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Experiencias visionarias

Isidoro

El rincón de soñar (8)

“El Espíritu no quiere ser visto, sino ser en nuestros ojos la luz”. Urs von Balthasar

Como dice Von Balthasar, normalmente no vemos directamente lo “numinoso”, pero en casos excepcionales, quizás si algunas personas lo ven.

Una de las posibles causas primarias de la fenomenología visionaria, es algún tipo de intoxicación química, voluntaria o accidental, o a alguna patología cerebral delirante, que a su vez puede ser coyuntural, (por autosugestión), o por ataques esporádicos generalmente asociados a alguna patología epiléptica, u otras patologías más severas, como esquizofrenias declaradas.

Aldous Huxley señalaba que el ayuno es un gran inductor de la experiencia visionaria, al reducir la cantidad de azúcar disponible. Este efecto se agudizaba en épocas pasadas con la avitaminosis endémica que había.

Durante casi la mitad de cada año, nuestros antepasados no comían frutas ni verduras. Para cuando llegaba la primavera, la mayoría de ellos padecían, en formas moderadas o agudas, escorbuto, por carencia de la vitamina C, y pelagra, por insuficiencia del complejo B. Y esto afectaba seriamente al sistema nervioso, con deprimentes síntomas psicológicos.

Otra fuente de actividades psicológicas anormales son las patologías neurológicas que son el origen de una gran cantidad de audiciones y visiones “extraordinarias”. Señala muy sensatamente el neurólogo Thomas Szaks que si tú hablas con Dios, estás rezando; pero si Dios habla contigo, muy posiblemente eres esquizofrénico.

El psicólogo Anthony Storr, escribe que en términos clínicos, las voces, los mensajes y las creencias mesiánicas de los místicos, junto con la sensación de que en cierto modo son especiales o han sido elegidos, proponiendo teorías sobre el universo, sin ningún fundamento científico, son síntomas clásicos de un comportamiento ilusorio.

Es un tema muy complejo, porque entra en juego una importante cuestión metodológica. Cuando se propone la existencia de algo, aún desconocido, lógicamente, los hechos se valoran e muy distinta manera, si se cree que existe o no.

Antes de descubrirse fehacientemente América, si alguien aportaba experiencias personales que podían indicar su existencia, se les valoraba como locura o engaño del testigo. (Es muy conocida la anécdota de un Lavoisier que ante la evidencia de un gran pedrusco caído del cielo en Francia, dictaminó, que no podía ser un meteorito caído, “porque en el cielo no hay piedras”).

Si partimos el apriorismo (que no es irrazonable), de que no existe “otro mundo paralelo”, cualquier persona que tenga una experiencia “numinosa”, se le diagnosticará un desequilibrio personal, pues en ambientes racionalistas, es claro síntoma de locura.

Además es evidente, que en muchos casos este diagnóstico viene acompañado de otra fenomenología que lo confirma.

Pero el binomio experiencia visionaria – patología, puede tener varias relaciones.

En primer lugar, una patología cerebral o mental, puede dar lugar directamente a episodios delirantes.

En segundo lugar, puede ocurrir la situación inversa: que una experiencia visionaria, ocasione tal impacto psíquico que produzca trastornos psicológicos.

Por ejemplo, Jung hace setenta años, hablaba de las graves crisis y conflictos psíquicos violentos, con miedo a la locura y depresiones, que sufrían muchos pacientes suyos que declaraban haber tenido una experiencia espiritual.

Incluso Jung alababa las grandes defensas psicológicas que la Iglesia Católica, mediante su dogmática y sus ritos, proporcionaban a sus creyentes, primero para inhibir y no promover experiencias de este tipo, que eran consideradas como muy desequilibradoras.

Experiencias muy abundantes en los primeros tiempos del cristianismo, con la “excesiva” efusión del Espíritu, que podía ser muy perturbadora individual y colectivamente.

Y por otra parte, la Iglesia, amparaba que toda experiencia de este tipo, tenida por personas muy religiosas, era mística y no patológica.

Pero existe una tercera causa de relación entre experiencia visionaria y patología, que no descalifica la existencia real de tal visión.

La percepción de un objeto, es un complejo proceso de interpretación de unos estímulos neuronales, procedentes de los sistemas nerviosos de los sentidos humanos. Esos estímulos nerviosos, de los nervios ópticos, o auditivos o sensoriales en general, son recibidos, interpretados y reconocidos, entre una enorme lista de más de trescientos millones de reconocedores de patrones que existen en el neocórtex.

