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Para una búsqueda espiritual creciente

Para este fin de semana ofrecemos una lectura más amplia de lo habitual, pero que esperamos resulte jugosa y provechosa. Se trata de un artículo recién publicado en la Revista Aragonesa de Teología por Enrique Martínez Lozano –a quien felicitaba José Arregi el pasado jueves– sobre un tema que coincide plenamente con la línea de ATRIO: la búsqueda interior.

Para una búsqueda espiritual creciente

  • Claves de comprensión y perspectivas

Ni las personas ni los grupos humanos pueden soportar por mucho tiempo el vacío existencial. En un primer momento, quizás se eche mano de la compensación y de la “distracción”, pero la insatisfacción creciente desencadenará una actitud de búsqueda de la plenitud presentida: es la búsqueda espiritual. Algo así parece estar sucediendo entre nosotros.

A ojos de muchos analistas, resulta innegable que, en nuestro medio sociocultural, nos hallamos frente a un creciente resurgir de la espiritualidad. Y que dicho resurgir corre paralelo a un no menos evidente declive de la religión institucional. Hasta el punto de que, según ellos, nos encontraríamos ante el umbral de una etapa transreligiosa, transconfesional y postcristiana. ¿Es así en realidad?

En el presente trabajo, intento ofrecer unas claves que permitan facilitar la comprensión de lo que nos toca vivir en este campo, así como las perspectivas que se abren ante nuestros ojos.

Me parece oportuno empezar por aproximarnos al concepto mismo de “espiritualidad”, para saber a qué nos referimos exactamente. Habrá que delimitar luego las relaciones entre religión y espiritualidad, así como el lugar de esta en el diálogo con la ciencia. Trataremos de comprender qué se quiere significar cuando se habla de “postcristianismo” y terminaremos reivindicando la importancia de cuidar –ya desde la infancia- la inteligencia espiritual, si queremos avanzar hacia una vida de mayor plenitud.

  • Qué es espiritualidad

Cuando se habla de “espiritualidad” desde una opción religiosa o confesional, parece inevitable que aquella sea comprendida y explicada a partir de la perspectiva de la propia religión, a la que se le asignará un estatus superior.

En efecto, al dar por sentada la verdad “mayor” de la propia creencia, se entenderá la espiritualidad como la práctica por medio de la cual se busca ahondar en la vivencia de la fe que se ha asumido.

Como consecuencia de este modo de hacer, se adopta un concepto reductor y estrecho de espiritualidad, a la que, intencionadamente o no, se le ha sobreimpuesto el corsé de la religión.

Más adelante, nos detendremos expresamente en la relación que se da entre ambas. Por ahora, solo quiero llamar la atención sobre la importancia de empezar hablando de la espiritualidad, sin someterla a los cánones rígidos de una u otra religión.

La llamada dimensión espiritual constituye una dimensión absolutamente básica de la persona y de la realidad. Sobre ella precisamente se asientan las diferentes “formas” religiosas o religiones, como soporte y vehículo a la vez de aquella dimensión que empuja por vivirse.

Por eso me parece importante iniciar esta reflexión acercándonos a la espiritualidad, como una realidad previa a las religiones en cuanto tales. Pero antes aún, hay que aludir a lo que esa misma palabra suele despertar en nuestros contemporáneos.

“Espiritualidad” ha llegado a ser una palabra desafortunada. Para muchos significa algo alejado de la vida real, algo inútil que no se sabe exactamente para qué puede servir o, como mucho, un “añadido”, superfluo o poco significativo, a lo que es la vida ordinaria. Frente a eso llamado “espiritual”, de lo que se podría fácilmente prescindir, lo que interesa es lo concreto, lo práctico, lo tangible.

Pero “espiritualidad” es, además, una palabra gastada. Gastada y estropeada, porque ha sido víctima de una doble confusión: el pensamiento dualista que contraponía espíritu a materia, alma a cuerpo, y la reducción de la espiritualidad a la religión.

Como consecuencia, se produjo un rechazo más y más generalizado hacia ella en la cultura moderna. Por una parte, la modernidad, celosa de la racionalidad y de la autonomía, arremetía contra una religión (institución religiosa) poderosa, autoritaria y dogmática, que parecía desconfiar de lo humano. Por otra, cegada en su propio espejismo adolescente, la misma modernidad cayó en un reduccionismo tan estrecho que no aceptaba sino aquello que fuera materialmente mensurable.

Ambos factores –el rechazo de la religión y el encierro en un materialismo cientificista- condujeron al olvido de la dimensión más básica de lo real, promoviendo con ello una cultura chata y empobrecedora de lo humano, que todavía sigue estando mayoritariamente vigente.

Pero el contraste continúa. En medio de esta cultura heredera de la que desechó la religión y, con ella, la espiritualidad, estamos asistiendo a un emerger notable del anhelo espiritual. Y, como en cualquier moda, no es infrecuente que aparezcan sucedáneos, a los que se coloca la etiqueta de “espiritual”, pero que no encajan en lo que es una espiritualidad auténtica. Los riesgos de engaño o reducción vienen de dos direcciones.

Por un lado, en ciertos círculos de la Nueva Era o influidos por ella, suele presentarse la espiritualidad como la búsqueda de un bienestar que, por más que se designe como “integral”, no parece superar los límites del narcisismo y de la charlatanería. Frente a la “dureza” de la situación cotidiana, es tentadora la huida a “paraísos narcisistas”, refugios de un ensimismamiento adolescente, que nuestra propia cultura promueve.

Por otro lado, en los grupos religiosos más estrictos, probablemente por un instintivo mecanismo de defensa, se promueve una “espiritualidad” rígida y exclusiva, con notables tintes dogmáticos y autoritarios.

En el primer caso, parece imperar la ley del “todo vale”, con tal de que favorezca el bienestar: representaría al postmodernismo extremo. En el segundo, el criterio parece ser la creencia mental de estar en posesión de la verdad: sería la voz del integrismo mítico.

Pues bien, con todo este trasfondo, queremos hacer luz a partir de la pregunta primera: ¿qué es la espiritualidad?

En una aproximación suficientemente amplia e inclusiva, puede entenderse la espiritualidad como la dimensión de Profundidad de lo real.

Bajo mi punto de vista, de este modo, se hace justicia a la dimensión espiritual como parte constitutiva de toda la realidad. Ello significa reconocer que no existe absolutamente nada al margen de esta dimensión. Más aún, todo lo que podemos percibir, como “formas” infinitamente variadas, no son sino “expresión” de aquella Profundidad de la que todo emerge.

Con esto, no se afirma ningún dualismo entre aquella dimensión última y las manifestaciones que percibimos. Al contrario, en admirable sintonía con lo que vamos percibiendo desde diferentes ámbitos del saber –desde la física cuántica hasta la psicología transpersonal, desde la mística hasta recientes estudios en el campo de las neurociencias-, lo que se nos muestra es una admirable y elegante no-dualidad, en la que nada se halla separado de nada, siendo solo la mente la que nos hace creer en una realidad fraccionada y separada en partes, tal como ella misma la ve.

De entrada, el término “espiritualidad” nombra una cualidad, una capacidad o incluso un ámbito del saber que tiene como referencia directa e inmediata al “espíritu”. Por tanto, solo lo podremos entender si previamente desciframos el sentido de este otro.

Pero no es una tarea fácil. Basta intentarlo para que se ponga de manifiesto la incapacidad de la mente para referirse adecuadamente a todo lo que no es objetivable.

Si rastreamos esa palabra en la tradición judeocristiana, hallamos algún dato significativo. En la Biblia hebrea, el espíritu presenta forma femenina: es “la Ruaj”, la brisa, “aleteo” de Dios sobre las aguas, soplo impetuoso que genera vida. Aliento, soplo, viento, respiración, fuerza, fuego…, con nombre femenino que habla de maternidad y de ternura, de vitalidad y de caricia.

Si Ruaj es femenino, su traducción griega lo convierte en el neutro “lo Pneuma”. Como si en su intrínseca dificultad para imaginarlo, el mismo término nos estuviera diciendo que se trata de una Realidad que, no solo trasciende el género (está más allá de la distinción sexual), sino también el concepto de “individuo” y hasta de “persona” (por definición, lo neutro no puede ser “personal”; en todo caso, transpersonal).

Con la traducción latina (Spiritus), el Espíritu se hizo masculino, y así ha llegado hasta nuestras lenguas modernas. Pareciera como si, con este cambio, volviéramos a sentirnos cómodos: finalmente, podríamos dirigirnos a él como una persona y en masculino. Eso casaba bien con nuestra conciencia egoica y patriarcal.

Si algo tienen en común todos esos nombres es que remiten a la intuición de un “principio vital” o “latido” (hálito, respiración), que se encontraría en el origen de todo lo que es. No es extraño que “Espíritu” haya sido uno de los términos más comunes para nombrar a la Divinidad, en cuanto Dinamismo de Vida.

Fuente de todo lo que es, principio vital, dinamismo de vida, el espíritu constituye, por tanto, el núcleo más hondo, la identidad última de todo lo que es, la Mismidad de lo Real.

Pero no como una “entidad” separada, sino como “constituyente” de todas las formas, en un abrazo no-dual. En razón de esa misma no-dualidad, podemos ver, palpar y saborear al Espíritu en todas las formas de la realidad: todas lo expresan y en todas se manifiesta, sin negarlas ni anular las diferencias.

Una vez más, es necesario decir que no hay ningún tipo de dualismo, como si, además del espíritu, hubiera “otra” realidad al margen de él; pero tampoco se trata de un panteísmo indiferenciado. Es todo más sutil y, en cierto modo, más simple: el Uno expresado en lo Múltiple, como dos caras de la única Realidad.

Si entendemos por “espíritu” el principio vital y constitutivo de todo lo que es, habremos de concluir que “espiritualidad” es la capacidad de “ver” esa dimensión profunda y última de lo real y vivir en coherencia con ello.

En esta acepción primera y genuina del término, no hay todavía conceptos ni creencias. Hay, sencillamente, un reconocimiento y una capacidad. Una percepción intuitiva –preconceptual- del misterio mismo del existir.

A esta capacidad podemos designarla, por tanto, como “inteligencia espiritual”. Es ella la que nos permite intuir el Misterio y, simultáneamente, reconocer nuestra identidad más profunda.

Se suele decir que el “despertar espiritual” consiste en la capacidad de separar la conciencia de los pensamientos. De eso se trata exactamente. Caer en la cuenta de la identificación con la mente, de la que provenimos, y reconocer que ahí no está nuestra verdadera identidad.

La espiritualidad o inteligencia espiritual, al hacernos crecer en comprensión de nuestra verdad, nos pone en camino de desapropiación. Por eso, a más espiritualidad, menos ego y menos egocentración. Es fácil advertir que el criterio decisivo de una existencia espiritual no puede ser otro que la desegocentración, la bondad y la compasión, unidos a la ecuanimidad de quien ya ha descubierto que su verdadera identidad trasciende todo vaivén y toda impermanencia.

Lo expresa con nitidez Javier Melloni, cuando escribe que “la dirección que no ha de variar, aunque se cambien los vehículos y los caminos, es el progresivo descentramiento del yo, tanto personal como comunitariamente… Esta es la única certeza, el único discernimiento: ir convirtiendo nuestra existencia en receptividad y donación”. Porque, ¿cuál es la meta? Y responde el propio Melloni de una manera sabia y hermosa: “La tierra pura de un yo descentrado de sí mismo que se hace capaz de acoger y de entregarse sin devorar, porque sabe que proviene de un Fondo al que todo vuelve sin haberse separado nunca de él”.

A partir de este concepto de espiritualidad, se desprenden dos primeras conclusiones: por un lado, la percepción de que el cuidado de la espiritualidad y el cultivo de la inteligencia espiritual son decisivos si se quiere acceder a una vida plena; por otro, la constatación de que, así entendida, la espiritualidad es previa a cualquier religión, de modo que las diferentes confesiones religiosas no serán sino “modulaciones” o formas (mentales) específicas de aquella intuición original.

  • Religión y espiritualidad

Hay dos imágenes que se suelen utilizar habitualmente para hablar de la relación entre ambas: la del vaso y el agua, o la del mapa y el territorio.

La espiritualidad es el agua que necesitamos si queremos vivir y crecer; la religión es el vaso que contiene el agua. La espiritualidad es el territorio último que anhelamos, porque constituye nuestra identidad más profunda; la religión es el mapa que quiere orientar hacia él.

Cuando se vive al servicio de aquella, la religión constituye un medio valioso o una “cinta transportadora” –en palabras de Ken Wilber- que facilita la conexión con la dimensión espiritual: es el vaso que proporciona el acceso al agua; el mapa que baliza el camino hacia el territorio.

Sin embargo, cuando la religión se absolutiza, todo se desencaja. Lo que no es sino un medio, se arroga cualidad de fin último, haciendo que todo gire en torno a ella. Se hacen presentes el dogmatismo y la exclusión. En esa misma medida, la persona religiosa proyecta en la religión la seguridad con la que sueña.

Quizás no esté de más señalar que esa tendencia a la absolutización constituye una característica del modo de funcionar de nuestra mente. Es consecuencia de la propia limitación de la misma y va de la mano de la necesidad psicológica de seguridad.

Con todo, sin embargo, parece claro que entre religión y espiritualidad no tiene por qué haber enfrentamiento, así como tampoco identificación. Esta afirmación conlleva dos conclusiones inmediatas: por un lado, una religión conscientemente alentada por la espiritualidad resulta beneficiosa y eficaz. Por otro, la afirmación de la no-identificación entre ambas permite reconocer la existencia de una espiritualidad laica o incluso atea.

Porque el Territorio de la espiritualidad es siempre compartido: ahí nos encontramos con todo lo que es, con el Misterio que se expresa en toda la realidad, y del que las religiones –hijas de su tiempo- han querido dar una explicación.

Por eso creo que, valorando la riqueza propia de cada religión, tenemos que dar un paso más… hacia el Horizonte o Territorio al que las religiones (mapas) apuntan: ese es el camino de la espiritualidad.

La religión es una construcción cultural, a través de la cual los humanos han tratado de canalizar, expresar y sostener –consciente o inconscientemente- el Anhelo espiritual que reconocen como dimensión constitutiva de su mismo ser.

