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Matrimonio y familia en Vaticano II: candado a la apertura

Honorio2El tratamiento que dan al tema del matrimonio y de la familia los Padres del Vaticano II, en la Gaudium et Spes, contiene grandes principios muy válidos, universales y eternos, frente a concreciones que se ajustan a la teología del matrimonio de los últimos Papas, Pío XI, Pío XII, y demás. Una teología-ética pensada para un universo católico, europeo u occidental, como prefieran ustedes llamarlo…

Sorprende que el Concilio no valore ni subraye que los ministros del sacramento del matrimonio son los mismos contrayentes, algo que podría dar mucho juego y conducirnos a un protagonismo mucho más importante de los mismos en la definición y concreción de la vida matrimonial y familiar. Que podría conducirnos quizá a reconocer con Joxé Arregi que el sacramento, sin menospreciar el acto religioso con el que se celebra, tiene como sustancia y vehículo de la gracia el mismo amor dee los novios…

Hay una frase que hoy resulta difícil de asimilar. En el apartado 49, “Del amor conyugal” se dice: “Este amor, ratificado por la mutua fidelidad y sobre todo por el sacramento de Cristo, es indisolublemente fiel, en cuerpo y mente, en la prosperidad y en la adversidad, y por tanto, queda excluído de él todo adulterio y divorcio.” Punto! Rotundo pronunciamiento! No hay más que hablar del tema!

En las coordenadas actuales, despachar el problema del divorcio y del adulterio con una sentencia así, parece como un tanto cruel, difícil de entender, inhumano. La unidad e indisolubilidad del matrimonio es para un creyente un desideratum, un ideal, pero tal vez requieren una madurez humana, una inteligencia y sensibilidad de altísima calidad. ¿O no?

Pero donde quizá el Concilio Vaticano II se queda más bloqueado en tiempos pasados y encíclicas papales rancias es en el tema de la natalidad y la fecundidad. No sé si casi se podría decir que la Humanae Vitae de Pablo VI y los principios del Vaticano II son del mismo estilo. El tema de la natalidad a escala mundial, del riesgo de crecimiento que supere la capacidad del planeta,  de la necesidad de planificar la natalidad en función de los legítimos derechos de la mujer a una vida medianamente llevadera, no son suficientemente tenidos en cuenta.

Tampoco sé si el Vaticano II ata excesivamente y condiciona exclusivamente la moralidad de la vida conyugal en función de la procreación, dejando en un plano secundario, con un cierto acento maniqueo, el placer que de esta vida conyugal pueden recibir las parejas.

Tratamiento que, por cierto, deja fuera de circulación cualquier estudio o pronunciamiento sobre las parejas gays o lesbianas. El Concilio no conoce este tema…!no existe!

Tampoco sé si ese principio que consagra al hablar de la cultura, según el cual los teólogos y los creyentes deben repensar su fe en estrecha relación y diálogo con los avances de la ciencia, son tenidos en cuenta al hablar del matrimonio. Un médico, un investigador de la medicina, no es, creo yo, un servidor de la teología que le viene dada y precocinada, sino alguien que contribuye con sus descubrimientos a ensanchar los horizontes de esa misma teología. El Concilio Vaticano II reconoce este principio, pero creo que no lo aplica en este terreno…El apartado 51 que habla sobre “El amor conyugal debe compaginarse con el respeto a la vida humana” desbarra en el tratamiento del tema del aborto.

Es curioso cómo el Concilio valora la literatura y el arte como un método para acercarnos al conocimiento de la realidad, a la verdadera naturaleza de la persona humana y de sus problemas, y sin embargo pasa olímpicamente de las enseñanzas que podrían deducirse de un estudio de la literatura y el arte. Porque de amor y de vida en pareja y de sexo hay literatura para parar un tren. Y unos análisis muy profundos de la vida humana. ¿Por qué esos análisis no son tenidos en cuenta?

  • Sexualidad, matrimonio y familia en la Sagrada Escritura

Se me ocurre que el evangelio traza de alguna manera las líneass maestras dee la teología de estos temas en las figuras femeninas que aparecen en él, como estrellas fugaces: la Samaritana, la Mujer adúltera, la Sirofenicia, la Magdalena, Marta y María, la Hemorroísa…la hija del centurión, la mujer de Pedro, por encima de todas María, su Madre…quizá me dejo alguna. No me atrevo a abrir un comentario sobre todas estas figuras, lo dejo a la reflexión de ustedes, colegas atrieros.

En el otro hilo sugerí que los pronunciamientos de Jesús sobre el matrimonio están hechos en función de la mentalidad de los que le preguntan o escuchan, lo cual deja entender que quizá respetaba las distintas culturas que se regían en aquel tiempo y lugar. Y lo mismo se puede decir de los principios que proclama Pablo, creo yo.

