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Dioses Somos

TroyanoLa crisis se produce cuando lo viejo no acaba de morir y cuando lo nuevo no acaba de nacer.
Bertolt Brecht

Francesc Arroyo publicó la semana pasada en Babelia de El País una reseña bibliográfica sobre varios ensayos recientes reunidos bajo el título de ¿Desesperanza? No, desorientación.

Como introducción propongo previamente abrir este enlace y leerlo.

Pero tal como se dice en catalán, “vull dir la meva” (quiero decir la mía).

Me gusta escribir. Me siento frente al PC con una larga pipa al lado, hecha por mí. Voy escribiendo fumando (tabaco. Esto hoy hay que decirlo…) y reflexionando. Lo que sale, ni yo lo se previamente.

A bote pronto, quiero decir que tengo esperanza, aún sabiendo en el mundo en que vivo.

Quiero desmenuzar esta vida esperanzada que es la mía, por si a alguien le valen mis parámetros.

Creo que convendremos todos en que nuestra vida nos la labramos nosotros. Según sembremos así recogeremos.

Pero solo estamos todos de acuerdo en que esto es verdad pero en parte. Para mí no hay parte, para mi es todo todo. Lo personal, familiar, lo social, lo político, todo, hasta de  lo que me entero que pasa en Australia, mis antípodas, según lo percibo, es responsabilidad mía. Solo daré una pista. Esta idea extravagante la saco del budismo y del Hoponopono.

Yo soy el responsable del mundo en que vivo, y es paradisiaco o infernal, según sea mi interior. Si vivo en un infierno y cambio a mejor mi interior, el infierno se irá diluyendo, y aparecerá la aurora de un nuevo día.

“No juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados.”

Esto yo lo suscribo. Por el motivo que expongo. Porque si un loco me apuñala por la espalda. Es responsabilidad mía. Si roban a mansalva a mis ojos, es responsabilidad mía, ¿a quién voy a juzgar?

El eje de mi vida es que lo que me pase bueno o malo, me lo merezco, por una “cosa” que se llama “la ley del Karma”. Con esta ley, hallamos explicación para todos los sufrimientos que afrontamos y que nos aparecen como absurdos “¿por qué a mi…?” Claro que la ley del Karma solo funciona como explicación, aceptando que nos reencarnamos innumerables veces.

Los sabios (no yo), siempre han vivido en paz, y el mundo, ahora mas, pero siempre ha sido un caos sangriento.

Cantando espero a la muerte,
que hay ruiseñores que cantan
encima de los fusiles
y en medio de las batallas.

Miguel Hernandez

  • Se puede vivir en paz. En medio de la descomposición global de una civilización que ha enloquecido, con el materialismo.

Todo se compra o se vende. Todo se “patenta”. Hay quien quiere patentar hasta el ADN humano. Hasta las relaciones personales giran en torno al dinero. Y buscando la riqueza material exterior, conseguimos la miseria interior.

Se intentó con el comunismo. Transformar la sociedad desde el exterior humano. Conseguimos millones de muertos por causa del “padrecito” Stalin.

Es una locura la revolución exterior. La única revolución acertada es la interior. Si consigues ver más lejos de los limites donde pretenden encerrarte. Si le ves el revés a la Matrix, es porque habrás hecho un trabajo interior que te permite tener una mente preclara, y veras la realidad con vista de águila, no podrán engañarte.

Y yo digo que mientras no cambiemos nuestro interior. Que en lugar de cuidado jardín Zen, sea un solar pasto de la maleza. Todo intento de “cambiar el mundo”, está condenado al fracaso. Porque fijaos que todos aceptamos que el mundo es como es, porque nosotros somos como somos. Si el mundo es reflejo de nuestro interior. Cambiar el exterior es tarea estéril.

Cierto que un entorno civilizado, condiciona favorablemente a quien allá se encuentre. Pero la estrategia es cambiar a mejor a nivel personal, y el cambio se notará exteriormente y se extenderá desde donde te encuentres como se extiende una mancha de aceite en un tejido, el tejido social.

No podemos creer en los políticos. Es una trágica parodia de democracia la que tenemos. El poder económico es global y dicta el guión. Los partidos, los parlamentos, que son locales, pueden hacer algo. Sí. Pero poco…

Los vemos difusamente sin poder, aunque les demos todo el poder a través de las urnas a los políticos, estos están condicionados criminalmente por el poder económico y la mitad están vendidos a ese poder maléfico.