En ese sentido, puede decirse que las religiones son interpretaciones o lecturas del misterio mismo del existir. Presentándose en complejas configuraciones, ofrecen caminos y propuestas de sentido. Como dice Javier Melloni, cada religión es un camino hacia el desvelamiento de lo Real.

Eso explica que la religión afecte a los grandes enigmas de la vida. En ellas, el ser humano pretende encontrar la luz que necesita para desvelar el misterio que envuelve su origen y su destino, para interpretar el sentido y el propósito de la existencia, para descubrir las causas del dolor que lo aqueja y, en fin, para encontrar un poco de alivio a sus incontables males.

Sin embargo, todas ellas se ven acechadas por dos graves peligros: aliarse con el poder y confundir su creencia con la verdad. Cuando eso ocurre –y ha ocurrido históricamente en todas ellas-, se produce la absolutización de la religión. Lo que era solo una construcción humana y un medio para facilitar la percepción y vivencia del Misterio, se convierte en un fin en sí mismo. En ese preciso momento, la religión se torna peligrosa.

Del mismo proceso de construcción de la religión forma parte la presunción de ser revelada por la Divinidad. A partir de ahí, el paso siguiente es sencillo: si nuestras creencias han sido reveladas, eso significa que son verdaderas; poseemos la verdad. De ahí que el innegable conflicto que supone el hecho de que religiones diferentes tengan la misma pretensión –el conflicto de “verdades” enfrentadas- se haya de resolver forzosamente declarando cada una que todas las demás están equivocadas.

En un nivel de conciencia mítico, en el que aparecen las religiones, era inevitable que, en las configuraciones teístas, se concibiese a Dios como un “ser separado”, y que se entendiese la así llamada revelación como un “dictado divino”. ¿Cómo no iba a producirse el paso siguiente que llevaba a creer al propio pueblo como el “elegido”, y al propio libro sagrado como “la verdad” dada a conocer por Dios?

En cuanto tomamos conciencia de aquel nivel de conciencia y, simultáneamente, trascendemos el modelo mental (dual) de conocer, el concepto mismo de “revelación” se modifica radicalmente.

En ese momento, también, reconocemos con facilidad la distinción entre la religión, en cuanto forma histórica concreta, y la espiritualidad, como dimensión constitutiva del ser humano y de toda la realidad.

Con esta toma de conciencia, la religión queda desnudada de cualquier pretensión absolutizadora. Más aún, el objetivo mismo se reorienta: ya no se trata de propagar la religión y lograr que tenga cada vez más fuerza, sino de potenciar la dimensión espiritual, es decir, la consciencia de nuestra identidad más profunda.

En esa tarea nos encontramos con todos los seres humanos, más allá de las referencias, religiosas o no, de cada cual. Podremos seguir valorando las religiones –los “mapas”- en toda la riqueza que han vehiculado y las capacidades espirituales que despiertan, pero sin olvidar que son solo medios relativos. Pueden, por tanto, ser trascendidas. Y, de hecho, podemos encontrarnos con todas las personas, sean religiosas o no, en el cuidado y cultivo de aquella dimensión espiritual irrenunciable.

  • Hay vida más allá de la ciencia

El trato que ha recibido la espiritualidad explica, en gran medida, no pocas características del modo de comprendernos, percibirnos y vivirnos en nuestro contexto sociocultural. Consumismo, economicismo, egocentrismo, vacío existencial… son manifestaciones de un mundo en el que se ha olvidado la dimensión genuinamente espiritual del ser humano. Al alejarnos de nuestra identidad profunda, han de aparecer necesariamente la ignorancia, la confusión y el sufrimiento.

Hemos logrado increíbles avances en el campo científico, técnico y tecnológico pero, al desconectar de quienes realmente somos, apenas hemos crecido en sabiduría ni en plenitud. Y venimos a constatar que tanto el poderío material como el mismo pensamiento filosófico no han logrado liberarnos del sufrimiento inútil y estéril.

En el origen de esa “desconexión” de nuestra verdadera identidad, han jugado papeles diferentes la religión y la ciencia. Como decía en el parágrafo anterior, la religión, al tiempo que se absolutizaba, ha manejado un concepto reductor y empobrecedor de la espiritualidad. En consecuencia, la atención se desviaba hacia las prácticas religiosas, las creencias y los rituales, en lugar de ofrecer prácticas espirituales que hubieran permitido a las personas vivirse conectadas con su raíz última. Además, y debido a aquella “reducción”, fue la misma religión la que, aun inadvertidamente, provocó entre sus adversarios un rechazo de la propia espiritualidad.

La ciencia moderna, por su parte, cayó en otro reduccionismo no menos empobrecedor, al arrojarse, de un modo totalmente acrítico, en los brazos de lo que conocemos como materialismo, positivismo o cientificismo.

El origen de la trampa, sin embargo, fue el mismo en ambos casos. Tanto la religión como la ciencia se absolutizaron, como si no existiera otra cosa más allá de ellas. Hemos tenido que padecer las consecuencias de tales posturas reductoras para empezar a despertar y venir a reconocer que, tanto más allá de la religión como más allá de la ciencia, sigue habiendo vida…

Para empezar, hoy nadie duda de que los postulados básicos del materialismo (y del cientificismo) son creencias metafísicas absolutamente indemostrables y peligrosamente reductoras. ¿En nombre de qué se puede sostener que no existe sino lo que puede ser comprobado “científicamente”? ¿Quién decide los límites de lo real? ¿Qué fundamento tiene la afirmación de que la razón es el modo supremo de conocimiento? ¿Dónde se apoya la arrogancia de que fuera de la ciencia no hay verdad?…

No es que se rechace la ciencia, sino únicamente sus pretensiones absolutistas. La ciencia es una herramienta extraordinaria para operar en el mundo de los objetos. Y la razón crítica constituye un logro irrenunciable de la humanidad. Los llamados “maestros de la sospecha” (Nietzsche, Marx, Freud) nos abrieron los ojos para ver que las cosas no son lo que parecen y que haremos bien en someter a crítica todo tipo de creencias.

Y eso mismo vale también para la ciencia…, a no ser que se arrogue un estatus “religioso” de intocabilidad, con el que ha aparecido con demasiada frecuencia. Es entonces, al aproximarnos a ella desde una actitud crítica, cuando caemos en la cuenta de la trampa del cientificismo: ha olvidado que existe otro modo de conocer superior y previo a la razón.

Es un modo de conocer al que tenemos acceso justamente cuando somos capaces de acallar el pensamiento y “conectar”, de una manera directa, inmediata y experiencial, con la verdad que somos. El modo racional (mental, dual, cartesiano) funciona admirablemente en el mundo de los objetos, pero es incapaz de ir más allá; cuando lo intenta, no hace sino objetivar toda la realidad, reduciendo y empobreciendo nuestra percepción.

Reconociendo la validez de ese acceso, es innegable que existe otro, anterior a la razón, que nos pone directamente en contacto con aquella dimensión de lo real que escapa a la razón y la ciencia. Este es el terreno de la espiritualidad; y a la capacidad para adentrarse en él se le está empezando a llamar “inteligencia espiritual”.

Cuando esta dimensión se olvida, se produce una amputación grave del ser humano, con consecuencias sumamente empobrecedoras para la vida de las personas, que son condenadas a una sensación de vacío y nihilismo. Es lo que ha ocurrido, en parte, en nuestro ámbito cultural: la ciencia ha propiciado un desarrollo material inimaginable, pero el cientificismo ha empobrecido la experiencia humana hasta límites insostenibles.

Por eso me parece, a la vez, profundamente revelador y esperanzador el hecho de que sea, dentro mismo de la ciencia, donde se haya producido un cuestionamiento radical de los postulados materialistas y de las pretensiones cientificistas.

A pesar de que las implicaciones de sus resultados no se hayan plasmado todavía en el imaginario cultural colectivo, la física cuántica ha revolucionado los presupuestos sobre los que se asentaba la física clásica o newtoniana. En sus escasos cien años de vida, ha supuesto un cambio radical de paradigma, de consecuencias enriquecedoras. Efectivamente, a tenor de sus descubrimientos incontestables, las cosas no son lo que parecen: la mente –y el llamado “sentido común”- nos engañan con mucha facilidad.

Curiosamente, la principal intuición procedente del nuevo paradigma científico no es tecnológica. La física cuántica viene a confirmar algo para lo que no se hallaba explicación racional: la estrecha relación entre nosotros y con todo el cosmos. Experimentos contrastados en el mundo de las partículas elementales han superado las viejas concepciones atomistas, para afirmar que la realidad a la que denominamos universo es un todo integrado, sin fisuras.

Y, curiosamente, esa es la experiencia espiritual genuina. A partir de ahí, parece que la actitud sabia consiste en abrirnos a esa nueva visión que está emergiendo, ya que –como decía Krishnamurti- “de esta crisis solo podremos salir mediante una transformación radical de la mente”.

El denominador común de esta nueva cultura emergente es el holismo: Como ha escrito Ervin Laszlo, “entre nosotros se extiende una nueva epidemia: cada vez son más las personas infectadas por el reconocimiento de su unidad”. Es así: crece por doquier la conciencia de la interrelación de todo, de la no-separación, de la no-dualidad radical. Y esa nueva conciencia, que va conformando una nueva cultura, afecta también a todas las dimensiones de nuestra experiencia: a la economía, a la ecología, a la política, a las relaciones, a la religión…

Por eso, tanto en las discusiones en torno a la ciencia, como las que ocurren en el ámbito de la religión, sería bueno partir del reconocimiento expreso de lo que realmente se halla en juego. De otro modo, parece inevitable que se sucedan los enfrentamientos y controversias estériles en torno a “mapas” y “etiquetas”, que nos lleven a confundir nuestras creencias con la verdad.

Y lo que se halla en juego no es algo baladí. Se trata, nada menos, que de un cambio en el modelo de cognición. Probablemente, el giro más revolucionario de esto que llamamos “postmodernidad”.

Venimos de un modelo mental, dual, egoico o cartesiano. Tal modelo, basado en la dualidad inicial sujeto/objeto, perceptor/percibido, se revela adecuadamente operativo en el mundo de los objetos. Sin embargo, ese es también su límite. Dado que pensar es sinónimo de objetivar, cuando desde ese modelo queremos aproximarnos a realidades que no son “objetos”, el modelo se colapsa y nos engaña. Naturaleza, seres humanos, vida, verdad, realidad, “lo que es”, Dios… Se trata de realidades inobjetivables: cuando las pensamos, las convertimos en objetos, al tiempo que toda la realidad queda separada, fraccionada y, de ese modo, distorsionada.

Basta salir del estrecho cerco del modelo mental para captar su engaño y su trampa. Podemos recurrir a la imagen (metáfora) del océano y las olas. El modelo mental se detendría exclusivamente en la singularidad de cada ola, absolutizando la separación entre ellas y olvidando la naturaleza común de agua, que comparten.

Sin embargo, hay otro modo de ver, desde la no-dualidad. Y ahí las cosas cambian por completo. Esa nueva visión nace de otro modo de conocer, el modelo no-dual, que se basa en la aproximación no-mental a lo real. Se trata de una aproximación respetuosa a “lo que es” en la que, silenciada la mente, acogemos el Misterio que se muestra, nos reconocemos y descansamos en él.

Volviendo a la metáfora antes aludida, desde el modelo no-dual se advierte, antes que nada, el agua que constituye, conforma y se expresa en cada una de las olas. La perspectiva cambia radicalmente.

Sin forzar demasiado la imagen, puede afirmarse también que el referente natural de la religión es la “ola”, mientras que el de la espiritualidad es el “agua”. El paso del modelo mental al no-dual es coherente con aquel que va de la religión a la espiritualidad. ¿Significa esto el final de la religión?

  • ¿Hacia un horizonte postcristiano?

A veces se escucha decir que, cuando pase esta generación, “las iglesias se quedarán vacías”. Con esa frase se estaría expresando el innegable y acelerado declive que está experimentando, en nuestro medio, la religión institucional y, concretamente, el cristianismo.

Sin entrar ahora en las circunstancias históricas que, durante siglos, han podido ir acumulando, en la memoria colectiva, un rechazo visceral hacia la religión, concretamente en nuestro país –por ejemplificarlo en una sola frase: el anticlericalismo encuentra su caldo de cultivo en el clericalismo-, me parece indudable que, debido sencillamente al nivel de conciencia en el que históricamente aparecen, las religiones traen con ellas algunos elementos que, si se toman literalmente, chocan frontalmente con los nuevos paradigmas culturales.

Me refiero, en concreto, a cuatro de sus características más destacadas: el carácter mítico, la visión heterónoma, la insistencia en la creencia (mental) o credo y la idea de un dios separado e intervencionista.

Es fácil apreciar cómo cada uno de esos rasgos característicos de la religión entra en franca contradicción con la nueva sensibilidad que nace con la modernidad y que se acentúa con el paso al nivel transpersonal de conciencia. En esquema, podría representarse de este modo:

Características de la religión mítica Conquistas de la modernidad y percepciones transpersonales
Pensamiento mítico Racionalidad
Heteronomía Autonomía
Creencia Silencio transmental
Idea de un dios separado e intervencionista Unidad (no-dualidad) de todo lo que es

No es extraño que la religión haya entrado en una crisis que alcanza a sus propios cimientos. Por eso, parece inútil, a la par que engañoso, tratar de sortearla, eludiendo la confrontación con la modernidad y con la más reciente perspectiva transpersonal.

A mi modo de ver, esa crisis únicamente podrá resolverse en la medida en que la religión renuncie, consciente y radicalmente, a cualquier absolutización y asuma vivirse al servicio de la espiritualidad, es decir, al servicio del ser humano que anhela vivir en toda su verdad.

Ello le exigirá la humildad de reconocer abiertamente que su credo no puede ser nunca la verdad, sino un “mapa”, entre otros, que apunta hacia el Territorio inefable y la Verdad inaprensible. Así, relativizando las creencias, podrá dedicar sus esfuerzos a una doble práctica: la práctica de la transformación individual –en la línea de trascender la mente y favorecer la desapropiación del ego- y la práctica de la justicia, como expresión de la Unidad que somos. Es decir, podrá pasarse del particularismo religioso a la espiritualidad inclusiva.

