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La Pascua

No sé qué es la Pascua para ti, pero déjame escribirlo con mayúscula y decirte lo que es para mí.

La Pascua es la bondad y la belleza como origen de cuanto es a pesar de todo. Todo está bañado en gracia, aunque no lo parezca, como esta mañana azul y verde. El azul del cielo más arriba de todas las nieblas. El verde de la vida que florece en la tierra sin ningún por qué: en el chopo junto al Narrondo, en el diente de león, las prímulas y las margaritas, llamadas también belloritas o pascuetas (¿a quién se le ocurrió este nombre?). La belleza y la bondad en todo: eso es Dios, es la Pascua florida. Abre los ojos y mira: todo vive y es milagroso, ¿no lo ves?

La Pascua es el “primer verdor” de la vida en la primavera. Desde hace diez mil años, los agricultores y los pastores lo han celebrado. El cereal crecía en los campos, los corderos corrían en los prados, la vida volvía, poderosa y bella. Todo era regalo bueno del Cielo y de la Tierra, de Dios o del Misterio, y había que agradecerlo. Los agricultores lo celebraron amasando el pan nuevo sin levadura vieja; los pastores, comiendo el primer cordero del rebaño (¡pobre corderillo,  que a todos nos recuerda que solo es justo vivir si estamos dispuestos a dar, incluso hasta morir!).

La Pascua es la fiesta de la libertad, siempre en camino. Hace más de tres mil años, un grupo de hebreos, esclavos del faraón egipcio Ramsés II, rompieron el yugo de la servidumbre. Y se pusieron en camino a través del desierto hacia la tierra soñada. Y desde entonces cada año, en la primera luna llena de la primavera, han celebrado el recuerdo de la liberación y el sueño de la tierra comiendo pan sin levadura y carne de cordero. “Pascua” en hebreo significa “paso”: paso de la muerte a la vida, de la servidumbre a la libertad, del exilio a la tierra. Pero es una tierra que ha sido prometida a todos y que nadie ha de conquistar a costa de otros. Una tierra que aún no hemos alcanzado.

La Pascua es la memoria de Jesús, el profeta de la gracia y de la libertad, que pasó la vida curando y librando, y arriesgando la vida. Los poderes de la religión y del imperio tuvieron miedo. Y en la víspera de la pascua judía del año 30 lo mataron cruelmente, clavándolo en una cruz. Pero la libertad no la clavaron. La vida no la mataron. La bendita luz azul y verde, que emanaba de su cuerpo llagado, no la apagaron. La presencia de Jesús, nueva como la primavera, no la sepultaron. La bondad de Jesús no la pudieron vencer. La esperanza de la tierra sin males no la pudieron enterrar.

Muchas discípulas y discípulos lo siguieron amando. Y dijeron: “Ha resucitado”. Pero, tenlo por seguro, esa confesión nada tuvo ni tiene que ver con sepulcros milagrosamente vacíos ni con milagrosas apariciones físicas, diga lo que diga la Comisión episcopal española para la Doctrina de la Fe en su Notificación, tan antipascual, contra el gran teólogo Torres Queiruga. ¿A qué llamáis “milagro”, hermanos obispos? ¿Y a qué llamáis “Pascua”? Preguntad a los discípulos de Emaús cómo les ardió el corazón en el camino de la vida con todas sus decepciones. Preguntad a María de Magdala cómo vieron al Viviente los ojos de su amor, en la luz de sus lágrimas. Eso es la Pascua.

Para orar

Yo dancé al amanecer, al empezar el mundo,
y dancé en la luna y en las estrellas y en el sol,
y bajé del cielo y bailé en la tierra:
nací en Belén.

ESTRIBILLO:
“Danza, pues, dondequiera que estés.
Yo soy el Señor de la Danza”, dijo Él.
“Os ayudaré a todos, dondequiera que estéis,
y a todos os sacaré a danzar”, dijo Él.

