En una cena de una escuela de niños con capacidades especiales, el padre de un estudiante
pronunció un discurso que nunca Será olvidado por las personas que lo escucharon.
Después de felicitar y exaltar a la escuela y a todos los que trabajan en ella, este padre hizo una pregunta: ‘Cuando no hay agentes externos que interfieran con la naturaleza, el orden natural de las cosas alcanza la perfección.
Pero mi hijo, Herbert, no puede aprender como otros niños lo hacen.
No puede entender las cosas como otros niños. ¿Donde está el orden natural de las cosas en mi hijo?
La audiencia quedó impactada por la pregunta.
El padre del niño Continuó diciendo: ‘Yo creo que cuando un niño como Herbert, física y mentalmente discapacitado viene al mundo, una oportunidad de ver la naturaleza humana se presenta, y se manifiesta en la forma en la que otras personas tratan a ese niño’.
Entonces contó que un día caminaba con su hijo Herbert cerca de un parque donde algunos niños jugaban baseball. Herbert le preguntó a su padre:
‘¿Crees que me dejen jugar?’
Su padre sabia que a la mayoría de los Niños no les gustaría que alguien como Herbert jugara en su equipo, pero el padre también entendió que si le permitían jugar a su hijo, le darían un Sentido de pertenencia muy necesario y la confianza de ser aceptado por otros a pesar de sus habilidades especiales.
El padre de Herbert se acercó a uno de los niños que estaban jugando y le preguntó (sin esperar mucho) si Herbert podría jugar.
El niño miró alrededor por alguien que lo aconsejara y le dijo: Estamos perdiendo por seis carreras y el juego esta en la octava entrada. Supongo que puede unirse a nuestro equipo y trataremos de ponerlo al bate en la novena entrada’.
Herbert se desplazó con dificultad hasta la banca y con una amplia sonrisa, se puso la camisa del equipo mientras su padre lo contemplaba con lágrimas en los ojos por la emoción.
Los otros niños vieron la felicidad del padre cuando su hijo era aceptado.
Al final de la octava entrada, el equipo de Herbert logró anotar algunas carreras pero aún estaban detrás en el
marcador por tres.
Al inicio de la novena entrada, Herbert se puso un guante y jugó en el jardín derecho.
Aunque ninguna pelota llegó a Herbert, estaba obviamente extasiado solo por estar en el juego y en el campo, sonriendo de oreja a oreja mientras su padre
lo animaba desde las graderías.
Al final de la novena entrada, el equipo de Herbert anoto de nuevo. Ahora con dos ‘outs’ y las bases llenas la carrera para obtener el triunfo era una posibilidad y Herbert era el siguiente en batear.
Con esta oportunidad, ¿dejarían a Herbert batear y renunciar a la posibilidad de ganar el juego? Sorprendentemente,
Herbert estaba al bate.
Todos sabían que un solo ‘hit’ era imposible por que Herbert no sabia ni como agarrar el bate correctamente, mucho menos pegarle a la bola.
Sin embargo, mientras Herbert se paraba sobre la base, el ‘pitcher’,reconoció que el otro equipo estaba dispuesto a perder para permitirle a Herbert un gran momento en su vida, se movió unos pasos al frente y tiro la bola muy suavemente para que Herbert pudiera al menos hacer contacto con ella.
El primer tiro llegó y Herbert abanicó torpemente y falló.
El ‘pitcher’ de nuevo se adelantó unos pasos para tirar la bola suavemente hacia el bateador.
Cuando el tiro se realizó Herbert abanicó y golpeó la bola suavemente justo enfrente del ‘pitcher’.
El juego podría haber terminado. El ‘pitcher’ podria haber recogido la bola y haberla tirado a primera base.
Herbert hubiera quedado fuera y habría sido el final del juego. Pero, el
‘pitcher’ tiró la bola sobre la cabeza del niño en primera base, fuera
del alcance del resto de sus compañeros de equipo.
Todos desde las graderías y los jugadores de ambos equipos empezaron a gritar ‘Herbert corre a primera
base, corre a primera’ nunca en su vida Herbert había corrido esa distancia, pero logro llegar a primera base. Corrió justo sobre la línea, con los ojos muy
abiertos y sobresaltado.
Todos gritaban, ‘¡Corre a segunda!’ recobrando el aliento, Herbert con dificultad corrió hacia la segunda base.