¿Significa esto el fin del cristianismo? ¿Será cierto que caminamos hacia una espiritualidad postcristiana? Lo que importa, a mi modo de ver, no son las respuestas, más o menos acertadas, a esas cuestiones, sino las implicaciones que la misma pregunta encierra.

Personalmente, no me parecería extraño que las religiones, tal como hoy las conocemos, llegaran a desaparecer. En cuanto configuraciones históricas, deudoras del momento en el que nacieron, son formas transitorias y perecederas.

Otra cosa es la intuición de la que son portadoras, y en la que los humanos nos “re-conocemos: el mismo Anhelo vital, el núcleo de la genuina espiritualidad.

En concreto, en el caso cristiano, aquella intuición es la que pivota en torno a la figura y el mensaje de Jesús. Y lo que vengo diciendo todavía cobra más relevancia cuando tenemos en cuenta que el Maestro de Nazaret no pertenecía a la clase religiosa ni fundó ninguna religión. El suyo es un mensaje de sabiduría dirigido al corazón humano, que fácilmente resuena en nosotros. Por tanto, ese mensaje puede vivirse en clave religiosa, pero también en otra clave laica o, simplemente, no-religiosa.

Al reconocer la no-identificación de la espiritualidad con la religión, aquella vuelve a recuperar la “amplitud” y la “hondura” que la caracteriza, así como su capacidad de poder ser vivida en cualquier paradigma cultural, porque lleva en sí misma las claves de la imprescindible “traducción” a los nuevos “idiomas” que van apareciendo a lo largo de la historia de la humanidad.

En la “amplitud” que caracteriza a la espiritualidad, se trasciende el estrecho marco de las creencias y de las formas históricas y somos conducidos al territorio sin límites de la Vida, que experimentamos de un modo inmediato y autoevidente y que percibimos compartido por todos. La espiritualidad es amplia e inclusiva: puede ser religiosa, pero puede ser también no-religiosa, laica, agnóstica o atea. Se trata solo de “mapas” diferentes que no impiden el reconocimiento del territorio vital compartido.

Y también, más allá de las formas religiosas, la espiritualidad manifiesta la “hondura” que la define: la misma hondura que nos constituye. De ahí que la espiritualidad no viene a ofrecer nada “añadido”, sino sencillamente a desvelar la profundidad de lo que somos. Todo lo demás –credos, no-credos, ritos, normas…- son solo parte de aquellos “mapas”, que dejan de absolutizarse, porque el interés está puesto en el territorio cuya voz nos reclama. Un territorio que ya no situamos en un “Paraíso lejano”, ni tampoco en un “Dios separado”, sino que constituye el Fondo de todo lo real, en la no-dualidad que todo lo abraza y que en todo se manifiesta.

Pero, para sortear las trampas reductoras de las que venimos –tanto religiosas como científicas-, necesitamos impulsar el cuidado de la inteligencia espiritual.

  • Una cuestión decisiva: el cuidado de la inteligencia espiritual

Frente a un concepto reduccionista, que limitaba la inteligencia a la capacidad de resolver problemas mediante un razonamiento lógico, en los últimos treinta años estamos asistiendo al reconocimiento de las diferentes “líneas” o dimensiones que implica. Entre ellas, H. Gardner, el primero en hablar de las “inteligencias múltiples”, señala las siguientes: lingüística, musical, lógico-matemática, corporal o kinestésica, espacial o visual, intrapersonal, interpersonal y naturista. Por su parte, K. Wilber se refiere a las distintas “líneas de desarrollo” que puede recorrer la inteligencia: cognitiva, interpersonal, psicosexual, emocional, moral…

En concreto, en los últimos años se está prestando una atención especial al cuidado de la “inteligencia emocional”, con todas sus repercusiones, y más recientemente aún, a la “inteligencia espiritual”. Si la primera se refiere a la capacidad de nombrar y gestionar las propias emociones, y de relacionarnos con los otros constructivamente, la segunda puede definirse como la capacidad de trascender el yo, separando la conciencia de los pensamientos.

La inteligencia espiritual dotaría a las personas de las siguientes capacidades:

  • capacidad de reconocer, nombrar y dar respuesta a las necesidades espirituales;
  • capacidad de trascender la mente y el yo: somos más que la mente;
  • capacidad de separar la conciencia de los pensamientos;
  • capacidad de percibir la dimensión profunda de lo real;
  • capacidad de percibir y vivir la Unidad (No-dualidad) que somos.

De un modo sencillo, podría decirse que la inteligencia espiritual es la capacidad de leer la realidad desde su dimensión más profunda y vivir en coherencia con ello.

Pero más allá, incluso, de las definiciones que podamos dar, lo que parece innegable es que –como ha escrito Francesc Torralba- el ser humano, independientemente de su credo religioso o adscripción confesional, sea religioso o no, “padece unas necesidades de orden espiritual que no puede satisfacer ni desarrollar si no es cultivando la inteligencia espiritual”.

La inteligencia espiritual abre ante nosotros un horizonte ilimitado, que nos permite ubicar todo lo que ocurre en su verdadero contexto. Nos capacita para ver en profundidad, superando la visión estrecha de una mente absolutizada.

Es el cuidado de esta capacidad que llamamos inteligencia espiritual lo que nos va a permitir crecer en conciencia de lo que somos. Sin ella, no lograremos salir de la confusión ni del sufrimiento.

Esto nos hace ver también la importancia de cuidar esta capacidad en el proceso educativo de niños y adolescentes. De otro modo, les estaremos privando de una de las mayores riquezas con las que puede contar el ser humano.

Afortunadamente, cada vez es mayor el interés de padres y educadores por ayudar a los niños y jóvenes a entrar en contacto con esa dimensión. De formas distintas, se está buscando el modo y las “herramientas” para que los más jóvenes puedan experimentar la dimensión profunda de la realidad, empezar a vivirse desde ella y comprobar que es “desde dentro” como se operan los cambios eficaces y donde se encuentra la felicidad.

En cierto sentido, esa demanda podría sintetizarse diciendo que, así como desde hace unos años se ha empezado a tener en cuenta la llamada “inteligencia emocional”, quizás sea hora de abrirnos a la riqueza que aporta la “inteligencia espiritual”.

No hace mucho tiempo, un profesor de primaria me decía: “Cada vez tengo más claro que uno de los mejores servicios que podemos hacerles a los chicos es ayudarles a observar su mente”. Lo que planteaba con esas palabras es claro: hay que trabajar el desarrollo de la mente, pero tienen que descubrir que son más que la mente.

Hablar de “inteligencia espiritual” no significa hablar de religión, sino de “interioridad”, “profundidad”, de “conciencia transpersonal, transmental o transegoica”, de “no-dualidad”. Significa experimentar que somos más que nuestros pensamientos y emociones y que, cuando accedemos a esa dimensión, todo es percibido de un modo radicalmente nuevo.

Cualquiera que entra por ese camino puede comprobar por sí mismo cómo la llamada “inteligencia espiritual” potencia capacidades como la serenidad, la observación desapegada de lo que ocurre, la ecuanimidad, la libertad interior, la compasión…

De hecho, en aquellos centros educativos en los que se ha empezado a trabajar la “educación de la interioridad”, hasta los profesores más escépticos han terminado reconociendo que, tanto la vivencia personal de los muchachos como las relaciones entre ellos, se han enriquecido notablemente. Y que, para sorpresa de muchos, terminan siendo los propios alumnos quienes reclaman la práctica de la meditación, como modo de acallar la mente y aprender a vivir en el presente.

Como decía al inicio, el interés de los educadores por esta cuestión es cada vez más claro. Y, paralelamente, son más los colegios que se hallan embarcados en esta tarea, como una inquietud que se contagia. Genéricamente, se suele hablar de “Educación de la interioridad”, debido a que, para muchos de nuestros contemporáneos, la palabra “espiritualidad” viene cargada de connotaciones negativas. Porque se asocia a algo anacrónico, obsoleto, doctrinario, confesional… Sin embargo, al mismo tiempo, se está empezando a revalorizar aquello a lo que la espiritualidad genuina se refiere: la dimensión profunda, sin la que todo lo humano se empobrece, abriéndose camino el vacío existencial. Debido precisamente a esta nueva consciencia que está emergiendo, y superados los arcaicos y reductores prejuicios materialistas de donde veníamos, son cada vez más las personas que están “saliendo del armario espiritual”. Quizás nos estamos haciendo más conscientes de que el olvido de esa dimensión profunda conduce a una “anemia espiritual” insoportable (Mónica Cavallé), cuya consecuencia es la egocentración y el vacío.

Por el contrario, el trabajo con los niños en este campo, puede realizar un gran sueño: que, traspasando el reduccionismo del “mundo chato” (Ken Wilber), que ha caracterizado a gran parte de nuestra cultura –anclada en una visión obsoleta de la realidad, que depende del modelo materialista de la física clásica, hoy ya superado-, seamos capaces de acompañar a los niños en el encuentro con su interioridad. Para que, a la vez que construyen y afirman su identidad psicológica (el “yo”), aprendan que son infinitamente más que él y, gracias a la práctica de la atención, sean capaces de vivir en el presente y de reconocer su Identidad más profunda, aquella identidad “compartida”, en la que experimentamos, simultáneamente, la Plenitud de ser y la Unidad con todos y con todo.

El sueño es que, en el siglo XXI, se reconozca la dimensión espiritual (transpersonal) de la vida humana, con todo lo que ello implica a todos los niveles. Porque negar o no tener en cuenta la dimensión espiritual es reducir al ser humano, olvidando precisamente aquello que lo constituye en su verdad última. El cultivo de la auténtica espiritualidad no es una huida del mundo real; no es tampoco la adhesión a una confesión religiosa, a unas creencias o dogmas. Es la práctica que conduce nada menos que a experimentar y vivir lo que realmente somos. Por eso, solo esta experiencia nos garantiza encontrar “nuestra casa”, hallarnos a nosotros mismos en aquel “lugar”, donde hacemos la experiencia de Unidad con todos y con todo, donde “todo está bien”. Únicamente ahí nos encontramos -más allá de nuestro “pequeño yo”- con nuestro verdadero Ser. Y eso lo cambia todo… ¿Cómo privar a los niños del descubrimiento y vivencia de esta dimensión (interior, profunda, espiritual, transpersonal…) en la que, frente al vacío nihilista, propio del yo, se juega la plenitud de la vida?

Enrique Martínez Lozano

Fuente: Revista Aragonesa de Teología, 36 (julio-diciembre 2012) 7-22, CRETA, Zaragoza. Fe Adulta.

49 comentarios

  • Luis Gonzalez Moran

    Me alegra y congratula comprobar el buen humor de que goza la concurrencia.
    Es una bendición (por lo menos de un dios menor) el júbilo que se organiza en torno a una sabrosa comida.
    Desgraciadamente ese día tengo que dar un retiro a unas monjas (“todavía”, Morgan) pero fíjense que me encantaría sentarme a tal mesa, aunque no bendeciría la mesa para evitar improperios.
    De verdad, ya sé que soy un peleas, pero estaría muy a gusto allí, entre gente que me parece maja (con sus tics, claro, como tenemos todos).
    Que Udes. lo pasen bien y disfruten.

  • mª pilar

    Jajaja: ¡Déjalo Javier, amigo!

    Es imposible contigo; me refería a mi respuesta ¡no! a la de todas las personas  que han respondido.

    Contigo ¡¡¡No hay como!!!

    Deseo y espero poder estar ahí con vosotros.

    mª pilar

  • Secundino Pérez

    Ha levantado mucha polvareda este artículo y la merece. En breve voy a decir algo que parece conturba aún a muchos. En la Espiritualidad, en las cosas del Espíritu, gracias a Dios, éste sigue soplando donde quiere y como quiere y allá donde quiere. En la Espiritualidad no hay creencias, no hay religiones, no hay divisiones, no hay etiquetas, por más que se esfuercen algunos en colocárselas: hinduista, budista, islámica, sufí, cristiana, y dentro de cada una ni te cuento… Después de leer mucho sobre el tema, a los más reputados autores de todas ellas y sobre todo a Juan de la Cruz, Teresa de Avila, Teresa de Lisieux, Tony de Mello, y un sin in de autores budistas, hinduistas, islámicos he llegado a esa conclusión,sin olvidarme de mi Tomas Merton, TODOS DICEN LO MISMO Y CASI CON LAS MISMAS PALABRAS, que aunque en la forma difieren por la cultura de cada cual, en el fondo TODOS VIVEN DESDE EL INTERIOR, EN EL INTERIOR, EN EL CENTRO, tdos están enamorados, embriagados del mismo y único DIOS, al que se refieren como el AMADO principalmente, como dijo Radakrishna al ser cuestionado por el ¿politeismo? hindú: Nosotros sólo tenemos un DIOS sólo que lo presentamos con diferentes nombres y formas, ¿hay tantas Vírgenes Marías en el cristianismo como representaciones,advocaciones existen por toda la geografía delmundo, de la misma y única María, la Madre de Jesús? Creo que la idea está clara. Me queda referir una anécdota contada por el P. Antonio Salas, agustino y biblista. Contaba que en una serie de conferencias a las que fue invitado compartía habitación con un monje hindú y se llevaban de primera, aquello era más que una comunicación sin trabas y una coincidencia no buscada pero general, algo parecido a una simbiosis, sin embargo cuando llegaba el momento del desarrollo de ideas, en las mesas redondas, se enfrentaban de una manera hasta fuerte. Un día sin poderlo resistir por más tiempo, le preguntó: Por qué  estamos tan distendidos, por qué coincidimos plenamente aquí y en nuestros paseos y ahí, en la sala, casi nos peleamos? Y el hindú me contestó: Porque aquí somos tú y yo, allí somos tú y yo y nuestras creencias,  nuestras teologías,eso es lo que nos  separa. Y concluyó, entonces me di cuenta de que mi cristianismo no es lo fundamental ni lo que me define, que si soy cristiano es porque soy un hombre religioso, es decir, que busca la transcendencia, y si soy cristiano es por accidente, por haber nacido en un sitio, en una familia, en una cultura, lo msimo que el de color lo es por accidente, y el moreno por lo mismo y el blanco idem, pero que si hubiera nacido en la India sería lo que mi amigo era. Y entonces nos hermanamos más aún y dejamos de discutir en la sala de reunión.
    Creo que ahí está la clave. Y la superación de las creencias y las exclusiones y los fundamentalismos. Lo fundamental es el mismo y único Dios se llame como se llame, o no se le llame, ni se le nombre, es más, se le deje presuntamente de lado como en el budismo, pero sigue estando ahí y sigue siendo el origen y la meta de la espiritualidad. O así lo veo yo, que no tiene por qué ser la palabra definitiva ni mucho menos, sino una simple y sencilla aportación más. O no hay ateos perfectamente espirituales, con vivencias profundas del misterio? Saludos

  • oscar varela

    Hola pili!

    desde Chiloé
    te escribiré un Correo
    a lo de Pepe Sala.

