A pesar de todo lo que se ha destapado sobre los abusos sexuales a menores y de las dobles vidas de “santos” fundadores, el papa sigue exhortando a los sacerdotes a redescubrir el celibato “en toda su fuerza y belleza”. Aun sabiendo que hay personas –¿en qué porcentaje?– que han hecho de su vida célibe un admirable ejemplo de entrega y amor, gran parte de la triste basura y falsedad que acumulan muchas vidas clericales y religiosas –¿en qué porcentaje?– queda oculta. Y hay víctimas que, al no haberlos sufrido de menores los abusos de autoridad y engaños de sacerdotes y religiosos, no pueden denunciarlos a las autoridades civiles. Con este escrito de Honorio Cadarso invitamos a una sincera y respetuosa aportación de datos y reflexiones. Más que nunca pedimos a todos rigor, veracidad y respeto al tratar el tema. Y ofrecemos la seguridad de que quien quiera conservar el anonimato, serán conservados en el más absoluto secreto los datos de identificación que le requerirá el moderador, ya que en ATRIO no queremos publicar irresponsables anónimos.
No se prodigan entre los seguidores de la Iglesia Católica estudios desapasionados y objetivos sobre la vida sexual de sacerdotes, religiosos y religiosas. Casi todos nos los sirven bajo el formato de curas casados, del sacerdocio desligado del celibato. Pero muy pocas veces se toma el toro por los cuernos y se afronta el problema de la vida sexual de sacerdotes y personas consagradas a Dios por el celibato tal cual, tal como se da en la realidad. Es como si fuese un tema tabú, deliberada, expresa y terminantemente prohibido.
Pero haberlos haylos. En 2007, dos religiosas estadounidenses destaparon un “affaire” de violaciones, embarazos, abortos y otras tropelías de los que habían sido víctimas religiosas en 23 países africanos y autores algunos sacerdotes. Aunque el Vaticano era sabedor de estas historias hacía seis años, seguían siendo un tema tabú y ocultado.
En 2001, Miret Magdalena se hizo eco en El País de un informe sobre la vida sexual del clero de Estados Unidos según el cual solo el 2% de los sacerdotes norteamericanos cumple con el celibato.
Se ha hablado de casos relativamente frecuentes de religiosas violadas por sacerdotes en la India. Aquí mismo, en España, existe una figura chulesca denominada el “gañán” o el “semental” de monjas, para designar a sacerdotes que al parecer se han especializado en seducir a religiosas.
En nuestro país, un libro titulado La vida sexual del clero, del que se han vendido hasta hoy 80.000 ejemplares, a pesar de que los poderes fácticos hicieron todo lo posible e imposible por impedir su difusión, hizo públicos en 1995 los resultados de un estudio realizado sobre una muestra de 400 sacerdotes que accedieron a sincerarse sobre su vida sexual. Su autor es Pepe Rodríguez, doctor por la Facultad de Psicología de la Universidad de Barcelona y profesor universitario (Véase otro artículo posterior del autor: Abusos sexuales de curas y misioneros donde resumen los datos del libro).
Según ese estudio, puede calcularse que el 95% de los sacerdotes practica la masturbación; el 60% tienen relaciones sexuales, el 26% tiene relaciones sexuales con menores, el 20% tienen prácticas homosexuales, de ellos el 12% son homosexuales al cien por cien. El 7% abusan de menores de edad, el 53% lo hacen con mujeres adultas, el 21% con hombres adultos, el 14% con varones menores de edad, el 12% con mujeres menores de edad. Desde otra perspectiva: mientras el 74% tienen relaciones sexuales con adultas o adultos, el 26% las tienen con menores de sexo femenino o masculino; el 65% son heterosexuales en sus prácticas, el 35% son homosexuales.
El 36% iniciaron sus relaciones sexuales antes de los 40 años de edad, el 64% después…
En no pocos casos, los que confiesan estas prácticas las rubrican con nombres y apellidos, o bien han sido extraídas de procesos judiciales públicos. Ninguno de ellos, al parecer, ha desmentido estos datos cuando han sido hechos públicos en el mencionado libro.
