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Creced siempre, multiplicaos cuando convenga

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Artículo publicado en Plaza Pública de la Universidad Rafael Landívar de Guatemala.
Me escribe una lectora extrañada por mi recomendación de la educación sexual, que incluye el debido uso de recursos contraceptivos como regulación de la natalidad y prevención del aborto. Me pregunta qué pienso de la enseñanza bíblica, que dice: “Creced y multiplicaos”. Le respondo gustosamente, invitándola a releer esa palabra del libro del Génesis. La Biblia de Alonso Schökel y J. Mateos traduce con una coma, en vez de con una “y”. No dice: “Creced y multiplicaos”, sino “Creced, multiplicaos”. El “creced, multiplicaos” del imperativo bíblico a la mítica pareja primordial se puede parafrasear de varias maneras.

Cierta teología un tanto estrecha de miras explica esta frase diciendo que la procreación es lo principal en la moral de sexualidad, matrimonio y familia, y parafrasean así: “Multiplicaos para aumentar descendencia, para que no se extinga la especie”. Otra teología moral más amplia de miras ( y pienso que también más profunda)hace la lectura siguiente: “Ayudaos mutuamente a crecer y cooperad con el Creador procreando”. Esta segunda lectura separa con una coma el crecimiento humano en la relación mutua de la pareja y la obra procreadora.interpretación desdobla la unión de la pareja en ayuda mutua y procreación. “Creced, multiplicáos” son dos imperativos diferentes. Se puede alragar la frase así: “Creced, siempre. Multiplicaos, no siempre, sino a su tiempo, cuando convenga. Para crecer juntos, amaos y deciros mutuamente que os queréis. Decidlo con la palabra y el cuerpo, acariciaos mutuamente y uníos. Y cuando sea oportuno que el amor fructifique en prole, favoreced las condiciones para acogerla”. Esta relectura de la famosa palabra del Génesis no identifica el crecimiento con la multiplicación, ni reduce la expresión sexual del amor a la finalidad procreadora. “Creced juntos” es una recomendación válida para siempre en la vida de la pareja. “Multiplicaos” es una recomendación condicionada a la oportunidad de responsabilizarse para engendrar y criar descendencia. Por tanto, “creced, multiplicáos” es un doble consejo. “Ayudaos a crecer mutuamente y a procrear responsablemente”. El crecimiento mutuo es el criterio moral para las relaciones de pareja. La procreación responsable es el lema de la acogida correcta al nacimiento de una nueva vida. Por consiguiente, el emblemático “creced, multiplicaos” puede servir de guía para evaluar moralmente las relaciones íntimas, tanto en el caso de uniones socialmente formalizadas como en el uniones informales (de hecho o pre-maritales).

Aplicándolo a la educación sexual en diversos niveles, habría que tratar sobre dos modos diferentes de ejercitar la relación afectivo-sexual: 1) Cuando hay un proyecto progenitor y una finalidad procreadora. 2) Cuando el ejercicio de la relación afectivo-sexual no se orienta a la finalidad procreadora, es decir, no es para multiplicarse, sino vehicula otras finalidades de crecimiento mutuo de la pareja.

Distinguiendo así los aspectos unitvos y procreativos, hablaríamos de “unión amorosa” en el primer caso  y de “unión procreadora” en el segundo. La caricia íntima, indivisiblemente corpóreo-espiritual, tiene varios aspectos: ternura, comunicación, juego y relajación. Con la caricia íntima, la pareja comunica, juega y se relaja. La garantía de autenticidad de estos comportamientos es precisamente la ternura, sin la cuál  se corre el peligro de convertir a la pareja en mero objeto de satisfacción.

Por tanto, en vez de leer la frase del Génesis como “multiplicaos para que crezca la especie”, la leemos interpretando así:  “Creced, multiplicaos”. Crecer, siempre. Multiplicarse, no siempre. Para crecimiento de vuestro amor mutuo, acariciaos. Que la caricia sea expresión de ternura, vehículo de comunicación, expansión lúdica y descanso corporal. Y lo de multiplicarse, cuando sea oportuno, que se haga responsablemente, acogiendo la nueva vida naciente.