    ¿Ok?

    con una condición:
    abraza a cada uno
    de mi parte y de Olga Larrazabal.

    ¡Vamos todavía! – Oscar.

  • pepe sala

    ¡¡ Joder !!, esto parece el prolegómeno de un partido de foot-baal entre el Atletic y “la Real Sociedad de San Sebastián”- ( ya les vale a éstos últimos por asumir semejante nombrajo. Así no me extraña que tengan los resultados que tienen…)
     
    Vamos a ver. dijo un ciego ,y las pasó putas para  ser coherente con su propia frase.
     
    1º: Estoy casi seguro de que nadie se atreverá a pedir la bendición de los alimentos que vamos a tomar. Sea cura o sea ateo, mi comentario al respecto era una simple comentario jocoso y sin ninguna pretensión polémica.  Para el caso, si fuese necesario, YO MISMO ( como “anfitrión”) tomaré la iniciativa y dejaré satisfechos a Tirios y a Troyanos. Si el asunto de la bendición de alimentos ha de ser ” causus belis”, se resolverá adecuadamente, sin ninguna duda.
     
    2º:  Creo conocer mis propias limitaciones del mismo modo que creo conocer mis propias virtudes. ( lo de ” virtudes” está mejor entrecomillado). Dentro de mis ” virtudes” están el haber trabajado cara al público y haber entrado en miles de casas ajenas. ( unas veces para poner espejos muy lujosos y otras para desatascar el WC, el lavabo o el fregadero). Mi propia experiencia me indica que a alguien ( sea mujer u hombre) que se sienta desafiado, encuentra un motivo para considerar la posibilidad de enfrentarse al desafiante.   Yo espero con seguridad la compañía de nuestra querida amiga Mª Pilar. Y me concederé la medalla a  mí mismo.
     
    3º:  Jabitxu, no te me pases ni un pelín, porque te dejaré sin cocido:
     
    (este Pepe Sala tiene cada ocurrencia, hablar de miedo … debe hablar por propia experiencia …)
     
    Por supuesto que hablo por experiencia; siempre he tenido muy claro que ” el que tiene culo tiene miedo”.  Yo tengo culo y me ha tocado superar el miedo demasiadas veces en mi jodida vida. Lo peor del miedo es no poderlo superar, puesto que nos dejaría anclados. Ya te contaré algo respecto a  LA MAR y los excelentes percebes que me ha tocado ” robar” para alimentar a mi familia. Te puedo adelantar ( por adecuarnos un poco al tema que tratamos en el hilo) que yo he sido capaz de dialogar con el MAR ( dios Poseidón) para que no me llevase antes de tiempo. Yo tenía absoluta necesidad de ” robarle” a Posiedón, y EL me ha respetado, hasta ahora.  Voy a mirar las mareas, y si hay alguna posibilidad razonable tendremos un buen entremés  “robado” al MAR Cantábrico.
     
    Y vale…
     

  • Javier Renobales Scheifler

    Querida Pilar,
     
    Preguntas ¿Quién ha hablado de dios? Respuesta: Varios habíamos hablado de dios, cuando hemos hablado de bendecir la mesa.
     
    Honorio, que ha dicho que, dado que habrá un cura en la reunión del día 24 (‘dios mediante’, según había dicho con sorna Pepe Sala), el cura bendeciría la mesa. Por el mero hecho de ser cura católico, hecho que obviamente tiene relación con la idea de dios.
     
    Pepe Sala también había aludido a la bendición de la mesa por el sacerdote, por el hecho de ser sacerdote: Si no se complican las cosas tendremos sacerdote en la mesa y le solicitaremos la ”bendición del los alimentos”…’
     
    Y yo mismo había aludido al acompañamiento de hacer ‘en el nombre del padre’ al bendecir la mesa. Y a que habría bendición de la mesa, al haber mayoría de católicos (por la relación que pretendeis tener los católicos con dios, obviamente)
     
    Si pones en google “bendecir la mesa” (que es de lo que hablábamos) verás que todas las oraciones para bendecir la mesa que aparecen en las entradas de la primara página con esta frase hablan de dios, de lo divino.
     
    Al bendecir la mesa los católicos habitualmente se santiguan, lo cual es hablar de dios: ‘en el nombre de la trinidad …’
     
    También Iñaki S.Sebastián habla de dios en su comentario.
     
    Tú hablabas de dar gracias a la vida, cierto, y yo también. ¿Yo siempre saco a dios, me imputas? Precisamente digo que no necesito a dios, ni para darle gracias no para nada, en esta vida. A Pepe Sala le pasa lo mismo, si no le he entendido mal.
    ¿Acaso dices tú lo mismo? Si así fuera ya somos tres. Pero si es así entonces tú no rezas nunca ni ‘hablas’ con dios nunca para nada ¿no? Ni vas a comulgar, ni siquiera vas a misa (salvo por lo social, funerales, bautizos, bodas … pero sin referirte nunca a dios)  ¿Es así, Pilar?
     
    Vamos a lo importante: que vengas a la comida el sábado 24, y aprovechas para visitar a tus nietucas y demás familia. Serás la única mujer entre el género basto en la reunión, así parece que será, pero ya has dejado claro que eso no te da miedo (este Pepe Sala tiene cada ocurrencia, hablar de miedo … debe hablar por propia experiencia …)
     
    Ánimo Pilar, sería estupendo verte el 24; si quieres quedamos en Bilbao, donde quedamos la otra vez;  y vamos juntos hasta Romo, para estar en el local de Mentxu a las 13:30 h.
     
    Entiendo bien que te sientas cansada ante tanto viaje, a mí me sucedería lo mismo; nosotros lo tenemos tan cerca, y tú estás a muchas horas de autopista ida y vuelta … pero eso no lo podemos remediar, pues no creo que el grupo acepte ir el 24 hasta ahí.
     
    Si no vienes, hablaremos de ti en todo caso, te tendremos bien presente …
     
    Abrazos

  • mª pilar

    Jajaja Pepe y Javier:
    Yo parece que siempre la lio, pero vosotros nos os quedáis atrás.

    Me hace mucha ilusión;  pero… ¿sola entre hombres fuertes como vosotros…? no sé, no sé.

    Javier ¿quien ha hablado de dios? ¿Ves como no puedes remediarlo?

    Yo te hablaba de dar gracias a la ¡Vida! la tierra…

    Por cierto me había olvidado de:

    ¡La mar! y sus aguerridos pescadores, que ponen en nuestras mesas viandas tan sabrosas.

    ¿Por qué siempre sacas a dios? En mi comentario, no hay nada de eso.

    De verdad amigos ¡¡¡me encantaría!!!
     
    Además el 25 es el cumple de mi hijo que vive en Bilbao.

    Me siento muy cansada, y no sé por qué; de hecho, he dejado de visitarles cada mes, como hacía cuando nacieron mis preciosas nieticas mellizas.

    Lo volveré a pensar, y te llamaré Javier o a los dos os enviaré un correo.

    ¡Gracias por quererme!

    Y no Pepe, no te tengo ningún miedo, yo también te quiero y te respeto profundamente.

    Un abrazo a los dos.

    mª pilar

  • pepe sala

    El problema, Lucho, es que yo ni soy ciego ni soy tuerto. Veo las cosas tal como son y no como me las cuentan en la tele y como me lo intentan hacer entender los ” guías espirituales”. Y como no me gustan las tonterías ni las interpretraciones sin base debidamente informada, paso a aclararte la situación REAL  (no espiritual) de las cosas terrenales. Sobre las otras ya me  las contarás y te leerá quien guste.
    Con la venia:
     
    1º: En el Ayuntamiento de GETXO ( la renta per cápita mayor de toda la Península Ibérica) será imposible encontrar un menú “tan barato y peor” que el que Mentxu ofrece. ( y yo pelo las patatas). El asunto de comer en Cáritas y otras opciones similares no está contemplado en nuestra carta de menú, puesto que tampoco recibimos ningún tipo de subvención.
     
    2º:  Nuestra queridísima empleada peruana (también otros-as empleados-as) cobra un jornal, bien merecido , que en Lima ( Perú) se quedarían asombrados. Yo no digo que sea fácil trabajar a nuestro lado; pero sí digo que nuestra AMIGA y empleada peruana tiene la posibilidad de ayudar a su familia económicamente en Perú, porque es tratada con el respeto debido y se esfuerza para conseguir su impensable sueldo ( en Peru) a pesar de nuestro RIDICULO precio del menú, por más que a ti te parezca exorbitado en nuestra ” crisis”.
    El sueldo de nuestra querida amiga peruana le posicionaría entre los más ricos de su tierra:
    http://quehagoaquienperu.blogspot.com.es/2011/07/el-precio-de-las-cosas-en-lima.html
     
    O sea, Lucho, que tienes dos opciones:
    a): Viaja un poco más y págate alguna vez tus propios menús ( no valen los de Cáritas ni los viajes programados por algunas visita papal o similar.)
     
    b ):  Bájate de las nubes espirituales que los asuntos teológicos suelen dar sorpresas.
     
    Anda, que el jodido ” fontanero” no es plasta ni na, oigan…
     
     

  • Gracias Pepe, como dicen aqui en Peru: “zapatero a tus zapatos”. o esta “en el pais de los ciegos, el tuerto es el rey”.
    Lucho.

  • pepe sala

    A mi. Mª Pilar, no me vengas con tonteriucas. Si no te atreves a conocerme personalmente n0 pongas parches que no vienen al caso:
     
    “” ¿Que tiene que ver la “espiritualidad-interioridad” de cada cual, para terminar diciendo:
    “Las hipotecas, los parados…” y todas esos razonamientos en clave de ironía?””
     
    Pues, por más que te moleste  o incomode, TIENEN MUCHISIMO QUE VER en los asuntos de posibilitar un desarrollo normalizado de la espiritualidad que toda persona necesita. ( sea creyente o no lo sea.)
     
    No concibo  ( no llego a entender) la espiritualidad innegable de Juan de la Cruz ( por poner un ejemplo) si hubiese tenido la presión de media docena de hijos y una hipoteca pendiendo de su propia responsabilidad. Puede ser que tú seas capaz de explicármelo, pero no estaría mal que lo hicieses en directo. Yo no me como a la gente y tampoco escribo lo que no siento.
     
    Es muy fácil deducir sentimientos ajenos para librarse del MIEDO a sentarse en la misma mesa de un ateo tan complicado como Pepe el fontanero. Yo no dudo de tus palabras, Mª Pilar, y no llego a comprender el motivo por el cual tú has de dudar de las mías. ( obviamente tratando de sentimientos, no de ideas o creencias de cada cual.)
     
    En definitiva, Mª Pilar: ” esó no tienes narices a decírmelo a la cara”, como diría el matón de discoteca…
     
    PD:  Soy muy reacio a contestar a los e-mail ( el teléfono es mi mayor enemigo). Tengo el tiempo demasiado limitado y prefiero responder en ATRIO por aquello de ” matar dos pájaros de un  tiro”…
     
    Ya la he liado otra vez.
     
     

  • Javier Renobales Scheifler

    ¿A qué personas no queridas te refieres, querida Mª Pilar?
     
    Me consta que Pepe Sala te quiere bien, y tú lo sabes. Si pudieras venir el sábado 24 sería estupendo, y muy necesario, ya que por el momento sólo estamos hombres, y eso empobrece cualquier reunión, en comparación con otra de variedad de sexos y orientaciones sexuales.
     
    Maite Lesmes no puede venir.
     
    Honorio, si en la reunión estará un cura (de la parroquia de Bilbao de San Vicente mártir, creo ¿no?)  ¿acaso tiene que bendecir la mesa él por el hecho de ser cura, habiendo más católicos? Te pillé en esta deformación profesional producida por las misas católicas, en las que el cura actúa como si fuera el protagonista, mientras los demás católicos no pueden salirse del guión establecido desde la dictadura imperante.
     
    Siento que no pueda venir Pepe Blanco, dada la distancia, aunque también está en el norte. Si te animas, Pepe Blanco, tengo camas de sobra en casa ese fin de semana. Compensaría así un poco los días en que me hospedasteis en vuestra casa …, Pepe y Paco; y lo pasaríamos chachi piruli.
     
    Mª Pilar,
     
    No necesito dar gracias a dios, me basta con dárselas a la vida de la que formo parte. (Jesús se definió a sí mismo como la vida, la verdad y el camino … de ninguna manera nunca como dios, que yo sepa –dentro de lo casi nada que sé, claro-)
     
    ¿Recuerdas esta canción llena de espiritualidad?
     
    Gracias a la vida que me ha dado tanto
    Me dio dos luceros que cuando los abro
    Perfecto distingo lo negro del blanco
    Y en el alto cielo su fondo estrellado
    Y en las multitudes el hombre que yo amo.

    Gracias a la vida que me ha dado tanto
    Me ha dado el oído que en todo su ancho
    Cada noche y días
    Grillos y canarios, martillos, turbinas
    Ladridos, chubascos
    Y la voz tan tierna de mi bien amado.

    Gracias a la vida que me ha dado tanto
    Me ha dado el sonido y el abecedario
    Con el las palabras que pienso y declaro
    Madre, amigo, hermano y luz alumbrando,
    La ruta del alma del que estoy amando

    Gracias a la vida que me ha dado tanto
    Me ha dado la marcha de mis pies cansados
    Con ellos anduve ciudades y charcos
    Playas y desiertos, montañas y llanos
    Y la casa tuya, tu calle y tu patio.