Pero estos estímulos nerviosos a patronizar, bien pudieran provenir, no de los órganos sensoriales, sino del exterior, mediante proyecciones telepáticas.

En la actualidad, el neurocientífico, Andrea Stocco, y el ingeniero informático, Rajesh Rao, han diseñado un interfaz cerebro-máquina que capta las ondas cerebrales de un sujeto y envía la información a otro cerebro.

Dicen: “En general, los humanos codificamos la información de manera similar, aunque no idéntica. Ya se ha demostrado que, los patrones de actividad cerebral que muestra mi cerebro cuando pienso en un martillo son muy similares a los patrones que muestra el tuyo cuando piensa en la palabra martillo. Sabemos ya mucho sobre cómo descodificar la información del cerebro, pero aún cuesta saber bien cómo reproducirla en otro, especialmente en conceptos complejos”.

La telepatía, como mecanismo de transmisión-recepción, exige una codificación de la información en origen, una transmisión de la información codificada, y una reinterpretación del código en desino, para restituir la información originaria.

La primera y la tercera fase del proceso, son bastante conocidas hoy por nuestra ciencia, solo falta la segunda.

¿Y qué relación existe para que ciertas patologías mentales faciliten este proceso? La telepatía es un fenómeno de la mente subconsciente, y por tanto involuntario. Entre dicha mente subconsciente y la conciencia, existe una barrera represora, que dificulta mucho la afluencia de ideas subconscientes a la conciencia.

Solo esporádica e involuntariamente en vigilia afloran intuiciones sueltas, y dormidos, afloran los sueños. Pero en circunstancias especiales y raras, la mente afloja esa fuerte barrera entre conciencia y subconsciente, y afloran torrencialmente materiales del subconsciente, dando lugar a episodios mentales que se suelen calificar de psicóticos.

Por eso no necesariamente, las experiencias visionarias son siempre “locuras”, sino que ya el saber popular dice que los niños y los “locos”, dicen la verdad.

 

9 comentarios

  • Remedios

    Hace unos 20 años tuve una experiencia mistica. Había estado en unos cursillos de oración, cuyo tema era “Al encuentro del Señor” Y aunque tuvimos muchos momentos de oración tanto personal como comunitaria no se produjo el “encuentro”. Fué al volver , depués de saludar a mi familia, me fui a una residencia de ancianos donde cada domingo rezaban el rosario y exponian al Santissimo. Yo no rezaba el rosario, sino que mentalmente repetia un canto que había aprendido en los dias de retiro. Más o menos la letra era : “Mirame Señor, pon tus ojos en mi”  Y sucedió que no se si fueron minutos o segundos pero me quedé contemplando una inmensa luz blanca enfrente de mi, aunque yo no me percibía, ni percibía las voces de los ancianos rezando, solo la luz, como si yo fuera esa luz. Me hizo volver en mi una especie de sacudida electrica en el entrecejo. Me quedé muy confundida, pero con la certeza de que yo procedia de esa luz y que a ella volveria tras la muerte.

  • mª pilar

    En mi caso, fueron la muerte de mi madre y de mi hermano.

    En la de mi madre, estaba cuidando a mi hermana después de una operación; y por la noche, cuando estaba lavándole algunos enseres, salí de inmediato para pedirle a mi hermana que llamara para saber como esta nuestra madre, ella dijo “No es buena hora Pili” le insté a que lo hiciera diciéndole:”Presiento que no está bien”.

    La respuesta fue, que en ese mismo momento estaban atendiéndola en sus últimos suspiros; que estuviésemos tranquilas, estaba rodeada de las personas queridas y ella estaba en paz y así se quedo minutos después… ¡En paz!

    Mi hermano ingresado en el hospital muy grave, no sabían que pasaba, pero lo estaban perdiendo… era hemofílico grave.

    Esa mañana muy temprano me desperté que una extraña sensación y le dije a Jesús: “Si no voy a ver a mi hermano, ya no lo veo con vida”.

    Busqué quien se hiciera cargo de los niños y salí para el hospital; en el momento que entré en la habitación, mi hermano me dijo: “Sabía que eras tú, sabía que vendrías”

    Como a las dos de la tarde… se nos fue.