  • Las figuras femeninas del Antiguo Testamento podrían quizá servirnos para orientarnos también.

Eva, la mujer de Lot, Sara y Agar (a propósito, el Corán hace una historia de Agar y Abraham muy diferente de la versión judía, en la cual Sara es la señora y Agar la esclava…¿por qué será?), Raquel, María, la hermana de Moisés, y la hija del Faraón que acoge a José, Betsabé, la madre de Salomón, Judit, Ester…No se me ocurre a botepronto qué podríamos sacar de todas estas figuras, si no fuese la diversidad de situaciones, la evolución del concepto de familia y de los derechos de la mujer a lo largo del Nuevo Testamento…el protagonismo de la mujer ene muchos momentos de la historia de Israel ( ¿saben aquel texto de ¿Quién encontrará a una mujer fuerte?, parafraseado por nuestro Fray Luis de León…

Decididamente, las religiones viven en un universo cultural machista cien por cien, y la cultura judía no es ajena a ese universo cultural.la conquista del equilibrio hombre-mujer y de una concepción humanizada de la vida sexual no va pareja con la evolución de las religiones, sino con el progreso, relativo progreso, de la humanidad. Uno diría que el diseño de la familia depende más de la ONU, de la Declaración de los Derechos humanos, que de la Teología o del Cristianismo. A no ser que haya que invertir los términos y reconocer que la Declaración de los Derechos humanos tiene sus raíces en los principios evangélicos sobre la dignidad del ser humano y su filiación divina, que bien podría ser…Claro que sin arrogarnos la exclusiva en esa filosofía-teología de la dignidad del ser humano y el sentido del sexo en la vida del ser humano.

  • La tragedia que sobrevuela desde siempre a la familia

Hay un aspecto que Pablo subraya en uno de sus textos sobre el sexo. Y es que el sexo, la relación hombre-mujer, no es solamente una fuente de placer, sino también de situaciones dramáticas, trágicas a veces, muy dolorosas. Hay novelas románticas, hay novelas de amor desgarradas…La teología y la pastoral ignoran quizá demasiado esa carga dramática y trágica del sexo y del amor, solo ven pecado o virtud…El Papa Francisco hace bien en volver los fosos sobre ese aspecto del sexo y el amor como problema, drama, tragedia. Precisamente por esa carga dramática y trágica del amor y el sexo, los pecados de amor deben ser objeto de una infinita comprensión. Y los esposos que se complican la vida en una relación a veces problemática y conflictiva, y en una fecundidad que es como un camino del calvario muchas veces, necesitan no solo comprensión, sino ayudas por parte de la sociedad. La pastoral no debe cargar la responsabilidad de la familia y la natalidad en los padres exclusivamente, ya dice el Concilio Vaticano que el bienestar de la familia es un quehacer de la sociedad entera.

14 comentarios

  • m. pilar

    Éso no lo arregla ningún sacramento, lo puede solucionar una buena estructura mental y humana.
     
    Hablar tanto de pecados y acciones pecaminosas, han contaminado la mirada natural de los seres humanos.
     
    Y así nos va… enredados en pecados y penitencias en lugar de intentar alcanzar un mejor conocimiento de nuestra humana naturaleza.
     
    !No avanzamos! Cada cual mirándose su propio ombligo…
    m pilar

  • m. pilar

    No hay aberración mayor, que la cláusula n. 3:
     
    “Proveer contra la impureza???”
     
    Seguimos peor que nuestros ancestros… La mujer para aliviar los impulsos incontrolados del varón.
     