Entonces, ¿qué? La revolución interior. No padezcas, que tus logros se notarán exteriormente.

No solo nos hemos de centrar en lo interior. Somos seres sociales y gregarios. Lo que ocurre es que el hacer exteriormente te saldrá naturalmente de adentro. No tendrás que sacrificarte, disfrutarás haciendo. De este modo.

  • La vida se convierte en una fiesta continua

La Matrix es una prisión. La “granja” humana, porque desde pequeñitos nos hacen ejercitar solo la parte izquierda del cerebro. En la parte derecha está la intuición, la “visión remota”. El mundo de hoy es chato y desencantado, porque solo actuamos desde la razón “cuadriculada” cuando la vida en el mundo es siempre al final cíclicamente circular. Estamos tarados intencionadamente por poderes oscuros, no les interesan humanos desarrollados plenamente, eso ni pensarlo, les interesan estúpidos que trabajen y consuman. Y que si destacan con su inteligencia, que sea en lo que a estos poderes les interesa.

Pero somos seres grandes, divinos. Cada uno y todos. No te veas con los ojos del amo, por mucho que nos tengan esclavizados.

Y pensad que estamos hechos para vivir entre el bien y el mal. ¿Cómo distinguiríamos la luz?, sin la oscuridad… Así es la vida. No la he inventado yo…

Pero es una pregunta que tengo para Dios cuando lo vea. ¿Por qué el mal?.

6 comentarios

  • Isidoro García

     “El miedo lleva a la ira, la ira lleva al odio, el odio lleva al sufrimiento. Y ya en la rotonda, pillas la segunda salida y todo recto”. (empeltada ‏@empeltada)

     
         Últimamente estoy aprendiendo mucho con Twiter. Y ahí he leído esta frase “Muchos reportajes sobre cómo detectar si el niño sufre acoso escolar. Ninguno sobre cómo educar a tu hijo para que NUNCA se burle de otro”. (Josefa Paredes @josefaparedes  20 ene.) Y me ha hecho recapacitar sobre el problema de como el emocional y visceral asistencialismo cortoplacista, aunque necesario, nos impide muchas veces atacar los problemas en la verdadera raíz de su origen, y así no salimos nunca del círculo vicioso, como burros en una noria.

         En varios hilos distintos, aflora una misma cuestión: “¿Preocupación dolorida por las desgracias que pasan, o mantener un cierto distanciamiento que puede ser favorecedor del cinismo, pero también puede ser necesario para un análisis inteligente del problema?.

         ¿Hay que cambiar el planeta, o tenemos que cambiar antes los habitantes del planeta?. “A ver si en vez de dejarles un planeta mejor a nuestros hijos lo que tenemos que hacer es dejarle unos mejores hijos al planeta”, (Twiter). Lo malo es que resulta muy difícil cambiar.

           Lamento mucho discrepar del amigo Jorge, tan optimista él: “Podemos activamente modificar nuestros patrones de conducta, si nos obligamos a hacer una cosa repetidamente a lo largo de unos cuantos días, más de 20, y con esfuerzo como hacen los atletas, el patrón se modificará cambiando nuestra toma de decisión al nuevo patrón fijado”.

           Yo no soy psicólogo, pero casi todos coinciden, en la enorme dificultad del cambio de comportamiento humano. Si fuera tan sencillo, la reeducación conductual tendría grandes éxitos, y todo el mundo sabe que es algo muy difícil, casi imposible. Y por eso las terapias psicológicas son largas y complicadas y de no seguro éxito.

         (Acordaos de la película “La naranja mecánica”, sobre las técnicas de reeducación conductual conductista: lo del perro de Pavlov, suscitó muchas esperanzas, pero se han visto defraudadas, dada la enorme complejidad de la conducta humana).

         Decía Carl Rogers, que “la curiosa paradoja es que cuando me acepto tal como soy, entonces puedo cambiar”. Que es lo del consejo de Delfos, “conócete a ti mismo”. Porque conocerse, es comprenderse, y comprenderse es aceptarse y perdonarse, y aceptarte te permite desbloquear autorepresiones que nos impiden cambiar.