    Hay un par de cosas más… de otro estilo… quizá lo explique.

    mª pilar

  • olga larrazabal

    Hace unos 10 años atrás, se dieron las circunstancias para que me enterara que mi pareja me era infiel y que esta infidelidad venía desde muchos años, como una especie de juego, ya que él pudiendo, nunca lo sacó a la luz oficialmente.

    A esas alturas después de romper definitivamente la relación, fui un día donde una astróloga, porque necesitaba preguntar la causa de que un hombre mayor anduviera jugando por este mundo, poniendo en riesgo todo lo que había construido.

    Ella no miró mucho las cartas astrales donde se supone que aparece el tipo de carácter de la persona.  Me miró a los ojos y me dijo:

    “No se preocupe, el universo los va a castigar a los dos en forma espantosa.”  Le dije que no me interesaba castigar a nadie, y ella me dijo:  Lo que Ud. quiera o no no tiene importancia.  Vivirán una experiencia horrible y el morira a X edad, solo y amargado”

    Como no era la respuesta que yo quería escuchar, le di las gracias y me fui.

    A los 3 años de estar juntos, ahora un poco más oficialmente, a ella le dio Alzheimer.  La internaron y ella se suicidó en casa de él durante un día que la sacó a pasear.  El duró 3 años y murió exactamente a la edad X, hecho una desgracia.

    No se si sería buena Astróloga, pero la mujer era vidente y seguro usaba sus dotes de videncia pronosticando bastante más cosas que lo que un astrólogo corriente puede hacer.

    Nunca más fui a verla.

  • Asun Poudereux

     
    Vamos a ello, aunque me da vergüenza contarlo.
     
    Tuve una experiencia muy denigrante como mujer, haciendo cola en la estación D’Austerlitz en París, hace  44 años. Una y otra vez cuando estaba a punto de ser mi turno, me empujaban y zarandeaban como si no fuera conmigo, hombres, personas inmigrantes que compraban para sus vacaciones billete de vuelta a su país pasando necesariamente por España. Al principio creí que no iba conmigo, se trataba simplemente de falta de costumbre a respetar el orden de la cola. A la tercera, lo vi tan claro, que me aparté impotente llorando en silencio  y diciéndome, apenas sin pensar: “si estuviera aquí Alejandro,  esto  no hubiese pasado”.
     
    Decidí comprar entonces el billete hasta  la frontera y ahí hasta Madrid, al tratarse del mismo tren. Cuando llegué a la estación de Chamartín, me esperaba Alejandro y nada más saludarnos, me preguntó:
     
    – ¿Lloraste ayer, por la mañana?
     
    –  Sí, ¿Por qué? Le dije extrañada.
     
    – Porque  de repente sentí que estabas llorando. Se lo comenté, sorprendido,  a los compañeros que estaban en ese momento conmigo: “mi novia está llorando”.
    Hablamos de ello unos momentos, no hizo falta más.
     

  • Gonzalo Haya

    No he tenido experiencias visionarias ni telepáticas, pero creo que la experiencia mística es un contacto tangencial (consciente) con la eternidad (Raimon Panikkar). Mi cerebro tiende más al racionalismo, aunque parece que lo voy superando. Algunos amigos me han contado experiencias inexplicables, a no ser por algo semejante a la telepatía. En Mozambique otros amigos me contaron  que una “sanadora” les había adivinado ciertos datos sin que ellos hubieran pronunciado ni una sola palabra, ni ella les hubiera preguntado nada. A un médico le predijo que al día siguiente tendría dos operaciones; una saldría bien y la otra no saldría. Al día siguiente me faltó tiempo para llamar al médico y preguntarle qué había sucedido. De las dos operaciones previstas, un paciente se había marchado del Hospital. Poco después acudí yo a la misma “sanadora” para comprobar qué sucedía. A mí me hizo varias preguntas, y luego sólo me dijo generalidades. Saqué la conclusión de que mi cerebro tuvo un hermético control que le impidió leer mi pensamiento.

  • Isidoro García

    Oscar: Tú ya sabes que hay cosas que no se las puede uno ni imaginar si no las ha experimentado.

    Este tipo de fenómenos, (sin prejuzgar su verdadera naturaleza, intrínseca o extrínseca), te deja una clara sensación experimental, de haberlas percibido sin ninguna clase de duda.

    Los sueños lúcidos, (la única experiencia que yo he experimentado, y que será objeto de un próximo artículo ya mandado, donde los contaré), si se caracterizan es por eso: por la fortísima sensación subjetiva de excepcionalidad y de realidad.