    Éso no lo arregla ningun

  • Santiago

    EL HECHO de que durante los primeros siglos de la Iglesia, a la unión conyugal se le llamara “matrimonio” sin aludir expresamente al sacramento…no quiere decir que el matrimonio no fuera sacramento desde Jesucristo…Porque si el sacramento se define como “signos” escogidos por Jesus para incoar y celebrar la gracia, entonces el signo sacramental del matrimonio es el mas sublime de todos los signos, porque tienen su origen en el amor humano…Estos “signos” sensibles existen en el matrimonio…de la misma manera que en los otros 6 sacramentos de la Iglesia…Y asi “la materia” consiste en la mutua entrega de los cuerpos manifestada por “palabras o signos equivalentes” y la forma existe en la mutua aceptación de los cuerpos en el doble consentimiento…que se expresa de la misma manera….Es, pues, un contrato válido como  se nos relata en el Génesis 2:24, en que el hombre y la mujer se unen en “una sola carne”…por tanto, al Cristo elevar este contrato pre-existente naturalmente, a “sacramento”, consideró que la fuerza del contrato era tan fuerte, que era imposible disolverlo….ya que el “amor verdadero” perdura…Es por eso que Pablo compara el amor y la unión de Jesus por la Iglesia,…… con el amor del hombre y la mujer en el sacramento del matrimonio (Efesios 5: 23-24,31)…Como el amor no es un “mero” sentimiento físico, ni “una iluminación” breve y pasajera, sino que cala profundamente en el espíritu y que es permanente y duradero…. y reside mas bien en la voluntad…es por eso necesario este sacramento…es decir, la gracia de Dios…que sostenga esa unión hasta el final de la vida….para que este amor pueda dar realmente frutos y que “salte hasta la vida eterna”…Esta unión de cuerpos y de almas constituye un todo firme y estable, y que con esa gracia…. pueda sobrevivir las tragedias y los avatares de esta vida….hasta el final.
    Por eso los primeros cristianos “conversos” veían la dimension cristiana sacramental del matrimonio, aunque no lo designaran especificamente de esta manera….El matrimonio pues era celebrado de acuerdo con los costumbres sociales de la época…pero los cristianos primitivos reconocían que su matrimonio se transformaba por la gracia, y ellos vivían casados  “en el Señor”. No era sacramento porque se celebrara el matrimonio en una iglesia, sino porque, para ellos, reflejaba el mismo amor de Cristo por su Iglesia…Y como Cristo siempre fue fiel, el matrimonio “desde el principio” fue percibido como un compromiso incapaz de romperse voluntariamente….Poco a poco, la celebración del matrimonio pasó del control del estado al contecto de la liturgia de la Iglesia….que requería entonces la presencia de un sacerdote y 2 testigos. Pero los ministros del matrimonio siempre fueron los propios contrayentes…Y el matrimonio fue sacramento desde el principio
    un saludo cordial   de Santiago Hernndez   

  • oscar varela

    Hola!

    Dos cositas:

    1.- MATRIMONIO  como SACRAMENTO:

    Mi cita del Libro de R. Lenaers tenía un ítem 4.- (del que yo usé solo el inicio del texto)
    Copio ahora todo el ítem 4.- pues ahí trata de fechas y con un final humorístico-burlesco (un verdadero scherzo.

    Item 4.-A menudo se atribuye la indisolubilidad del matrimonio al carácter sacramental que tiene el matrimonio religioso celebrado en la Iglesia Católica. Pero esto es un error, pues esta Iglesia no llamó sacramento al matrimonio durante los primeros mil años de su historia, y sin embargo lo consideraba indisoluble en razón de la Biblia. Reconocía en el matrimonio sólo una institución social indispensable que ponía orden en la vida común de sus miembros.

    Se comienza a hablar del sacramento del matrimonio sólo a partir del siglo XIII. Naturalmente que no se lo menciona nunca como matrimonio en la Biblia, que para la Iglesia es la fuente de sus afirmaciones doctrinales.

    Solo una vez la Vulgata latina de la carta a los Efesios 5,32 traduce equivocadamente la palabra griega mysterion con la latina sacramento. Sólo en el siglo XIII la jerarquía comenzó a celebrar el matrimonio y su validez con una fiesta sacramental y a promulgar reglas estrictas para guardar esta validez. Desde entonces, tratándose de católicos, se da matrimonio canónicamente válido sólo cuando se han observado todas esas reglas al aceptarse mutuamente como esposos.

    (scherzo) Esto lleva a que sucedan cosas curiosas, como la siguiente: una pareja le pide a un sacerdote amigo que presida la celebración de su matrimonio, pero este sacerdote omite pedirle el poder o jurisdicción correspondiente al párroco del novio o de la novia, quebrantando así una de las reglas de la celebración. En este caso, aunque se hubieran cumplido todas las demás reglas, el matrimonio es inválido. La pareja vive en concubinato, pensando que están casados…
    ……………………………
     
    2.- Amor carnal
     
    ¿No sería lo que llamamos CARIÑO?
     
    Y entonces: ¿Puede haber Amor humano que no sea “carnal”?
    …………………………
     
    ¡Voy todavía! – Oscar.

