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Nos sobra todo y no nos falta nada

En un Foro de Profesionales Cristianos celebrado recientemente, Javier Melloni habló sobre “Una espiritualidad para el siglo XXI”. Una persona de las que participan en este movimiento, los mayores de la antigua JEC que siguen en búsqueda, nos ha enviado un resumen de su ponencia y creemos que encaja bien con el núcleo de reflexiones de quienes andamos por este ATRIO.

“Nos sobra todo y no nos falta nada”. Esta fue la respuesta del jesuita Javier Melloni a la pregunta: “¿Qué nos falta y qué nos sobra en Occidente en cuanto a espiritualidad?”.  Nos sobra todo y no nos falta nada porque lo que necesitamos ya está aquí y lo que está aquí lo necesitamos. La palabra espiritualidad proviene de spiritus en latín y pneuma en griego, que significa “aire”, que es lo que necesitamos para vivir a cada instante. Espiritualidad es la experiencia de Dios, la experiencia que tenemos de algo que,  siendo invisible,  nos está vivificando a cada instante. Por eso el ser humano no es reductible –más allá de cual sea su religión o su no religión– ni a la biología ni a la psicología; lo que hay más allá de ambas es la espiritualidad.

Melloni, teólogo y antropólogo, gran conocedor de las tradiciones religiosas de Oriente y especialista en diálogo interreligioso, fue el ponente del Foro convocado por Profesionales Cristianos de Madrid bajo el título: “Una espiritualidad para el siglo XXI: hacia un tiempo de síntesis entre Oriente y Occidente”. Oriente y Occidente se complementan –esta es su tesis- y estos tiempos difíciles que vivimos como especie humana son también tiempos propicios para descubrir esa diferencia y complementariedad que él sintetizó en ocho polaridades:

Instinto de superación versus aceptación: En Occidente tratamos de “superar” los problemas, de combatir sus causas, de actuar. Dedicamos nuestra energía a transformar lo exterior. En Oriente tratan sobre todo de aceptar la adversidad, lo que no significa someterse ni resignarse sino asumir esa adversidad fluyendo con ella. Concentran su energía en transformarse interiormente.

Futuro-pasado versus presente: la tradición bíblica vive de la memoria de los testigos que han trazado el camino y de la esperanza en la venida de la plenitud de los tiempos. Pasado y futuro son esenciales en la experiencia cristiana de fe. Oriente, en cambio, busca la calidad del momento presente. La esperanza es necesaria ya que anticipa lo que espera; pero, al mismo tiempo, se ha de vivir ya en el presente lo que se espera como futuro. Como decía Gandhi, “no hay un camino para la paz, sino que la paz es el camino”.

Personalización versus oceanización: Occidente subraya el valor  inalienable de la persona humana, con todo lo que eso ha aportado en el reconocimiento de los derechos humanos. Oriente, en cambio, considera que si el “yo” se magnifica, encapsula la vida en una referencia egocéntrica y se separa de la totalidad, aislándose de las fuentes de la vida. Por eso el camino espiritual hindú y el budista denuncian las trampas del yo y se abren a la compasión universal. Para Oriente, Dios no es un “Tú” hacia el que me dirijo desde mi “yo”, sino el mar que se descubre sabiéndose ola. Es necesario sostener ambas perspectivas: la singularidad de cada ola, en su radical especificidad, y a la vez, la conciencia de ser mar.

Razón analítica versus razón simbólica: Occidente, desde una aproximación analítica, descompone la realidad, busca la especialización de los conocimientos para profundizarlos. Ese impulso poderoso, esa “mirada flecha” sobre el mundo tiene el riesgo de la fragmentación. Oriente, en cambio, proyecta sobre el mundo una “mirada copa”, que reúne a los contrarios, que acoge sin discriminar ni juzgar. Necesitamos ambas miradas, la occidental basada en el principio de contradicción, base del espíritu crítico,  que acentúa lo que nos separa, y la oriental que acentúa el compartir, el ser que nos es común.

