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La(s) identidad(es)

Toda crisis tiene sus partes o aspectos positivos, constructivos. Esto siempre que la persona quiera verlo con ojos no únicamente abiertos sino con la visión de realidad. Realidad de cambio, de progreso, y, ciertamente, de crecimiento.

      Todo crecimiento que comporta transformaciones interiores y profundas, cuestiona la propia identidad. Pone en crisis, en perspectivas nuevas: qué soy, cómo soy y sobre todo quién soy. Problemática de identidades o identidad.

       Es conveniente que podamos comprender, que por otra parte no es fácil, qué es la identidad. Para ello vamos ir a la etimología de esta palabra. Viene del latín idem y quiere decir: el mismo, lo mismo.

       Y la palabra identidad es un derivador artificial que significa idéntico. La terminación dad expresa la generalidad o abstracción de una cosa concreta. Por ejemplo, espiritualidad de espíritu. El mismo, uno mismo, un real concreto, diríamos; la mismidad seria abstracto y general.

       Entonces, lo que siempre es lo mismo, se mantiene constante. No cambia. En su transformación o cambios profundos, hay un hilo conductor que permite reconocer siempre la mismidad, la identidad.

       Por eso percibimos, sentimos a lo largo de la vida nuestras transformaciones de nuestra personalidad: Antes no era así, no soy así, No suelo actuar de esta forma. Constatamos como el cómo es diferente. Así y todo, somos conscientes que somos el mismo.

       Mirándolo así, hablamos de la identidad de estar, que nos sitúa en las coordenadas de espacio y tiempo. Percibimos una consciencia dual: yo y tú; dentro y fuera; alto y bajo; Dios y yo. Amigo y enemigo. Amor y odio. Y la identidad de estar sería la de organizar las diferentes identidades parciales.

      Podemos decir que identidad es aquella consciencia donde el yo es un observador de algo que siempre ha sido, es y será, reconociendo una continuidad aunque constate cambios en el que no afectan a esta consciencia más allá de las coordenadas del tiempo y espacio.

       Y así podemos hablar, a mi entender, de la identidad de ser. Una consciencia más allá de tiempo y espacio. Y esto comporta considerar la identidad de ser en la no-dualidad que nos llevaría a una consciencia no dual.

      La identidad de estar sería como ver una pieza entera, que no existe, pero que tiene armonizados todos sus elementos. Dicho de otra forma: Es, además, una vivencia de consciencia donde la identidad o mismidad personal del ego no es la base de la existencia sino que hay un nivel más general, más universal más cósmico donde la mismidad no existe o desaparece, pero así sus funciones o responsabilidades.

       Hay una frase que tal vez nos pueda ayudar a avanzar en la reflexión: “El sentido de la condición humana no radica en la estructura de la personalidad sino en la experiencia e identificación con la vida misma, la cual crea esta estructura”.

      Sería jugar con los verbos SER Y ESTAR. Verbos que nos indican una fuerte y profunda diferencia. Recordemos no es lo mismo: Estoy enfermo que soy un enfermo.

      Podríamos ver cómo aplicar esto a la Crisis, fruto de crisis. De nacionalidad, estamos pasando a una globalización que cuestiona pero no anula las identidades nacionales. Las estatales son fruto de decisión política y jurídica, pero no de los pueblos. De la personalidad invariante a los cambios de las identidades a lo largo de nuestra vida, pero no de cambios superficiales. Así iríamos aplicándolo a la familia, a la tribu, o al grupo. A la relación entre naciones o pueblos.

      Tema no fácil, pero necesario e imprescindible, hoy en día. De todas formas, la dificultad es poder empezar con uno mismo.

       Añado algunas frases que nos pueden ayudar a continuar esta reflexión en cada uno de las personas lectoras:

  • “La irremediable lucha por la identidad, me mantiene sereno en este mundo de locos”.
  • “Nadie puede definir tu identidad, tu personalidad. En resumen, cada uno es responsable de quién y cómo es”.
  • “Nadie debiera ser esclavo de su identidad cuando surge una posibilidad de cambio y entonces es preciso cambiar”.
  • La globalización está provocando un obsesivo afán de identidad, que va a provocar muchos enfrentamientos. Nuestras cabezas se mundializan, pero nuestros corazones se localizan”.
  • La globalización sólo asusta a quien no está seguro de su identidad y teme que se la cambien. Ese miedo te hace aislarte y te esteriliza a la larga, como dice un narrador hindú.

       Con ese conjunto de frases, sólo quiero indicar que ningún autor nos dirá la definición de nuestra identidad personal como ningún diccionario.

       La definición de cada persona es ella misma quien la tiene que ir buscando y forjándola.

       Una cosa es el sentido de la identidad y otra es la identidad del sentido.