Yo dancé para el escriba y el fariseo,
pero ellos no quisieron danzar y no quisieron seguirme.
Dancé para el pescador, para Santiago y Juan:
ellos vinieron conmigo y danzamos. (Estribillo…)

Yo dancé en sábado y curé al paralítico.
La gente santa dijo que era una vergüenza.
Me azotaron y me desnudaron y me colgaron,
y me dejaron morir allá en la cruz. (Estribillo…)

Yo dancé el viernes, cuando el cielo se volvió negro.
Es difícil danzar con el demonio detrás.
Sepultaron mi cuerpo y pensaron que había acabado,
pero yo soy la danza y todavía sigo. (Estribillo…)

Ellos me tumbaron, pero yo salté.
Yo soy la vida que nunca, nunca muere.
Viviré en vosotros, si vivís en mí.
“Yo soy el Señor de la Danza”, dijo Él. (Estribillo…)

(Sydney Carter, traducido del inglés)

17 comentarios

  • Un saludo pascual a todos los participantes de Atrio. La excomunión  en la Iglesia, tiene el carácter de pena medicinal y, naturalmente, supone una falta grave que influye perniciosamente en los fieles, a quienes la Iglesia tiene la obligación de defender. Lo curioso es la acritud con la que los “herejes”, (evidentemente muy “católicos”), de todos los tiempos se revuelven contra este derecho y obligación evangelica, mientras ellos se empecinan tan obstinadamente y tan alegremente excomulgan a quienes se les oponen. El Papa actual y toda la curia Vaticana han sido excomulgados por Tamayo, Boff, Kunk, Castillo y los otros que ya no están, y que dentro de poco tiempo se irán otros.
    En Cristo
    Lucho.

  • Gabriel Sánchez

    José, gracias por este agua fresca traída del pozo del Povereto de Asís…y no me había fijado, cuantos puntos de contacto tienes con lo que plantea el querido hermano y maestro Andrés…Gabriel

  • ana rodrigo

    Antonio Vicedo, tienes razón cuando dicesEn este contexto práctico y actual es donde la RESURRECCION como objeto de FE nos debe preocupar para intentar VIVIR PLENAMENTE NUESTRA HUMANIDAD.” Y eso es lo que quise expresar en mi comentario. Debatir sobre una resurrección en la que un cadáver revive otra vez en las mismas condiciones, cuando nadie nunca podrá demostrarlo, es perder el tiempo.
     
    Yo que viví durante mucho tiempo los relatos de la resurrección como históricos, cuando descubrí que eso era lo de menos, me llevé una desilusión parecida a cuando te dicen que los Reyes Magos no existen. Pero reaccioné y poco a poco he ido afianzando mi fe en ese Jesús cuyo mensaje no quedó en el fracaso total que es lo que significa la muerte, o dicho de otro modo, el mensaje no muere con la persona.
     
     
    Javier, es que eso que dices “pretendidas ‘autoridades’ que se las arreglan para hacerse obedecer (los obispones –los más poderosos obispos-, por ejemplo, esos a los que os dice el papa católico que teólogos y católicos tenéis que obedecer)” está fuera de mi campo vital, a mi ni los obispos ni el Papa me mandan en nada, ellos hablan, y yo tomo mis decisiones. ¿Por qué sigues tan obsesionado en que la sumisión a las autoridades jerárquicas es el santo y seña de quienes nos consideramos cristianos-católicos? Yo soy tan libre como tú, a mí personalmente no me preocupa lo que diga el Papa en tanto en cuanto no afecte a un daño social como seguir negando la igualdad de la mujer, o molestando a los homosexuales, pero yo, personalmente soy libre para tener mi propio criterio; y como yo, millones. ¿Tú me imaginas a mí obedeciendo a alguien? ¡Por favor, no nos consideres tan infantilicidados e inmaduros/as! Dentro de la Iglesia católica hay tanta gente madura, con fe adulta, con criterios propios, ciudadanos y ciudadanas libres, etc. etc. como supongo que puedes imaginar. La pertenencia a la Iglesia ni nos idiotiza, ni nos aborrega, ni nos adormece, ni nos anula, porque, en realidad, a quien seguimos es a Jesús el Galileo, y en ese camino de humanización, como dice Vicedo, andamos mucha gente, ni mejores ni peores, sino caminantes en la misma dirección.

