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Orar con la Iglesia

Gil de Zúñiga 1 Participando de la liturgia en un convento cisterciense del Alto Tajo, he llegado a la convicción de que, al menos, son necesarias dos cosas, y diría con cierta urgencia:

  • a) recrear el lenguaje litúrgico y
  • b) promover el orar laico desde una espiritualidad sin templo.

El orar litúrgico adolece de un lenguaje arcaico y a veces provocador. Es muy llamativo que la liturgia que fue un factor de cambio en la teología (JA. Jungmann, K.Rahner…) hasta el concilio Vaticano II, después de éste no se llevó a cabo una reforma en profundidad de la liturgia. Se puede decir que lo más espectacular de la liturgia posconciliar es el empleo de las lenguas vernáculas y las traducciones de los textos litúrgicos más o menos adaptables a nuestro lenguaje de hoy. Pero el formato y estructura de los mismos son idénticos a los tiempos del latín. Si nos fijamos, por ejemplo, en la liturgia de las horas se rezan o cantan salmos provocativos, cuya presencia se debe a que a algún escritor medieval lo consideró como mesiánico y de ahí ha pasado de cenobio en cenobio hasta nuestros días. Sin ir más lejos en el salmo 40 (vísperas del viernes de la 1ª semana) donde un enfermo reza a Dios por su curación, pero además, a la vista de que hasta sus amigos murmuran de la gravedad de su enfermedad, pide a Dios: “haz que pueda levantarme, para que yo les dé su merecido”. Y en el salmo 149 (laudes del domingo 1ª semana): “Que los fieles festejen su gloria/… con vítores a Dios en la boca/ y espadas de dos filos en las manos/ para tomar venganza de los pueblos/ y aplicar el castigo a las naciones”. Léase, pues, yihad, guerra santa o cruzada.

Los lingüistas decimos que el lenguaje no es inocente y que configura y crea realidad; aunque el signo lingüístico sea simbólico, la hermenéutica del mismo no siempre se puede hacer desde el simbolismo, como si la realidad a la que se refiere el signo estuviera camuflada. En muchas preces y oraciones de la liturgia nos dirigimos a Dios como “Todopoderoso”. Una palabra que tiene como epicentro el poder. Meter el poder en nuestras relaciones comunitarias con Dios puede derivar en estragos y atropellos difíciles de explicar, y lo que es aún más terrible, que es sorprendente y rechazable por quien no está familiarizado con este lenguaje religioso. La historia está ahí. El Papa, bajo el símbolo de la dos espadas, y como el “poder espiritual” está por encima del “poder terrenal”, según la argumentación al uso, se erigía, pues, en dueño y señor de todo lo creado. El vocablo “poder” ha sido el hilo conductor de la historia de la Iglesia. Hasta Tomás de Aquino al referirse a los obispos sostenía que el episcopado no es un sacramento, puesto que está orientado a ejercer el gobierno de la Iglesia. No es, pues, de extrañar que a la sombra de este lenguaje religioso se cobije el poder civil y se presente a los ciudadanos como el enviado por Dios. Ahí están las monedas de nuestra dictadura acuñadas con aquel “Caudillo de España por la gracia de Dios”. Y más cercana aún está la justificación de la guerra de Irak y de Afganistán por parte del Presidente G. Bush: “Dios me ha dicho: George, ve y lucha contra esos terroristas de Afganistán. Y yo lo hice. Y Dios me dijo: George, pon fin a la tiranía en Irak. Y yo lo hice”.

Pero además el lenguaje litúrgico configura un contenido teológico que sustenta, entre otras cosas, a ese poder clerical. Tomemos como punto de partida una de las plegarias eucarísticas, la IV. En ella se ora en un orden jerárquico: por “el Papa, los obispos, los oferentes, los reunidos en la eucaristía y todo tu pueblo santo. Lo que es primero en la Lumen Gentium del concilio Vaticano II, el pueblo de Dios, es aquí lo último y como de tapadillo, significando que la eucaristía es cosa de curas y el resto meros espectadores. Es llevar la metáfora del “rebaño” a su literalidad más obscena: a una comunidad no de “iguales”, sino de “desiguales”, como lo afirma con contundencia la Vehementer Nos de Pío X: “Esta sociedad (la Iglesia) es, por tanto, en virtud de su misma naturaleza, una sociedad jerárquica; es decir, una sociedad compuesta de distintas categorías de personas: los pastores y el rebaño, esto es, los que ocupan un puesto en los diferentes grados de la jerarquía y la multitud de los fieles”.