  • Román Díaz Ayala

    Honorio,
    es del todo conocido que la mentalidad occidental nacida de la concepción griega del universo físico, ha tendido en lo espiritual siempre al maniqueísmo, al desprecio de la materia frente al espíritu,
    El pensamiento cristiano ha intentado siempre, envuelto en esa mentalidad, sublimar, las pasiones y sentimientos, en especial el amor físico, manteniendo esa dualidad, mediante una espirtualidad escapista.
    En ese contexto, debes interpretar mis palabras, máxime cuando yo he querido recalcar que en la moral tradicional se citaba como tercer fin del matrimonio un remedio contra la concuspicencia.(puedes traducirla por amor carnal, el eros de los griegos)
    El sacerdocio mediador de la Iglesia Católica está dotado de una series de poderes y los sacramentos son una base primordial de la pastoral de cristiandad, o pastoral sacramental. Son los siete sacramentos uno de los signos distintivos del Catolicismo
    Romano. En prácticamente todos los sacramentos el sacerdote actúa como agente, e incluso en el Matrimonio, aunque los contrayentes sean sus ministros, el sacerdotes es el notario eclesiástico cualificado y quien bendice la unión (Luego existe una casuística en el Derecho Canónico para situciones extraordinarias que no vienen al caso mencionar)
    Acúerdate, Honorio, que la Iglesia tiene una Teología Oficial, y que es lo mismo que destila el catecismo, donde vienen muy bien explicitados los sacramentos. EL Magisterio está ceñido a su contenido.
    Desde el Concilio vamos tan por libre, que a veces olvidamos esas circunstancias que todavía pesan en el común del pueblo católico.
     
    roman

  • h.cadarso

      Creo que es de todos bien sabido que hoy en nuestro país la gente se casa por lo civil o por lo religioso, o sencillamente no se casa, se junta y san seacabó. En principio, las diversas fórmulas están en función de las ventajas que pueda reportarles su elección de cara a la declaración de la renta…O bien, cuando se quedan viudos o viudas, para no perder el subsidio o la paga de la viudez, se “arrejuntan” y ella o él siguen cobrando la viudez, y las ayudas que la Beneficencia les haya concedido. Hay toda una picaresca en torno a la formación y vida de las parejas. Y una conjuración de silencio, de manera que todo el mundo sabe que son pareja, pero todo el mundo hace la vista gorda.
      Y yo me pregunto cuál es la respuesta pastoral a este mosaico de situaciones tan dispares, tan variadas, tan “picarescas”…Y desde luego les deseo a todas las parejas la máxima felicidad, pero con el debido respeto a los derechos de los demás. Aquí cabemos todos.
      No te entiendo del todo, amigo Román…Me suena un tanto fuerte lo de amor carnal…en mi concepto el amor es siempre amor, y es algo que se hace con el cuerpo y con el alma. Además del amor, en la relación de los sexos hay el sexo sin amor, pero yo a eso no lo llamo amor carnal, tiene otros nombres muy vulgares más apropiados quizá.
      Tampoco entiendo lo de los siete sacramentos. ¿Es dogma de fe que son siete? ¿Dónde está ese capítulo V del que hablas?
      Oscar, lo de los precolombinos no estaba del todo mal; ya ves, aquí desde siempre las gentes hacen algo parecido. Yo no esperé a unirme a mi mujer ni a celebrar el matrimonio civil ni mucho menos al matrimonio religioso, que Pablo VI se resistía a autorizarme. Solo con una política de hechos consumados conseguí que la Santa Madre Iglesia accediese a bendecir nuestra unión. Para entonces ya tenía a la espera un hermoso para de gemelas. Y de paso había rescatado del aborto a una de una amiga cuyo padre, senegalés, se había lavado las manos…
      Que no, que hay que poner el reloj a la hora del mundo…
     

  • ana rodrigo

     
    ¿Y qué nos hace pensar que de 2450 (los padres conciliares) varones y célibes pueda salir la normativa más adecuada?
     
     
    ¿Cuándo vamos a despertar de la pesadilla de que el matrimonio NO es cosa SÓLO de hombres, además, célibes, y donde la mujer no cuenta a la hora de pensar o repensar el matrimonio, o moralizar o dogmatizar, o…?
     
    ¿Por qué la doctrina eclesiástica o la teología moral del matrimonio ha de ser un referente moral para las parejas, cuando ha sido elaborada exclusivamente desde cerebros masculinos y hemos sido excluidas las mujeres?
     
    ¿Por qué la tradición eclesiástica va a tener valor alguno habiendo nacido de mentes machistas y patriarcales por tradición? ¿Y qué saben de sexo real, si es que es cierto que son célibes? ¿Y qué saben de hijos e hijas como para condenar la planificación familiar según las necesidades de cada pareja? ¿Por qué no se callan?
     
    Aunque parezcan redundantes estas preguntas, no lo son, y si lo fueran, me daría igual, habría que reduplicarlas por tantos millones como mujeres silenciadas y víctimas hay en el mundo.
     