  • Antonio Vicedo

    Parece que las experiencias sobre la realidad nos acercan hasta el punto  de que, refutar pruebas, solo es razonable en la medida en que aquellas experiencias razonadas muestran deficiencias y así es como nos va relacionando el avance científico, aunque usemos los testimonios y saberes ajenos para fundamentar nuestros conocimientos y prácticas cientifico-técnicas.
    Pero hay algo que no se situá en ese campo de la experiencia y puede y es abordaddo por nuestra mente con la complicidad de nuestra voluntad. Sobre esto nos posicionamos admitiendo o negando apoyados exclusivamente en el vacío de absurdo en cuanto a posibilidad y en nuestra libre voluntad tanto para admitir realidad como para negarla.
    Al posicinarnos en esta posibilidad racional y volitiva, la única relación con lo que puedan aportarnos otros descansa en las motivaciones que nos ofrecen sus comportamientos  tanto teóricos como, sobre todo testimoniales y prácticos.
    Respecto a cuanto se refiere a lo sobrenatural o sobre humano, si depende de que no se perciba absurdo y de que libremente adoptemos la propia y particular postura de edmitir o rechazar ¿para qué hacer problema del campo de la fe?
    Cierto que podemos poner en cuestión los testimonios que motivan posturas diferentes, pero el hecho es que esos testimonios y motivos, para nada condicionan la libertad del acto de fe, si lo distinguimos de las creencias o tradiciones.
    La fe adulta, que es la que como tal debe ser considerada, no está condicionada por experiencias propias ni ajenas. Es un ACTO PERSONAL DE PLENA LIBERTAD RESPONSABLE.
    En lo que habrá que poner interés es en el contraste de coherencias prácticas tanto individuales como sociales. Y parece que respecto a ello en el NT , desde el principio, hay manifestaciones de claridad, al considerar como falsa la fe que no se traduce en las obras que la misma exige, tanto para la vida individual, como universalmente colectiva.
    En este contexto práctico y actual es donde la RESURRECCION como objeto de FE nos debe preocupar para intentar VIVIR PLENAMENTE NUESTRA HUMANIDAD.
    igual, si así lo intentamos y lo vamos consiguiendo, llegamos a darnos cuenta de que, quienes con FE distinta a la nuestra se plantean VIVIR HUMANAMENTE lo que nos demuestran y prueban es que, andamos a la vera por el mismo camino, y con muy igual caminar. Y en esta tarea ,Ana, si que vale la pena que no tiremos la toalla, ni nos cansemos de aportar motivos, logros y fracasos, tanto propios como ajenos.

  • Javier Renobales Scheifler

    Ana,
     
    Cualquier posicionamiento, por bien definido que el posicionado lo tenga, lo puede cambiar en cualquier momento, ante cualquier otro mejor fundado, una vez conocido éste.
     
    En los últimos diez años mis posicionamientos teóricos y prácticos en estos temas van cambando mucho, y siento que siguen evolucionando.
     
    Eso sí, van paso a paso: más difícil, pero no imposible, me parece cambiar muchos pasos a la vez, como dando un gran salto. Es como si cada pasito fuera permitiendo avanzar hacia el siguiente paso, sustentando el cambio hacia el siguiente posicionamiento, y éste sustentara el siguiente posicionamiento … y así sucesivamente.
     
    Por ejemplo: llegado a la idea de que es necesario democratizar una estructura, empieza a sustentarse la idea de que las autoridades de esa estructura no son legítima, mientras previamente no se haya democratizado la estructura.
     
    De ahí se puede llegar al siguiente paso: la tan cacareada sucesión apostólica hace siglos que se rompió irremediablemente. Una vez democratizada la estructura, podrían empezar a surgir autoridades legítimas.
     
    Si uno se queda en los límites/frontera obligatorios por aceptar una doctrina impuesta (por admitirla infalible, por ejemplo), entonces esa evolución de posicionamientos se impide, se momifica en la práctica casi totalmente, quedando inmovilizada, quizá infantilizada o sin poder madurar, por culpa de esas fronteras artificialmente impuestas por unas pretendidas ‘autoridades’ que se las arreglan para hacerse obedecer (los obispones –los más poderosos obispos-, por ejemplo, esos a los que os dice el papa católico que teólogos y católicos tenéis que obedecer).
     