Orar, pues, con la Iglesia desde la liturgia no es suficiente. Cuando Jesús de Nazaret se enfrenta con la terrible realidad de su trágica muerte no se va al templo a orar, sino que se retira al monte de los olivos, al silencio de un espacio abierto en plena naturaleza. Es también la experiencia religiosa de orar con la Iglesia de un grupo pequeño de mujeres en un pueblo del Alto Tajo que, en las tardes gélidas de invierno, se reúnen en una sala cedida por el Ayuntamiento al calor de una estufa de butano para jugar, primero, a las cartas y luego rezar el rosario, o la que llevan a cabo los grupos “Más que silencio”… Una vivencia religiosa laica desde el atrio; aquello que Ortega y Gasset anunciaba en 1926 con su “¡Dios a la vista!”; es decir, un Dios profano, “delante del templo”.

Orar con la Iglesia “delante del templo”, en el atrio, es sentir, por una parte, la comunión de los creyentes, su solidaridad; esa solidaridad que tanto conmovía a G. Bernanos en su Diario de un cura rural: “Creo que si Dios nos diera una idea clara de la solidaridad que nos une a los demás, para el bien y para el mal, no podríamos, efectivamente, seguir viviendo”. Y por otro lado,  sentir la presencia del Misterio en lo cotidiano, como expresa X. Zubiri de un modo clarividente: “La experiencia subsistente de Dios no es una experiencia al margen de la vida cotidiana: comer, llorar, tener hijos… sino la manera de experienciar  en todo ello la condición divina en que el hombre consiste”.

22 comentarios

  • M.Luisa

    Seguiré ahondando un poco más sobre el tema
     
    Sin hermenéutica, la palabra como signo lingüístico, en su uso , reduce su valor potencial atribuyéndole meramente una carga valorativa que funciona a nivel ideológico, por lo que así se cierra al aporte creativo del lenguaje como reflejo de la realidad que lo trasciende.
     
    El lenguaje no es lo primero ni lo último,  sino que lo que le da vigencia y contenido  es lo real- siendo. De ahí le viene  la importancia de escuchar antes de ponerse a hablar. Ahora bien ¿No  supone esta concepción una prioridad de la realidad sobre su sentido?   Porque si no,  qué es lo que hay que escuchar?.  Aquí aparece sobre el tema la distinción entre las dos funciones de nuestro sentido auditivo: la del oír y la del escuchar, mostrándonos con ello  la tarea de realización que precisa esta unidad previa de los   dos momentos,   siendo el segundo  una superación del primero.
     
    Llegado  este punto, se podría decir  que lo expresado  por Asun el otro día  recaería sobre este segundo nivel como resultado de la escucha y no como resultado de una mera explicación ideológica abstracta  que  apeándose en el primero de los niveles  con sólo oír le basta. La explicación puede darse, naturalmente, pero siempre sobre la base de algo físico.