Identidad versus fluidez: se trata de ver el árbol o de ver el bosque; Occidente ve el árbol y Oriente mira más al conjunto, al bosque. Lo importante del bosque es el flujo constante de vida que posibilita más allá de las existencias individuales. Por eso los budistas tibetanos hacen unos “mandalas”, bellísimas composiciones con arena de colores, representaciones simbólicas del mundo, que destruyen al final, porque lo importante ha sido el camino espiritual recorrido en su elaboración y no la conservación del resultado. Los occidentales, en cambio, cuando ven los mandalas, desean congelarlos en museos.

Acción versus no acción: como hemos ido viendo, Occidente trata de cambiar el mundo; a veces, antes de entender y escuchar lo que pasa. Oriente se expresa en ese artesano que antes de esculpir su obra de madera, tranquiliza su yo, lo silencia, elige su árbol, el que le habla, aquel en el que la naturaleza revelará su belleza mediante el trabajo de sus manos. Se trata de tener menos para “tenerse” más.

Palabra versus silencio. Lo propio de Occidente es la palabra, como enuncia el Prólogo de San Juan: “Al principio existía la Palabra”. De ahí se derivan los relatos, los razonamientos, los conceptos, etc., pero también el exceso de ruído. Para que la palabra cobre fuerza, ha de haber silencio en medio. El silencio no anula la palabra sino que es el fondo que le da sentido. Oriente está atraído por ese fondo, mientras que occidente por su expresión. Ambas cosas son necesarias.

Plenitud versus vacuidad: Occidente busca la plenitud, la realización personal; Oriente, la vacuidad, el vaciamiento de sí mismo. Para que la plenitud no empache necesita de la vacuidad. Y la vacuidad necesita llenarse de plenitud.

En estos momentos de globalización, la conciencia de los desafíos que plantea al ser humano nos lleva a cuidar de tres aspectos esenciales e inseparables: la veneración del Misterio, que abre la vía mística; la solidaridad activa, que abre la vía ética; y la contención de nuestros deseos para que nuestra necesidad de recursos naturales no devaste el planeta, lo cual atañe a la vía ecológica. Vivir esta tríada es tarea de la espiritualidad contemporánea y está presente en todas las tradiciones religiosas.  Todas ellas nos dicen de un modo u otro que la pobreza -no la miseria- es una bendición, en la medida que permite un uso limitado y responsable que genera solidaridad y compasión. Es decir, interioridad, trabajo por la justicia y el uso sostenible y solidario del planeta son los tres pilares que constituyen la espiritualidad integral que capacitan al ser humano vivir con sabiduría y veneración sobre la Tierra.

(para quien desee conocer más del autor, J. Melloni tiene dos libros muy recientes: “Hacia un tiempo de síntesis”, Ed. Fragmenta, 2011; y “El Cristo interior”. Ed. Herder, 2010)

9 comentarios

  • Asun

    Me gusta tanto, este artículo sobre la ponencia de J. Melloni, que ya no sé qué más decir al título tan bien propuesto. Solo apuntar que plenitud y vacuidad, llegan a ser lo mismo, cuando se da la  plenitud y vacuidad al mismo tiempo en un espacio abierto e ilimitado.
     
    Me gustaría hacer un canto de aliento conjunto de Oriente y Occidente, imposible de ser atrapado en conceptos y en palabras, aunque intente expresar que toda la creación está pletórica de Encarnación en todo y en todos. Que en el hombre y mujer de hoy se vive la encarnación como una danza multi-diversa en la que lo Incognoscible e Ilimitado, el Misterio de lo Real  baila, cuando se deja que sea Ello a través del fluir constante que somos y en el que somos.
     
    Hay sin duda mucho dolor y sufrimiento infringidos por nosotros mismos, por ignorancia y egoísmo causantes de toda clase de violencia y maldad, de separación y escisión. La Encarnación, sin embargo, es Unidad que abraza sin exclusión y que fluye en todo y todos.
     