Para el momento en que Herbert llegó a segunda base el niño del jardín derecho tenia la bola…el niño mas
pequeño en el equipo y que sabia que tenia la oportunidad de ser el héroe del día.
El podía haber tirado la bola a segunda base, pero entendió las intenciones del ‘pitcher’ y tiro la bola alto, sobre la cabeza del niño en tercera base.
Herbert corrió a tercera base mientras que los corredores delante de el
hicieron un circulo alrededor de la base.
Cuando Herbert llegó a tercera, los niños de ambos equipos, y los espectadores, estaban de pie gritando ‘¡corre a
‘home’! corre’.
Herbert corrió al ‘home’, se paró en la base y fue vitoreado como el >héroe que bateó el ‘grand slam’ y ganó el juego para su equipo. ‘Ese día’, dijo el padre con lágrimas bajando por su rostro,’los niños de ambos equipos ayudaron dándole a este mundo un trozo de verdadero amor y humanismo’.
Herbert no sobrevivió otro verano. Murió ese invierno, sin olvidar nunca haber sido el héroe y haber hecho a su padre muy feliz, haber llegado a casa y ver a su
madre llorando de felicidad y ¡abrazando a su héroe del día!
UNA PEQUEÑA NOTA PARA ESTE MENSAJE:
Todos nosotros mandamos cientos de bromas por correo
electrónico sin pensarlo dos veces, pero cuando nos llega un mensaje sobre las opciones de la vida, la gente duda.
Lo crudo, vulgar y a veces obsceno circula libremente por el ciberespacio, pero las discusiones públicas sobre decencia son comúnmente suprimidas en nuestras escuelas y lugares de trabajo.
Si estas pensando en reenviar este mensaje, existe la posibilidad de que estés pensando en las personas en tu libreta de contactos que no son las ‘apropiadas’
para este tipo de mensajes. Bueno, la persona que te envío esto piensa que todos juntos podemos hacer la diferencia. Nosotros tenemos miles de oportunidades
cada día para ayudar a que se realice ‘el orden natural de las cosas’.
Tantas interacciones entre personas aparentemente sin significado, nos presentan una elección: podemos transmitir una pequeña chispa de amor y humanismo
Un hombre muy sabio dijo una vez que toda sociedad es Juzgada por como trata a los menos afortunados entre ellos.
‘La persona más rica no es la que más tiene, sino la que menos necesita’. —
()´´´´()
( ,´o´)
(´´)(´´)
No olvides que la causa de tu presente es tu pasado
así como la causa de tu futuro será tu presente… |
Querido y recordado Honorio: ya he dicho aquí que lo que motiva mi ausencia (aparente, porque los sigo aunque no entre a opinar) son mis limitaciones intelectuales. En cuanto a informaciòn, digo. Obviamente elaboro mis conclusiones que Dios sabrá si son acertadas o no. Un abrazo
!Qué bueno que te asomas a Atrio, Teresita, qué bonita tu historia, y ese ramillete de comentarios tan sentidos que has despertado con ella! A mí me gustaría que te asomases a este balcón de Atrio con más frecuencia: a veces es bueno que el sol se asome por entre los nubarrones…
Buenos días, Teresita. Buenos días, ATRIO.
Preciosas experiencias, Teresita, que a mí me sirven para intentar mejorar. Dicen que todo se pega ( menos la belleza) y el contacto con personas como vosotros me ” contaminó” de forma tan positiva que no estoy dispuesto a tomar tratamiento contra la ” contaminación” de Teresita y su Baskito. Mi esposa te manda el mayor de los abrazos que consigue. Ya sabes que es pequeñita, pero fuerte como una hormiga. ( a Marco aún n0 me he atrevido a comunicarle lo de Josema.)
La idea de mandar la ” historiuca” se desarrolló más o menos así:
Teresita, que conoce perfectamente el caso de mi familia, me la mandó por correo personal. Inmediatamente le contesté que la historia era tan bella que tenía posibilidades de sacar lo mejor de nosotros en ATRIO .( me refiero a los-las comentaristas en general) Se la mandó a Antonio y ATRIO se ha hecho eco inmediato, lo cual agradezco un montón.