    Gracias a la vida que me ha dado tanto
    Me dio el corazón que agita su marco
    Cuando miro el fruto del cerebro humano
    Cuando miro el bueno tan lejos del malo
    Cuando miro el fondo de tus ojos claros.

    Gracias a la vida que me ha dado tanto
    Me ha dado la risa y me ha dado el llanto
    Así yo distingo dicha de quebranto
    Los dos materiales que forman mi canto
    Y el canto de ustedes que es el mismo canto
    Y el canto de todos que es mi propio canto.”

     
    Cariñoso abrazo, querida amiga.
     
    Añado que mis alegrías me hacen sentir que la vida que vivo, de la cual formo parte al ser la vida del planeta Tierra, tiene sentido pleno por sí misma, sin necesidad de dios, de dioses, ni de religión ni de iglesias ni de vidas eternas ni cielos para los buenos ni infiernos para los malos.
     
    Anímate y vente a Bilbao el 24; además tienes aquí a tus nietucas, que te agradecerán la visita …

  • Iñaki S:S,

    Si el Dios cristiano es amor, amigo Pepe, creo que tienes muy poco de ateo. ¡Caray con el fontanero!. No sé a cuantas casas habrás hecho llegar esa agua viva tan necesaria para nuestra vida cotidiana. Lo que si quedó grabado en mi mente es la torrentera de amor que inundaba la mesa en la que, en compañia de Javier y de ese inseparable hijo tuyo tan especial,  compartimos uno de los apetitosos menus de Mentxu. ¡Menudo pozo de agua viva! Tres meses después sigo recordando nuestro primer encuentro. No se me olvida el éxtasis en el que me sumergí en  aquel sencillo ágape.  El próximo 24 de Noviembre, si mi fibrilación no se encabrita, no faltaré a la cita en Nagusi etxea. Todo el mundo tendría que conocerte al natural y así tener la ocasión de dejarse contagiar de tu incombustible sonrisa. No me extraña que una Mª Pilar, capaz de leer entre líneas, siga queriéndote. Es fantástico comprobar como, en el rincón mas insospechado, se pueden encontrar una gotas de felicidad auténtica.

  • mª pilar

    Javier R.:

    Me encantaría ir a la comida del día 24; pero no quiero “cargar” la mesa de personas no queridas.

    Sobre lo de bendecir la mesa, hay otra mirada:

    ¡Dar gracias a cuantas personas hacen posible que nuestra mesa esté con algo de comer!

    Hortelanos, granjeros, agricultores, vinicultores, panaderos…. ¡¡¡el pan!!!  ¡qué placer!

    Y a la misma madre Tierra, que hace posible tantas maravillas si se la cuida y siembra a su debido tiempo.

    ¡Dar gracias! es algo hermoso y necesario, agradecer a cuantas personas pasan por nuestras vidas es:

    ¡¡¡Fundamental!!!

    También a las que no nos quieren cerca.

    Quizá sería bueno y saludable para ti; cambiar tus pesares, por alegrías ¡que las hay!

    Cada día más difíciles de encontrar, pero las hay, donde menos lo esperes y de las personas que menos imagines.

    Hay personas buenas en esta tierra, y muchas malas muy malas cierto; unámonos a las buenas, y podremos hacer fuerza entre las buenas, las:

    ¡De buen corazón!

    Así, quizá (solo quizá) podamos ir cambiando la mirada, la vida; y podamos llegar a una sociedad más justa y equitativa.

    Un abrazo entrañable.

    mª pilar

  • mª pilar

    Pepe amigo: ¿Por qué respondes siempre con tanta contundencia?

    Mis hijos, hace mucho tiempo, que caminan libremente en su hacer, pensar, decidir ¡mucho tiempo!

    Sé, que son estupendos, pero ni corto ni pincho en sus vidas; intenté en mi trabajo de madre, hacerles libres ¡en todos los sentidos de la vida!

    Y hagan lo que hagan, estaré a su lado; y si torcieran su caminar, no lo dudes, también estaría a su lado.

    Sí, comprendo lo que has dicho, pero no comprendo muchas veces como lo dices, y eso, cambia mucho el resultado.

    No me sirve que digas,  es tu manera de ser, eso no nos da derecho a ninguna persona ¡¡¡ninguna!!! a ironizar con la manera de ser de las otras.

    Tienes todo el derecho a responder ¡¡¡siempre!!! pero nadie deberíamos “herir”.

    Te he dicho muchas veces ¡que te quiero sin condiciones como eres! porque sé, que hay en ti, un hombre cabal, sincero, honesto, luchador, artífice de una gran familia al lado de tu mujer Mentxu, que es un pilar firme en tu hogar y tu vida, y tus hijos/a, por cómo nos compartes sus sentires y sus vidas ¡son esplendidos!

    ¿Que tiene que ver la “espiritualidad-interioridad” de cada cual, para terminar diciendo:

    “Las hipotecas, los parados…” y todas esos razonamientos en clave de ironía?

    Eso es lo que no comprendo; para mí es igual de donde vengan por donde vayan las personas, si son cabales, responsables, justas.

    Las quiero por lo que son, ¡¡¡no!!! por lo que creen; además, muchas veces, las creencias, no son tan dispares si buscan lo mismo.

    ¡La justicia… en todos los campos, también en lo político; la honradez, el trabajo bien hecho, sea cual sea (no se me nublan los ojos, ante títulos y grandezas) me atraen de manera especial, las personas con un buen corazón y tú, lo tienes!

    Y no te enfades de nuevo conmigo, y sobre todo, si me respondes, no lo hagas “dando”, intenta comprender mí postura, quizá así, podrías llegar a comprender lo que intento decirte…

    ¡Al corazón!

    Co mi cariño.

    mª pilar

  • Javier Renobales Scheifler

    Honorio,

    ahora mismo le llamo al móvil a Maite Lesmes, que veo entra casi nada en Atrio y presiento que no se va a enterar del evento, sólo con lo que hemos dicho en este post.

    En realidad será una comida y sobremesa ‘para una búsqueda espiritual creciente’, sobre todo si hay vino (prometo beber sólo agua), como había en la mesa de Jesús.Has elegido bien el post para anunciar la reunión, Pepe Sala. 

     En todo caso el buen rato lo tenemos asegurado, disfrutaremos de lo lindo, nos reiremos a mandíbula batiente, y eso es una gran espiritualidad. Pena que no estarán Reyes y Juanito Herrero del Pozo. 

  • Javier Renobales Scheifler

    Cuenta conmigo para el sábado 24-11-12 a las 13:30 h. chez Mentxu, Pepe Sala.
    Creo recordar que el precio del menú era inferior, la última vez que estuve, creo que no llegaba a 6 €. ¿Incluye el vino tinto?
     
    Y no te veas tanto como el garbanzo negro, que estando yo, seguro que no parecerás negro. Creo que los católicos serán mayoría también en esta reunión atriera del norte. Estaremos rodeados.

    Por suerte los espíritus que dicen que revolotean a su alrededor no cuentan para calcular mayorías ni para rodearnos, pues en realidad esos supuestos espíritus son meramente imaginarios y no hacen nada de nada.
     
    Pero con mayoría de personas católicas, alguno de ellos habrá de bendecir la mesa, invocando a los espíritus divinos santigüándose como si actuara en nombre de dios, y le mandará a dios que bendiga (‘bendice señor los alimentos que vamos a tomar’) los alimentos que nos dará, no dios, sino el que podamos pagarlos.

    Las cosas como son que, si fuera dios el que da los alimentos a las personas y demás animales y plantas, nadie pasaría hambre en el planeta, y la realidad es que decenas de miles de humanos pobres se mueren de hambre cada día, sin que ello sea noticia, ya que sucede a diario sin parar y sin que nos quite el apetito, y menos ahora que llegan las navidades y nace el niño y esas cosas-).
     
    Nunca he notado que, bendecidos los alimentos que vamos a tomar, estos sepan mejor que sin bendecir, ni sean más nutritivos ni sienten mejor a la restauración del cuerpo, espíritu incluido, claro está, pues es el mismo cuerpo. Ya nos dirán los católicos si a ellos les saben mejor una vez bendecidos por dios (si es que dios les obedece y los bendice … ¡qué calenturienta imaginación, la de los católicos!)
     
    Lo que me hace pensar que la ‘bendición de la mesa’ no servirá para nada de nada, más que para dar gusto al pensamiento mágico católico que pone imaginariamente espíritus a nuestro alrededor interviniendo en nuestras vidas, con imaginarias bendiciones de comida en este caso.

    Forma parte del marketing católico para el negocio de la ICR, todo este ir y venir de los imaginarios espíritus del imaginario mundo sobrenatural.

    Y le llaman fe, a creerse todo eso …

  • pepe sala

    Andas un poco despistado en asuntos de precios, Luis Aberto Pizarro.
     
    Lo entiendo por tu propio comentario: ” les veo todos los días AL PASAR..”” ( te refieres a ” los pobres”)
     
    Tú, que estás más enterado de los asuntos espirituales que de los terrenales, busca el paralelismo de tu actitud en ése libro que tanto te gusta: La Biblia.
     
    Está en el Nuevo Testamento y lo titulan la Parábola de Buen Samaritano.
     
    Parece ser que también PASABAN quienes se consideraban muy espirituales en aquella época y tuvo que ser OTRO quien se pusiese manos a la obra.
     
    Las cosas no paracen cambiar demasiado. No tengo ganas de aclararte más respecto a los precios de menús en España ni tampoco el sueldo que cobra una empleada PERUANA que nos servirá el menú. ( salvo que tenga el día libre que le corresponde). Nuestra amiga peruana se asombraría de la enorme tontería que ha escrito su paisano ” pasota ante las necesidades ajenas”.
     
    Buenos días, pues
     

  • Gacias Cadarso, también me gustaría conocerlos a todos ustedes, a pesar de nuestras discrepancias. Pero vivo en el Perú y quizás nunca mas viaje a Madrid, que es una ciudad muy bonita y estupenda. Y no es que no quiera, mi motivos principal seria por el dinero. Pero podemos seguir comunicándonos y participando en Atrio hasta que el “ladrón” nos pille. Les cuento que a  Franz Wieser lo conocí a través de Internet, y nos hicimos amigos y un día le invite a mi casa para tomar un lonche y charlamos bastante.
    Una abrazo a todos ustedes desde la distancia, y aunque parezca mentira y absurdo, rezo por todos ustedes. Para ser sincero, no tengo absolutamente nada contra todos ustedes, ni tampoco con aquellos que han dejado el presbiterado.
    Lucho.

  • Me impresiona que un menú cueste “seis” euros. O sea, al cambio aquí en el Perú es quince soles. Carisimo y eso que están en “crisis”.
    Aquí en algunos lugares muy pobre,  el menú cuesta  un sol. Con “quince” euros, comen 15 peruanos pobres. A estos pobres, yo los veo todos los días cuando paso con mi moto hacia mi trabajo.
    Saludos y buen provecho.
    Lucho.

  • pepe sala

    Mi querida Mª Pilar… creo que has leido bastante mal la idea que he tratado de transmitir. Puede ser que yo me haya explicado mal, suele pasar.
     
    Lo que no estoy dispuesto a asumir como razonable es ésta frase:
     
    “”A veces, no se puede hablar tirando al aire nuestros personales razonamientos.””
     
    Lo que yo no haré jamás es utilizar razonamientos de otros-as para dar mi propia opinión. Ya soy mayorcito y no necesito ” guias espiritulaes” ni guías dialécticos para presentar mis propios argumentos.
     
    Y ya, metidos en harina  e insistiendo en que no has entendido mi argumento ( o no lo he sabido explicar) te diré, con todo el cariño que sabes te tengo, que tus hijos-as no se considerarán nunca más espirituales que otros-as por el mero hecho de ser ellos-as creyentes ( si es que lo son) y los otros-as, no. Y tampoco me creo que anden demasiado subidos a las nubes espirituales  en las  circunstancias que nos compartes y que yo lamento, como no puede ser de otro modo.
     
    Oido y entendido, vaya el rebote al estilo boomerang y espero la suficiente decencia ( espiritual y de la otra) para que se pueda leer mi respuesta.
     
    Bueno, pues.

  • Antonio Duato

    Mª Pilar, ¡qué bien has hablado!

    Nos haces gran bien a muchos con tus comentarios y al compartir ahora tu circunstancia con nosotros te admiramos y queremos mucho más. Tu eres como el destilado último de esa búsqueda espiritual con realismo que siempre se ha pretendido en ATRIO.

    Y quien tenga oídos para oír que oiga.

  • h.cadarso

       Pepe, Pepe, ateo Pepe! Contigo no hay manera de soñar que tenemos alas y volamos hacia las alturas, enseguida aterrizamos y nos damos el talegazo padre…
      Pero no olvides que Jesús también estuvo en una boda y sirvió a los invitados un vino de calidad excepcional sin menos preciar el Rioja…Y otro día ofreció a más de cinco mil invitados un picnic de pan y peces que se chuparon los dedos.
      Vale, comeremos “Mentxu mediante” alubias con almejas o lo que ella ponga, que estará exquisito como siempre.
      A mí me encantaría tener a Lucho Pizarro de invitado, y a todos los contertulios con los que comulgo y de los que discrepo fraternalmente, con todos. Maite Lesmes, Joxe Arregi, bizkaitarras y kiputxes, por qué no os venís?
       Además, esta vez tendremos un cura en activo para bendecir la mesa. Un lujazo.

  • mª pilar

    Mí querido Pepe S.:

    Tengo seis hijos/as; tres de ellos/as en paro; otra haciendo una sustitución,  otra, que pronto les darán a toda la oficina el finiquito…

    Uno de ellos ¡tiene una hipoteca a sus espaldas y dos niños pequeños!


    Otra con dos hijos de 11 y 13.
     
    A veces, no se puede hablar tirando al aire nuestros personales razonamientos.

    De los de la mitad hacia debajo de esta sociedad:

    ¿Quién está libre del paro, las hipotecas etc.?