     
    ..”la veneración del Misterio, que abre la vía mística; la solidaridad activa, que abre la vía ética; y la contención de nuestros deseos para que nuestra necesidad de recursos naturales no devaste el planeta, lo cual atañe a la vía ecológica. Vivir esta tríada es tarea de la espiritualidad contemporánea y está presente en todas las tradiciones religiosas.  Todas ellas nos dicen de un modo u otro que la pobreza -no la miseria- es una bendición, en la medida que permite un uso limitado y responsable que genera solidaridad y compasión. Es decir, interioridad, trabajo por la justicia y el uso sostenible y solidario del planeta son los tres pilares que constituyen la espiritualidad integral que capacitan al ser humano vivir con sabiduría y veneración sobre la Tierra”.
     
    El primer libro del que se habla no tiene desperdicio. Va en esta misma dirección. Para rumiar en silencio. “El Cristo interior” lo desconozco.
     
    Feliz 2012 a todos.

  • Pedro Chasco

    Yo estimo que somos muchos los que creemos que admitiendo y percibiendo el Misterio, podremos trabajar mejor tanto para adelantar en el 1º  (solidaridad con el otro) como en el 2º (cuidar el planeta), sin tenernos por ello por evidentemente tontos. No es extraño por otra parte, que desde el complejo de superioridad decimonónico que nos da “la visión del materialismo científico” (a otros se lo sigue dando por desgracia la religión),  podamos despreciar y detestar el Misterio en todas sus variedades… ¡Es tanto lo que en nombre del Misterio se ha hecho sufrir en la Historia y aún en el presente! Pero a la vez hay que tener cuidado de que no sea precisamente “el miedo” a ese Misterio – por la razón apuntada y otras posibles – el que nos lleva al intento de ningunearlo.
    Y en cuanto a la falacia de algún argumento, lo mismo cabría decir: “Ya nos basta con el 1º, que en toda una vida no llegará a estar perfecto. Dejemos de dedicar tiempo al 2º y al 3º, hasta acabarlo”.
    Algunos vemos mucho camino por recorrer, aunque empezáramos sólo por el “amar al otro como a uno mismo”. Y ¿si la percepción del Misterio me lleva a “amar al que me hace mal”? Y ¿si me lleva a responder al mal con el bien, sin multiplicar el sufrimiento para que escarmienten? Y ¿si me siento más realizado cuando he ayudado “a quien no puede pagarme” que a quien me responde agradecido? Jesús de Nazaret empezó con lo de “amar al prójimo como a uno mismo” (Antiguo Testamento”), pero acaba diciendo “amaos como yo os he amado”; y “perdónales Señor, porque no tienen más calidad humana que la que tienen”… Siempre será un camino sin final, por mucho que unos avancen más que otros.
     

  • Gabriel Sánchez

    Javi, te llego mi deseo de una comprometida y profunda Navidad…??¿¿¿.- Gabriel

  • Javier Renobales Scheifler

    Tres aspectos, dice aquí el experto:
     
    1º: El otro; bueno, el otro es como yo, eso se siente sin necesidad de pensar; por puro sentido común soy pues –debería de ser-solidario (Jesús lo dijo: ‘ama a los demás como a ti mismo’, pero aunque no lo hubiera dicho, o no lo haya oído, es bastante evidente)
     
    2º: Cuidar el planeta; ya, claro, por puro sentido común también, ni voy a envenenar el agua que bebo ni el aire que respiro, yo o los demás. No hay que pensar mucho para concluir esto, también es –debería de ser- de puro sentido común.. Si hago lo contrario es que soy tonto de remate: el asunto es darse cuenta y rectificar.
     
    3º: El misterio (ya está otra vez el famoso misterio) …; ya son ganas de … Con lo anterior 1º y 2º ya tenemos suficiente, y aún no hemos llegado bien ni a lo primero ni a lo segundo.
     
    ¿Para qué queremos complicarlo con el misterio, lo inefable, lo sagrado, lo inescrutable?
     
    Vayamos por partes, que el que mucho abarca, poco aprieta: cuando hayamos llegado bien a lo primero y a lo segundo … ya habremos muerto (nuestras vidas no son muy largas, que se diga), y entonces el misterio ya no lo será,cuando hayamos muerto.

    Menos misterios pues, nuestras posibilidades reales se agotan, de todas todas, en 1º y 2º.