    Yo diría hoy que si algo se reviste de incrustaciones de infalibilidad, se inmoviliza, se anquilosa, se impide su evolución, y así se marchita y a la postre se mata.
     
    El Magisterio católico tendría, de una maldita vez por todas, que admitir que, ni él ni nadie es infalible –la infalibilidad no es cualidad humana-, ni las diversas creencias de los distintos seguidores de Jesús impiden, por el mero hecho de ser diferentes y no unificadas, el buen seguimiento de Jesús: ni impiden las diferentes creencias la realización del mensaje de Jesús, en los hechos (praxis), que es en definitiva lo único que importaba a Jesús, y no Dios o no más que Dios (pues realizar su mensaje de salvación por el amor ya es amar a Dios, se crea o no en él).
     
    Siempre desde la experiencia humana, religiosa o no religiosa, no divina ni inhumana.
     
    Si como dicen, vivir cada día es cada día morir un poco, resucitemos pues cada día, de ese morir cada día un poco, aquí y ahora.
     
    ¿Cómo hacerlo? Seguro que tú lo sabes mejor que yo. Creo que Oscar Varela lo expresa: sigamos yendo todavía.
     
    Resucitamos cada día amando cuanto más podamos aquí y ahora, al margen de las diferentes creencias.

  • ana rodrigo

    Llevo unos días dudando si intervengo en el tema de la resurrección y de la Pascua, o si me abstengo, o si puedo añadir algo nuevo. Como dice Juanel, siempre estamos reflexionando sobre aquellos temas que nos preocupan y ocupan nuestras vidas en cuestiones trascendentales y/o sustanciales. Pero me encuentro que poco puedo aportar a nadie ya que quien más quien menos tenemos nuestros posicionamiento definido, unas veces un posicionamiento abierto y en otras ocasiones, un posicionamiento cerrado.
     
    Pero sí tengo claro que no por mucho repetir constantemente y repetitivamente  (perdón por la redundancia) las mismas tesis, avanzamos sobre el tema  que estemos tratando. En muchas cuestiones religiosas y en la resurrección en concreto, hay posicionamientos estancos como puede ser: la creencia ciega sobre la historicidad de la resurrección, la creencia adaptada a nuestra necesidad de seguir creyendo en el algún tipo de resurrección, el darle un simbolismo de lo que en la vida hay de muerte (el mal) y vida (el bien), etc. etc.
     
    Pero seguir dándole vueltas y vueltas a si fue un hecho empírico, biológico y tangible, o si es un hecho simbólico, o un mito ubicado en la tradición judía, sin avanzar, como ya he dicho, en ninguna de las hipótesis que mantenemos, es como marear la perdiz dando vueltas sobre sí misma. No sé si a los lectores/as les pasará lo que a mí, pero a mí me cansa estar siempre en el mismo punto de partida.
     
    Y con ello, no quiero decir que no debemos expresar nuestros pensamientos o reflexiones, sino el tener un poco de cuidado de no llegar a la 2001 veces que decimos lo mismo.
     
    Desde el creyente más acrítico, hasta el más “suelto” y liberal en sus reflexiones, cada cual tenemos nuestro posicionamiento, si bien mucha gente hemos evolucionado en éste y en tantos otros temas al liberarnos de creencias dogmáticas, tanto si estamos dentro como si estamos fuera de la ortodoxia oficial de la Iglesia. Y nunca avanzaremos ni  nos habremos liberado, si seguimos arrastrando las cadenas de nuestras creencias del pasado, lo que indicaría que aún no nos hemos liberado. Y solamente los y las liberadas de estas ataduras son capaces de indagar hacia nuevos horizontes, siempre desde la experiencia religiosa y no tanto desde la explicación racional de un hecho arracional. Con respeto, como así se suele hacer en atrio, hacia quien no comparte nuestra posición.

  • Javier Renobales Scheifler

    Con lo que el mensaje de Jesús vale igualmente para los ateos que para los creyentes en Dios: no hace falta creer en Dios para creer en el mensaje de Jesús, ni en Jesús.