En mi respuesta a Teresita le dije algo así como que ” al menos saldríamos un poco de los asuntos de Bergóglio y de su ICAR”
Por lo cual, Jabitxu, si vuelves a nombrar al tal Bergóglio en éste hilo, te haré algo peor de lo que te amenazó Sergio Delbessio.
Mi mejor golpe es ” el gancho de IZQUIERDAS” y si le acierto bien te estorbará el cielo para dar vueltas.
( Por si acaso alguien no conoce mis bromas, sepa que Jabitxu en un gran amigo mío y, hasta ahora, nunca he utilizado mi “mejor golpe” con ningún amigo.)
Salu2, pues. ( ésta despedida la utilizó Josema en alguna ocasión también)
Ya ven: después de las intervenciones de “Sarri”, -mi queridísimo Josemaría- a mí solo me queda enviar alguna historiuca (perdón por el plagio, Pepe) como éstas, que nos enternecen el corazón y nos enseñan tanto! No tengo la preparación de la mayoría de quienes intervienen en Atrio, pero les sigo en sus artículos y comentarios – no en todos- y ante cada uno de ellos no puedo dejar de imaginar lo que pensaría y diría mi querido basko. Cada vez es más notoria su ausencia física, aunque lo siento tan cercano cada día. Gracias, queridos amigos, por el afectuoso recuerdo para con él. A Pepe: sabes, porque te lo he dicho, que esta anécdota me llevó directamente al recuerdo de tu hermosa familia; a Javier, que reveo cada día las fotos de esos días inolvidables. Y a todos: gracias de todo corazón. Y contando con vuestra indulgencia les comentaré algo que viví hace pocos días: el 20 de setiembre se casó uno de mis hijos mayores, José Manuel, que justamente lleva su nombre por Josemaría. Cuando llego al lugar donde se realizaba el almuerzo, me encuentro con que junto a la torta de novios habían colocado la fotografía de la mamá de la novia, fallecida hace tres años, y …la de Josemaría! Iba de emoción en emoción, pues el día anterior mi hijo menor y su esposa, llegados de la Patagonia para el festejo, me habían entregado un presente conmovedor: a sabiendas de que yo había buscado un relicario o guardapelo como le decíamos en mi juventud y no lo había conseguido ni recurriendo a un artesano que trabaja en plata, rastrearon en Internet y consiguieron un reloj femenino de cadena y- despojado de su máquina- usaron su cajita para poner en ella las cenizas y la fotografía de Josemaría. Todo esto habla de la calidad y calidez humana de Sarri, que se ganó plenamente el afecto de mis cinco hijos en estos pocos años que compartimos. Hasta siempre.
Joxema Sarri tenía un pelo envidiable (¿eh, Teresita querida? Tu nunca lo olvidarás, ni yo, que soy un poco envidiosillo, y me empiezan las entradas que agrandan mi frente), con un mechón hacia arriba, impresionante que tenía Sarri, que para sí lo hubieran querido muchos jóvenes de hoy.
Estimulaban esos fornidos y rebeldes pelos indomables unas ideas idem y muy potentes, que salían directas por su boca sin ambigüedades, al tener Joxema todos los pelos en su sitio, y por tanto ninguno en la lengua.
Así, en un hilo/post titulado ‘Socialización por boca de un papa’ (Juan Masiá, 01-Mayo-2011), dijo Sarri:
Sarrionandia 01-Mayo-2011 – 1:46 am
“Juan XXIII pegó un fuerte frenazo al antimodernismo y con el Concilio hizo virar al siglo XX hacia una sana modernidad. Después Pablo VI se asustó y la curia vaticana impidio -asesinato mediante- que su sucesor Juan Pablo I retomara la línea de Juan XXIII; ahora es muy triste ver que en la pastoral jerárquica prevalece el dominio sobre el servicio de las iglesias.”
Joxema denunciaba directamente a la curia romana asesina del papa Luciani, denunciaba retoundamente que la curia romana asesinó a Juan Pablo I en sus aposentos vaticanos (así que Bergoglio no se atreve ni a aparecer por ellos).
Esta idea me la había dicho Sarri en la calle en la Rioja, un día que fuimos a ver a Juan Luis Herrero, y le recogimos en su Mondragón querido, Honorio, Pepe Sala y yo, camino de Damasc … perdón, camino de Logroño.