    Claro que ahora vendrá una sabia/o y … no se me ocurre lo que dirá, pues yo no soy sabia/o.

  • Javier Renobales Scheifler

    ¿sp? ¿SP?

    Huum … por aquí, Oscar, lo llevan por ejemplo los taxis, SP.

    Y los guagua (omnibus), también lo llevanpor aquí, creo recordar, las siglas SP.

    Significan: Servicio Público.

    Si se retrasa,  ya llegará: speranza

    Menos es nada, yendo -o viniendo- todavía.

  • oscar varela

    El francés tiene la delicadeza de pedir permiso

    El SPañol es SPontáneo

    Al argentino “cualquier cosa” le es SPleen.
    http://www.planet-tango.com/lyrics/cualquie.htm

  • sarrionandia

    Al etimólogo:
    Qué hay del sp francés que significa  s’ il vous plait?

  • oscar varela

    Hola!
     
    El Autor hace surgir la “Espiritualidad” de la palabra Espíritu; y a ésta de Aire.
     
    Lo más interesante del Aire es cuando se hace notar; e.d. actúa y así muestra su poder agente.
     
    Y eso, no el Aire, es el Espíritu.
     
    El Espíritu participa de la familia de palabras que denotan “poder de actuación”.
    Y es así porque tiene en común el “etymon”, la raíz SP.
     
    Aspirar, inspirar, respirar, suspirar son actuaciones vitales.
     
    Hay una relaciones de metátesis entre las raíces sp y ps, significando expansión física y a la vez aspiración espiritual; psyche en griego es el nombre del alma. Y alma viene del latín anima, relacionada con anémona en griego, flor que se abre al menor golpe de viento.
     
    Todas estas raíces tienen que ver con gestos respiratorios.
     
    El espectáculo que implica el ver, el esplendor que nos despliega en la luz, el hablar que en las lenguas nórdicas siempre muestra la sp de speak, el respirar, el esperma que nos reproduce, la espiga que atraviesa la semilla como el espigón atraviesa las olas, son todas actividades, instancias que nos expanden en el espacio y en el tiempo.
     
    Y probablemente, en el mismo espacio se tenga una visión lingüística coherente con la física moderna, que le atribuye propiedades expansivas (ek-span-sivas).
     
    La noción común a estas imágenes parece ser: tensión, crecimiento, expansión;
    y la expansión se obtiene a veces a través de un crecer, un esparcir o un desparramarse y derramarse.
     
    La prisa (speed) nos hace progresar en el espacio,
    la esperanza en el tiempo;
    el espacio mismo es elástico y se expande constantemente;
    las hilanderas y las arañas (spinners y spiders) tensan sus hilos alargándolos;
    los clavos (spiks) y las espinas avanzan a través de sus perforaciones;
    las esporas se separan de la planta y se esparcen a través de sus progresivas subdivisiones;
    la espuma y el esperma son expansiones o derrames de líquidos contenidos;
    el habla –speech que es respiración, alma modulada- es la expansión más directa de la persona humana, como el esplendor es la expansión natural de la luz;
    la espátula esparce colores
    y la espada amenaza, perfora y mata adelantándose;
    el ojo espía que llega a ver estrellas y planetas extiende su poder sobre los otros órganos sensoriales, a los que aventaja en alcance y distancia, brindándonos toda clase de espectáculos; espiramos, aspiramos, inspiramos, suspiramos, respiramos integrándonos al aire que nos rodea.
     
    Y esta constante tensión, este crecimiento, parece ser gobernado por una de las realidades básicas originales de la metáfora, el aire espirado con fuerza, es decir por el espíritu, que acaso sea esto solamente: tensión, expansión y crecimiento constante -como el espacio mismo-. Como la esperanza.
    ················
    Llegado acá me pregunto algo que acabo de aprender de los españoles.
    ¿habré tomado el Pisuerga?
    Disculpen.

  • Gabriel Sánchez

    Mt 18, 1-3.. Los quiero mucho a todos, y me complazco en saber por ejemplo que esta   presente, aunque  silencioso…Juan Luis….Gabriel