Lo cierto es que existe una consigna de ocultación de los hechos propiciada por la Jerarquía, en la que a veces parece que participan los mismos tribunales civiles. Se cuenta que algunos aconsejan a sus sacerdotes más recalcitrantes “que se acuesten preferentemente con mujeres casadas, que será menos escándalo”; y que cuando los hechos trascienden al público se procede al traslado del sacerdote a un lugar donde no lo conozcan y los feligreses no sean proclives a denunciarlo, o directamente a América del Sur u otros lugares donde no habrá denuncias…
No faltan quienes se resisten o se niegan a dar crédito a los resultados de este estudio de la realidad. Prescindamos por un momento de este estudio, y remitámonos a nuestra propia percepción del problema. Porque hay momentos en que las personas, en el plano de la sexualidad, se transparentan, y los corazones de los seres humanos se ven como si estuviesen en una cámara de cristal. Y no faltarán quienes estén convencidos de que este estudio no está muy lejos de la realidad cruda y dura…
Evidentemente hay sacerdotes y personas que llamaremos “consagradas” que viven el celibato con toda seriedad. Pero tal vez no sabríamos decir en qué porcentaje. Eso sí, que no son muchos…
Porque imponer el celibato como una obligación sine qua non para acceder al sacerdocio predispone para aceptar ese compromiso a la fuerza y sin las debidas condiciones de preparación y de aptitud de la persona.
Tal vez un experto en siquatría nos diría que son muy pocos los que son capaces de adaptarse sin estridencias y encajar en su sicosis con normalidad el compromiso del celibato.
En todo caso, para alcanzar ese objetivo, el joven debe aprender mediante una disciplina exigente a sublimar sus pulsiones sexuales, que no a reprimirlas mediante mecanismos neuróticos cargados de angustias y lesivos y destructores de la personalidad humana.
Que es lo que cabría decir que ha ocurrido en toda la pedagogía de los seminarios donde se han formado los sacerdotes, y posiblemente sigue ocurriendo. Porque el hecho de que el celibato siga siendo obligatorio para ser sacerdote, y la urgencia de la iglesia por conseguir un número de sacerdotes suficiente para el mantenimiento y crecimiento de la iglesia, empujan seguramente a acortar los plazos y prescindir de requisitos demasiado rigurosos y restrictivos para alcanzar el sacerdocio.
Sea de ello lo que sea, la Iglesia católica latina se enfrenta a un problema de estructuras que parece como muy grave. Está siendo gobernada por personas sexualmente desequilibradas, sometidas a un calvario de ocultaciones, disimulos y mentiras establecidas que desacreditan toda su estructura piramidal.
Al problema institucional se suma el problema personal de los que sufren en sus carnes ese calvario y ese cúmulo de contradicciones entre lo que dicen ser y lo que son en realidad.
Y hay otras víctimas, las más inocentes y las que más claman al cielo: las mujeres, los menores, los hombres que tienen que satisfacer los instintos de esos sacerdotes.
Se cuenta del obispo Guerra Campos que una mujer denunció las violaciones de que era víctima una persona subnormal en un centro asistencia. Guerra Campos le contestó que eso era imposible: “porque los curas no tienen sexo”.
Querido Honorio:
Aun compartiendo tus pensamientos, me sorprende que hagáis un análisis tan “sentimental” y tan restringido del celibato eclesiástico. Teológicamente (lo dice San Pablo) la castidad santifica al hombre y la fornicación le acerca al Demonio ¿Es esto falso para un católico?
Históricamente, el celibato -que no es lo mismo que la castidad- se instauró para evitar que dentro de la Iglesia se repitiera el mismo fenómeno de desigualdad que existía en la sociedad laica: para que las parroquias, conventos o diócesis no se convirtiesen en cotos particulares de familias poderosas. Y fue una estrategia exitosa: hizo de la Iglesia una institución poderosa y rica… y temible, pues cada clérigo era -o podía ser- un soldado sin otro señor que la Iglesia y sin más leyes que las canónicas. Incluso los protestantes terminaron asumiendo que un clero numeroso, disciplinado y profesionalizado era fundamental para el sostenimiento de sus iglesias.