Esta distinción, en educación sexual, entre la caricia unitiva -no necesariamente vinculada al coito- y la unión procreadora, lograría, entre otros, dos efectos: 1) Favorecería la disminución de embarazos no deseados y abortos. 2)  Evitaría el dilema entre aborto y anticoncepción, abriendo otras vías alternativas.

14 comentarios

  • George R Porta

    Parece que, en adición a los roles que señala Rodrigo, el himen también tenga la función de secundariamente contribuir a sostener la situación de «vacío» interno del cuerpo, como lo hacen el tímpano, los esfínteres, etc. y lo hicieron, por ejemplo, en su momento, los adenoides y la glotis, cuya disposición es abrirse desde dentro hacia afuera y no al revés era mantener «cerrado» el cuerpo, incluso si algunos de estos dispositivos se abren o cierran según sea necesario. El pene suele mantenerse cerrado y se abre por el paso de los fluidos pertinentes desde dentro del cuerpo, pero el útero no disfruta de la misma posibilidad y los «labia» de la vagina son mucho más vulnerables a la contaminación por contacto. Míticamente, este estado de «sellamiento» del cuerpo con respecto a la penetración exógena, que se puede experimentar médicamente y, dado que la tendencia del cuerpo es la de cicatrizar y recuperar dicha integridad sin discontinuidad, ha podido influir sobre la concepción mítica de la sacralidad por la persistente tendencia a recuperar la continuidad de la piel que lo envuelve. 
    El himen, directamente vinculado con el tabú del sexo, resultó vinculado a la «virginidad» y ésta con la ausencia de cualquier forma de contaminación o penetración exógena.
    Los estudios de Margaret Mead y Ruth Benedict en Oceanía y otras culturas, mucho más recientes, confirman lo contrario con respecto a la violación de adolescentes masculinos a fin de convertirlos mágicamente en adultos al depositar en ellos el semen de hombres adultos.
    Las llamadas «culturas de honor», explícitamente, en el Cercano y Lejano Oriente, la Amazonia y el África Negra y menos explícitamente pero no con menos vigor en nuestras culturas actuales penetradas de machismo y su violencia, mantienen de un modo u otro esta mitología que consiste en victimizar a la mujer.
    En efecto, los brutales cultos religiosos antiguos o modernos, preferían desde muchachas o niñas que tuvieran el himen intacto para sacrificarlas a las divinidades a fin de apaciguar su ira hasta corderos de lana completamente blanca, sin mancha, y sin deformaciones corporales, hasta pan sin mezcla de levadura, etc., todo lo cual representa una intensa preocupación por la pureza como bien vista por «la divinidad». Los vitos religiosos incluyen el voto de castidad que supone el abstenerse de penetración sexual, aunque ese no sea su única significación.
    El palio que los arzobispos reciben del Papa sigue siendo de lana de ovejas completamente blanca, como el que viste el propio Papa. Y esta cuestión de integridad física, material o aparente, sigue míticamente vinculada con la pureza y con la «protección» contra cualquier forma de mal o maleficio.
    En psicología clínica forense, a la pregunta de por qué la víctima de violación se siente tan profundamente traumada y no puede utilizar la oportunidad de la violación para disfrutar sexualmente, la respuesta es clara: No quiere y es dueña de su cuerpo y de su espacio corporal interior.
    Esta es una resistencia de profundas raíces biológicas naturales, no es una cuestión estrictamente moral o ética. Las hembras vivíparas que no se sienten dispuestas a la procreación tampoco aceptan ser impregnadas y hasta pueden ser muy violentas defendiéndose de ella.
    Desde el punto de vista de la lógica masculina y de la violencia machista —independientemente de la curiosidad científica que busca comprender mejor el fenómeno de la violencia sexual que se exacerba con la resistencia de la víctima resultando en un envalentonamiento ulterior del victimario— la mera pregunta es cínicamente ofensiva sobre todo para la mujer que vive bajo amenaza o en peligro de ver violentada su libertad e integridad personales por su pareja o por el ambiente.
    Ese mismo derecho de autodeterminación que reclama propiedad sobre su cuerpo, confirma el carácter privado de la integridad del espacio interior del cuerpo que está presente en el propio «mito de la virginidad», solo que la propiedad del cuerpo afortunadamente ha venido pasando del dominio social (mitológico) dominado por el machismo, al dominio personal de cada mujer (que se descubre sujeto de derechos inalienables e inviolables, y de una dignidad si propia.