    De ahí los consejos de confesonario o los del obispo de Granada: “hija, sé paciente, obedece, sé sumisa, perdona, acógelo y perdónalo aunque sea un cabronazo, tú debes ser el colchón de su estrés laboral, eres el sostén de la paz familiar, etc. etc. etc.…” Uffffff!
     
    El matrimonio o la convivencia entre dos personas se basa en el respeto y en el amor, y, como estas cuestiones son cosas de dos, cuando falla en una de las partes o en las dos, lo demás sobra, las doctrinas, los consejos y demás moralinas son como el agua y el aceite, que por más que las remuevas, nunca se mezclarán.
     
    Mientras el magisterio eclesiástico esté exclusivamente en manos de hombres, mientras estemos excluidas las mujeres de la palabra, mientras la moral matrimonial salga de cabecitas célibes, mientras esté en manos de hombres que deciden a su libre albedrío sobre la nulidad (con mucho dinero bajo cuerda, lo afirmo porque lo sé) del matrimonio y condenan hipócritamente el divorcio sin saber qué está pasando a cada contrayente, pasemos página de Vaticanos segundos y demás monsergas.

     

    Que firmen ya de una vez la Declaración de DDHH y acepten la igualdad de hombres y mujeres a todos los efectos, eso es lo primero que debieran hacer los jerarcas eclesiásticos antes de ir a un Concilio a decidir desde “su mundo”, no desde el mundo real.

  • oscar varela

    (continuación)
    Comentario OTRO: Lo que piensa Roger Lenaers en su reciente Libro: “AUNQUE NO HAYA UN DIOS AHÍ ARRIBA –Vivir en Dios, sin dios”-, en su Cap. 5: “¿INDISOLUBLE?”, que es un Corolario del Cap. 4: “UNA ÉTICA SEXUAL DE CREYENTES MODERNOS”-

    Seis consecuencias se siguen de las reflexiones expuestas en el Capítulo 5.
    1.- Cuando el amor se muere, el divorcio es un paso fundamentalmente razonable. El presupuesto es que se haya sido honesto en el esfuerzo intenso por rescatar el amor y mantenerlo vivo.
    Desde el siglo IX los jerarcas permiten a lo más “que los cónyuges se separen corporalmente”, es decir, que no sigan compartiendo lecho y mesa. Pero pretenden mantener la ficción de un matrimonio. La razón de su nerviosismo es la honra mítica de la Biblia cuyas palabras son consideradas como viniendo de Dios.
    Pero si se abandona esta forma de pensar mitológica sobre el problema, entonces toda la concepción y la práctica eclesiástica pierde sostén.

    2.- A pesar de todos los anatemas, un nuevo matrimonio tras el divorcio civil puede ser razonable y bueno, si lo que le importa a la nueva pareja es proteger su deseo de llegar a unirse existencialmente. Ninguno de la pareja puede ser señalado como pecador público; por el contrario, ambos tratan de tomar en serio el encargo divino de la humanización.

    3.- La doctrina eclesiástica sostiene que la indisolubilidad es inherente al matrimonio y pertenece a su esencia. Lo que pertenece a la esencia del matrimonio no puede borrarse de él. (Sin embargo las casuísticas vistas en e cuerpo del Capítulo) permiten pensar razonablemente que la indisolubilidad no es una propiedad inherente al matrimonio. Los jueces eclesiásticos están persuadidos de que sólo la muerte puede separar un matrimonio, y que quien se atreve a casarse tras un divorcio civil se convierte en pecador público. Tal manera de ver las cosas no se sostiene ante una crítica creyente, así como tampoco tiene sentido armar un plan de cuidado pastoral distinto para gente que se ha vuelto a casar.

    4.- A menudo se atribuye la indisolubilidad del matrimonio al carácter sacramental que tiene el matrimonio religioso celebrado en la Iglesia Católica. Pero esto es un error,

    5.- La jerarquía puede negarse a reconocer un matrimonio civil, pero su negativa no cambia nada de la realidad social, porque la Iglesia no sigue siendo quien configura esta realidad, como pudo serlo antes. Un matrimonio civil cumple con todas las condiciones culturalmente vigentes para que se pueda hablar de matrimonio, esto es, que un hombre y una mujer, ambos solteros y capaces de contraer matrimonio, se prometan fidelidad delante de dos testigos y del representante autorizado de la sociedad. Igualmente, la jerarquía puede prohibirles un nuevo matrimonio religioso a los divorciados, pero, si la pareja comparte las ideas de este libro, no debe preocuparse demasiado de tal prohibición.

    6.- Una última advertencia respecto a la palabra adulterio. No es una palabra neutral, sino que está emocionalmente cargada de reproches. Tal vez porque estaba vinculada con el pecado mortal y la pena del infierno en el más allá. La connotación de un reproche es correcta en sí misma.