Me temo, querido Honorio, que la Iglesia sería mucho menos influyente de lo que hoy es si adoptase otra forma de clero. Ser célibe y potencialmente casto constituye un “signo de identidad” del sacerdote, lo convierten en un ser extraño, raro, diferente, que despierta cierto grado de desconfianza, pero también de asombro o incluso de admiración entre la gente.
Históricamente, la Iglesia fue muy tolerante con la faltas al voto de castidad, que se entendían como “pecados” perdonables mediante la confesión y la penitencia; y cuando, a finales de la Edad Media, se empezó a actuar contra estos asuntos, se hizo con suma levedad. Contra las faltas al celibato se procedió de manera opuesta: actuó la Inquisición, que en España, por ejemplo, expulsaba de la condición eclesiástica a los curas casados y los enviaba varios años a remar a las galeras, exactamente la misma pena que se imponía desde el siglo XVI a los asesinos.
La tragedia para la Iglesia oficial actual es que hoy la sociedad ha cambiado y, por diversas razones, los espacios para la impunidad se han reducido en extremo, de modo que esa “tolerancia” choca con la creencias culturales y morales compartidas.
El celibato ha sido -y quizá lo siga siendo- el corazón y el puño de la Iglesia católica, pero sin el silencio y la ocultación -hoy difíciles-, puede que se termine por convertir a medio plazo en una peligrosa arma de doble filo.
Un abrazo, querido Honorio
Es decir, Honorio, que si un cura se deja timar, por su jerarquía católica, sus derechos más elementales para alcanzar su plenitud, como lo es el de amar a una mujer y ser amado por ella (también sexualmente), entonces mal puede ese pobre cura ‘amar bien a su prójimo como a sí mismo, que es el elemntal mandato-mensaje-propuesta de Jesús, su buena nueva o evangelion.
Pues en cuanto a sí mismo, ese pobre cura se deja timar sus derechos por lo que, en su amor (como a sí mismo) al prójimo, necesariamente dejará que a éste le timen también los derechos más elementales de éste: esto es lo que sucede constantemente en la dictadura eclesial católica hoy y desde hace muchos siglos.
Esto es lo que sucede en la ICR, a mi modesto modo de ver: los curas defienden por obligación el negocio de la ICR, y no defienden a los oprimidos por la ICR, ni a los primidos por los poderosos, que es lo que hizo Jesús, y por eso lo mataron.
Y por eso a Rouco no le persiguen por causa de la justicia como a Jesús, sino que él es quien persigue por ejemplo a los homosexuales que se aman y por lo tanto quieren en justicia el sacramento del matrimonio católico, si son -contra viento y marea- católicos, que en mi vida ví tanta fe, pues haberlos haylos.
Estos oprimidos por la ICR, en la teoría de la ICR tan falsa como ella misma no pueden existir, pues en esa falsa teoría la ICR es Santa (puta mentira) y no puede oprimir a sus curas (otra mentira peor que la anterior), ni menos a sus ovejas (más inhumana mentira todavía).
Errático, mi admirable Honorio, significa errante, vagabundo, que no tiene sede o domicilio fijo, o extravagante.
Me parece más adecuado el término reprimida, para adjudicarlo a la sexualidad de los célibes obligatorios, o sea de los curas católicos que se han quedado atrapados en el celibato impuesto por los papas, tan nefastos e inhumanos ellos, y quienes les apoyan.
Nefastos e inhumanos porque anteponen el negocio de su ICR (como parece apuntar Jordi Morrós) a la persona de los que, creyendo haber recibido la ‘llamada de Dios’-vocación- (por favor, no se engañen, Dios no interviene ni por lo tanto va por ahí llamando a nadie), se ponen al servicio del negocio de la Iglesia Católica Romana y así a las órdenes de los jerarcas puestos a dedo por los papas vaticanescos.
Consagran estos curas sus vidas a la ICR (pensando que la consagran a Dios), que los explota todo lo que puede y todo lo que se dejan.