    Un abrazo.

    mª pilar

  • pepe sala

    Lo primero ( y principal) anuncio una nueva reunión de ” atrieros” en el Nagusien Etxea de Romo. ( restaurante de Mentxu)
     
    Será , “dios mediante”, el Sábado día 24 de Noviembre a la 13,30.
     
    Comeremos, ” Mentxu mediante”,y tendremos un tiempo de sobremesa. El menú tiene un coste general de 6 euros.
    ( utilizaré mi gran influencia para que ése día haya alubias blancas con almejas al mejor estilo de mi tierruca. Se admiten sugerencias si se quiere otro primer plato. De segundo se comerá lo que haya y de postre también, y a quien no le guste que vaya a comer a Los Tamarises.)
     
    Serán bien recibidos_AS todo tipo de personas, incluidos los católicos y creyentes en general y casi seguro que seré yo nuevamente el garbanzo negro entre creyentes.  Si no se complican las cosas tendremos sacerdote en la mesa y le solicitaremos la ” bendición del los alimentos”…
    ———
     
    2º  Y también principal:  Eclesiastés Cp.3: ” todo tiene su tiempo”
    Pepe el fontanero: ” Todo requiere su tiempo”
     
    Y esto viene a los asuntos espirituales. Decía mi madre que ” de la panza viene la danza”, dando a entender que con la barriga vacía se tienen muy pocas ganas de fiestas ni bailes.
     
    Del mismo modo, un tal Santiago, dicen que escribió una carta hace milenios y venía a decir algo muy parecido a lo de ” la panza y la danza”. De memoria creo que decía algo así como ” si les dices: id con Dios” y no les dáis lo necesario para el cuerpo ¿ de qué coño les sirve?” ( lo de ” coño” es mío, no de Santiago.)
     
    Es de perogrullo que las personas más espirituales parezcan ser quienes tienen tiempo sobrado para transcenderse y subirse a la nubes ; pero yo estoy seguro de que si tales personas tran espirituales tuviesen una HIPOTECA, media docena de hijos y la espada del paro pendiendo de su espirituales cabezas, se iban a dar tal barrigazo  en tierra que se lo pensarían dos veces antes de volver a subirse tanto a las nubes espirituales.
     
    En difinitiva, que seguiré esperando el tiempo que se requiere para trascenderme a mí mismo y subirme a las nubes. Ya veremos, entonces, quienes son más o menos espirituales y quienes escriben  mensajes más tanscendentales.
     
    Pues éso…

  • BUDA Y CRISTO
    La Figura de Buda en la doctrina y en la práctica religiosa posee una analogía con la de Cristo. Hay sin duda más diferencia que semejanza entre las dos figuras. Tratare de sintetizar en lo posible lo fundamental entre estas dos figuras desde el punto de vista de la estructura de las religiones universalistas, cuyo origen se encuentra en la enseñanza de sus fundadores históricos: el movimiento mismo de la fe conduce a sus fieles a afirmar la autoridad absoluta y universal de la palabra de su maestro. Esta palabra es creída como el último secreto de la existencia y de la vida misma. Creer esta palabra y realizarla en la vida es entrar en el camino de la salvación.
    Éste es precisamente el significado de la formula por la cual el budista se refugia en la triple perla del Buda, del Dharma y del Sangha. Arrancando de este núcleo el budismo mahayana llega a elaborar la doctrina del triple cuerpo del Buda: el Dhamarkaya o cuerpo de la ley, válido para todos los budistas; el Sambhogayaka o cuerpo de la felicidad, que es la forma bajo la cual el Dharma-Kaya se manifiesta al Bhidisattva, que renuncia a entrar en el Nirvana para poder ayudar a quienes están todavía atrapados en el engranaje de la transmigración (Samsara); y finalmente el Nirmanakaya, que es el cuerpo que reviste el Buda para aparecer sobre la tierra como persona histórica.
    La complejidad del “problema de Dios” en el budismo es muy grande.
    Los doctores budistas operan sin Dios en sentido propio. Si encuentran a sostenedores del monoteísmo los combaten acusándolos de ser sostenedores del absurdo. “No se puede admitir que Dios cree: porque, inmutable como es, creará siempre todo al mismo tiempo; porque si el orden de la creación depende de alguna causa exterior a Dios, Dios ya no sería la causa absoluta y única. No se puede admitir que Dios cree para su placer personal, porque si no es él suficiente a sí  mismo, entonces no es Dios. Tampoco se puede admitir que Dios cree para el placer de otros, porque el universo está lleno de sufrimiento. Si afirmas que Dios es el creador deberás admitir que Dios se alegra con el sufrimiento”.
    Si el acto es la causa de todo, Dios no es necesario como causa de nada. Por lo demás, e inversamente, si se le deben atribuir las acciones humanas, el pecado y la acción buena, entonces el hombre no es sino un autómata, tan importante como ignorante, empujado por Dios mismo hacia el infierno o hacia el cielo.
    De manera semejante a la de los monistas hindúes, los antisubstancialistas budistas no logran llegar a la filosofía realista-pluralista en la que se inserta la idea de Dios. Y por eso ellos mismos no sienten ninguna necesidad de afirmar a Dios.
    En el budismo antiguo la categoría del Absoluto Supremo no desempeña ningún papel en el plano metafísico, donde a menudo es ignorada o no tomada en consideración. Solamente aflora en los otros dos planos, el ético y el psicológico-experimental.
    Desde el punto de vista ético, la absolutes siempre se atribuye a la Ley, al “Dharma”, especie de realidad moral transfigurada, a la que se atribuye una solidez, una independencia, una inmortalidad y una eternidad cada vez más majestuosa.
    Desde el punto de vista psicológico y experimental, a la Ley corresponde el Nirvana. Al irrumpir victorioso de la Ley en la vida del buscador espiritual, corresponde un cambio total en su vida: un paso del doloroso deseo a la feliz ausencia de deseo; un desaparecer del límite en una situación ilimitada: un desaparecer de la conciencia individual común en algo inexpresable. Y si alguien pone objeciones a esta ausencia de sensaciones, que escuche a Sariputra responder tranquilamente a Udayi: “Esta ausencia de sensaciones es precisamente la felicidad”.
    Del Absoluto el budismo antiguo no ha querido decir más. Quizás no hubiera podido, ya que el Maestro les habría advertido: De lo que allí ocurre no se puede hablar. Quien ha llegado allí no conserva nada que pueda ser designado con un nombre. Pues una vez que todos los elementos han desaparecido, desaparecen también las vías del lenguaje.
    Ahora como cristiano que trato de ser, paso a JESUCRISTO.
    Dice el autor a la carta a los Hebreos: “Muchas veces y de muchos modos hablo Dios en el pasado a nuestros padres….; en estos últimos tiempos nos ha hablado por  medio del Hijo”. En estos últimos tiempos, incluyendo y excluyendo a toda religión, Dios eterno se ha manifestado, de manera definitiva, en Jesucristo.
    Para el gran teólogo alemán Karl Adam que para él la teología jamás era una ciencia de formulas y conceptos muertos, sino el intento de expresar en palabras simples lo inefable y esclarecer la realidad espiritual y sobrenatural, dice acerca de Jesucristo: “Cristo Dios en su unión con el Padre y el Espíritu Santo es el único, exclusivo y solo Dios del cielo y de la tierra. En todo el ámbito de la historia de las religiones no se encuentra en ningún lugar este único Dios y este único Cristo. Pero Cristo es también hombre perfecto, como es perfectamente Dios. Y por eso no está solo junto a Dios y junto a los hombres; o mejor todavía, EL no está solo junto a Dios y junto a los hombres, sino en medio de ambos, como mediador a través del cual nosotros llegamos al Padre, porque el Verbo eterno de Dios ha descendido hasta nosotros no en la forma de Dios, sino en la forma de siervo. Nosotros recibimos en EL el hombre nuevo, una nueva realidad humana que nace en EL, la posesión de Dios, la unión con Dios, la plenitud de Dios recibida en nuestra naturaleza humana, realidades que nos habían sido dadas en Adán, pero que habían sido perdidas”.
    El significado de la encarnación es la redención del ser humano, sumergido en la culpa y el sufrimiento, para llevarlo a la libertad de los hijos de Dios. Para esto Cristo ha vivido y ha enseñado’, para esto ha muerto y ha resucitado, para esto ha enviado su Espíritu sobre nosotros. Cada uno individualmente y todos colectivamente poseen una relación intima y personal hacia la cabeza y el Señor de quien llevan el nombre.
    Decía el jesuita Moritz Meschler: “EL es nuestro Dios desde la eternidad, y la piedra terminal de cada criatura, el centro alrededor del cual gravitan los destinos del mundo angélico y humano; EL es el instrumento de toda elección, Señor nuestro lleno de bienes y de generosidad, Dios de los pobres y de los oprimidos, de los indigentes y de los pecadores; EL es la respuesta y la donación plena sosegada de todas nuestras demandas e indigencias, la dulce paz y el amor de todas las criaturas”. En suma: “Tú tienes palabras de Vida Eterna”.
    Lucho

  • Asun Poudereux

    Apenas dispongo de tiempo. He leído algún comentario. Gracias, Mª Luisa, eres un encanto.

    Seguramente este artículo en tres entregas hubiera sido  mejor captado. Pero lo que es es lo que es.

      
    Cuando las creencias, las ideas y etiquetas quedan emborronadas hasta desaparecer, el idioma empleado  va experimentando cambios, primero desdibujados en su interior y más tarde se vehiculan en el habla. O se quedan dentro para siempre.
    La fe convencional se va descargando de fardos pesados confundidos en principio con asideros-seguridades,  absolutismos llenos de” razón y verdad”,   rechazos más o menos intolerantes  hasta incluso insultos y desprecios.
    Partir de nada y renacer qué difícil es,  y qué costoso para el que lo emprende.  Pero la liberación y satisfacción es impagable, el regalo es inmenso.  No hay a qué someterse ni tampoco a qué atacar. Se ve la interconexión de todo con todo. La realidad  es  en todo, nada sobra y nada falta.
    Sin embargo la realidad que nos llega y torpedea  día a día está llena de quejas,  de ataques, de reducciones … que sin duda la  mente  ejecuta,  y que dada su inagotable cavilación, no sabe hacer de otro modo.
    La separación que crea es un síntoma de sus limitaciones y engaños racionales.  Su atadura no es otra que el de confundirnos con la persona que somos, no dejando espacio  para ver el fondo. Un no-lugar  de donde emerge y siempre nace y en el  que sin embargo se recrea distraída mirándose en su  espejo. Su problema, mirarse en su propio reflejo, sin observar nada ni darse cuenta, que hay miles de otras formas junto a ella, formando y siendo en un todo lo mismo.
    Hay un libro pequeño de Enrique, el más reciente “Vida en Plenitud”. Apuntes para una espiritualidad transreligiosa, de la editorial PPC,  que estoy segura no os va a dejar indiferentes.
     
    Un abrazo a todos.

  • Iñaki S:S,

    Echo de menos un comentario de Santiago y Juanel.
    Personalmente, dentro de los límites de mi capacidad de comprensión, las ideas de Enrique Mtnz. Lozano no me disgustan. No me cuesta nada estar de acuerdo en la mayoría de ellas. Quizá a veces se enrolla demasiado y puede llegar a ser un poco indigesto. En este sentido, comentarios como el de Pepe Sala son un alivio.

  • Luis Troyano

    A esto que os traigo, le llamo yo. Gracia de Dios.
    Seguro que Enrique Martinez Lozano, lo entenderia si lo leyera.
     
    “El Mundo Tiempo/No-Tiempo”

    Imagina un mundo en el que te despiertas cada mañana solamente cuando te sientas realmente listo – de un sueño que te deja perfectamente reparado y preparado para hacerle frente al día que te espera. Comes sólo lo que más te place, y le preguntas a tu cuerpo y a tu mente qué desean hacer ese día. Lo haces a conciencia, y en ese momento, no te adhieres a ningún horario
    pre establecido hace meses atrás, ni marcado en el almanaque que tú habilitas para que te regule la vida.

    Una vez que hayas decidido lo que deseas hacer, comienzas a transitar un camino que te llevará a donde necesites ir. En el “Mundo Tiempo/No-Tiempo” no existe la idea de una “cita”. Cuando se le permite al Espacio Corazón Reconectado que libremente orqueste nuestras vidas, impidiendo a tus “Mentes Separadas” que lo hagan, todo y todos se alinean dentro de tu flujo sincronizado. Las tareas que desees llevar a cabo, y la gente con quienes quieras realizarlas son todos parte del mismo Ser Único. Cuando la Humanidad verdaderamente lo crea, y comience a vivir de acuerdo con esta creencia, la ilusión conocida como “conflicto” comenzará a desaparecer.

    Cada vez más y más, la gente comenzará a “aparecer” precisamente en el momento en que los otros estén listos para verlos. Si una persona se embarca en un viaje y sus deseos cambian de repente, deberá simplemente alterar su rumbo de acuerdo con la energía del momento. Los obstáculos que aparentan bloquear el logro de algún objetivo, no se percibirán como enemigos. Por el contrario, serán interpretados como signos de que te desviaste un poquito del curso de tu conexión interna, y necesitas re-examinar la precepción de tus deseos.

    La Ley de Reciprocidad establece que es energéticamente imposible para una persona desear algo de otra persona que no tenga un significado significativo para ambos. Después de todo, ambos son uno, allí en donde se encuentren! Al mismo tiempo, una declaración como: “No, gracias…” que surja de una de las partes en una interacción, automáticamente se reflejará en ambas partes. La tendencia que se conoce como “conflicto de opiniones” será reconocida por lo que realmente es – una oportunidad para que dos seres de espacios físicos experimenten y celebren su naturaleza multidimensional.
    En Unidad, no existe el desacuerdo. Simplemente es una infinita variante de lo mismo, un mismo tema. A medida que tu Corazón Planetario Reconectado comience a latir al ritmo de esta simple verdad, la necesidad de fuerzas policíacas o tribunales desaparecerá. El tiempo y los recursos otrora usados para conservarlos se re-ubicarán en otras tareas. Esto, por sí mismo, podría alimentar y abrigar varias veces a todas las personas en el mundo.