Esta denuncia del vergonzoso asesinato de Luciani a manos de la curia romana en 1978 (no de la leprosa corte, sino de la jodida curia –huy, perdón, retiro lo de jodida, que no quiero impresionar ni ofender ninguna sensibilidad sensible, dios me libre) no creo habérsela leído en Atrio a nadie más que a Sarri y a Pepe Sala, y a mí, claro, pero yo no cuento, porque ya se sabe … en mí es una simpleza, aunque sea una jodida verdad.
Abrazos querida Teresita, te veo en las estupendas fotos de pareja con Sarri que tengo de vosotros, en el sofá de Reyes y Juan Luis.
Muy lindo y emotivo. Algunos compartirés:
1. Tengo una ahijada de casi 40 años con sindrome de down, su familia la ha cuidado y la sigue cuidando con devoción y amor en todos estos años.
2. Hago memoria de todos los colaboradores e integrantes de la Obra del Cottolengo Don Orione por cuidar y amar a todas las personas con capacidades diferentes.
3. En mi ciudad hace 40 años los chicos con otras capacidades eran escondidos….por el Cotolengo y otras personas fueron saliendo a la calle….Hemos vencido tantas locuras…..eran invisibles y hubo que hacerlos VISIBLES,
4. Pienso en Los bufones de Dios de Morris West y el Papa que abdica y se va a vivir a una comunidad de niños con otras capacidades…
5. Hace poco días estuvimos con alumnos recreandonos junto a chicos de capacidades diferentes….como vencieron rápidos las barreras y en minutos parecía que se conocían desde siempre….en mi blog pueden leer la experiencia http://sdalbessio.blogspot.com
Un gran homenaje a Sarriondia a quién vi dos veces cuando vino Juan Luis, gente que siembra, que interviene positivamente en la humanidad,
muy linda compartida,
Sergio.
EL AGAPE.
Cumplidas las preceptivas normas después de cada partido: felicitar a los contrarios si han ganado y tratar de minimizar la derrota en caso de haber ganado nosotros; el capitán del equipo invitó a los jugadores y acompañantes a la merendola que acostumbrábamos a tener después del esfuerzo. Aceptaron gustosos y varias madres-padres de los muchachos veraneantes también se unieron sin dejar atrás a sus hijitos más pequeños.
El aula cultural, aledaño al campo donde se había celebrado el partido, estaba generosamente aliñado para cualquier contingencia. Las típicas bolsas de patatas fritas, los gusanitos, golosinas a montones, refrescos a mogollón y las socorridas tortillas españolas que algunas madres se habían prestado a cocinar ( varias madres se unieron en mi empeño y fue un gran alivio compartir la responsabilidad de las merendolas en ellas) adornaban la enorme mesa montada con la mesa del pin-pon y algunas puertas del propio local que se volverían a encajar terminada la fiesta. Una maravilla al mejor estilo “ rural”, donde no faltaba algo de vino para los mayores y tampoco algún buen chorizo, queso, jamón etc.
El comentario general era el “ gol de ojete” de Marco. Nadie se acordaba de los 15 goles del equipo de veraneantes y, curiosamente, los muchachos vencedores con todo el mérito, tampoco se preocupaban de festejar su abultado triunfo. Lo entendieron enseguida.
El muchacho que había proporcionado la jugada del gol seguía sin tener muy claro para dónde tirar y apañaba a dos manos de las bandejas repletas. Alguien trataba de felicitarle por su “acierto”, pero él no estaba interesado en las felicitaciones y seguía engullendo a mandíbula repleta.
Marco sonreía feliz ( medio transpuesto por la felicidad) cada vez que alguien le felicitaba por su gol y esperaba a que yo le preparase su vaso para poder refrescarse con coca-cola. Una simple pajita soluciona el problema. Luego comencé a darle a la boca las diferentes viandas y golosinas que había sobre la mesa. Y aquí llegó la lección de solidaridad que he hecho referencia.
Los muchachos del equipo de veraneantes , al darse cuenta de las dificultades de Marco,comenzaron a acercarse a para felicitarle personalmente por su gran gol. Cada uno venía con un “ premio” ( una patata frita, un gusanito, un trocito de chorizo…) y se lo acercaba con delicadeza ( y mucho cuidado por si los dedos….) a la boca. Marco engullía todo lo que se le ponía a tiro y su preciosa sonrisa acabó por desarmar mi ya difícil situación de “ entrenador que no llora”.