Los hay valientes que un día dicen ‘basta ya de tanto abuso’, y se enamoran de una mujer, y entonces algunos se convierten en curas al cuadrado, como Castillo, o Tamayo, o el mismo Honorio, si me lo permite (o Duato, Cejudo, … y tantos …).
Ah, la mujer¡ Rara es la que protesta por esta ignominiosa y bestial discriminación de la mujer que supone el obligar a los curas a no poder vivir el amor de una mujer y serle recíproco.
¿Tú, párroco o coadjutor –si aún los hubiera- mío, lo eres porque aceptas que te prohíban tus jefes enamorarte y casarte con una mujer, y tú lo aceptas resignado?
Si te dejas timar así por tus jefes tus derechos elementales, mal puedo creer nada de lo que dices, pues lo dices porque te lo mandan tus jefes, que atienden a su negocio por encima de ti mismo. Menuda evangelización de mierda pueden intentar hacer esos pobres curas reprimidos y explotados.
Me extraña que no haya salido todavía en este post y sus comentarios el término ‘inhumano’.
Rahner decía que la religiosidad del siglo 21 será mística o no será. NO lo sé, teólogos tan elevados me desbordan en seguida, dado mi modesto nivel.
A mi modesto entender el problema, más y antes que de mística, es de pura y elemental humanidad.
Se puede ser muy humano sin ser místico. Espero que no se pueda ser místico y ser a la vez inhumano. Le preguntaré Luis Troyano, que sabe de mística, cuando le vea por el foro.
Amigo Gabriel: Yo hablo de sexualidad errática. Pero !cuidado! no pongo ninguna objeciónal hecho de que un sacerdote decida romper con el celibato y establecer una relación sentimental y sexual con una mujer. En eso no hay ninguna patología, y ese es el caso más universal entre los sacerdotes que no se someten al celibato, solo que deberían hacerlo en un clima de absoluto respeto a la libertad y a la dignidad de la mujer con la que comparten su vida.
En los demás casos, vale, que se cumpla la ley y no se hagan excepciones.
Es hermoso y edificante todo lo que aportáis . Gracias. La Iglesia ha dejado de lado en el Adviento aquella fiesta tan entrañable de María de la O, la Expectación del Parto de María. Una pena, tal vez una muestra más de machismo. Me gustaría invitaros a contemplar esa fiesta y toda la Navidad como la fiesta del sexo y de la paternidad-maternidad, ese don por el cual participamos cn el trabajo del Creador y perpetuamos en el mundo esa corriente del Amor que es Dios mismo en su actuación como Creador. Naturalmente para eso tenemos que humanizar la Maternidad de María y ponerle a Jesús un padre, y quebrar esa “mitología sacra” de que si fue concebido por obra de no sé qué, y si salió del vientre de su Madre como un rayo de sol por un cristal, sin romperlo ni mancharlo…
No sé si esos mitos “sacros” han traído estos maniqueísmos y han ensuciado el don divino de la sexualidad, y han llevado a la Iglesia-institución a legislar este “rito sagrado”del celibato que ofrece a no sé qué dios la capacidad sexual y creadora, el poder divino creador que tiene recibido el ser humano, y encierra en los conventos en un régimen de vida que criticáis y del que habláis con mucha propiedad las mujeres de Atrio, otro detalle por el que os estoy muy agradecido y del que he aprendido mucho .
Y corríjanme si he dicho alguna herejía…Hoy por hoy, la tiranía de los mercados clama al cielo; los desórdenes sexuales impuestos por decreto-ley también.
Sean ustedes felices…
No acepto de ninguna manera que un violador, pederasta o maltratador sea un enfermo, esta forma de verlo da pie a que se siga abusando inpunemente y haciendo sufrir de por vida a las victimas, son a las victimas a las que hay que dedicar los recursos sociales, para que se recuperen del daño al que las ha sometido un delicuente y al delincuente hay que tratarlo como tal se trata a quien con absoluta consciencia comete un delito, sea este robo, asesinato, violacion, abuso de niñas/os o maltrato del nivel que sea; que la fuerza de la ley y la justicia, caiga sobre ellos y sobre quienes les protejen, encubren y o los justifican, dando igual que pertenezca a la clase social que pertenezca, sea marques, clerigo de la categoria que sea, barrendero, tendero o su porquero.
