Continuando con la preocupación por la globalización de la lucha contra el hambre
Desde España hasta el Imperio del sol naciente, pasando por el mundo árabe, la India y Asia Central, China y el Sudeste asiático, nuestra literatura y nuestra intelectualidad se han limitado en buena parte a trasegar de occidente a oriente y de oriente a occidente las corrientes de pensamiento, las ideas religiosas, la ascética y la mística, los sistemas políticos en vigor de los unos/as, y de los otros/as.
Pasadas las invasiones militares a lo Atila y Gengis Kan, el asedio de Viena por los turcos y la Batalla de Lepanto, ha venido más recientemente la revancha del colonialismo europeo, ruso y norteamericano sobre el mundo árabe y Asia oriental, con la segunda parte de las acciones militares en Corea, Vietnam, Afganistán, Irak, etc.
¿Dónde quedó nuestro Marco Polo, viajero empedernido entre Pekín y Venecia, inventor e impulsor de la Ruta de la Seda? ¿Dónde el intercambio de mercancías por el mismísimo centro del continente que llamamos Eurasia? ¿Dónde, insisto, esa conciencia de unidad continental, de unidad de destino y de comunidad económica que alentó el gran viajero de la República de Venecia?
Rodríguez Zapatero promovió con la colaboración de Turquía una “alianza de civilizaciones” que nadie tomó en serio. Por otra parte, al margen de la antigua Ruta de la Seda, China y Japón nos han devuelto la cortesía estableciendo una ruta marítima y aérea de comercio con Europa en un afán que más bien podría calificarse de colonialismo a la inversa, o sea de Oriente que intenta someter al subcontinente europeo.
Mientras Occidente con sus categorías clásicas de respeto a los derechos humanos pone el grito en el Himalaya condenando la invasión del Tíbet por China, los chinos proclaman orgullosos que han erradicado del país de los Lamas una teocracia dictatorial anclada en el más negro inmovilismo y esclavismo, y han puesto al Tíbet en las rutas del progreso y del desarrollo económico.
China, Vietnam, Malasia, Corea del Sur, Mongolia, Singapur, guiándose por un modelo económico “made in Extremo Oriente”, se han aupado a los primeros puestos de riqueza y prosperidad. Precisamente Malasia, a la que el FMI aconsejó o intentó imponer una política de recortes frente a la crisis económica de los años 1990, decidió libérrimamente desoír al FMI y seguir su propia vía para la salida de la crisis.
Mientras que otros que se dejaron guiar por el FMI como Indonesia, o Filipinas, se ven abocados a un nivel de vida estrecho y a unos niveles de emigración que en el caso de Filipinas supera los dos millones.
Ese es el otro capítulo negro de las economías del continente asiático, aparte de la opresión sistemática y generalizada de los trabajadores, y de los derechos más elementales de las mujeres. La mayoría de los libaneses viven fuera de su país. El 80 de la población de Qatar son inmigrantes. Solo el 25% del millón de habitantes de Kuwait son kuwaitíes. Y suma y sigue.
Por su parte, Arabia Saudí y los emiratos árabes, Kazajstán, Turkmenistán, Brunei, Irán y otros países asiáticos han sabido explotar correctamente sus recursos petrolíferos y de gas, y su minas de metales especiales, y se han aupado también a la categoría de países desarrollados…
Mientras tanto, otros países, acuciados por guerras civiles o de signo seudorreligioso, como Yemen, Siria, o políticos como Camboya, Birmania, Afganistán, se han hundido en el estancamiento, el exilio de sus poblaciones, y en algunos casos el recurso a la producción y el mercadeo del opio, cuando no al turismo sexual como Tailandia.
Mientras tanto, Occidente se relame y babea considerando las alturas de la ascética y el espíritu contemplativo del pensamiento oriental, venera al Dalai Lama, señor feudal del Tíbet, como un personaje sagrado…
Mientras tanto, China se propone potenciar o crear de la nada y restaurar la antigua ruta de la seda que traería al corazón del continente asiático y a todas sus economías y poblaciones un nivel de bienestar y paz del que la mayoría de los asiáticos están todavía muy lejos. Y permitiría a todos los países gestionar y poner en rendimiento todos sus recursos. Por ejemplo, a Filipinas con sus recursos en petróleo y gas inexplotados, a Afganistán con sus recursos en petróleo y uranio todavía inexplotados. Asimismo Birmania podría renunciar a cultivar opio y dar salida a sus inmensas riquezas forestales, y Camboya, libre de jemeres rojos, podría explotar sus yacimientos petrolíferos marinos.