    No impidamos el mensaje de Jesús a los ateos, por favor. Lo importante es el mensaj del amor, la buena nueva, el reino del amor.

    Lo de Dios ya vendrá después de la muerte, no pongamos ahora obstáculos a la posibilidad de creer en el mensaje de Jesús

  • Javier Renobales Scheifler

    Si Jesús no huyó (que pase de mi este cáliz) de la centuria romana que fue a apresarle y le apresó con toda facilidad al parecer, sabiendo Jesús que si no huía iba a una muerte segura y atroz, muerte también y sobre todo de su cuerpo ¿porque una vez resucitado ese cuerpo sí huyó entonces Jesús subiendo entre las nubes del cielo?

    ¿Acaso a la segunda Jesús, tras el sufrimiento de las torturas a las que fue sometido, tenía miedo, y huyó ‘al cielo’, para que no le mataran otra vez?

    Lo que sucedió es que resucitamos en al ámbito de la fe, en el ámbito de Dios, no a la vida terrena humana que conocemos aquí. Aquí quedó el cuerpo de Jesús, y se pudrió como el de los demás muertos.

     Lo cual no quita un ápice a la fe en el mensaje de salvación por el amor, el mensaje de Jesús, que es un mensaje humano, de Jésús, no de Dios.

  • Javier Renobales Scheifler

    Claro, que a uno que desde recién nacido le han adoctrinado con toda la feroz invasión abrumadora durante toda su infancia, adolescencia, juventud y madurez, repitiéndole millones de veces las misa historieta como verdad infalible e inmutable establecida por la imaginaria intervención de Dios que hace infalible al Magisterio católico, único que puede interpretar sin equivocarse la Bilbia, es muy difícil sacarle de todos esos cuentos.

    Sobre todo se se agarra a ellos bajo la amenaza de que, si los niega, se expone a la vieja condena eterna del  ‘fuera de la ICR no hay salvación’, que dice tan estúpidamente el catecismo vigente para los católicos, el de 1992.

    Esos, si no se atreven a madurar su fe y deciden estar sometidos al Magisterio que los trata de súbditos (y son millones, pues el pensamiento mágico es imprescindible para el negocio de la ICR y l o fomenta a tope), siempre tendrán que admirarse embobados del’ milagro del cuerpo resucitado de Jesús’, cuerpo glorioso que subió hasta desaparecer entre las nubes del cielo, y cuentos así.

  • Javier Renobales Scheifler

    Maddi,
     
    Con que le asesinaran una vez, fue más que suficiente.
     
    Sólo ‘se presentó’ –sólo se podía presentar- a los que, dado que tenían fe, tuvieron la ‘visión’ de ‘verle’: con los ojos de la fe, no con los de su propio cuerpo de videntes.

    Por eso sólo le vieron los que tenían fe: los que no la tenían no podían ‘verle’: no es que no se les presentara.
     
    Si hubiera resucitado el cuerpo sepultado asesinado –que no resucitó, ni falta que a nadie le hacía que resucitara un cuerpo de un muerto-, lo habrían vuelto a matar una, y mil veces que hubiera hecho falta.
     
    La resurrección del cuerpo no es más que un mito, como las visiones de videntes: no fueron ni son una realidad, aunque alguna vez acierten con sus visiones. Hoy resulta infantil sostener la literalidad del relato evangélico o neotestamentario como hecho real, histórico. Aunque en su momento sirviera, y para eso la hicieron, esa literalidad.
     
    Por si acaso, dado que Jesús ya no podía, el resucitado Jesús no se puso a intentar seguir trayendo el Reino, que había sido la causa de la Jesús durante su vida y hasta su final: porque no podía, una vez asesinado, porque ya no era como antes de ser asesinado, porque ya no pertenecía al mundo de los vivos terrenales, sino al del ámbito de Dios, -que no interviene en nuestras vidas terrenales- ‘donde’ quiera que sea que Dios ponga a los resucitados que continúan su vida como y ‘donde’ sólo Dios sabe.
     