Tenemos que tener cuidado de no dejarnos atravesar por una corriente, machista, patriarcal, clerical,abusadora a la que nos somete un sistema que no pone en valor a la infancia y a las mujeres.
SALUD, FUERZA Y CARIÑO.
Voy a matizar a mi estimado amigo Honorio…Aclaración previa soy de los que entiende que el celibato debía ser opcional…Tengo entrañables amigos, sacerdotes casados, que hacen una estupenda labor en comunidades, o en acción social…Conozco también entrañables seres humanos, que abrazando la vocación presbiteral respetan con amor y entrega a sus hermanos su promesa celibatal…he visto a seres humanos de una gran calidad de vida, entregar gran parte de esta en el ser presbíteros, hoy en el hogar sacerdotal que además de respetar su promesa de celibato, ha dado su vida gota a gota, en la lucha por un mundo y por una Iglesia mejor…que todos creemos posibles…Las patologías sexuales, hoy deberían ser vista en toda su amplitud…no sólo dentro de la Iglesia, sino fuera de ella, las estadísticas de patologías que tienen como sintomática una conducta sexual aberrante, es uno de los grandes desafíos de nuestro tiempos… Las estadísticas, nos muestran hoy un aumento de episodios de los padres de familias con sus hijos-as o hijastras…no es sólo un problema de celibato, es un problema mucho más grave y entendido… La violaciones de niñas y mujeres en algunos lugares en casi endémico, se debe encarar estas conductas con un enfoque humano y multidisciplinar, porque normalmente, detrás de un violador, hay un enfermo y legislar desde un enfoque científico para proteger a las victimas o posibles victimas…Es junto con la narcodependencia un desafió a la sociedad toda a encararla sin linchamiento y con un enfoque sanitario.. existe patología sociales muy acendradas, por ejemplo, leí hace un tiempo que uno de los colegios laicos…(no religioso), se denuncio que la iniciación en el mismo, se hacía con una suerte de rito que incluía muchas veces la violación, estos casos son más graves y debe ser abordados por la psicología social y por supuesto por la siquiatra especializada…aprovecho para mandar un abrazo…a mi amigo Honorio .Gabriel
¿Celibato o sexualidad errática?
Por supuesto que para defender el celibato la iglesia ha tenido que dar la espalda a la dimensión espiritual de la sexualidad.
La influencia estoica en el cristianismo tiene mucho que ver con esta turbia cuestión, pues estudiar su influjo nos permite llegar a conclusiones muy interesantes. Algo de esto he dejado hoy mismo insinuado en otro hilo hablando de la trascendentalidad de los sentidos .
Así por ejemplo el estoicismo piensa que tener afectos supone estar afectado por algo externo a uno mismo, lo cual es un evidente signo de imperfección y falta de plenitud.
En esta línea, los estoicos creen que los afectos, los sentimientos, las emociones, no se pueden predicar de Dios y en consecuencia del sabio (la autoridad sacerdotal) tampoco. El sabio ha de ser impasible. Fueron ellos, los estoicos los que introdujeron en la historia la distinción entre tres géneros de cosas, las buenas, las malas y las indiferentes. El sabio se dedica exclusivamente a las primeras, el hombre licencioso a las segundas, mientras que las indiferentes distraen la atención de lo realmente necesario y por tanto no ayudan a la sabiduría. Las indiferentes, por otro lado, no ayudan a la sabiduría porque distraen la atención de lo realmente necesario. A pesar de lo cual son las más apreciadas en la vida. Son aquellas por las que se afanan los humano vulgares y se caracterizan por estar dominadas por el afecto. El sabio aspira a vivir conforme al logos, contrariamente el hombre vulgar se deja llevar por los sentimientos y las emociones. Esta es la herencia que impregnó en el cristianismo.