  • Dracir Abad

    El DRAE dice de “Orar” lo siguiente(Cf. DRAE) “orar. (Del lat. orāre). 1. intr. Hacer oración a Dios, vocal o mentalmente. 2. intr. Hablar en público para persuadir y convencer a los oyentes o mover su ánimo. 3. tr. Rogar, pedir, suplicar.” Y esto de “liturgia. (Del b. lat. liturgĭa, y este del gr. λειτουργία, servicio público). 1. f. Orden y forma con que se llevan a cabo las ceremonias de culto en las distintas religiones. 2. f. Ritual de ceremonias o actos solemnes no religiosos. ~ de las horas. 1. f. oficio divino.
    El lenguaje de la gente de a pie tiene su valor propio también, aunque pueda ser muy impreciso y hasta requiera clarificación. Parece que “hablar” construye y de-construye la lengua y el purismo lingüístico no tiene que ser imperiosamente la norma.
    Estoy seguro de que la definición de oración mental que ofrece Teresa de Ávila sea válida y que la oración litúrgica pudiera incluir a la reflexión silenciosa, sin violar ningún principio evangélico de la praxis que narra Marcos.
    La Lectio Divina es oración hoy día muy practicada por seglares (sin cura o monja/e presente), y es considerada litúrgica porque incluye un tiempo de reflexión personal y un tiempo de compartir en alta voz con las raíces hundidas en la realidad inmediata.
    Es interesante como el purismo puede fácilmente conducir a alguna forma de uniformidad totalitaria, en un sentido u otro, y puede negar al espíritu (no es un error la “e” minúscula) su personalidad, su espontaneidad, reduciendo todo silencio a simple sicologismo como si el espacio personal y la afectividad no fueran tan legítimos como el habla y el gesto.
    Creo en la riqueza de la diversidad. Es malo que el seglar no pueda desarrollar su propio estilo de orar—sea éste la reunión de la cooperativa según la agenda de los asuntos prácticos comunes, sea el de compartir la reflexión sobre los textos atribuidos a Jesús, y callar antes de opinar sobre ellos o para escucharlos, dentro o fuera de un templo, y no obstante que el contexto sea  auténticamente litúrgico… !Hum! 
     

  • oscar varela

    Hola!
     
    Alguna consideración en torno a la ORACIÓN LITÚRGICA:
     
    Cuando los “con-secuentes” de El Galileo empezaron a “juntarse para con-versar” en la Casa de la mamá de Juan (Marcos)
    – ¿De qué hablaban?
    – ¡De sus asuntos y problemas, ¿no?!
     
    Entiendo que ESO es la ORACIÓN LITÚRGICA.
     
    a) ORACIÓN: porque se hacía moviendo los LABIOS
    b) LITÚRGICA: porque se trataban los SERVICIOS para solucionar los Problemas de los participantes-protagonistas.
    ……………………………
     
    NOTA: en cuanto al TEMPLO.
     
    Tal vez no sea una tontería decir que los TEMPLOS han sido:
    el lugar de la CHARLA SERVICIAL para averiguar lo que conviene hacer en la vida
     
    (TEMPLO es el “LUGAR DE LOS ORÁCULOS”).
     
    ¡Voy todavía! –
    …………………….
     
    PS.:
    1) de más está decir que donde NO haya
    CON-VERSACIÓN PRAGMÁTICA DE ASUNTOS COMUNES A RESOLVER
    no hay –ni por asomo- ORACIÓN LITÚRGICA ¿no?
     
    2) Pero que donde SÍ la haya:
    sí hay –de seguro- ORACIÓN LITÚRGICA ¿no?
     
     

  • oscar varela

    Hola!
     
    Lo recomendado por Pascual:
     

     
    ¡Vamos todavía! – Oscar.

  • M.Luisa

    Bien Asun, tienes mucha razón y te comprendo,  lo que ocurre  es que  yo cogí el tema  por el lado de la crítica  dado que a mí me afecta muy de cerca sufrir las consecuencias de este monumental  retraso y bajo formas de tanta incoherencia que se me hacen difícil de explicar. Desde luego   que por mi parte  trabajo continuamente las causas que lo provoca,  pero en cuanto veo la ocasión de compartir  opiniones al respecto  lo aprovecho. ¿Cómo me las hubiera arreglado sin esta alternativa que propones? La conozco y la vivo!
     
    Gracias amiga, un beso!

  • Dracir Abad

    La oración mental es silenciosa y en la opinion de Teresa de Avila, que parece que supiera de estas cosas, consiste en un frecuente trato de Amistad, estando a solas con quien sabemos que nos ama. Quizás merezca ser considerada por aquellos que la prefieran y tal es mi caso que estoy harto de la neutralidad de oraciones escritas por oficinas y obispos que tienen que quedar bien con tantos intereses creados para no offender a nadie o a ninguno/a.