    Pero para seguir teniendo sentido en la modernidad, debe relacionársela primeramente con el mayor valor absoluto del amor. Este valor no es penúltimo para los creyentes modernos, sino último y por tanto el más importante. Fuera del contexto del amor, el reproche sigue siendo solo la voz de un súper-yo prohibicionista, sobreviviente del rechazo del placer sexual que ha impregnado a la iglesia. En este caso, el reproche no tiene nada que ver con la entrega confiada y amorosa al amor originario de Dios que actúa en nosotros.

    Muchos no pueden formular claramente por qué el adulterio es “pecaminoso”. Para ellos solo existe el reproche social. Hoy se lo suele minimizar llamándolo “desliz”. Signo de que ya no se toma tan en serio la antigua condenación del adulterio: se ha vuelto un espantapájaros.

    Toda la ética sexual premoderna participa por lo demás en este destino. Un mandato divino que se mueve en el aire enrarecido del mundo sobrenatural ha perdido su fuerza. Sin embargo, adulterio e infidelidad siguen siendo condenables. Pero no lo son por causa de alguna prohibición divina, sino porque hieren la intimidad del amor construido por una pareja. Es una realidad mundana cuya santidad e intangibilidad queda clara sin necesidad de mayores explicaciones.
     
    ………………………………..

  • oscar varela

    Hola!

    El curerío y su estructura son cosas buenas;
    Buenas, pero no serias; porque más “beatas” que “humanas”.
    Una especie de “analfabetismo-anacrónico” en las cosas de la vida,
    pues éstas siempre son “las de HOY” o de “nuestro tiempo”.
    ……………..

    En torno a lo de Honorio “Matrimonio y Familia
    Pongo a consideración 2 Comentarios:

    UNO: es la “Costumbre” ancestro-comunitaria de los Pueblos Andinos: el SIRVIÑACO.

    OTRO: Lo que piensa Roger Lenaers en su reciente Libro: “AUNQUE NO HAYA UN DIOS AHÍ ARRIBA –Vivir en Dios, sin dios”-, en su Cap. 5: “¿INDISOLUBLE?”, que es un Corolario del Cap. 4: “UNA ÉTICA SEXUAL DE CREYENTES MODERNOS”-
    ………………………………….

    Comentario UNO: SIRVIÑACO.

    Una tradición quechua muy arraigada era el sirviñaco, también llamado tanta qhatu o unión de hecho, como siglos después diríamos los occidentales.

    La china (muchacha) y el huayna (joven) se juntaban para vivir en común.

    Si la cosa funcionaba y había buen entendimiento, se procedía posteriormente al matrimonio o ceremonia solemne.

    La cosa es que llegó el clero católico con los conquistadores y, con tanto celo como poco tacto, intentaron cargarse esta costumbre a la que llamaban concubinato.

    El caso es que la institución del sirviñaco no era ninguna tontería y garantizaba la estabilidad matrimonial entre la población campesina.

    Está muy conseguido ese modo indígena de expresarse que habla el castellano con construcciones propias del quechua, además de confundir entre sí las diversas vocales. Como decía aquella conocida copla boliviana: “Si mi querís/ no mi queres/ avísame con tempranito/para poderme buscar una chola/ de otros barrios más mijores
    ……………………………..

    http://www.letrasmania.com/letras/letras_de_canciones_inti-illimani_1520_letras_canto_de_pueblos_andinos_10241_letras_sirvinaco_118397.html

    Sirviñaco :


    Yo t’hei dicho nos casimos,
    vos diciendo que tal vez;
    sería bueno que probimos
    m’a ver eso qué tal es.

    Te propongo sirviñaco,
    si tus tatas dan lugar
    p’a l’alzada del tabaco
    vámonos a trabajar.

    T’hei comprar ollita nueva,
    en la feria ‘e Sumalao,
    es cuestión de hacer la prueba
    de vivirnos amañaos.

    Y si tus tatas se enteran,
    ya tendrán consolación,
    que todas las cosas tienen
    con el tiempo la ocasión.

    Y si Dios nos da un changuito
    a mí no me ha de faltar
    voluntad pa andar juntitos
    ni valor p’a trabajar.

    Te propongo como seña
    pa’ saber si me querís
    cuando vas a juntar leña
    sílbame como perdiz.
     