  • M.Luisa

    Muy interesante y oportuno el comentario de Rodrigo en lo que aporta al priorizar en este tema lo físico y biológico.

    Con el dicho bíblico “Creced y multiplicaros” Masiá desdobla, pienso, el carácter mitológico de la frase poniendo en ello  más de relieve la verdad física y real que   envuelve la misma,  que lo que de ella erróneamente se  ha servido la tradición.

    La tradición ha identificado  causal y linealmente  ambos términos cuando en realidad siendo estos, en efecto  complementarios, son a la vez irreductibles porque el “creced”  como enriquecimiento personal hacia lo formalmente humano es independiente de toda  acción multiplicadora. No obstante ésta, para ser responsable  habrá que fundamentarse en aquel . El orden para mí es este, el mismo que el autor plantea.

    ¡Un cordial saludo,Rodrigo!

  • mª pilar

    ¡Gracias Rodrigo!

    Una gran lección de…¡Sentido común!

    Cuantas personas han perdido ese sentido… necesario para llegar a ser humanamente..  más plenas, y por esa falta de sentido común, de saber:

    ¡Mirar!

    Escuchar, contemplar… se  convierten en seres solo preocupados por cumplir unas “normas” que nada tienen que ver con la realidad humana que nos toca vivir.

    Cuanto mal han causado, cuantas mentes han enfermado, por poner la fuerza donde no está y nunca estará.

    Se han creado verdaderos “monstruos” capaces de arruinar la vida a cuantas personas pasan por su lado.

    ¡Gracias amigo, claro, conciso, veraz!

    Un abrazo entrañable.

    mª pilar

  • Rodrigo Olvera

    No, Nieves, la naturaleza no “pretende” demostrar que es la primera vez que una hembra humana ha tenido relaciones sexuales ni es sorprendente que las mujeres lo tengan:

     

    a) El himen no es exclusivo de las hembras humanas; existe en varias otras especies animales. Así no es sorprendente que las hembras humanas tengan una membrana que evolutivamente ha demostrado utilidad en el reino animal.

     

    b) Se puede tener relaciones sexuales sin rasgamiento o alteración del himen; y se puede tener rasgamiento o alteración del himen sin haber tenido relaciones sexuales sino por causas diversas. Así que ni el estado del himen ni mucho menos el himen en sí mismo sirven como un indicador creíble de que una hembra humana ha tenido o no relaciones sexuales, y por tanto su “función” no es “demostrar” que es la primera vez que una hembra humana ha tenido relaciones sexuales.

     

    c) La falsa idea que vincula himen con virginidad ha sido motivo de muchos asesinatos de mujeres inocentes, así como de prácticas agresivas contra los cuerpos de las mujeres como la infibulación. Sostener esa idea que vincula himen con virginidad demuestra además una profunda ignorancia sobre biología humana elemental.

     

    d) ¿Porque existe entonces? Ciertamente no como signo de la importancia que Dios da a la virginidad de las hembras humanas, pues entonces no tendría sentido que las hembras de chimpacés, de elefantes, de ratas, de topos tengan himen.  Hay dos teorías principales de respuesta a porqué existe el himen en diversas especies de mamíferos: i) como restos del proceso de constitución de los órganos sexuales femeninos en la gestación; y ii) como protección de la vagina contra micro-organismos en lo que se desarrolla la flora vaginal, la cual llega a completarse alrededor de la pubertad y adolescencia. Nada “místico” ni “espiritual” sino muy biológico.