 

Jaume PATUEL i PUIG es pedapsicogogo y psicoanalista. Blog Pensa per tu mateix, jpatuel@copc.cat

9 comentarios

  • Pako

    Enhorabuena,  Jaume.
    Tu reflexion final sobre la etimologia y las palabras creo que es verdaderamente afortunada….permiteme que siga……
    Una reflexion sobre la LENGUA, EL VERBO  conduce, al gran fenomeno del PENSAMIENTO.
    Lengua y pensamiento es quizas , para mi lo es hace tiempo,el binomino- diferencia del ANIMAL HUMANO.
    La lengua debiera de ser el diccionario en el cual contrastamos todo lo concerniente a la Vida. Babel nos debiera de hacer reflexionar, …….¿Existe la LENGUA PERFECTA?…….Es un tema dificil de hablar!
    Saludos

  • Jaume PATUEL.Barcelona.

    Aportaciones ricas e interesantes para mí y obligarme a continuar reflexionando. 
    Mi objetivo es poder profundizar en esa “realidad identitaria” de este ser que quiere ser humano- cada uno de nosotros- pero que es un devenir e irse haciendo.
    No me ha sido fàcil esta reflexión y me resistia en publicarla. Al final, me lo he podido permitir. Y ahí está.
    A mi entender,  la no-dualidad es un momento de sin-forma, pero que hablamos de ello a posteriori en situación de dualidad, que es la forma corriente de vivir o estar. No tenemos otra en nuestro mundo de necesidades.  Por lo tanto, las palabras, no pueden explicar, pero sí vibrar, de este momento de ser en el Ser.
    Ahora bien, el estar al ser impregnado del Ser, el cual no se transforma nunca, pero es transformante, genera transformaciones en el estar nuestro de la cuotidianidad.
    Y sólo por los frutos reconoceremos y reconerán que hay transformación. El “ego” se diluye en la Totalidad, pero no se libra, ni mucho menos de sus responsabilidades. 
    Nos puede este pensamiento:  “Una cosa es la gota de agua y otra el agua de la gota”. 

    Por cierto, las etimologías ayudan como punto de partida.  Y como en la evolución cambiamos la identidad de las palabras. 

  • Pako

    La Identidad o personalidad es el traje con el que uno se viste.
    También es el traje con que se viste cualquier otro.
    Quizas, es justo lo que nos debe de sobrar al final de cada día. 
    Para cada día SER.

  • ana rodrigo

    Tenemos asumido aquello de “yo soy yo y mis circunstancias”, y coincido con MARMedina. La identidad sería esa sustancia que te configura tu conciencia de que eres tú y no otra persona, mientras que le evolución vital y las circunstancias nos van aportando elementos que, a su vez, van configurando quien eres en cada momento de la vida.
     
    Claro que cambiamos, sin olvidar eso de “genio y figura hasta la sepultura”. Yo tengo una “manera de  ser” desde siempre, desde que tengo conciencia de mí misma, pero nada tiene que ver la Ana de la infancia, la de la juventud, la de la madurez,  la Ana en un momento de dificultad o la de un momento de alegría, aunque siempre he sido yo.
     
    También es cierto que  muchas veces hemos escuchado aquello de “no hay quien lo conozca, según era…”, en sentido positivo o negativo. Lo mismo que hemos oído decir a alguna persona que ha hecho lo que no deseaba eso de “no soy yo, no entiendo cómo he podido hacer esto”. En ambos casos ¿han cambiado la identidad o han cambiado sus actos?
     
    Cuando alguien hace un retrato de otra persona, creo que describe unos actos exteriores al sujeto, lo que otros pueden ver. La identidad, como la conciencia de lo que eres y de lo que haces, sólo lo sabe el propio sujeto.
    Si he entendido bien lo que Jaume nos quiere decir es que ser, se es desde que se nace, pero el estar va modificando ese ser sin perder su núcleo. Y en el estar participamos desde nuestro ser con nuestras elecciones, nuestra voluntad, nuestro raciocinio, aquello que la vida nos pone sin que nosotros lo elijamos. No elegimos a nuestros padres, nuestra localidad, nuestra cultura, el tiempo en el que hemos nacido, etc., pero todo ello nos condiciona en nuestro ser y en nuestro estar.

    Como no entiendo nada de estas cuestiones, no sé si no me habré enredado en una terminología que desconozco. Pero yo tengo claro quién soy, y tengo claro cómo quiero ser-estar en la vida.

  • MAR Medina

     Podemos decir que identidad es aquella consciencia donde el yo es un observador de algo que siempre ha sido, es y será, reconociendo una continuidad aunque constate cambios en el que no afectan a esta consciencia más allá de las coordenadas del tiempo y espacio.
           Y así podemos hablar, a mi entender, de la identidad de ser. Una consciencia más allá de tiempo y espacio. Y esto comporta considerar la identidad de ser en la no-dualidad que nos llevaría a una consciencia no dual.