    No hubo ni hay ningún milagro: ni falta que nos hacen los milagros, ninguna falta le hacen a una fe madura los milagros.
     
    Una persona que es cobarde puede madurar y decidir pasar a ser valiente; hay mujeres que no se atreven a tener hijos, pero cuando se acerca el parto, cuando sienten cada vez más la nueva vida que nacerá, nada las puede parar. La naturaleza humana es así, y es capaz de grandes logros, sorprendentes a veces. 
     
    El fenómeno de pasar del miedo al valor, a la mayor/mejor/ vida de mayor calidad, es más entendible aún en grupo, en comunidad: el valor de unos hace crecer el de los otros y es recíproco 

    Todo eso es humano, sólo humano, que es lo que somos las personas. Son cosas de la fe humana, del amor humano (ni siquiera tiene que ser fe religiosa, sino en la vida).
     
    No menospreciemos, no ninguneemos, a la persona humana ni a ninguna de sus capacidades, metiendo a Dios y los milagros por medio. Dios ya ha hecho bien a las personas, no es necesario que se ponga a mejorarlas, pues ya hizo bien cuando las hizo desde el principio.
     
    Todo en Jesús fue humano, nada fue por intervención divina, lo mismo que en nosotros. Divinizarlo, a Jesús o los acontecimientos, es estropearlos, la maravillosa humanidad de Jesús y de los acontecimientos humanos.

     (cuanto más humano, mas divino, y no al revés: no hace falta ningún milagro para pasar de cobarde a valiente)

  • Maddi Bediaga

    La cuestión es ¿cómo así que después de resucitar se presentó sólo ante los que creían en él? ¿No habría sido más genial aparecerse delante de Pilatos, de Anás y Caifás y demás jerifaltes? ¿Os imagináis lo diferente que habría sido la historia? Nadie habría podido negarle, nos habríamos ahorrado miles y miles de mártires, de cristianos comidos por leones, perseguidos y angustiados… Todo el mundo habría reconocido que Jesús era quien decía ser, se habrían hecho buenos y el Reino de Dios se habría establecido en el planeta… es decir, nos habríamos ahorrado millones de muertos por pestes, guerras, miseria, sufrimiento, esclavitud, horror…
     
    Sin embargo, ya veis, resucita y sólo lo ven unos pocos, justo los que creían en él… Eso sí, de lo que no cabe duda es de que le vieron ¿cómo si no habrían sido capaces de darlo todo, incluso sus propias vidas, por llevar el mensaje de su Señor “al que Dios había resucitado”? quienes y ellos, una cuadrilla de garrulillos más preocupados por su pellejo que por otra cosa… y de repente ¡pluf! el mosquito se convierte en águila, el cobarde en intrépido, el ignorante en elocuente… ¿Qué milagro hay detrás de estos milagros? That is the question 😉

  • Manuel V.

    Preguntad a los discípulos de Emaús cómo les ardió el corazón… cuandos se encontraron con el Resucitado al que no reconocieron porque les ardiera el corazón en el camino de la vida. Lo reconocieron cuando, sentado a la mesa con ellos, partío el pan y lo comió con ellos. Como comió pescado con sus discípulos y se presemtó ante Tomás para que “metiera sus dedos en las llagas.”
    No se pude contar el Evangelio a trozos interesados.
    La Pascua es un grito de libertad para todos. ¡El sepulcro está realmete vacío! ¿Que has visto María? … la tumba de Crsito vacía, los ángeles, las vendas y el sudario.

  • oscar varela

    Hola!
     
    Del Estribillo de la Canción que Olga nos trae a colación de la Pascua

    ·                                 Cantando al sol como la cigarra
    después de un año bajo la tierra,
    igual que sobreviviente
    que vuelve de la guerra.

     
    resalto la idea de una “tierra” saliendo al “sol”.
    ··············
    Resalto e hilo con una idea fundamental,
    aportada por el Galileo Jesús;
    que da al traste con todas las ideas teólogo-religiosas,
    acerca de su Mensaje.
     