    Es como debe ser ver un ovni. Te podrán decir lo que quieran, pero lo que has visto lo has visto tú, y eso muchas veces supone una pequeña iluminación, (o sea un conocimiento transformativo), diríamos que una pequeña “conversión”).

     

    Respecto al caso de telepatía descrito por Pepe, aunque es un tema para desarrollar más detenidamente, por ahora solo pongo dos apuntes de mi archivo.

    “El padre del psicoanálisis Sigmund Freud, en sendas cartas a Carrington y a Jones, escribe: No me identifico con aquellos que rechazan antes de conocer los llamados fenómenos ocultos como si se tratase de algo anticientífico, indigno o nocivo. Si me encontrase al comienzo de mi carrera científica en lugar de estar al final, como estoy ahora, ciertamente no elegiría otro campo de estudio a pesar de todas las dificultades…   

        Estoy dispuesto a abandonar mi oposición a la transferencia del pensamiento. Estaría dispuesto a brindar el apoyo del psicoanálisis al problema de la telepatía”. (Jones, Ernest: The life and the work of Sigmund Freud, Basic Books, Nueva York, 1957.)

    Para gran parte de la comunidad científica es improbable que tengamos telepatía natural.

    Porque aseguran que nuestro cerebro no tiene la suficiente energía como para poder transmitir información.

    Por eso la telepatía natural, quizás sea en realidad un parafenómeno espiritual, y la energía necesaria para la transmisión sea suministrada por las instalaciones del Mundo Espiritual, un mundo muy, pero que muy material (con la materialidad de todo tratamiento de la información).

    (Yo personalmente intuyo, que la telepatía va a ser el filón científico, por el que se acabará descubriendo el continente oculto del Mundo Espiritual, (si es que en realidad existe). No lo veremos, pero quizás nuestros nietos sí lo hagan.

     

  • pepe blanco

    Durante mi niñez, veraneábamos en El Grove, un pueblo en la ría de Arousa. Mi padre nunca pedía vacaciones en su trabajo, por lo que solamente iba los fines de semana. El domingo por la noche regresaba a casa.

    Una de aquellas noches dominicales -yo tenía tres o cuatro años-, estábamos tranquilamente viendo la tele en la casita de pescadores donde veraneábamos cuando, de repente y sin ninguna causa aparente, me eché a llorar. Me preguntaron que qué me pasaba, a lo que respondí algo así como que “a papá se le han ido las luces”. Nadie dio ninguna importancia a lo sucedido. Unas horas más tarde, de madrugada, nos avisaron que mi padre había sufrido un grave accidente de tráfico. Por la hora a la que había salido y el lugar del accidente, este habría tenido que suceder, aproximadamente, a la hora de mi repentino llanto.

    Tengo que decir que yo no conservo el recuerdo de lo sucedido que acabo de narrar. Pero sí recuerdo perfectamente el relato de lo sucedido, por mis hermanos mayores, al día siguiente. También poseo vívidos recuerdos de sucesos acontecidos los días posteriores, como cierto comentario que le hice a mi madre, o cuando nos llevaron al hospital a ver a mi padre, ya casi totalmente recuperado.

    También tengo que decir que, en los casi cincuenta años que han transcurrido desde aquel suceso, nunca más he vuelto a tener una experiencia como aquella de aparente, presunta comunicación telepática.

  • oscar varela

    Hola Isidoro!

    ¡Bien por tus em-pujes!

    …………………

    – Ahí está ¿lo ves?

    – No ¿dónde?

    – ¡Fijate bien!

    ………….

    Pareciera ser que para ver bien algo hay que:¨

    * “fijarse” en ello.

    * prestarle “atención”.

    Entonces “visionamos” en la medida que “atendemos”.

    ………………….

    Si le quisiéramos poner un poco de “pimienta” al tema

    tendríamos que preguntarnos si la MUJER es más “visionaria” que el VARÓN.

    ¡Vamos todavía! – Óscar.

  • Isidoro García

    Se que es un tema bastante tabú, en ambientes muy racionalistas, y poco propicios a este tipo de “locuras”, como es este.

    Pero yo se que mucha gente atesora en su historia personal experiencias “raras”, que da pudor confesar en público. Desearía que amparándose en el semianonimato de Internet, algunos de vosotros nos contáseis vuestras experiencias sobre el tema, desde sueños lúcidos, a cosas algo mas gordas.

    Son temas tabú, que hay que normalizar sin verguenza alguna.