          Lo que pasa es que aquí entra la tentación de las soluciones fáciles, que a todos nos ha atacado muchas veces: ¿Quién no se ha levantado, algún día con la sensación de que se le acababa de ocurrir la solución del mundo?. ¡Con lo sencillo que es todo!.

          O acudimos a los libros de Autoayuda. Esto es como si por ejemplo, quisiéramos ir a la cima del Everest, y nos pusiéramos a aprender detalladamente el camino por el que lo han subido los alpinistas que lo han conseguido.
       Es imprescindible conocer detalladamente ese camino y los lugares donde es conveniente situar los campamentos-base, pero sinceramente no nos ayudará mucho para realizarlo en la práctica. Para subir al Everest, debemos además tener unas condiciones naturales y unos entrenamientos intensivos, lo que junto con unas condiciones climatológicas favorables y mucha suerte en el camino, harán que tengamos “algunas” limitadas posibilidades de conseguirlo.

          Para subir al Everest de la “sabiduría”, no solo debemos saber ciertas cosas que debemos hacer, sino que debemos saber las grandes dificultades para que realmente las hagamos, conociendo los intríngulis de nuestra mente, (en resumen el délfico “conócete a ti mismo”), y por ello debemos saber ser conscientes de las pocas posibilidades que tenemos de conseguirlo.

       Dicho camino pasa inevitablemente por:
    1.         Conocer  bien los mecanismos internos, las inseguridades, los nudos psicológicos, los complejos, etc. Que son la causa de nuestra conducta indeseable, la de las personas que nos rodean, y la de todo el mundo en general.

    2.         Una vez conocidos estas miserias internas nuestras y de los demás, deberíamos perdonarnos, primero a nosotros mismos, luego a nuestros cercanos con los que tenemos conflictos y rencores, y al final a todo el mundo.
    (Comprender nuestros errores, no quiere decir que los justifiquemos moralmente, sino “solo” que los comprendamos). “¡Perdónanos Señor porque no sabemos lo que hacemos, ni por qué lo hacemos!”

    3.         Una vez perdonados todos, dejaremos de creer en el mal, y el pecado, sino que creeremos en el error y la equivocación. Cuando no comprendemos las causas reales de las cosas, entonces solemos justificar la presencia del “mal”, personificándolo, con tentaciones del “maligno”. Supersticiones.

           Ya conocemos el camino al Everest de la “sabiduría”, y un buen libro de Autoayuda a la americana, se quedaría ahí. ¡Ahí tienen el camino, si los siguen hasta el final, llegarán arriba!

       Pero un libro de “sabiduría”, os dirá que esto es mucho mas fácil decirlo que hacerlo, y les advertirá contra los optimismos infantiloides, y os dirá que este es un proceso muy difícil de llevarlo a cabo. Y por eso, son muy poquitos los que llegan hasta la cima del Everest. No disuadirá de iniciar la subida, sino que advertirá que tampoco pasa nada por no llegar a la cima, sino que debemos subir tranquilamente, disfrutando de la aventura y llegaremos hasta donde lleguemos.

    “Quien se empeña en pegarle una pedrada a la Luna no lo conseguirá, pero terminará sabiendo manejar la honda”. (Proverbio Árabe).

  • ana rodrigo

    Una cosa es cierta: solamente podemos cambiarnos a nosotros mismos o a nosotras mismas, sobre las otras personas, si ellas no lo quieren nada podemos hacer, y sobre el entorno próximo quizá podamos hacer algo, y sobre el “gran” mundo podemos poner alguna gotita de aceite por si se une con otras muchas, pero ¿Quién o cómo se puede conseguir que cada persona del mundo consiga su cambio personal para que el mundo sea vivible?

    No obstante hay que mejorar nuestra persona y nuestro entorno, y, a base de pequeñas parcelas, conseguir pequeños mundos amables, humanizados y con los mejores valores que podamos aportar.

  • Ahora mismo, estoy visionando el video del enlace. Me parece interesante, sin necesidad de suscribirlo al 100X100.

    Quizá a alguien le pueda interesar.