Visto que ya estaba sobrando en aquella fiesta, pedí permiso para irme al bar cercano porque “ me estaba meando”. Y fui, efectivamente, a los lavabos para que la fiesta de los muchachos se desarrollase sin la autoridad que implica ser “ entrenador”.
No creo descubrir nada nuevo si digo que todos los padres-madres tenemos algo de “ entrenadores” y LOS ENTRENADORES NO LLORAN.
Ah, Teresita, un abrazo grandote.
Estas sí que son experiencias humanas, experiencias incontrovertibles, experiencias indiscutibles, experiencias espirituales, todas son espirituales, no necesitan explicaciones, hablan por sí mismas. Hablan de los protagonistas, hablan de sus padres, de sus madres, de su familia, de su entorno….”Cuando no hay agentes externos que interfieran con la naturaleza, el orden natural de las cosas alcanza la perfección.” ¿Hay algo mejor que la felicidad de unos seres humanos fruto del amor de los y las demás? Pues eso (Pepe Sala dixit)
¡Gracias Teresita, y un gran cariño para los dos!
Sarri siempre nos acompaña… y como no a ti, su compañera amada y fiel.
Un abrazo lleno de cariño.
¡Gracias Pepe! Sabes cómo os quiero y especialmente a Marco Antonio, no he tenido la dicha de poder darle un inmenso abrazo, pero a través de ti… ¡Le quiero os quiero!.
mª pilar
Este relato está dedicado, expresamente, a Teresita y Jose mª Sarronandía como agradecimento del cariño que mostraron hacia mi hijo Marco en el tiempo precioso que convimos. Mi famlia siempre os tedrá presentes, queridos amigos.
—–
EL ENTRENADOR NO LLORA.
Mis experiencias con mi hijo discapacitado ( Marco Antonio) son, como todo en la vida, de diferentes calidades en lo que se refiere al trato que la SOCIEDAD tiene hacia las personas con dificultades . Recuerdo una actividad que se impartió al respecto en una Asociación de Santander y la titularon, precisamente, así: “ educando a la sociedad”.
En mis numerosas y diferentes experiencias debo reconocer que los mejores “ maestros” han sido los niños-as. Ha habido ocasiones en que me han enternecido tanto que las recuerdo con absoluta nitidez a pesar de los años pasados. Es curioso que las cosas positivas son las que prevalecen a la hora de decidirse a escribir alguna “historiuca”.
He sido testigo de ver pararse una competición escolar en el día del deporte para ayudar a levantarse a Marco que “competía” en la única modalidad que se adecuaba un poco a su estrambótica forma de andar-caerse: “ la marcha” era una modalidad que Marco siempre ganaba en la escuela, puesto que los-las demás “ competidores-as” casi le llevaban a hombros para que llegase el primero. Hablo de edades entre los 10-13 años.
Pero os voy a contar una “historiuca” concreta en la que quedará clarísima la calidad humana de los niños y la gran lección de solidaridad que sale del corazón de estos “potrillos.
Hace unos cuantos años, cuando fuimos a vivir a una zona rural para evitar los ataques de Marco en la ciudad que le aturullaba con tantos ruidos, formé un equipillo de futbol con los chavales del pueblo. Yo financiaba, entrenaba, transportaba si había que salir a otros pueblos, pagaba las meriendas y refrescos al final de cada partido y, para animar a la participación les compré un equipo completo. Nunca me ha sobrado el dinero, pero nunca he empleado mejor mi poco dinero.
Al reclamo de las merendolas y, sobre todo, del equipo, acudieron bastantes chavales a engrosar el equipo que antes no había forma de completar. Llegó de todo ( había muy poco donde elegir ) y a ningún muchacho le podía dejar sin su equipaje. Obviamente, Marco se apuntó al equipo y a ver quién era el guapo que le decía que él no podía jugar por sus enormes dificultades físicas. Marco tuvo su camiseta, pantalón y botas, igual que los demás y salió en las fotos del equipo cada vez que se hicieron fotos. ( le encanta verse y le tomamos el pelo con lo de “ chupar cámara”)
Aquel verano surgió un desafío ( fomentado a medias entre los padres y los hijos) que enfrentaría a los muchachos veraneantes frente a los del pueblo. Los camping, hoteles y chalets de la zona ( muy veraniega) formaron un equipo que se enfrentaría al nuestro. La ilusión del pueblito se centró en vencer a los “ pijos veraneantes”, cosa que yo dudaba mucho, pero no nos echaríamos atrás.