    Bueno, sea bienvenida toda reflexión, pero no termino de ver a dónde nos queres llevar, amigo Jaume.

    Así, a priori, hay contradicción entre los dos párrafos que reproduzco arriba: si hay observador no puede haber conciencia no-dual.

    Aunque, en realidad, podría decisre que oscilamos entre ambas como quien se apoya alterntivamente en una pierna u otra…
    Precisamente quizá por eso nuestra identidad sea tan escurridiza y quizá toda la vida tenga por único objeto llegar a saber quiénes somos. Así pues, desde la conciencia dual (en la que nos movemos la mayor parte de nuestra vida) podemos percibir que somos aquello que de nosotros permanece constante pese a la evolución temporal y espacial, algo que en nosotros permanece inmóvil (quizá de ahí nuestra conciencia de eternidad), y sin embargo hay momentos mágicos de pertenencia o fusión con todo, en que esa conciencia que queda más allá del tiempo y el espacio queda también más allá de la razón y su vehículo, la palabra, por lo que poco podemos expresar sobre ella salvo con el lenguaje indirecto o negativo de los místicos.

    Ambas formas de conciencia nos dan pistas sobre quiénes somos en realidad… Así que no veo, al fin, contradicción, sino alternancia…

    ¡Al fin y al cabo me animas a reflexionar sobre el tema, Jaume! Gracias. Saludos cordiales

  • Asun

    Gracias, Jaime, por hacernos pensar. Me da el gusanillo que esto lo tenéis muy tierno en Cataluña. Siendo la comunidad que suele ir por delante, puede que nos resulte a muchos novedoso, sorprendente.
     
    Entiendo que trates de ponernos la identidad en toda su “identificación”,  como un objeto al que pudiéramos modelar y definir en sus delimitaciones. Puede que hasta  para algunos sea cuestión de vida o muerte poseerlo. Sin embargo, creo que lo que se ha superpuesto por heredado y adquirido, “despistadamente”, con el paso del tiempo, no tiene más intríngulis que ir desenvolviéndolo.
     
    La identidad, la indefinible, la que está  y siempre se queda, ya es, antes que la inventaran, la familia, la tribu, el pueblo y la nación, ingredientes necesarios en lo estático e inmutable de la base agraria-político-religiosa.
     
    Hacemos real en nosotros al despertar a lo que ya es real, por sí y en sí mismo. Lo demás es ilusorio, nos puede embriagar cierto tiempo, aferrarnos a ello, pero por lo mismo nos llega a desfondar y hundir, dejar sin aparentes cimientos. Al detenernos conscientes en algo que sólo es constructo mental, por creativo, sirve y funciona, si se ve como un juego al que el yo particular gusta entretenerse, nada más
     
    No nos engañemos, lo tangible, lo que podemos palpar en la post-modernidad es el cambio permanente que vehicula desapropiación, desapego, al menos invita a ello, apuntando fielmente  aquello en lo que todos somos. Asirnos a una identidad fuera de nosotros que nos pueda dar sentido y seguridad permanente, es un camelo, un sueño que adormece, crea separación, crispación e intolerancia, véanse montones de ejemplos violentos en los momentos que vivimos. La pluralidad-sin-fisuras  es la forma  y el fondo de la identidad universal, abierta, no-separada en la diferencia.
     
    Un abrazo 

  • El análisis semántico de «identidad» llevaría a analizar de la misma forma «eternidad»
    Viene de «eterno» o de «eter»? O de «e-ter», i.e. “tres veces e”?
    La senántica es salirse del pozo agarrándose de las orejas!

  • M. Luisa

    Perfecto Jaume, estamos en la realidad, realizándonos y no sólo siendo.

    Podemos decir que estamos en la realidad. El hombre no sólo “es” una cosa real más entre todas las cosas reales que “hay” en la realidad.
     
     
    A nivel lingüístico el estar añade  una exigencia  temporal al acto de ser, el ser deviene temporalmente, se reúne, se centra  en un momento, se reactualiza, adquiere una actualidad que no tenía.  Al igual del estar  o ser enfermo  también  podemos diferenciar  “estoy aquí”  que “ser de aquí”.
     

    Con lo cual esto llevado al rango filosófico adquiere una modulación  muy especial, sólo el hombre “está siendo” sobre su propia realidad, reactualizando lo que ya es de modo propio.
     

    Saludos

  • Antonio Vicedo

    CITA:-“Nadie debiera ser esclavo de su identidad cuando surge una posibilidad de cambio y entonces es preciso cambiar”.

    Muy interesante para el problema relacional entre autoridad y obediencia o sumisión en cualquier actuación o relación personal.
    La identidad entre PERSONA y SUJETO es condición esencial en los SERES HUMANOS.
    Ninguna estructura humana puede, ni debe prescindir, ni minusvalorar esta identidad.