  • Hola Gonzalo,

    Es un planteamiento nuevo y chocante. Que todo es –responsabilidad- nuestra, no hablo de culpa. La culpa es invento de los sacerdotes, que marcan unas reglas y si no las cumples, pues eres culpable.
    Estamos en una realidad determinada todos, y todos estamos aprendiendo a ser mejores y más evolucionados. Cometemos errores que pagamos. Culpables NO, ignorantes que no sabemos que toda trasgresión a la ley que todos llevamos inscrita en el corazón, se paga. Y gracias a eso aprendemos. Esto es así. No hay pecados, hay errores. De acuerdo que esto es un poco “bestia”. Porque hay errores con los que morimos literalmente. Si, la “didáctica” divina no se detiene ni ante la muerte, para enseñar. Así es el mundo, morir nos parece el límite de todo, porque nuestro ego lo ve como lo máximo, el ego le teme a la muerte, pero morir es simplemente una transición para Dios.
    Lo del loco apuñalando, es un ejemplo que saco de un libro de K. Wilber, y que defendía precisamente eso de que todo es responsabilidad nuestra.
    Pero con el aval de Wilber, me llega la filosofía del Hoponopono: Fuera no hay nada, todo lo que percibes es un espejo de tu interior. Y este método de las islas de Pacifico, te dice cómo podemos borrar todo lo desagradable a nuestros ojos. Sobre todo las memorias incardinadas en el subconsciente, que condicionan el presente de cada cual. Y condicionan el que vivas desgraciado o feliz.
    Me hablas de los emigrantes y de los niños del coltan, u podríamos seguir con 10000 horrores más. El mundo en su conjunto es responsabilidad de Dios. Nosotros somos hebras del todo, con una responsabilidad limitada a nuestra condición, pero mi consejo es que cualquiera cambie su interior, y el exterior que quizá vea horrible, cambiará mágicamente. (Pero, qué dices…)
    (También es mágica la -cientifica- física cuántica…)
    Digo en mi escrito que somos seres sociales y gregarios, hacer claro que hay que hacer, pero como digo, la responsabilidad total es de Dios, no nuestra, lo que ocurre es que quien en su corazón tiene amor, transmite amor. Pero quien tiene miseria interior, ¿Cómo le puedes pedir que dé?.
    Responsabilidad de Dios, y responsabilidad nuestra:

    Somos responsables de lo que nos refleja el espejo de nuestra realidad. Pero la solución no es actuar sobre el espejo, sino sobre nosotros mismos, y el espejo reflejará otra realidad. Claro que esto no es tajante, si tenemos compasión, haremos lo que podamos en el mundo que percibimos.
    Dios es el responsable de “todos los espejos…”
    Echarse a los hombros el mundo, lo hace el materialista bien intencionado, que no confia en los designios de la divinidad. Uff, que alivio cuando comprendi esto. Me traje la revolución, de las barricadas a mi exclusivo interior…

  • olga larrazabal

    No es que yo le tenga demasiado aprecio al Padrecito Stalin ( ex seminarista) pero creo que los padrecitos del Oeste europeo y del Norte de las Américas, por hablar de 200 años de historia, no lo han hecho nada de mal, pero han tenido mejores sistemas de propaganda y comunicaciones.

    A medida que avanza la tecnología y este capitalismo indiferente, percibimos con menos horror las matanzas y violaciones a la humanidad, ya que fuimos preparados por las películas de vaqueros, después vino la apología a los aliados, olvidándose de los 20 millones de rusos que pelaron contra Alemania y su régimen, y después vino la Guerra Fría, dónde todos los malos eran europeos orientales.

    Después bailamos de alegría por las primaveras árabes, que no eran tales.  Y ahora, con el cerebro bien lavado, no podemos ver objetivamente nada.

     

  • Gonzalo Haya

    Comparto mucho de lo que dice Luis, pero no creo que si alguien me apuñala por la espalda pueda decirse que sea culpa mía, aunque sí creo que ese acto sea un lejano eco de mis egoísmos. Yo también creo en la esperanza, creo que la única manera de cambiar el mundo es cambiar nuestro interior, pero mientras que eso se consigue (y ya van cuarenta siglos, o no sé cuántos más, de progresos muy lentos) tenemos que esforzarnos para cambiar algo de lo exterior (nuestro y de los demás) para que otros dejen de sufrir (o sufran menos de lo que sufren). Creo que es importante vivir en paz, pero también es importante vivir desasosegado por los inmigrantes que duermen a la intemperie invernal y por los niños esclavos que trabajan diez horas al día escarbando en túneles para obtener el coltán. La vida es una paradoja que nos obliga a vivir situaciones contradictorias.