    Por otra parte el derecho a expresar sentimientos y opiniones, aunque frecuentemente es ineficaz porque la jerarquía eclesiástica no lo reconoce debidamente ni le presta la atención que merece, cuando es ejercido  fue deseado por el Concilio, Rahner escribió un extraordinario capítulo al respeto en “El element dinámico en la Iglesia” que es más que persuasive de su importancia, fue históricamente necesario en la elección de los obispos y presbíteros hasta que la jerarquía se vistiera imperialmente y debe ser ejercido sin reparos o temores.

    Por mi parte, deseara verlo de nuevo en uso o en vigor antes de que se me acabe el tiempo.

  • oscar varela

    Hola!
     
    Pienso que lo señalado por Pascual es:
    * no solo atinado “metodológicamente”;
    * sino, sobre todo, “humanamente-grave”.

    Quiero decir que esas cosas nos pasan cuando no “ATENDIMOS” al que nos “llama” con “SU voz”.

    ¡Vamos todavía! – Oscar.

  • Asun Poudereux

    Querida M.Luisa:
     
    Mi comentario intenta ir más allá de una necesidad de cambio en el lenguaje litúrgico, que ciertamente lo viene siendo  desde tiempo ya inmemorial y,  que por circunstancias y factores varios,  permanece, a pesar del sin sentido que supone y del uso de filtro constante en la liturgia para gran parte de los cristianos practicantes.  Sobra el sinsentido de fondo y el cúmulo de palabras y expresiones que no dejan lugar para el silencio pleno, ni por activa ni por pasiva.
     
    También intento hacer ver que la comunión solidaria se vive sobre todo  fuera del templo,    pues por los términos empleados,  parece limitarse a los ahí reunidos. Sin duda cobra sentido para estas personas, pero es hora ya  de mostrar el amor abiertamente a todos,  que no se excluya a los que no participan de las mismas creencias y quede bien reflejado.
     
    Es bienvenido este deseo de actualización,  que como bien dices no es nada nuevo aquí en Atrio, pero  también es esperado, que se hagan realidad  las palabras puestas en boca de Jesús de que llegará un día, para la persona y la humanidad, en que se adore al Padre en espíritu y en verdad, teniendo, por supuesto,  en cuenta el paradigma en que vivió, y  que traduzco en la acción coherente y el silencio confiado humilde lleno de gratitud, que  son clave en el crecimiento  personal  y en el despliegue continuo de consciencia individual y colectivo, en la que todo es y somos.
     
    La comprensión de la que hablo es inmediata y sin intermediarios, puede partir de la experiencia religiosa, y está abierta a ser re-integrada en lo que la delimita y separa de lo que le es diferente y finalmente, llegado el momento, trascendida en las formas y en su fondo,   que no por ello  rechazada como vida interior,  para alinearse con la vida misma, con todo lo que es y somos. Donde ser y conocer se hacen uno.
     
    En fin, M.Luisa, el retraso y el desajuste es tal que el Dios de Jesús, tan cercano y sencillo a todo y a todos en lo cotidiano,  no es reconocible,  ya no por la liturgia, tampoco  en la maraña en la que se ha ido convirtiendo el celo eclesiástico en todos los sentidos. Y todo esto lo expone la franqueza, que sabe que nada va a cambiar de fondo, porque lo que ha llegado hasta aquí, se ha mantenido por la fuerza de la intolerancia, y el poder infranqueable a la Bondad, que todo abraza y se hace humilde.
     
    Un abrazo grande, grande.
     

  • Pascual

    Veo que la raiz de esta “tira” es una protesta bien formulada y muy bien completada por otros, pero de pronto se introduce el “silencio” como otro método de oración. O sea, que la protesta se atasca; o sea, que no se sigue la linea de la protesta; o sea que no podemos protestar. Pues entonces apaguemos y sigamos tan panchos con lo que hay porque siempre quedará el silencio…¡Esto es la repera! ¡Antonio, ¿no sería conveniente reconducir un poco el desarrollo lógico, metodológico, de los intervinientes? Porque se habla de A y se concluye en z. Así no hay quien se entienda. ¿De qué estamos hablando?