En cuanto vi tocar el balón a aquellos muchachitos veraneantes me di cuenta de que sería totalmente imposible ganarles… ni empatarles. En nuestro equipo no había más de dos muchachos que estuviesen a la altura de sus contrarios. Nuestro nivel era tan ínfimo que, para conseguir contrarrestar un poco aquella avalancha de “ magos” del balón, tuve que quitar al portero titular y hacerle jugar de delantero. Puse de portero al muchacho más obeso del equipo para ver si con su cuerpazo tapaba más portería y se frenaba aquella lluvia de goles que nos estaban cayendo. Nada, todo inútil y la cuenta de goles ya pasaba de los 15. La única meta que nos quedaba era conseguir la “ honrilla” y marcarles un gol a los contrarios.
El árbitro era “ casero “ a nuestro favor, puesto que era el padre de uno de nuestro equipo. Le llamé a la banda y le pedí que pitara un penalty, aunque no existiese.
– Ya estoy en ello, Pepe, pero ¿ cómo voy a pitar un penalti si no llegan al área contraria?
De perdidos al río, saqué del campo a los dos mejores jugadores que tenía ( que ya estaban medio reventados del esfuerzo y desesperados por el varapalo que estábamos llevando, y saqué a los dos peores que tenía. Uno de ellos tenía dificultades psíquicas y sólo sabía darle un patadón al balón, sin mirar la dirección. En cuanto se tropezaba con el balón ( nunca corría tras él) le pegaba con todas su fuerzas ( era muy grandote) y el balón salía en la dirección menos esperada; unas veces a favor y otras en contra de su propia portería. Quedaban cinco minutos de juego y nuestra “ honrilla” se esfumaba por momentos. Casualmente le llega el balón en dirección favorable, le pega el patadón, que rebota en un defensa y se produce un corner.
Marco estaba más nervioso de lo habitual y deambulaba peligrosamente por el campo deseando tocar el balón, aunque fuese una sola vez. Y vaya si lo tocó.
Les mandé subir al remate a todos los del equipo, incluido el portero obeso para ver si se conseguía el “ tramposo” penaltiy que nuestro árbitro casero estaba deseando pitar. Saca el corner el único jugador decente que nos quedaba dentro y lo sacó bastante fuerte y a media altura.
“ Milagrosamente”, el balón se coló entre aquella maraña de jugadores y pegó en mitad del culo de Marco. Salió rebotado con tanta fortuna que se coló en la portería por la misma escuadra. IMPARABLE. Marco se dio la vuelta al ver el revuelo que se había armado y se dio cuenta de su “ azaña”.
¡¡¡ Gooool !!
Los asistentes al partido celebraban el gol como si hubiese sido el mejor gol que hubieran visto en su vida. Los compañeros de equipo se volcaban encima de Marco con peligro de destartalarle aún más. Las gafas salieron rodando por el suelo y yo salí disparado a recogerlas… son muy caras. Los muchachos del equipo de veraneantes se esforzaban en comprender lo que no entendían. ¿ Qué celebran estos “ pirados” si van perdiendo por 16 uno?. Lo entendieron cuando pasamos a la merendola que, conjuntamente los pueblerinos y los veraneantes, celebramos : lo que se dio en llamar “ el gol de ojete” de Marco.
Marco nos salvó la “ honrilla” en aquel partido, pero el entrenador ( que no llora) y algunas madres-padres nos llevamos una preciosa lección de solidaridad y cariño al disfrutar de aquella muchachada celebrando más un gol fortuito que el propio triunfo inapelable de los veraneantes frente a los pueblerinos.
( os lo contaré en otro capítulo)
Gracias a Teresita y a ATRIO por compartir esta ” historiuca”.
Me he emocionado, como es natural, y me ha encantado que se le haya dedicado al recuerdo de Sarri.
Ahora tengo cosas que hacer y no puedo compartir más que mi agradecimiento. En el transcurso de la mañana espero tener suficiente tiempo para contaros una ” historiuca” referida a Marco Antonio ( mi hijo que muchos de vosotros ya conocéis) bastante parecida a lo que se comparte aquí. También se la dedicaré a Sarri y, cómo no, a mi queridísima Teresita.
Hasta luego, pues.