A fuer de creyentes, a fuer de ciudadanos responsables del mundo en que vivimos, deberíamos quizá revisar nuestra forma de pensar y de enjuiciar esta Eurasia en que vivimos y actuar ante sus problemas de otra forma.
Amigo Román: Lo de que China es hoy el país más occidentalizado de Asia yo lo respondeería con un “sí” y con un “no”.
No es lo mismo capitalismo de estado, caso de China, que estado capitalista, o sea estado sometido a los intereses del capitalismo de ciudadanos privados, que es el caso de Europa y de todo el planeta dominado por el FMI. A este respecto te sugiero que leas en Internet la reseña que hace Wikipedia sobre Malasia, cómo Malasia se negó a aplicar las recetas del FMI y grcias a eso superó la crisis de los años 90 rápidamente y goza de una economía boyante…
Y eso me lleva a otra reflexión: la receta china ha sido aplicada en Vietnam y en otros países del entorno de Extremo Oriente con tresultados idénticos al de China. No se parece demasiado a la receta que ensayó la Unión Soviética y los países de Europa Oriental y la misma Cuba, creo yo, y sus resultados son también muy diferentes. En cambio la India, el Dalai Lama en Tibet, y otros aplican recetas al uso impuestas por el FMI, y así les va…O sea que hay algo de típicamente oriental en la experiencia y la vía china hacia el socialismo o hacia lo que quieras decir y pensar…
En todo caso creo que vale la pena estudiar este caso y respetar las experiencias de Extremo Oriente, que quizá tienen algo de positivo. No todo lo que es pecado en el universo alejado del FMI es forzosamente crimen, digo yo.
No veo yo demasiada relación entre tu discurso sobre las rutas de los imperios a través de la historia. Yo apunto que justamente el comercio es la vía para neutralizar las tentaciones imperialistas. Nuestramérica habría necesitado para evolucionar en positivo otro Marco Polo, y no tantos Hernán Cortés, Pizarro, Bartolomé de las Casas, Pedro Claver y demás personajes históricos que aceptaron la tesis de la conquista y desecharon la del comercio propugnada por Marco Polo…
Hoy también necesitamos un Marcco Polo. Y los chinos están empeñados en recuperar la ruta que él inventó…Los chinos, esos señores tan malos y criminales, tan siniestros, tan ateos…
Según los datos de la ciencia el humano moderno ( homo sapiens sapies) lleva una existencia desde sus orígenes africanos de 75.000 años, aunque, se sigue adelantando esa fecha unos pocos miles antes.
cuando Jesús de Nazaret nació, durante el imperio de César Augusto, la humanidad había alcanzado ya un alto grado de madurez dentro de altas cotas de diversidad cultural. La civilización llevaba algo menos de una decena de milenios y se extendía por diversos focos alcanzando todos los continentes con la excepeción de Australia.
La gran masa de terreno continental que comprende Eurasia y África igual que había servido para las migraciones humanas servía de puente para algún grado de intercambio cultural.
Las organizaciones políticas y militares hacen desde entonces a que este mundo esté abocado a la conquista y consecución de un gran imperio mundial de forma permanente. Era pues cuestión de tiempo y de alcanzar la necesaria capacidad organizativa.
Los antiguos caminos divergentes que hacían florecer civilizaciones e imperios en espléndidos aislamientos culminaron con nuestro despertar del siglo XVI, pues entonces llegamos a vislumbrar las dimensiones reales del planeta tierra y la presencia de nuestra especie única.
En el siglo XX, con toda su carga de violencia, como jamás se había conocido en la historia, brotaban constantes intentos e iniciativas para establecer un único poder abrumadoramente superior que superase a todos los demás poderes y Estados.
El mundo dominado por Europa durante cuatro siglos se fracturó entre crisis y guerras mundiales pasando a un nuevo orden de dos bloques hegemónicos enfrentados.
Vivimos ahora una nueva transición que dura ya treinta años ( desde 1990) con nuevos desgarros donde se decide si pasaremos previamente por un nuevo estadio multipolar, donde los Estados y zonas emergentes (La Unión Europea entre ellas) nos traerán un período multipolar, o si estamos ya metidos de llenos en una suerte de nuevo imperialismo mundial.
En los últimos diez años la iniciativa de una Alianza de Civilizaciones encajaba en este contexto, con los ojos puestos en las dos grandes influencias religiosas del Cristianismo y del Islam, en el protagonismo de La India como país emergente y sus 1.200 millones de habitantes, pues, China es ahora el país más occidentalizado de Asia.
La pregunta está en el aire, si este mundo está apunto de convertirse en una sola y única aldea, la aldea global, más por las ciencias, en especial la de la información y la tecnociencia de última generación, que por las doctrinas político-económicas, ¿cuánto se tardará en establecerse un único imperio mundial?