  • M.Luisa

    Esta vez  no te entiendo muy  bien, querida Asun, porque   tanto la crítica que hace el autor con respecto a la necesidad de cambios en el lenguaje litúrgico,  como  los comentarios que van en esa línea, incluyendo el anterior mío, constituyen    precisamente todo un reclamo  para que en su actualización hermenéutica  se haga    inteligible la realidad por él significada.  Si  con el lenguaje se camufla la realidad, lo que queda es una abstracción que no necesita ser interpretada ni, en consecuencia  comprendida,  y por tanto toda esta experiencia vivencial que tú expresas tan bien  y que yo subscribo en su totalidad, no aludiría a algo real sino a algo meramente ilusorio. La comprensión es un fenómeno complejo fundado en la interpretación de los datos en sus conexiones de sentido. Esto hace que, por ejemplo, en  jesús  se pueda trascender entendiendo  a su  persona  mejor de lo que él se comprendió así mismo.
     
    Aprovecho la ocasión  para mandarte un abrazo!

  • Dracir Abad

    La noción de oración de intención que ya mencioné, en la que nada es dicho de palabra, implica que el corazón descanse en la esperanza. Y no hablo de novelerías. Hay montones de relatos testimoniales dispersos por la literatura cristiana (v.gr., Madeleine Delbrêl, Joseph Bouchaud, Louis Evely, Michel Quoist, Jacques Loew, Thomas Keating cssc, etc.) en la los textos reorientan la atención de la gente sencilla que va y viene, cansada del diario bregar y no pueden otra cosa que, bajo la dureza del agotamiento o el cansancio, abandonarse de alguna forma que otorgue sentido al día alienante que yace delante o que acaban de dejar en sus labores y poder creer, sentir y recordar a Jesús en su hacer y decir…con o sin su resurrección.
    Hubo un hombre bueno, Arzobispo de Cuernavaca (México) Sergio Méndez Arceo que fue malamente tratado desde poco después del Vaticano II por Pablo VI y peor aún durante el pontificado de Juan Pablo II, hasta su muerte en Morelos, México en 1992.
    Líder de la renovación de la Iglesia católica mexicana, trabajó “a tiempo y a destiempo” en favor de la población marginada de México, fue promotor de los necesarios cambios sociales y del fenómeno religioso creyéndoles necesarios para influenciar la evolución social de Latinoamérica y hacerla realmente participativa. Al efecto hizo una extraordinaria labor educativa o catequética acerca de la renovación de la liturgia católica, la oración del seglar, ha historia del significado de los templos y la importancia de hacer que la vida misma fuese eso “oración viva.
    Es este deseo o propósito el que caracteriza lo que modernamente ha sido re-propuesto, sacudiéndole el polvo de los siglos”. Me refiero al ideal de Benito de Nursia, “ora et labora” pero no exclusivo de él, como “oración de intención”.
    Hay un movimiento juvenil sionista (Bnei Akiva) que adoptó como lema  torah v’avodah, “Torah and work” inspirado en el mismo principio de que construir, laborar produciendo “in nomine Domine” es orar.
    Jesús mismo, según le atribuyen los relatos evangélicos, hizo del vivir lo más importante: (Mateo 25, 35-40ss).
     
     

     

  • mª pilar

    Estoy totalmente con Ana P.

    ¡Silencio…!  y ¡¡¡escucha!!!

    La Palabra se ilumina, cuando guardando silencio… escucho lo que me dice…

    ¡Y dice!

    La cháchara cotidiana pone de manifiesto la lejanía de todo aquello que nos sobrepasa por desconocido e intrincado.
     

    El silencio: Te pone frente a ti misma… luego en tu entorno, después se hace luz… desde la Palabra recibida desnudándola de toda carga…

    Con la intención de seguir “manipulando” a los corazones despistados, acomodados, ganados por otras “cosas” que enturbian  la mirada, el sentimiento, la razón, la capacidad de optar, para desde ahí,  decidir sobre mí vida, dado que esta es personal e intransferible.

    mª pilar

  • Asun Poudereux

    Os he seguido en los comentarios y nadie se ha parado en el silencio como oración, lo cual significaría muchas otras cosas ya integradas pero trascendidas, como, por ejemplo, esa necesidad imperiosa de hablar y hablar, sin parar, en lo exterior e interior, que refiere más a nuestros miedos e inseguridades que a la confianza en Lo Que Es, no entendiendo nada y menos comprendiendo lo que es hacer conscientemente Presencia, en la que nada falta ni sobra.  Y en la que al hacernos Uno con ella, la Totalidad o No-dualidad es  Consciencia, en la que todo es y somos.
     