    La gente será libre y honesta entre sí sabiendo que no se encuentran solos, ellos son TODOS, UNO! Lo que uno ve en el otro, no es más que un reflejo. Lo que todos ven en uno, no es más que un reflejo del mismísimo Espíritu del TODO. La determinación, la fuerza de la voluntad, y la resistencia se transforman en disponibilidad líquida – que permite a los más fuertes pero a la vez menos limitados TONOS del Movimiento que guíen el camino.

    Los cambios y variantes que describimos aquí no pueden ejecutarse a través de la acción política o la intención deliberada. Nacen de una vibración más alta, y solo pueden comenzar a manifestarse cuando la humanidad se libere de su adicción al control centrado en el ego, cuando simplemente comience a fluir con el río de la vida que siempre existió en tu interior. La lucha y el sufrimiento de tu Viaje Limitado acaban de completarse. Sus corazones se están abriendo, y se están tejiendo uno con otro a través de la comunicación, y a través del creciente descubrimiento de quién realmente tú eres.

    GRACIAS!! Daniel Jacob

    (En:        http://www.facebook.com/nuevahumanidad.edu    Hay mas…)

  • h.cadarso

    Es interesante el contraste, choque, o diferencia de enfoque que resulta de yuxtaponer las opiniones de Lucho Pizarro con las de Martínez Lozano, o también con las de Pepe Sala y su versión del significado de la palabra espiritualidad. a Pizarro lo diría que, según el aforismo latino “quidquid recipitur, ad modum recipientis recipitur” o sea, todo lo que se recibe, se recibe a la medida de la capacidad y manera de ser del que lo recibe. Podría admitir que Dios interviene de una forma sobrenatural para infundir en la persona una visión de la realidad equis, mediante su revelación. Pero, de todas maneras, el ser humano recibirá y asimilará esa revelación a su manera…justamente porque Dios respeta la libertad y la capacidad de decisión del ser humano al que ha creado libre.
    Pero también debería aceptar que haya seres humanos que no han tomado conciencia de que existe ese Ser superior o bien creen que no interfiere en los asuntos de los humanos. En cuyo caso debo aceptar que esos seres humanos se construyan una ética, una concepción de los valores de la vida, una interpretación de la realidad que les rodea a su medida. Por mi parte creo que Dios se manifiesta a todo ser humano y se ofrece a salvarlo, es decir, a promover su plena realización y felicidad; por lo cual debo admitir también que todo ser humano entre en relación con ese Ser Superior, es llamado por El, entabla con él una relación y  un intercambio cuya calidad y profundidad no me es dado conocer ni valorar.
    Es decir, no sé exactamente si es más religioso un creyente de esta o aquella religión o un ateo. “No juzguéis y no seréis juzgados” dice Jesús en algún lugar del evangelio. Y de hecho reconozco a seres humanos que en su vida realizan una serie de hechos y enseñan una serie de enseñanzas muy de acuerdo con los principios evangélicos, pero no son creyentes, no practican ninguna religión, son agnósticos o ateos. Cuántos de los hombres y mujeres que fueron fusilados en la Guerra Civil de 1936 eran portadores de gestos y actuaciones cien por cien evangélicos? En mi opinión, muchísimos. En mi opinión, se merecen nuestro respeto y admiración igual que los primeros mártires del cristianismo.
    De esta manera, entiendo que hoy, como ha ocurrido a lo largo de toda la historia, la religión no haya sido en absoluto garantía de espiritualidad y unión con Dios, y la no religión haya podido ser en muchos casos un vehículo de bondad, humanidad y santidad.
    Martínez Lozano se precipita tal vez al negar o escatimar a pensadores modernos y revolucionarios una actitud y unos comportamientos profundamente espirituales. A Karl Marx, a Nietzsche, a tantos Marx y Nietzsche anónimos que han construído con sus vidas y sus muertes el mundo en el que hoy vivimos. “No juzguéis y no seréis juzgados”.
    Y no me diga, Lucho Pizarro, que Martínez Lozano deja a un lado a Jesús de Nazaret para seguir a los maestros de espiritualidad orientales. De eso nada…Ni que reniega de la oración para valorar única y exclusivamente la acción…Está claro que el cultivo de la espiritualidad conlleva un esfuerzo y mucho tiempo dedicado a la introspección, la meditación, el diálogo consigo mismo, y en el caso de los creyentes, con El. Otra cosa es que toda oración que no conlleve un compromiso con los pobres y con la justicia es pura hipocresía y mentira… Otra cosa es que no debamos tener un profundo respeto y admiración al compromiso que ateos como nuestro amigo Sala puedan tener ante toda injusticia y atropello, y estemos dispuestos a estar de su lado en sus luchas…

  • M.Luisa

    Esplendido articulo  como otros muchos  de Enrique Martinez Lozano que ya,  tiempo atrás, leí   por recomendación de Asun   a quien desde aquí, aprovecho,  para mandarle  un recuerdo afectuoso.

  • Gonzalo Haya

    Todo lo humano es imperfecto y relativo; sólo Dios es absoluto. La espiritualidad oriental tiene sus luces y sus sombras; también la religión cristiana tiene sus luces y sus sombras. En nuestra Iglesia  la institución no es reflejo del evangelio y el legalismo ha sofocado la espiritualidad; es de agradecer que otras culturas nos orienten nuevamente hacia ella. Jesús aprendió de la mujer sirofenicia que el Reino de Dios no se limitaba a los judíos y que un centuión romano mostraba más fe que sus propios discípulos. Probadlo todo y quedaos con lo mejor. La mística oriental (también la mística intelectual alemana) insiste en la integración en Dios; la mística de Jesús, en la filiación y en la hermandad con los marginados. Como horizonte aspiro a la integración total; como día a día quisiera sentirme más cercano de los excluídos.

  • Hacia mediados de los años setenta, muchos expertos en sociología religiosa se vieron obligados a confesar que se habían equivocado de modo clamoroso: se asistía a un general “despertar de la oración” que no habían previsto en absoluto, es más, del que habían casi negado su posibilidad.
    J: A. T Robinson había afirmado: “Así como Dios ha muerto, también ha muerto la oración”. Los ensayos teológicos sobre el tema-con anuencia del mismo Rahner- consideraban que ya no era posible proponer al hombre “moderno” más que una sola cuestión radical: “¿Es hoy todavía posible orar?. Al mismo tiempo –en aparente contradicción-se desarrollaba en otras partes el coloquio sobre la “oración atea” o sobre la “oración desmitificada”: una pseudo-recuperacion destinada a favorecer ya “el dialogo interior” del hombre con sí mismo, y a su conciencia social.
    También en el campo católico, alguno había comenzado a plantear “un cristianismo sin oración” sobre el principio formulado así: “la utilidad y la autenticidad de la vida cristiana no están ligadas a la oración, sino a la acción.” Es decir, “rezar no es ya una actividad corriente, ni pertenece ya a los comportamientos sociales reconocidos y aceptados por la mayoría.”
    En 1972 Walter Kasper escribía: “Hoy la oración es el asunto más serio de la fe cristiana, en el que confluyen, todos los problemas de la actual crisis de fe”.
    También el gran teólogo Von Balthasar advertía con mucha preocupación: “El cristiano existe o desaparece con la oración.”
    Han pasado cuarenta años de tales “observaciones” y sin embargo, conservan su actualidad. Los hechos desmintieron las previsiones de quienes juzgaban que actualmente no podía ser propuesta la antigua figura del orante.
    Por un lado, la cultura cientificista y tecnicista mostraba una absoluta incapacidad de mantener sus promesas de salvación, y el hombre “secularizado” se encontraba cada vez más cargado de condicionamientos, manipulaciones, desequilibrios e insatisfacciones; por un lado, la misma “acción ideologicos-politica perdía gradualmente su fascinación mesiánica; por un lado, se asistía a un imprevisto pulular de “movimientos de meditación”, que se hacían cargo de las aspiraciones a lo que es gratuito, a la contemplación, al deseo de compartir. Los métodos asiáticos de meditación hacían sentir en Occidente, cada vez más, su poder de fascinación y su influjo.
    Es sabido que muchos cristianos sienten una instintiva propensión a acoger estos métodos, propensión que se fundamenta en múltiples motivos. Ocurre que nuestros viejos métodos tradicionales han caído en desuso, y en cualquier caso no parecen ya capaces de dar equilibrio Ocurre que nuestros viejos métodos tradicionales han caído en desuso, y en cualquier caso no parecen ya capaces de dar equilibrio al hombre, trastornado por la actual civilización técnica; por el contrario, los métodos orientales parecen querer respetar y promover el INTEGRUM del hombre (cuerpo, alma, espíritu), involucrando también al cuerpo en la tarea de “preparar y acompañar la profundidad de la meditación”.
    Es evidente que no existen objeciones de principio al hecho de adherirse a maestros y métodos orientales para aprender técnicas de apaciguamiento y purificación, capaces de ofrecer “calma interior y equilibrio psíquico”. En particular, una renovada atención ascética al cuerpo –tan frecuentemente mal utilizado y poco capacitado- no puede sino favorecer la “devoción” del hombre entero.
    Las objeciones aparecen, en cambio, en el nivel en el que los métodos se manifiestan inseparables del concreto contexto metafísico, teológico y ético, en el que han nacido, y al que están directamente orientados. Ético, en el que han nacido, y al que están directamente orientados.
    En este caso, la ligazón entre “métodos” y “naturaleza” de la oración se muestra indisoluble, y la identidad de la oración cristiana sufre un profundo detrimento.
    Nuestra fe cristiana habla del descenso del Hijo de Dios en la humildad de la carne y de la condición terrena: es Dios quien se hace hombre “por obediencia hasta la muerte”. El secreto motor de las técnicas orientales, increíblemente perfeccionadas, es en cambio la aspiración del hombre a hacerse “dios”, luchando por la superación de todos los limites, hasta alcanzar con las propias fuerzas los umbrales del Absoluto.
    En la fe cristiana, lo espiritual tiende a asumir, valorar e impregnar toda la realidad, también la simple carne del hombre, y la misma materia. En cambio, los métodos que nos llegan de Oriente pretenden que lo “espiritual” luche contra lo no-espiritual hasta aniquilarlo.
    En la fe cristiana, el verdadero limite que hay que superar, para disponerse a la unión con Dios, no es tanto el error y el condicionamiento de la materia, sino el pecado, del que el hombre no puede liberarse con ninguna técnica del mundo, sino con el perdón ofrecido misericordiosamente por Dios en Cristo. En los otros “métodos”, la gratuidad y la sorpresa de la liberación del pecado parecen quedar sustituidos por el proceso de autopurificacion del espíritu.
    En otros métodos y técnicas, a lo que se aspira más bien es a una completa restauración de sí mismo, a la que sigue, como máximo, una benévola y ELITISTA compasión hacia los infelices.
    El padre Jules Monchanin, fue un gran misionero que recorrió todo el planeta y dijo algo muy interesante: “No hay lugar para la gracia en el marco de un yoga riguroso y, lógicamente, tampoco para Dios”.
    Es la gracia la que permite alcanzar los más altos niveles de experiencia mística, incluso al cristiano más sencillo y desconocedor de técnicas. Es solo EL, quien puede enseñarnos a rezar. El resto-incluido el aprendizaje y el uso de las técnicas más refinadas-sólo  puede expresar nuestro deseo de ofrecerle toda nuestra disponibilidad de aprender.
    Lucho.