     

    Saludos

  • Santiago

    La esencia del matrimonio es el amor de los cónyuges formalizado en el consentimiento mutuo de la promesa vitalicia que los contrayentes realizan públicamente. Por eso es el amor erótico y el espiritual el que se fusionan en esa promesa puesto que tanto lo biológico como lo anímico en unidad es lo que produce el matrimonio. Unión de cuerpo y alma de tal manera íntima que tanto el hombre como la mujer ya no son dos “sino una sola carne”. No puede existir sobre la tierra una intimidad de amor mayor que ésta, en la exclusividad de la unión de estos dos seres que se ordenan y son el uno para el otro. Es por eso que Pablo compara el amor de Cristo por su Iglesia de la misma manera, en su misma intensidad, que el amor conyugal.

    Por otro lado, la consecuencia natural de ese amor inusitado son los hijos, coralario pues de esa unión, buscada y asentida libremente ya que sin esa libertad esa unión sacramental es nula totalmente. Y por amor y fidelidad a la promesa a nuestro cónyuge y al don de los hijos no queremos cerrarnos a la vida totalmente co-participando en este amor conyugal que es indivisible. Es esta apertura al amor  d e  Dios que nos dio el don de la procreación el que quiere defender la Iglesia desde el siglo I cuando Roma era la sede principal del infanticidio, el aborto y la contracepción en todas sus formas y esplendor. En amor Dios creó “en el principio” el matrimonio y por amor debemos amar y ser fieles a nuestra promesa, como principio en nosotros.

    El amor es uno. Se ha de extender a todo. Debemos amar al prójimo, a nuestro cónyuge, a nuestros hijos, a la oportunidad de intervenir en el brote de la vida humana. La maternidad y paternidad responsables NO implican siempre la exclusión absoluta de la vida. El ritmo biológico tiende en la mayoría  de los casos de espaciar los nacimientos. Sin embargo, el principio a favor de la vida y de cooperación a ella está engranado y es inherente a la naturaleza humana y es un proceso constante no solo en la especie humana sino en todo lo que está vivo.

    Un saludo cordial

    Santiago Hernández

  • George R Porta

    Leo esto: «Distinguiendo así los aspectos unitvos y procreativos, hablaríamos de “unión amorosa” en el primer caso  y de “unión procreadora” en el segundo.»

    Pregunto: ¿No será a la inversa?

    Leo más adelante: «La garantía de autenticidad de estos comportamientos es precisamente la ternura, sin la cuál  se corre el peligro de convertir a la pareja en mero objeto de satisfacción.» 

    Me parece que el autor no considera que la intimidad require de un aprendizaje como toda otra relación humana y que los anticonceptivos tienen in rol que jugar cuando los jóvenes adultos o los adolescents capaces tienen necesidad y se atreven a intimar y de paso aprender a disfrutar de su genitalidad y hacerlo benignamente sin violencia, con delicadeza y ternura, aunque no sea con el propósito de formar pareja y menos de llegar a procrear.

    Por ultimo, es una pena que a los autores de la Biblia, vaya usted a saber cuántos eran eunucos o célibes profesionales, no se les ocurriera este texto que el autor propone inclusive de las caricias «etc.»

  • Nieves

    Es el único lugar que encuentro para comunicarme con el Sr. Mássia, por ello diré algo que no tiene relación directa con el artículo propiamente.

     

    El Sr. Mássia desestima como anécdotica la virginidad fisica, la ruptura del hymen. Habla, para resumir, del la virginidad espiritual.

     

    Bajo mi modesto punto de vista, a veces, pensamos tanto, que no vemos la sorprendente y abrumadora realidad.

     

    Que la mujer tenga el Hymen, es algo realmente increíble. Sorprende que la naturaleza haya hecho algo así. ¿Qué necesidad tiene la naturaleza de demostrar que es la primera vez que una hembra humana tiene relaciones sexuales?