    Por decirlo de manera gráfica, Jesús, hijo de su tradición, la superó integrándola y trascendiéndola en lo mejor de ella, no necesitando de Templo, convirtiéndose en el primero que utilizó el móvil en todas sus aplicaciones de conexión constante  inmediata y directa, en comunión abierta con todos y todas, sin excepción, en su interrelación con lo que llamó Abba y con todas las personas en las que lo veía y se reconocía, sin distinción de edad, sexo, pueblo o religión.
     
    La experiencia real de lo Uno en lo múltiple en la vida cotidiana queda mermada y erróneamente concebida, cuando se limita a los pertenecientes a una creencia concreta,  que venera en los templos, puertas adentro. Pero esa experiencia no-dual, realmente,  tampoco necesita de explicación, ni siquiera en palabras entendibles de este nuevo paradigma, sino tan solo  despertar a la comprensión de quienes somos siéndolo, de dejar que la mirada profundice más allá o acá de las formas  y de las separaciones aparentes y  constructas,  y descanse en la hondura  de ese no-lugar donde emerge la Consciencia de todo lo que es y somos.
     
    Es en el conocer que se es,  y la oración o comunión en términos religiosos es, en realidad, una manera de vivir o de ser, una meditación en atención plena y silencio constante ( no dejando que la mente actúe fuera de lo que es  su funcionalidad),  que se alinea con todo lo que es.
     
    Vivir esto en grupo y desde la niñez, el silencio que lo penetra todo y en todos,  se está haciendo ya en algunos colegios, siendo los niños los que lo demandan tras experimentar su interioridad o espiritualidad y, lo que es clave, esto, sensiblemente,  se refleja en su vida cotidiana personal y de interrelación.
     
    Muchas gracias.

  • M.Luisa

    Más que crear realidad,  yo diría que el lenguaje  arcaico, inmovilista,  crea en la realidad humana distorsiones conceptuales que desfiguran  la realidad,  en este caso  la realidad litúrgica. Leí a un comentarista,  en otro portal hace unos días, creo que fue  Isidoro, defendiendo a la ética eclesiástica y venía a decir que  ésta podía ser válida para aquellas personas que no quieren pensar  y que necesitan de un guía.  Me quedé estupefacta,  pero  no porque no sea cierto que lo es    sino porque tal connivencia al  realimentarse  y al autosatisfacerse por ambas partes impide avanzar dejando, en este caso,  el lenguaje litúrgico   tal como está, aunque haya habido por delante todo un  Vaticano II
     
    Yo soy de las antiguas  y eso del deseo de ir dejando atrás ese lenguaje de pastores y ovejas es un deseo que se ha  repetido mil veces aquí bajo diferentes formas y  sin embargo nada se ha movido!
     
    Todo ello produce una paradoja muy interesante de observar, porque  el lenguaje litúrgico arcaico (como todo lo abstracto) necesita de explicación cuando, en realidad, lo que en él se cobija sólo necesitaría de  comprensión. Se opta por la explicación  porque al no facilitar,  interesadamente,  interpretación  de sentido  se hace extraño que pueda haber   de ello  comprensión,   por lo que mejor  “me lo den pensado”.