Por otro lado, a mí, en su día, me impactó el libro de Pepe Rodríguez. Hoy, buscándolo he hallado también otro suyo que leí hace tiempo “Mentiras fundamentales de la Iglesia católica“ a su recuerdo me ha remitido siempre cuando aquí mismo he leído artículos de Celso Alcaina.
Por último, dos libros que pueden interesar y que yo, absorta, leí por aquel entonces son “Desde la Cumbre” y “Eminencia” ambos de Morris West.
Yo entiendo perfectamente que haya personas con vocación religiosa que quieran trabajar junto con su comunidad en ese tema, sea para organizar, celebrar o enseñar o consolar. A esas personas les pido honestidad, sentido común, generosidad, sabiduría, alegría de vivir, todo eso que tiene un líder carismático que conduce a un mejor vivir. Y no se me ocurriría ni en mis peores delirios, pedirle que deje de ser sexuado. Al contrario ojalá que lleve una vida satisfactoria en ese sentido, según las normas que rijan a la cultura que me desenvuelvo. Porque la regulación de la sexualidad es cultural, no es un tema de espiritualidad. Y la religion cristiana puede que haya sido una evolución hace 2000 años con respecto a otros sistemas. Pero en el camino se convirtió en una institución misógina igual que el ejército, totalmente desvinculada de la realidad psicológica actual y de las expectativas actuales de hombres y mujeres sobre lo que es aceptado como válido y bueno y con pretensiones de intervenir en la intimidad de las personas en temas que no le competen, lo que es una falta de respeto.
Por supuesto que hay curas que lo tienen claro y son personas notables, pero la institución en sí, con su catecismo, su machismo, su verticalidad y las declaraciones papales que suenan tan naïve y tan extemporáneas a oidos de los que no creemos en la santidad de su rol, predica cosas que de hecho no tienen ningún sentido para mejorar la calidad de vida de los seres humanos y tampoco da ningún ejemplo digno de tomarse en cuenta.
Cuando se publicó el libro de Pepe Rodríguez aún no había estallado el escándalo masivo de la pederastia en el clero. Hablar del celibato del clero era casi un tema tabú, y a mí personalmente, dicho libro me produjo un enorme impacto. Pero todos los casos que el autor relataba estaban perfectamente documentados y daba poco lugar a dudas. Yo sabía de casos que ya he comentado en otras ocasiones, pero seguía pensando ingenuamente que eran casos aislados. Este libro me restó bastante ingenuidad.
El gran problema que plantea el celibato obligatorio es presentar esa opción como algo superior a la práctica normalizada de la sexualidad. Pero es el gran engaño, especialmente cuando este planteamiento se le hace a niños, con el añadido de que son unos privilegiados por ser llamados por Dios a algo tan sublime (dicen) como es el sacerdocio. Pero la bola de la vida va rodando, la naturaleza se impone y la opción antinatura se salta a la torera cualquier impedimento que obstaculiza la libre expresión de lo natural. Y, como el compromiso que han hecho de guardar el celibato ha sido público, la práctica de la sexualidad tiene que ser clandestina y furtiva, cuando no punitiva civilmente.
Podríamos pensar que esto ya está superado porque los seminarios están vacíos y la educación es diferente. Pienso que no es así, porque la jerarquía se empeña en ocultar la cabeza como el avestruz, y los poquitos seminaristas que hay, están en las mismas condiciones que hace cincuenta años. La afirmación de la grandeza del celibato sigue vigente.
Y, como dice Marisa, habría que estudiar también este tema en las mujeres, porque ¡las mujeres también tenemos sexo!, claro. ¿Y no hay problemas en los conventos? Sospecho que sí, pero infinitamente más reprimido y neurotizado, por lo que el sufrimiento personal queda más en su privacidad. De esto sabrán mucho los confesores de monjas. Ay, si los confesores hablasen…! Y no sólo de monjas….
Será que Guerra Campos no tenía razón? Con lo listo que era! Por debajo de la sotana, no se por que usaba un pantalón. Vamos, digo yo. Y Dios los hizo hombre y mujer. Por eso el cura dejará padre y madre y se unirá a su iglesia (femenino) y serán los dos una locura.