     

    Ninguna.

    ¿Porque existe entonces?

    No es ya un signo, hecho carne por parte Dios, de la importancia de esa virginidad física?

     

    No es una demostración de pura espiritualidad, conservar esa virginidad toda una vida?

    Sin descartar otras formas de virginidad, esta es la más perfecta, pues aúna cuerpo y espíritu.

     

    A veces nos vamos por las nubes, y no aterrizamos.

  • Leonardo

    Masiá, querido, lo explícito en el A.T. sobre anticoncepción es Onán, y lo demás, es justamente lo contrario a la anticoncepción. Lo bíblico es ser un patriarca y tener la máxima cantidad de hijos posibles. A tiempo y a destiempo.   No hace falta traer un diccionario bíblico para mostrar cientos de lugares donde se alaba la super producción de niños israelitas.  Cuando eran los demás, el método era más bien el Método Josué,  que ha sido reeditado numerosas veces, dicho sea de paso, incluso en el presente siglo.
    Vale el esfuerzo, pero no puedes cambiar la Biblia, estimado. Es como es.
    Cordialmente

  • Antonio Vicedo

     
    ¿ser católico es algo diferente a lo que propone el Ev. de Ju. XIII,35:- En esto conocerán que sois discípulos míos, en que os amais los unos a los otros?

    ¿Se puede ser Católico sin ser evangelista, es decir sin que el marco teoríco-práctico vital sea el testimonio y mensaje de Jesús?

    ¿La misma realidad humana, querida y mantenida por el Dios Creador, no conlleva la primordialidad del AMOR, incluso respecto a la procreación?

    ¿Y en ese caso, por qué demonizar y cargar de negatividad el goce y disfrute sexual para cuya finalidad estamos dotados de capacidades y libertad responsable, a diferencia de las otras especies animales?

    Gracias Juan por tus puntualizaciones, explicando el cambio de conjunciones. Porque es mucho lo que puede significar una acción tan pequeña.

  • En definitiva, ¿que sería del ser humano, si todas las acciones propias de la persona incluida la sexualidad, las viviéramos con naturalidad y generosidad?
    No pensáis que acaso, lograríamos ser definitivamente felices y convertiríamos la existencia humana en Gracia de Dios?
    Saludos desde la calurosissima Andalucía.
    Floren.

  • M.Luisa

    Ana estás segura de haber leído bien mi comentario?  Al menos a lo que concierne al escrito de Masiá. Me disponía a responderte pero a estas horas estoy ya muy cansada

  • ana rodrigo

    Tendrás razón Mª Luisa al decir que Masiá se centra en lo que hay de verdad en el dicho bíblico, si bien hay que tener en cuenta el contexto, es decir, la respuesta de Masiá a la interpelación que le hace una lectora, sobre la enseñanza bíblica en una cuestión que, para quienes creen que es palabra de Dios, le condiciona muchísimo en su vida cotidiana.
     
    Y es teniendo en cuenta este contexto en el que yo me apoyé para hacer mi comentario, en tanto en cuanto la frase “Creced, multiplicaos” se puede abordar de dos maneras. Una, como texto sagrado que marca moral indefectiblemente y termina siendo inapelable e indiscutible por su sacralidad. Y otra forma de abordarlo, secularizada, que es la que yo he hecho, en tanto en cuanto es una frase escrita por una cultura concreta hace más de tres mil años.
     
    Cierto que las cosas no son más o menos válidas según su antigüedad, pero en cuestiones sociales, morales o científicas, etc., la sociedad ha avanzado muchísimo, y esta frase leída como se ha leído hasta ahora, echa para atrás a tanta gente de nuestra época que viven en una sociedad en la que las decisiones sobre su conducta sexual y reproductiva se basa en su conciencia y en su autonomía personal, no tanto en lo que diga algún libro sagrado.
     
    No olvido que son muchos millones en el mundo que aún actúan según sus libros sagrados respectivos, aunque la historia no vaya por ahí.

