital que muchas personas “idealistas” frustradas, echan de menos. 

          Sin lo trascendente y transpersonal, nos volvemos enfermos, violentos y nihilistas, y quizás también desesperanzados y apáticos.  

         Necesitamos algo «superior a nosotros mismos» a lo que respetar y en que confiar en un sentido nuevo, naturalista, empírico, no-eclesial; quizás al modo de Thoreau, Whitman, y William James”.

    En puridad, se debería sustituir la denominación “hombre auto realizado”, por “hombre en proceso de auto realización”. Pues es un proceso de saneamiento interior y de fijación de una cosmovisión “sabia”, proceso que dura toda la vida, y que nunca se llega a completar. Normalmente hablamos del “hombre moderno”, cuando deberíamos hablar del hombre maduro, auto realizado, individuado, et.

    Y ese hombre en proceso de auto realización logra dicha conjunción de opuestos, (el camino de la sabiduría), de tal forma, que siendo verdaderamente un hombre maduro, alcanzará un cierto nivel de felicidad personal, él, los que le rodean, contribuyendo a conformar una sociedad mejor.

    Dejando fluir la verdadera naturaleza humana, permaneciendo sano psíquicamente, y conociendo lo mejor posible las leyes del Universo, logrará ese ideal que Kant presintió en su época, (los inicios de la Modernidad) cuando dice:

    “Pero que alguien llegue a ser no sólo un hombre legalmente bueno, sino un hombre moralmente bueno (grato a Dios), esto es: virtuoso según el carácter inteligible (virtus noumenon), un hombre que, cuando conoce algo como deber, no necesita de otro motivo impulsor que esta representación del deber, [y] eso no puede hacerse mediante reforma paulatina, en tanto la base de las máximas permanece impura, sino que tiene que producirse mediante una revolución en la intención del hombre […]; y sólo mediante una especie de renacimiento, como por una nueva creación (Juan, III, 5; cfr. I Moisés, I, 2) y un cambio del corazón, puede el hombre hacerse un hombre nuevo. (R 6:47; Kant 2001: 69).

    Kant, como estaba en los inicios de este final de época, todavía pensaba que esa metamorfosis sólo se podía conseguir mediante una “conversión” y un “renacimiento” semimilagroso.

    El gran avance de Maslow, es decirnos, que esa metamorfosis, se logra de forma natural, cuando el hombre logra ir madurando psicológicamente, en su devenir por su biografía.

  • h.cadarso

    Pues yo voy con un verso de hace unos años:

    Yeltsin y Woytila

    Europa del Este

    Era comunista

    Antes de vosotros.

    Después

    Paraíso

    Del capitalista

    ….

    Aquí está, Woytila

    Tu revolución

    Social y teísta

    Fundamentalismos

    Ya ves

    Frío y hambre

    Guerras calentitas.

    No, Juan Pablo II no merece elogios por haber derrotado al comunismo, Juan Pablo lo que hizo fue sustituírlo por un capitalismo rabioso, que a partir der la caída del Muro de Berlín rompió amarras. Y eso no es como para apuntárselo en su haber…

    Juan Pablo II devolvió a Polonia al más rabioso fundamentalismo en el que ahora vive y se mueve…Y yo sigo en mis trece, no hay otro camino para llegar a Dios que el encuentro y abrazo con el prójimo. Me sobran los levitas y los escribas, solo me hacen falta los samaritanos del camino, solo ellos encontrarán a Dios.

    Pero a lo mejor estoy equivocado…

  • Eduardo Manzanas

    Yo también soy de esa escuela, aunque pienso que también debemos buscar algo de felicidad en esas bienaventuranzas que nos llenan de preocupaciones y desvelos.

  • Gonzalo Haya

    Me identifico plenamente con lo expresado en este artículo.