  • Espero que todos se encuentren bien donde estén.
    Acabo de leer el artículo de Enrique Martínez, pero para ser sincero, suena a un Panteísmo moderado y un poco de monismo metafísico. En suma: algo abstracto.
    En fin, hay libertad de expresión.
    Nuestra relación con la realidad está determinada por hechos. En primer lugar, por el hecho de nacimiento, que es el más importante de todos los hechos de nuestra vida, junto con la certeza que todos los hombres tenemos del hecho de la muerte, de que nuestra existencia en el mundo tiene un fin. ¿Y después qué? ¿Qué hay detrás de “eso” que le llamamos “muerte”? ¿Qué de aquellos que se “adelantaron”? ¿Es todo oscuridad? ¿Es nada? ¿Moriremos como “muere” todo ser viviente?
    Por ejemplo, una madre no podría comprenderse a sí misma sin tener en cuenta el amor que ha tenido en su vida, y que está en el origen de su maternidad. Los hechos no son simplemente algo circunstancial, exterior a nosotros mismos, sino que configuran lo que somos, son la estructura de la vida. Tampoco son nunca algo abstracto: nacer es algo que acontece siempre en unas coordenadas de la historia, en el seno de ESTA familia (hombre-mujer), de ESTA cultura.
    El camino que Dios ha querido usar para comunicarse personalmente al hombre es la historia, un entramado de “hechos” y “palabras”, asumiendo así lo que El mismo ya había establecido en el orden de la creación. El cristianismo, es un acontecimiento que irrumpe en la vida del hombre a través de la historia, este acontecimiento no se puede otorgarse así mismo. Su forma en la historia es la de un encuentro humano con la PERSONA de Jesucristo, vencedor de la muerte.
    No es casualidad que los textos fundantes del cristianismo -Nuevo Testamento-sean todos ellos, relatos y testimonios de algo que ha sucedido en la vida de unos hombres concretos. Incluso nuestro Credo, en pocas líneas, es en su núcleo un relato concreto. Los primeros cristianos ante la espada del verdugo, proclamaban el Credo con sus vidas.
    Y esta historicidad radical del cristianismo es condición inextirpable de su alcance universal, que afecta a toda la historia, y a toda la creación. Si esta historia quisiera eliminarse o trascenderse, el resultado no sería el cristianismo, sino otra cosa, cualquier cosa.
    El encuentro de Cristo con los apóstoles fue para ellos un acontecimiento determinante de su vida, que la única analogía adecuada para contar lo que les había pasado era el don de la vida en el nacimiento. Lo que aquellos hombres vivieron ( con Jesús) tiene tal fuerza que determina, más que ninguna otra cosa de la que podamos tener experiencia, la relación con la realidad: con las personas, con las cosas, consigo mismo, con todo.
    En el encuentro con Jesucristo, todo cambia. El que no cambia, es porque no quiere cambiar. Cambia también el significado del tiempo, la valoración de las cosas, el trato con las personas, porque ha cambiado el significado mismo de la vida. Cambia la relación del hombre con el destino y, por tanto, la moralidad. El cristiano no ve el destino, el sentido de la vida, como un gran signo de interrogación al final o en el fondo de todo, porque Aquel “en quien todo tiene su consistencia” se le ha manifestado. Ese Amor, cuyo nombre es Jesucristo, acompaña constantemente al hombre en el seno de esta realidad, humana y tangible, que es la Iglesia.
    El cristianismo, no es, por tanto, en primer lugar, un SISTEMA de verdades o de valores, sino un acontecimiento. “El” acontecimiento por excelencia. De la verdad del acontecimiento se derivan, un modo de comprender la realidad, una actitud ante lo real y un modo nuevo de vivir, y una nueva relación con Dios. Esta relación con Dios, es la que llamamos “espiritualidad cristiana”, que difiere totalmente con otro tipo de “espiritualidad”.
    El cristianismo, pues, consiste en la afirmación de que en un preciso momento de la historia unos hombres han podido “ver” con sus ojos, oír con sus odios y tocar con sus manos “el Verbo de la Vida”. Y aquello que sucedió entonces, es hoy, un don accesible a todos los hombres, pero a través de la Iglesia. Como Pablo que después de su “encuentro”, con el Resucitado, la comunidad lo acoge.
    Dos consecuencias importantísimas se derivan de este carácter de acontecimiento esencial al cristianismo. La primera es que el cristianismo no es algo programable de antemano. Eso no depende de mí, no está en mi mano “construirlo”. No está en mi el poder de “reformar”  la Iglesia ni  a sus obispos. Depende sólo de que se produzca el encuentro y de que las dos personas se reconozcan y se acojan libremente la una a la otra.
    Un encuentro así es siempre una gracia, no una construcción del hombre. Se ha producido en mi vida o no se ha producido. Si no se ha producido, entonces ¿Quién soy yo para juzgarlo? En uno y otro caso, su verdad no depende de las interpretaciones, de los “modelos de iglesia”. La Iglesia es lo que es, es lo que sucedido, y no lo que yo me imagino, o lo yo quisiera que fuese.
    La segunda consecuencia del carácter de acontecimiento esencial a la experiencia cristiana es el papel primordial e insustituible de la referencia a la Iglesia. Para mí, la Iglesia, es el lugar donde el acontecimiento del Verbo se hace contemporáneo y actual, y donde yo puedo participar en él. Si, en la Iglesia, en la contingencia histórica de esta comunidad de personas, de esta realidad visible y social que es la Iglesia.
    A lo largo de la Edad Moderna, en muchos de nosotros, el cristianismo ha dejado progresivamente de ser el encuentro humano del hombre con el Amor Encarnado y, por tanto, el acontecimiento fundamental de la experiencia humana, desde el cual uno mira la realidad y vive la vida.
    En estas condiciones, el cristianismo solo podía sobrevivir como un sistema abstracto de verdades; o como un sistema abstracto de valores; o como un sistema de técnicas y reglas de vida “espiritual. Pero, también es verdad que muchos de nosotros, de dentro y de fuera, no han conocido NUNCA el cristianismo más que estas formas fosilizadas, estas cascaras vacías.
    Es así como nace el cristianismo “ideológico”, que está ya solo a u paso de la increencia. Vaciados de su substancia, esos restos de cristianismo quedan a la merced del hombre, son comprendido cada vez mas como obra y proyección del hombre, como un mero “producto cultural”, que el hombre deshace y reconstruye, transforma y utiliza en función de otras cosas,, de otros intereses, de un centro que está ya en otra parte.
    Lucho.

  • oscar varela

    Hola!

    I.- FECHAS:

    1.- Noto la fecha de este Artículo:  julio de 2012.

    2.- Arregui anoticia de una decisión importante de Lozano hacia noviembre 2012.

    ¿Cuál será la resonancia espiritual que relaciona ambas fechas en la concreta vida de Lozano?
    ……………..

    II.- PNEUMA y NOUS:

    El vehículo va sobre PNEUMÁTICOS = ESPÍRITU. ¡ok!

    Su trayectoria (DE dónde – A dónde) ¿no va al volante el NOUS = SENTIDO?
    ……………..

    III.- METÁFORA (R. Tagore):

    En la medianoche, el hombre dijo:
    – Ha llegado la hora de dejar mi casa y de buscar a Dios. ¿Quién me ha tenido engañado tanto tiempo?

    Dios le respondió sereno:
    – Yo.

    Pero el hombre nada oía.

    La madre dormía dulce, con el niño dormido en el pecho a un aldo de la cama. Dijo el hombre:
    – ¿Quiénes son ustedes que me han engañado tanto tiempo?

    Otra vez habló la voz de Dios:
    – Ellos son Dios.

    Pero el hombre nada oía.

    El niño gritaba entre sueños, apretándose contra su madre. Dios le dijo al hombre:
    – Detente, necio, y no abandones tu hogar.

    Pero el hombre nada oía. Y Dios suspiraba tristemente:
    – ¿Por qué querrá venir a mí, abandonándome?
    ………………..

  • mª pilar

    Oscar:
     
    Sigo pensando, que el art. responde a todas tus preguntas.
     
    Por eso no comprendo “las preguntas-interrogantes” Solo eso.
     
    Creo que tu manera de mirar, es precisamente lo que cada cual vive en cada momento, sin “encorsetarse”.
     
    Solo desde la vida, podremos realizar esa libertad y profundidad al mismo tiempo.
     
    Eso lo compartes siempre en este portal; no sé explicarlo mejor ¡lo siento!
     
    Un abrazo.
    pili-mª pilar

  • mª pilar

    Oscar:
     
    Volveré a leerte, después, si logro comprender tu mensaje, quizá lo haga.
     
    No es importante lo que yo pienso, solo lo comparto.
     
    Siempre agradezco tus intervenciones. Lo miraré de nuevo.
     
    pili-mª pilar

  • mª pilar

    ¡Gracias Olga!

    Eso descubrí “dentro” de este (un poco largo) art.  Llegar al final, es necesario para descubrirlo, así lo pienso…

    Pero no supe expresarlo también como tú.

    ¡Gracias!

    pili-mª pilar

  • Gonzalo Haya

    Me identifico con este artículo y creo muy interesante la perspectiva de la inteligencia espiritual. Martínez Lozano es un entusiasta impulsor de la psicología transpersonal que nos integra en la unidad de todo el universo superando las pequeñas nuestras diferencias .

  • olga larrazabal

    Todos necesitamos darle sentido a la vida que vamos viviendo y este sentido va cambiando a través del tiempo. Una de las fases posibles, que puede durar mucho o poco, es la búsqueda de lo “espiritual”, que para Don Enrique es lo más importante ya que para ser fiel a lo que siente tiene que dejar de lado su función ministerial, en una institución que el siente encorseta esta búsqueda.
    Pero si lo espiritual es la búsqueda del conocimiento de aquella fuerza que hace manifiesto al Universo y de su dirección para alinearnos con ella, todos los actos de la vida donde manifestamos la voluntad de vivir , y que nos hacen sentido, caerían dentro del paraguas de lo espiritual, porque van en la misma dirección  en que va la Vida .  Es decir la vida que nos toca vivir con todas sus circunstancias y todas nuestras estrategias para enfrentarla  son parte de la misma fuerza creativa y ante eso concluyo que la categoría de “espiritual”   nos resulta un mapa un tanto impreciso para transitar el territorio de la vida.

  • sarrionandia

    Los corsés son entelequias mentales que tapan la realidad, como la nube tapa el sol. El desencorsetamiento debe llegar a donde no haya más corsés, a la realidad desnuda. humana y divina.
    Da para caminar largo y tendido!
     

  • oscar varela

    Hola pili!

    ¿Qué “respuesta” mía te extraña?

    ¡Cuenta, si te parece bien, el objeto de tu extrañeza!

    ¿vamos todavía? – Oscar.

  • mª pilar

    Querido Oscar:

    Pienso: ¿ha leído seriamente el art.?

    Me surgen dudas; cierto que la exposición es larga,  pero reconozco que el final es de verdad esperanzador.

    Me extraña tu respuesta.

    Quizá no he sabido comprender… (cosa extraña) lo que nos quieres decir.

    Un abrazo entrañable.

    pili-mª pilar

  • mª pilar

    Mí estimado y querido Pepe:

    Sinceramente creo de verdad, que al no leer el final, has dejado lo más importante.
     

    Si lo haces, comprobarás, que tú mismo lo experimentas; siempre recuerdo con gran cariño, aquella experiencia, sentado durante una mar brava… como estabas ahí, sin poder dejar de vivirla intensamente.
     
    Y otras tantas cuestiones básicas quete conforman.
     

    Si no es mucho esfuerzo, retoma el final, y veras que estás en ese camino; yo te he percibido siempre así.
     

    Tu fuerza interior es tal, que toda tu vida está llena de “espiritualidad” o conciencia real de la justicia, el trabajo, la familia, el amor…  y la manera más cabal de vivirla.
     

    Un abrazo entrañable.

    mª pilar

  • pepe sala

    ASOMBROSO:
    “”

    Religión y espiritualidad

    Hay dos imágenes que se suelen utilizar habitualmente para hablar de la relación entre ambas: la del vaso y el agua, o la del mapa y el territorio.
    La espiritualidad es el agua que necesitamos si queremos vivir y crecer; la religión es el vaso que contiene el agua. La espiritualidad es el territorio último que anhelamos, porque constituye nuestra identidad más profunda; la religión es el mapa que quiere orientar hacia él.””
    ——-
    Ergo, quien no asuma ninguna religión o mapa que le guíe, no tiene posibilidad de tener espiritualidad. Pues vaya…
     
    Y mira que y0 mismo, desde mi acérrimo ateismo, siempre me he considerado tan espiritual ( o más) que el más acérrimo de los creyentes… ( incluido mi paisano Botín el del Banc de Santander, muy creyente, oigan.)
     
    Pero claro, cada cual asume los corsés ( estoy de acuerdo con Oscar en éste caso) y cada cual buscará a sus propios referentes ” espiritules”. En mi caso, una de las referencias poético-espirituales era y es Espronceda. Lo traigo a colación por los asuntos de los corsés, que antiguamente se llamaban ” chales”. Y decía mi admirado poeta:
     
    ” me gustan las queridas
    sin chales en los pechos”…( etc, etc, que no quiero escandalizar al personal tan espiritual.)
     
    Entiendo, desde mi perspectiva, que la verdadera espiritualidad pierde mucho si se la obliga a meterse en una vasija ( vaso) o se la encorsetan los pechos que desean ser LIBRES . Y para que no me llamen machista debo confesar que en mi familia ( no envasijada no ecorsetada.) tenemos el mismo problema entre los varones.
     
    Dicen mis hijos que no soportan los calzoncillos modernos que atosigan de tal forma los huevos que no se puede ni mear a gusto. Prefieren los calzoncillos que usa su padre: ámplios y con alguna abertura para que el “hermano pequeño” pueda desahogarse en caso de aprieto…
     
    ” Quien sepa entender que entienda”…, dijo el señor.
     
    Debo reconocer que no he sido capaz de acabar la lectura y, seguramente, me he perdido lo mejor del artículo. Es que me estoy meando…
     

  • oscar varela

    Hola!
     
    Leo (o prefiero entre-leer):
     
    – “La auténtica espiritualidad
    Es la práctica a vivir.”-
     
    OK!
     
    ¡Voy todavía! – Oscar.

  • oscar varela

    Hola!
     
    Leo:
     
    Religión y espiritualidad
     
    – “ cada religión es un camino hacia el desvelamiento de lo Real”-
    ………………
     
    Pregunto:
     
    ESO REAL:
     
    1) QUÉ es?
     
    2) QUIÉN dice que es ESO?
     
    3) Por qué y para qué dice ese “alguien” que “hay” ESO REAL?
    ……………….
     
    Sigo ¡yendo todavía! – Oscar.
    ……………….
     
    Nota: mis pensamiento que acá comento tienen la intención de:
     
    Des-encorcetar el lenguaje encorsetador
    Con otro “corsé” que nos encorsete;
    Para volvernos a des-encorcetar;
    Y así ¡grandes corseteros – descorceteros seremos!

  • oscar varela

    Hola!
     
    Leo:
     
    Qué es espiritualidad :
     
    (1) Cuando se habla de “espiritualidad” desde una opción religiosa o confesional, parece inevitable que aquella sea comprendida a partir de la propia religión.
     
    (2) Se adopta un concepto reductor y estrecho de espiritualidad, a la que se le ha sobreimpuesto el corsé de la religión.
     
    (3) La llamada dimensión espiritual constituye una dimensión absolutamente básica de la persona y de la realidad.
    ……………………..
     
    Pregunto:
     
    ¿A partir de QUÉ (1)
     
    que no sobreimponga un corsé reductor (2)
     
    se postula que:  la espiritualidad es “dimensión absolutamente básica”?
     
    ¿Cómo salvar, entonces, de que tal “postulado” no sea igualmente “reductor” (3)?
    ……………………
     
    Considero tal inicio del Artículo como VÁLIDO
     
    E.d. que VALE para quienes estén “encorsetados” en una determinada creencia.
     
    Lo cual no es nada malo, sino lo más “normal” en la vida humana.
     
    PERO, a la altura de n/tiempo, con la condición de:
     
    a)  no pretender im-poner-la
     
    b) sino con-versar-la, cuando se den las ocasiones necesarias y justificadas.
    ……………………
     
    Sigo ¡yendo todavía! – Oscar.

  • mª pilar

    ¡¡¡Gracias por este “regalo” en fin de semana!!!

    Es esperanzador para la raza humana. Sería de verdad genial, que se piense en hacerlo real en casa y en la enseñanza, desde los más pequeños.

    Quizá  sería una manera de  ¡¡¡Cambiar la mirada del… “Ser” persona!!!

    ¡Gracias de corazón!

    mª pilar

  • Vaya artículo! Qué gusto. Por ahí, por ahí. Gracias.