  • Antonio Rejas

    El presente artículo es como una continuación de otro “espiritualidad sin templo”, también de Gil de Zúñiga. En aquél aboga por una espiritualidad laica, fuera de los templos, siguiendo las palabras y el buen hacer de Jesús. Es un primer paso para laicizar la oración y sacarla de los cánones establecidos por cualquier religión.
    Ahora hace una crítica razonada de la oración litúrgica, de su texto “arcaico y provocador”. En efecto, el lenguaje crea realidad. Si en los textos bíblicos y liturgia católica no se hubiese empleado expresión alguna con connotaciones beligerantes, tal vez no se habría producido conflicto alguno por motivos religiosos, al menos, desde el comienzo del cristianismo, siguiendo las palabras de Jesús “guarda la espada” (Mt. 26,52) en el momento de su detención.
    Cuando en la celebración eucarística se pide por el Papa, los obispos, etc. (incluido el nombre del primero y de los segundos) se detallan todos los grados de la jerarquía clerical para terminar con el pueblo santo de Dios. Me pregunto si los  nombrados por su cargo no forman parte de este pueblo santo. Sería suficiente pedir por ese pueblo santo para que todo él sea ayudado por su único guía que es el profeta de Nazaret.
    Es necesario ir dejando el lenguaje de pastores y ovejas porque Jesús usó tales términos para facilitar a sus seguidores la comprensión de sus palabras. Dice Joxe Aguerri que “Jesús no imaginó ninguna iglesia del futuro, ni pudo pensar que en ella fuera a haber pastores que mandan y ovejas que obedecen y que éstas  nunca pudieran elegir a sus pastores”.
    Con la liturgia actual de la iglesia no resulta fácil orar. La eucaristía, que es la principal oración de la iglesia, debería ser modificada en su formulación actual, flexibilizando su ritualismo decimonónico para dar más libertad de participación. En resumen, a Dios hay que sacarlo de la normativa religiosa hasta conseguir un Dios profano, no envuelto en un lenguaje estereotipado, ayudando con naturalidad a “sentir la presencia del Misterio en lo cotidiano”. Evitar que la experiencia divina esté al margen de nuestra realidad humana.
     

  • Pascual

    La verdad, Antonio e intervinientes, es que yo no sé como los que consideramos y se consideran “de arriba” no caen en la cuenta de los disparates que nos hemos de tragar cotra toda lógica cristiana en las diferentes liturgias en las que participamos. Tengo por norma salvaje siempre que estoy en misa y oigo disparates, al oir “es palabra de Dios” respondo “y un jamón” . Es que, como decís y probáis, se dicen tantas incongruencias que no sé cómo las “eminencias eminentísimas”  no caen en la cuenta de que siguen en un jardín de infancia, no como instructores sino como sujetos y empeñados sólo en lo lúdico. La cuestión es que el remedio a tal desmadre no está al alcance de la mano, no, y hay que tener muy buena voluntad, dejado el sentido crítico muy bien aparcado, de participar, sin contrariarse uno, en participar en la liturgia de la San Iglesia Católica Romana.
    El día de San Agustín, Antonio Espadaro dio una conferencia en el meeting de Rímini 2014. Está en Youtube. Sugiero que no se la pierdan porque toca también este tema. El título. La verdad es un encuentro.Saludo a todos

  • Ana Maria

    Mil gracias Antonio, no sabes el favor tan grande que me has hecho, te recomiendo que le eches una mirada, te gustará

  • ana rodrigo

    Mientras leìa este artìculo pensaba lo siguiente: si lo leyese un o una joven de este tiempo (no de quienes por influencia familiar viven fuera de su tiempo), alejados de cuestiones eclesiàstio-religiosas pensarìa, creo, que tanto el tema como la preocupación por el contenido, como el lenguaje, es cosa de gentes de otro planeta o de gentes extrañas. Metida en la piel de gente crìtica, como hace el autor, suena tan raro y tan disparatado!!!!!
    Si la Iglesia quiere futuro, debería darse muchìsima prisa en dar un giro de 180 grados en sus oraciones litùrgicas, entre otras cosas.
     
    PD. Ando fuera de mi ambiente, rodeada de familiares, y tengo dificultad para participar en atrio, pero os sigo, no me he perdido.

  • Dracir Abad

    Hay algo que suena mal en la expresión “orar con la Iglesia” porque se ora con la Iglesia cuando se está fuera de ella y los seglares no lo estamos. Por otra parte no parece posible esperar que los indiferentes o los no creyentes oren con la Iglesia aunque Martini demostró en su Cattedra dei non credenti que la oración de los no creyentes era real aunque fuera anónima y Thomas Keating ha arguído convincentemente que pueda haber una oración de intención cuando se desee orar y las circunstancias lo impidan.