    Para más abundancia, se puede leer en
    “Lo que pide el cuerpo” Cap 13 de “Un paso, un mundo” de Salvador Santos,
    al identificar “la tierra” con el “ser humano”,
    como realidad autónoma y suficiente del Reinado de Dios;
    (e.d. sin necesidad de dioses ni espiritualidades)
     
    Vaya un “espumado” mío de adelanto:
    ························
    Así es el Reino de Dios, como cuando un hombre ha echado la semilla en la tierra; él duerme y está despierto por la noche y por el día, y la semilla germina y va creciendo sin que él sepa cómo.
     
    Por sí misma la tierra va produciendo el fruto: primero hierba, luego espiga, luego grano repleto en la espiga. Y cuando el fruto se entrega, envía en seguida la hoz, porque la cosecha está ahí” (Mc 4, 26-29).
    ·······················
    El comienzo de la segunda parte del ejemplo contiene la clave de interpretación de la parábola:
    * “por sí misma la tierra va produciendo el fruto“.
     
    * “la tierra” es el desencadenante que genera el proceso de crecimiento y el resultado productivo de la simiente.
     
    * Como lugar donde ha sido depositada, la tierra responde espontáneamente a las necesidades que el potencial de la semilla demanda.
     
    * La tierra tiene todos los ingredientes necesarios para acoger en su seno la simiente.
     
    * Una vez metida “en la tierra“, ella sola avanza hacia su plenitud.
     
    Observen el matiz agregado al sujeto, “por sí misma“,
    descarta la necesidad de intervención de cualquier otro elemento complementario y concede categóricamente a la tierra la exclusividad de ser el origen del progreso galopante de la semilla.
     
    * El agregar que : “va produciendo el fruto“, es prueba evidente de que la tierra, sola, consigue llevar la semilla a su esplendor.
    ··················
    Sigue la exégesis; e intentando poner nombre a la Parábola:
    1) “el Reino es lo propio del ser humano
    2) “lo natural es el Reino
    ··················
    Nos hemos quedado en el momento álgido de la parábola de donde surge su enseñanza fundamental:
     
    * La tierra origina sola y por entero el progreso de la semilla desde el principio hasta el final.
     
    El Galileo pretende con ello crear admiración en la multitud por el desbordante efecto natural provocado por la conjunción de dos elementos: semilla y tierra.
     
    Como ellos, sociedad alternativa y ser humano, se reclaman mutuamente para alcanzar con su unión el ceñir de todo su potencial.
    ··················
    ¡Vamos todavía! – Oscar.

  • olga Larrazabal

    Como decía Mª Elena Walsh desde Argentina
    COMO LA CIGARRA
    Tantas veces me mataron,
    tantas veces me morí,
    sin embargo estoy aqui
    resucitando.
    Gracias doy a la desgracia
    y a la mano con puñal
    porque me mató tan mal,
    y seguí cantando.
     

    Cantando al sol como la cigarra
    después de un año bajo la tierra,
    igual que sobreviviente
    que vuelve de la guerra.

    Tantas veces me borraron,
    tantas desaparecí,
    a mi propio entierro fui
    sola y llorando.
    Hice un nudo en el pañuelo
    pero me olvidé después
    que no era la única vez,
    y volví cantando.
    Tantas veces te mataron,
    tantas resucitarás,
    tantas noches pasarás
    desesperando.
    A la hora del naufragio
    y la de la oscuridad
    alguien te rescatará
    para ir cantando.
    Y así ¡Vamos , todavía! como dice Oscar

  • JESÚS OLLORA OLARTE

    Después de la Pascua, del “felices pascuas”, hay que andar no sé si a la tierra prometida o a la búsqueda de la verdad.
    Para mí la Pascua es andar en búsqueda de la verdad.
    Como seguro que no la encontraremos, nos toca seguir buscándola, nos toca una vida entera de búsqueda.
    JESÚS

  • oscar varela

    Hola!

    Bueno. De acuerdo!

    Pascua es Paso.

    ¿Cuál?

    ¡El que tengo que dar,
    y voy a dar!

    Oscar.

  • sarrionandia

    PASCUA = PASO de lo aparente a lo real. de lo pasajero a lo permanente, de las mentiras a la verdad, de la maldad a la bondad…
    DE LA MUERTE A LA VIDA