    …………………………………

  • Román Díaz Ayala

    El matrimonio cristiano está considerado por la Iglesia como uno de sus siete sacramentos.
    La doctrina sacramental es de construcción teológica. Para la Iglesia son un instrumento de santificación instituidos por Jesucristo.
    Pero, claro; existe la realidad de que tanto el matrimonio, como el sacerdocio levítico eran instituciones sociales existentes antes del nacimiento de Jesús.
    Puedo permitirme no considerar el matrimonio eclesiástico como un sacramento,salvo que se me enseñe una doctrina sacramental distinta a la que tradicionalmente se exponía con sus tres fines: 1- la procreación, 2- el mutuo amor y 3- ( ya olvidado tras el Concilio) proveer un remedio contra la impureza
    Sabemos que el matrimonio es la institución nuclear de toda sociedad, pues es el núcleo original de la familia, y que en toda sociedad se rige por un contrato natural. Viene como parte substancial de la humanidad misma (El humano como ser cultural) y por lo tanto podemos decir que existe desde los mismos principios u orígenes.
    Por tanto, es la sociedad primero la que tiene que organizar e institucionalizar jurídicamente las bases del matrimonio.
    ¿Y del matrimonio cristiano, Qué?
    El matrimonio sacramental necesitó  para su apoyo teológico un fundamento del texto Novotestamentario para crear doctrina, y la encuentra en Efesios 5,32, porque la Vulgata traducía del griego “mysterion”, por “sacramentum”.
    La teología que vino después, advertida esta equivocación, lo sustenta en todo el capítulo 5. Jesús promovió el matrimonio a sacramento por ser perfecta imagen de la unión de Cristo con la Iglesia.Esa unión es la que confiere la gracia.
    No me extraña en lo absoluto, que a San Pablo muchos le rechasen, si de sus palabras sacamos continuamente lo que nunca ha querido decir.
    Pablo quiere explicar cómo es el amor de Cristo a su Iglesia, y utiliza el matrimonio como modelo. Es el amor de los esposos el que inspiró a Pablo a explicarnos cuál era el amor de Jesús a la Iglesia ( a nosotros)
    así que lo siento muchos por quienes tanto insisten en considerar que su amor mutuo nace de la gracia como un símbolo sacramental, es tan carnal como todos los amores de todos los matrimonios del mundo.
    Todavía otra cosa: en los tres primeros siglos del Cristianismo los matrimonios se disolvían apelando a las leyes civiles del Imperio, que permitían la alegación de infidelidad conyugal.
    roman

  • h.cadarso

      Perdone, señor Delahuerta; una cosa es decir como digo yo que el bienestar de la familia es un quehacer de la sociedad entera, no solo de los esposos, ni solo de las personas individualmente, y otra muy diferente es decir que se insinúa que la familia es o debe ser planificada desde el gobierno…Hoy por hoy, se me ocurre que el estado debe garantizar a las madres un tiempo para los primeros meses y años de vida de sus hijos, una guarderías para cuidar a los niños mientras ellas trabajan fuera del hogar, un sistema escolar eficiente, una seguridad social…Vamos, algo parecido a lo que ofrece el estado en los países escandinavos…

  • George R Porta

    De todas las dimensiones interpersonales no hay ninguna tan extraordinariamente cargada de “tabú” como aquella que va ligada al poder de crear la vida aunque esa no sea en la práctica su único propósito.
     
    No hay nada en la experiencia humana que compita exitosamente con la sexualidad y la vida de la pareja, la cual según el CIC, las más escueta de las expresiones eclesiásticas al respecto, reconoce que esté encaminada a procurar primero el bien de la pareja y después el de la prole. Así, cualquier que sepa de estos asuntos sabe que los juegos y rejuegos que poco a poco, in crescendo, potencian la subida hasta el clímax íntimo son parte legítima e intrínseca de esa ecuación matrimonial, que no puede estar razonablemente limitada a la aséptica función de impregnar el óvulo y punto.
     
    No importa cuán espinoso sea el tema para los solteros vaticanos, la pareja puede valuar menor porque la conoce inmediatamente, cuál sea el significado, la dignidad y la calidad de la satisfacción con la cual la intimidad adulta y adecuada  promueve y avanza la vida matrimonial.
     
    Las deidades de la maternidad son posiblemente las más antiguas—Venus de Hohle Fels, Alemania, cerca de 40.000 años—lo que sugiere la importancia de la sexualidad y la maternidad para la humanidad y lo religioso, por lo tanto lo moral. Nada hay más tóxico que la infatuación del enamorado o enamorada, ni nada más físicamente expansivo que la onda de calor que abrasa los cuerpos que buscan la intimidad máxima que induce a abandonarse a lo sensual y olvidarse de los razonamientos. Pero todavía está por demostrarse que lo uno o lo otra sea de origen diabólico o materia de exorcismo excepto por parte de alguna mente enferma
     
    La teología moral no ha tomado nota del avance de la ciencia y la experiencia de estas realidades humanas y ha seguido cultivando la percepción de que el cuerpo, quizás por el hecho de que se corrompa tan rápidamente a lo largo de la vida y después en cuanto cesa la respiración y hasta antes, constituya una parte mala de la persona en comparación a la vida. Una concepción inmaculada en realidad no es imprescindible para que Jesús sea quien es. De hecho ese factor lo hace más bien un ser anormal.
     