  • Inmaculada Sans Tache

    Antonio Gil, tienes mucha razón. Es frecuente que nadie cuestione aspectos de la liturgia cotidiana tales como en la “misa”: “…esta víctima de reconciliación por cuya inmolación nos devolviste tu amistad…”. Es decir parece que Dios necesita que Jesús sea una víctima inocente que se “ofrece” por toda la humanidad y que ese dios es mucho peor que el más ignorante de los hombres. Ni siquiera nuestro sistema humano de justicia tiene ya hoy – afortunadamente-  esos presupuestos de “reparación” y venganza- sino de protección de la sociedad ante el delincuente que todavía no distingue entre el bien y el mal, de ejemplaridad para quienes igualmente están en esa situación, de posibilidad de reinserción en la sociedad. Y ciertamente es una constante en la vida de Jesús, en lo que parecen dichos probablemente auténticos, su capacidad de perdón incondicional basado en el amor y en la ignorancia e inconsciencia del ser humano que no lo hacen responsable de sus actos. Seguimos en la ” misa”: “…Roguemos para que este sacrificio mío y vuestro sea agradable a Dios todopoderoso…”.  La imagen que se desprende de muchas de las oraciones en la misa, son las de un dios al que hay que “aplacar” o “adular” para que no descargue su ira sobre nosotros muchas ocasiones: “…Dios todopoderoso y eterno tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna…”, “…no mires nuestros pecados sino la fe de tu Iglesia…” ( antes del Concilio se decía …sino nuestras súplicas) Jesús insiste, según los evangelios, en muchas ocasiones, sobre la infinita misericordia y comprensión de nuestra humanidad incompleta por parte de nuestro Padre. El dios del AT en algunos aspectos no ha sabido superarlo la liturgia ni la doctrina católica ( y otras iglesias cristianas). Esto viene desde el principio cuando algunos evangelistas ponen en boca de Jesús palabras que más parecen ser fruto del rencor o la rabia de predicadores que no eran escuchados o perseguidos después de su muerte: “…Quien no me reconociere delante de los hombres, yo tampoco lo reconoceré delante de mi padre..”, “…venid,  malditos de mi Padre al fuego eterno que os tengo reservado desde toda la eternidad..”, “…No temáis a los que matan el cuerpo, temed a Aquel que puede matar el alma…”,etc. ¿ Es éste el mismo Jesús que en el momento cumbre pide a Dios: “… perdónalos porque no saben lo que hacen…”?. Creo efectivamente que la jerarquía eclesiástica debería revisar muchas cosas para reconectar con el Jesús valiente, libre y liberador, entregado por la causa de la humanidad: el amor, la justicia humanitaria frente a la ignorancia, la inconsciencia, el egoísmo y el medio que nos pueden llevar al “reino de Dios y su justicia”.

  • Antonio Duato

    Gracias. Ana María Arquer, por esta útil sugerencia.

    Ese libro está traducido y publicado en Sal Terrae en 2009.

    El índice, prólogo e introducción en http://217.127.67.71/catalogo/pdf/ElLibrodelasHoras.pdf

    No lo conozco pero seguro que estará muy bien. La figura de Merton y su prematura ida siempre me ha impresionado. Se adelantó a los tiempos.

  • Ana Maria

    Hay un excelente libro “The Book of Hours” de Tomas Merton que es una selección de sus escritos en forma de oración de las horas litúrgicas. Cuatro al día, con himnos, salmos, lecturas, silencios, oraciones de intersección, para cada día de la semana, con un prologo muy bueno sobre la mística de Tomas Merton, lastima que no le he encontrado traducido al castellano. Lo tienen en Amazon  en papel y en e-book.
    A mi me lo recomendaron precisamente en una pagina web cisterciense  www.monasteriesoftheheart.org que tiene una sección dedicada a los orantes laicos que quieren seguir sus reglas desde la vida civil. El problema siempre es el idioma, ignoro si existe la misma organización en España o América Latina, se llaman oblatos cistercienses y funcionan o en grupos en lugares fijos o on-line.