La sexualidad me parece un regalo mas de la madre naturaleza y ninguna persona agradecida esconde un regalo, sino que lo abre y lo disfruta en señal de agradecimiento.
Por otra parte decir que si los datos que se dan en el articulo son ciertos, (que me temo que si) las mujeres pongamonos a salvo de los curas e inpidamos que la infancia se relaciones con ellos, porque corren un grave peligro. Hecho en falta, no solo en en este articulo, si no en el resto de articulado o libros sobre el tema, las relaciones que se establecen en comunidades religiosas de mujeres. No quiero pensar que las personas autoras de estos estudios, niegan la sexualidad de la mujer y no la tienen en cuenta. Se a de hacer notar, que con esta mania de del celivato, por parte de los machistas jerarcas se jenera mucho sufrimiento inutil.
Como mujer, que me he casado y he tenido una vida normal, encuentro sumamente raro el defender el celibato y la castidad como si fuera algo bueno y especial y sinónimo de santidad. Me huele más bien a narcisismo. Y Jesús lo menos que tenía era ser narcisista, y él es el ejemplo, no San Pablo ni San Agustín y sus manías. En ese sentido los judíos son muy sanos, gozadores del sexo y no miran con mucha confianza estos arranques de pureza mística de los goyim, es decir de los cristianos, que después llevan a desequilibrios y escándalos. Y los rabinos tienen que ser casados para que la comunidad confíe en ellos. Y supongo que Jesús como buen judío inteligente que era, tenía también ese pragmatismo . De partida no dio ninguna indicación respecto al tema, exceptuando que condenó la pedofilia taxativamente.
Tiene razón Jordi Morrós en decir que la sexualidad errática es un mal que no afecta solo a sacerdotes sujetos al compromiso del celibato, sino a una buena parte de la sociedad, y que el matrimonio no es la solución a ese problema o a esa “pandemia” de la cual está enferma buena parte de la sociedad. Que hace falta una terapia adecuada, una educación sexual.
Pero eso no justifica una actitud de la iglesia que al limitar y forzar la libertad de sus miembros los sacerdotes, los empuja de alguna manera a caer en este desorden síquico…Sería más bien una razón para exigir a la Iglesia que permita y facilite el desarrollo normal de la personalidad humana. El sida es una enfermedad muy extendida en el Tercer Mundo, y se pide a la iglesia una terapia para remediar esta pandemia. Por la misma razón tendremos que pedirle otra terapia para que todos sus miembros y toda la humanidad puedan desarrollar una vida sexual sana.
Perdón por el desliz que me reprocha Pepe Sala, lo siento; me descuidé, copié al pie de la letra del documento original que daba esa información sobre Guerra Campos.
Que la sexualidad sea errática en una institución como la Iglesia católica no creo que a estas alturas sea para nadie ninguna sorpresa, y bastante que la propia Iglesia católica está pagando una buena penitencia por ello en su imagen mediática.
Ahora en bien en nuestra sociedad española tan liberada y con tanta información sexual, ¿alguien se atrevería a pronosticar que la situación está mucho mejor en cuanto a vivir una sexualidad medianamente saludable? Yo no pondría la mano en el fuego por si acaso.
Y lo único que me molesta es que siempre se mezcle “celibato” con “sexualidad errática”, como si se tratara de vender la idea que por ejemplo el matrimonio fuera una garantía de una sexualidad menos errática. Para mí el problema es mucho más de fondo que el hecho de mantener o relajar la disciplina del celibato sacerdotal ya que eso sólo es la punta del iceberg.
Y finalmente sólo os recuerdo que no sé cual eclesiástico de los USA una vez declaró que actualmente el mantenimiento del celibato sacerdotal entre el clero latino era una pura y dura cuestión de viabilidad económica ya que las finanzas eclesiales en muchos países no podrían mantener un nivel de retribuciones de los sacerdotes que les permitiera contribuir al sostenimiento de una familia, y me parece que tristemente por ahí van los tiros.