    Desde el punto de vista psicológico la conducta sexual es la más natural de las “debilidades” aunque desde el punto de vista moral sea lo contrario. No poca influencia tienen en el pensar cristiano los rituales judíos e islámicos prescritos para garantizar la pureza de la mujer y el marido antes y después de tener intimidad por medio de abluciones, inmersiones, etc. que posiblemente fueran originalmente simplemente medidas que pudieran  garantizar la asepsia.
     
    Desde que el mundo es mundo y en las especies animales mamíferos más desarrolladas como en la raza humana, la expresión de la sexualidad ha sido variada y la soledad nunca ha sido buena consejera para mantener satisfechas las necesidades sexuales tanto heterosexuales cuanto homosexuales. Sade y su congéneres son manifestaciones más bien patológicas atípicas. Para la mayoría de las personas hay una distinción clara entre placer y displacer que no debieran engendrar juicios morales tan cargados de tabúes culturales.
     
     Quizás haya llegado el momento en que los curas que son solteros profesionales, y hayan escogido voluntariamente algo que se atribuye a Jesús, haber reconocido aquello de “hacerse eunucos” por el Reino de Dios…y…“que quien lo pueda entender que los entienda” (Mateo 12, 19), pues que se ocupen de su teología del celibato y dejen que las parejas diseñen y desarrollan su propia antropología del matrimonio y la teología correspondiente. Hasta ahora el estado de la familia demuestra que el magisterio ha fallado en su empeño de escribirla y enseñarla y la mejor evidencia es que el Papa, 20 siglos después, aún necesita averiguar cuál sea el estado de la cuestión.  

  • Antonio Vicedo

    También en el campo de las relaciones familiares y en el de la sexualidad concomitante, o no, a ellas, habría que no marginar ni minimizar la carga de fondo lanzada por Jesús a la profundidad del problema relacional entre Religión y Humanidad, al proclamar nítida y categóricamente en su ambiente israelita:
    ” El hombre (=ser humano) no es para el Sábado, sino el Sábado es para la Humanidad-“
     
     
    Esto, con la diferenciación de calidad y posibilidad de comportamiento sexual humano respecto a las otras especies naturales sexuadas, esta permitiendo, y aún libre y responsablemente condicionando, la sexualidad relacional dentro de lo que se considera uso, o abuso,como en la práctica de cualquiera de las capacidades humanas regaladas naturalmente por el Creador a los seres humanos.
     
     
    Creo, sinceramente, que sobre este campo, y por muy diversas causas algunas intimamente relacionadas con el abuso de poder machista, la teología moral y las normativas de casi todas las religiones, no se ha desarrollado en coherencia con el humanismo testimoniado y proclamado por Jesús, ni acreditado por el proceso de madurez humana a impulsos de la racionalidad, libertad y responsabilidad personales.
     
     
    En épocas de estricta represión nacional-católica, cuando el clero, como voz y manos alargadas de la Jerarquía, ponían tanto empeños en concentrar pecados y riesgo de condenación eterna a las faltas contra normativas sexuales y absurdas censuras, oí decir a gente muy sencilla y muy noble, honrada y creyente practicante:


    “- Los santos en los altares se destornillan de risa, al ver que Dios ha creado los chicos para las chicas.”
     
    ¿Cómo se ha llegado a, y perdura que la prostitución personal
    se concentra y limita al campo sexual, cuando hay tantos modos en, y por los,  que se ataca la verdadera integridad y realidad de la persona al robarle su condición de libertad, responsabilidad y carácter inalienable de sujeto igualitario por cualesquiera actitudes de abuso?

  • Delahuerta

    “…el sacramento, sin menospreciar el acto religioso con el que se celebra, tiene como sustancia y vehículo de la gracia el mismo amor dee los novios…”       …de lo cual se deduce  que no queda ” fuera de circulación cualquier estudio o pronunciamiento sobre las parejas gays o lesbianas.
    “La pastoral no debe cargar la responsabilidad de la familia y la natalidad en los padres exclusivamente, ya dice el Concilio Vaticano que el bienestar de la familia es un quehacer de la sociedad entera.”  O sea, la familia planificada desde el gobierno.
    Son sólo acotaciones del texto.