  • M.Luisa

    Pienso, querida Ana,  que J. Masiá   sabe muy bien lo que se dice. Es cierto  que parte del dicho bíblico “Creced y multiplicaos” pero, a mi modo de ver,  parte no de su carácter mitológico sino de lo que hay de verdad en el mismo.
     
    El crecer no alude a un crecer cuantitativo, de bulto, sino cualitativo, es decir de modo y de forma. Muy distinto del crecimiento de la especie cuando ésta se multiplica.
     
    Entendida esta expresión por este orden, no causal ni lineal  en donde ambos aspectos se perciben irreductibles, se descubre sin embargo en ese orden su complementariedad.
     
    El segundo término de este planteamiento “creced, multiplicaos” ese multiplicaos está por tanto y actúa autónomamente en función del primero.
     
    Bien, al menos esto es lo que yo entiendo.
     
    Por otro lado y por lo dicho anteriormente me viene bien referirme aquí a lo que ayer noche  antes de cerrar mi Compa vi  que sucedía en el Post. de Honorio, pues tiene que ver, al menos en parte, con la perspectiva que he adoptado en  el tema anterior.
     
    Se podría prever lo que ayer pasó, yo así lo esperaba de un momento a otro. No porque lo seseara, ni mucho menos, sino porque  se daban las condiciones para que pasara.
     
    Intuimos que algo nos separa pero no sabemos qué es. No sabemos bien lo que se interpone  y entonces salen las reacciones, repitiéndose estas reacciones cuantas veces se presente o se haga evidente  ese algo que separa.
     
    Yo al respecto no es que lo sepa pero abrigo una hipótesis  en la que estoy trabajando desde hace mucho tiempo y la expondré ahora de forma simple y resumida.
     
    Veamos, el objetivo es unánime podríamos decir en todos los comentarios, sin embargo unos van en una dirección y otros en otra.  Una de ellas es la que tradicionalmente se ha tomado por vía causal. Lo que predomina en ella es el logos predicativo, es decir, lo que se ha venido en llamar la lógica, lógica, pues,  tradicional.
     
    En cambio, si ahora vuelvo a centrarme  en lo dicho anteriormente en el asunto de Masiá, entonces es cuando se ve que ahí es donde se abandona o se deja de lado esta vía de la causalidad para emprender otra. ¿Cuál?
     
    La vía en la que en ella va envuelta los aportes de la nueva ciencia, es decir la que expresa la funcionalidad, o, dicho de otra manera, la que expresa la interrelación de las cosas por ellas mismas.

    Pero, ojo! No es que  el logos entonces no predique, pero predica lo que la razón de las cosas funcionalmente entre ellas le da.
     
    Son dos formas completamente distintas  de concebir la realidad  que tiene enormes consecuencias.
     
    En la primera, la experiencia se subordina a la teoría
     
    En la segunda es la teoría la que se subordina a la experiencia.

  • ana rodrigo

    Y yo me pregunto ¿Qué tiene que decir la Biblia en temas sexuales? Yo no sé cómo Masiá pierde el tiempo en querer demostrar que la Biblia, nada más y nada menos que en un libro de hace más de 3000 años. Qué agobio tener que buscar razones para el uso de las relaciones sexuales en una cultura, un pueblo y unas condiciones tan alejadas de nuestro tiempo. Vuelvo al símil del fósil, es como querer que un animal fosilizado comenzase a andar o a nadar o a volar.
     
    Crecer, multiplicaos, no lo dijo Dios, lo dijo algún hombre manifestando las creencias que en aquella época tenía esa sociedad.
     
    El sexo es un aspecto de las especies animales, y en los seres humanos, con conciencia de hacer uso del mismo según su criterio personal dentro de un orden que implica el consentimiento de la otra persona.
     
    Si en algo hemos avanzado la sociedad es convencernos de que la razón es lo más preciado que tenemos a diferencia de otras especies vivas.  La sociedad legisla en aquello que no afecte a la intimidad de la persona, la responsabilidad moral depende de la conciencia de cada cual.