¿Seria un presagio, sobre este asunto, la actitud de Jesús, escribiendo en el polvo lo que escribió y diciendo lo que dijo, ante la condena de la mujer sorprendida en adulterio y por ello denunciada por aquella pandilla de acusadores?
Aquel: ” Quien esté limpio, tire la primera piedra” de ejecución que provocó la total desbandada de acusadores, empezando por los más viejos, da para mucho.
Quedaron la mujer y Jesús solos; y Ël, sin tirarle ninguna piedra de ejecución, como ordenaba La LEY, le dijo: Si nadie te ha condenado, yo tampoco: Vete y no peques más.
Aparte de los abusos, invadiendo el campo de libertad o dignidad ajeno, que sexualmente, como de cualquier otro modo, siempre es un ataque violento a la personalidad y realmente un intento o acto de real prostitución ¿no consistirá lo más desagradable y rechazable de este asunto el oscurantismo con el que quiere sublimarse una actitud consagrada que no deja de ser natural entre gentes obligadas al celibato, como a las que no lo están?
¿Por qué ese empeño en atribuir simbolismo de trascendencia en plenitud perfecta al AB-uso ( NO-uso) de la capacidad gozosa del sexo humano, cuando, como las restantes capacidades, libre y responsablemente ejercidas y compartidas, son dones naturales inherentes al ser humano. (Y por tanto, para los creyentes en el Dios CREADOR, regalo de creación: “A su imagen y semejanza los creó , mujer y varón”- Gen. I, 27?
¿No es más bien, y exclusivamente, el AMOR PRACTICO lo que acapara ese simbolismo de la TRASCENDENCIA DIVINA: Dios es AMOR; nos AMA y por Jesús nos expresa SU VOLUNTAD de que NOS AMEMOS como ÉL NOS AMA?
¿Acaso la sexualidad humana puede reducirse a la sexualidad exclusivamente reproductiva, propia de la mayoría de especies vivas?
Cierto que puede comportar responsabilidad con terceros, si de su ejercicio se sigue gestación de un nuevo ser, pero esto nos situa en una dimensión relacional fuera de lo estrictamente sexual, coincidente con cualquier otra relación entre seres humanos.
Por lo que, este tema debería ser aprovechado para profundizar en los por qué y para qué en la Iglesia se ha pretendido sacralizar y poner en prevalencia para l*s human*s modos angélicos de vida forzados como modélicos de perfección, con relación a los simplemente humanos, porque , ni la carne, ni el espíritu son de suyo malos, sino que pueden malearse según el USO o AB-USO de los que los hagamos cómplices.
Lo que le pasa a una casa impregnada de olor a quemado, es lo que en la Iglesia perdura del incendio PLATÓNICO-MANIQUEO; IDEALISMO-MATERIALISMO; ESPIRITUALIDAD-CARNALIDAD. Ese tufillo teórico. práctico del DUALISMO.
Y seguimos tomando como chivo expiatorio de cuanto aporta nuestra “espiritual intencionalidad” al mundo, al demonio y la carne.
Pero…. El VERBO se hizo CARNE =HUMANO y habitó entre nosotros como HIJO DEL HOMBRE, siendo EMMANU-EL.
Estoy seguro de que Honorio Cadarso ha escrito este párrafo sin ninguna intención peyorativa:
“” Se cuenta del obispo Guerra Campos que una mujer denunció las violaciones de que era víctima una persona subnormal en un centro asistencia. Guerra Campos le contestó que eso era imposible: “porque los curas no tienen sexo”.””
Sin embargo, considerando cierto término pasado de moda ( afortunadamente) ruego, a quien corresponda , que invite a Honorio a cambiar el término por otro más adecuado.
Saludos, pues.
Honorio; tu pintura, por decir lo menos, resulta sugestiva.
Yo siempre me cuestiono por qué somos tan puntillosos y restrictivos en materia sexual y tan laxos y socarrones si se trata de gula y glotonería.
Tratado el tema con abundancia de porcentajes parece más serio, aunque la seriedad de la trastienda siempre será dudosa.